INTRODUCCCIÓN
Globalización y crecimiento económico
En la literatura que examina los impactos de los procesos de globalización sobre las economías nacionales, encontramos por un lado múltiples trabajos de investigación que enfatizan los beneficios de la globalización, particularmente asociados con el crecimiento económico que conlleva. Por otro lado, existen numerosos diagnósticos que subrayan sus impactos negativos sobre algunas regiones y grupos sociales.
Se habla de la productividad de los recursos y beneficios en el bienestar y en el crecimiento económico (Wolf 2005, Dreher 2006, Wacziarg y Welch 2008, Grossman y Helpman 2015, Irwin 2015), así como en el desarrollo humano (Tsai 2007). Incluso hay quienes argumentan que la globalización contribuye a la reducción de la pobreza (Bergh y Nilson 2001). Por otro lado, si la economía crece gracias al comercio, ningún modelo de comercio internacional asume que la repartición del crecimiento resulte necesariamente equitativa. Desde la más pura teoría de comercio de Heckscher-Ohlin (1991), se habla de ventajas comparativas, lo que implica que existen sectores que se benefician más que otros. Se ha documentado cómo la globalización incide negativamente en la mano de obra no calificada (Dix-Carneiro 2014). Temkin y Veizaga (2010) muestran cómo la globalización reduce la informalidad del empleo en países ricos, pero en países pobres la incrementa. Goldberg y Pavcnik (2007) por su parte señalan que la globalización genera mayor inequidad en países en desarrollo.
Globalización y ambiente
Respecto a la relación entre globalización y ambiente, existen tres perspectivas en la teoría económica neoclásica que tratan de predecir la relación entre globalización y ambiente: la “competencia hasta el final”; los “paraísos de la contaminación” y la “curva ambiental de Kuznets (CAK)”.
A) La teoría de la “competencia hasta el final” sostiene que la competencia generada por el libre comercio genera un equilibrio inferior en los estándares ambientales, puesto que en la búsqueda de mejores circunstancias para competir, las empresas tienden a invertir en regiones cuyas regulaciones ambientales sean más laxas, es decir, que impliquen menores costos. Se teme que el país con los estándares menos restrictivos será el piso y los demás se armonicen a la baja (Boyce 2004). La evidencia empírica muestra que en países europeos y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los estándares se han vuelto más exigentes con el tiempo conforme aumenta la competencia y el intercambio de bienes (Gouldson et al. 2014). Bradford (2015), examina el poder de la Unión Europea (UE) vía mercados y prueba cómo los estándares ambientales de esta UE, se convierten en estándares mundiales a través de la influencia de las empresas transnacionales. El autor argumenta que la “competencia hasta el final” no es hacia estándares bajos, sino más bien al contario, hacia estándares más elevados.
B) La teoría de los “paraísos de la contaminación” mantiene que las industrias más contaminantes emigran a países con reglas ambientales más laxas y por tanto, con menores costos de cumplimiento de la ley (Neumayer 2001, Levinson y Taylor 2008). En palabras de Eskeland y Harrison (1997), “La hipótesis del paraíso de la contaminación puede verse como un corolario a la teoría de la ventaja comparativa: conforme los costos de control de la contaminación comienzan a ser importantes para algunas industrias en algunos países, otros ganan ventaja comparativa si los costos de control de la contaminación son bajos (por cualquier razón)”. Según Neumayer (2001), la esencia de la teoría de los paraísos de la contaminación es que en respuesta a los procesos de apertura comercial y de inversiones extranjeras, algunos países fijan estándares ambientales inferiores, o bien optan por no hacer cumplir los estándares existentes a fin de atraer mayor inversión de capitales.
La teoría de los paraísos de la contaminación ha sido evaluada en diversas investigaciones y concuerdan en que la industria no necesariamente se ubica en países con regulación ambiental más laxa, aunque se aprecia un efecto en el crecimiento de ciertos sectores de la economía promovido por la globalización (Neumayer 2001). Diversos autores han comprobado empíricamente que no se observa el fenómeno de los “paraísos de la contaminación” (Levinson 2009, Van Alstine y Neumayer 2010). La principal razón es que los costos del cumplimiento de la endeble normatividad ambiental en los países pobres, son relativamente pequeños y por tanto no inciden en la decisión de ubicación de la empresa. Existen otros factores más importantes como los del costo y la calificación de la mano de obra o el acceso a mercados (Jaffe et al 1995, Eskeland y Harrison 1997, Cole 2004).
