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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.9 n.38 Toluca Oct./Dec. 2003

 

Conceptos y medición de la pobreza. La necesidad de ampliar la mirada*

 

Concepts and measurements of poverty. The need for a broader view

 

Julio Boltvinik

 

El Colegio de México.

 

Resumen

El artículo sostiene que, en el estudio de la pobreza, situarse desde el principio en el "eje del nivel de vida", como lo hacen casi todos los autores, impide la adecuada identificación de los "elementos constitutivos" de este eje. Como opción se plantea ampliar la perspectiva, partir del "eje del florecimiento humano" (donde el ser humano se encuentra completo) y "recortar" su contenido para arribar al del eje del nivel de vida. En el eje del florecimiento humano es donde puede desarrollarse la reflexión sobre las "necesidades y capacidades humanas" que, a su vez, debe fundamentarse en una discusión sistemática sobre la "esencia humana". La identificación de los pobres es una operación de corte (la definición del umbral) en el eje del nivel de vida, en el cual sólo se consideran los elementos económicos de las necesidades y capacidades humanas. Estos son los temas que se desarrollan en la primera parte de este ensayo, apoyándose, entre otros, en las ideas de Marx (tal como las ha interpretado Giörgy Markus) y en las de Abraham Maslow, mientras en la segunda se presenta un esquema preliminar de los elementos determinantes del florecimiento humano.

 

Abstract

The article sustains that when the study of poverty is located from the very beginning in the axis of the living standard, as most authors do, the constitutive elements of this axis cannot be properly identified. The option is to adopt a broader perspective and start within the axis of human flourishing (where the total human being is the object of study) and reduce its content to arrive atthe axis of the living standard. It is in the axis of human flourishing where reflections onhuman needs and human capacities can take place, which should be founded on a theory of human essence. The identification of the poor is a cutting operation within the axis of the living standard, where only the economic elements of human needs and capacities are considered. These are the themes developed in the first part of the essay, on the bases, among other authors, of Marx (as interpreted by Giörgy Markus) and Abraham Maslow. In the second part of the essay a preliminary version of the determinant elements of human flourishing is presented.

 

Introducción

La pobreza degrada y destruye, moral, social y biológicamente al más grande milagro cósmico: la vida humana. La existencia de la pobreza es una aberración de la vida social, un signo evidente del mal funcionamiento de la sociedad.

La forma en que se aborda la medición de cualquier fenómeno refleja el nivel de desarrollo teórico y conceptual alcanzado. A diferencia de otros campos, donde los fenómenos estudiados y medidos son moralmente neutros, como la distancia entre dos cuerpos celestes o el nivel del producto interno bruto, en el caso de la pobreza interviene inevitablemente una dimensión moral. La medición de la pobreza implica siempre dos elementos, uno positivo (o empírico) y otro normativo. El positivo se refiere a la situación observada de los hogares y personas, mientras el normativo se refiere a las reglas mediante las cuales juzgamos quién es pobre y quién no lo es. Estas reglas expresan el piso mínimo debajo del cual consideramos que la vida humana pierde la dignidad, que la vida humana se degrada. Como se apreciará más adelante, mi postura es que idealmente la norma que expresa este mínimo es una norma socialmente prevaleciente y no un juicio de valor del investigador o de la institución responsable de la investigación. El elemento moral está detrás de la norma social.

Al establecer el umbral (o umbrales) de la pobreza, las personas y las instituciones se retratan de cuerpo entero. Parafraseando un dicho popular podemos decir: "Dime qué umbral de pobreza defines y te diré quien eres". Por ejemplo, cuando el Banco Mundial (BM) define un dólar por persona al día como umbral o línea de pobreza, no sólo está excluyendo de su misión ("combatir la pobreza con pasión y profesionalismo") a la inmensa mayoría de los pobres del mundo, sino que está mostrando su concepción del ser humano al reducirlo a la categoría de animal, ya que, en efecto, ese ingreso alcanzaría, en el mejor de los casos, para mal alimentar a una persona, quedando todas las demás necesidades completamente insatisfechas. Así, al sostener implícita, pero brutalmente, que los seres humanos sólo tienen derecho a la alimentación, el BM niega todos los demás derechos sociales.1 Algo similar, aunque no tan extremo, podemos decir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y del gobierno de México. Muchos economistas (y no economistas), particularmente los neoliberales, tienen la misma actitud de desprecio a los derechos de la mayoría.

