Sumario:
1. Introducción / 2. Como se expresan socialmente los buchones en los espacios colectivos / 3. El buchón como expresión de las prácticas culturales de Sinaloa / 4. Entre lo lejano del centro y los vericuetos de la sierra en el noroeste de México / 5. La cultura sinaloense de lo posible y la violencia / 6. La formación de un modelo de imagen sustentada en el narcotráfico y su movilidad hacia la ciudad / 7. Los movimientos de migración y su influencia / 8. El mercado y los procesos de transformación identitaria global para la región de Sinaloa / 9. Conclusiones
Para Javier Valdez
Yo tengo estilo me gusta tanto todo lo bueno que pa’
ajuariarme yo no me freno / ahí tengo dólares para
gastar y las morritas […] sigue la banda sonando
abierto pos es mi gusto y estoy contento pues de
donde vengo traje billetes para gastar.
El Buchón. Alex González
1. Introducción
En Sinaloa se le conoce como buchón a los que se distinguen por las manifestaciones faraónicas o de exaltación en el vestir, en el consumo (carros, motos, yates, casas), en la prepotencia por la forma de actuar, en el gasto fácil del dinero y en la creencia de que el éxito se consigue a través de la violencia. Su imagen estética deriva de las transformaciones en la presentación de las personas que bajaron de la sierra de Sinaloa con la carga de ser narcotraficantes. La imagen que identifica a los que coinciden con su forma de actuar y vestir en este estado es también resultado de las transformaciones culturales que se producen en otras ciudades (en otras partes pueden ser góticos, darquetos, cholos, maras, etcétera).
La imagen del buchón ha influido en las transformaciones culturales de consumo, del gusto y los estilos de vida que se expresan como prácticas sociales en algunas ciudades que rechazaban las expresiones rurales. En dichos lugares las condiciones del mercado han tenido que adaptarse a las exigencias de la industrias culturales o mercado local. Por ello, nacen algunas preguntas que se van contestar a lo largo de este trabajo. ¿Es acaso la imagen que expresa la identidad buchona una reconstrucción de los modelos de la narcocultura, o es una imagen que el mercado ha tomado para publicitar un modelo de la violencia?
Además, preguntamos ¿por qué los jóvenes se sienten seducidos por esta moda e imitan las imágenes del buchón? ¿Es cierto que la imagen resalta los valores del Sinaloa bárbaro o reconfigura una nueva imagen que se expresa en la globalidad a través de modelos regionales? ¿El mercado ha impuesto este modelo e imagen como medio de comunicación? ¿Qué implica todo esto en una sociedad como la mazatleca, dónde los valores y la cultura están configurados por el turismo y la convivencia con extranjeros se hace de manera cotidiana?
2. Como se expresan socialmente los buchones en los espacios colectivos
El buchón es un referente de la dinámica por la que transitan las expresiones culturales de las memorias colectivas, las dinámicas de las industrias culturales, el consumo y los medios que se convierten en elementos de la comunicación, particularmente para los jóvenes que buscan darle sentido al escenario local que se construye en una región.1
En ese escenario local (puede ser una ciudad, un pueblo o una pequeña comunidad), se va definiendo la formación de una relación de flexibilidad simbólica glocal,2 configurada en los modelos de expresión e identificación de la globalización frente a modelos regionales colectivos. Las manifestaciones culturales se representan en los gustos y estilos de vida, que en Sinaloa resultan de la violencia como imagen simbólica de la comunicación y una ética o moralidad aceptada como normal.
En el tránsito de una cultura impuesta a Sinaloa, utilizando como medio los tratados entre los Estados Unidos y México (tratados secretos, poco conocidos y no comprobados), durante la Segunda Guerra Mundial del siglo pasado, comenzó a darse el cultivo y tráfico de amapola;3 así, se formaron nuevas prácticas culturales por la transformación del trabajo con el cultivo y tráfico de la droga. Se formó también el acceso a productos de consumo con altos precios, debido a la facilidad con que se accedía al dinero.
Esto trajo como consecuencia diferentes prácticas de comunicación (una estética para vestir, por ejemplo), que con el paso del tiempo se convirtieron en las formas de significar la violencia y el éxito en los jóvenes de la región del noroeste de México.
