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Estudios demográficos y urbanos

On-line version ISSN 2448-6515Print version ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.22 n.1 Ciudad de México Jan./Apr. 2007  Epub Oct 01, 2019

https://doi.org/10.24201/edu.v22i1.1293 

Artículos

En tránsito hacia la adultez: eventos en el curso de vida de los jóvenes en México

The Transition to Adulthood: Events in the Life Course of Youth in Mexico

Carlos Javier Echarri Cánovas1 

Julieta Pérez Amador2 

1Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, El Colegio de México. Correo electrónico: cecha@colmex.mx.

2Center for Demography and Ecology, University of Wisconsin-Madison. Correo electrónico: jperez@ssc.wisc.edu.


RESUMEN

Este trabajo tiene como objetivo explorar la transición de la juventud a la edad adulta en México. Para ello, analizamos el calendario y la intensidad de los eventos característicos de esta transición: salida de la escuela, primer empleo, salida del hogar paterno, primera unión y primer hijo nacido vivo. Asimismo, buscamos las interrelaciones entre estos eventos y nos enfocamos en los factores que puedan acelerar o retardar su ocurrencia. Con base en la Encuesta Nacional de la Juventud 2000, los resultados de este trabajo revelan que la transición de la juventud a la edad adulta en México no necesariamente sigue la secuencia normativa con la cual ha sido definida. Los jóvenes mexicanos no concluyen sus estudios antes de empezar a trabajar; más bien, la primera transición que realizan es la incorporación al mercado de trabajo. Igualmente, aunque la mayoría deja la casa paterna para casarse o unirse, algunos ya casados y con hijos todavía residen con sus padres. Encontramos también importantes disparidades entre sexos y entre localidades de residencia no sólo en la edad a la ocurrencia de los eventos, sino también en el lapso que les toma a los jóvenes transitar hacia la adultez. Finalmente, mediante la aplicación de modelos de análisis de historia de eventos, encontramos que vivir en un ambiente restrictivo acelera la ocurrencia de los cinco eventos; por el contrario, la comunicación con los padres y una mejor situación económica retrasan su ocurrencia.

Palabras clave: transición a la adultez; análisis de historia de eventos; jóvenes mexicanos; diferencias socioeconómicas; dinámica del hogar

ABSTRACT

The fundamental thrust of this paper is to explore the transition from youth to adulthood in Mexico. To this end, the authors analyze the calendar and intensity of the characteristic events of this transition: leaving school, first job, leaving the parental home, first union and first live-born child. They also explore the interrelations between these events and focus on the factors that may accelerate or delay their occurrence. On the basis of the National Youth Survey 2000, the results of this article show that the transition from youth to adulthood in Mexico does not necessarily follow the normative sequence on the basis of which it has been defined. Young Mexicans do not finish their studies before starting work; instead, their first transition entails entering the job market. Likewise, although the majority leave the parental home to marry or to live with someone, some still live with their parents even though they are married and have children. There are also significant differences between the sexes and places of residence, not only as regards the age at which events occur but also in the time it takes young people to make the transition to adulthood. Finally, through the application of models for analyzing the history of events, the authors found that living in a restrictive environment accelerates the occurrence of these five events. Conversely, communication with one’s parents and a better financial situation delay their occurrence.

Key words: transition to adulthood; analysis of history of events; Mexican youth; socio-economic differences; household dynamics

Introducción

En épocas recientes, México ha experimentado cambios socioeconómicos y demográficos de gran envergadura. La fecundidad ha descendido y la esperanza de vida se ha incrementado; los niveles educativos han aumentado y se ha acrecentado la participación femenina en el mercado de trabajo. Sin embargo estas transformaciones no han ido acompañadas por cambios sustanciales en los patrones de nupcialidad, al menos en lo que concierne a la edad de la primera unión conyugal. Hasta el momento pocas investigaciones se han interesado en las consecuencias de dichas transformaciones en la vida de los adolescentes y los adultos mexicanos. Los estudios realizados en otros países, principalmente industrializados, han mostrado que la dinámica demográfica afecta notablemente la transición de la juventud a la edad adulta.

En tal contexto, este trabajo tiene como objetivo explorar la transición de la juventud a la adultez en México. Dado que el convertirse en adulto puede tener significados divergentes, entenderemos este proceso como la ocurrencia o la ausencia de eventos que desde una perspectiva sociodemográfica forman parte de la transición a la edad adulta (Corijn, 1996). Para ello analizaremos la intensidad y el calendario de los siguientes eventos: salida de la escuela, inicio de la vida laboral, salida del hogar paterno, primera unión y primer hijo nacido vivo. Asimismo nos enfocaremos en los factores que puedan acelerar o retardar su ocurrencia. Como fuente de información utilizaremos la Encuesta Nacional de la Juventud 2000 que fue levantada en todo el país por el INEGI y el Instituto Mexicano de la Juventud.

La transición a la adultez: un panorama

Durante mucho tiempo, la transición de la juventud a la edad adulta ha sido considerada como una serie de eventos independientes que ocurren en una secuencia normativa; explícitamente la salida de la escuela, el primer empleo, la salida del hogar, la primera unión y el nacimiento del primer hijo (Hogan, 1978 y 1980; Hogan y Astone, 1986; Marini, 1984; Tuirán, 1999). La ocurrencia de estos eventos representa la transición de una situación de dependencia económica y participación en la familia de origen, a otra de independencia económica y formación de una nueva familia (Marini, 1984). Sin embargo la transición de la juventud a la edad adulta, más que un conjunto de eventos que ocurren de manera ordenada a lo largo del curso de vida de los jóvenes, es un proceso en el cual cada joven elige, o se ve obligado a seguir, una trayectoria que finalmente lo convertirá en adulto (Hogan y Astone, 1986). Por ello, y dado que las connotaciones de joven y adulto son dispares en diversas sociedades, en el tiempo y en el espacio, los investigadores interesados en el tema han encontrado dificultades para definir cómo se experimenta un evento (Goldscheider et al., 1993; Baizán, 1998). Queda claro que la transición a la edad adulta no incluye los mismos componentes para todos, no sigue la misma secuencia y no ocurre conforme al mismo calendario (Corijn, 1996; Hogan y Astone, 1986).

Durante la década de los setenta, y principalmente en Estados Unidos, se elaboraron los primeros trabajos sobre el tema; aunque en un principio sólo se ocuparon de medir la intensidad y el calendario de los eventos, posteriormente se enfocaron en los aspectos individuales y familiares que pudieran acelerar o retrasar su calendario. Estos estudios revelaron en principio la existencia de grandes patrones regionales, que en la mayoría de los casos se asociaron a diferencias culturales. Por ejemplo, Yi et al. (1994) advierten que la salida del hogar paterno difiere entre los países asiáticos y los occidentales, siendo más temprana en los últimos. Sin embargo a partir de los años ochenta la edad promedio a la salida del hogar sufrió un aplazamiento en la mayoría de los países occidentales (Cherlin et al., 1997). Algunos autores han asociado este desplazamiento con la postergación del matrimonio, la mayor permanencia en el sistema educativo, y el problema del desempleo, que está asociado con la incorporación más tardía de los jóvenes al mercado laboral (Baizán, 1998; Galland, 1997; Goldscheider et al., 1993; Rossi, 1997; Young, 1975). Por ello dicho evento se torna sumamente importante para comprender los cambios en la formación de uniones, las relaciones intergeneracionales y la estructura y curso de vida familiar, además de otros factores como la participación económica (Goldscheider et al., 1993; Yi et al., 1994; Murphy y Wang, 1998).

