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Tópicos del Seminario

On-line version ISSN 2594-0619Print version ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  n.33 Puebla Jan./Jun. 2015

 

Presentación

Las estrategias de la inmanencia

 

1. El ineludible problema y la capacidad operativa

Con esta tercera entrega sobre la cuestión de la inmanencia nuestro proyecto va llegando a su fin. Esto no quiere decir que la discusión que hemos convocado y que fue abierta en el espacio de Tópicos se agote con el presente cierre, ni, tampoco, que al término de los tres volúmenes hayamos arribado a conclusiones unívocas y certeras. Muy por el contrario, si algo podemos afirmar es que, de nueva cuenta, la indagatoria sobre esta problemática, por demás conocida, ha sido actualizada, inclusive con sus posturas divergentes y sus diferentes interpretaciones. Y esta constatación nos lleva a otra: la pregunta por la inmanencia constituye un rasgo distintivo de la teoría semiótica. Quizás sea éste un punto conclusivo y la mayor adquisición de estas reflexiones consideradas en su conjunto, es decir, en la totalidad que conforman los valiosos trabajos que hemos reunido.

Pareciera que tanto el rechazo de la inmanencia como la consolidación de su existencia y necesidad —ya sea en su clásica concepción como en sus cambios más actuales— y aún la prescindencia de su mención y tratamiento, confirman que el principio de inmanencia sigue estando ahí y que los semiotistas no pueden evitar el problematizarse por su relación con dicho fundamento. ¿Por qué? La respuesta que podemos darnos, y ofrecer a la consideración de los lectores, es que sus razones de existencia epistemológica están enraizadas en el surgimiento mismo de la semiótica moderna, constituyendo siempre un nudo crítico para esta última, una controversia interna sin resolución aparente, lo cual, como ocurre con tantos otros conceptos provistos por la función meta, llamémosle metalingüística o metasemiótica, otorga identidad a este raro pensamiento semiótico que, gracias al autoexamen sin tregua, permanece en proceso.

Dicho esto, constatamos también que ha habido avances en este nuevo planteamiento incisivo, sobre todo en lo que respecta a cómo situarnos frente a esa herencia difícil de asumir que constituye el inmanentismo y frente a cómo reformularla desde la expansión de los compromisos actuales a los que nuestra disciplina está obligada a responder. En ese sentido, a lo largo de las concreciones de nuestro proyecto, se ha logrado un mejor esclarecimiento de algo que queremos volver a remarcar en esta última presentación: la complejidad de la inmanencia consiste en poseer, por un lado, una doble esencia: su carácter absoluto y relativo, y, por el otro, el poseer una doble referencia: hacia un nivel, pliegue o estrato, inherente a los objetos significantes y hacia la postulación del método con el que deben ser analizados. En ese juego de dobles orientaciones de sentido es donde se produce la inevitable —¿y por qué no afortunada?— discrepancia.

Pero en la exposición de las diferentes posturas que han tenido lugar en estos tres compendios de Tópicos han surgido no sólo nuevos elementos de juicio para examinar las variaciones de un viejo tema, sino además, proyecciones teóricas sin precedentes de la inmanencia. Tales proyecciones irradian sus influencias dentro de la teoría misma —impactando a otros conceptos que necesitan ser ahora revisados a la luz del presente cuestionamiento— hacia otras disciplinas que integran las ciencias humanas y hacia las estrategias de la semiótica para responder hoy a demandas inesperadas, propias de la heterogeneidad creciente de los hechos del lenguaje. He aquí el motivo del título que le hemos dado a estas líneas y con el que deseamos orientar las expectativas de nuestro lector.