 

Elementos constitutivos del florecimiento humano y del nivel de vida

La pobreza puede verse como una parte del eje conceptual del nivel de vida. Debajo de un cierto umbral de éste se presenta la pobreza. El nivel de vida, a su vez, es un subconjunto del eje conceptual más amplio del florecimiento, bienestar o desarrollo humano. Para que nivel de vida y pobreza sean conceptos con su propia especificidad, deben recortar su campo de interés (reducir su objeto de estudio) para que se refiera solamente a la dimensión económica del florecimiento o bienestar humanos. Por ello, la búsqueda de fundamentos para la definición del umbral de la pobreza remite inevitablemente a la reflexión sobre las necesidades y las capacidades humanas, y ésta, a su vez, por lo menos para algunos autores entre los que me incluyo, a la pregunta aún más básica sobre la esencia humana, lo que nos sitúa en el terreno de la antropología filosófica. En la gráfica 1 se representan los dos ejes conceptuales y sus relaciones, así como las operaciones de recorte y de corte, operación ésta última que define el umbral que separa a los pobres de los no pobres.

Una respuesta a la pregunta sobre la esencia humana permite abordar con mejores herramientas la pregunta sobre las necesidades y capacidades del ser humano. Al hacerlo abordamos los elementos constitutivos, o contenido, del eje conceptual de florecimiento o bienestar humano. Pero no es en este eje conceptual donde tenemos que hacer el corte que distingue a los pobres de los no pobres, sino en el del nivel de vida. La diferencia entre ambos ejes consiste en que en el del florecimiento está el ser humano completo, con todas sus necesidades y capacidades, mientras que en el del nivel de vida están solamente los elementos económicos de dichas necesidades y capacidades. Necesidades humanas como el amor, o capacidades como la creatividad, que no dependen centralmente de recursos económicos, quedan casi eliminadas al pasar del primer eje conceptual al segundo (en la medida en la cual los recursos económicos no son el elemento central en su satisfacción). Con ello acotamos la pobreza, concebida como un nivel de vida tan bajo que resulta incompatible con la dignidad humana, tal como se le acota en el lenguaje de la vida cotidiana, para que no incluya todos los sufrimientos humanos. La niña hija de millonarios que está muy sola no es una niña pobre, sino una niña sin afecto, sin amor.

¿Por qué no empezar entonces directamente en el eje del nivel de vida? Esto es, en efecto, lo que hacen casi todos los estudiosos de la pobreza como se hace manifiesto en la medición de la pobreza por ingresos, que implícitamente recorta todas las dimensiones de la vida que no estén relacionadas con los ingresos. Este camino directo y obvio, en mi opinión, impide acceder a una concepción fundamentada de los elementos constitutivos del eje del nivel de vida y del punto de corte que separa a los pobres de los no pobres. Entre otras razones que obligan a dar el rodeo que lleva a preguntarnos sobre la esencia humana, está el hecho de que el ser humano es una unidad indisoluble y que no podemos entenderlo fragmentándolo de entrada, como supuesto inicial. Por eso, la pobreza —entendida como las carencias y sufrimientos humanos que se derivan de las limitaciones de recursos económicos—, precisamente porque supone una visión parcial del ser humano, sólo puede tener sentido si se deriva de una concepción integral del mismo.

 

Esencia humana y elementos constitutivos del eje del florecimiento humano

Una lectura magistral de la concepción del ser humano de Marx, realizada desde la perspectiva de la antropología filosófica por Giörgy Markus(1973),2 permite entender la manera en que el carácter mediado del trabajo humano (es decir, que se dirige a la satisfacción de las necesidades humanas de manera indirecta a través de mediaciones, y que contrasta con la bestia que aprehende directamente la presa que le sirve de alimento) origina la posibilidad de la ampliación constante de las actividades humanas hasta hacerlas universales, con lo cual el ser humano convierte en objetos de su actividad, de sus capacidadesy necesidades, toda la naturaleza y los objetos no naturales creados por él mismo. De aquí se deriva un rasgo esencial del ser humano, su tendencia a la universalidad, que se manifiesta en la ampliación constante de las necesidades y capacidades humanas.3

Para Marx, es este carácter mediado del trabaj o lo que hace posible la historia humana, no sólo porque permite la acumulación de herramientas y otros medios de producción, de manera que las nuevas generaciones pueden partir del punto al que llegaron las anteriores, sino también porque el carácter mediado del trabajo humano hace posible, al superar la fusión animal entre sujeto y objeto de las necesidades, la conciencia del ser humano respecto al mundo que lo rodea y la conciencia de sí mismo, de la cual deriva otro rasgo esencial del ser humano, el de ser consciente, conciencia que tiende a la universalidad, por lo que el ser humano es un ser con conciencia potencialmente universal.4

