Introducción
Las aguas dulces del mundo constituyen un recurso cada vez más escaso, amenazado y en riesgo de ser contaminado. El agua subterránea es una fuente de agua dulce de alta calidad y representa a un tercio de todos los depósitos de agua dulce en el mundo. Más de 40 % de esta agua es utilizada para cuestiones agrícolas, seguida del uso doméstico (más de 30 %) y el uso en la industria (más de 20 %) (Taylor et al., 2013).
El agua subterránea desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de los ecosistemas. El agua es interceptada por la vegetación forestal, la calidad y la cantidad de agua depende de diferentes factores, tales como edad de la vegetación, especie, estado fitosanitario del bosque y las actividades silvícolas que se realicen con la vegetación; por consiguiente, la pérdida de superficie forestal afecta la cantidad y calidad de agua (González-Guillén et al., 2006).
El aumento poblacional, la fuerte competencia por espacios para la agricultura y la demanda creciente de madera han desencadenado un vertiginoso proceso de deforestación que sigue afectando a unos 13 millones de hectáreas al año (Montes y Sala, 2007). De 1990 a 2000 se deforestaron en México un promedio de 354 mil hectáreas anuales, y de 2005 a 2010 la tasa de deforestación se redujo a 155 mil hectáreas anuales (CONAFOR, 2011).
La deforestación es uno de los principales factores que acentúan el llamado cambio climático, el cual puede repercutir gravemente en la recarga del agua dulce en el subsuelo. Algunos estudios (Allan y Soden, 2008; Bates et al., 2008) señalan que los efectos futuros del cambio climático en la recarga de agua dulce pueden ser muy graves debido a que los períodos de sequía pueden ser más prolongados, mientras que las precipitaciones serán menos frecuentes, pero en mayor intensidad (provocando inundaciones y menor agua infiltrada al subsuelo).
Una de las medidas implementadas a partir de los años noventa para la conservación de los bosques y mantener la provisión de agua destinada al consumo humano y a las actividades productivas fue el pago de servicios ambientales hidrológicos a los dueños de los bosques y selvas. Porras et al. (2008) realizaron un estudio que comprendió 287 casos de esquemas de pago por servicios ambientales hidrológicos en países en desarrollo.
Los programas de pago por servicios ambientales promovidos por los gobiernos nacionales o locales buscan ser mecanismos temporales de pago que hace el Estado a los dueños de los bosques y selvas en tanto se forma un mercado por servicios ambientales en donde los consumidores de agua paguen alguna cantidad de dinero a los dueños de los bosques para su conservación, que permita mantener la infiltración de agua subterránea y los escurrimientos hasta los cauces superficiales.
López-Morales (2012) señala que, de acuerdo con estadísticas oficiales de la Comisión Nacional del Agua en 2011, en la zona centro del país se utiliza anualmente hasta 2.3 veces el volumen del flujo renovable (superficial y subterráneo), lo que genera los indicadores de estrés hídrico regional más elevados del país. En particular, la extracción anual de agua subterránea, que provee alrededor de 70 % del agua utilizada en la región, equivale a alrededor de dos veces el volumen de recarga del sistema de acuíferos, lo que genera un conjunto de problemas que incluye hundimientos, disminuciones del nivel freático, pérdida de calidad o incrementos en el costo de extracción.
Por tal razón, y con el objetivo de proteger la capacidad de provisión de los servicios ambientales hidrológicos, en 2003 el Gobierno Mexicano implementó el Programa de Servicios Ambientales Hidrológicos (PSAH) (SEMARNAT, 2003). Algunos de estos servicios ambientales son: mantenimiento de la capacidad de recarga de los mantos acuíferos y mantenimiento de la calidad de agua, conservación de manantiales, entre otros (Ruiz-Pérez et al., 2007).
El principal objetivo del PSAH es asegurar la permanencia y conservación de los ecosistemas forestales, a través de una compensación económica que la CONAFOR otorga a los dueños y poseedores de los bosques y selvas que deciden conservar sus áreas forestales arboladas para proveer servicios hidrológicos a la sociedad (SEMARNAT, 2003).
El supuesto del que parte la CONAFOR es que la cobertura vegetal de México no solo puede conservarse, sino que puede incrementarse pagándole a los propietarios de la tierra por los servicios ambientales (externalidad positiva) que proveen, ya sea utilizando sistemas sostenibles de producción, reforestando y/o conservando los bosques.