C) La curva ambiental de Kuznets (CAK) propone una relación de “U” invertida entre el crecimiento económico y la contaminación ambiental. Grossman y Kruger (1993) sostienen que con el crecimiento económico, la degradación ambiental aumenta hasta llegar a un punto donde comienza a declinar (Fig.1).
Van Alstine y Neumayer (2010) enumeran cuatro explicaciones teóricas de la CAK: 1) un ambiente limpio es un bien normal por lo que aumenta su demanda cuando aumenta el ingreso (Beckerman 1992, IBRD 1992), 2) economías con mayores ingresos tienen más recursos para la protección ambiental (Neumayer 2003), 3) conforme aumenta el ingreso, el porcentaje de la producción industrial disminuye mientras la producción de servicios aumenta, es decir, se manifiesta “el efecto composición”, explicado más adelante (Janicke et al. 1997) y 4) el aumento en el ingreso genera menores tasas de crecimiento poblacional y por lo tanto menor presión sobre el ambiente (UNDP 1999).
El artículo de Grossman y Krueger (1993) separa los efectos del crecimiento económico sobre el ambiente en efecto escala, efecto composición y efecto tecnología. El efecto escala es el impacto esperado de mayor contaminación conforme crece la economía por el mayor uso de energía y la mayor generación de productos. El efecto composición se relaciona con cambios en patrones de producción del sector manufacturero más intensivo en uso de materia prima e intensivo en el uso de energía (Kaika y Zervas 2013). El efecto composición obedece al aumento en el porcentaje del PIB que proviene de sectores más “sucios”. Por ejemplo la producción de petróleo, la extracción forestal o el incremento de la actividad manufacturera. El efecto tecnología refleja mejoras en ésta, dichas mejoras permiten el uso de menos materia prima por unidad de producción o la adopción de tecnologías más limpias (Neumayer 1998). Algunos autores incluso sugieren que gracias a la transferencia de tecnología, los países en desarrollo pueden evitar llegar a los mismos niveles de contaminación que se observa en los países ricos (He 2007, Liao y Cao 2013). Stern (2004) evidencia una relación creciente pero con una menor pendiente para ciertos contaminantes en los países en desarrollo en comparación con los países ricos.
La preocupación para muchos analistas es que si se adopta la perspectiva de Kuznets, la solución al deterioro ambiental es esperar a que la economía crezca, sin necesariamente hacer un esfuerzo por fortalecer las políticas ambientales (Arrow et al. 1995, Schalatek 2004, Peters y Hertwich 2008, Stern 2014).
La evidencia empírica al estudiar la CAK muestra que en efecto, para aquellos contaminantes que afectan de manera local y a corto plazo, sí se manifiesta una curva de “U” invertida entre el crecimiento económico y la contaminación local. Tres estudios empíricos ampliamente citados, concluyen que el ingreso es la variable que tiene el mayor efecto sobre los indicadores ambientales de contaminación del agua, de partículas suspendidas y otros contaminantes locales (Shafik y Bandyopadhyay 1992, Selden y Song 1994, Grossman y Krueger 1995).
Los hallazgos de las investigaciones son muy distintos para el CO2. Encontramos al menos 20 estudios de CAK para el CO2, que indican una relación positiva entre el crecimiento económico y las emisiones de CO2. También existen algunos estudios que obtuvieron una relación de “U” invertida para países aislados y para ciertos años. Al revisar cada una de estas investigaciones encontramos que el nivel de ingreso a partir del cual las emisiones de CO2 podrían comenzar a disminuir, es tan alto que resulta irrelevante. Todos los trabajos concuerdan en que actualmente la relación entre las emisiones de CO2 y el crecimiento económico es positiva.