La imagen del gomero, del mariguanero, del narco evolucionó hasta llegar a la del buchón.4 Se convierte en una expresión cargada de símbolos violentos con la imagen de Malverde (santo patrono), la AK 47 y la hoja de marihuana.5 No obstante los problemas por los que transita el país, pareciera que están olvidados las constantes situaciones de inseguridad y de impunidad que distinguen la fragilidad de las autoridades, y que las distinciones de los medios enaltecen el crecimiento de las opciones por el éxito fácil que se encuentra en la violencia. Por eso, los jóvenes que deciden ser o imitar a los buchones6 afirman: “Prefiero vivir cinco años como rey que cincuenta como buey”.
La figura del buchón aparece en un momento de crisis, de desempleo, de inseguridad, de un Estado frágil envuelto por la mediatización, las respuestas frívolas estilo espectáculo o telenovela, la apuesta por lo efímero y la falta de un proyecto político para los jóvenes. Seduce a los jóvenes al ver una posible alternativa como proyecto de vida ante la falta de una propuesta del Estado: acercarse a los modelos de la narcocultura. Con base en ese proceso paralelo de construcción social, se expone sintéticamente sobre el buchón y la narcocultura con el papel de algunos de los mecanismos que van transformando las prácticas sociales y culturales de los sujetos de una región, de una ciudad y de las prácticas culturales que se integran a las prácticas cotidianas de los actores de un espacio físico: la ciudad de Mazatlán.
La ciudad porteña, desde su poblamiento hasta la época actual, se distingue por las influencias identitarias diversas y cosmopolitas. No obstante, se encuentra en la meca de la génesis de la narcocultura y es el lugar donde han nacido los narcotraficantes más conocidos en los últimos cincuenta años en este país.7 Las prácticas culturales dependen también de los rasgos que caracterizan a esta región.
Las características de la identidad local se han transformado por la influencia o procesos de plasticidad, en la idea de Giménez.8 Entre las influencias de los extranjeros, con sus identidades diversas, y los códigos de la narcocultura que transforman las prácticas locales, se han formado prácticas sociales de los estilos de vida en la distinción de Bourdieu:9 de consumo, del gusto por ciertos sentidos musicales, de vestir, de la compra ostentosa en autos y casas. Estos factores han definido una nueva forma de convivencia social.
Ante tales movimientos de plasticidad, insiste Giménez, algunas ciudades como la de Mazatlán sufrieron transformaciones de las memorias colectivas. Son tres los factores que, sostenemos, influyen en la formación del buchón y los procesos de prácticas cotidianas emergentes en Mazatlán. Resultan de las identidades emergentes que explican las nuevas relaciones entre los sinaloenses.
El factor de inicio se fundamenta, en parte, por la migración del medio rural de Sinaloa a la ciudad en los años setenta y ochenta. Un alto porcentaje de personas desempleadas, o por no dedicarse a las prácticas del narcotráfico, al ver el boom del crecimiento del turismo, con la construcción de hoteles, decidieron migrar a la ciudad y asentarse, con las costumbres que los acompañaron simbólicamente.
La migración fue un canal de tránsito que colaboró en la modificación de los gustos por la ropa y la música. Este canal de tránsito creó nuevas condiciones rurales en algunas colonias de la periferia, donde difícilmente se distingue lo urbano de lo rural.10 Posiblemente, la ruralización de la ciudad se convierta en un factor muy influyente para determinar nuevas expresiones estéticas y transformaciones de las ciudades.
En segundo lugar, aparece el factor de liberalismo-colombianización. Para Santamaría,11la colombianización se explica como el proceso de transformación de la relación de los narcotraficantes sinaloenses con otros de diferentes partes de América Latina. Ello contribuyó a la corrupción política, problemas de gobernabilidad y nuevas formas de violencia vinculadas con el secuestro, particularmente. Interpretamos que, en esta relación o transformación de las acciones de los narcos, aparecen simbólicamente los gustos musicales: el gusto por la banda y la música norteña los empieza a relacionar con la cumbia, el ballenato y el reguetón.
