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Revista de El Colegio de San Luis

On-line version ISSN 2007-8846Print version ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.12 n.23 San Luis Potosí Jan./Dec. 2022  Epub May 27, 2024

https://doi.org/10.21696/rcsl122320221431 

Artículos

Geografías transatlánticas de “gitanos” de México 1

Transatlantic Geographies of “Gypsies” from Mexico

Neyra Patricia Alvarado Solís** 
http://orcid.org/0000-0001-7254-2229

** El Colegio de San Luis. Correo electrónico: neyra.alvarado@colsan.edu.mx


Resumen

A partir de documentación de archivo del Registro Nacional de Extranjeros de México (1932-1933), me interesa reconstruir las geografías transatlánticas de los desplazamientos que grupos parentales de “gitanos” efectuaron entre Europa y las Américas, en especial hacia México, a fines del siglo XIX y principios del XX. Estos documentos diseñan espacios y lugares de estos viajes y vinculan a miembros de diferentes familias contemporáneas ludar y rom. Los etnónimos y exónimos en los documentos, el clima de las políticas migratorias en México y la reconstrucción de estas geografías forman parte de las migraciones rom a las Américas.

Palabras clave: ludar; rom; geografías transatlánticas; Registro Nacional de Extranjeros de México

Abstract

Based on archival documentation from the National Register of Foreigners in Mexico (1932-33), I am interested in reconstructing the transatlantic geographies of the journeys that parental groups of “Gypsies” made between Europe and the Americas, especially to Mexico, in the late nineteenth and early twentieth centuries. These documents map the spaces and places of these journeys and link members of different contemporary Ludar and Rom families. The ethnonyms and exonyms in the documents, the climate of migration policies in Mexico and the reconstruction of these geographies are all part of the Rom migrations to the Americas.

Keywords: ludar; rom; transatlantic geographies; National Foreigners Registry of Mexico

Introducción2

En América Latina se conocen grupos parentales3 que llegaron de Europa a las Américas, en diferentes momentos, bajo los términos genéricos de gitanos,4 húngaros o húngaros-gitanos.5 Se identifican los siglos XIX y XX como un periodo importante de estos desplazamientos hacia México (Pérez y Armendáriz, 2001, p. 20; Armendáriz y Kwick, 2010), Perú (Pardo Figueroa, 2000, p. 312), Estados Unidos, Canadá y algunos países de América Latina (Salo y Salo, 1986; Dunin, 1988; Sutre, 2017). Estos “gitanos” llegaron a México por la vía marítima desde Europa y por la terrestre desde Estados Unidos y Guatemala. Son poblaciones vinculadas con los imperios Otomano, Austrohúngaro, Ruso y el Reino de Rumania. En la actualidad, se autodenominan ludar y rom, hablan un rumano antiguo y español, así como romaní y español, respectivamente. Los ludar relatan un vínculo fuerte con Bosnia y Turquía, procedencias sugeridas al ser considerados rom, a partir de sus rituales y formas organizativas (Patrick Williams, comunicación personal, 2013; Leonardo Piasere, comunicación personal, 2015) como parte de las diferentes dimensiones espacio-temporales de la expresión de lo rom (Williams, 2011) y de la construcción histórico-geográfica de los autónimos y exónimos en Europa (Piasere, 2020). Utilizo ludar como autónimo que los identifica con México y Latinoamérica.

La circulación de rom y ludar en rutas transatlánticas, en México y en las Américas, refleja configuraciones geográficas de gran importancia para su reconstrucción, por tratarse de población que forma parte de la historia y sociedad mexicanas y del continente americano. Este es el objetivo que alcanzar en el presente texto.

El interés de miembros ludar y rom en conocer la procedencia europea y la participación colaborativa de estos en proyectos de investigación detonaron la presente investigación de archivo.6 El antropólogo implementa el “método regresivo” (Piasere, 2020) para construir la historia. De manera que el punto de partida es también un punto reflexivo que permite ubicar la historia de las redes familiares (2020, pp. 27-47) que habitan en México.

Las preguntas planteadas son ¿cuáles son los etnónimos internos y externos expresados en los documentos?, ¿cuáles fueron las políticas migratorias de México frente a estos movimientos?, ¿cómo diseñaron los espacios y los lugares en las geografías de Europa, México y las Américas? La etnografía permite limitar a México este análisis. Las preguntas anteriores serán respondidas mediante la indagación en los documentos de archivo, en un diálogo con la etnografía reflexiva de/con/para los miembros de grupos parentales ludar y rom, como parte de una antropología participativa y colaborativa.

El texto lo inicio con los etnónimos y las políticas migratorias, para conocer el lugar que toman en la construcción o la continuación de un estereotipo y la situación del ingreso de esta población a México. Enseguida abordo las geografías entre Europa y México y algunos países americanos a través de sus movimientos, por lugares de nacimiento, nacionalidades y lugar de ingreso al país, y del vínculo de algunos apellidos. Finalmente, la construcción de los lugares y el espacio y otras formas contemporáneas de su incorporación son objeto de la conclusión. Antes de entrar de lleno en el tema, es necesario conocer el estado de la cuestión y la metodología implementada.