Globalización, democracia, deterioro ambiental local y emisiones
La relación entre emisiones y desarrollo económico no se da de manera aislada, sino en un contexto particular de instituciones políticas que gobiernan la manera de tomar decisiones en cada país. Desde hace muchos años se plantea que la democracia es uno de los factores institucionales imprescindibles para mejorar la calidad del ambiente. En 1992, el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore escribió, “un requisito indispensable para salvar el ambiente es la extensión de la democracia a más naciones en el mundo” (Gore 1992).
Algunos autores consideran que la falta de disposición de los gobiernos para imponer reglas ambientales más severas es un factor determinante en la degradación ambiental (Panayotou 1997, Barrett y Graddy 2000, Farzin y Bond 2006). Dasgupta y Maler (1995) sugieren que políticas inapropiadas y fallas de mercado generan deterioro ambiental y sugieren entonces que la democracia podría favorecer la adopción de reglas ambientales adecuadas para la protección ambiental.1
Gallagher and Thacker (2008) presentan cuatro razones por las que los gobiernos democráticos pueden tener mejores resultados ambientales:
La rendición de cuentas: los gobiernos democráticos tienen mejores mecanismos para rendir cuentas. Por lo tanto las demandas ciudadanas por mejorar el entorno resultan difíciles de ignorar.
La información disponible: las democracias generalmente facilitan el acceso a la información. La libertad de expresión permite que los ciudadanos estén mejor informados acerca de temas ambientales y de cómo solucionarlos.
La libertad de la sociedad civil: hay mayor probabilidad de asociación de grupos ambientalistas en regímenes democráticos. Cuando hay libertad de expresión y asociación, es más fácil organizarse en torno a temas ambientales y presionar a los gobiernos.
La cooperación internacional: los gobiernos democráticos cooperan más entre ellos y por lo tanto es más probable que participen en tratados y acuerdos internacionales para proteger el ambiente.
En agudo contraste, también encontramos en la literatura investigadores que sostienen que la institucionalidad democrática puede generar mayor deterioro ambiental. Li y Reuveny (2006) proponen al menos cuatro razones:
La tragedia de los comunes: en las democracias se observa la tragedia de los comunes de Hardin. Hardin (1968) advierte sobre el riesgo de explotación ambiental de recursos de uso común. Las libertades democráticas legitiman en ocasiones a individuos y grupos de interés que tienden a sobreexplotar los recursos para beneficio propio e ignorar el daño que sufren terceros. Es decir, la actividad extractiva genera externalidades.
El carácter local de la democracia: Paehlke (1996) sostiene que cuando el ambiente y la economía son globales, la democracia solamente funciona para la toma de decisiones a nivel local o nacional. Esta consideración implica que las democracias buscarán un ambiente más sano para su propia población, pero no necesariamente para el resto de los países que están fuera de su jurisdicción. Un régimen democrático ayudará a prevenir la generación de contaminantes locales, aunque no forzosamente las emisiones de CO2.2
Los intereses de la economía de mercado: Dryzek (1987) argumenta que las democracias suelen ser economías de mercado donde los grupos de interés tienen poder considerable. La influencia de los intereses de las corporaciones pueden mermar la capacidad de cabildeo de los grupos ambientalistas.
4) La inacción derivada del juego democrático: las democracias pueden llegar a un estancamiento en las políticas, como lo indica Midlarsky (1998). Los intereses de las corporaciones pueden enfrentarse con las causas de grupos ambientalistas de tal modo que se llega a una parálisis en la política pública mientras se resuelven los conflictos. Además, los gobiernos que surgen de elecciones democráticas frecuentemente dan prioridad a los proyectos que generan votos, por lo que aquellas políticas ambientales que tienen muchos perdedores no se promoverán (Li y Reuveny 2006).
En el marco de esta revisión de los hallazgos respecto al impacto de las instituciones democráticas sobre el ambiente, debe hacerse notar como lo hace Panayotou (1997), que mientras que su influencia en el nivel de emisiones de CO2 es debatible, su efecto en la disminución de los contaminantes que afectan directamente al entorno local y particularmente la salud de los habitantes, es claro y significativo.