Finalmente, un tercer factor que se expresa como resultado del liberalismo-colombianización en los esquemas de la globalización-modernización. Simbólicamente, entró un factor más influyente: el mercado. De este proceso resulta la imagen que se construyó con la negociación simbólica de la cultura local, con la incorporación de nuevos mercados internacionales para la negociación de la droga en diferentes partes del mundo. Esto ayuda a que se identifique a los sinaloenses con los narcos colombianos y los norteamericanos. Esta situación modifica las conductas del tráfico de drogas con la configuración o incorporación de algunos elementos de las culturas regionales e internacionales.
El objetivo de este trabajo es dar a conocer algunos argumentos que van decidiendo las prácticas sociales, y algunas imágenes que explican la transformación de las memorias colectivas de una región. Se ve la influencia de mecanismos de las industrias culturales, mediante el consumo y la influencia ideológica de la globalización que han desarrollado otras prácticas culturales con el tráfico de drogas, en particular las expresiones de los buchones, para transformar las costumbres, estilos de vida y consumo.
Sin profundizar de manera especializada en la problemática de la narcocultura y las expresiones de los buchones. Se plantea un supuesto inicial relacionado con la influencia del propio narcotráfico. La imagen del buchón, con sus manifestaciones sociales y culturales, nace con las negociaciones comerciales de la venta y tráfico de drogas en los años ochenta, que se expande en América Latina. Las relaciones comerciales ya no son sólo con Estados Unidos.
Un segundo supuesto que trata de validar las afirmaciones expuestas. Se sustenta en el señalamiento de que el modelo de comportamiento que representa la narcocultura se manifiesta, principalmente, por las imágenes y expresiones que se han construido socialmente, con las cuales se identifican un alto porcentaje de jóvenes en el estado. Ante esta situación, es posible que las prácticas culturales e identitarias que definen el mercado ayuden a explicar la emergencia de los procesos de transfiguración cultural que, en algunas ciudades como Mazatlán, se configuran en nuevas formas de expresar la imagen estética.
Este trabajo es parte de una investigación más amplia que se realiza en Sinaloa sobre los jóvenes vulnerables a la exclusión de la escuela por la búsqueda del éxito basado en la narcocultura. El trabajo busca exponer los problemas de violencia que se ha generado en los últimos diez años, donde el mayor número de implicados son los jóvenes en edad escolar (12 a 24 años). Se trata de conocer dónde están y qué hacen los jóvenes que no asisten a la escuela, ni trabajan, pero aparecen en acciones de violencia y crimen organizado, los ninis. Lo anterior a pesar de que Sinaloa es uno de los estados que mayor invierte en educación media y superior.12
Se expone a manera de síntesis metodológica, con base en algunas observaciones antropológicas y estudios etnográficos en la perspectiva de Geertz.13 Se han realizado, hasta el momento, estudios de análisis de contenido para conocer algunas de las expresiones regionales de Sinaloa desde la perspectiva de Krippendorff.14 Las expresiones que resultan de la compra y venta de droga se integran simbólicamente a expresiones de negociación del capital cultural de los sujetos que realizan las mediaciones, con las expresiones y memorias colectivas de una región y de un país diferente. En este sentido, Thompson1515 nos ayuda a comprender los procesos de negociación comercial con la ayuda de la metodología de la interpretación. Estos análisis se articulan a procesos simbólicos de integración y adaptación cultural con el estudio de las costumbres, el lenguaje, los gustos y el consumo entre los sujetos que intercambian y negocian, no sólo droga y dinero, sino también capital cultural y simbólico desde la perspectiva de la teoría de la interpretación de Ricoeur.16
Cuando los colombianos buscan al narco sinaloense en los años ochenta para el traslado de droga se configuraron mecanismos de negociación simbólicas culturales no esperados ni planeados. En ellos surgió un híbrido social que distingue la identidad del llamado buchón. Sin ser conscientes, sucede que, al negociar, comunicarse y dialogar entre los mexicanos (sinaloenses) y colombianos, se fueron integrando a las pláticas, a los saludos y a la convivencia, los rasgos culturales del norte de Sinaloa, de la sierra, del modo bronco y arrebatado. Se combinó el modo de expresarse musicalmente con la banda y el corrido sinaloense, con las caracterizaciones simbólicas de la cumbia y el ballenato colombiano. Es posible que de esas negociaciones de la droga haya resultado un proceso de negociación transcultural,17 debido a que las expresiones rurales de la narcocultura, con la metamorfosis del reguetón, la cumbia y el hip hop, con la violencia de los cárteles colombianos, van formulando nuevas prácticas identitarias entre las nuevas generaciones de los jóvenes en Sinaloa.