Estado de la cuestión

El análisis de la movilidad asume inicialmente condicionantes económicas y posteriormente culturales y políticas, como sucedió entre los nómadas (Bourgeot y Guillaume, 1986), la etnografía multisituada (Marcus, 2001; Baby-Collin y Cortés, 2019) o el transnacionalismo (Faré, 2003; Razy y Rodet, 2016). Retomo la categoría de circulación, que está asociada a la reflexión acerca de la manera en que se desplazan las personas, las ideas y los bienes. Como categoría politética -siguiendo a Piasere-, su aplicación hace posible el análisis de poblaciones diversas que se reproducen en la movilidad o que la practican temporalmente.

La circulación, en el sentido de desplazamiento, no está separada de la flexibilidad que implica los asentamientos temporales ni de sus ritmos, de los espacios y lugares en las rutas o del dinamismo en el parentesco. Esta categoría ha sido aplicada en las investigaciones sobre los rom (Piasere, 1985, 2011a, 2011b; Sutre, 2017), la cual carece de una construcción del investigador (Fotta, 2020) y de la sociedad que él representa. Los “regímenes de movilidad” propuestos por Leonardo Piasere (comunicación personal) hacen posible una mejor comprensión de la movilidad practicada por diferentes redes parentales rom, que puede ser diferente de una red a otra.

Los desplazamientos rom efectuados en Europa (Piasere, 1985, 2011a, 2011b) y las Américas (Salo y Salo, 1986; Dunin, 1988; Sutre, 2017) coinciden con los cambios sociopolíticos y económicos en el viejo continente, diseñando nuevas fronteras. Si bien, se ha considerado el fin de la esclavitud en los principados rumanos como el motor de dichos desplazamientos, los rom son actores y también autores de estos. Los diferentes movimientos hacia Europa occidental y ultramar y las distintas motivaciones y estrategias practicadas están asociadas al propio sistema rom y han tenido diferentes resultados (Piasere, 2011a, pp. 134-135; Piasere, 2011b).

Estas movilidades contienen los siguientes rasgos: desplazamientos en grupos de parentesco, con un dinamismo en su composición por la separación-unión-separación, alternando uniones-separaciones con otros miembros de otros grupos parentales (Piasere, 2011a, pp. 144-145); ocupación de espacios físicos y geográficos ya ocupados y diseñados por otras poblaciones y Estados; ocupaciones estratégicas de las fronteras, implementadas en un medio étnico hostil, que les proporcionaba el dominio de estatus y lenguas diferentes (Piasere, 1985; Piasere, 2011a, p. 133); el cambio de “nacionalidad” como una constante (Piasere, 1985; Sutre, 2017; Salo y Salo, 1986; Dunin, 1988), y los apellidos de grupos parentales dan a conocer lugares de nacimiento, rutas o puertos desde donde se embarcaron (Sutre, 2017).

La complejidad que engendra la movilidad transatlántica de esos grupos parentales rom, cuyas espacialidades y temporalidades son múltiples, impide determinar los ritmos de su movilidad histórica. Tampoco es posible establecer vínculos directos de los rom y ludar contemporáneos con los rudari/ludari/rom históricos. Estos últimos conformaron grupos diferentes con los mismos nombres, establecieron vínculos diversos en diferentes momentos y lugares (Piasere, 2011b). Sin embargo, los nacimientos y los fallecimientos son eventos que designan lugares importantes (Sutre, 2017). De los nacimientos, tampoco sabemos si ocurrieron en el primer lugar de llegada o en una localidad visitada muy poco (Piasere, 1985, p. 14). Aun así, es posible identificar el espacio conformado por las rutas que se crean a partir de los lugares de nacimiento. Estos lugares son el ahora espacial que marcan la fluidez recíproca del espacio y del tiempo como condición del movimiento en régimen dialéctico (Bauer, 1990, p. 1483). Retomo los lugares de nacimiento, a los que adiciono los apellidos, que, aunque cambiantes, pueden ser reconocidos en sus transformaciones por los propios rom y ludar.

Metodología implementada

En la investigación de archivo, la identificación en los documentos de personas y apellidos, reconocidos por los rom y ludar contemporáneos, es parte de la reflexión metodológica. Los documentos consultados en el Archivo General de la Nación (AGN), en la sección de Extranjeros, y en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (AHGE-SRE), pese a que presentan fallas, contradicciones y lagunas, permiten una mejor comprensión del espacio y de los lugares en la circulación.

El corpus analítico está compuesto por documentos del Registro Nacional de Extranjeros de 1932-1933 (RNE, en adelante) y algunas solicitudes de naturalización mexicana. Los primeros conforman fichas que contienen diversos tipos de información, de la que tomamos el lugar y la fecha de nacimiento e ingreso a México, puerto de embarque, apellidos y datos que aluden a etnónimos, así como lenguas habladas. Estas fichas expresan lo que los agentes migratorios desearon plasmar o lo que los propios “gitanos” quisieron proporcionar.