Diversos autores encuentran que a mayor democracia, se observa una disminución a largo plazo de diversos contaminantes que afectan a los países de manera local, mientras que a corto plazo decrece SO2, hollín, coliformes fecales e incluso la deforestación (Scruggs 1998, Torres y Boyce 1998, Barrett y Graddy 2000, Harbaugh et al. 2002, Neumayer 2002, Bhattarai, y Hamming 2001, Yoon 2014)
Midlarsky (1998) en una muestra de 98 países, obtuvo que a mayor democracia, más emisiones de CO2 per cápita al igual que la erosión del suelo y la deforestación. Asimismo, encontró que a mayor democracia, aumenta la superficie de Áreas Naturales Protegidas. Más recientemente, Mak, Arvin y Lew (2011) muestran que un índice de democracia más alto está asociado con mayores emisiones de CO2, reducciones en el nivel de deforestación e incrementos en la contaminación del agua. Farzin y Bond (2006) sostienen que a niveles más altos de democracia, se observa menos óxido de nitrógeno, compuestos volátiles orgánicos y SO2, pero también identifican una relación positiva y lineal entre democracia y emisiones de CO2.
En resumen, se observa que la democracia tiene efectos que mejoran la calidad ambiental respecto a contaminantes locales y aquellos que afectan la salud de las personas de manera directa. En contraste, el CO2 tiene características particulares que lo distinguen del resto de los contaminantes. Se trata de un compuesto incoloro e inodoro que no afecta directa e inmediatamente la salud de las personas, pero que provoca múltiples impactos indirectos a mediano y largo plazo sobre la salud y otros efectos negativos como un cambio en el clima a nivel global reflejado a largo plazo.
Nuestra hipótesis es que la democracia aumenta el nivel de emisiones de CO2, como lo observan Midlarsky (1998), Farzin y Bond (2006) y Mak Arvin y Lew (2011) debido a que el CO2 está correlacionado con el uso de energía fósil, el cual está generalmente asociado con el crecimiento económico y el bienestar material de la población. De este modo, los mecanismos democráticos de rendición de cuentas, información y presión de la sociedad civil frecuentemente convergen para promover un mayor crecimiento económico y por lo tanto un mayor uso de energía, aún a costa de más emisiones. Desai (1998) argumenta que las democracias pueden ser más proclives a degradar el ambiente: “como la democracia depende del desarrollo económico y dado que el crecimiento económico y la prosperidad generalmente resultan en contaminación ambiental y destrucción ecológica, la democracia no necesariamente protegerá este ambiente”
El objetivo central de este trabajo es valorar empíricamente el impacto que tienen sobre el nivel de emisiones de CO2de los países, así como su grado de inserción en la economía global, el tamaño y la composición sectorial de su economía, así como su tipo de régimen político. Específicamente, nos interesa evaluar el efecto diferencial que los procesos asociados con la globalización económica tienen sobre la generación de emisiones en países con diferentes niveles de desarrollo y regímenes políticos.
DESARROLLO
Utilizamos un modelo de panel de datos lineal con efectos fijos para indagar acerca de los factores que influyen sobre el impacto de la globalización en los niveles de CO2emitidos por 135 países desde 1970 hasta 2013.
Para determinar el nivel de la globalización económica por país, utilizamos el índice del Instituto de Economía de Suiza: Instituo Konjunkturforschungsstelle (Índice KOF). Este índice KOF abarca desde 1970 hasta 2015, es una actualización del análisis en Dreher (2006). La dimensión económica del índice mide el tamaño del comercio internacional, la inversión extranjera y los flujos de ingresos del exterior en relación con el producto interno bruto (PIB) de cada país, así como el impacto de restricciones al comercio y a la transacción de capitales. En el cuadro I se especifica el peso de cada variable en dicho índice.
Para medir el nivel de desarrollo económico utilizamos la medida de PIB per cápita que publica la Universidad de Pensilvania (Summers et al. 2014), mismo que se calcula en poder de paridad de compra con base al año 2005, también para el periodo de 1970 a 2009.
Para incorporar el “efecto composición” utilizamos la base de datos de la Organización de las Naciones Unidas por sectores (ONU 2014). Los sectores que componen la economía de los países son: 1) agricultura, caza, silvicultura y pesca, 2) minería y servicios, 3) manufacturas, 4) construcción, 5) ventas, restaurantes y hoteles, 6) transporte, almacenaje y comunicaciones y 7) otras actividades. La base de datos cubre 135 países desde 1970 hasta 2013.