Entre las investigaciones que se han enfocado a examinar los factores asociados a la ocurrencia y el calendario de los eventos, podemos mencionar el trabajo de Murphy y Wang (1988), quienes observaron que para los jóvenes ingleses, a mayor educación de la madre, mayor era también la edad del hijo a la salida del hogar. Asimismo encontraron que el tamaño de la familia está inversamente relacionado con la edad a la ocurrencia del evento, es decir, a mayor tamaño de familia, menor la edad a la salida del hogar. Finalmente destacaron que los hijos que sufren la ruptura matrimonial de sus padres tienden a acelerar su salida. Esto último sucede también en el caso de los jóvenes estadunidenses, pero adicionalmente, aquéllos que habitan con padrastros o madrastras dejan el hogar mucho más temprano, no sólo en comparación con los que viven en familias intactas, sino también en relación con los que residen con uno solo de sus padres como resultado de una separación o divorcio (Goldscheider y Goldscheider, 1988). Asimismo la estructura familiar ha sido relacionada con una salida prematura de la escuela, con una temprana iniciación de la vida sexual, con la precocidad de las uniones consensuales, con menor edad al nacimiento del primer hijo y a la posibilidad de que esto ocurra antes del matrimonio (Musick y Bumpass, 1999).

El nivel económico de la familia también ha sido asociado con la ocurrencia de algunos de estos eventos. Musick y Bumpass (1999) citan una serie de textos en donde básicamente se demuestra que un menor nivel económico acelera la salida de la escuela y a la vez aumenta la probabilidad de que las mujeres se conviertan en madres sin haberse casado. Adicionalmente, algunos investigadores se han abocado a examinar las características de las relaciones entre padres e hijos y su efecto en las transiciones de estos últimos hacia la adultez. Aquilino (1997) destaca que la salida del hogar paterno es un evento clave en la vida de los jóvenes y en el futuro de las relaciones con sus padres. Evidentemente esta movilidad residencial reduce la intensidad de las relaciones entre padres e hijos.

Resultados como los anteriores revelan que la transición de la juventud a la edad adulta está influida por factores económicos, culturales y demográficos, los cuales actúan en el ámbito macrosocial, en el familiar y en el individual; y también que los eventos que conforman esta transición están interrelacionados y es claro que la ocurrencia de uno puede acelerar o retrasar la ocurrencia de otro (Hogan y Astone, 1986). Por ejemplo, Marini (1984) encuentra que las mujeres que permanecen por más tiempo en el sistema educativo tienden a retrasar las transiciones familiares para después de concluir sus estudios. Asimismo advierte que una proporción importante tanto de hombres como de mujeres inicia su vida laboral, marital e incluso se convierten en padres, antes de dejar la escuela.

En nuestro país las mujeres permanecen actualmente más tiempo en el sistema educativo, y hay una tendencia general hacia el aumento de las tasas de actividad de las jóvenes (López, 1998; Quilodrán, 2004). Ambos factores podrían tener alguna influencia en el calendario y en la consecución de la independencia de residencia, del inicio de la vida conyugal y de la maternidad (Echarri, 2004). Asimismo Tuirán (1999) encuentra que los cambios en la mortalidad, fecundidad y nupcialidad que han ocurrido en los últimos años tienen marcadas consecuencias en las trayectorias de vida de los mexicanos y por ende en el curso de vida de sus familias; asegura que la transición de la adolescencia a la vida adulta ha sido particularmente sensible a dichos cambios, principalmente por el aplazamiento de la edad al matrimonio y porque al aumentar la esperanza de vida, las mujeres pueden retrasar el nacimiento de sus hijos.

En nuestro país la investigación relativa a la transición de la juventud a la edad adulta ha privilegiado al sexo femenino debido básicamente a la escasez de información sobre los varones. Tuirán (1999) observa en los datos de la Edepam 1988 cambios importantes entre las generaciones viejas y las recientes -mujeres nacidas entre 1937 y 1971- en cuanto a las edades medianas a la ocurrencia de las transiciones no familiares, pero no así en las familiares. La salida de la escuela se está retrasando y la entrada al mercado laboral muestra un rejuvenecimiento. Las edades medianas a la salida del hogar paterno también permanecen constantes, pero son particularmente las mujeres de cohortes más recientes que residen en localidades urbanas quienes presentan un comportamiento más precoz. El autor no encuentra cambios relevantes en la edad a la primera unión ni en el inicio de la maternidad.

En otro estudio que compara dos generaciones consanguíneas sucesivas, Pérez Amador (2004) observa que las hijas, en comparación con sus madres, están retrasando notablemente su salida del hogar paterno. El tiempo promedio que se esperaría que vivieran madres e hijas en el hogar de sus respectivos padres al momento del nacimiento es casi cinco años mayor para las hijas. Asimismo, la autora destaca que una tercera parte de las hijas residentes en localidades rurales está saliendo de casa más temprano que sus madres, y su salida podría estar relacionada no sólo con un matrimonio precoz, sino también con la migración laboral. Lo confirma al observar que para ambos tipos de localidad la salida del hogar está fuertemente vinculada a la primera unión; sin embargo también existen indicios de que el término de la educación formal y el primer empleo son eventos que se asocian cada vez más a este cambio de residencia; el primero en localidades urbanas y el segundo en rurales.

Tras comparar tres generaciones de mujeres mexicanas: 1946-1950, 1951-1955 y 1966-1970, Conapo (2000) encuentra que las más jóvenes están retrasando su salida de la escuela, acelerando su inserción en el mercado laboral, y postergando su salida del hogar paterno, la primera unión y el nacimiento del primer hijo. Destaca también que las mujeres residentes en localidades de tipo rural muestran patrones más tradicionales, pues incluso la generación más reciente tiende a experimentar estos eventos a edades más tempranas en comparación con su similar urbana.

Finalmente, dicho trabajo utiliza la educación de la madre como aproximación a la situación socioeconómica de la familia de origen, y busca su relación con la ocurrencia de los eventos característicos de la transición de la juventud a la edad adulta. En este estudio se observa que los jóvenes cuya madre no asistió a la escuela o no terminó la primaria abandonan sus estudios a una edad mucho más temprana que quienes tienen una madre con escolaridad de primaria completa o más. Entre los primeros también se advierte la presencia de diferencias de género, ya que las hijas abandonan la escuela más temprano que los hijos; en cambio tales diferencias no se perciben cuando las madres son más educadas. Asimismo la educación de la madre está asociada con la inserción al mercado de trabajo; son los hijos e hijas de las madres menos educadas los más propensos a iniciar su vida laboral a edades más precoces. Asociaciones similares fueron establecidas también para las transiciones familiares, entrar en unión y convertirse en padre o madre. Por ello Conapo (2000: 28) concluye:

Los hijos de madres menos educadas ingresan más tempranamente y con menor preparación al mercado de trabajo, y asumen mucho antes, sobre todo las mujeres, los roles de adulto y las obligaciones de la crianza y manutención de los hijos.