La historia del ser humano puede ser vista, al menos para el conjunto de la especie, como la trayectoria de la universalización de sus actividades, sus capacidades, sus necesidades, su ser social y su conciencia. Por tanto, para Marx, poniendo el énfasis en las necesidades, el ser humano rico es el que necesita mucho y el pobre el que necesita poco.5 Si aplicamos esta concepción, llegamos a un doble criterio de pobreza: el "ser pobre" y el "estar pobre". Los individuos que necesitan poco "son pobres". Los que no satisfacen sus necesidades, cualquiera sea su nivel, "están pobres". Los que "son y están pobres" viven en la peor condición humana.6 En el otro extremo, los que necesitan mucho y además satisfacen esas amplias necesidades, "son y están ricos".7 Este enfoque no ha sido aplicado. Ni siquiera se ha discutido en la amplísima bibliografía sobre la pobreza. Usualmente partimos de un conjunto de necesidades iguales para todos los miembros de una sociedad y después cotejamos su grado de satisfacción. Nos situamos con ello sólo en la dimensión del "estar pobre".

El psicólogo Abraham Maslow, autor de la muy conocida teoría de la jerarquía de las necesidades humanas, sostiene que cuando una necesidad (el hambre, por ejemplo) está insatisfecha, domina al organismo a tal grado que todas las demás necesidades desaparecen y el organismo en su conjunto se vuelve un organismo hambriento. Al estudiar su obra8 llegué a la conclusión que su teoría y la de Marx-Markus se encuentran en un punto fundamental. Maslow sostiene que los instintos son inexistentes en el ser humano, que todas las necesidades humanas pueden calificarse como "instintoides", ya que de los tres elementos que conforman un instinto: el impulso, la actividad y el objeto, el ser humano hereda solamente el impulso, mientras que las actividades y los objetos tienen que ser aprendidos. Aunque al menos en un caso, el de la succión del recién nacido, que constituye una actividad con la que nace todo individuo, la tesis de Maslow se ve negada, me parece que es en general válida. Su visión tiene una gran coincidencia con la de Marx-Markus, ya que el animal que fabrica herramientas, tal como definió Benjamín Franklin al ser humano, lleva a cabo por definición una actividad no instintiva, sino inventada por el hombre, una actividad que supone la ruptura de la fusión del animal con el objeto de sus necesidades. La ruptura de la actividad orientada directamente a la satisfacción de necesidades, lo que constituye para Marx el rasgo más esencial del ser humano, es al mismo tiempo la ruptura del dominio del ser por el instinto, su transformación en actividad instintoide, lo que significa un salto gigantesco en términos de libertad. Sin embargo, como seguimos naciendo con impulsos congénitos, está claro que somos inevitablemente seres necesitantes y, por tanto, que nuestra libertad empieza siempre donde acaban nuestras necesidades.

Aunque ninguno de nuestros dos autores tiene una respuesta a la inquietante pregunta de por qué ocurre la ruptura, ambos constatan su papel central en la determinación de la esencia humana. El enfoque biológico psicológico de Maslow y el antropológico filosófico de Marx-Markus llevan a la misma conclusión central.

Éste es el tipo de reflexiones y de hallazgos que he encontrado en ese rodeo por el eje conceptual del florecimiento humano y de su fundamentación en la esencia humana. Como resultado de estas reflexiones aspiro a consolidar una concepción del ser humano, de sus necesidades y capacidades como elementos constitutivos del eje del florecimiento humano. Tal como lo veo en este momento, cuando estoy involucrado en una tarea a fondo en estos aspectos, los elementos constitutivos de este eje están dados por el conjunto de las necesidades y capacidades humanas, conjunto al que Marx llamó las "fuerzas esenciales humanas".9 Existe una amplia bibliografía sobre las necesidades humanas, pero es mucho más reducida la referida a las capacidades humanas, campo además oscurecido por el uso, por parte de Amartya Sen, del mismo término, capacidades (capabilities), para referirse a una dimensión de libertad, la de poder elegir entre diversas opciones de realizaciones functionings), que entiende como las dimensiones del ser y del hacer.10 De esta manera, quien quisiera construir una teoría completa sobre el eje del florecimiento o bienestar humano fundada en la concepción de las fuerzas esenciales humanas, encontraría muchos apoyos por el lado de las necesidades, pero mucho menos por el de las capacidades.