Para esta investigación simplificamos la categorización de los sectores como agrícola, minero, manufacturas, construcción, servicios y transporte. Posteriormente registramos el porcentaje atribuible a cada uno en el PIB de los países.
Medimos el nivel de democracia con la variable Polity 2. Esta variable se obtuvo de la serie de tiempo publicada por el proyecto Polity IV, base de datos de características del régimen y transiciones, con datos de 1800 hasta el 2013. Dicha base de datos se publica anualmente por el Centro para la Paz Sistémica (INSCR 2014) y tiene una cobertura para 163 países. El índice de Polity 2 tiene dos componentes: una medida de “democracia” y una medida de “autocracia”. La “democracia” tiene tres elementos: 1) la presencia de instituciones y procedimientos a través de los cuales los ciudadanos pueden expresar sus preferencias, 2) la existencia de restricciones institucionalizadas al ejercicio del poder por parte del ejecutivo y 3) la garantía de las libertades civiles de todos los individuos y el ejercicio de la participación política. La “autocracia” caracteriza a regímenes que carecen de mecanismos de competencia política regularizada y vulneran las libertades políticas. Ambos indicadores se codifican en una escala de 0 a 10. El indicador compuesto Polity 2, se obtiene al sustraer el indicador de autocracia del indicador de democracia, el resultado toma valores discretos en el intervalo entre -10 y 10. Donde -10 señala un estado de autocracia y 10 indica un régimen democrático. De acuerdo con Marshal et al. 2014, se denomica autocracia a los valores de -1 a -6, anocracia (mezcla incoherente de reglas y prácticas autocrática y democráticas) de -5 a 5 y democracia entre 6 y 10.
En el cuadro II presentamos la estadística descriptiva de nuestros datos. La variable dependiente es el logaritmo de las emisiones de CO2 per cápita en 135 países. Luego presentamos una variable dummy, (conocida como variable indicadora, variable índice o variable dicotómica). Esta variable dummy tiene un valor de uno cuando el país tiene un PIB por encima del promedio y de cero si el PIB está por abajo del promedio. La hipótesis es que el tamaño de la economía contribuye a la capacidad para disminuir emisiones o a que haya un crecimiento menos voraz.
Obs = observaciones, Prom = promedio, Des Std = desviación estándar, Min = mínimo, Max = máximo. LnCO2pc = logaritmo natural de las emisiones per cápita de dióxido de carbono.
“Ricos” contempla una variable dummy, que es uno si el producto interno bruto (PIB) per cápita está por encima del promedio
En seguida presentamos el índice de globalización del Instituto KOF, considerado el más usado en el mundo académico para medir el nivel de globalización de los países, con más de 1400 citas documentadas en la literatura económica y politológica. Otra variable importante en nuestro análisis es el logaritmo natural del PIB per cápita de los mismos 135 países. La siguiente variable es el índice de democracia de Polity IV. Finalmente, incluimos el porcentaje del PIB de los sectores agrícola, minero, manufacturas, construcción, servicios al mayoreo y transporte en estos 135 países. Todas las variables son para los años de 1970 a 2009.
El interés fundamental es observar si hay diferencia entre el impacto en los países más ricos y más pobres, por esta razón se incluyó la variable dummy. Hicimos además, un ejercicio donde examinamos específicamente a los países “emergentes”, pero su comportamiento fue similar al de los países ricos3. Conservamos entonces la división original: países ricos son aquellos que tienen un PIB per cápita por arriba del promedio y pobres son los demás.
Creamos la variable interactiva ricos×globalización que multiplica la variable ficticia por el efecto de la globalización y así se captura el efecto de la globalización sobre los países ricos en comparación con los pobres.
Hicimos otras pruebas dividiendo a los países en: OCDE y no OCDE y también usamos la mediana para diferenciarlos. Los resultados no cambiaron significativamente, así que decidimos usar la regresión que divide a los países por el promedio del PIB per cápita. El PIB per cápita promedio de nuestra serie de tiempo es $7135 USD.