La participación de un miembro rom o ludar en el equipo de investigación en la búsqueda de documentos de archivo fue esencial, retomando la experiencia anterior (Armendáriz y Kwick, 2010). Dicha participación tuvo la aceptación de sus familias respectivas, interesadas en rastrear a sus parientes llegados a México, quienes, además, proporcionaron fotografías de sus álbumes familiares. Los equipos estuvieron conformados por miembros de las familias en cuestión, historiadores, fotógrafos y antropólogos externos; todos ellos participaron en las solicitudes de los documentos, el reconocimiento de fotografías y de los apellidos, así como en la reproducción de documentos.

La búsqueda en los archivos fue apoyada inicialmente por sus funcionarios, pues las clasificaciones sobre los “gitanos” eran escasas. Con la implementación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública y Gubernamental, de 2002 (Yankelevich y Chenillo, 2008), la investigación fue truncada al clasificar la información como “reservada” o, la personal, como “confidencial”. Esta última podía consultarse si los titulares de esos datos lo autorizaban (Yankelevich y Chenillo, 2008, p. 26). Esta ley pretendía garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión pública, pero asimismo cuestionaba el funcionamiento del Estado y la protección del derecho a la vida privada. Toda gestión, incluida la relativa a cartas de jefes de familias, tuvo la misma respuesta: negativa.

Con los documentos obtenidos, establecimos diálogos entre familias rom y ludar, para su identificación. Distribuimos copias de las fichas obtenidas para el trabajo de identificación del equipo y para las familias, pues siempre las solicitaban. Las familias difundieron el material entre los suyos y nos pedían ampliaciones fotográficas de las personas identificadas: padres, tíos o abuelos. Se establecieron discusiones entre las personas de cada campamento. Se escuchaba decir entre los ludar, por ejemplo, “pero ¿cómo esta [mujer] está soltera si lleva el paño?”, refiriéndose a una ficha en la que, en una fotografía, una mujer porta el paño (símbolo de mujer casada) y en la información escrita aparecía como soltera.

Analizar documentos de archivo, identificar apellidos y personas puede ser fuertemente cuestionado por rom y ludar y también desde la ética antropológica. Posiblemente, los etnónimos vehiculen estereotipos negativos y se asocien a personas y formas de vida que originen manifestaciones racistas. Por ello, la colaboración, la participación y la discusión sobre la pertinencia de publicar apellidos de y con los miembros de las familias rom y ludar sitúan a la etnología fuera del terreno neutro. El cuestionamiento, común a la práctica antropológica, legitima a la disciplina y al trabajo del etnólogo como una forma de posicionarlos frente al racismo al introducir también consideraciones éticas (Williams, 1988; Razy, 2014; De Suremain, 2014). Los etnónimos y las políticas migratorias podrán explicar, en parte, el ambiente que encontraron estos inmigrantes.

Los etnónimos y políticas migratorias de los siglos XIX y principios del XX

Los “gitanos” conforman una población que acumula autónimos y exónimos en el tiempo y en el espacio, los cuales dependen de la situación, el país y las personas en cuestión. Por ello, es importante ubicar y contextualizar los nombres con los que son designados o se autodesignan en la construcción de estereotipos, positivos o negativos.

El término genérico “gitanos” fue empleado por Lumholtz (1904) en el siglo XIX al registrar su encuentro con ellos en el estado de Nayarit. Refiere que vienen de Bosnia, Turquía, Grecia y, algunos, de Hungría, por ello afirma que se les conoce en todo México como “húngaros”. Los identifica como personas de alegre charla, extraña apariencia y cabellos largos. Las mujeres se aproximan inmediatamente al ver a los recién llegados para mendigar o decir la buenaventura, motivando el interés para solicitar un real de más. Los hombres son caldereros7 -traen osos- y cobran precios exorbitantes por sus servicios. Pero no roban, pues llevan mucho dinero con ellos. Las mujeres portan en sus cabellos monedas de Chile y de otros países de Latinoamérica. Niños y jóvenes los apedreaban, además de robarles los caballos (Lumholtz, 1904, pp. 297-299).

Esta descripción da cuenta de la ambivalencia que esta población lleva en sus espaldas. ¿Cómo llegan estos estereotipos a México? El término genérico de “gitanos” y la población misma (Piasere, 2011a; Sutre, 2017) difunden ambos estereotipos, los positivos y los negativos, transitando de uno a otro. Los documentos consultados también reflejan esta construcción, pues se inspiraron en los mismos procesos de control existentes en otros países. En Francia, en 1897 (About, 2004) se diseñaron fichas, muy similares a las del RNE, destinadas a identificar a los ladrones y estafadores para construir una policía judicial, por ejemplo.