Podemos preguntarnos aquí: ¿por qué inclinar la tendencia de la lectura hacia las estrategias de la inmanencia y no inclinarla más bien hacia la búsqueda del método inmanente? Sucede que el método, como camino o puente que enlaza la actividad cognoscitiva entre la teoría y los objetos de conocimiento, estaría incluido en el arte de dirigir las operaciones investigativas, lo cual entendemos como estrategia. En efecto, para lograr una mayor eficacia en el desentrañamiento del sentido es necesario desarrollar la habilidad para conducir el método, pero los objetos significantes, sus usuarios o sujetos dadores de sentido, sus analistas o intérpretes también poseen y desarrollan sus estrategias. La significación no deja de ser, entonces, una actividad creativa en la que hay que armonizar y adecuar muchas exigencias que provienen de los distintos dominios que entran en juego.

Volviendo estrictamente al problema de la inmanencia, la que asumimos ahora en la complejidad de su doble esencia, pareciera que a partir de estos ensayos deberíamos repensarla también como una doble dinámica: una instancia semiótica que posee sus propias estrategias para autoconstituirse y manifestarse en una línea de fuga o, constituyendo ella misma una estrategia para el semiotista, una competencia para llevar a buen término las prácticas semióticas, sean éstas acciones de investigación o acciones de todo tipo que se ejecutan para dar forma al sentido y, mediante ello, al ser y al estar del sujeto en el mundo.

 

2. Reflexiones y propuestas

Ahora bien, la lógica que hemos encontrado —con el fin de ofrecer una lectura ordenada de las contribuciones que integran este número— se atiene, como era de esperar, a los lineamientos precedentes. Así, los artículos se reúnen en pequeños conjuntos o se siguen unos a otros dando continuidad a los planteamientos, proposiciones o respuestas que los mismos participantes han aportado. Esto explica que la apertura esté sustentada por el trabajo, con gran espectro crítico, de Federico Montanari y que, el cierre, dando proyección hacia el futuro de la cuestión que nos ocupa, corresponda al artículo de Jacques Fontanille.

Cierto, Montanari comienza por una revisión de los orígenes del concepto de inmanencia trazando una trayectoria que abarca tanto los primeros tiempos de la construcción de la teoría semiótica como los actuales, compelidos, estos últimos, por las transformaciones epistemológicas en las que el pensamiento de Spinoza resurge mediante las ideas inmanentistas de Gilles Deleuze. Lejos de un rechazo o de un abandono de la inmanencia, Montanari radicaliza de manera crítica dicha noción, profundizándola incluso, gracias a la incorporación de la filosofía de Deleuze en la perspectiva semiótica.

Aquí es necesario destacar una diferencia importante entre el clásico principio de inmanencia y el que se ha ido perfilando en estos últimos años: la presencia de Deleuze —y con ella la tradición filosófica que trae consigo— ha quedado incorporada incontestablemente a las fuentes clásicas y de obligada cita: Hjelmslev y Greimas. Como se advertirá en las próximas páginas, y se habrá advertido ya en las secuencias precedentes de nuestro proyecto, en una gran mayoría de los trabajos, la inmanencia según Deleuze es una referencia sin falta que permite complementar y enriquecer el viejo concepto.

Haciendo de par oponente al artículo que acabamos de comentar, la colaboración de Pierluigi Basso Fossali refuerza el tono crítico y también la necesidad de cuestionar la tradición de la disciplina semiótica, siempre con el fin de dar satisfacción a preguntas que el propio Fossali se hace con respecto a temas que ocupan hoy a muchos semiotistas, tales como las mediaciones, las prácticas, las identidades culturales, etc., en su relación con la inmanencia. No deja de reintroducir, como ya lo habían hecho otros trabajos del volumen anterior, la trascendencia en la problemática de la inmanencia.

Si Pierluigi Basso lleva la discusión de la inmanencia al terreno de las prácticas semióticas, el trabajo de Maria Giulia Dondero se ubica decididamente en una semiótica de la acción desde donde cuestiona —en primer lugar— el concepto de textualización, dando por sentado que es pertinente para el abordaje de la inmanencia y va luego, a partir de allí, al tratamiento del tema específico de este dossier.