3. El buchón como expresión de las prácticas culturales de Sinaloa
Configurar un valor epistemológico para el estudio de las prácticas culturales de los buchones en una región se hace difícil porque posiblemente sea poco reconocido en las apreciaciones de la investigación social. No obstante, valga una disculpa, además de correr el riesgo de reducir el trabajo a un reconocimiento de sentido común. Sostenemos que la construcción del concepto de buchón y sus expresiones culturales es susceptible de estudiarse desde los campos de la antropología y la sociología. En tal cuestión, la racionalidad epistemológica de los análisis teóricos se presenta considerando el sentido de las expresiones colectivas. Dicho concepto se ha sostenido desde el inicio del trabajo, con los conceptos del gusto y los estilos de vida.18 Estos se articulan con los simbolismos de la forma de convivir, de vestir; de compra y consumo de artículos, la música y expresiones simbólicas.
Al ser el consumo una de las acciones colectivas, García Canclini19 considera que los actores se convierten en actores dinámicos del mercado en cierto momento. Por ello, son susceptibles de estudiar las actitudes y expresiones colectivas emergentes como resultado de los procesos de influencia de las industrias culturales en la globalización.
Al acercarse a las configuraciones culturales del Sinaloa actual, aparece el concepto de buchón. Para Astorga,20 esta definición semántica se explica en la idea de lo relativo a las condiciones sociales de una civilización. En este sentido, para aceptar las nuevas expresiones de convivencia en la región, se explica el concepto de cultura desde Giménez,21 con el concepto de identidad colectiva en los que se articulan los estudios de Bourdieu,22 en lo relativo al gusto y estilo de vida para explicar el concepto de expresiones culturales e imágenes urbanas. Con estos acercamientos a los aportes teóricos, ha estado avanzado el estudio sobre las expresiones de los buchones en la cotidianidad de espacios urbanos.
4. Entre lo lejano del centro y los vericuetos de la sierra en el noroeste de México
En Sinaloa, el arraigo de los valores en la narcocultura converge con el espacio de lo lejano y lo bárbaro que la sierra ha escondido en su intimidad. En esos espacios profundos los actores han formado culturas propias, según Osorno.23 Sinaloa es la génesis del narco mexicano, donde todo comenzó. Por esa particularidad, para el sinaloense no es nada extraño convivir con la violencia. No es extraño entonces hablar, vestirse, cantar24 y hasta ritualizar a un santo patrono que ayuda a quienes buscan mejorar su vida a través del tráfico de drogas. No es gratuito que en las principales ciudades del estado, los modelos de estética y expresiones manifiesten modificaciones conductuales en el vestir, según los cánones de la moda que han adoptado los jóvenes de esta región.
Haciendo un ejercicio de análisis social, entre las acciones de la violencia y las imágenes que representan los jóvenes en Sinaloa, se reconoce, en esta síntesis de exposición, que la violencia que vive el país es una constante histórica en Sinaloa. Pero, además, la cultura de este estado tiene raíces profundas en la violencia, con las historias en los corridos de los narcos contemporáneos que embonan con las leyendas de Heraclio Bernal y Jesús Malverde. Este último representa una imagen sagrada y popular, de mucho arraigo en el noroeste de México. Esta imagen ha comunicado diferentes formas de violencia.
Estos dos personajes se conjugan con las fugas de la cárcel del Chapo Guzmán y la fama mediática que realizaron los gobiernos de Estados Unidos y México para nombrarlo el hombre más perseguido por la CIA y el FBI. Por ese motivo, la violencia en Sinaloa ha hecho posible una cultura con valores que la narcocultura ha impuesto en una normalidad regional. Así pues, los valores están determinados por una cultura alternativa tanto regional como de consumo.