En las fichas consultadas del RNE, la mayoría de las personas identificadas como rom o ludar aparece como de “raza blanca”, y solo en el caso de una mujer que nació en Davia (?), Grecia (1898), aparece la clasificación de “raza gitana” (AGN, RNE, 1930, Sría. Gob., s. XX, 2, 008, 114792). A su vez, Kwick Mitulo, nacido en Budapest, Hungría (1915), es designado como de “raza judía” (AGN, RNE, 1935, Sría. Gob., s. XX, 179, 41000). En los documentos que abordan disputas entre familias o de algunos de sus miembros con políticos o funcionarios está asentado el término “gitanos”. Existen denominaciones genéricas que aluden a su actividad comercial o a la discrecionalidad con que se aplicaron las políticas migratorias. De manera que pueden ser identificados como “gitanos”, aquellas “familias que se dedican a la pailería” (SRE, Carta, 1932, Presdcia. Rep., 5192/4, 3858), así como aquellos “gitanos indeseables” (SRE, Telegrama, 1933, Presdcia. Rep., 07150/5192/24), “tribus gitanas” o “tribus de húngaros y gitanos que se hacen pasar por griegos, polacos, alemanes, italianos, etcétera” (SRE,1929, AHD, Presdcia. Rep., 1545). Cuando se trata de querellas entre miembros de personas identificadas por nacionalidad, son referidos como “tribu”, y se proporcionan los nombres y apellidos; por ejemplo, “tribu de nacionalidad griega”.

Los exónimos expresan el lugar que los “gitanos” ocupan en la política migratoria del Estado mexicano, así como en la sociedad mexicana. Por el contrario, los nombres y apellidos expresan un conocimiento existente entre los miembros de las familias inmigrantes, del cual carecen los funcionarios. Entre los apellidos encontramos Afanasi, Cristo (griegos), Costich, Esgalvih, Marcovich, Todorovich (rumanos), Ivanovichi, Marcovich, Vite (turcos), Ciorun, Panin, Demetrio, Miguel, Kwick (polacos), Demeter, Makinton (rusos), viuda de Castelo y Bosquez (españoles) y, finalmente, Marienco (hondureño). Estos apellidos se han transformado con el tiempo, pues han decidido adoptar apellidos mexicanos o acortarlos. Por ejemplo, Iovanivichi se ha transformado en Pérez o Yovani. Aquellos que fueron registrados con nacionalidad rumana y turca, en realidad son bosnios (Kosta, Kostic, Ivanovwitc, Yovanovitc, Teodorovithc, entre otros), como lo indica François de Vaux de Folletier (cit. en Sutre, 2017, p. 96), pues poseen apellidos que encontramos entre los ludar.

Considerar los apellidos, aun cambiantes, ha sido revelador en la indagación de archivo, pues el vínculo con la etnografía hace ver los frutos. En la actualidad existen contextos en los que los autónimos en México pueden ser ludar, rom, boyash, rom rusos, rom griegos o hungaresdos, entre otros. Esta complejidad terminológica expresa diferentes tipos de relación y lugares que ocupan, por acuerdo o negociación, dependiendo de los interlocutores. Estas últimas adscripciones están vinculadas con lo que Williams (2003, p. 243-248) denomina el “uso romanés”, lo que se hace a la manera de sus hermanos.

La llegada a México de familias “gitanas” se dio por el puerto de Veracruz entre 1894 y 1908, y en la década de 1920-1930 por Guatemala y la frontera con Estados Unidos. Lumholtz (1904) refiere que encontró a bosnios y turcos que habían llegado por Veracruz. Se trata de los primeros inmigrantes de nacionalidad rumana y turca que hemos identificado y quienes actualmente se autodenominan ludar. Lumholtz detalla que los policías reprimían a los jóvenes que apedreaban a ese grupo, en virtud de la seguridad que el gobierno mexicano proporcionaba a los extranjeros. Sin embargo, él mismo señala que la gente del lugar les robaba sus semovientes (1904, pp. 297-299), lo que indica, para esa época, una relación violenta, pese a la protección oficial.

Durante el gobierno porfirista (1876-1911) (Salazar, 2012) -incluida la etapa en que gobernaba Manuel González Flores (1880-1884), allegado de Porfirio Díaz- se reestablece la diplomacia con Europa y Estados Unidos para integrar a México en el mercado europeo. En este lapso fueron firmados tratados con Gran Bretaña, Francia (1888) y el Imperio Alemán (1882). El gobierno mexicano otorgó concesiones para la creación de compañías que transportaran a inmigrantes europeos, entre otros, para establecer colonias en el país. Se buscaba incentivar la economía con población más parecida a la mexicana, como era considerada la española en esa época. En 1888, el código minero fue modificado para que los extranjeros pudieran usufructuar la propiedad del subsuelo de la nación. En suma, este periodo se caracterizó por impulsar el comercio con los extranjeros, y la única medida restrictiva para su ingreso fue la sanitaria. La Ley de Inmigración de 1908 obligaba a la revisión física de los inmigrantes, y el delegado sanitario fungía como inspector de migración en puertos y fronteras, en quien recaía la decisión de admitir o no a un inmigrante. Se establecieron también impuestos sanitarios desde 1894 (Salazar, 2012, pp. 75-102). Las boletas de la Ley de Inmigración de 1908 (Cunin, 2014) acentúan la profesión, la ocupación, los defectos físicos y las enfermedades. Con estas medidas se normó la entrada y salida de extranjeros, junto con la nueva ley en la materia de 1926. Una tarjeta individual de identificación de extranjeros fue diseñada con el fin de centralizar la información de cada migrante, controlando entradas y salidas del país.