Basado en las Cartas de Uso del Suelo y Vegetación elaborados por INEGI, el análisis de CONAFOR muestra que la tasa de pérdida neta de bosques ha disminuido a la mitad entre 2005 y 2010 en México (CONAFOR, 2011).
Sin embargo, uno de los principales problemas que enfrenta el PSAH es la falta de alternativas para los dueños del bosque, una vez que el programa ha llegado a su fin. Son muy pocos los casos donde se han generado esquemas locales de pago por servicios ambientales o se ha facilitado el acceso a esquemas voluntarios de pago por servicios ambientales. Esto indica que, después de los cinco años de apoyo del programa, no existe una garantía de que los productores continúen conservando los predios apoyados y no regresen a las condiciones que tenían antes de participar en el programa, o bien, que inicien su aprovechamiento maderable.
El PSAH debe marcar la diferencia en la conservación de los predios beneficiados y en la provisión de servicios ambientales hidrológicos; de lo contrario, este programa estaría fungiendo solo como un programa más de subsidio temporal y no garantiza la conservación del bosque una vez que el productor ya no reciba el apoyo económico.
El principal objetivo de esta investigación es conocer qué sucedió con los predios forestales ejidales después de haber participado en el Programa de Servicios Ambientales Hidrológicos (PSAH) de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) de 2005 a 2010. La hipótesis del presente estudio es que los apoyos del PSAH mejoran las condiciones de los bosques, pero no garantizan que los bosques beneficiados con los subsidios mantengan la provisión de servicios ambientales en el mediano o largo plazo, una vez concluido el flujo de subsidios.
Metodología
Área de estudio
La investigación se realizó en tres ejidos del municipio de Texcoco, Estado de México: Ejido San Miguel Tlaixpan, Ejido San Pablo Ixayoc y Ejido Tequexquinahuac. Los tres ejidos se localizan en el área forestal conocida como “zona de montaña”, que es la parte más alta del municipio y donde se ubican la mayoría de los ejidos y comunidades forestales.
Este municipio se localiza en las estribaciones orientales de la cuenca endorreica denominada “Valle de México”, a una distancia de 25 km de la Ciudad de México, entre las coordenadas geográficas: Longitud 98° 39’ 28” W y 99° 01’ 45” W; Latitud Mínima: 19° 23’ 40” N y 19° 33’ 41”. La extensión territorial es de 418.69 kilómetros cuadrados y se localiza en el oriente del Estado de México, a una distancia aproximada de veinticinco kilómetros de la Ciudad de México1.
El presente estudio se realizó en el municipio de Texcoco que cuenta, de acuerdo con el censo del INEGI (2010), con una población de 235 151 personas; sin embargo, comparte el acuífero con Chicoloapan, Chimalhuacan y Nezahualcoyotl, que son de los municipios con mayor cantidad y densidad de población del país. Esta situación hace que el acuífero sobre el que se asienta Texcoco sea uno de los más sobreexplotados de todo el país. De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), Texcoco se localiza en la Zona de Extracción de Agua 9-01 Valle de México, cuya condición hidrológica es de sobreexplotación extrema, por lo que ha sido declarada como zona de veda para la apertura de nuevos pozos. Escobar y Palacios (2012) calcularon la tasa de sobreexplotación del acuífero en -67.61 hm3 año-1, que se traduce en un abatimiento del manto freático promedio anual de 1.20 metros en el periodo 1969-2009.
Por tal motivo, este acuífero fue seleccionado por la CONAFOR y PROBOSQUE como zona para apoyar acciones de recarga de acuíferos a través de servicios ambientales.
Método de estudio de caso
La investigación se realizó en 2012, con base en el método de estudio de caso. Este tiene un carácter cualitativo y descriptivo, principalmente, aun cuando se recopila información tanto cualitativa (entrevistas estructuradas flexibles, observación y otras) como cuantitativa (archivos, mediciones en campo, y otras). Los resultados de este método no pueden inferirse hacia una población mayor, pero permite un examen y escrutinio a profundidad de la recopilación de una gran cantidad de datos detallados, permitiendo una imagen completa de un fenómeno social (Salkind, 1999).