Frente a este panorama, y como mencionamos con anterioridad, el objetivo del presente trabajo es analizar los cinco eventos que conforman la transición de la juventud a la edad adulta en México. Tuirán (1999) percibe que las mujeres mexicanas no necesariamente siguen un patrón típico o normativo, pero no sólo encuentra en ellas una mayor prevalencia de cada uno de los eventos, sino también un calendario más corto y homogéneo. Nosotros contamos con la posibilidad de analizar por separado a hombres y a mujeres de las generaciones jóvenes recientes para observar qué tan diferentes son sus transiciones a la adultez. Adicionalmente nos interesa identificar cuáles son las características asociadas a la familia de los jóvenes que aceleran o retardan su transición, toda vez que la familia o unidad doméstica ha actuado como un importante mediador entre los jóvenes y las demás instituciones sociales.

Aspectos metodológicos

La fuente de datos utilizada es la Encuesta Nacional de la Juventud 2000 (enj-2000), que fue levantada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática y el Instituto Mexicano de la Juventud. Los cuestionarios se aplicaron a jóvenes de 12 a 29 años de edad, residentes en 54 500 viviendas distribuidas en las 32 entidades mexicanas. Aunque contábamos con un total de 49 341 cuestionarios individuales completos, limitamos nuestro análisis a las personas que tenían entre 15 y 29 años, 46 034 casos, ya que sólo a ellas están dirigidas las preguntas relativas a los cinco eventos que estamos considerando. El contenido temático del cuestionario individual es muy variado; incluye aspectos relativos a la familia de origen, educación, empleo, noviazgo, sexualidad, vida de pareja, procreación, tiempo libre, religión, cultura y participación social, valores y representaciones sociales, así como las características socioeconómicas de los jóvenes y sus familias.

Pese a que nuestra fuente de información es de tipo transversal, la inclusión de preguntas retrospectivas relativas a las edades en que ocurrieron los eventos nos permite analizarlos de manera longitudinal. De este modo, el instrumento nos permitió identificar las transiciones de curso de vida o marcadores de etapas, es decir, las edades al dejar la escuela, al primer trabajo, a la salida del hogar paterno, a la primera unión y al nacimiento del primer hijo. Comenzaremos con un análisis descriptivo de la intensidad y el calendario de los cinco eventos; posteriormente, y dado que al momento de la encuesta muchos de los jóvenes aún no experimentaban los eventos, refinamos nuestras estimaciones con la ayuda de la tabla de vida, herramienta que además de facilitarnos la inserción de los casos truncados, es la más adecuada para analizar eventos que ocurren a lo largo del tiempo.

Con la intención de encontrar las variables asociadas con la varianza observada en el calendario de los eventos, es decir, los factores que aceleran o retardan su ocurrencia, ajustamos a cada uno de los cinco un modelo de riesgos proporcionales de Cox. Esta técnica combina el análisis de tabla de vida con el análisis de regresión, por lo que al analizar el tiempo de ocurrencia del evento, no sólo toma en cuenta las diferencias en la exposición al riesgo de los individuos -en nuestro caso las diferentes edades al momento de la encuesta-, sino que también considera las características o variables asociadas de todas las personas expuestas al riesgo, aun cuando en el momento de la encuesta no hayan experimentado tal evento (Cox y Oakes, 1984). Nuestras variables dependientes son entonces la edad a la ocurrencia de cada uno de los cinco eventos en caso de que hayan ocurrido, y la edad al momento de la encuesta para los casos en que aún no hayan ocurrido, es decir, los casos truncados.1 Las variables independientes o explicativas serán detalladas más adelante.

El paso a la adultez en México

En esta sección comenzamos con una descripción de la ocurrencia y el calendario de transiciones para todos los jóvenes de 15 a 29 años de edad incluidos en la muestra. En el cuadro 1 se presentan las proporciones de varones y mujeres que han experimentado cada transición. La mayoría de los jóvenes mexicanos ya ha hecho dos transiciones: finalizar su instrucción escolar y entrar al mercado laboral. Alrededor de dos terceras partes de los jóvenes han completado o abandonado la educación formal, y casi ocho de cada 10 han tenido ya un primer trabajo. De hecho, esta última transición la han vivido siete mujeres y nueve varones de cada 10, y es la que más suelen experimentar los jóvenes mexicanos. La salida del hogar es la tercera transición en prevalencia: casi 40% de los jóvenes ya había abandonado el hogar paterno en el momento de la encuesta; alrededor de 35% varones y 44% mujeres. La entrada a la unión y la paternidad o maternidad son las transiciones menos experimentadas; sólo alrededor de un tercio de los jóvenes mexicanos las ha realizado. Sin embargo, la proporción de mujeres que ha vivido estas dos transiciones es más alta que la de hombres: casi 15 puntos porcentuales en el caso de la primera unión y 16 en el de la paternidad o maternidad.

CUADRO 1 Porcentaje de jóvenes mexicanos que han experimentado la ocurrencia de los eventos del curso de vida en el paso a la adultez, 2000 

Evento
Ámbitode residencia y sexo Salida de la escuela Primer empleo Salida del hogar Primera unión Primer hijo
Urbano
Varón 58.3 86.9 35.2 27.3 22.5
Mujer 61.1 75.3 41.8 41.5 38.2
Total 59.7 80.9 38.6 34.6 30.6
Rural
Varón 71.5 88.7 33.4 29.3 24.3
Mujer 74.9 62.0 46.9 45.0 41.5
Total 73.3 74.4 40.6 37.7 33.5
Total
Varón 62.8 87.5 34.6 28.0 23.1
Mujer 66.1 70.5 43.6 42.8 39.4
Total 64.5 78.7 39.3 35.7 31.6

Fuente: ENJ 2000, jóvenes entre 15 y 29 años de edad.

Los patrones de transición a la edad adulta difieren entre los dos ámbitos de residencia considerados. En las localidades urbanas la proporción de jóvenes que ya había dejado la escuela en el momento de la encuesta es 13 puntos porcentuales inferior a la de las rurales, y para el primer empleo, esta proporción es 6.5 puntos más alta. Tales diferencias se deben principalmente al hecho de que las mujeres rurales experimentan en una proporción más alta el abandono de la escuela y en una más baja el inicio de la vida laboral respecto a sus símiles urbanas.

Calendario de las transiciones

El cuadro 2 muestra la distribución por edad de los eventos del paso de la juventud a la edad adulta para los jóvenes mexicanos. La mayor proporción de salida de la escuela ocurre antes de los 15 años de edad para ambos sexos y para ambos tipos de localidad de residencia; sin embargo hay marcadas diferencias entre los jóvenes rurales y los urbanos en cuanto a la magnitud de tales proporciones. La proporción de jóvenes rurales que dejaron la escuela antes de los 15 años es casi 25 puntos porcentuales mayor que sus símiles urbanos, resultado congruente con la mayor extensión de la matrícula escolar en las localidades urbanas. Además, aparentemente las mujeres urbanas se quedan en la escuela durante más tiempo, toda vez que la proporción de éstas que sale de la escuela entre los 18 y 20 años es la más alta para este grupo de edad.