 

El recorte: el paso del eje del florecimiento humano al del nivel de vida

Terminada esta construcción conceptual apenas comenzaría el camino que conduce auna adecuada conceptualización de la pobreza. Tenemos que resolver todavía el recorte para pasar al eje del nivel de vida y el del corte que separa a los pobres de los no pobres (gráfica 1). Como he adelantado, en el eje del nivel de vida debemos conservar aquellos elementos del eje de bienestar que dependen de recursos económicos (o escasos) para su satisfacción. Con ello introducimos un nuevo concepto, el de recursos, que juega un papel central en el concepto de pobreza. El ser humano, como todo ser vivo, requiere objetos extemos para reproducir su propia vida, lo que, en expresión de Marx lo convierte en un "ser sufriente y doliente", o "necesitante" podríamos añadir. Los más obvios de estos objetos extemos son el agua y los alimentos y los que lo protegen de las inclemencias del tiempo, como la ropa y la vivienda. Para obtener (casi todos) estos objetos externos (y los demás que se van volviendo necesarios al ampliarse las necesidades humanas y su campo objetual) se requiere un esfuerzo productivo, recursos económicos. De la enunciación de estos ejemplos resulta evidente que el nivel conceptual (o espacio, como le llama Amartya Sen) adecuado para llevar a cabo este recorte no es el de las necesidades, que es un concepto amplio, abstracto, sino el de los satisfactores, ya que es a este nivel donde puede identificarse si se requiere un esfuerzo productivo.

Podemos distinguir, siguiendo a Doyal y Gough (1991) —quienes a su vez se basan en Lederer (1980)—, y a Kamenetzky (1981) tres tipos de satisfactores de las necesidades humanas: los objetos (bienes y servicios), las relaciones y las actividades. Para algunas necesidades como la alimentación, los satisfactores fundamentales son bienes; para otras, como la atención a la salud, son bienes y servicios; para las necesidades afectivas, en cambio, los satisfactores centrales son las relaciones con otras personas; hay otras necesidades, particularmente las de autoestima y autorrealización, parausartérminos de Maslow, cuya satisfacción se deriva sobre todo de la propia actividad del sujeto. Sin embargo, en casi todos los casos, aparte del satisfactor central, intervienen satisfactores complementarios. En todos los casos mencionados se requiere también que el individuo invierta tiempo personal. En algunos casos este tiempo es un satisfactor secundario, como el tiempo que dedicamos a comer o ir al médico, pero cobra mucha mayor centralidad el requerido para cultivar las relaciones, y es totalmente determinante el empleado para realizar las actividades que, por ejemplo, sustentan la autoestima, la autorrealización y el desarrollo educativo de la persona. En algunos casos, las costumbres determinan que algunas relaciones dependan de la aportación de ciertos bienes o de una cantidad de dinero, como ocurre con las dotes matrimoniales.

De lo dicho se derivan dos conclusiones. En primer lugar, que a los tres tipos de satisfactores analizados se tiene acceso a través de distintos tipos de recursos. A los bienes y servicios se accede a través de una combinación de cuatro de las seis fuentes de bienestar de los hogares:11 el ingreso corriente, los activos básicos y no básicos, y el acceso a bienes y servicios gratuitos, todas ellas reexpresables como recursos económicos cuantificables en términos monetarios. En cambio, los recursos que principalmente influyen en el acceso a los otros dos tipos de satisfactores, las relaciones y las actividades, son básicamente el tiempo y los conocimientos y habilidades (las otras dos fuentes de bienestar). En segundo lugar, que incluso las necesidades que se suelen concebir como inmateriales pueden requerir recursos económicos para su satisfacción. Que, por tanto, en el eje del nivel de vida están presentes prácticamente todas las necesidades humanas, pero sólo en su dimensión económica. Si esta conclusión fuese correcta, habríamos mostrado que la pregunta planteada antes sobre la viabilidad de abordar el problema directamente en el eje del nivel de vida, sin pasar por el del florecimiento humano, único eje conceptual donde es dable identificar todas las necesidades (y capacidades) humanas, camino adoptado por casi todos los estudiosos de la pobreza, es incorrecto.

 

El corte o definición del umbral de la pobreza

Logrado el recorte, falta preguntarnos cómo hacemos el corte, cómo determinamos el nivel de vida mínimo requerido para no ser pobre, el umbral de la pobreza. La actitud tomada por los economistas ortodoxos, quienes dominan el pensamiento en la materia en Estados Unidos y en muchos organismos internacionales, es la de aparentar que el corte no es importante, que es un acto arbitrario del investigador, evitando que se convierta en el asunto de la discusión, para facilitar así la introducción de umbrales de pobreza muy bajos, que llevan a la identificación de una fracción pequeña de la población en pobreza, lo que permite mantener la ficción de que éste es un problema menor del orden social y que, por tanto, puede resolverse con transferencias monetarias.

Mi postura es que las normas o reglas para saber quién es pobre y quién no lo es tienen una existencia social objetiva y que la tarea del investigador es conocerlas y sistematizarlas. Esta es similar a la postura adoptada por Amartya Sen en su libro Poverty and famines (1981), donde señala que "describir una prescripción prevaleciente constituye un acto de descripción, no de prescripción".12 Es un asunto normativo pero las normas no las define el investigador, sino que son normas actuantes en la vida cotidiana de la gente. Por eso el profesor Sen cita con frecuencia a Adam Smith, el padre de la economía política, quien en el siglo XVIII hacía notar que un trabajador respetable se avergonzaría si tuviera que presentarse en un lugar público sin una camisa de lino o sin zapatos de cuero. Este hecho refleja que estos bienes son bienes básicos y que forman parte del umbral de pobreza. Adam Smith nos da aquí una pista para reunir elementos requeridos para efectuar el corte: averiguar qué nivel de vida (en alimentación, en vivienda, en vestido, en todo lo demás) hace sentir vergüenza a las personas.

