SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue41Ethics and Reflexivity in AnthropologyGay visibility and Public Space in the City of Aguascalientes: Break to Access or Access to Break author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Desacatos

On-line version ISSN 2448-5144Print version ISSN 1607-050X

Desacatos  n.41 Ciudad de México Jan./Apr. 2013

 

Esquinas

 

Actividades productivas y migración internacional de retorno: los panaderos de San Miguel Coatlán, Oaxaca

 

Productive Activities and International Return Migration: The Bakers of San Miguel Coatlán, Oaxaca

 

Renato Salas Alfaro

 

Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, Estado de México, México, rnt13@hotmail.com.

 

Recepción: 18 de octubre de 2011.
Aceptación: 21 de mayo de 2012.

 

Resumen

Desde la perspectiva de los modos de vida sostenibles, en esta investigación se analiza la incidencia de la migración de retorno en las actividades productivas en San Miguel Coatlán, Oaxaca, en especial en la panadería. Las entrevistas a profundidad realizadas revelan que la emigración y el retorno hicieron posible que los panaderos mejoraran su capacidad productiva, técnica y humana. También destaca que, a pesar de sus esfuerzos, las necesidades que enfrentan para consolidar esta actividad siguen siendo mayores a sus recursos. En este sentido, los programas públicos podrían reorientar sus recursos para apoyar los requerimientos de los retornados y favorecer que mejoren sus modos de vida.

Palabras clave: migración de retorno, comunidad indígena, actividades productivas, modos de vida, Oaxaca.

 

Abstract

From the perspective of sustainable livelihoods, this research analyzes how return migration affects productive activities in San Miguel Coatlan, Oaxaca, especially the bakery. The depth interviews revealed that migration and return made possible for the bakers to improve their productive capacity, technical and human. It accentuates too that despite their efforts, the technical needs to strengthen this activity remain higher than the available resources. In this sense, public programs could redirect its resources to support the needs of returnees and to facilitate them to continue improving their livelihoods.

Keywords: return migration, indigenous community, productive activities, livelihoods, Oaxaca

 

INTRODUCCIÓN

En México la migración de retorno ha existido a la par que los flujos migratorios hacia í Estados Unidos. Ha sido difícil medir este contraflujo, pero en 1997 se estimaba que 3% de la población nacional había migrado al menos una vez a ese país (Corona, 2000: 172). Aunque desde Gamio (1930) se presume que a su regreso los migrantes mexicanos puedan traer consigo activos productivos —ahorros, habilidades, conocimientos y nuevas conductas—, los estudios sobre la incorporación de los retornados a la comunidad de origen son recientes. Las evidencias muestran que las remesas se destinan principalmente al consumo básico, al gasto en vivienda y una parte pequeña para inversión (Conapo, 2002; Durand y Arias, 1997; Donald, 2005). Esta porción que se invierte influye sobre el tipo y la calidad de las actividades productivas, y su efecto es mayor a medida que crecen los activos del hogar (Yúnez, 2001). Las remesas también contribuyen a la aparición de nuevos actores sociales —agencias de viajes, líneas de autobuses, vuelos de avión, taxis, prestamistas— y facilitan la instalación de empresas de confección de ropa y fábricas de zapatos, como en Irapuato y San Francisco del Rincón (Durand y Arias, 1997). Massey y Parrado (1997) sostienen que la migración internacional no genera dependencia, que más bien capitaliza a las empresas, sobre todo en hogares cuyo jefe de familia es casado, posee buena educación y carece de otro negocio y cuyos integrantes tienen a su vez buenos niveles educativos.

En la inserción laboral de los mexicanos retornados se ha encontrado que éstos adquieren habilidades y reúnen ahorros, que a su regreso les permiten generar su propio empleo e integrarse a mercados laborales de mayor calificación (Papail, 2003). Para la adquisición de habilidades no se distingue si el migrante es rural, monocultivador o analfabeto. Si era agricultor, aunque en el exterior siga realizando labores agrícolas, inicia un proceso en el que aprende a manipular nuevas semillas, insecticidas, tipos de corte, administración de gastos económicos y de recursos naturales (Chávez, 1995). Esta adquisición también ocurre en la migración nacional, si bien los efectos de los retornados a sus lugares de origen no siempre se manifiestan de inmediato. Por ejemplo, algunos retornados de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México hacia León, Guanajuato, demostraron ser más sociales, eficientes y resilientes a las presiones laborales en su actividad productiva, aunque aquel medio laboral no les permitía aplicar todo lo aprendido (Sabatés, 2007). En los años 1960-1970, en el sureste del Estado de México —Tlalámac, Colonia Guadalupe Hidalgo, Nepantla, Tlaltecoyac, Tlacotitlán— se cultivaba jitomate en el traspatio. Cuando regresaron los migrantes que laboraban en estos cultivos en lugares vecinos de Morelos, el jitomate comenzó a producirse comercialmente. Ahora en estas localidades se ocupa mano de obra de inmigrantes de Guerrero y Oaxaca (Estrada, 2008) y la zona concentra 80% de la superficie dedicada a la siembra de esta hortaliza y produce la mayor parte de jitomate de la entidad.

En Jamaica, Sri Lanka, Turquía, Albania y Moldavia los hallazgos son similares (Thomas, 1999; Athukorala, 1990; Dustmann y Kirchkamp, 2001; Borodak y Piracha, 2010), aunque las investigaciones establecen que se requieren apoyos adicionales a los activos de los retornados para garantizar las actividades de las que depende su nueva vida. La reinserción no es sencilla, puede ser difícil y hasta imposible si no se tiene la ayuda adecuada para consolidar esas pequeñas inversiones (Espinosa, 1998: 28): pequeños créditos, dotación de pequeños activos, formación empresarial, administración de pequeños negocios o finanzas personales, leyes que reduzcan la presión de las empresas grandes sobre el emprendimiento, entre otros. Para contribuir al estudio del retorno esta investigación toma como referencia una comunidad oaxaqueña. Se analiza la manera en que la emigración internacional y el retorno contribuyen en las actividades productivas, en particular en la forma en que los panaderos se apoyan en la emigración para ahorrar, comprar activos y mejorar esta actividad. Este estudio adopta el enfoque de medios de vida, en razón de que hace posible centrarse en las personas sin estandarizarlas a partir de sus experiencias y establecer las acciones necesarias que coadyuvan en sus esfuerzos para vivir mejor.