Rodríguez (1996) menciona que un estudio de casos múltiples presenta evidencias más convincentes y, por tanto, el estudio es más robusto; por ello, se seleccionaron tres casos.
Muestreo
La selección de los tres ejidos se hizo con base en tres características comunes: 1) se ubican en la misma zona forestal del municipio de Texcoco; 2) fueron beneficiarios del Programa Federal de Pago por Servicios Ambientales Hidrológicos durante el período 2005-2010; y 3) ya concluyeron los cinco años de apoyo de dicho programa.
Se realizó un muestreo dirigido no probabilístico porque los beneficiarios del PSAH son los ejidos y no los ejidatarios individuales, por lo cual la mayor parte de ellos no conocían el proceso de gestión de los apoyos y muchos ni siquiera recibieron pagos por sus jornales porque no trabajaron en las obras realizadas en los predios beneficiados. Por tal motivo, la mayor parte de la información provino de informantes clave que fungían como representantes ejidales en la gestión de los apoyos del PSAH y fueron quienes organizaron los trabajos de conservación en los predios beneficiados por el programa.
Se tomó una muestra de cuota de cinco ejidatarios por ejido (15 en total) que hubieran participado en la construcción de obras y labores de conservación de los predios beneficiados. A los ejidatarios solo se les realizaron algunas preguntas para corroborar aspectos que conocían como, por ejemplo, la rendición de cuentas de los recursos del PSAH, o bien, sobre información que les atañía, como el pago de jornales que recibieron por su trabajo en las obras de conservación. Por ello, esta muestra de ejidatarios no puede considerarse representativa y solo tenía la función de detectar incongruencias, imprecisiones o explicaciones dadas por el informante clave. Al final no se encontraron discrepancias significativas entre los dirigentes y los ejidatarios.
Por último, se hizo una entrevista con el Prestador de Servicios Técnicos Forestales (PSTF) de cada ejido. Se diseñó un cuestionario con un enfoque mucho más técnico, pero también repitiendo algunos puntos para verificar la información obtenida con los informantes clave y los ejidatarios escogidos al azar.
Instrumentos de investigación
Entrevistas estructuradas: Se diseñaron tres cuestionarios que sirvieron para recopilar información a través de entrevistas directas con los actores sociales: informantes clave, ejidatarios y personal asesor técnico.
Recorridos de campo: Se realizaron recorridos de campo en los tres ejidos, visitando los predios forestales que participaron en el programa de PSAH con la finalidad de conocer las diferentes prácticas y obras de conservación que se hicieron al bosque durante el período de apoyo, así como conocer el estado actual de los mismos una vez concluido el apoyo de dicho programa. En los tres casos se designó una comisión integrada por dos o más personas de cada ejido que conocieran perfectamente el lugar y que hubieran estado involucrados plenamente en las actividades del PSAH.
Observación participante: Es un método de investigación y de aprendizaje a través de del cual el investigador se expone e involucra en el día a día o las actividades de rutina de los participantes (Kawulich, 2005). La información se obtuvo en varias visitas a los ejidos donde se observaron las actividades de los ejidatarios, realizando actividades relacionadas con el bosque.
Resultados
Condición de los predios beneficiados, antes de participar en el programa PSAH
La especie forestal predominante en los tres ejidos fue el Abies religiosa (oyamel), ocupando más de 60o% de la superficie total de cada uno de los predios. Lo anterior se debió a las características altitudinales de dichos predios (arriba de los 2500 m). La segunda especie predominante fue el pino (Pinus hartwegii, Pinus pseudostrobus, Pinus montezumae (ocote) y en menor porcentaje el encino (Quercus spp.).
Al iniciar su participación en el programa, los tres predios estaban contemplados dentro del programa de manejo forestal de cada ejido, solo que en estatus de “recuperación o reposo”. Esto significa que durante los cinco años de apoyo no podían ser aprovechados para permitir que el arbolado forestal se fortaleciera. En 2005 los predios de los ejidos de Tequexquinahuac y San Pablo Ixayoc estaban en espera de ser aprovechados y en el caso del ejido de San Miguel Tlaixpan el predio acababa de ser aprovechado.
De acuerdo con la información obtenida, una de las principales razones para participar en el PSAH no fue solo para seguir cuidando y conservando el bosque, sino porque el predio participante estaba en ese momento en descanso.