Culturalmente, es un estado violento; por ello se abstrae una representación social y cultural similar. Se construyen símbolos e imágenes que se van representando permanentemente de manera constante en los jóvenes: los significados que ayudan a la construcción de una cultura bárbara como la sinaloense. Históricamente fue una región olvidada desde las culturas prehispánicas. No existen grandes ciudades españolas, y apareció en el mapa económico hasta mediados del siglo pasado, por el desarrollo agrícola. Se habla golpeado, casi a gritos; suena el estruendo de la música de banda, los tonos agudos y desentonados al cantar en la música norteña, y abunda la comida fácil.
Se resuelve todo de inmediato sin darle vuelta al discurso. No se debe hablar de más porque se pierde el tiempo. Si no se resuelve de inmediato, se usa la violencia como medio. Los bárbaros lo tienen todo en Sinaloa: mar, sierra, once ríos, valle y hasta el mejor clima para sembrar marihuana. Por ello todo es fácil, hasta esconderse en lo profundo de la sierra para escapar de las autoridades y traficar drogas. Es un escenario donde es válido ganarse el respeto y el poder a través de la violencia. Por eso hay que rendirle culto a la violencia, y qué mejor forma que vistiendo de manera particular, con imágenes estéticas, rituales y expresiones de la narcocultura buchona.
5. La cultura sinaloense de lo posible y la violencia
No tengas miedo porque soy de Sinaloa / Ya no te asustes cuando llegue en
un convoy / O que una escuadra con diamantes salga de mi pantalón / No
soy tan malo también tengo corazón / Aunque el gobierno me persiga sin
control. / No tengas miedo porque soy de Sinaloa / Y en vez de un antro
te lleve a bailar tambora / Y es que me tienes tan enamorado / Y por ti soy
capaz de bailar reguetón.
No tengas miedo porque soy de Sinaloa.
Autor: Alfredo Ríos.
En Sinaloa la narcocultura ha producido un conjunto de delitos agresivos como balaceras, secuestros, levantones, robos, asaltos a mano armada y venganzas, entre los cárteles o bandas de narcotraficantes. En ese escenario se configuran esquemas de convivencia normales y moralidades socialmente aceptadas.25 Un alto porcentaje de los jóvenes sinaloenses ven como normalidad a las personas exitosas que se relacionan con los modelos de vestir y actuar que ha impuesto la narcocultura. Por lo tanto, son a las que hay que imitar. Esto se traduce en conductas de los buchones que han invadido los espacios públicos e intimidan a las personas que se acercan a ellos.
Se ha configurado también un modelo de distinción nacional con el cual, según Córdoba, 26se puede identificar a los sinaloenses en cualquier parte del país. En la idea de Astorga,27 esto ha sido resultado de la restricción-contradicción-contribución. Esencialmente, el Estado ha establecido un conjunto de leyes en las que se sancionan las actividades ilícitas para el paradigma moral de la región y del gobierno federal. Esto ha contribuido a que se construyan comportamientos violentos en un contexto sociocultural diferente al resto de los estados en el país. Expresiones como “dale fierro”, “lo manda el chaca”, “¿te fijaste?, es un chacalozo que lo puede todo”, toman sentido significativo en esta región del noroeste del país.
Estas expresiones literalmente dan sentido de comunicación. Por ello, en algunos de los espacios de la cultura regional de Sinaloa28 se han establecido los valores de una representación de la violencia29 que también se han convertido en expresión de las imágenes juveniles. Todo esto se puede observar en la distinción de los valores que se seleccionan como estilo de vida. Los bailes gruperos son una expresión de la diversión donde se pierde el sentido de lo urbano, donde lo rural que se convierte en una forma de integración. En estos bailes, se escucha y baila la música que hace apología a las acciones de los narcotraficantes; además, van incluidos los arrancones de automóviles y camionetas del año con vidrios polarizados. Exhiben motos de las más caras, o buscan distinguirse con el gasto excéntrico en los lugares donde asisten. Buscan la forma de decir “aquí estoy” con el “jalar” a la banda30 o que les toquen los chirrines (grupos de música norteña). En esto va incluida la mirada retadora para decir “soy yo”.