Se aplicó un cuestionario a los jefes de hogar para obtener información cuantitativa sobre sus actividades productivas, las fuentes y montos de ingreso que tienen a su alcance, la composición demográfica del hogar —sexo, edad, escolaridad, estado civil, ocupación— y las actividades de migración que desempeñan. Además, se realizaron 40 entrevistas a profundidad a migrantes, que revelaron sus procesos migratorios, la forma de adquisición de habilidades y activos, el uso que les dan y las limitaciones que enfrentan para hacerlo, entre otros aspectos. El trabajo de campo con ambos instrumentos se desarrolló entre noviembre de 2009 y febrero de 2010. Las entrevistas siguieron el procedimiento de bola de nieve y estuvieron sujetas a los tiempos de los entrevistados. Para el cuestionario se eligió una muestra mediante muestreo aleatorio simple sin reposición para poblaciones humanas. Se usó la expresión n= {[Z2pqN]/[(Ne2)+(Z2pq)]}, donde Z representa el nivel de confianza asignado a la ocurrencia del efecto, p y q son las probabilidades de selección y no de los hogares, que en esta ocasión computan 0.5 y 0.5, N equivale al número total de hogares en el pueblo y e corresponde al error de estimación que toleramos. Después se hizo un ajuste de corrección en el tamaño muestral porque así obtenida la muestra suele ser mayor de lo requerido (Berenson y Levine, 1994: 351). La corrección FCPF= ((N-n)/(N-1))1/2, donde n es la muestra previa y junta ambas expresiones: n= {[Z2pqN]/ [(Ne2)+(Z2pq)]} con el factor de corrección FCPF= ((N-n)/(N-1))1/2. El resultado es n0= ((n0)(N))/ ((n0)+(N-1)), donde n0 representa la muestra previa a la corrección. El tamaño de muestra óptimo era de casi 100, pero se aplicaron 103 cuestionarios para reducir el error de estimación.

 

LA PERSPECTIVA DEL MODO DE VIDA

Se integra de enfoques centrados en las personas, lo que hacen, lo que tienen, lo que pueden hacer y lo que necesitan para hacerlo mejor. Dado que las personas cambian sus aspiraciones, objetivos, características demográficas, posesiones de activos, el medio en que se desenvuelven y los actores e instituciones con los que interactúan, estos enfoques son realistas y dinámicos (Scoones, 1998). Incluir las perspectivas y participación activa de los migrantes permite esclarecer sus necesidades para optimizar el uso de sus activos y mejorar de esta manera su modo de vida actual, e incluso hacerlo sostenible en el largo plazo. El objetivo se cumple hasta que el hogar, con los recursos que posee y con las actividades que realiza bajo cierta institucionalidad, es capaz de hacer frente y recuperarse de crisis económicas y otros eventos difíciles, al mismo tiempo que logra mantener y mejorar sus activos (Chambers y Conway, 1992: 6).

Los componentes de un modo de vida incluyen todas las capacidades de sus integrantes, sus activos productivos tangibles e intangibles —social, humano, físico, financiero y natural— y las actividades que desarrollan a fin de proveerse los medios de vida, todo enmarcado por las instituciones y las relaciones sociales del contexto (Chambers y Conway, 1992). En función de los activos con que cuentan, los hogares elaboran sus estrategias y acotan las actividades por medio de las cuales pueden allegarse recursos, una combinación que muchas veces es improvisada (Scoones, 1998: 8). Cada activo tiene componentes que reciben efectos, el capital humano se ve influido por la nutrición, la educación, los conocimientos y las habilidades que desarrolla el sujeto. La capacidad social tiene que ver con las conexiones de amistades y compadrazgos, entre otros; el capital físico se refiere a la posesión de herramientas y tecnología. Los demás activos representan el manejo de los bosques, ríos, hábitos de ahorro y capacidad de acumular. En general, las personas disponen de un portafolio complejo de activos, y el modo en que lo administran repercute en la pobreza del hogar y la vulnerabilidad que enfrentan (Moser, 1998; Sandoval y Guerra, 2010). Esta conjetura es clave y sirve de base a las estrategias contra la pobreza que elabora el Banco Mundial (BM) (Moser, 1998: 22; BM, 2001: 34), pero también es la que permite apreciar que la emigración influye en áreas diversas del modo de vida de un hogar.

Dado que los hogares del medio rural están inmersos en restricciones y carencias que restringen su desempeño productivo, la capacidad presente de ahorrar y acumular activos para generar más ingreso es limitada. La búsqueda de un mejor modo de vida lleva a las personas a emplear sus capacidades en actividades que les retribuyan recursos, pero existen restricciones para obtener provecho de ellas. Las limitaciones derivan de la cantidad y calidad de sus activos, de las instituciones, del mercado, del entorno —climático, religioso, ético, moral, político—, de la autoestima para realizar una actividad o inversión y hasta de la mala suerte. La población rural tiene carencias de activos, pero no de todos: algunos emplean su fuerza de trabajo en actividades asalariadas, en la recolección de leña, en el traspatio del hogar o, como ocurre en los últimos 50 años en México, en la migración nacional e internacional.

Los individuos se integran a la migración internacional para que sus hogares tengan comida, para construir y reparar la vivienda, para que los hijos puedan estudiar, para ahorrar y acumular activos productivos, entre otras razones. De ser exitosa su migración, acceden a otra fuente de ingresos y pueden lograr estos planes, se hacen de activos y desarrollan capacidades de uso futuro con la educación de los hijos. Entonces el hogar puede enfrentar mejor las restricciones productivas, atenuar su vulnerabilidad a las adversidades del entorno —climáticas, económicas, institucionales, mala suerte— y tal vez llegue a consolidar su modo de vida de forma sostenible. Pero además la emigración introduce a los migrantes a un proceso costoso, incierto y de sufrimiento tanto para ellos como para sus familias: la hostilidad del cruce, la estancia y la vida en Estados Unidos inciden en las formas de hacer y pensar. Los migrantes pueden intencional o inherentemente desarrollar y depurar algunas habilidades técnicas —manejo de herramientas, maquinaria—, intelectuales, sociales y culturales —aprender idiomas, modales, relacionarse con gente distinta, conseguir micas "chuecas", integrarse en redes sociales—. Cuando retornan estas circunstancias pueden ser de utilidad para reorientar sus esfuerzos y formas de vida. Como señala Lamas (2010), la posibilidad de aprender de las experiencias adversas está subestimada, puesto que al menos dos tercios de los supervivientes de experiencias traumáticas encuentran caminos para beneficiarse de ellas.

Regresando de la caza. Demini, Roraima, Brasil, 1989.

En este sentido, es importante analizar las respuestas de los retornados, asomarse a las motivaciones internas para emigrar, darle uso al ahorro y demás. Es mejor que sólo asignarlas como respuestas a eventos externos (Long, 2007: 42). Es imposible que las personas no recurran a su memoria histórica para procesar, interpretar, aprender y obtener provecho de los acontecimientos fuera de su control. Aunque también es probable que en los hogares de San Miguel Coatlán, a pesar del inherente sentido mercantil que prevalece en Mesoamérica (Cook, 2005), no sea cosa simple utilizar los activos para generar ingresos. Este aspecto se toma como algo automático en este enfoque y en el combate a la pobreza (BM, 2001; Scoones, 1998) y se impulsa incluso en México (Székely, 2006). De la misma manera, no en todos los contextos pueden emplearse los activos en razón de que no existen los mercados para valorizarlos, o porque la costumbre de los hogares sea sólo atesorarlos.

