Introducción
Es un hecho que la esperanza de vida de los seres humanos ha aumentado considerablemente desde la segunda mitad del siglo XX gracias al desarrollo de la medicina, a las políticas de prevención y al control de los riesgos vasculares, lo que sin duda ha repercutido en la estructura de la pirámide poblacional a nivel mundial1. No obstante, este incremento en la esperanza de vida ha venido acompañado de forma simultánea, al igual que en el resto de los países industrializados, de enfermedades dependientes relacionadas con la edad2, especialmente aquellas cuyos síntomas son cognitivos y mentales, como por ejemplo: la demencia, y sobre todo la demencia tipo alzheimer3.
Según el Instituto Nacional de Estadística en España4 la percepción positiva de la salud va decreciendo con el aumento de la edad, siendo múltiples los factores asociados al buen o mal estado de salud percibido5. Con el objetivo de mejorar las políticas sanitarias, se busca la relación existente entre la percepción de la salud y la salud real, sin encontrar en muchos casos relación entre ambas6 7, aunque algunos estudios sí apuntan hacia una relación, entre la salud percibida e indicadores de salud desde un punto de vista objetivo, como por ejemplo, la discapacidad física8 o la capacidad para la realización de actividades físicas y sociales9.
Respecto a los datos objetivos, la última encuesta nacional de salud realizada en nuestro país en 2006, revela que más del 50% de las personas mayores de 65 años sufren hipertensión arterial, más del 50% padecen artrosis, y alrededor del 30% tienen dolores de espalda crónicos cervicales o lumbares; igualmente un porcentaje considerable de trastornos metabólicos, como colesterol alto, así como, cataratas, que rondan el 30%, mientras que otras no superan el 20%, como el estreñimiento crónico y la diabetes. Del mismo modo, casi el 25% manifiestan leves problemas de audición y solo un 7%, presentan dificultades para ver4.
Respecto a la información para el cuidado correcto de la creciente población anciana, que presenta variadas enfermedades crónicas, se encuentran un cúmulo de limitaciones. Tal y como señala Martínez Velilla10, hay una actual tendencia a considerar la comorbilidad como el último síndrome geriátrico y tener un paciente pluripatológico es lo más común. Por otro lado, es destacable que diversas publicaciones que estudian las afecciones de salud en la población mayor se centran en enfermedades individuales, con el objetivo de conocer los resultados de la aplicación de un determinado tratamiento11 12. Aunque también, debido a que la población mayor de 60 años es proclive a la comorbilidad, otros estudios sobre esta temática tienen en cuenta a los ancianos desde un punto de vista multidisciplinar13 14 15.
Entre las enfermedades más comunes en esta etapa, las que más prevalecen son las asociadas al sistema óseo. Muy relacionadas con los dolores óseos están las deformidades de las articulaciones, como un proceso regresivo que trae consigo la disminución de la resistencia del hueso16; en las mujeres la menopausia tiene gran influencia17 18. Aunque de forma generalizada, son las mujeres quienes muestran peor estado de salud y mayores tasas de discapacidad19.
El insomnio, en general, es el trastorno del sueño más frecuente y también lo es en la vejez. Aunque estos problemas pueden darse a lo largo de toda la vida, con el paso de los años esta dolencia se acentúa, produciendo una disminución de la calidad de vida y en muchas ocasiones, el uso de fármacos20.
Y por último, la hipertensión tiene también especial incidencia en las personas mayores de 60 años21, asociada en muchos casos a la obesidad22 o a la enfermedad cardiovascular; esta última influye de forma directa23.
Como vemos, son múltiples las enfermedades o problemas de salud de las que es víctima la población anciana. Así, el objetivo de este trabajo se centra, por un lado, en analizar el estado de salud de la población mayor de 60 años con base en la prevalencia de las enfermedades o problemas de salud más comunes, y la influencia en esta presencia de distintas variables sociodemográficas; y por otro, en analizar la relación entre la autopercepción de la salud que tienen las personas mayores y su salud real, evaluada por el número de enfermedades que padecen, y también se valora la mediación en esta relación de aspectos sociodemográficos como la edad y el género.
Métodos
Se trata de un estudio descriptivo-transversal. La selección de la muestra se realizó mediante muestreo aleatorizado por conglomerados, con base en las diferentes áreas geográficas de la provincia de Almería (centro, levante y poniente), para lo que se seleccionaron de forma aleatoria un total de 15 centros de día y 10 residencias de la provincia de Almería (España) distribuidos en las 3 áreas geográficas. La muestra quedó constituida por 1,220 personas mayores de 60 años.