En principio, y otra vez aquí el maestro es Marx, para acometer esta tarea es necesario partir de una comprensión de las relaciones entre producción y necesidades.13 Se trata de dos polos de una unidad que se determinan mutuamente aunque la producción domina sobre las necesidades, ya que como vimos al principio, la naturaleza mediada del trabajo humano hace posible la ampliación constante de los objetos de las necesidades y de las capacidades humanas. Es el desarrollo de sus capacidades productivas lo que determina sus necesidades. En una sociedad productora de zapatos de cuero, las personas que carezcan de ellos se sentirán avergonzadas.14

En la era de la globalización, estas normas son cada vez más universales. Al hacerse global la producción, las necesidades también se globalizan, al menos como tendencia. Además, los organismos internacionales fijan normas de aplicabilidad universal y los gobiernos suscriben declaraciones sobre los derechos humanos, también universales. Estas son fuerzas y tendencias que impulsan la fijación de umbrales generosos, opuestos a los umbrales avaros que niegan la multiplicidad de los derechos y de las necesidades humanas y que reducen al ser humano a la calidad de animal. Es evidente que hay suficientes bases para que la definición del umbral no sea un acto arbitrario del investigador sino el resultado de una investigación sistemática de las prescripciones sociales existentes.

Ahora bien, debemos preguntarnos cuáles son los elementos sobre los cuales hay que operar el corte. En la bibliografía sobre la pobreza hay una tensión constante entre la pobreza definida como nivel de vida bajo y pobreza definida como recursos inadecuados o insuficientes. Para la mayor parte de los estudiosos, la pobreza es la insuficiencia de recursos, lo que causa un nivel de vida inadecuado, que significa carencias, privación. Otra postura posible es la de definir la pobreza como privación, como la presencia misma de las carencias. Quienes definen pobreza como insuficiencia de recursos, operan el corte en esta dimensión (espacio). Quienes tienen menos de un cierto nivel de recursos son pobres. Quienes adoptan la otra postura y definen la pobreza como privación, buscan los indicadores directos de privación: la falta de agua potable o de drenaje, el bajo nivel educativo, la desnutrición, el hacinamiento y la baja calidad de los materiales de la vivienda, la no participación en actividades acostumbradas en la sociedad, etcétera.

En el Método de Medición Integrada de la Pobreza que desarrollé entre 1991 y 1992,15 combino indicadores directos de privación con indicadores indirectos de recursos, entre los que incluyo el tiempo disponible en el hogar para trabajo doméstico, educación y tiempo libre. Concibo la pobreza como las carencias humanas derivadas de las limitaciones de recursos económicos (a los que llamo, dándoles un sentido más amplio, fuentes de bienestar de los hogares) e incluyo, como señalé antes, como fuentes de bienestar a los activos, el tiempo y el acceso a servicios gubernamentales gratuitos. Como Townsend, tengo claro que los recursos son un medio, que lo que importa es el nivel de vida y que es sólo en esta dimensión donde podemos establecer ese piso mínimo que separa a los pobres de los no pobres, la vida indigna de la digna (que el corte que se realice en los recursos, sin referencia al nivel de vida que éstos permiten alcanzar, como el que realiza el Banco Mundial, no tiene sentido). A diferencia de este gran autor, que busca en las relaciones empíricas observadas entre ingresos y privación el umbral mínimo en términos de ingresos para que la población no sufra carencias generalizadas, reduciendo con ello el concepto de recursos al de ingresos,16 yo he adoptado una postura mucho más normativa, que busca definir en cada dimensión del quehacer humano una norma, en la medida de lo posible basada en prescripciones sociales existentes. Concibo una gama amplia de recursos a los que he denominado fuentes de bienestar de los hogares que fueron enumeradas antes. A partir de aquí estructuro un enfoque en el que combino la información sobre las seis fuentes de bienestar de manera pragmática para identificar algunas carencias directamente porque es la manera más adecuada de hacerlo (por ejemplo, las características de la vivienda) o porque es imposible hacerlo de otra manera (por ejemplo, el nivel educativo de las personas) y en otros casos cuantifico los recursos disponibles y los cotejo contra normas originalmente construidas en términos de nivel de vida y traducidas en términos de algunos de estos recursos (ingresos y tiempo). El concepto operacional de pobreza que he adoptado para la medición es que es pobre aquel hogar que, dadas sus fuentes de bienestar, no puede satisfacer sus necesidades, por más eficientemente que las use.17