En la circular secreta número 250, del 17 de octubre de 1933, se reúnen todas las estipulaciones sobre inmigración de extranjeros y se especifican aquellas razas e individuos cuya inmigración está prohibida. La argumentación de esa prohibición se basa en razones étnicas (“raza negra” y “amarilla”, a excepción de japoneses), políticas (Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas), así como en las malas costumbres y actividades notoriamente inconvenientes (“gitanos”). Más tarde, en la circular confidencial número 157, del 27 de abril de 1934, se justifican los principios de aquella circular número 250, y se anexa una guía etnográfica para que los funcionarios migratorios puedan discernir los criterios anteriores (Cunin, 2014, pp. 109-143). En un decreto de 1927 (Salazar, 2003) se impidió el ingreso al país a negros, indobritánicos, sirios armenios, turcos y chinos, a fin de proteger a los trabajadores nacionales y evitar la mezcla de razas (Salazar, 2003, p. 17). Las medidas racistas de 1924-1933 se transforman en políticas migratorias liberales con la Ley de Población de 1936 y el plan sexenal de Lázaro Cárdenas.

En este clima racista hacia algunos extranjeros, y en específico hacia los “gitanos” por su forma de vida y actividades consideradas “inconvenientes”, en la década de 1930 llegaron más familias de nacionalidades griega, polaca, rusa y española.

Estas familias circulaban por el país y algunas lo hacían a través del continente americano, como también lo señala Sutre (2017). Sus principales actividades eran las de “caldereros, artistas, cobreros, administradores de cine, artistas de teatro, manipuladores de cine, comerciantes”; y, para los turcos y rumanos, “domadores de fieras, artistas de circo, cinematografistas y domadores de fieras ambulantes”. Los censos de 1930 y 1940 permiten identificar las ocupaciones que tenían los extranjeros, ya que estos registros fueron diseñados para conocer las actividades económicas (Salazar, 1996, pp. 46-48), así como el RNE. Dichos censos indican que muchos extranjeros podrían ser considerados como artesanos, puesto que no se comparan con los trabajadores de grandes empresas entonces existentes como Mundet o Jacques (Salazar, 2003, p. 170).

Los ideólogos de ese tiempo argumentaban las medidas tomadas ante los problemas que se tenían con extranjeros “indeseables”. Andrés Landa y Piña, Juan de Dios Bojórquez y Gilberto Loyo ejercieron cargos importantes en la dirección de la información nacional. Ellos delinearon políticas públicas y diseñaron, planearon y controlaron los censos demográficos, ejidales, agrícolas e industriales con una idea clara de lo “deseable” o “indeseable” para el país, las cuales quedaron expresadas en los instrumentos (Salazar, 2003, pp. 174-175).

El Censo de 1930 y el RNE estimularon la naturalización en general, y esta oportunidad fue aprovechada por miembros de las familias ludar y rom para solicitar la nacionalidad mexicana. Para 1934, la Ley de Naturalización y Nacionalidad otorgó la nacionalidad mexicana a los hijos de extranjeros nacidos en México (Salazar, 1996, pp. 38-39).

Una vez bosquejado el panorama de las inmigraciones, los documentos hacen posible perfilar las geografías aludidas en ellos a partir de rutas y lugares específicos.

Geografías entre Europa y México y algunos países americanos

Los lugares de nacimiento, la nacionalidad, el lugar por donde ingresaron a México y algunos desplazamientos en las Américas son los espacios que identificar y expresar en términos de una cartografía.

En México se clasificó a estos grupos parentales como “gitanos” por una nacionalidad, ya sea a partir del lugar de nacimiento, del país de origen, sin considerar las contradicciones, o del lugar designado por los propios individuos. Por ejemplo, a los de nacionalidad rumana o turca se les clasificó de esta forma porque algunos nacieron en Rumania o Turquía, pero las delimitaciones políticas del Imperio Otomano y del Reino de Rumania, a los que pertenecían, eran otras al momento del ingreso a México y del nacimiento. Al asignar una nacionalidad, las autoridades migratorias no consideraron que otros miembros de esos grupos parentales que en 1908 ingresaron juntos al país nacieron en los Balcanes o en Francia, por lo que a todos se les asentó con la nacionalidad rumana o turca.

Todos estos lugares ofrecen un panorama general de la circulación que practicaban estas familias y las concepciones geográficas y políticas de los agentes migratorios. Los lugares y los espacios señalados indican que estos viajes se hacían en familia, y los años de nacimiento de los miembros del grupo delinean los recorridos efectuados, así como la variedad de lenguas que hablaban y que, suponemos, aprendieron en los trayectos y estancias temporales en las fronteras durante esos circuitos. Desde su ingreso al país, los ancestros de los ludar lo recorrieron de norte a sur, como lo indican los lugares de nacimiento y lo evoca su descendencia.

Los lugares de nacimiento de las familias denominadas “rumanas” Costich, Esgalbich, Marcovich, Todorovich (véase el mapa 1) son Rumania; París, Francia; Banja Luka,8 Austria (1876), y Banja Luka, Rumania (1908). Ya circulando por México (véase el mapa 2), algunos nacieron en Actopan, Hidalgo; Tochimilco, Puebla (1895); Chihuahua, Chihuahua, y Cerro Gordo, Durango.9 Estas familias ingresaron por el puerto de Veracruz en 1894, 1907 y 1908 (véase el mapa 3). Las lenguas de que dan noticia son rumano, inglés, francés y español.