CUADRO 2 Distribución porcentual de las edades de ocurrencia de las transiciones a la adultez, por sexo y ámbito de residencia, 2000 

Ámbito de residencia
Urbano Rural Total
Edad al evento Varón Mujer Total Varón Mujer Total Varón Mujer Total
Salida de la escuela Antes de 15 22.2 27.9 25.1 44.6 53.4 49.3 29.8 37.0 33.5
15 - 17 13.8 11.3 12.5 14.9 10.1 12.4 14.2 10.9 12.5
18 - 20 13.0 13.1 13.0 7.8 7.5 7.7 11.2 11.1 11.2
21 - 23 4.3 4.5 4.4 1.7 1.8 1.7 3.4 3.5 3.5
24 + 3.3 2.2 2.8 0.7 0.6 0.6 2.5 1.6 2.0
Aún en la escuela 43.4 41.1 42.2 30.2 26.6 28.3 38.9 35.9 37.3
Primer empleo Antes de 15 47.1 27.4 37.0 61.0 33.5 46.3 51.8 29.6 40.3
15 - 17 20.7 21.7 21.2 16.0 13.4 14.6 19.1 18.7 18.9
18 - 20 15.1 19.0 17.1 9.2 11.1 10.2 13.1 16.2 14.7
21 - 23 3.0 5.0 4.0 2.0 2.5 2.3 2.7 4.1 3.4
24 + 1.0 2.0 1.5 0.4 1.3 0.9 0.8 1.8 1.3
Nunca ha trabajado 13.2 24.9 19.2 11.4 38.3 25.7 12.5 29.7 21.5
Salida del hogar Antes de 15 8.3 9.8 9.1 8.4 15.2 12.0 8.3 11.7 10.1
15 - 17 7.0 9.8 8.5 6.8 12.3 9.7 7.0 10.7 8.9
18 - 20 10.9 14.1 12.6 11.7 13.2 12.5 11.2 13.8 12.5
21 - 23 5.1 5.5 5.3 4.0 4.2 4.1 4.7 5.0 4.9
24 + 2.8 2.2 2.5 2.2 1.6 1.8 2.6 2.0 2.3
Aún no ha salido 65.8 58.6 62.1 67.0 53.5 59.8 66.2 56.8 61.3
Primera unión Antes de 15 0.5 4.3 2.5 0.7 6.8 3.9 0.6 5.2 3.0
15 - 17 3.8 9.9 6.9 3.3 12.8 8.4 3.6 11.0 7.4
18 - 20 9.7 15.9 12.9 13.6 16.6 15.2 11.0 16.2 13.7
21 - 23 8.1 7.5 7.8 7.9 5.9 6.8 8.0 6.9 7.5
24 + 5.0 3.5 4.3 3.6 2.7 3.1 4.5 3.2 3.8
Nunca en unión 72.9 58.7 65.6 70.9 55.2 62.5 72.2 57.5 64.6
Primer hijo Antes de 15 0.2 1.7 1.0 0.4 2.7 1.6 0.3 2.1 1.2
15 - 17 2.2 7.5 4.9 1.3 8.8 5.3 1.9 8.0 5.1
18 - 20 7.1 15.8 11.6 9.2 17.5 13.6 7.8 16.4 12.3
21 - 23 7.9 8.3 8.1 8.7 8.9 8.8 8.2 8.6 8.4
24 + 5.1 4.8 5.0 4.6 3.6 4.0 4.9 4.4 24 +
Sin hijos 77.5 61.8 69.5 75.8 58.5 66.6 76.9 60.6 68.5

Fuente: ENJ 2000, jóvenes entre 15 y 29 años de edad.

El inicio de la vida laboral es la transición más temprana en términos de la edad a la ocurrencia: alrededor de uno de cada dos varones y una de cada tres mujeres comenzaron a trabajar antes de los 15 años. Siguiendo los patrones del mercado laboral mexicano, los hombres comienzan a trabajar antes que las mujeres, toda vez que la proporción de varones que comienzan a trabajar antes de los 15 años es 22 puntos porcentuales más alta que la de las mujeres. Además, en las localidades rurales los porcentajes de varones y mujeres que iniciaron su vida laboral antes de los 15 años es más alta que la de sus símiles en localidades urbanas, 14 puntos porcentuales en el caso de las mujeres y 6 en el de los hombres.

La salida del hogar paterno es un evento que ocurre más a menudo entre los 18 y 20 años, tanto para el total de los jóvenes como para ambos sexos. Sin embargo las mujeres rurales hacen esta transición antes: 15.2% de ellas había abandonado el hogar antes de alcanzar los 15 años, porcentaje que supera en 5.5 puntos porcentuales al de sus similares urbanas. Este hallazgo corresponde al modelo tradicional de nupcialidad temprana en estas localidades y por lo tanto, al traslape del proceso de salida del hogar con la primera unión, como se verá más adelante.

Congruente con lo anterior, alrededor de 14% de los jóvenes mexicanos inicia su vida marital entre los 18 y los 20 años de edad. Está claro que las mujeres entran en unión a una edad más temprana que los hombres; si bien los porcentajes para ambos son los más altos en este grupo de edad, difieren en 5.2 puntos porcentuales uno del otro. Lo anterior se traduce en una mayor proporción de varones que entran en unión entre los 21 y los 23 años, en comparación con las mujeres, y una proporción mayor de mujeres que se une entre los 15 y los 17 años, en comparación con los hombres. Este patrón ocurre en localidades urbanas y rurales. La entrada a la paternidad o maternidad también ocurre en una proporción considerable entre los 18 y los 20 años de edad. Únicamente los varones urbanos realizan esta transición más a menudo entre los 21 y los 23 años, mostrando un aplazamiento en la paternidad no sólo respecto a las mujeres, sino a los hombres rurales.

Estimación no paramétrica del calendario de la transición a la vida adulta

En esta sección estimamos, mediante la tabla de vida, las proporciones acumuladas de la ocurrencia de cada evento en la transición a la edad adulta; las curvas se presentan en las gráficas 1A a 1D. Dada la naturaleza de nuestra fuente de información, el análisis de supervivencia nos permite incluir los casos truncados, mismos que en nuestra muestra representan, para algunos eventos, casi la mitad de las observaciones. Para facilitar el lenguaje al primer cuartil (Q1) o la edad en que 25% de los jóvenes ha realizado la transición en cuestión, lo nombraremos anticipados; al tercer cuartil (Q3) o edad en que 75% de los jóvenes ha experimentado el evento, le llamaremos rezagados.