Para la realización del presente estudio se ha utilizado el Cuestionario de Necesidades y Demandas de Usuarios de Servicios Sociales para Mayores 24 formado por un total de 69 ítems, del cual se han seleccionado diversas preguntas relacionadas con el estado de salud y las enfermedades o problemas de salud más frecuentes en la población mayor. El ítem sobre "¿Cómo diría usted que es su salud?" posee 5 alternativas de respuesta, otorgándole una puntuación entre 0 y 4; así 0, se corresponde con la peor respuesta "Muy mala" , 1 es igual a "Mala" , 2 "Regular" , 3 "Buena" , y finalmente, la mayor puntuación, 4, se corresponde con la mejor opción de respuesta "Muy buena" . La otra cuestión analizada en el presente estudio es si "¿Padece usted algún tipo de enfermedad o problema de salud?" contestando "Sí" o "No" a las diferentes enfermedades y problemas de salud que se enumeran de forma separada para que el sujeto responda: problemas de huesos o articulaciones, problemas respiratorios, problemas de corazón (soplo, fibrilación, insuficiencia, etc.), hipertensión, colesterol, problemas circulatorios, problemas digestivos, problemas urinarios, cáncer, diabetes, problemas endocrinos (hipertiroidismo, hipotiroidismo, páncreas, etc.), problemas neurológicos, problemas psicológicos, insomnio/problemas de sueño, problemas de la vista y problemas del oído.
Fueron instruidas 4 personas que se desplazaron a los diferentes centros de día y residencias para personas mayores; se reunieron con responsables y usuarios, y tras obtener el consentimiento informado procedieron a la implementación del cuestionario de forma individual. Por indicación de los responsables de las residencias fueron excluidos aquellos usuarios que no reunían las condiciones de salud para la correcta implementación del cuestionario.
Para el análisis de datos se utilizó el programa estadístico SPSS v.15. Los parámetros descriptivos fueron realizados mediante el análisis de frecuencias y la prueba Chi-cuadrado para conocer si las diferencias entre los grupos de género eran significativas. Para la realización de los análisis de puntuaciones medias, hemos realizado previamente una transformación de las alternativas de respuesta y se han puntuado de forma cuantitativa cada una de las 5 opciones de respuesta. Para comprobar si existen diferencias significativas entre las medias, se aplicó la prueba de la t de Student para muestras independientes.
También aplicamos la correlación de Pearson, frecuentemente utilizada en estudios evolutivos25. Se incorporaron las siguientes variables: por un lado, se construyó una nueva variable denominada, número de enfermedades , a partir de la suma de enfermedades que los sujetos indicaban tener, así, esta posee un valor que oscila entre 0 y 16 (0 = sujetos que no tienen ninguna enfermedad y 16 = sujetos que poseen todas las enfermedades por las que se pregunta); y por el otro, se utilizó otra variable, la percepción que se posee sobre la salud . Para controlar el efecto en la relación de la variable edad y estado civil, se emplea una correlación bivariada parcial. Y finalmente, se utiliza también el análisis de regresión múltiple paso a paso, para conocer la influencia del número de enfermedades diagnosticadas y la edad sobre la salud percibida.
Resultados
La muestra quedó compuesta por 1,220 personas mayores de 60 años (M = 70.9; DT = 7.9), de las cuales el 48.3% son hombres y el 51.7% restante mujeres, con una media de edad de 70.2 (DT = 7.6) y 71.6 (DT = 8.3) años respectivamente. El 59.9% están casados, el 30.4% son viudos, un 6.7% están solteros y solo un 3% están divorciados o separados. Vemos también en la tabla 1 cómo la muestra se distribuye en 6 grupos de edades (60-64, 65-69, 70-74, 75-79, 80-84 y 85 o más), encontrándose casi el 70% de la muestra entre los 3 primeros grupos.
Los problemas relacionados con los huesos o articulaciones son los que mayor prevalencia presentan, seguidos de los problemas de visión, el colesterol alto, la hipertensión y los problemas circulatorios. En función del género, tal y como vemos en la tabla 2, los problemas de huesos o de articulación, circulatorios, digestivos, psicológicos, insomnio/sueño, y, de la vista están significativamente más presentes entre las mujeres; mientras que los problemas respiratorios y de corazón son significativamente más frecuentes entre los hombres.