La especificación del modelo son:
LN EMISIONES PC i,t
= β0 + β1 + RICOSi,t + β2 GLOBALIZACIÓNi,t + β3 RICOSi,t × GLOBALIZACIÓNi,t + β4 LN PIB PER CAPITAi,t + β5 DEMOCRACIAi,t + β6 PIB AGRÍCOLAi,t +β7 PIB MINEROi,t + β8 PIB CONSTRUCCIÓNi,t + β9 PIB VENTA MAYOREOi,t + β10 PIB TRANSPORTEi,t + vi + uit
Donde.
LN EMISIONES PC i,t |
= logaritmo natural de las emisiones per cápita del país i en el año t. |
RICOSi,j |
= variable dummy que creamos que es 1 si en el año t el país i tiene un PIB por encima del promedio. |
GLOBALIZACIÓNi,j |
= valor del índice de KOF para el país i en el año t. |
RICOSi,t × GLOBALIZACIÓNi,t |
= variable interactiva que multiplica la variable dummy para el país i en el año t con el nivel de globalización del país i en el mismo año t. |
LN PIB PER CAPITAi,t |
= logaritmo natural del PIB per cápita para el país i en el año t. |
DEMOCRACIAi,t |
= valor del índice de POLITY 2 para el país i en el año t |
PIB AGRÍCOLAi,t |
= porcentaje del PIB dedicado a la agricultura en el país i en el año t. |
PIB MINEROi,t |
= porcentaje del PIB dedicado a la minería en el país i en el año t. |
PIB CONSTRUCCIÓNi,t |
= porcentaje del PIB dedicado a la construcción en el país i en el año t. |
PIB VENTA MAYOREOi,t |
= porcentaje del PIB dedicado a la venta al mayoreo en el país i en el año t. |
PIB TRANSPORTEi,t |
= porcentaje del PIB dedicado al transporte en el país i en el año t. |
Vi |
= parte del modelo aleatoria, que no explicamos pero que incide en el nivel de emisiones en el país i |
Uit |
= parte aleatoria del modelo, que no explicamos pero que incide en el nivel de emisiones en el país i en el año t. |
Los resultados se muestran en el cuadro III.
Errores estándar entre paréntesis
* Significativa al 99 %
** Significativa al 95 %
Coef. = coeficiente. LnCO2pc = logaritmo natural de las emisiones per cápita de dióxido de carbono. “Ricos” contempla una variable dummy, que es uno si el producto interno bruto (PIB) per cápita es por encima del promedio, Rsq = R2 (coeficiente de determinación)
Tradicionalmente en la literatura, la relación entre crecimiento económico y ambiente o CAK se calculaba con funciones cuadráticas del nivel de ingreso, pero los factores de la economía no pueden ser negativos o cero por lo que desde Grossman y Krueger (1991) se comenzaron a usar transformaciones logarítmicas para imponer esta restricción.
Por otro lado, una ventaja de la función logarítmica en ambos lados de la ecuación es que permite conocer la elasticidad de ingreso que explica cómo cambian las emisiones de CO2al cambiar el ingreso de los países.
El nivel de globalización es un índice en lugar de una variable categórica, por lo que la especificación lineal nos permite tener una mejor idea de la influencia de esta variable sobre el nivel de emisiones.
Realizamos dos análisis de regresión con la medida de democracia. En el primero utilizamos el índice de democracia tal y como lo provee la variable Polity 2 que usa una escala del -10 a 10 donde -10 es monarquía hereditaria y 10 es democracia consolidada.
En el segundo análisis utilizamos una variable dummy para los países con un nivel de democracia por arriba de 6.
En ambos análisis observamos que el tamaño del PIB per cápita incide positivamente en el nivel de emisiones, como es de esperarse. Dado que tanto las emisiones per cápita como el PIB per cápita están en forma de logaritmo natural, entonces el coeficiente puede interpretarse como la elasticidad, esto es, el cambio porcentual que se observaría en las emisiones de CO2 a partir de un cambio porcentual en el crecimiento económico. Lo que quiere decir que un crecimiento de 1 % en el PIB per cápita se traduce en un aumento de 0.26 % en las emisiones de CO2.