 

SAN MIGUEL COATLÁN

Es una comunidad indígena zapoteca de la Sierra Sur de Oaxaca. Se localiza a 20 kilómetros de la cabecera distrital Miahuatlán de Porfirio Díaz, y a dos horas al sur de la capital del estado. Su formación deriva de la integración de tres pequeñas localidades, por lo que se divide en tres barrios, cada uno de los cuales representa a la comunidad original: San Miguel, San Juan y Santiago. Además, en el centro de la comunidad se construyó una capilla con un altar para cada santo. En la actualidad, la comunidad cuenta con una población total de 1 394 habitantes (INEGI, 2005) en 276 hogares. Casi 14% de la población es analfabeta. En promedio, ésta posee 4.28 grados de escolaridad, ligeramente más alto entre los hombres que entre las mujeres —4.6 contra 3.98—. La población se reconoce como zapoteca, aunque sólo 8% habla la lengua y 30% la entiende. Es una población católica —76%—, que convive con otras religiones —Pentecostés, Iglesia Bautista, Salón del Reino de los Testigos de Jehová—. La comunidad cuenta con escuela primaria, una telesecundaria, una casa de salud y el camino de terracería que va hacia la cabecera distrital se está asfaltando. La localidad exhibe las carencias normales de la entidad y otras están siendo atajadas por los migrantes. Hasta antes de la introducción de agua potable por medio de tequios en 1999, se consumía agua de nacimiento. Algunas calles tienen pavimento y recién se formó una línea de camionetas de carga —de migrantes retornados—, que funciona para el transporte de pasajeros hacia Miahuatlán. Todos los asuntos del pueblo se discuten en asambleas. Toda la gente puede asistir, pero se acostumbra que los hombres decidan. La comunidad celebra la fiesta del santo principal y de santos menores, la primera se realiza con mayordomía grande y las demás con una pequeña. En la mayordomía grande se requieren 17 personas, más un alumbrador1 que los apoya. Cada uno gasta entre 10 000 y 20 000 pesos. En la mayordomía chica se requieren de cinco a siete integrantes y se gasta menos. Para los recursos con que los lugareños cuentan localmente se trata de un monto considerable, pero quienes realizan estas actividades son objeto de una alta estima social, de modo que los hijos migrantes suelen apoyar con recursos.

 

LAS ACTIVIDADES PRODUCTIVAS EN LA COMUNIDAD

En esta comunidad, como en todo Oaxaca, la agricultura ha sido la base de la subsistencia y el eje de la estructura socioeconómica familiar desde tiempos antiguos (Flannery, 1999: 11-12). Los entrevistados mencionan que hasta hace pocos años la agricultura era la principal actividad socioeconómica local. El cultivo de maíz, frijol y calabaza constituía su forma de vida, así como el cuidado de animales, las labores de traspatio y las migraciones regionales esporádicas y, en mucha menor medida, nacionales. Ahora las actividades productivas son más diversas, algunas de formación reciente, como la migración y el trabajo asalariado, generan más ingresos y permiten la incorporación de las mujeres, por lo que están desplazando a las tradicionales. Con el trabajo de campo se detectaron 35 primeras actividades productivas entre la población en edad de trabajar y 32 segundas actividades, que cambian de importancia según la época del año. Las actividades agrícolas predominan: labores propias, peón y jornalero. Los menores de 30 años representan 27.5% de quienes realizan alguna actividad agrícola, situación recurrente en las comunidades en donde la migración es frecuente (Nava y Marrioni, 2003; Zendejas, 1988). Existen otras actividades adicionales: migración, carpintería, balconería, peluquería, panadería, enfermería, granja, pequeño comercio, taquería, albañilería, intendencia, chofer, docencia, policía, cocinero, electricidad, mesero, elaboración de tortillas. Casi la mitad de las actividades productivas en la comunidad son de reciente formación, impulsadas sobre todo por los hijos del hogar.

 

LA EMIGRACIÓN Y EL RETORNO A LA COMUNIDAD

La migración internacional de San Miguel inició a finales de los años setenta del siglo pasado, cuando los hermanos Gerardo y Filiberto J. partieron como indocumentados hacia Estados Unidos, y desde entonces no se ha detenido. Hasta finales de 2009, 36% de los hogares tenía por lo menos un familiar migrante nacional, 32% contaba por lo menos con un migrante internacional —en 10% había ambos migrantes— y otro 32% no registraba ningún tipo de emigración. A mediados de esa década la gente aún vivía en el cerro, allá producían sus alimentos, pocos hablaban español y mantenían una economía de intercambio. A finales de esta década la gente comenzó a instalar sus viviendas en lo que hoy es la comunidad y creció la interacción social, pero también la necesidad de efectivo para adquirir alimentos, bienes y servicios. Esto empujó la búsqueda de empleo en otros lugares. Respecto de la emigración, intervinieron también aspectos religiosos, culturales —realizar cargos, mayordomías y tequios—, productivos y económicos. Tener una casa de barro con techos de lámina fue uno de los anhelos para los migrantes pioneros. Dos lugareñas narran:

Estar lejos es... una chinga... Yo fui al corte de pepino, jitomate [Sinaloa]... íbamos porque había necesidad y no queríamos vivir para siempre en una casita de resina con zacate, queríamos tener por lo menos una casa de lámina, con eso nos contentábamos (Gloria H.).

Viendo la necesidad y que nomás teníamos una casa de madera en el rancho, se fue al norte [su esposo Javier J.], ya hizo la casa aquí y compró un terreno. Invirtió como 40 000 pesos. Compró lo de la cocina, refrigerador, camas, trastes y muebles. Ahorita los niños ya tienen su ropa, su calzado, hay suficiente para comer.