En los tres casos la superficie apoyada fue de 200 hectáreas ubicadas en un solo predio o polígono. Esta coincidencia se debe a que en 2005 el área en recuperación o reposo no debía exceder de 200 hectáreas por beneficiario. Por lo tanto, cada ejido no podía aspirar a participar con una superficie mayor.
En los tres casos los predios participantes no eran las áreas con mayor riesgo de deforestación ni eran áreas abandonadas, sino que estaban incluidos dentro del Programa de Manejo Forestal del Ejido. Incluso en el ejido de San Miguel Tlaixpan el predio participante era la zona mejor conservada del bosque.
Pagos por servicios ambientales hidrológicos
El mecanismo de apoyo principal del PSAH hacia los ejidos fue la transferencia de recursos económicos a cambio de dos condiciones principales: 1) no realizar aprovechamientos maderables en los predios beneficiados; y 2) realizar obras y labores de conservación para mejorar las condiciones ecológicas de los predios para mantener las cubierta vegetal.
En 2005, el PSAH pagó una cuota de $300.00 ha-1, lo que significó una cantidad de $60 000.00 anuales por las 200 ha de cada predio beneficiado. El dinero debería ser destinado al pago de jornales, servicios y materiales necesarios para la realización de obras y actividades de conservación. Al preguntarle a los ejidatarios en que fueron invertidos los recursos, el ejido de Tequexquinahuac y el de San Pablo Ixayoc señalaron que fueron destinados enteramente a las acciones de conservación del bosque y en el ejido de San Miguel Tlaixpan se destinó 60 % a acciones de conservación y 40 % a construir el salón ejidal.
Ninguno de los ejidos destinó dinero para repartir a los ejidatarios, por lo cual la única forma de beneficio económico fue el pago por jornales para realizar las obras de conservación. En las entrevistas los informantes clave y los ejidatarios coincidieron en que la cuota pagada por el PSAH es demasiado baja y que ni siquiera cubre los costos de darle un buen mantenimiento al bosque. La mayoría coincidió que la cuota debería ser de al menos $1500.00, además de pagar por toda la superficie del ejido y no solo por 200 ha. Aun así, los entrevistados apreciaron el apoyo recibido del PSAH porque consideraron que mejoraron las condiciones del bosque.
De acuerdo con Porras et al. (2008), los programas de pago por servicios ambientales promovidos por los gobiernos nacionales o locales buscan ser mecanismos temporales de pago que hace el Estado a los dueños de los bosques y selvas, en tanto se forma un mercado por servicios ambientales en donde los consumidores de agua paguen alguna cantidad de dinero a los dueños de los bosques para su conservación que permita mantener la infiltración de agua subterránea y los escurrimientos hasta los cauces superficiales.
Los informantes clave señalaron que la CONAFOR nunca les planteó la posibilidad de crear un mecanismo permanente de mercado donde los consumidores de agua extraída del acuífero pagaran a los ejidatarios alguna cantidad por pago por servicios ambientales hidrológicos provistos por sus bosques. Esto significó que al finalizar los cinco años de apoyos otorgados por el PSAH los ejidos dejaron de percibir ingresos por servicios ambientales.
Obras de conservación, de suelo y agua, realizadas durante el período de apoyo
En 2005 las reglas de operación del PSAH no contemplaban la implementación del Programa de Mejores Prácticas de Manejo (PMPM). Dentro de los derechos y obligaciones de los beneficiarios del PSAH solo se consideraba “mantener como mínimo la vigilancia del predio”, con la finalidad de asegurar la conservación de la misma cobertura forestal que tenía el predio al inicio del apoyo.
El apoyo del PSAH a los tres ejidos inició en 2005, por lo que ninguno de ellos tenía el compromiso u obligación de realizar actividades de conservación o restauración en sus predios. Sin embargo, en los tres casos se hicieron varias actividades para mejorar las condiciones del bosque.
Algunos de los trabajos realizados fueron: reforestaciones, apertura de zanjas trinchera, presas de palos, morillo y piedra acomodada, apertura de brechas cortafuego, acomodo de material vegetal muerto, colocación de letreros, podas y chaponeos, entre otros.