GRÁFICA 1A Estimaciones de tabla de vida de las proporciones acumuladas de varones jóvenes rurales que han experimentado las transiciones a la vida adulta 

GRÁFICA 1B Estimaciones de tabla de vida de las proporciones acumuladas de mujeres jóvenes rurales que han experimentado las transiciones a la vida adulta 

GRÁFICA 1C Estimaciones de tabla de vida de las proporciones acumuladas de varones jóvenes urbanos que han experimentado las transiciones a la vida adulta 

GRÁFICA 1D Estimaciones de tabla de vida de las proporciones acumuladas de mujeres jóvenes urbanas que han experimentado las transiciones a la vida adulta 

GRÁFICA 2 Efectos de algunas variables en el calendario de las transiciones a la vida adulta de los varones 

GRÁFICA 3 Efectos de algunas variables en el calendario de las transiciones a la vida adulta de las mujeres 

Salida de la escuela

Los jóvenes mexicanos de ambos sexos abandonan la educación formal, según las edades medianas, con una diferencia de tres años dependiendo del contexto de residencia rural o urbano, lo cual corresponde a una estancia más prolongada en la escuela en las localidades urbanas. Las diferencias de calendario entre sexos suelen ser pequeñas. Basados en el valor de Q1 observamos que los varones rurales anticipados son casi dos años más jóvenes que sus similares urbanos, patrón que se presenta también entre las mujeres anticipadas. Los valores de Q3 también muestran disparidades en términos de ámbito de residencia, ya que las diferencias entre los rezagados rurales y los urbanos son de alrededor de cuatro años tanto entre los varones como entre las mujeres, mostrando que los rezagados urbanos realizan esta transición más tarde que sus símiles rurales. Como consecuencia de tal disparidad, el rango intercuartil (Q3-Q1) es considerablemente más alto en las localidades urbanas, donde se aproxima a ocho años, mientras es sólo de seis en las rurales, y con una pequeña diferencia entre sexos. Esto significa que los jóvenes urbanos no sólo experimentaron la transición de salida de la escuela más tarde, sino también en momentos más variados de la etapa escolar.

Primer empleo

La incorporación al mercado laboral es generalmente la primera transición de los jóvenes en México, como pudimos notar. Según las edades medianas, varones y mujeres inician su vida laboral con una diferencia de un año y medio en el contexto urbano y con casi dos y medio en el rural, mostrando, como era de esperarse, un patrón de mano de obra masculina más joven. Los varones rurales experimentan esta transición un año antes que los urbanos, mientras entre las mujeres no hay disparidades importantes según el tipo de localidad de residencia.

Los anticipados en esta transición (Q1) no sólo se diferencian en términos de sexo, sino también de tipo de lugar de residencia: los varones comienzan a trabajar alrededor de dos años antes que las jóvenes tanto en los contextos rurales como en los urbanos. En contraste con la leve diferencia entre las anticipadas rurales y urbanas, los varones anticipados inician su vida laboral un año antes que los urbanos. Las rezagadas laborales (Q3) se insertan en el mercado más tarde que los varones: dos años en las localidades urbanas y siete en las rurales. En el caso de los varones rezagados las diferencias entre localidades de residencia son sólo de un año, mientras que las mujeres rurales rezagadas comienzan casi cuatro años más tarde que sus similares urbanas. Por consiguiente, el rango intercuartil más amplio es el de las mujeres rurales, que superan en alrededor de cinco años no sólo al de las urbanas, sino también al los varones de los dos ámbitos de residencia. En resumen, se observa que los varones entran al mercado de trabajo antes que las mujeres; sin embargo a los jóvenes urbanos de ambos sexos y a los varones rurales, esta transición les toma el mismo tiempo, alrededor de cuatro años. Por su parte, las mujeres rurales comienzan en la misma edad que sus símiles urbanas, pero les toma mayor tiempo completar la transición.

Salida del hogar

La transición de salida del hogar paterno ocurre en los jóvenes mexicanos con disparidades importantes según el sexo y el tamaño del lugar de residencia y, dado su traslape con la unión conyugal, sigue el patrón mexicano de nupcialidad. Por esta razón, las mujeres se marchan de casa antes que los hombres, y ambos lo hacen también antes que sus contrapartes rurales. Las edades medianas muestran esto claramente, toda vez que en las localidades urbanas las mujeres dejan el hogar paterno dos años antes que los varones, y en el ámbito rural esta disparidad crece a tres años y medio. Si bien no hay marcadas diferencias entre los varones rurales y los urbanos en las edades medianas al salir del hogar, las mujeres urbanas salen casi dos años más tarde que las rurales. Las anticipadas más jóvenes en la salida del hogar son las mujeres rurales; comienzan esta transición casi un año antes que sus similares urbanas y un año y medio antes que los varones de sus mismas localidades. Estas disparidades entre sexos también ocurren en el contexto urbano, donde las mujeres anticipadas se marchan de casa un año antes. No puede calcularse el rango intercuartil para esta transición, ya que sólo alrededor de 40% de los jóvenes mexicanos la había experimentado en el momento de la encuesta.

Primera unión

En general, las mujeres suelen establecer una unión conyugal a edades más tempranas que los hombres. La edad mediana es casi tres años menor para las mujeres tanto en los contextos rurales como en los urbanos. Siguiendo el patrón rural de nupcialidad temprana, los varones y las mujeres experimentan esta transición familiar alrededor de un año antes que los urbanos. La entrada en unión conyugal de los hombres anticipados ocurre alrededor de dos años más tarde en comparación con las mujeres anticipadas, cualquiera que sea el tamaño del lugar de residencia. Aunque para las anticipadas no se advierten disparidades notables entre los contextos urbano y rural, los varones anticipados urbanos comienzan esta transición casi dos años y medio más tarde que sus similares rurales. Entre las mujeres rezagadas rurales y urbanas se observa una diferencia de casi un año y medio en la edad en que inician la vida conyugal; por consiguiente, el rango intercuartil varía entre ellas también un año. De este modo, en las localidades rurales la entrada en unión conyugal ocurre antes y toma menos tiempo que en las urbanas. Por la misma razón que en el proceso de salida del hogar no tenemos valores de Q3 para los varones.

Entrada en la paternidad o la maternidad

El último evento considerado en la transición a la edad adulta, el nacimiento del primer hijo, ocurre más tarde que los otros eventos, pero es experimentado con un calendario diferente por sexo y lugar de residencia. La edad de las mujeres al iniciar la maternidad es de aproximadamente tres a tres años y medio menos que la de los varones en contextos rurales y urbanos, respectivamente. De acuerdo con una edad a la maternidad más temprana en el México rural, las disparidades según el ámbito de residencia son de un año entre las mujeres y de un año y medio entre los varones. Los jóvenes anticipados (Q1) se hicieron padres con sólo una leve diferencia, de menos de un año, entre los contextos urbanos y los rurales, tanto para los varones como para las mujeres. Sin embargo el sexo introduce una disparidad importante: las mujeres anticipadas tienen su primer hijo alrededor de dos y medio años antes que los varones anticipados, cualquiera que sea el tamaño del lugar de residencia. Dado que las mujeres urbanas rezagadas (Q3) experimentaron esta transición casi dos años y medio más tarde que sus similares rurales, el rango intercuartil es casi dos años más largo para las urbanas, cuya entrada a la maternidad es retrasada ligeramente, pero toma más tiempo en comparación con sus similares rurales.

Finalmente es importante advertir que este análisis deforma la imagen de que los jóvenes comienzan su transición hacia la adultez con la salida de la escuela, toda vez que la primera transición que experimenta la mayor parte de ellos es el inicio del empleo. Además, como muestran claramente las gráficas 1A a 1D, hay un traslape entre transiciones, sobre todo en las relacionadas con la familia, al tiempo que la secuencia tradicional de eventos no es la norma.