Los sectores productivos que más contribuyen a las emisiones de CO2 son la minería, la construcción y el transporte. En contraste, un mayor sector agrícola y mayor intensidad en venta de artículos al mayoreo se asocian con menores emisiones.
La primera regresión es una estimación de panel de datos de todos los países sin incluir una variable interactiva para diferenciar a países ricos de pobres. La variable globalización incide de manera positiva sobre las emisiones de CO2. En esta regresión la variable democracia no es significativa.
En los resultados del segundo modelo se incluye la variable interactiva ricos×globalización que se activa cuando el país tiene un PIB per cápita por arriba del promedio. Ahora observamos que la globalización sigue teniendo un efecto positivo y significativo en el nivel de emisiones de CO2. Aunque la variable interactiva es negativa, lo que indica que los países ricos sufren menos esta tendencia. La magnitud de esta variable es muy pequeña, su valor es -0.0022 pero al tener un nivel de significancia nos permite concluir que habrá una diferencia en las emisiones de CO2, dependiendo si se trata de un país relativamente más rico o relativamente más pobre. En este caso, hacemos una diferencia entre países con un PIB per cápita por arriba y por abajo del promedio, lo cual indica entonces que si bien más globalización implica más emisiones, los países ricos presentan una tendencia menos drástica que los países pobres.
La variable interactiva permite identificar que el nivel de democracia es relevante en términos del nivel de emisiones de CO2 per cápita. En otras palabras, la variable democracia resulta significativa, entonces países con mayor democracia tienden a emitir más CO2 per cápita. Algunos estudios utilizan medidas de democracia y autocracia dicotómicas (Dixon 1994, Fearon y Laitin 2003, Li y Reuveny 2006). Su argumento es que el índice de Polity IV considera que un cambio de 0 a 1 equivale a uno de 5 a 6. El problema es que esos cambios pueden implicar atribuir valores equivalentes a, por ejemplo la realización de elecciones y los límites institucionales al poder ejecutivo, los cuales no necesariamente tienen un valor equivalente, entonces sugieren usar variables dummies. Definimos entonces un país democrático si la medida del índice era mayor o igual a 6 y autocracia si la medida es igual o menor a -6. Se hizo una regresión con estos parámetros y la variable ficticia de democracia fue positiva y significativa con un coeficiente de 0.5. En la figura 2 se puede observar la tendencia de emisiones de CO2 de países pobres y ricos.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Nuestros hallazgos muestran que, en lo que concierne al nivel de emisiones de CO2, el grado de inserción de los países en la economía global, afecta de manera diferente a los países pobres que a los países ricos. Aunque en general, los procesos económicos asociados con la globalización generan incrementos en las emisiones, el impacto sobre los países menos desarrollados es particularmente fuerte. En otras palabras, los países pobres emiten proporcionalmente más CO2 cuando aumenta su nivel de globalización económica en comparación con los países ricos.
Sin pretender especificar la importancia relativa de los factores y procesos involucrados, la literatura económica ofrece algunas explicaciones teóricas y empíricas relevantes que pueden contribuir a explicar el impacto diferencial identificado y cuantificado en nuestro trabajo:
1) Las emisiones de CO2aumentan particularmente en los países más pobres porque la demanda mundial de productos que generan emisiones ha aumentado y se ha desplazado de los países ricos hacia los de más bajo desarrollo (Perrings y Ansuategi 2000, Muradian et al. 2002, Grimes y Kentor 2003 y Kanemoto et al. 2014). Los crecientes flujos comerciales expanden los sectores manufactureros generadores de emisiones en los países pobres mientras que en los países ricos se fortalecen sus sectores limpios, como la provisión de servicios (Panayotou 1997, Perrings y Ansuategi 2000, Peters y Hetwich 2008, Su y Ang 2016). Este resultado manifiesta el efecto composición: en los países pobres donde se exportan productos manufacturados, la globalización genera más emisiones, mientras que en los países ricos donde se exportan servicios, la globalización genera menos emisiones.