Otros emigraron a Estados Unidos para poder pagar deudas propias y una que su padre había contraído para financiar la mayordomía mayor —Javier H., Luis y Eleuterio P.—. Hubo quien emigró con la ilusión de conocer otro mundo —Lluvia H.—, incluso quienes emigraron justamente para no tener que cumplir algún cargo, por su apremiante necesidad económica y debido al reclamo familiar para salir adelante. Las edades de los migrantes se ubican entre 11 y 56 años, con un promedio de 26.6 años. Son primordialmente hombres —81%—, 55% son hijos del hogar y 43% son jefes de familia. Es una migración que se ha integrado en las corrientes laborales de mayor movilidad en Estados Unidos, como lo han hecho migrantes de entidades de mayor tradición migratoria (Zúñiga y Hernández-León, 2006; Binford, 2004). Los emigrantes pioneros que salieron entre 1980 y 1990 se dirigían a Washington, las Carolinas, Virginia y Houston. Quienes partieron entre 1990 y 2000 llegaban a Atlanta y Florida. Los que migraron después de 2000 incluyeron Oregon y Los Ángeles como lugares de destino. A diferencia de los zapotecos del Centro y de la Sierra Norte de Oaxaca que poseen una historia migratoria más extendida y que laboran en servicios del medio urbano (Hulshof, 1991; Cohen, 2001; Fox y Rivera, 2004; López y Runsten, 2004), los de San Miguel tienen baja escolaridad, son indocumentados y trabajan en la limpieza, en el cuidado de animales —vacas, cerdos, pollos, caballos—, en hipódromos, en labores agrícolas —cultivo de naranja, manzana, pera, aguacate, tomate—, en carpintería, jardinería, construcción de casas y plomería. Teóricamente, el tipo de empleos, la escolaridad y la documentación de que dispone el migrante limitan la naturaleza y calidad de los ahorros, habilidades y conocimientos potencialmente adquiribles en el exterior (Dustman y Kirchamp, 2001; Athukorala, 1990; Papail, 2003). Sin embargo, esto es válido para las habilidades técnicas. Como referimos, para mejorar un modo de vida la gente tiene a su alcance un portafolio de activos más amplio (Moser, 1998), que incluye la parte técnica, física, emocional y financiera del migrante y de su familia. De este modo, las nuevas experiencias en el bregar migratorio, los acuerdos establecidos con la familia, entre otras circunstancias, también deben considerarse. No obstante, se aprecia una rotación de habilidades técnicas entre los retornados de San Miguel. Por ejemplo, antes de irse al norte 31% de ellos trabajaban en el campo, 12.5% en la panadería, 28% eran albañiles, estudiantes o estaban en el hogar, y el resto eran carpinteros, arrieros y hasta pescadores. Durante su estancia en aquel país, 19% se ubicaron en tareas del campo, 9% en panadería y pastelería y 19% en labores de cocina, limpieza y empacado de alimentos, además de trabajos en llanteras, diseño de adornos, como supervisores de fábricas y en carpintería. Al regreso, quienes se emplearon en el campo allá lo hacen menos y buscan actividades nuevas. También expresan una nueva mentalidad y prácticas cotidianas. Por lo menos la mitad de retornados y familiares creen que sí es factible aplicar productivamente lo que han aprendido. De hecho, algunos retornados han iniciado cultivos comerciales con pequeños sistemas de riego y uno se dedica a construir casas de madera y concreto estilo americano, en tanto que los panaderos, carpinteros y los oficios de albañilería son más regulares. Otros retornados manifiestan intenciones de emprender proyectos de engorda de puercos, pollos, truchas y granjas lecheras. Todos tratan de desplegar los aprendizajes que traen consigo. Uno de los entrevistados señala:

Aprendí más en Estados Unidos, en mi trabajo se aprende mucho y se conoce. Por ejemplo, cómo hacer que crezcan bien las plantas, cómo arreglar una calle, cómo hacer una figura con el árbol y después el pasto. Es fácil, si uno quiere se puede, pero aquí no se puede, no se acostumbra eso. De mis ahorros de allá me compré mi motosierra, unas barretas, martillos y carretilla, como 15 000 pesos me gasté (Gilberto H.).

Cocinando pan de mandioca. Demini, Roraima, Brasil, 1989.

Estas transformaciones personales y los esfuerzos que despliegan los migrantes son derivados del compromiso que asumieron con su familia. Una razón subyace en esta actitud: en San Miguel la migración no es bien vista porque separa a la familia y trae preocupaciones a sus integrantes. Para todos es importante que quien parte se lleve consigo la bendición de todos, para que Dios lo cuide. Una forma de convencer a los demás, aparte de imponer la voluntad, es asumir compromisos de trabajar, remitir recursos, construir una casa, enviar a los hijos a la escuela, ahorrar y hacerse de activos para no depender siempre de la emigración. Esto distingue la migración de San Miguel respecto de la del centro del país, donde se argumenta que promueve mayor dependencia (Wiest, 1984). La creencia de que con la migración se puede ahorrar y acumular activos para construir un mejor modo de vida y salir de la pobreza es generalizada. Los retornados enviaban hasta más de la mitad de lo que ganaban en Estados Unidos y casi la mitad logró construir su casa como la deseaban, la equiparon, adquirieron herramientas y activos para su taller, panadería, negocio u oficio. Entre los panaderos, Carlos P. y Amado R. ofrecen su testimonio:

Cuando me fui al norte, dejé dinero, leña y maíz para que se la pasaran mientras. De allá le mandaba a mi esposa 90%, nomás me quedaba para comer. Para gastos de los niños, la ropa, la escuela, gastos de la casa, huaraches, comida, todo eso (Carlos P.).

De Estados Unidos tengo un taxi y una camioneta de transporte, y ocupo un chofer para que maneje ya sea el taxi o la camioneta, y ocupo otro cuando no hay tiempo de trabajar con uno de ellos (Amado R.).

Los retornados reconocen que la educación de sus hijos es importante y la promueven incluso en los demás hogares y en asambleas comunitarias. Atribuyen a la falta de educación los problemas de organización que tiene la comunidad para concretar proyectos productivos y mantenerlos funcionando, y argumentan que la educación sirve para aprender, expresarse mejor, conseguir mejores trabajos y tener mejor nivel de vida. Otro aspecto de relevancia productiva es la compra de herramientas e infraestructura productiva. Las herramientas de mayor valor se emplean en la panadería y en la carpintería, y se han comprado con las remesas nacionales e internacionales. Lo mismo ocurre con otras herramientas menores que se utilizan en albañilería y en labores agrícolas. Las herramientas de los hogares con actividad agrícola son las coas, los machetes, las bombas, las cubetas, los canastos, las barretas y los arados. En los que se realiza actividad de albañilería encontramos cucharas, niveletas, plomadas, taladros y cortadoras de azulejo, entre otras. Quienes tienen panadería poseen hornos, batidoras, muebles, revolvedoras, compresoras, molinos y herramientas relacionadas. En hogares dedicados a la carpintería se tienen sierras y cepillos. De los hogares que disponen de herramientas, 80% las ha adquirido después de 2000, lo que concuerda con la época en que la mayoría de emigrantes salió de la comunidad, y son herramientas en potencial productivo. No son de alto valor económico o tecnológicamente complejas, excepto las de carpintería, panadería y algunas computadoras que utilizan los estudiantes. El hecho de que sean propias refleja el aprendizaje externo y representan potenciales usos productivos. La posesión, uso y generación de ingreso con ellas está provocando que otros hogares empiecen a comprar herramientas para sus labores. Los demás están viendo que mejorar la capacidad productiva en el hogar permite diversificar la forma de allegarse ingresos y esto es bueno para fortalecer su modo de vida.

 

LA PANADERÍA

Es una actividad que en la comunidad ha crecido en importancia, volumen, empleos, infraestructura física, tecnificación y diseño de productos. Para ello ha recibido apoyo directo de la emigración nacional y a Estados Unidos y Canadá. La panadería es una actividad que conjuga las condiciones del hogar, la emigración, las remesas, el retorno y las circunstancias estructurales de la comunidad para que las personas puedan salir adelante. Los panaderos de San Miguel enfrentan sus condiciones de vida apoyándose en sus creencias divinas y desplegando esfuerzos y estrategias que incluyen las actividades migratorias para obtener medios económicos, además de aprender y depurar oficios. Al regreso fortalecen su actividad con equipo productivo y sus conocimientos, de lo que generan el ingreso que emplean para mejorar su modo de vida. En 1930, el señor Fausto P. empezó a hacer pan para consumo propio. Después comenzó a vender a sus vecinos, hasta que llegó a ser conocido como el primer panadero en la comunidad. Su producción era pequeña y crecía en la temporada de Todos Santos. Procreó seis hijos, a los cuales enseñó a elaborar pan. Ahora ellos tres tienen su propia panadería en el pueblo y otra en la ciudad de Oaxaca. En la actualidad, la mayor parte de quienes se dedican a la panadería son parte de esta familia y de otras dos más. De las ocho panaderías que hay en la comunidad, una es del señor Gaudencio P., quien estableció su panadería cuando regresó de Estados Unidos. A su retorno compró el terreno del establecimiento, pagó la construcción, financió la compra de herramientas, horno, mesas y máquinas para elaborar pan. En cambio, el señor Carlos P., panadero de nacimiento, combina esta actividad con sus labores agrícolas y las que desempeñaba como suplente del presidente municipal —en 2010—. Se inició en la emigración internacional en 1983:

Antes [aquí] no había mucho trabajo, tenían que trabajar hasta los niños para poder vivir. Yo le ayudaba a mi papá en el campo, en la panadería, estábamos escasos de dinero, no había ropa, sólo huarachitos, nada de zapatos. La casa era de tabla y tejamanil, por eso busqué el modo de irme. La primera vez me fui con el señor Vicencio. Cuando él terminó su servicio [el "coyote"] nos cobró como 12 000 pesos y tuvimos que darle la mitad acá y la mitad allá (Carlos P.).

Este migrante retornado fue cuatro veces al norte. La última data de 2004 y regresó en 2007 para quedarse en el pueblo. Él ya tenía su establecimiento de panadería antes de emigrar, pero a su retorno compró herramientas, equipo y más utensilios para mejorar la calidad de su producto y ampliar su mercado. Ahora tiene dos ayudantes asalariados y además emplea a sus parientes. Él mismo cuenta la historia de su mejoría, el arraigo que ha mantenido con su familia y la vigencia del compromiso premigratorio:

En Estados Unidos trabajé en un campo de golf, luego en el corte de tomate y la última vez en una panadería, trabajábamos 40 horas al día. Ahorré como 50 000 dólares, se invirtieron en la casa y en cosas de la panadería. Compré una compresora y máquinas para la panadería que aparte sirve para la repostería. En Estados Unidos aprendí a utilizar la compresora y me compré una. Ahorita quiero tener un horno eléctrico más moderno para tener un buen rendimiento en nuestro trabajo. Yo digo que estoy mejor aquí porque uno está con la familia. Económicamente no es lo mismo, no hay dólares pero uno está con la familia (Carlos P.).

La panadería del señor Heradio P. siguió una historia diferente. Tenía su local antes de migrar, pero sólo producía los fines de semana y en temporadas de Todos Santos. Cuando falleció en 2007, su hijo Eleucadio aprovechó sus conocimientos aprendidos en las áreas de panadería y repostería en la empresa Wall-Mart de la ciudad de Oaxaca y cambió el sistema de producción de pan que tenía su padre. Ahora hace nuevos panes, arreglos, adornos, y está incrementando la producción de su nueva panadería. El señor Genaro B. es un panadero que aprendió las labores de la panadería con su cuñado Heradio y puso su panadería de forma sencilla antes de emigrar al norte. Este emigrante inició sus viajes en 2005 por invitación de otro panadero, José L., que ya le había conseguido el trabajo de panadero y un préstamo del patrón para que pagara el "coyote" hasta Atlanta. Allá el patrón le consiguió la mica "chueca". Regresó de Estados Unidos en junio de 2009 y compró herramientas para mejorar la calidad y variedad de los panes que elaboraba. Genaro B. comenta:

De primerito mi familia no quería que me fuera, pero me animé y me fui porque los patrones me prestaron lo del "coyote". Mi panadería quedó abierta, dejé gente trabajando. En la panadería me iba más o menos, empecé de poquito y con la migración empecé a subir, ahorita ahí voy de a poquito. Lo que se gana aquí en una semana pues allá se gana en un día (Genaro B.).

Relata cómo la migración lo impulsó como panadero:

Allá trabajaba en una panadería. Llegando uno no sabe cómo está el movimiento, pero según va uno aprendiendo así va ganando. Es poca la diferencia en el trabajo, el material no es igual, la harina es rebajada, el azúcar es distinto, pero en una semana aprendes, nomás nos dicen cómo se hace. Con lo que gané allá, compré maquinaria, camioneta, material de panadería y un horno de panadería más grande que casi trabaja solo, cuece más hartos panes. Todavía me falta más maquinaria, pero es cara y como es para unas dos o tres clases de pan, no conviene invertir. Allá aprendí cosas de la pastelería, decorarlos, hacer muchas clases de pan que aquí casi no se venden (Genaro B.).

Por último, el señor Genaro B. refiere que como retornado se siente bien:

Aquí en la panadería el trabajo está bien, estoy mejor con mi familia, mis hermanos, mis padres. Se gana menos pero mejor se conforma uno porque allá se gana dinero, pero igual se gasta. La diferencia es cuando manda uno el dinero para acá (Genaro B.).

Existen otros casos de éxito en esta interrelación de la migración internacional y nacional con la panadería. Las motivaciones para emigrar, para remitir recursos y para aplicarlos en esta actividad son similares. Por ejemplo, el señor Francisco, hermano de Genaro B., también aprendió la elaboración del pan de su cuñado Heradio y abrió otra panadería en casa de sus padres. Cuando retornó de Estados Unidos invirtió recursos en el negocio, lo ha hecho prosperar y ahora vive de eso. Otro panadero, el señor Eduardo M., aprendió a elaborar pan principalmente con los primeros panaderos y es el único que no ha invertido un solo peso traído o recibido de Estados Unidos. Para establecer su panadería se apoyó en los recursos obtenidos de la caseta telefónica que tenía instalada en la comunidad.

El desarrollo de la panadería en San Miguel se ha impulsado con la emigración y el retorno a la comunidad. Las inversiones en esta actividad son considerables. El señor Genaro B. menciona un monto cercano a los 500 000 pesos, aunque no todos han invertido la misma cantidad. Algunos panaderos depuraron y ampliaron sus conocimientos y habilidades en esta actividad mientras estuvieron en Estados Unidos, conocieron otras máquinas, métodos, ingredientes, tiempos de cocción y demás aspectos relacionados. Algunos de ellos explican que bien pueden producir en mayor cantidad, hacer panes en el estilo de aquel país, pero que la gente de la región tiene otros gustos y que no tiene sentido hacer panes que no se consumen en la comunidad (José L.). Es decir, también ampliaron su horizonte de percepción y esto influye en sus decisiones de diversificar su producción y realizar inversiones. Este proceso de mejoramiento no ha sido una actividad sencilla, ni producto sólo de la emigración o del retorno. Muchos panaderos comenzaron sus negocios en sus propias cocinas. Un caso que ilustra de buena manera esta interacción es el del migrante retornado José L., panadero desde 1985, quien aprendió el oficio por necesidad y "porque quería tener un oficio, ya que no tuve la oportunidad de estudiar, tener un oficio es como si estudiara uno, en los dos se gana". Él y su familia iniciaron la panadería en un local en el que utilizaban la mitad del espacio para hacer pan y la otra para dormir: "me dije que esto no podía seguir así, y tuve que construir un lugar para cada cosa y uno exclusivo para vender pan". Su primera emigración internacional fue en 2001, estuvo allá casi año y medio, luego volvió a emigrar en 2004 y desde 2006 tomó la decisión de retornar definitivamente:

Aunque tenía mi trabajo, me faltaba construir mi casa. Ahora sí uno tiene que darles un mejor nivel de vida a los hijos y uno se ve obligado a echarle ganas donde sea posible. Como se presentó la oportunidad por eso me fui, pues aquí muy mal no me ha ido, me ha ido bien. Cuando terminé de pagar lo del "coyote" [2 000 dólares] empecé a mandar dinero para cumplir con lo que les había dicho. Mandaba de 80 a 90 por ciento del dinero que ganaba (José L.).