De igual modo, familias de apellidos Ivanovichi, Marcovich y Vite, denominadas “turcas”, nacieron en Banja Luka, Turquía (1895, 1897, 1899) (véase el mapa1), y ya en México, en Puebla y la ciudad de México (véase el mapa 2). Ingresaron por Veracruz en 1908, pero una persona lo hizo por Nuevo Laredo, Tamaulipas, en la frontera con Estados Unidos, en 1905 (AGN, RNE, 1932, Sría. Gob., s. XX, 3, 88, 38248). Lo anterior indica que ya circulaban en el continente americano.

Algunos rumanos y turcos llegaron juntos a Veracruz en julio de 1908 (véase el mapa 3), lo que puede indicar que esas familias, aun cuando circularon por diferentes lugares, ya estando en México lo hicieron juntas, y se reconocerían posteriormente como parte de una gran familia. Todo indica que la persona que nació en 1895 en Tochimilco, Puebla, formaba parte de las familias que Lumholtz encontró en su expedición en México. Las lenguas reportadas son turco, rumano y español.

Los Yovani localizaron en Zacatecas a una familia de apellido Lingurich10 que venía de Estados Unidos y traía osos y changos. A partir de allí comenzaron a circular juntos en Guatemala, El Salvador y Costa Rica, y retornaron a México por Chiapas (Pérez y Armendáriz, 2001, p. 28).

En 1909, Evaristo Costique (SRE, RNE, 1909, VII, 63-15), originario de Argentina y natural de Montenegro, hizo gestiones de naturalización en Mazatlán, Sinaloa. El año sugiere que los Costich se encontraban entre las familias que Lumholtz encontró y que viajaban por el continente.

La asociación y la separación para desplazarse juntos y que pueden generar matrimonios son también comunes hoy en día. En 1890 se registró un enlace entre un miembro Kwick y la hija de un griego que llegó a México desde Brasil (Armendáriz y Kwick, 2010, pp. 339-340).

Llama la atención que Banja Luka se menciona como parte de Austria, Turquía y Rumania, pero las fechas no cuadran, ya que Bosnia dejó de ser provincia turca para ser administrada por Austria y Hungría en 1878 (Piasere,1985); además, tampoco estuvo bajo la administración de Rumania. Entonces, el Banja Luka rumano no existe, pero deja entrever la importancia del lugar para quienes proporcionaron la información.

Elaboración: Aurora Martínez, con base en un dibujo de Neyra Alvarado Solís

Mapa 1 Lugares y fechas de nacimiento en Europa y sus delimitaciones políticas 

En 1870, se identifica al serbio Kosta Stankovich, quien viajó con su familia entre Europa y Argentina, para regresar nuevamente a Europa en 1895 (Sutre, 2017, p. 85). Al parecer, los “gitanos” serbios y bosnios se reconocen en Argentina y México. Los ludar de Argentina se autodenominan serbián y bosniacos, y denominan bosniacos a los de México.11 Esta información indica un conocimiento de la región de Bosnia y de las personas en circulación. Es en esta región donde se dio uno de los centros de innovación lingüística de la lengua romaní, en donde el autónimo rom desplazó al colectivo de romaničel (čel, de raíz armenia) como “pueblo rom”, para identificar a la población por sus oficios (Piasere, 2020, pp. 43, 56). Encontramos, entre estos grupos “gitanos”, los oficios de cinematografista, calderero, domadores de fieras, etcétera.

Los posteriores ingresos al país datan de las décadas de 1920 y 1930. Las familias, denominadas “griegas”, de apellido Afanasi y Cristo nacieron en Davia (?) y Korfu (Corfú), Grecia; igualmente, Moscú, Rusia (véase el mapa 1). Llegaron por Veracruz en 1926, 1927 y 1930. Uno de ellos llegó por Guaymas, Sonora, en 1907 (véase el mapa 3). Hablaban italiano, francés, griego, español, ruso, rumano (AGN, RNE, 1930, Sría. Gob., s. XX, 240, I, 5836).

Elaboración: Aurora Martínez, con base en un dibujo de Neyra Alvarado Solís

Mapa 2 Lugares de nacimiento, 1895-1916 

Llama la atención que el ingreso más temprano de Elías Cristo haya sido por el Mar de Cortés, región de comunicación estrecha de la península de Baja California con el Pacífico. Aunque este internamiento se da en una fecha temprana, la nacionalidad mexicana solicitada en 1926 por Tomás Cristou coincide con las rutas y fechas en que la familia Costello se desplazaba (1920-1930) entre Perú, Los Ángeles (California, Estados Unidos) y El Salvador (Sutre, 2017, p. 153). Por lo tanto, también la costa del Pacífico pudo ser una vía de ingreso al país.