Reforestaciones: La reforestación fue una actividad realizada en los tres ejidos; aunque hubo una variación en el número de hectáreas reforestadas esta diferencia no fue significativa. El ejido con menor superficie reforestada fue San Pablo Ixayoc (15 ha) y la mayor fue la de San Miguel Tlaixpan (30 ha).
Tinas ciega o zanjas trinchera: Se realizaron en los ejidos de San Miguel Tlaixpan y Tequexquinahuac. En el primero estas obras cubrieron una superficie de dos hectáreas. El tamaño de las zanjas fue de dos metros de largo por 0.5 m de profundidad y 0.4 m de ancho. En el de Tequexquinahuac se cubrió una superficie total de tres hectáreas, encontrándose zanjas de dos tamaños diferentes, de dos y de cinco metros de largo (Figura 1).
Presas de ramas: Se construyeron solo en los ejidos de Tequexquinahuac y San Pablo Ixayoc, con el objetivo de retener azolves, así como reducir la velocidad de escurrimiento. En total se identificaron cuatro obras de este tipo en el ejido de San Pablo Ixayoc y tres en el de Tequexquinahuac (Figura 2).
Presas de morillos: Los ejidos de Tequexquinahuac y San Pablo Ixayoc fueron los únicos que realizaron este tipo de obras de conservación de suelo. En Tequexquinahuac se ubicaron tres presas de este tipo y en San Pablo Ixayoc, cinco.
Presas de piedra acomodada: Este tipo de obras solo se realizó en el ejido de Tequexquinahuac, haciéndose en total tres presas (Figura 3).
Reparación y mantenimiento de caminos: Los tres ejidos invirtieron recursos en este tipo de trabajos. Unieron esfuerzos y recursos para reparar, en forma conjunta, parte del camino principal de acceso al bosque, ya que el beneficio fue colectivo. Sin embargo, el de San Pablo Ixayoc invirtió más recursos en la reparación de caminos secundarios (Figura 4).
Vigilancia: Las actividades de vigilancia fueron cubiertas totalmente por los tres ejidos, sin el apoyo del PSAH, aunque el ejido de San Pablo Ixayoc es el que más sobresalió en esta actividad.
Brigadas contraincendios: Ninguno de los tres ejidos cuenta con una brigada contraincendios permanente, sin embargo, tanto el de Tequexquinahuac como San Pablo Ixayoc están muy bien organizados para combatir los incendios cuando ocurren. Por su parte, San Miguel Tlaixpan no tiene una estrategia definida donde cada brigadista ejecute una función para combatir este tipo de siniestros, por lo que piden el apoyo a los ejidos vecinos cuando ha llegado a suceder algún incendio.
Apertura y mantenimiento de brechas cortafuego: Los tres ejidos ya cuentan con un Programa de Manejo Forestal, incluyendo los predios apoyados. Esto significa que las brechas cortafuego ya estaban trazadas con anterioridad al PSAH y solo se les dio mantenimiento. Únicamente el ejido de San Miguel Tlaixpan abrió una brecha nueva (de 50 metros de largo) (Figura 5).
Colocación de letreros: A pesar de que no era obligatorio, los tres ejidos colocaron más de dos letreros en cada predio apoyado (de 5 a 20 letreros) (Figura 6).
Condición de los predios forestales una vez concluido el apoyo del PSAH
En las entrevistas, los ejidatarios y los informantes clave manifestaron que los predios beneficiados por el PSAH están en mejores condiciones actualmente que al inicio del apoyo del programa porque se realizaron las obras de mejoramiento del bosque con recursos del programa. En los recorridos de campo se observó que el bosque de los tres predios ejidales tiene una apariencia vigorosa, sana y agradable como resultado del buen cuidado y manejo que han hecho los ejidatarios. Por ello, los predios cumplen adecuadamente con la provisión de servicios ambientales hidrológicos (Figura 7).
Todos los entrevistados coincidieron en que los predios forestales apoyados por el PSAH están en mejores condiciones que antes de recibir los apoyos y señalaron tres razones: 1) en los predios beneficiados no se hicieron aprovechamientos maderables durante cinco años; 2) los ejidos cumplieron los compromisos adquiridos por reglas de operación del PSAH porque realizaron obras y actividades de conservación para mejorar las condiciones del bosque (reforestaciones, obras de conservación de suelo y agua, prevención de incendios, entre otras) con los recursos del PSAH, y 3) no se presentaron siniestros graves (como la presencia de incendios, plagas o enfermedades) o problemas de tala clandestina en los tres predios apoyados.