Todas ellas son formas de intimidación para decir “mírenme, yo puedo comprarlo todo”. La ropa con la que se identifican toma particularidades regionales, con el uso de joyas y otros accesorios que el mercado ha aprovechado y que produce un alto ingreso en aquellos que ha sabido aprovechar este segmento de la sociedad. Todo esto se articula a las conductas que se expresan con la prepotencia que puede dar el dinero en los espacios públicos. Forma parte de un estilo significativo que muestra poder y territorialidad. Expresa símbolos de la cultura bárbara y de la búsqueda del poder. Expresa un sentido del momento y situación que hay que controlar.
En este marco de gustos, las acciones simbólicas de los jóvenes toman sustento particular cuando se configuran en el imaginario social del Estado y en las acciones colectivas de los actores sociales. Esto ayuda a la creación de conductas que han colaborado en la formación de un conjunto de valores de la cultura regional que han mediado en la construcción de una imagen, un rostro, una cara: una representación cultural y estética de la violencia. Estos valores se han sustentado en un modelo de vestir, en darle sentido a una nota musical con los narcocorridos, en valores simbólicos y significativos que se expresan hasta en la fe y el culto a un santo patrono de los malhechores y narcos: Malverde.
En Sinaloa, todos son iguales. Es el norte, es el México bárbaro. Aquí se termina la cultura e inicia la carne asada, con el aguachile. Aquí no hay diferencias. Se pueden expresar nuevas imágenes, aunque glorifiquen la violencia. Paralelamente a esos procesos sociales, caminan a la par la rapidez y la transformación de las nuevas tecnologías que modifican las acciones y las prácticas culturales de los espacios locales. Las prácticas culturales, mediante las industrias culturales como maquinarias simbólicas, impactan con sus acciones de seducción en la transformación de las memorias colectivas que distinguen a una ciudad. En la región donde se sitúa este análisis, se han formado históricamente rituales simbólicos, donde se encuentran estilos de vida y convivencia diferentes a los de otros estados del país.
6. La formación de un modelo de imagen sustentada en el narcotráfico y su movilidad hacia la ciudad
En Sinaloa es posible convivir con la cultura que ha establecido un modelo e imagen social de la narcocultura, con la cultura cosmopolita de los habitantes de Mazatlán por la interacción cotidiana con turistas extranjeros. En esta cultura, las narrativas simbólicas, las representaciones sociales y la imaginación colectiva se convierten en la idea de que todos pueden ser o son narcos y violentos. Por esa razón, los procesos de transformación cultural de una ciudad, aunados a las industrias culturales y sus mecanismos de consumo y las falsas conciencias de la enajenación, definen la expresión de los buchones. Estas expresiones resultan de la construcción simbólica de la cultura del narcotráfico o la narcocultura en lo referente a la forma de vestir, con la influencia de la violencia como elemento de comunicación.
Para comprender las expresiones culturales que resultan de la violencia, en los tres apartados siguientes se analizan los factores que influyen en la configuración del buchón en Sinaloa. Sustentan su construcción social y simbólica en la narcocultura. Los tres supuestos que se plantean como sustento metodológico de este trabajo se fundamentan epistémicamente a través de argumentaciones antropológicas de Geertz31 y simbólicas de distinción desde la perspectiva de Bourdieu.32 Se exponen las interrogantes de este análisis con el fin de verificar los supuestos. Tal exploración se inicia con la explicación de los antecedentes que fueron definiendo la expresión del buchón. Se analiza su proceso de configuración cultural para después fundamentar la razón de algunas de las premisas planteadas en cuanto a la movilidad de personas, que es también una movilidad cultural.
Resulta importante entonces puntualizar que la búsqueda de aceptación y reconocimiento local ayuda a la formación de comunicaciones regionales. Es en esta búsqueda de los jóvenes, que se van configurando procesos de transformaciones comunicativas, los que influyen para determinar la tolerancia comunitaria de las culturas locales. Estas últimas sufren también las consecuencias de una ética universal cuando en los espacios cotidianos locales se convive con expresiones de la globalidad. Por ello, a algunos de los jóvenes sinaloenses el concepto de narcojuniors, jóvenes narcos o narcos iniciales, no les llama la atención ni se identifican con esas designaciones.33 Posiblemente en el hecho de que los llamen buchones está la idea regional que comunica un estatus, temor, o expresión de atributos.