De la migración a Estados Unidos y de la panadería obtuvo los recursos para invertir en su negocio. Los montos rondan los 700 000 pesos para comprar el terreno, construir la casa y equipar la panadería. De hecho, gracias a que dominaba este oficio pudo trabajar en Estados Unidos. José L. narra:

Me fui a Estados Unidos porque unos contactos que estaban allá negociaron para que se fuera mi hermano, pero que le dieran el pasaje, él lo intento pero no pudo llegar. Me comuniqué con la panadería para ver si ocupaban un panadero, me dijeron que sí. Me fui porque los patrones me prestaron como 2 000 dólares para el "coyote", mi esposa se quedó trabajando con mis hijos y su hermano en la panadería. Aunque el sistema de trabajo era diferente, el material viene en otra presentación y todo en inglés. Aunque no aprendí inglés, sí aprendí para qué es cada cosa. Tres semanas me llevó aprender las formas y el sistema de trabajo, después me dieron a cargo una panadería, después me dieron la oportunidad de hacer mis propios modelos (José L.).

José L. refiere las razones por las que decidió volver:

Aunque en Estados Unidos ganaba bien, me dije: hasta aquí llego, ya me siento cansado, y tomé la decisión de estar aquí con mi familia, ahora sí que a hacer una inversión que resulte. Me regresé de Estados Unidos porque faltaba alguien aquí que se hiciera cargo de la panadería, porque mi cuñado tuvo que salir y era quien se encargaba de ella, por eso decidí venirme (José L.).

De su actividad como retornado precisa:

Ahora no cuento con maquinaria para esponjar en horas, como es allá, pero uno se tiene que adaptar. Por ejemplo, cuando hace frío produzco calor al pan con brazas del humo o con agua tibia para que esponje. En mi panadería la primera vez que me fui tenía dos máquinas, trabajan con ayuda de uno, pero a una velocidad. Las de allá tenían velocidades y por lo regular para cada función era una velocidad. Conozco muy bien cómo funciona el horno de leña, pero no sabía de los hornos de gas, las velocidades, qué pan meter primero. Por eso a mí me costó un poco de trabajo agarrarle la onda, pero aprendí a usarlas y cuando llegué me compré mi batidora y otras máquinas de pan. Ahora mi producción es mayor, antes ocupaba un trabajador y ahora tengo tres, antes nada más vendía aquí, ahora mi esposa lleva pan al centro [Miahuatlán] y mis hijos a otros lugares (José L.).

Cuando otro migrante que previamente se dedicaba a la panadería vio que ya había muchos panaderos, decidió salir para mantener a la familia, pero en el trasiego cambió su actividad a taquero y no piensa retomar aquella otra actividad. Rolando H. se fue a Monterrey en 2004 y estuvo cinco años haciendo tacos:

Al principio no sabe uno nada, pero poco a poco se aprende y entre más aprendes ganas más. Primero me animó un paisano y me dijo que había trabajito.

Me llevé a mi familia, mi esposa e hija, que apenas iba a cumplir un año. Al principio trabajé con una persona de Cuixtla, después ya puse un negocio que era mío. Ahorita no he comprado nada, ahí está el dinero que mandé antes, nomás compré un carro. Estoy mejor con mi esposa y mis hijos. Al pan, creo que ya no volveré, mejor quiero poner un negocio en Oaxaca. Estoy viendo las posibilidades, llevarme a mi familia a Oaxaca, apenas lo estoy pensando (Rolando H.).

Patricio H., panadero desde los 15 años y cuatro veces emigrante internacional entre 1999-2005, asegura que "ya no conviene tanto migrar porque a veces ya no hay trabajo, 'ta muy duro, muy difícil la situación". No obstante, con la emigración salió adelante y ahora tiene su propia panadería:

Emigré a Estados Unidos porque no había recursos, no había dinero, la situación del pueblo estaba bien jodida, no había trabajo. Yo quería hacer dinero y tener un carro. Allá conseguí empleo temporal de sembrar y trasplantar árboles y pasto en una nursería, pero pagaban poco. Luego me fui de planta a un rancho a cuidar caballos en establos. Mandaba la mitad de lo que me pagaban. De allá logré comprar lotes y construir, me gasté [70 000 dólares] en lotes, compré un carro, hice mi propia panadería. Mi panadería mejoró con nuevas herramientas movibles, como el amasijo, cortadoras, hornos de gas. Ya no gano el mismo tanto de dinero que ganaba antes, pero tengo trabajo aquí en mi panadería y les doy trabajo a otros cuatro empleados de mi familia [sus hijos]. Ahora vendo el pan y distribuyo en las rancherías y en pueblos vecinos como Santa Lucía Miahuatlán, Tamazulapan y otros (Patricio H.).

Entre los panaderos de San Miguel la emigración ha resultado ser un factor proveedor eficiente de recursos, capacidades y capital para reforzar estas actividades y su modo de vida. En algunos casos los migrantes han aprendido actividades productivas adicionales, depuraron las de panadería, aprendieron a manejar otras máquinas, procesos y herramientas. La emigración también contribuyó con aprendizajes y lecciones que luego los migrantes aplican en otras áreas de su vida. Por ejemplo, la experiencia de caminar por la noche en el desierto o en el frío de la montaña, exponerse a ser asaltados, el riesgo consciente de saber que sus hogares respaldan sus deudas en la comunidad y que si les pasa algo sus familiares quedarán endeudados son circunstancias que influyeron en las decisiones de ahorrar y comprar activos para mejorar la forma de vida. Otra cuestión que determinó su decisión es que se trata de jefes de hogar, comprometidos con su familia, que no dejaron de creer y motivarse porque podían volver un día y elevar su calidad de vida. Así lo constata la visión diferente que tienen de sus propias actividades de panadería. Carlos P. dice: "veo que en la panadería hay muchas necesidades, yo quiero tener un horno eléctrico, algo más moderno para tener un buen rendimiento y hacer más negocio". Rolando refiere por su parte: "sé manejar, albañilería, panadero, en el campo, sé lo de la taquería, muchas cosas pa' trabajar". Patricio es precavido, sabe que para agrandar su panadería y ganar más debe comprar más herramientas: "más adelante ya no se va a usar leña. Ahorita compro leña, la ocupo todavía porque mis hornos de leña todavía me sirven, pero creo que debo comprar más máquinas para avanzar más en mi trabajo". Esta perspectiva se extiende hasta la comunidad, pues ahora pueden percibir necesidades concretas que a su juicio podrían satisfacerse para que la comunidad mejore en conjunto, como es el caso del drenaje y las vías de comunicación, pero advierten asuntos de fondo. Carlos P. asegura:

Hace falta que la gente se uniera y trabajara junta, solicitando apoyo al gobierno, buscar alguien que nos enseñe algo que les guste hacer. En mi caso enseñarle a un grupo hacer pan, también que vengan mejores maestros y que la educación mejore (Carlos P.).