 

Elementos determinantes del florecimiento humano. Una primera aproximación

El desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción determinan el nivel de riqueza de la sociedad y las pautas de su distribución entre los miembros de ésta, para expresarlo en los términos de la teoría de la historia de Marx (gráfica 2). Este elemento macrosocial es el determinante fundamental del nivel de las fuentes de bienestar de los hogares. Estas, a su vez, son las que determinan la cantidad, calidad y diversidad de los satisfactores a los que puede tener acceso el hogar, los cuales, dadas tanto las características de los satisfactores como de las personas, determinan el nivel de (insatisfacción de las necesidades. Dadas las características personales de los miembros del hogar (edad, sexo, peso, tasas de metabolismo, necesidades especiales) el umbral de pobreza del hogar estará por arriba o por debajo del umbral medio. Si el hogar supera (o iguala) su propio umbral, y por tanto no se encuentra en la pobreza, habrá cumplido con las precondiciones para el florecimiento humano (gráfica 2). Si las condiciones societales lo permiten, la libertad positiva alcanzada al lograr la satisfacción de las necesidades individuales, combinada con la libertad negativa que se deriva de la vigencia de las garantías individuales, permiten al individuo plantearse un proyecto personal libre. Pero no todo proyecto personal libre lleva al florecimiento humano, cuya definición más radical es la de Marx-Markus, que lo denomina "realización de la esencia humana" en los individuos, y que supone el "despliegue de la individualidad humana libre, multilateral".18 Muchos proyectos personales pueden quedarse en la unilateralidad (desarrollan sólo un aspecto del ser humano) o peor aún, no desarrollan ninguno porque el trabajo involucrado se lleva a cabo no como un acto de libertad sino de necesidad (se realiza para subsistir) y es enajenante, alienante.19 Por eso las precondiciones (digamos la autonomía y la salud, para usar de momento las precondiciones individuales señaladas por Doyal y Gough) no son suficientes para el florecimiento humano.

Ningún ser humano que carezca de un umbral mínimo de salud y de autonomía puede florecer (aunque Stephen Hawkins parecería la excepción), pero muchos seres humanos sanos y autónomos no florecen. Aquí es donde aparece la contradicción central de las sociedades con amplia división social y técnica del trabajo. La división social del trabajo unilateraliza al individuo. La división técnica lleva a la pérdida, para la mayoría, del sentido creativo del trabajo, que deja de ser la realización de las potencialidades humanas y se convierte en algo rutinario y fatigante. En las sociedades del mundo actual casi toda la población ocupada trabaja en condiciones que no promuevan su florecimiento, tanto por la motivación no libre (la necesidad de la subsistencia) como por la naturaleza intrínseca (no creativa, enajenante) de la misma.20

Para la inmensa mayoría, el tiempo libre aparece entonces como la única oportunidad de realizar actividades libremente elegidas y creativas. Otra vez, se trata de una condición necesaria pero no suficiente. Una fracción mayoritaria de la población (también difícil de precisar) usa el tiempo libre disponible en actividades que prolongan la enajenación del trabajo de otra manera (como ver televisión comercial de baja calidad). Incluso para quien lleva a cabo un trabajo creativo, la disponibilidad de tiempo libre es una condición necesaria de su desarrollo y expresión multilateral y de satisfacción de otras necesidades. Sólo en situaciones sociales excepcionales, como la que prevalece en los países escandinavos, es posible para una persona optar por no trabajar antes que hacerlo en un trabajo enajenante y, sin embargo, mantenerse por arriba del umbral de la pobreza mientras opta por otras actividades en las que desarrolla mejor sus potencialidades. Esa situación es la que Esping Andersen ha denominado desmercantilización radical de la vida social (Esping, 1990).

En el resto del mundo prevalece una situación que ata la subsistencia al trabajo (para la inmensa mayoría que carece de riqueza de la que pudiera vivir). Por ello, como se indica en la gráfica 2, dos condiciones societales determinarán las oportunidades para que los proyectos personales libres se traduzcan en florecimiento humano: las oportunidades de trabajo realizador y la vigencia y extensión del derecho al tiempo libre aunada a las oportunidades para su uso productivo (en el sentido que usa Erich Frornm el término productivo).

De los tres niveles antes planteados (florecimiento o bienestar, nivel de vida, pobreza) sólo el primero se asocia plenamente con los resultados en términos de florecimiento, mientras los dos últimos, recortados a los condicionantes materiales del bienestar, se refieren a la escala de las precondiciones. Aunque el nivel de vida incluye hogares/personas que superan los niveles mínimos, el contenido de este eje conceptual no incluye la naturaleza de los proyectos personales libres que se formulan ni el resultado en términos de florecimiento o enajenación, sino que se centra básicamente en la abundancia de bienes materiales (recursos).