En otros casos designa posición, reconocimiento y hasta glamour en algunos. Por ello, se señala que no coincide con la forma de designar a los jóvenes en otros estados o en el centro de la república, como el de narcojuniors. La designación de buchón en el imaginario social de Sinaloa sintetiza también la admiración y el machismo.34 Decir soy buchón es decir “tengo poder o soy importante”; es buscar un trato diferente. Posiblemente para muchos no significa nada. Pero haciendo un recuento de las memorias colectivas de la región, existen diferentes versiones del uso de la palabra. La asignación y el señalamiento de cómo aparece en el lenguaje popular de Sinaloa trae como consecuencia diferentes estudios y análisis.
Para algunos proviene de las expresiones regionales; para otros, por el nuevo modelo de convivencia relacionado con quienes toman whisky Buchannan’s. Esto se relaciona con la expresión de buche, en similitud con el trago de agua o vino para los que viven en la sierra. Para otros se expresa así por lo largo del cuello, en similitud con los animales; es decir, la persona que tiene un cuello largo se le llama buchón. Para algunos más, la palabra buchón viene con las ideas regionales, o sea del modelo de alimento o la forma de alimentar a las aves en los altos de la sierra o en los medios rurales.
A pesar de los estudios, análisis y ensayos, no existen datos que expliquen de manera rigurosa y sistemática la definición de buchón. Por esta razón, se tomaron algunas versiones que explican en Sinaloa la génesis del concepto para comprender el contexto donde emerge la definición o la explicación semántica y su influencia en los contextos urbanos. La primera versión, que posiblemente sea la más cercana a la definición construida histórica y socialmente, se refiere a la relación entre la forma de caminar de las personas de los altos de la sierra y las de los valles o costas del estado. Se dice que las personas en el valle no caminan encorvados, como lo hacen los que viven en los altos de Sinaloa, sino que lo hacen de manera tequerecha o recta. Caminan demasiado recta o tequerechitos, dicen en Sinaloa; por ello, sobresale el cuello de las personas. Por tal situación, al ver caminar a una persona de la sierra con el cuello sobresaliente le llaman buchón.
La segunda versión proviene de la imitación con las aves verdes trepadoras muy cotizadas y buscadas en los medios rurales y urbanos, llamadas pericos. Utilizan una forma muy particular de alimentar y alimentarse a través de almacenar en el cuello el alimento. Esto hace que los que más almacenan se distingan por el tamaño del cuello y el cuerpo de los demás. También, para otros se relaciona con el palomo que infla el buche desmesuradamente, como forma de glamour o galantería ante las hembras. En los buchones, mostrar los atributos es signo de distinción; se realiza a través de las camionetas y de la ropa con accesorios como los celulares y las joyas.
La versión que más está dando de qué hablar es aquella que se relaciona o se deriva de la palabra Buchanan’s, nombre de la conocida marca de whisky escocés. Esta bebida es un fetiche muy representativo en los grupos o redes sociales ligadas de manera directa o indirecta al narcotráfico. Es considerado como un objeto que les provee estatus y reconocimiento social; lo consumen y lo presumen. Lo mezclan con bebidas energizantes con altos índices de taurina como el Red Bull.
Las imágenes estéticas son expresiones identitarias de la cultura y de los actores sociales en un espacio y tiempo determinado. Se expresan a través de las formas de vestir y se observan en las prácticas con las acciones individuales y colectivas. Cada una de las expresiones identitarias toman significado con las expresiones estéticas, con el lenguaje, lugares de diversión, artículos de consumo y formas de vestir. A todo esto, hay que integrarle también la promoción e influencia del mercado en las prácticas sociales. El mercado ha hecho toda una parafernalia comercial con la mediatización de la ropa, artículos y accesorios de la narcocultura. Es por ello que el buchón, como expresión de su identidad, es también una representación de las nuevas formas de convivencia entre diferentes identidades en Sinaloa.35
Estas expresiones de la identidad forman el conjunto de elementos que han influido en algunas ciudades como Mazatlán. Por su desarrollo económico, la ciudad se caracteriza por un proceso de migración continua, entre lo urbano y lo rural. En este proceso, sobresale la desconfiguración de los valores locales; en cambio, se configuran otros donde emergen valores y éticas universales. En este sentido, la ruralización consiste en el reagrupamiento de identidades rurales con las identidades urbanas. Aunque no es inmediato, es un proceso de plasticidad, donde se produce una negociación simbólica cultural que influye en la construcción de escenarios de permisibilidad y tolerancia. Éstos hacen antesala a las prácticas de violencia que se explican en las agresiones y acciones de la narcocultura en los diferentes espacios de diversión en la ciudad de Mazatlán.