Los indígenas yanomami construyen la maloca. Demini, Roraima, Brasil, 1989.

Otro panadero migrante comenta que para mejorar las condiciones de vida hay que trabajar y ahorrar, que la gente debe trabajar para hacer mucho y lograr tener algo independiente. Otros migrantes panaderos concuerdan en que no hay forma de salir adelante si no es trabajando: "las personas no deben esperar lo que el gobierno les dé, porque hay personas que sólo esperan a que éste les dé algo y mientras no aportan nada, y así se van acostumbrando" (José L.).

 

COMENTARIO FINAL

Podemos apreciar que la emigración contribuyó a mejorar el modo de vida de estas personas. De toda una comunidad y de una variedad de emigrantes y retornados, este sector ha podido obtener beneficio de la migración. Estos panaderos conocen con mayor precisión los apoyos que necesitan y tienen ideas claras de cómo seguir impulsando a sus familias, pero los recursos técnicos, financieros, de mercadotecnia y crediticios con los que cuentan son limitados para empresas mayores. En este sentido, es fundamental un esfuerzo que los acompañe. Es indispensable que, además de apoyar a las comunidades rurales con pollos, borregos y vacas, se escuche y se preste atención a las demandas concretas de los retornados en los programas públicos, y que estas políticas se lleven a cabo antes de que las habilidades y la disposición queden relegadas. Los retornados son personas que tienen ideas, que dominan oficios y sobre todo que quieren generar ingresos para sus familias a partir de estos activos. No todos carecen de apoyos financieros, a algunos les falta motivación para emplear productivamente sus activos y otros tendrán que despertar el instinto empresarial que es inmanente al intercambio mercantil en tianguis y trueques caseros típicos de Mesoamérica (Cook, 2005). Los zapotecos del centro y del norte de Oaxaca han manifestado esta condición en emprendimiento empresarial en otros países (López y Runsten, 2004). Esta parte de la motivación y la creencia interior, acompañada del esfuerzo y una mentalidad ex profeso de emplear productivamente los activos, es lo que no incluye la perspectiva del modo de vida y lo da por establecido. En oficios como la albañilería se detectaron retornados con activos humanos, herramientas, vehículos, pero sin la disposición para emplearlos y generar ingreso para mejorar el modo de vida. Apoyar la aplicación productiva del conocimiento y habilidades del medio rural es, además, una forma en que el Estado contribuye a protegerlas e integrarlas al proceso nacional de desarrollo (Román y Padrón, 2010), porque si no hay respaldo para éstos y para otros retornados el regreso al norte sigue siendo una opción.

 

Referencias bibliográficas

Athukorala, Premachandra, 1990, "International Contract and the Reintegration of Return Migrants: The Experience of Sri Lanka", en International Migration Review, vol. 24, núm. 2, pp. 323-346.         [ Links ]

Banco Mundial (BM), 2001, Informe sobre el desarrollo mundial 2000/2001. Lucha contra la pobreza: panorama general, Ediciones Mundi-Prensa, Washington, D. C.         [ Links ]

Berenson, Mark y David Levine, 1994, Estadística básica en administración, Prentice Hall, México.         [ Links ]

Binford, Leigh, 2004, "La migración internacional en el contexto de la crisis en la industria mexicana de la construcción: el caso de Santo Tomás Chautla, Puebla", en Leigh Binford (ed.), La economía política de la migración internacional en Puebla y Veracruz. Siete estudios de caso, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.         [ Links ]

Borodak, Daniela y Matloob Piracha, 2010, Occupational Choice of Return Migrants in Moldova, Institute for the Study of Labor (Discussion Paper Series, núm. 5207), Bonn, en línea: <http://ftp.iza.org/dp5207.pdf>         [ Links ].

Chambers, Robert y Gordon Conway, 1992, Sustainable Rural Livelihoods: Practical Concepts for the 21st Century, Institute of Development Studies, Sussex.         [ Links ]

Chávez, Arturo, 1995, "Migración de retorno y modernización", en Debate Agrario: Análisis y Alternativas, núm. 21, Centro Peruano de Estudios Sociales, Lima.         [ Links ]

Cohen, Jeffrey, 2001, "Transnational Migration in Rural Oaxaca, Mexico: Dependency, Development and the Household", en American Anthropologist, vol. 103, núm. 4.         [ Links ]

Consejo Nacional de Población (Conapo), 2002, Migración, Remesas y Desarrollo. Boletín sobre Migración, núm. 19, Consejo Nacional de Población, México.         [ Links ]

Cook, Scott, 2005, "Cultura, mercancías y la economía indígena de Mesoamérica", en Cuadernos del Sur, año 11, núm. 21, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, pp. 35-50.         [ Links ]

Corona, Rodolfo, 2000, "Monto y uso de las remesas en México", en Rodolfo Tuirán (coord.), Migración México-Estados Unidos. Opciones de política, Secretaría de Gobernación, Consejo Nacional de Población, Secretaría de Relaciones Exteriores, México.         [ Links ]

Donald, Terry, 2005, "Las remesas como instrumento de desarrollo", en Terry Donald y Wilson Steve (eds.), Remesas de inmigrantes. Moneda de cambio económico y social, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, D. C.         [ Links ]

Durand, Jorge y Patricia Arias, 1997, "Las remesas: ¿continuidad o cambio?", en Revista Ciudades, núm. 35, Red Nacional de Investigación Urbana.         [ Links ]

Dustmann, Christian y Olivier Kirchkamp, 2001, "The Optimal Migration Duration and Activity Choice After Re-migration", en Journal of Development Economics, vol. 67.         [ Links ]

Espinoza, Víctor, 1998, El dilema del retorno. Migracion, género y pertenencia en un contexto trasnacional, El Colegio de Michoacán, El Colegio de Jalisco, México.         [ Links ]

Estrada Lima, Quetzalli, 2008, "Migración y empleo en el sureste del Estado de México", en Pablo Castro Domingo (coord.), Dilemas de la sociedad posindustrial, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Universidad Autónoma del Estado de México, Miguel Ángel Porrúa, México, pp. 113-136.         [ Links ]

Flannery, Kent, 1999, "Los orígenes de la agricultura en Oaxaca", en Cuadernos del Sur, núm. 14, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, Oaxaca, pp. 5-14.         [ Links ]

Fox, Jonathan y Gaspar Rivera Salgado, 2004, "Introducción: indígenas mexicanos migrantes en Estados Unidos", en Jonathan Fox y Gaspar Rivera Salgado (coords.), Indígenas mexicanos migrantes en los Estados Unidos, Cámara de Diputados, The University of California, Universidad Autónoma de Zacatecas, Miguel Ángel Porrúa, México.         [ Links ]

Gamio, Manuel, 1930, Número, procedencia y distribución de los emigrantes mexicanos en los Estados Unidos, Talleres Gráficos, México.         [ Links ]

Hulshof, Marije, 1991, "Zapotecs Moves. Networks and Remittances of Bound Migrants from Oaxaca Mexico", en The Nederlandse Geografische Studies, núm. 128.         [ Links ]

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 2005, Conteo de población y vivienda 2005, Principales resultados por localidad (ITER), Instituto Nacional de Estadística y Geografía, México, en línea: <http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter1995.aspx?c=27438&s=est>, consultado el 20 de mayo de 2010.         [ Links ]

----------, 2010, Población, hogares y vivienda. Cuadro resumen: indicadores de demografía y población, en línea: <http://www.inegi.org.mx/Sistemas/temasV2/Default.aspx?s=est&c=17484>         [ Links ].