Por tanto, se desprenden de aquí tres conclusiones: a) El estudio de la pobreza es sólo la identificación de la población que carece de las precondiciones (de carácter material o económico) para el florecimiento humano o para evitar el grave daño (para usar un término de Doyal y Gough). b) El tiempo libre forma una parte esencial de esas precondiciones, puesto que aparece como la única condición material (o en todo caso la principal) de la satisfacción de una serie de necesidades (como el afecto y la participación) y como condición de posibilidad del florecimiento humano para la mayor parte de las personas, c) Por arriba del umbral de pobreza, es decir, cumplidas las precondiciones, lo interesante es el florecimiento humano y no el nivel de vida alto en sí mismo (sin florecimiento humano), cuyo valor sería cercano a cero, ya que llevaría al consumismo enajenante o por lo menos estéril.

Lo anterior destaca lo que ya se había apuntado sobre las dos etapas que tienen que distinguirse en la escala del bienestar: el acceso al umbral o precondiciones o superación de la pobreza, donde nos movemos en el reino de la necesidad, y la etapa del florecimiento o enajenación, donde nos movemos en el reino de la libertad. Al estudiar el florecimiento humano importan mucho las condiciones efectivas del trabajo o de la actividad principal del sujeto (sobre todo en términos de creatividad o realización de potencialidades) y también el contenido efectivo del uso del tiempo libre.

 

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Notas

* Versión modificada y sustancialmente ampliada del texto leído al recibir el doctorado honoris causa del Colegio de Posgraduados, el 17 de octubre de 2003, en Montecillos, estado de México. He eliminado el tono de discurso y las frases puramente circunstanciales. He añadido títulos y subtítulos.

He querido, sin embargo, mantener relativamente sin modificaciones el texto leído en aquella ocasión (secciones 1 y 2), por lo cual he añadido comentarios y aclaraciones, así como referencias bibliográficas en notas a pie de página. Una parte del texto aborda desarrollos conceptuales todavía en elaboración, en algunos de los cuales todavía tengo dudas, por lo que algunos pies de página son un diálogo conmigo mismo. He añadido una tercera sección, que complementa la discusión de los elementos constitutivos presentada en las dos primeras secciones, con una visión de los elementos determinantes, y refuerza la necesidad de mantener ambas discusiones separadas. La discusión de los determinantes tiene un carácter mucho más preliminar que la de los constituyentes.

1 El texto introduce aquí los conceptos de necesidades y de derechos sociales sin explicarlos, sin explicar las relaciones entre ellos ni sus relaciones con las reglas para definir quién es pobre y quién no lo es.

2 Para una síntesis de este pequeño pero denso y profundo libro, véase Boltvinik (1990).

3 Schumpeter, basándose en Böhm Bawerk, solía decir que la productividad del trabajo humano se derivaba de su carácter indirecto (roundaboutness). Me es imposible, sin embargo, dar una referencia bibliográfica que apoye esta cita de memoria.

4 Conviene citar textualmente a Markus sobre este importante punto: "En el trabajo humano como actividad objetualmente mediada, dejan de coincidir inmediatamente el motivo y el objeto de la acción. La acción orientada al objeto no es idéntica con la satisfacción inmediata de la necesidad, porque no aspira a aferrar el objeto natural previamente dado y adecuado para el consumo, sino a transformarlo (a menudo a través de múltiples mediaciones); por eso el trabajo produce y supone necesariamente una ruptura de la fusión animal de necesidad y objeto, de sujeto y de objeto; el trabajo engendra el ser-consciente y el ser-autoconsciente del hombre" (Markus, 1973: 49).

5 Materialmente considerada, la riqueza consiste simplemente en la multiplicidad y variedad de las necesidades (Marx, 2001, citado por Markus, op. cit. : 25).

6 Esta concepción ampliada de la pobreza y de la riqueza se ubicaría en el eje conceptual del florecimiento humano y no en el del nivel de vida. Véase el siguiente pie de página.

7 No son, necesariamente, los ricos convencionales. Pueden incluir artistas creadores, científicos, líderes espirituales y algunos (probablemente pocos) políticos.

8 Las obras principales de Abraham H. Maslow son "Atheory ofhuman motivation " (1943), Motivation andpersonality (1987), y Towardapsichology ofheing (1999). El primero es el artículo original en el que Maslow formuló su teoría por primera vez; en el segundo libro, cuya primera edición fue publicada en 1954, recoge las ideas del artículo anterior y en la tercera edición (postuma) de 1987, muchos otros desarrollos posteriores del autor; en el tercero, publicado por primera vez en 1968, Maslow desarrolla su psicología de la normalidad en torno al concepto del hombre autorrealizado. De los dos libros existe edición en español.