La primera transición

De los resultados de la sección anterior, enfocamos nuestro interés en la primera transición que suelen realizar los jóvenes. El cuadro 3 muestra la distribución de los jóvenes atendiendo al primer evento experimentado en la transición a la edad adulta. Casi 12% de los entrevistados no fue incluido en esta parte del análisis, ya que al momento de la encuesta no habían experimentado ninguna de las cinco transiciones consideradas. Generalmente los jóvenes en México -varones y mujeres- tienen como primera transición la entrada al mercado laboral, siete de cada diez en el caso de los varones y casi la mitad de las mujeres.

CUADRO 3 Distribución de los jóvenes mexicanos según la primera transición a la vida adulta, por sexo y ámbito de residencia 

Primera transición a la adultez
Ámbito y sexo Salidade la escuela Primer empleo Salida del hogar Primera unión Primer hijo
Urbano
Varón 17.5 75.2 6.8 0.3 0.1
Mujer 30.0 57.2 10.6 1.7 0.5
Total 23.8 66.2 8.7 1.0 0.3
Rural
Varón 29.5 65.2 4.9 0.4 0.1
Mujer 52.4 34.4 11.4 1.3 0.5
Total 41.5 49.0 8.3 0.8 0.3
Total
Varón 21.7 71.7 6.2 0.3 0.1
Mujer 38.3 48.8 10.9 1.6 0.5
Total 30.2 60.0 8.6 1.0 0.3

Fuente: ENJ 2000, jóvenes entre 15 y 29 años de edad.

En las localidades urbanas este patrón es similar; de hecho, las proporciones de jóvenes varones y mujeres urbanos que comienzan su transición a la edad adulta entrando a la fuerza de trabajo son considerablemente más altas que las de los rurales: 10 puntos porcentuales en el caso de los varones y casi 23 en las mujeres. En particular las mujeres rurales no experimentan esta transición como la primera; en cambio alrededor de la mitad comienzan con la salida de la escuela. Esta última es adoptada como un primer paso en la transición a la edad adulta de una cantidad considerable de jóvenes, principalmente en las localidades rurales, donde posiblemente ellos tendrán que dejar la escuela para conseguir trabajo.

La transición de salida del hogar no suele escogerse como el principio. Menos de 10% de los jóvenes mexicanos se marcha del hogar paterno antes de efectuar alguna otra transición; sin embargo hay diferencias importantes entre sexos, dado que esta proporción es más alta para las mujeres rurales o urbanas que para los varones. Finalmente, la entrada en unión y en la paternidad o maternidad son los acontecimientos menos escogidos para comenzar la transición a la edad adulta.

Factores asociados al calendario de las transiciones a la adultez

En este apartado buscamos posibles factores asociados al calendario de los eventos, tales como los atributos socioeconómicos, los del funcionamiento del hogar, del apoyo paterno y de la ejecución de la autoridad en el hogar paterno. Para medir los efectos de esas características hemos calculado los cuatro índices que a continuación se detallan, cada uno de los cuales fluctúa entre 0 y 1. En todos los casos las preguntas se referían al hogar paterno; esto es, éstas aludían al periodo previo a la salida incluso si la persona ya no vivía con sus padres. Cabe mencionar que en este tipo de datos se corre el riesgo de que los jóvenes entrevistados hayan hecho una resignificación de las experiencias pasadas, y más cuando ya no viven con los padres. Además, como las preguntas no están referidas a algún momento específico, el investigador tiene que asumir que las relaciones fueron constantes en los periodos estudiados.

El primer índice, etiquetado como decisiones compartidas, mide el grado en que el proceso de toma de decisiones era compartido entre los padres o los miembros de familia, en oposición al esquema en que toma las decisiones una sola persona. Esto indicaría la diferencia entre un contexto de hogar democrático, en el que los miembros de la familia contribuyen con sus opiniones, contra uno más rígido, donde una persona, generalmente el padre, toma la mayor parte de las decisiones. Las preguntas sobre la toma de decisiones abarcaron los aspectos siguientes: gastos en la casa, compra de alimentos, compra de muebles, dónde vivir o cuándo mudarse, salidas de la casa, educación de los niños, disciplina en la familia, permisos para llegar tarde a casa, qué hacer en caso de enfermedad, salir con amigos y fumar o beber alcohol.

El segundo, actividades compartidas, se relaciona con las ocupaciones que se comparten en la familia, y también mide el grado en el que eran compartidas en la pareja paterna o en la familia. Un valor alto para este índice significaría que los jóvenes tienen que participar en varias actividades, no necesariamente en forma voluntaria, y que ellos no son completamente libres de decidir qué hacer en sus ratos de ocio. Las actividades incluidas eran: tareas domésticas, llevar dinero a la casa, reparación de la vivienda, asistencia a reuniones comunitarias y escolares, actividades relacionadas con el funcionamiento de servicios públicos, cuidado de los más jóvenes y los mayores y llevar a los enfermos al médico o al hospital.

El tercero, el contexto prohibitivo, es una aproximación para medir un ambiente restrictivo, y toma en cuenta si algunas actividades estaban prohibidas o, al contrario, los jóvenes podían decidir por sí solos el hacerlas. Este índice mediría la libertad de los jóvenes y también podría indicar la presencia de conflictos en la familia paterna cuando los padres prohíben actividades que los jóvenes quieren realizar, o si prohíben algunas de modo selectivo, por ejemplo sólo a las hijas. Estas actividades eran: tener novio o novia, fumar, salir con amigos (a pasear o al cine), beber alcohol, vestirse a su gusto, llegar tarde a casa, usar tatuajes o aretes en diferentes partes del cuerpo.

El cuarto, la comunicación, mide si hay comunicación entre la persona joven y sus padres. Los artículos incluidos son: si los problemas o conflictos se solucionaban hablando, si los padres dialogaban con la persona joven cuando hacía algo que no les gustaba, si le ofrecían palabras alentadoras a la persona joven cuando hacía algo bueno, si él o ella solía conversar con sus padres cuando tenía un problema, y si la persona joven solía charlar con sus padres respecto a sus estudios, política, religión, trabajo, sexo y sentimientos.

Además se utilizó una variable que da cuenta de la estratificación socioeconómica de la población. Ésta se construyó con fundamento en tres dimensiones: 1) La posesión de bienes en el hogar, la cual es utilizada como un proxy de las características de la vivienda y nos acerca a las condiciones materiales de vida. Los activos considerados son: radiograbadora, cd, tv, televisión por cable, consola de videojuegos, teléfono, computadora, acceso a internet y automóvil. 2) La escolaridad relativa promedio de los miembros del hogar. Se calculó el número de años de escolaridad para cada persona mayor de seis años respecto al estándar nacional según su edad y sexo, y se obtuvo el promedio en cada hogar. Esta medida nos acerca al concepto de capacidades y nos ofrece una idea tanto de las potencialidades como de la inversión que esa familia ha hecho en la educación de todos sus miembros; 3) La actividad mejor remunerada del hogar. Las combinaciones de estas tres dimensiones nos llevan a cuatro estratos: muy bajo, bajo, medio y alto.