2) Por otro lado, el efecto tecnología que se esperaría redujera emisiones de CO2, no parece tener un mayor impacto o bien, es rebasado por el efecto escala y el efecto composición en países pobres (Bruyn 1997, Perrings y Ansuategi 2000, Onafowora y Owoye 2014). Algunas veces se observa la adopción de mejores tecnologías en empresas trasnacionales, pero en ocasiones las empresas solamente cumplen los estándares nacionales (que son más bajos que en los países ricos) y las empresas chicas y medianas no tienen acceso a la tecnología más eficiente4 (Schalatek 2004, Parks y Roberts 2006).
3) En países pobres que se abren al libre comercio se observa un cambio gradual hacia la producción más limpia pero la contaminación, incluyendo las emisiones de CO2, sigue creciendo por la falta de capacidad institucional del gobierno para proteger el ambiente (Stiglitz 2002, Schalatek 2004, Stiglitz y Charlton 2005, Parks y Roberts 2006).
4) A lo largo de la historia, la globalización como el colonialismo ha dejado instituciones débiles en los países pobres que no tienen la fortaleza para imponer medidas ambientales adecuadas (Aide Grau 2004, Parks y Roberts 2006).
Respecto a nuestros hallazgos referentes al impacto del régimen político democrático sobre el nivel de emisiones de CO2 de los diversos países, podemos concluir lo siguiente:
A diferencia de otros autores como Li y Reuveny 2006, Dutt 2009 y Fredriksson et al. 2005, encuentran que a mayor democracia, menor deterioro ambiental, nosotros distinguimos entre su impacto sobre la disminución de contaminantes locales y su asociación positiva con el nivel de emisiones de CO2.
Nuestros hallazgos muestran que la variable democracia está asociada positiva y significativamente con mayores niveles de emisiones de CO2. Este resultado confirma la hipótesis de Barrett (2010) quien propone que las emisiones de CO2 son un “mal público global”: cada país tiene incentivos para seguir emitiendo porque los beneficios de la mitigación son globales mientras los costos son individuales. Barrett entonces predice un resultado de “tragedia de los comunes” en donde la estrategia dominante es seguir contaminando. Este resultado también indica que el nivel de democratización de los países como se mide en Polity IV, en el que se otorga una calificación entre democracia y autocracia, no es suficiente para disminuir las emisiones de CO2. Esto significa que, independientemente del nivel de democracia de los países, es necesario implementar medidas específicas, y establecer estándares más rigurosos, con el propósito de reducir las emisiones de CO2 (Panayotou 1997, Bhattarai y Hammig 2001, Arrow et al. 2005, Stiglitz 2007 y Kaika y Zervas 2013). En términos de política pública, parecería ser que los determinantes más poderosos en la disminución de emisiones de CO2 son la regulación efectiva y la difusión de cambios tecnológicos y no el tipo de régimen político (Arrow et al. 2005, Frederiksson et al. 2005, Stiglitz 2007). En otras palabras, países no democráticos pueden contribuir con la disminución de emisiones y con el combate al cambio climático, si como resultado de decisiones políticas de la cúpula autoritaria se fortalecen las normas ambientales o bien si aumenta su capacidad de gobernanza y por lo tanto, el cumplimiento de las normas ambientales (Dasgupta et al. 2006). Las políticas públicas orientadas a la disminución de emisiones de CO2 parecerían reflejar entre otras cosas, los compromisos internacionales adquiridos, estrategias de política ambiental conectadas con beneficios locales o simplemente buena voluntad para disminuir el cambio climático, independientemente del carácter democrático o autoritario de los gobiernos nacionales.
Como diversos autores aseguran desde hace décadas (Arrow et al. 1995), mientras que las políticas nacionales e internacionales se mantienen al margen, los problemas de bienes públicos globales como la pérdida de biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero, se han vuelto cada vez más trascendentes, pues se vuelven más agudos. Requerimos entonces una mayor información que arroje luz sobre las causas e impacto del problema.
Dado el carácter mundial del cambio climático, uno de los nexos más relevantes es el de globalización y emisiones de CO2. Nuestro análisis permite conocer el impacto diferenciado entre países relativamente ricos y relativamente pobres, pero queda pendiente estudiar, quizá en bases de datos más precisas, impactos de políticas más específicas como “movimientos verdes”, “patrones de voto”, firma de acuerdos ambientales, variables culturales y religiosas o diversos niveles educativos.