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Diánoia

Print version ISSN 0185-2450

Diánoia vol.66 n.87 Ciudad de México Nov. 2021  Epub Mar 14, 2022

https://doi.org/10.22201/iifs.18704913e.2021.87.1769 

Reseñas bibliográficas

María del Rocío Lucero Muñoz y René Vázquez García (comps.), Razón y modernidad. Horizontes del filosofar actual

David Sijárez-Rivero* 

* Universidad Autónoma de Tlaxcala. México. darisua@gmail.com

Lucero Muñoz, María del Rocío; Vázquez García, René. (comps.), Razón y modernidad. Horizontes del filosofar actual. Editorial ítaca, México: 2019. 160p.


La primera pregunta que me hice cuando comencé a leer Razón y modernidad. Horizontes del filosofar fue: ¿por qué leer este libro? En realidad, ésta es la pregunta que me hago cada vez que me piden reseñar o comentar un libro.

Hay un sinnúmero de libros que se publican anualmente y, dado que nuestro tiempo de vida es corto, hay que seleccionar con rigor, ya que también hay un sinfín de clásicos que leer. Por ello, como lector, e incluso como profesor o investigador, la pregunta es legítima: ¿por qué dedicarle tiempo a este libro? ¿Qué alcance tiene? ¿A quién está dirigido? ¿Vale la pena leerlo?

Creo que un buen criterio de lectura es cuando los autores no nos hacen perder tiempo y nos explican sus argumentos con claridad, precisión y ejemplos. Otro buen criterio es cuando los autores abordan temas actuales y ofrecen o sugieren propuestas bien justificadas. Aunado a los dos primeros, un último criterio es la influencia que sus propuestas pueden tener en las comunidades, sean de especialistas o de un público más amplio.

En mi opinión, Razón y modernidad. Horizontes del filosofar actual cumple estos criterios, a saber, claridad y precisión en sus argumentos a través de propuestas bien justificadas en temas actuales que son de importancia para quienes trabajan en el área de la filosofía latinoamericana.

En esta compilación, los autores se interesan en sugerir propuestas que cambien no sólo nuestra forma de pensar, sino también nuestra forma de actuar respecto a situaciones sociales actuales en Latinoamérica. En lo que resta de esta reseña expondré este rasgo primordial del libro mediante críticas y sugerencias a muchos de los artículos.

María del Rocío Lucero Muñoz ofrece en "Las nociones de individuo e igualdad en la filosofía de Rousseau y Condorcet" una exégesis del pensamiento de estos dos filósofos a través de la dilucidación de varios conceptos, entre ellos los de individuo e igualdad, razón y naturaleza, progreso, democracia y derechos humanos. Lo que le interesa a Lucero Muñoz es reconstruir las propuestas educativas de dichos filósofos no sólo para mostrar su indudable influencia en la filosofía de la Ilustración francesa, sino porque ella cree que esas propuestas filosóficas pueden sugerirnos directrices óptimas para la educación del México actual como, por ejemplo, la de ser un derecho del que debe gozar todo individuo y un principio que debe guiar la política educativa (en lugar de considerar su privatización). Sin embargo, la autora no desarrolla esta sugerencia, y deja al lector intrigado por conocer su propuesta. En particular, lo que el lector echa en falta es saber cómo aplicaría dichas directrices y cómo las haría funcionales teórica y socialmente en México -por no decir en Latinoamérica-.

Los hermanos José Antonio y Carlos Iván Mateos Castro pulen el concepto de utopía en "Modernidad y utopía como razón práctica: una mirada desde el sur", el cual, según ellos, es un concepto ambiguo: positivo en algunas acepciones, completamente negativo en otras. Su objetivo es demarcar un rasgo común en las variadas acepciones de la palabra utopía y mostrar que lo utópico no es incompatible ni con la razón ni con la realidad, sino que más bien es un motor y un criterio para construir y orientar acciones para clases de individuos en América Latina, las cuales transforman benéficamente las condiciones de su existencia.

Mario Díaz Domínguez traza en "La ontología fundamental como apertura hacia un horizonte nuevo de pensar" una cartografía histórica sobre la metafísica tradicional que pasa por Aristóteles, los medievales, algunos modernos y concluye en Martin Heidegger. Su objetivo es mostrar no sólo que las diferentes metodologías con las que se ha abordado el "ser" son legítimas pues, de acuerdo con su criterio, todo muestra en alguna medida "al ser". Pese a ello, no es, en opinión de Díaz Domínguez, sino Heidegger quien aborda con propiedad dicho tema al realizar una deconstrucción de la tradición y plantear la pregunta genuina, que es por la temporalidad del ser. Díaz Domínguez sostiene con ejemplos y razones que todas las áreas filosóficas buscan, en último término, explicar "el ser", y que sólo Heidegger es quien lo hace propiamente porque plantea las preguntas relevantes que nos llevarán a un porvenir óptimo en el que la filosofía tendrá una tarea mucho más simple, pero no por ello menos ardua. No obstante, la pregunta interesante aquí, y que no formula Díaz Domínguez, es si América Latina cabe en ese porvenir óptimo. Si la respuesta fuera positiva, como los filósofos latinoamericanos anhelarían, podríamos preguntar: ¿cuál sería el papel y la función de la filosofía latinoamericana en ese tipo de metafísica? ¿De qué manera podría contribuir, si es que puede hacerlo, en las cuestiones relevantes respecto a la explicación del "ser"? El lector queda aquí, una vez más, intrigado por saber si hay un papel para la filosofía latinoamericana, y si a América Latina le sería dado en algún momento un porvenir óptimo.