En la literatura sobre la transición a la edad adulta, una sólida base económica, así como una buena comunicación paternal parecen ser requisitos previos para la salida del hogar paterno, y para la entrada en la unión y en la paternidad o maternidad. Podríamos esperar que una mejor posición socioeconómica retrase la salida de la escuela y la entrada en la fuerza de trabajo, pero también haga más fácil para los jóvenes experimentar las transiciones relacionadas con la familia: salida del hogar paterno, entrada en una unión conyugal, y paternidad o maternidad. En cuanto al segundo índice, consideramos que un hogar en donde el proceso de toma de decisiones es democrático sería más propenso a conservar a sus miembros más jóvenes, ya que se sentirían más “en casa” si participaran en la toma de decisiones. Por otra parte, si sus opiniones son consideradas, y tienen el derecho de expresarlas, esto podría facilitar las transiciones relacionadas con la familia y el final de la escolarización. Al contrario, desde una perspectiva individualista, el vivir en un hogar donde las actividades son compartidas, podría representar un incentivo para la independencia residencial. Lo mismo sucede para un contexto restrictivo, el cual podría acelerar la ocurrencia de la salida del hogar paterno, la entrada en unión y el nacimiento del primer hijo. En múltiples estudios antropológicos a menudo se citan los conflictos en el hogar paterno como una razón de la salida y también como una explicación de la fecundidad adolescente.

Los efectos de la comunicación paterna parecen estar relacionados con el apoyo paterno y el respeto a las decisiones de los jóvenes. A pesar de que el tema no ha sido abordado en la literatura internacional, consideramos que una buena comunicación paterna inhibiría la salida temprana de la escuela y de la casa, así como que la entrada en unión fuera la primera transición que ocurriera, aun antes que el primer trabajo.

Para tomar en cuenta el contexto medido por los cinco índices, ajustamos modelos de supervivencia de riesgos proporcionales (regresiones de Cox) a las probabilidades de experimentar cada una de las cinco transiciones a la edad adulta. Las variables incluidas son el sexo (comparando varones con mujeres como categoría de referencia), el tamaño de la localidad de residencia (comparando áreas rurales con urbanas como categoría de referencia), el índice de decisiones compartidas, el índice de actividades compartidas, el índice de contexto prohibitivo, el índice de comunicación paterna y el estrato socioeconómico.

Los cuadros 4 y 5, para varones y mujeres respectivamente, muestran en el panel superior las medidas de ajuste de los cinco modelos, y en el inferior el efecto de cada variable sobre el calendario de ocurrencia de las transiciones, al lado de su significancia estadística. Los cinco modelos fueron estadísticamente significativos.

CUADRO 4 Efectos de algunas variables en el calendario de las transiciones a la vida adulta de los varones 

Varones Primer empleo Salida del hogar Salida de la escuela Primera unión Primer hijo
-2 log de la verosimilitud 305974.398 97261.197 202381.362 78536.902 64102.557
χ2 784.023 237.368 2205.324 743.967 634.674
Gl 8 8 8 8 8
Sig. 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000
Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B)
Rural (vs. urbano) 0.0000 1.1473 0.0169 0.9277 0.0000 1.2409 0.0548 0.9375 0.1190 0.9439
Decisiones compartidas 0.0000 0.8292 0.8292 0.1682 0.9399 0.0000 1.2112 1.2112 0.0000 1.2203 1.2203 0.0054 1.1597 1.1597
Actividades compartidas 0.0007 0.8686 0.8126 1.0176 0.0000 1.2592 0.0096 0.8071 0.0494 0.8362
Contexto prohibitivo 0.9511 0.9977 0.0000 1.6599 0.0000 5.6731 0.0000 2.9856 0.0000 2.7557
Comunicación 0.0000 0.7910 0.0000 0.5148 0.0000 0.7350 0.0000 0.5282 0.0000 0.4541
Estrato (vs. muy bajo) 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000
Bajo 0.9899 0.9997 0.8679 0.9931 0.0000 0.8227 0.8477 0.9916 0.1332 0.9310
Medio 0.0000 0.8619 0.0000 0.8201 0.0000 0.8395 0.0000 0.7546 0.0000 0.7233
Alto 0.0000 0.6627 0.0000 0.7162 0.0000 0.8679 0.0000 0.3899 0.0000 0.3623

Fuente: ENJ 2000, varones entre 15 y 29 años de edad.

CUADRO 5 Efectos de algunas variables en el calendario de las transiciones a la vida adulta de las mujeres 

Primer empleo Salida del hogar Salida de la escuela Primera unión Primer hijo
-2 log de la verosimilitud 303970.53 163907.034 220848.807 157347.461 141782.115
χ2 503.183 1015.922 795.545 2294.493 2059.422
gl 8 8 8 8 8
Sig. 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000
Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B) Sig. Exp (B)
Rural 0.0000 0.8858 0.8755 1.0037 0.0000 1.1746 0.0000 0.9 0.0000 0.9028
Decisiones compartidas 0.0000 0.8110 0.0238 0.9248 0.0000 1.3019 0.1790 0.9542 0.2927 0.9622
Actividades compartidas 0.0010 0.8663 0.5637 0.9653 0.0000 1.3839 0.0007 0.8069 0.0000 0.7220
Contexto prohibitivo 0.0963 0.9489 0.0000 1.6674 0.0000 2.1646 0.0000 2.3290 0.0000 1.9018
Comunicación 0.4826 0.9683 0.0000 0.3197 0.0076 1.1487 0.0000 0.2560 0.0000 0.2343
Estrato: 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000 0.0000
Bajo 0.0000 1.4096 0.0813 0.9483 0.0000 0.8284 0.0000 0.8854 0.0002 0.8916
Medio 0.0000 1.2547 0.0000 0.7965 0.0029 0.9234 0.0000 0.6574 0.0000 0.6642
Alto 0.6228 0.9852 0.0000 0.6710 0.0000 0.8701 0.0000 0.3774 0.0000 0.3534

Fuente: ENJ 2000, Mujeres entre 15 y 29 años de edad.

Salida de la escuela

Para la salida de la escuela, todas las variables introducidas resultaron estadísticamente significativas, tanto entre los hombres como entre las mujeres. La dirección en la asociación de estas variables coincide en ambos sexos, con la única excepción del índice de comunicación. El vivir en un contexto rural en lugar de urbano apremia la ocurrencia de la salida de la escuela. Sin embargo tal aceleración no parece estar relacionada con una carencia de escuelas, ya que sólo uno de cada cincuenta citó la ausencia o la distancia de la escuela como motivo para dejarla (datos no mostrados).

Los índices de decisiones y actividades compartidas están relacionados positivamente con el riesgo relativo de salir de la escuela a cada edad. El mismo efecto produce el vivir en un contexto prohibitivo, sólo que en este caso los riesgos de dejar la escuela a menor edad son mayores. Como se mencionó, el mantener una buena comunicación con los padres tiene diferente asociación con la salida de la escuela según el sexo del joven: el efecto es negativo para los hombres y positivo para las mujeres, lo cual estaría mostrando un impacto de la estructura y funcionamiento de los hogares en la inversión en capital humano, y fuertes diferencias en la forma en que se trata a varones y mujeres. Como era de esperarse, a mayor nivel socioeconómico corresponde mayor permanencia en el sistema educativo.