9 Es muy característico de la concepción marxista del hombre el hecho de que no separe tajantemente las necesidades de las capacidades, sino que las considere determinaciones recíprocamente condicionadas del individuo concreto activo. En los Manuscritos económico filosóficos designa a menudo unas y otras conjuntamente con el término 'fuerzas esenciales humanas' (Wesenkräfte)... El abismo o la escisión entre capacidades y necesidades es una consecuencia de la división del trabajo y de la alienación (Markus, 1973: 34).

10 Al hacerlo así, la única capacidad, en el sentido usual del término, que toma en cuenta es la de elección, convertida en la base de un concepto interesante pero parcial de libertad. Para una visión general (en español) de estos conceptos en Amartya Sen y de algunas de las críticas que ha enfrentado por parte de Gerald A. Cohén y de Bernard Williams, así como de los desarrollos que han llevado a cabo Meghnad Desai y Martha Nussbaum, véanse, en el número "Pobreza: desarrollos conceptuales y metodológicos" (vol. 53, núm. 5 de mayo del 2003) de Comercio Exterior, la presentación de Julio Boltvinik y los artículos de Amartya Sen, Amartya Sen y James Foster, Gerald A. Cohen, Bernard Williams, y Meghnad Desai.

11 El ingreso corriente, los activos básicos y no básicos, el acceso a bienes provistos públicamente, los niveles educativos y destrezas, y el tiempo libre, son las seis fuentes de bienestar de las personas/hogares que he identificado. Para una discusión de estas fuentes y su papel de hilo conductor en la crítica de los métodos de medición de la pobreza y en el desarrollo del Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), véase: Boltvinik, 1990; Boltvinik y Hernández, 1999, y Boltvinik, 2003.

12 No existe traducción al español de este importante libro. Sin embargo, los capítulos 2 y 3 referidos a los conceptos y medidas de pobreza fueron publicados en español como un capítulo en Beccaria et al. 1992 (traducción de Julio Boltvinik y Francisco Vásquez). El capítulo fue reproducido como Sen, 1992:310-322.

13 La obra maestra aquí es Marx, 1980.

14 La dinámica producción-necesidades, que Marx plantea a un nivel de abstracción muy alta en la Introducción, es desarrollada a un nivel histórico, para la Francia de los años setenta del siglo pasado es el libro de Terrail et al., 1977.

15 El planteamiento consolidado original (hubo algunos otros preliminares escritos en 1990 y 1991) aparece en Boltvinik, 1992:354-365.

16 La obra maestra de Peter Townsend, que probablemente constituya la obra monumental sobre pobreza más elaborada en la historia del tema, es Poverty in the United Kingdom (1979). La reducción de los recursos a los ingresos solamente es una paradoja en un libro que desarrolla una concepción amplia y una clasificación de los diversos tipos de recursos.

17 "Un hogar es pobre si dada una asignación eficiente de sus fuentes de bienestar no puede satisfacer todas sus necesidades básicas" Julio Boltvinik, "El método de medición integrada...", op.cit. p. 364. No he logrado, sin embargo, aplicar este criterio plenamente en las aplicaciones del método.

18 Tanto el concepto de multilateralidad como el de libertad deben precisarse. Entran aquí, por el lado de la multilateralidad, aspectos como la universalidad de la conciencia y el hombre epistémico, la multilateralidad de la actividad, etc. y, por el lado de la libertad, la relación entre libertad y necesidad. El concepto de autorrealización de Maslow es similar en muchos aspectos al de despliegue de la individualidad humana libre de Marx-Markus.

19 La alienación no es, pues, según el uso conceptual de Marx, más que la contraposición, la escisión entre el ser humano [la esencia humana cuyo portador es la sociedad] y la existencia humana. Y la abolición-superación de la alienación es la abolición de la contraposición entre el ser humano y la existencia humana, o sea, la creación de las posibilidades de una evolución histórica en la cual se termine la contraposición entre la riqueza, la multilateralidad de la sociedad y la impotencia, la mezquindad, la unilateralidad de los individuos, una evolución en la cual el desarrollo general de la sociedad, el estadio evolutivo de la humanidad, se pueda medir adecuadamente por el estadio de desarrollo de los individuos y la universalidad y la libertad del género humano se exprese directamente en la vida multilateral y libre del individuo (Markus, 1973: 83-84).

20 Las tareas domésticas, mayoritariamente llevadas a cabo por las mujeres, tampoco suelen llevar al florecimiento, por su carácter repetitivo y por la carga brutal que representan para la mayor parte.

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