René Vázquez García asegura en "La vida como principio ético-político en el Leviatán de Hobbes" que, a diferencia de lo que comúnmente se cree, a saber, que el principio normativo básico para Hobbes es la seguridad de los individuos, la vida humana individual es el verdadero principio normativo. Según Vázquez García, la razón es sencilla: la seguridad y la paz de los individuos se difuminarían si la preservación de la vida humana individual misma no se pensara como principio ético-político, un principio que fundamenta el orden político, y que le da legitimidad y lo justifica. Así, argumenta, la legitimidad del poder político depende de su capacidad de garantizar la conservación de la vida de cada uno de los integrantes de ese orden civil, lo cual, sugiere Vázquez García, se podría emplear para cuestionar el poder que rige al México de nuestros días. Como en los otros artículos, uno echa de menos en esta sugerencia el desarrollo de la propuesta. Aunque Vázquez García señala sagazmente la incapacidad del poder en México de preservar la vida de sus integrantes, un principio normativo fundamental en la filosofía de Hobbes que se defiende a capa y espada en el artículo, no sistematiza esta idea. Es ahí, en la tarea de mostrar cómo el poder de México no cumple con dicho principio y en elaborar alguna propuesta filosófica al respecto, donde, desde mi punto de vista, comienza verdaderamente el artículo.

Yossadara Franco Luna defiende en "La ciencia moderna, una negación del diálogo" un diagnóstico de Hans-Georg Gadamer, a saber, que una de las consecuencias de la objetividad que plantea la ciencia moderna -entendida como técnica o tecnología y que conduce, bajo los principios positivistas, al conocimiento definitivo- es una fractura de aquello que nos hace humanos, a saber, el diálogo -al industrializar y explotar al ser humano o al menos impulsar esos procesos-. El reto frente a esto, argumenta Franco Luna, es reestructurar el "diálogo" para retomarlo en un mundo influido por lo científico. A lo largo del artículo uno se pregunta si todos los productos de la ciencia, se entienda como técnica o tecnología, han tenido como consecuencia fracturar el diálogo entre las mujeres y los hombres. Desafortunadamente para Franco Luna, hay ejemplos claros que refutan esta idea. Piénsese, por ejemplo, en todos los documentos que Julian Assange develó respecto a la corrupción de los sistemas políticos usando los medios electrónicos; o la información que se ha brindado a la población sobre el coronavirus-19 mediante diferentes y sofisticados medios de comunicación. Es verdad que puede haber manipulación en esta información, pero eso es algo diferente. Una cosa es que ciertos sistemas políticos puedan usar los productos de la ciencia o la tecnología para eliminar o distorsionar el diálogo humano, y otra cosa es que la ciencia tenga eso como objetivo. Es decir, no es problema de la ciencia que se manipulen sus productos; es problema de los sistemas políticos y sociales que los utilizan. Por ende, aunque podría ser verdad que vale la pena pensar en reestructurar el diálogo en un mundo globalizado, ya sea en América Latina o en el mundo en general, no es verdad que esté fracturado por la ciencia. El diálogo está fracturado por ciertos regímenes sociales. Esta idea, sin embargo, se le escapa a Franco Luna.

En "Los marcadores emocionales de la modernidad y su contribución a la crítica racional", Francisco Serrano Franco explora por qué Kant vio en el entusiasmo la marca del progreso moral, y por qué no incluyó el optimismo. En particular, Serrano defiende que Kant no lo hizo porque el entusiasmo es constituyente de la agencia moral, mientras que el optimismo se refiere a las expectativas de mejora de las condiciones presentes. Su conclusión es que el proyecto filosófico de la Modernidad deja mucho espacio para el entusiasmo y mucho menos para el optimismo. Esto quiere decir, asegura Serrano Franco, que respecto de las condiciones sociales que rigen en la Modernidad, incluido nuestro presente, no se tienen razones para ser optimistas -i.e., no hay razones para tener expectativas de mejora- dada la ambición, envidia o resentimiento que dominan. Sin embargo, sí se puede ser entusiasta respecto de las capacidades personales para que cada uno confíe en su reflexión crítica para actuar racionalmente.

Por último, en "Universidad para el siglo XXI: una universidad por hacer", Noé Héctor Esquivel Estrada propone una reflexión sobre la necesidad de realizar cambios en la estructura universitaria en todo el mundo. Aunque a mi parecer el artículo es mucho más rico en preguntas que en una sistematización filosóficamente fina de su propuesta, Esquivel Estrada sugiere que la universidad ha de ser independiente de los intereses del sistema neoliberal; más bien debe ser autónoma y productora de seres humanos asociados entre sí en términos de igualdad.

Como se logra apreciar en los argumentos de estos artículos, la filosofía práctica de corte social en América Latina es el corazón y la psique del libro; corazón y psique también del cuerpo académico Modernidad y Humanismo del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, en el cual laboran los coordinadores. Razón y modernidad. Horizontes del filosofar actual es, concluyo, un libro de una erudición profunda, sugerente en ideas y en ocasiones muy divertido.

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