Familias “polacas” de apellidos Ciorun, Panin, Demetrio, Miguel y Kwick nacidos en “Brzesko Penza” (sic), Bielsk-Biala y Varsovia, Polonia; Moscú, Rusia; Budapest, Hungría; Barcelona y San Sebastián, España, e Italia (véase el mapa 1), ingresaron a México por el puerto de Veracruz en 1926 y 1927. La mayoría lo hizo en 1929 por Mariscal, Chiapas, frontera con Guatemala (véase el mapa 3). Hablaban polaco, francés, italiano, ruso e inglés (AGN, RNE, 1933, Sría. Gob., s. XX, 138, 109779).

El que hayan ingresado a través de la frontera sur de México evidencia que estas familias circulaban en Centroamérica y Latinoamérica. Entre ellas encontramos a los Demetrio Miguel, lo cual coincide con lo indicado por Sutre (2017, p. 113) sobre las familias Demetrio y Juan, emparentadas con los griegos, que viajaban entre Cuba, México y Estados Unidos en 1909. El grupo desembarcó en Tampa, Florida, procedente de La Habana, y se asentó Corfú como lugar de nacimiento.

En el caso de los Kwick, que tienen pasaportes rusos y que en la actualidad se autodenominan rom rusos, sus ancestros fueron catalogados con nacionalidad polaca porque nacieron en ciudades contemporáneas de Polonia, pero que entonces pertenecían al Imperio Ruso. Recordemos también que de la primera generación llegada a México hubo matrimonios entre griegos de apellido Castello con Kwick rusos.

Los Demeter y Makinton, de nacionalidad “rusa”, nacieron en Moscú, “Salvin” (sic), Cáucaso y “Bakun” (probablemente Bakú, en la actual Azerbaiyán), Rusia (véase el mapa 1). Ingresaron a México por Suchiate, Mariscal y Tapachula, Chiapas, en 1923, 1926 y 1929 (véase el mapa 3). Las lenguas referidas son ruso, polaco y español (AGN, RNE, 1932, Sría. Gob., s. XX, 220, I, 46855). Las fechas de ingreso al país, a través de la frontera sur, indican que llegaron con anterioridad al continente americano. Nuevamente encontramos a familias con apellidos Demeter, Maquinton y Castello asociadas a las familias que ya recorrían América.

Las familias Castelo, Bosquez, Mendoza y Marienco, de nacionalidad “española”, nacieron en Asturias, Gerona, Barcelona, Arenys del Mar, en España (véase el mapa 1), y Tegucigalpa, Honduras (AGN, RNE, 1936, Sría. Gob., s. XX, 90, I, 104948). Ingresaron a México por Mariscal y Tapachula, Chiapas, en 1925, y por Veracruz, en 1932 y 1939 (véase el mapa 3). Las lenguas que hablaban son español, ruso, catalán e inglés. De nuevo observamos apellidos y lugares que indican una movilidad previa en el continente.

Aún ignoramos desde dónde se embarcaron para llegar a Veracruz o, bien, el puerto de entrada al continente americano cuando se trata de familias que ya lo recorrían. Sabemos que grupos con los mismos apellidos que los ludar llegaron desde Bordeaux, Francia, a New York, Estados Unidos (Salo y Salo, 1986, p. 188), y que la familia de Tomás Cristou llegó en 1927 al puerto de Veracruz en el vapor Leerdam (SRE, Naturalización, 1932, Of. Jur. D-4/366.12/4500). Esta última información deja ver que los cuatro vapores de la compañía Holland America Lijn,12 de los Países Bajos, se integraron al transporte de pasajeros entre Europa, España, Cuba y México a partir de 1920. Muchas de las familias en cuestión debieron de hacer uso de estos servicios.

Elaboración: Aurora Martínez, con base en un dibujo de Neyra Alvarado Solís

Mapa 3 Ingresos a México desde Europa y las Américas de 1894 a 1939 

Los lugares de nacimiento, las nacionalidades, las asociaciones para desplazarse, los matrimonios, la circulación en un país o en el continente americano y los cambios en los apellidos muestran con claridad la diversidad y la multiplicidad de trayectorias históricas de redes parentales en construcción. Develan, asimismo, las formas cambiantes de vivir los espacios, que se perciben como oscilantes y zigzagueantes entre diferentes dimensiones temporales (Piasere, 2020).

Las nacionalidades y los lugares de nacimiento en un trayecto no hacen sino ubicar puntos de referencia en un desplazamiento o en un circuito realizado por estas familias “gitanas”. No se trata de lugares determinantes para ser clasificados en un sentido único y cerrado. Más bien, estos puntos dejan ver formas dinámicas y múltiples de vivir el espacio, en desplazamientos cambiantes en el tiempo, pero reconocibles entre sus miembros. Lo anterior muestra los desfases que estas formas de vida introducen en los ritmos de la sociedad dominante, los de los países y Estados donde se insertan, así como entre sus funcionarios. Algunas familias se quedaron en los lugares, regiones o países que transitaron, otros continuaron desplazándose, como sucede actualmente en México, lo que introduce otros ritmos en el uso del espacio debido a la vinculación con la población en cuestión.