A dos años de haber terminado los pagos por servicios ambientales de la CONAFOR a los tres ejidos, los ejidatarios continúan realizando algunas actividades de mejora. Por ejemplo, se constató en campo que en el de Tequexquinahuac se han hecho chaponeos y podas; en San Miguel Tlaixpan, reforestaciones y mantenimiento de brechas cortafuego; y en San Pablo Ixayoc se sigue realizando la vigilancia constante.
Después de concluir su participación en el PSAH actualmente, solo uno de los ejidos sigue recibiendo apoyos de la CONAFOR y los otros dos participan en el programa de Pago por Servicios Ambientales Hidrológicos del Gobierno del Estado de México. Sin embargo, los tres están participando con predios diferentes a los apoyados por el PSAH de 2005 a 2010. Esto indica que han sabido aprovechar los apoyos disponibles en distintos niveles de gobierno (federal y estatal), lo cual es motivado porque los pagos por servicios ambientales que otorga el PSAH fueron muy pocos.
Los predios de los tres ejidos forestales participantes en el PSAH (2005-2010) actualmente tienen el siguiente uso:
El predio del ejido Tequexquinahuac está siendo aprovechado bajo el Programa de Manejo Forestal porque ya concluyó su tiempo de “reposo” o “descanso”, así como su participación en el programa. El interés actual del ejido sobre este es hacer aprovechamiento maderable.
El predio del ejido de San Miguel Tlaixpan fue decretado “área de reserva”, con el fin de que se conserve y no se hagan aprovechamientos maderables. La decisión del ejido fue basada en que este predio se localiza a una distancia lejana del núcleo ejidal, por lo cual siempre ha sido una de las áreas del bosque mejor conservada y se encuentra en el perímetro de lo que es el Parque Nacional Izta-Popo, que es un Área Natural Protegida. El predio actualmente está en veda y está siendo vigilado por los ejidatarios, aunque se han autorizado aprovechamientos de lama y musgo.
Por último, el predio del Ejido de San Pablo Ixayoc está en espera de ser aprovechado, una vez que les sea aprobado el nuevo Plan de Manejo del ejido porque el anterior terminó su vigencia en 2010.
Discusión
La línea de política pública del programa pago por servicios ambientales fue focalizar, durante la primera etapa, los recursos federales donde puede hacer una diferencia mayor. Es decir, en las áreas forestales que no generan ingresos para sus propietarios y que por esta razón se considera que pueden estar en mayor riesgo de deforestación por cambio de uso de suelo (González-Guillén et al., 2006). En los ejidos estudiados esta premisa no se cumplió ya que en los tres casos los predios participantes no eran las áreas en mayor riesgo de deforestación ni eran áreas abandonadas.
El PSAH parte del supuesto de que la no intervención con fines de aprovechamiento maderable en las áreas de bosque es siempre una estrategia suficiente para asegurar su conservación. Bajo esta premisa las reglas de operación del PSAH no consideran el apoyo a predios con aprovechamiento maderable, sino que solo se consideran aquellos que estén dentro de un programa de manejo que sean “áreas en recuperación o reposo”. A este enfoque se le llama “Conservación Pasiva”, debido a que se considera que el bosque se va a conservar sin tocarlo o, en el mejor de los casos, realizando algunas obras y labores de conservación.
La política forestal nacional no apoya la idea de que “un bosque o un predio que esté siendo aprovechando es capaz de brindar los mismos beneficios ambientales que uno que no se toque”. Esto es, que la “Conservación Activa” o bajo buen manejo no es aceptable para el PSAH de la CONAFOR.
Taylor (2013) indica que la deforestación es un factor que promueve el cambio climático. El impacto de estos efectos en la recarga de los acuíferos no está resuelto del todo; sin embargo, evidencias previas (Tague y Grant, 2009; Sultana y Coulibaly, 2011) indican que los cambios en los régimen del deshielo tienden a reducir la duración y magnitud de la recarga. Una disminución considerable en los niveles del manto freático en Texcoco puede hacer insuficiente el agua para satisfacer los requerimientos domésticos y agrícolas, y para mantener funciones ecológicas básicas en un mediano plazo.