Cuando Dondero se refiere a las prácticas semióticas hace un deslinde entre los autores que las examinan en discursos que hablan de ellas, es decir, que no las estudian directamente como acontecimientos de la actualidad social y de la experiencia in situ, y, su propio caso, en el que Dondero ofrece el estudio de una práctica como tal, por lo tanto, es un objeto de naturaleza comunicativa, efímera e inasible. Asimismo, buscando los dispositivos adecuados para el análisis de tales prácticas plantea una diferencia entre el concepto de textualización, que fija de alguna manera la acción semiótica, y el de las textualizaciones, reconstrucciones posteriores a los hechos a través de las diversas anotaciones que realizan los mismos semiotistas.

A continuación, la duda de Maria Giulia Dondero, con respecto a que si la inmanencia no sería en el fondo un condicionamiento de la semiótica para encerrarla en sí misma y volverla incompetente para el análisis de los acontecimientos empíricos, encuentra eco en la colaboración de Ivan Darrault-Harris. Pero, para este autor el dilema no está entre la semiótica inmanentista y los casos del mundo social —con los que de hecho él trabaja conjugando dicha teoría, el psicoanálisis y la psiquiatría— sino entre la semiótica y la cooperación con otras disciplinas para el abordaje de la significación en las prácticas terapéuticas.

Ivan Darrault-Harris hace presente en estas páginas a otras voces que, incluso en la corriente estructural, han contestado enfáticamente el principio de inmanencia. Así, mediante su ensayo, de postura interdisciplinaria, se recuperan las posiciones de Claude Lévi-Strauss, Jean Petitot y Jean-Claude Coquet, entre otras.

Cabría aquí preguntarse si no sería cuestionable a su vez esa enriquecedora discusión acerca de la inmanencia, considerada ahora en su doble esencia, en su doble dinámica y en su destino de línea de fuga.

Resulta interesante que Ivan Darrault cite en su artículo la sesión de apertura del Seminario de París de 2013 en la que Denis Bertrand, autor de la colaboración siguiente, se refiere a la inmanencia con relación a la narratividad. Se establece, entonces, un vínculo natural entre el ensayo de Darrault-Harris y la propuesta de Bertrand en cuanto a declinar el principio de inmanencia en regímenes.

Efectivamente, el artículo de Denis Bertrand retoma su exposición en el Seminario de Semiótica, donde se manifestaba perplejo ante el escaso tratamiento actual de la narratividad en semiótica, mientras que en otra época fue un distintivo de la disciplina. Incluso, la hipótesis narrativa constituye para Denis Bertrand el zócalo teórico mayor. Observa la paradoja que se establece entre los dos principios porque, por un lado, pareciera que el de la inmanencia ha sido causante de la desaparición de la problemática de la narratividad en semiótica y, por el otro, ha significado su consolidación científica.

Hasta aquí, diríamos que los trabajos de este número aún en su diversidad y originalidad tienen un fondo bibliográfico más o menos en común y hasta cierto punto esperable en el campo epistemológico de la semiótica. La colaboración de Silvia Majerska introduce, a ese respecto, una diferencia ya que sus reflexiones se basan fundamentalmente en el pensamiento del poeta y filósofo Michel Deguy, quien, desde esa doble identidad intelectual ha reflexionado también sobre la inmanencia. La autora ofrece una lectura explicativa de Michel Deguy que resulta una voz fuerte que se agrega, desde el cruce de la literatura, la filosofía e incluso la lingüística, a esta puesta en cuestión de la inmanencia. Majerska hace ver, mediante la posición compleja y hasta paradójica de Michel Deguy —inmanentista en cuanto a la relación del lenguaje y la realidad pero no en la relación entre el lenguaje y el sujeto— que el inmanentismo y el subjetivismo podrían coexistir haciendo una revisión de los conceptos de valor, de lenguaje y de habla. En esa renovada interpretación de la lingüística saussureana emerge para este punto de vista una estructura ética en la que tanto la poesía como la inmanencia no dejan de estar paradójicamente implicadas.