Lamas Rojas, Héctor, 2010, "Experiencia traumática y resiliencia: identificación y desarrollo de fortalezas humanas", en línea: <http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/Hector_Lamas_Resiliencia.asp>         [ Links ].

Long, Norman, 2007, Sociología del desarrollo: una perspectiva centrada en el actor, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, El Colegio de San Luis, México.         [ Links ]

López, Felipe y David Runsten, 2004, "El trabajo de los mixtecos y los zapotecos en California: experiencia rural y urbana", en Jonathan Fox y Gaspar Rivera Salgado (coords.), Indígenas mexicanos migrantes en los Estados Unidos, Cámara de Diputados, The University of California, Universidad Autónoma de Zacatecas, Miguel Ángel Porrúa, México.         [ Links ]

López, Humberto y Pablo Fajnzylber, 2007, Close to Home: The Development Impact of Remittances in Latin America, Banco Mundial, Washington, D. C., en línea: <http://live.worldbank.org/development-impact-remittances-latin-america>         [ Links ].

Massey Douglas y Emilio Parrado, 1997, "Migración y pequeña empresa", en Revista Ciudades, núm. 35, Red Nacional de Investigación Urbana.         [ Links ]

Moser, Caroline, 1998, "Reassessing the Asset Vulnerability Framework", en World Development, vol. 26, núm. 1, pp. 1-19.         [ Links ]

Nava, Tablada y Gloria Marrioni, 2003, "El impacto de la migración en la actividad agropecuaria en Petlalcingo, Puebla", en Agrociencia, vol. 37, núm. 6, pp. 657-664.         [ Links ]

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), 2007, OECD Rural Policy Reviews: México, OECD Publishing, en línea: <http://www.oecd.org/document/5/0,3746,en_2649_33735_38173637_1_1_1_1,00. html#how_to_obtain>         [ Links ].

Papail, Jean, 2003, "Migraciones internacionales y familias en áreas urbanas del centro-occidente de México", en Papeles de Población, año 9, núm. 36, Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, Universidad Autónoma del Estado de México, en línea: <redalyc.uaemex.mx/pdf/112/11203606.pdf>         [ Links ].

Román, Patricia y Mauricio Padrón, 2010, "Hogares y familias rurales en México frente a las políticas públicas. Primeras aproximaciones", en Revista Latinoamericana de Estudios de Familia, vol. 2, pp. 137-152.         [ Links ]

Sabatés, Ricardo, 2007, "Desarrollo y utilización de habilidades: el caso de los migrantes en León, Guanajuato, procedentes de la ciudad de México", en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 22, El Colegio de México, México.         [ Links ]

Sandoval Forero, Eduardo y Ernesto Guerra, 2010, Migraciones e indígenas: acceso a la información en comunidades virtuales interculturales, Universidad de Málaga, España.         [ Links ]

Scoones, Ian, 1998, Sustainable Rural Livelihoods: A Framework for Analysis, Institute of Development Studies, (documento de trabajo, núm. 72), Brighton.         [ Links ]

Székely, Miguel, 2006, "Perspectivas sobre la pobreza y la desigualdad en México: hay que correr más rápido que el tigre", en Este País, núm. 181, pp. 26-30.         [ Links ]

Thomas Hope, Elizabeth, 1999, "Return Migration to Jamaica and its Development Potential", en International Migration, vol. 37, núm. 1, pp, 183-205.         [ Links ]

Wiest, Raymond, 1984, "La dependencia externa y la perpetuación de la migración temporal a Estados Unidos", en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. 4, núm. 15, El Colegio de Michoacán, pp. 53-87.         [ Links ]

Yúnez Naude, Antonio, 2001, "Las remesas y el desarrollo rural", en Seminario Internacional sobre la Transferencia y Uso de Remesas, Proyectos Productivos y Ahorro, 3-5 de octubre, Zacatecas, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Zacatecas.         [ Links ]

Zendejas, Sergio, 1988, "Migración de mexicanos a Estados Unidos y su impacto político en los poblados de origen. Redefinición de compromisos con el ejido en un poblado michoacano ", en Ángel Castillo, Alfredo Lattes y Jorge Santibáñez (coords.), Migración y fronteras, El Colegio de la Frontera Norte, El Colegio de México, Asociación Latinoamericana de Sociología, México.         [ Links ]

Zúñiga, Víctor y Rubén Hernández-León, 2006, "El nuevo mapa de la migración mexicana en Estados Unidos: el paradigma de la Escuela de Chicago y los dilemas contemporáneos en la sociedad estadounidense", en Estudios Sociológicos, vol. 24, núm. 70, pp. 139-165.         [ Links ]

 

Nota

1 De los candidatos a mayordomos, el que tiene más recursos y terreno es nombrado como "casero", ya que todas las actividades se realizarán en su casa. Un alumbrador vela por las responsabilidades del mayordomo principal, lo apoya en asistir y acompañar a la esposa a las reuniones de acuerdos, también participa en las actividades de coordinación para la fiesta y aporta la cantidad señalada (Rita J., 12 de enero de 2010).

 

Información sobre el autor

Renato Salas Alfaro es profesor-investigador en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población de la Universidad Autónoma del Estado de México. Estudia los efectos de la migración internacional sobre la socioeconomía de las comunidades indígenas, principalmente en Oaxaca y Michoacán.

 

Información sobre el fotógrafo

Michel Pellanders nació el 31 de diciembre de 1951. Estudió en la Rietveld Academie y en la Rijksacademie van Beeldende Kunsten de Ámsterdam. Es fotoperiodista independiente, representado por la agencia Hollandse Hoogte desde 1980. Ha realizado viajes de trabajo a México y Nicaragua (1982-1983), Brasil (1987, 1989 y 1996), Madagascar (2000), Sudáfrica (2001), África Central (2002) y México (2003). Ha publicado su trabajo en los libros Mekarõn: Amazone Indianen (Fragment, 1993), Awí! Amazone Indianen (Mets en Schilt, 2000), Tsanga-tsanga-na. Madagaskar: verhalen over een eiland (KIT, 2002) y Kalahari. Bushmen: verhalen uit Zuidelijk Afrika (KIT, 2003). También ha colaborado en filmes como Maan, oerwoud, vuur, aardeLuna, bosque, fuego, tierra— (1990) y en producciones musicales como Awí Productions: Amazone Indianen (1992). <www.michelpellanders.nl, awi2mami@dds.nl>

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License