Un bosque bien manejado no debe demeritar la calidad y cantidad de provisión de agua y otros servicios ambientales. En un estudio realizado por Návar-Cháidez (2011) se encontró que el manejo de los bosques para su conservación y restauración mediante diversas prácticas silvícolas tendientes a aumentar la diversidad biológica y la diversidad estructural permiten aumentar la productividad de las comunidades templadas de los ecosistemas forestales y hacerlos más aptos para la oferta de servicios ambientales, como la provisión del recurso hídrico.
Sin embargo, aun cuando en muchas regiones del país el aprovechamiento forestal se asocia directamente a las experiencias más exitosas de conservación y desarrollo de los bosques, combinar provisión de servicios ambientales con el aprovechamiento forestal no es algo para lo que México este aun preparado. Por tal motivo, los tres predios ejidales estudiados fueron aceptados para participar en el PSAH porque su estatus era “recuperación o reposo” en el plan de manejo de los ejidos.
De acuerdo con la información obtenida en la investigación, una de las principales razones para participar en el PSAH no fue solo “cuidar y conservar el bosque”, sino que los ejidos aceptaron no hacer aprovechamientos maderables durante los cinco años de participación; solo se iban a mantener en descanso. Esto les dio una opción de ingreso a los ejidos por predios que no querían o no podían aprovechar su madera.
Las reglas de operación actuales contemplan que para predios con programa de manejo forestal maderable vigente solo serán elegibles los polígonos que se encuentren fuera de las áreas de corta autorizadas. Son elegibles las áreas de corta solo cuando el solicitante demuestre que cuenta con la certificación de buen manejo de bosques (SEMARNAT, 2011).
Esto implica mayores requisitos para los dueños del bosque, ya que no solo basta con contar con un plan de manejo forestal, sino estar dentro de un padrón de la CONAFOR donde se ha certificado el buen manejo forestal. Esto indica que para la CONAFOR el aprovechamiento y la provisión de servicios ambientales no son totalmente compatibles, lo que obliga a los dueños del bosque a conservarlo solo por el período en el que reciben apoyo del programa y optar por volver a hacer aprovechamiento maderable cuando ya no tengan compromisos de conservación y permanencia.
Los investigadores que han estudiado los esquemas de PSA (Porras et al., 2008) diseñados actualmente, han encontrado una clara tendencia hacia eliminar los esquemas de prohibición del uso de los recursos y en su lugar generar otros que compensen el buen manejo (Madrid-Ramírez, 2011), o sea, se busca promover el enfoque de “Conservación Activa” y el pago por servicios ambientales por buen manejo del bosque.
Sin duda, la tendencia futura y la mejor opción de los esquemas de PSA es compensar el buen manejo (conservación activa) y no pagar solo por conservar o reforestar (conservación pasiva), sin usar los recursos naturales disponibles, ya que estos son los insumos de cualquier actividad económica desarrollada por el hombre y es casi imposible dejarlos de utilizar.
En lo que respecta a los trabajos realizados en campo para conservar y mejorar las condiciones del bosque, en los recorridos de campo se verificó que las obras de conservación fueron de buena calidad y cumplieron con los objetivos específicos para los que fueron diseñados, como el control de la erosión hídrica, control de azolves, retención de humedad, protección, etcétera. En conjunto, también cumplieron con el objetivo principal, que fue mejorar las condiciones del bosque aunque de forma limitada.
Los recorridos de campo fueron una herramienta valiosa para complementar la información obtenida en las entrevistas. Gracias a ellos se pudo corroborar mucha de la información proporcionada por los ejidatarios y personal técnico sobre las condiciones de los predios apoyados por el PSAH.
En el caso de estudio, el PSTF y los ejidatarios entrevistados coincidieron en que las condiciones actuales de los predios apoyados son mejores que antes de participar en el programa. Estas mejoras se basan en tres razones fundamentales 1) en los predios beneficiados no se hicieron aprovechamientos maderables durante el tiempo de apoyo del PSAH; 2) los ejidos cumplieron los compromisos adquiridos por reglas de operación del PSAH porque realizaron obras y actividades de conservación para mejorar las condiciones del bosque (reforestaciones, obras de conservación de suelo y agua, prevención de incendios, entre otras) con los recursos del PSAH; y 3) no se presentaron siniestros graves (como la presencia de incendios, plagas o enfermedades) o problemas de tala clandestina.