El análisis de la prevalencia de las enfermedades que se muestra en la tabla 3 permite observar que, para los distintos estados civiles, son más frecuentes los problemas de huesos o articulaciones, y en segundo lugar los problemas de la vista; este mismo comportamiento se encuentra entre los grupos de 60 a 84 años de edad, y es en el grupo de mayor edad (de 85 años y más) en el que esta relación se invierte, es decir los problemas de visión son los más frecuentes y después los de huesos y articulaciones.
Como se observa en la tabla 4, casi el 80% de la muestra valora su salud como "regular" y "buena" . El análisis en función del género muestra porcentajes mayores en los hombres en las alternativas "buena" y "muy buena" . En el análisis de las puntuaciones medias no se cumple con el criterio de homocedasticidad (prueba Levene F(4.1219) = 12.796, p < 0.05), por lo que no se asume la igualdad de varianzas en la selección de los valores de la prueba de la t de Student para muestras independientes (t (4.1195) = 5.042; p = 0.000], lo que refleja la existencia de diferencias significativas en la percepción de la salud entre ambos; los hombres tienen una mejor percepción de su salud. La correlación entre la edad y la percepción de la salud, utilizando el coeficiente de Pearson (r = −0.191), indica una relación negativa y significativa (p < 0.001) entre ambas, y a medida que aumenta la edad de los sujetos, empeora la percepción de su salud.
Para conocer la relación existente entre la percepción de la salud y el número de enfermedades que el sujeto posee, se utilizó la correlación de Pearson (r = -0.492) que muestra la existencia de una relación negativa y significativa entre ambas variables (p < 0.001). Es decir, cuanto mejor es la percepción del sujeto sobre su salud, menos son las enfermedades que posee. Esta correlación se mantiene, aun cuando se controle por edad (r = -0.474) y por estado civil (r = -0.489), nuevamente la relación es negativa y significativa (p < 0.001). El análisis de regresión múltiple paso a paso, muestra que, tanto el número de enfermedades (r2 = 0.251), como la edad (r2 = 0.010) y el género (r2 = 0.002) [sin entrar a formar parte en el modelo, el estado civil], explican en un 25.1%, un 1%, y un 0.2% respectivamente, la percepción de salud del sujeto.
Discusión
Uno de los problemas de salud más importantes por su prevalencia entre la población mayor de 60 años está relacionado con los huesos y las articulaciones, lo padecen uno de cada 2 sujetos mayores y es más frecuente en las mujeres, datos coincidentes con los publicados por el INE4. Según Impallomeni y Santodirocco17 las mujeres sufren una pérdida ósea muy rápida entre 5 y 10 años después de la menopausia, por lo que llegan a perder casi la mitad del calcio total que hay en su materia ósea, y además, es una de las enfermedades que más prevalecen en los últimos años de la vida, incrementándose fundamentalmente a partir de los 70 años18. Quizás la clave sea la repercusión que los problemas relacionados con los huesos y las articulaciones tienen sobre la calidad de vida de las personas; así la mayor prevalencia de estos problemas entre las mujeres podría estar implicando una percepción peor de su salud, aspecto este que debería tenerse en cuenta o que puede ser objeto de investigaciones futuras donde sea incorporada la variable calidad de vida.
La percepción de la salud es mejor entre los hombres, y esa percepción se corresponde también con una menor prevalencia entre los hombres de enfermedades y problemas de salud, por lo que la variable género se constituye en un aspecto a tener en cuenta entre salud real y salud percibida, al igual que la edad, ya que la percepción de la salud empeora a medida que aumenta la edad4 5.
Por último, la utilización del estado de salud percibida como criterio para la valoración del estado de salud real, se ha intentado emplear como un índice subjetivo, que ayude a la realización de las políticas sanitarias. En nuestro caso, la salud real valorada en función del número de enfermedades que padece el sujeto podría ser un buen ejemplo de la correspondencia con un índice más subjetivo de la salud, ya que explica un 25% de las variaciones en la valoración realizada por el sujeto sobre su salud. A este aspecto, debemos añadir la consideración en este estudio de variables sociodemográficas como el género y la edad que median también en la relación existente entre la salud real y la percibida como indicaban Castro-Vázquez et al.6.
A pesar de que las correlaciones son significativas, respecto a las variables analizadas, tanto el número de enfermedades como la edad y el género pasan a formar parte del modelo explicativo del índice de salud percibida, pero solo explican algo más de una cuarta parte de esta variable subjetiva; deja así abierto el campo a nuevas investigaciones, que analicen la influencia de otras variables, con el objetivo de que la categoría de salud subjetiva y autoinformada por el paciente pueda ser utilizada en la planificación de las políticas sanitarias.