El examen de la inmanencia desde el ámbito de lo poético que hace Silvia Majerska, gracias a su lectura de Michel Deguy, tiene su par en el trabajo de Raymundo Mier Garza. Este autor inicia sus reflexiones sobre lo que se ha considerado —nada menos— el reaseguramiento científico de la semiótica desde un sesgo literario: la estética de Rainer Maria Rilke; perspectiva que encuentra apoyo en el Greimas de De la imperfección, donde uno de sus capítulos está dedicado a un poema de Rilke. Gran parte de este artículo se centra en el acto de lectura como creador de la inmanencia, lo cual es una particularidad que no aparece en otros trabajos de nuestro dossier. En efecto, es la lectura lo que le permite a Mier Garza establecer un vínculo entre el concepto de inmanencia que va desde Hjelmslev a las primeras reformulaciones que de tal noción hace Greimas y, las últimas, desde las cuales sugiere una reconsideración del horizonte de la semiótica.

Abonando a esa iniciativa de Raymundo Mier de reflexionar sobre la problemática de este proyecto desde, quizás, la última puesta al día de la inmanencia hecha por Greimas, Luisa Ruiz Moreno focaliza el sexto capítulo de De la imperfección. En dicho capítulo, titulado "Inmanencia de lo sensible", la figuratividad, otra noción clave por revisar en la teoría semiótica, aparece como un plano de la inmanencia del texto. Así, este último y el mundo que él manifiesta pueden ser considerados como pliegues de la inmanencia, siempre en fuga. Esto permite a la autora asociar el pensamiento de Gilles Deleuze sobre el deseo, en tanto éste es también línea de fuga en virtud del permanente proceso de constitución de la inmanencia.

Para concluir este volumen, Jacques Fontanille señala que la elección, o no, de una postura inmanentista no es privativa de los semiotistas. Al contrario, es un dilema que se presenta en todos los campos del conocimiento, implicando polémicas y decisiones cruciales para la investigación. Así, Fontanille observa que, finalmente, la inmanencia es un desafío y una estrategia para enfrentar otras estrategias como, por ejemplo, la que conduce la misma trascendencia. En definitiva, para este autor, en las discusiones sobre la inmanencia, lo que está en juego es una idea del hombre y la configuración de una forma de vida. De allí la pregunta con que titula su artículo, la cual sugiere que, la inmanencia, al poseer una habilidad inherente para dirigir las acciones y las creencias humanas, desempeña en la cultura del siglo XXI un papel humanista.

Con esta aportación, que enlaza a las demás, el proyecto que hemos emprendido pone a disposición de los lectores un amplio abanico intelectual, el cual va desde el rigor epistemológico hasta una fuerte reflexión ética y filosófica.

 

3. Para el cierre de una secuencia, otras aperturas

Nuestra empresa ha llevado su tiempo, que es también el de esta publicación con dos tiradas al año. Tópicos del Seminario tuvo que disponer su espacio editorial en tres secuencias para hablar sobre la inmanencia. Tal era la necesidad de hacerlo.

Todas las participaciones nos parecen ricas, fundamentales para el futuro de la semiótica, y, como lo propio del saber científico, dignas de ser discutidas. Es por esto que los coordinadores del proyecto hemos previsto abrir un lugar especial para tales propósitos. Y hemos decidido, también, que esa secuencia suplementaria, "Mirada retrospectiva sobre la inmanencia", esté enteramente a cargo de Alessandro Zinna al final del dossier.

Se abre, de igual manera y en otro espacio, un gran foro del que nuestro trabajo coordinado a dúo aparece como una prefiguración: la Federación Románica de Semiótica. En efecto, la labor que llega a su fin coincide con la inauguración de la FRS, en el Coloquio de Albi, lo cual es una concreción avant la lettre de una semiótica internacional hecha de pleno en el mundo de la romanía, a la que, por cierto, queremos ampliar. Los investigadores participantes escribieron, sobre un tema de interés general para la teoría y común a todos, en sus lenguas maternas: italiano, portugués, francés y español. La traducción a esta última hace honor a la vieja escuela hispánica de traductores y es, para nosotros, tarea cabal de la investigación.

 

Alessandro Zinna y Luisa Ruiz Moreno

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