Los ejidos deciden aprovechar nuevamente sus predios porque el dinero que reciben del PSAH es muy poco y solo alcanzan a pagar algunas actividades y obras de conservación que no son suficientes para darle los cuidados y mantenimiento necesario al bosque. Ninguno de los recursos otorgados por el PSAH fue repartido directamente para el bolsillo de los ejidatarios. Ellos solamente recibieron el pago de jornales para realizar las labores de conservación en los predios beneficiados. Aquí la disyuntiva de los ejidatarios es conservar sin recibir beneficios económicos significativos o usar estos predios con vocación forestal para aprovechar la madera y percibir ingresos.
Lamentablemente no se tiene información precisa, ni evidencias fotográficas, de cómo se encontraban los predios antes de participar en el programa. Solo se cuenta con la información recabada del PSTF y de los ejidatarios sobre tales condiciones y con lo que se observó en los recorridos de campo. Sin embargo, es indiscutible que la realización de algunas obras de conservación de suelo y agua, reforestaciones o alguna otra actividad impacta favorablemente en beneficio del bosque.
Un dato importante que revela la evaluación del PSAH 2003-2007 es que 36 % de los beneficiarios coinciden en que, de no existir el PSAH, usarían su terreno con fines agropecuarios y solo un tercio de ellos mantendría su uso forestal (González-Guillén et al., 2008).
Las áreas beneficiadas corren el riesgo de ser deforestadas por una decisión basada en factores de mercado y necesidades económicas, a pesar de las restricciones legales que existen. La situación actual de los predios beneficiados por el PSAH en los tres ejidos estudiados es la siguiente: 1) El predio del Ejido de Tequexquinahuac está siendo aprovechado bajo el Programa de Manejo del Ejido; 2) el predio del Ejido de San Pablo Ixayoc está en espera de ser aprovechado una vez que se apruebe el Programa de Manejo del ejido; y 3) el predio del Ejido San Miguel Tlaixpan fue decretada área de reserva en veda y solo se permiten pequeñas extracciones de lama, musgo y madera plagada o enferma. Esta última es una de las áreas mejor conservadas dentro del Parque Nacional Izta-Popo.
Después de conocer el estado actual que guardan los predios apoyados se puede concluir que el problema no es tan grave, comparado con los pronósticos que se tenían respecto al futuro de los bosques: abandono, deforestación o cambio de uso de suelo; en ninguno de los tres casos sucedió esto.
Conclusiones
En 2005 el PSAH tenía un enfoque de “conservación pasiva” por lo que solo admitió predios considerados “en reposo” en el Plan de Manejo de los tres ejidos estudiados, aunque no eran los que corrían más riesgo de ser deforestados. Se ha demostrado en otros estudios que un predio forestal bien manejado puede proveer de la misma o mayor cantidad y calidad de servicios ambientales que un predio en reposo.
Los estudiados están en mejores condiciones después de haber participado en el PSAH de 2005 a 2010 por tres motivos: 1) eran predios no aprovechados porque tenían estatus de “en reposo” en el plan de manejo ejidal; 2) los ejidos cumplieron en gran medida los compromisos con el PSAH al realizar obras y actividades de conservación con recursos del PSAH; y 3) no hubo siniestros importantes en el período (plagas, incendios u otros problemas).
Los pagos por servicios ambientales otorgados por el PSAH fueron muy reducidos, lo que resultó poco atractivo para los ejidos, especialmente después de haber invertido una parte importante en las obras de conservación y no destinar nada a beneficiar económicamente a los ejidatarios.
Es urgente que el PSAH se convierta en un esquema rentable para los productores y que más allá de los cinco años de apoyo les garantice continuar percibiendo un ingreso para la conservación de sus bosques; de lo contrario, no existe ninguna garantía de que estos predios sigan proveyendo los servicios ambientales que a la fecha brindan.
La participación de predios ejidales en el PSAH no garantiza que se vayan a conservar en el largo plazo porque el PSAH no contribuyó a crear un mecanismo local permanente de pagos por servicios ambientales. A pesar de ello, los ejidos siguen realizando actividades de conservación en los predios.