“Nosotros somos mexicanos”

En esta aproximación a los etnónimos, el clima de las políticas migratorias, la definición de los lugares por los nacimientos13 y del espacio por los recorridos efectuados hacia México a través de las Américas por grupos de personas emparentadas dan cuenta también de los desfases que estas conceptualizaciones y uso del espacio provocan en los funcionarios, las instituciones y en la población donde se insertan. Se trata de espacialidades y lugares que introducen nuevas formas, en la época contemporánea, que pueden ayudarnos a pensar el dinamismo intrínseco al sistema rom.

En un campamento ludar en Nayarit, en 1998, Simitrio Costich decía: “nosotros somos roma [rom] [es decir], de Roma [Italia]”, haciendo alusión al parecido fonético de ambas palabras, y preguntó “¿cuánto se hace a Roma [Italia]?”. A lo cual respondí: “Diez u once horas en avión, porque se debe atravesar el océano Atlántico”. Preguntó: “¿y si nos vamos por Matehuala?”. Esta pregunta evoca los caminos recorridos hacia las fronteras que llevan a otros países, en este caso la norteña. ¿Esta información es un índice de la importancia de las fronteras en sus desplazamientos? La movilidad terrestre ha sido la mejor forma de viajar por México, y antes de la crisis sanitaria también lo hacían por Estados Unidos. Estos ejemplos introducen dimensiones temporales y espaciales contrastantes y, a su vez, desfases en las relaciones interpersonales. Por ello, “este México lo conocemos mejor que el mapa”, frase pronunciada por Chicho Yovani, otro ludar (Armendáriz, 1998, p. 3), indica que chicos y grandes reconocen lugares porque ya han estado allí. Han hecho relaciones con las personas de los entornos de estacionamiento.

En un trayecto, los lugares de nacimiento pueden ser solamente puntos de referencia en los desplazamientos, en circuitos temporales y espaciales. Algunas nacionalidades fueron creadas por los agentes migratorios, sin considerar los documentos de identidad ni la adscripción, como sucede con la polaca que omite el autónimo rom rusos. Estas configuraciones pueden ser múltiples: por ejemplo, los que se quedan en un país cambiando apellidos y efectuando matrimonios mixtos (ludar) y los que deciden continuar en la circulación en el continente americano y Francia, para reunirse en las asambleas pentecostales (rom).

Así, pareciera que los rom y ludar han reconfigurado nuevamente sus espacios y sus vínculos parentales. En esta reconfiguración, la ocupación espacial con un lugar de nacimiento puede ser un nombre propio ludar. Es el caso de Piti Costich, quien nació en Pitiquito, Sonora, y por ello lleva el nombre ludar compuesto por las primeras dos sílabas del pueblo. Se incorpora un lugar geográfico y se lleva en el cuerpo, la persona y la familia. ¿Por qué unos lugares se incorporan y otros no? Estas formas de ocupar, percibir, vivir y construir el espacio en la movilidad, con las propias temporalidades, en situaciones diseñadas por otras poblaciones que las ocuparon espacial y temporalmente antes que ellos, nos llevan a pensar en los imprevistos, ante los cuales son propicios a responder estos grupos parentales ludar y rom.

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1Este texto se publicó originalmente en 2021 con el título “Mapování transatlantických trajektorií „gitanos“ („Cikánů“) v Mexiku”, Romano Džaniben, 28(1), 57-76.

2Este texto forma parte del Proyecto de Ciencia Básica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México Núm. 240828, 2015-2019. Agradezco a Leonardo Piasere sus comentarios y sugerencias al presente texto.

3La “familia” está compuesta por miembros de las familias de varios hermanos (esposas e hijos), las cuales forman parte de una agrupación parental mayor. Durante la circulación, la familia incluye temporalmente a los miembros de la agrupación parental mayor o de otras agrupaciones, con los cuales se asocian y circulan juntos, ocupando regiones en sus desplazamientos. Los rom denominan vitza a los grupos parentales, los ludar, familia.

4Utilizo “gitanos”, “húngaros”, “rom” y “ludar” como exónimos; además de los reportados en los documentos y los utilizados por los autores. Como autónimos, utilizo ludar, rom, rom rusos, rom griegos, entre otros. Estos términos no comprenden a los caló españoles, pues no poseen vínculos.

5“Húngaro” es un término que supone una procedencia de Hungría. En Perú se les llamó “gitanos húngaros”.

6En 2009 inició una reflexión antropológica con miembros de familias ludar en México, a quienes conozco desde 1995.

7Es decir, dedicados a la reparación de cazos de cobre.

8Se trata del actual Bania Luka de Bosnia, que también fue un lugar de nacimiento reportado por Salo y Salo (1986).

9Durante el porfiriato, este lugar, ubicado en la Sierra Madre Occidental, era un destacamento militar, pero no estaba poblado (Paulina del Moral, comunicación personal).

10Este apellido aparece como Costich Lingura de Iovanich, entre los de nacionalidad “turca”.

11Videocartas mostradas entre ludar de Argentina y de México, grabadas por Lorenzo Armendáriz a finales de la década de 1990.

12Para más información, véase Paniagua Mazorra (2016).

13Contrasta el registro de los nacimientos en México durante las primeras emigraciones, mientras es más escaso en la década de 1920-1930.

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