Primer empleo

La principal razón para la entrada en la fuerza de trabajo viene dada por el estrato socioeconómico: el pertenecer al estrato medio, en vez del muy bajo, reduce la velocidad de entrada a la fuerza de trabajo; sin embargo, para los varones pesa más y en el mismo sentido el estar en el estrato bajo. En el caso de las mujeres, el índice de comunicación tiene una relación negativa y fuerte con esta transición, lo que implica que el hecho de mantener una buena comunicación con los padres retrasa el que las jóvenes comiencen a trabajar. Si bien el contexto prohibitivo no resultó significativo, encontramos que para ambos sexos en los hogares donde hay decisiones compartidas, así como actividades compartidas, el inicio del empleo se da más tarde. También el trabajo juvenil de los varones se inicia antes en las zonas rurales, mientras que para las mujeres urbanas el vivir en esos contextos retrasa la incorporación a la fuerza de trabajo.

Salida del hogar paterno

La salida del hogar paterno está fuerte y positivamente asociada con un contexto prohibitivo: un ambiente conflictivo aumenta en dos terceras partes la velocidad con la que alcanzan independencia residencial tanto los varones como las mujeres. Entre ellas encontramos que una buena comunicación paterna reduce 70% el riesgo relativo de la salida del hogar, y 50% en los varones. Para ellos esta transición es más rápida en las áreas urbanas. A pesar de lo que esperábamos, el hecho de vivir en un hogar más democrático -al menos en cuanto a de la toma de decisiones- sólo aplaza ligeramente la salida del hogar en las mujeres, y la variable “actividades compartidas” no resultó significativa. Hay una relación negativa entre la situación socioeconómica y el calendario de la salida, pero sólo para los estratos medio y alto, en el que la velocidad se reduce en alrededor de 30 por ciento.

Primera unión

De acuerdo con los patrones de nupcialidad en México, el vivir en una localidad rural se relaciona con un calendario más precoz en la formación de uniones conyugales. Por otro lado, el contexto prohibitivo es con mucho el factor de explicación principal de la entrada temprana en una unión conyugal. El vivir en un hogar restrictivo casi triplica en el caso de los varones y aumenta 2.3 veces en las mujeres, la velocidad con que ocurre esta transición. Esto es consistente con muchos estudios que explican la edad temprana al matrimonio en México diciendo que muchos jóvenes ven las uniones conyugales como un modo de escaparse del contexto opresivo que sufren en casa de sus padres.

En oposición a la literatura sobre esta transición, encontramos una relación inversa entre la situación socioeconómica y la entrada en la unión: mientras en los países industrializados se ha asociado el retraso del matrimonio al desempleo y por consiguiente a la escasez de recursos económicos entre los jóvenes, en México ocurre lo contrario: los jóvenes que viven en una situación holgada atrasan el inicio de su vida conyugal. Se encontró un patrón similar respecto al índice de comunicación: una buena comunicación con los padres aumenta la edad de la entrada en unión.

Entrada en la paternidad

El primer nacimiento sigue de cerca la entrada en unión, tanto en la temporalidad como en los factores que explican su calendario: un contexto prohibitivo duplica la velocidad con que las mujeres tienen su primer hijo y multiplica por 2.75 la velocidad con que esto ocurre en los varones, mientras una buena comunicación paterna la reduce a la mitad, y a un cuarto entre las mujeres. Las jóvenes que residen en las áreas urbanas tienen su primer parto con un calendario ligeramente más tardío que las que viven en las áreas rurales. Por lo que toca a la estratificación socioeconómica, hay una fuerte relación negativa con la entrada en paternidad o maternidad, lo que refleja la relación de la pobreza con el inicio temprano de la fecundidad. Si se contrastan los polos de la estratificación social, los jóvenes que pertenecen al estrato más alto tienen un riesgo relativo alrededor de 70% menor de iniciar la paternidad o maternidad a cada edad. Cabe mencionar que resulta difícil analizar estas dos transiciones separadamente, pues con frecuencia un embarazo es la razón principal del principio de una unión, como hemos visto antes con la coincidencia de los eventos.

Conclusiones

En nuestra muestra, el inicio de la vida laboral parece ser la transición de curso de vida más importante en términos de prevalencia, seguida por la salida de la escuela. En México, la entrada en el primer trabajo no parece constituir un sendero hacia la edad adulta ni una opción para la mayoría de los jóvenes. Los contextos económicos adversos y las crisis recurrentes han obligado a los hogares a introducir cada vez más miembros en el mercado de trabajo, incluyendo a los más jóvenes. La salida del hogar paterno está muy asociada con la primera unión tanto en las áreas rurales como en las urbanas, y para varones y mujeres. Entre las mujeres urbanas, la entrada en la maternidad está relacionada con la salida del hogar paterno. Sin embargo, la salida del hogar coincidente con el primer empleo es más común en las áreas rurales que en las urbanas, y es mucho más importante para las mujeres rurales. Para los varones urbanos, la coincidencia de la salida de la escuela y del hogar es más notable.

En cuanto al calendario de las transiciones, la comunicación paterna se asocia con una salida temprana del hogar y de la escuela, con la primera unión y con el primer hijo, así como con el retraso de la edad al inicio del trabajo en el caso de los varones, mostrando posiblemente los efectos del apoyo paterno y el respeto por las decisiones de los jóvenes. El contexto restrictivo, así como las decisiones y las actividades compartidas tienen efectos mezclados, lo mismo que la situación socioeconómica.

Otro elemento importante se refiere a la elección, que implícitamente considera la literatura como un aspecto dado de la transición; parece que la juventud mexicana tiene poco control de su vida y que en la ocurrencia y el calendario de las transiciones los elementos familiares y sociales desempeñan un papel determinante. Específicamente, la entrada en la fuerza de trabajo no parece ser una opción personal, sino más bien una respuesta del hogar a las restricciones económicas y la carencia de oportunidades para la gente joven, como bien ha sido documentado (García y Pacheco, 2000). Otro aspecto importante es el control social y familiar de la sexualidad de las jóvenes (Szasz, 2001), que estaría llevando a la unión conyugal a las personas jóvenes que quieren ejercer su sexualidad sin la reprobación social.

Los resultados obtenidos nos llevan a sugerir la conveniencia de realizar más investigación sobre los componentes y los factores asociados a la transición a la edad adulta, especialmente en términos teóricos, pues los marcos conceptuales desarrollados para las sociedades industrializadas no se adaptan cabalmente a la realidad de los países en vías de desarrollo. Se debe dar más importancia a las variables contextuales, especialmente a la existencia de conflictos resultantes de la generación y el sexo. En particular consideramos que la sexualidad es un aspecto muy importante de la transición a la edad adulta; dado que la revolución sexual no parece haber ocurrido en México, el inicio de la actividad sexual muy probablemente será seguido por las transiciones relacionadas con la familia, especialmente para las mujeres, y esta rápida secuencia de eventos, donde la autonomía personal y la opción no desempeñarían un papel decisivo, sería determinada principalmente por las restricciones familiares y sociales.

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1En este análisis estamos considerando la edad en años cumplidos como una variable continua, lo que nos permite hacer uso del modelo de riesgos proporcionales de Cox. Sin embargo, otra de las herramientas disponibles es el método de tiempos discretos propuesto por Alisson (1984); ambas técnicas proveen resultados similares cuando las unidades de tiempo son pequeñas y su eleccción depende más que nada del “costo” computacional que ambas implican, siempre y cuando los supuestos de un modelo u otro no sean violados de manera considerable.

Recibido: 04 de Noviembre de 2004; Aprobado: 07 de Abril de 2006

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