En Sinaloa, en particular en Mazatlán, el conjunto de costumbres, estilos de vida, consumo y prácticas culturales de las personas que se han movilizado del medio rural al medio urbano han colaborado en la formación de nuevas expresiones culturales. Esto ha hecho que emerjan nuevas formas de convivencias social y cultural.
El desplazamiento de personas del medio rural al urbano se ha desarrollado con mayor intensidad en los años ochenta.36 Este fenómeno se caracteriza por la expansión del turismo como factor de empleo. Por este intercambio de significados socioculturales, sostenemos que la transformación de la identidad se debe a que el crecimiento de la ciudad colabora, entre otras cosas, con la diversificación de la economía. Estos factores son resultado del desarrollo social, que sin duda son determinantes en los modelos de convivencias íntimas, aunque se muestra algo complicado reconocer la violencia como conflicto cultural. Es necesario hacer énfasis en que la expresión del buchón es resultado de una expresión sociocultural.
Esta implicación entre violencia, agresión y acción con el consumo, vestido e imagen han colaborado en el convencimiento y en la adopción de representaciones colectivas que influyen para que en el imaginario social se normalice la violencia. En la visión de normalidad y de la violencia como espectáculo37 se expresa la permisibilidad y aceptación de la violencia como mecanismo de expresión, con la idea de explicar los mecanismos de las representaciones sociales de la región. Se reconoce que la narcocultura es una realidad que se acepta y que se ha establecido en Mazatlán mediante un modelo de estética en el vestir, de conducta y de acción social que influye en el imaginario cultural, al imitar a personas que han impuesto o adoptado una identidad influida por el mercado.
En este apartado se analizan algunos antecedentes que fueron dando sentido semántico a la palabra buchón. Se explican las configuraciones simbólicas que han definido una imagen con las acciones de los que se dedican al comercio y tráfico de drogas. Algunas de las acciones simbólicas son resultado de la relación simbólica, cultural, regional y espacial que construyen quienes viven en el medio rural. Algunas de sus prácticas se originan en dicho medio; por esa razón, con el traslado de costumbres y procesos culturales que definen las prácticas de un medio rural a la ciudad, son prácticas que de manera arbitraria se definen en este trabajo como el proceso de ruralización. Tal proceso está cargado además de costumbres de consumo musical, estilos de vida, y formas de relacionarse.
Por lo tanto, se reconoce además que el mercado ha sido visionario de estos fenómenos sociales. Ha influido en la definición de un modelo de imagen sustentado en las variaciones culturales de Sinaloa. Con base en los procesos de influencia estética, y tomando en cuenta los procesos culturales del consumo, estilos de vida y prácticas que son definidas por las personas que bajan de la sierra, se forman nuevas convivencias sociales.
En la búsqueda por estudiar la influencia de las imágenes identitarias con las que se expresan los jóvenes mediante prácticas cotidianas en un espacio urbano, se puede analizar que, en los últimos 25 años, en la ciudad de Mazatlán, se ha manifestado en los jóvenes la identidad relacionada con la narcocultura. Esta última se caracteriza en la imagen del chero o buchón.
Hasta los años ochenta, era común describir y comparar por igual al narco y al chero38 en esta ciudad. A los gomeros o a los mariguaneros se les distinguían como los traficantes de drogas por su vestimenta, que se utiliza en el medio rural de Sinaloa y el cowboy de los Estados Unidos. Esto contribuyó con la definición de un modelo particular de expresarse y de convivir.39 El modelo de vestir rural evolucionó en términos de estética que se impulsó con la mirada del mercado.
Se vestían con pantalón de mezclilla siempre ajustado, camisas de crema de seda, muy llamativas en colores y estampadas, en ocasiones de la marca Versace o Armani. Usaban botas estilo vaquero de punta picuda, sellada en oro, elaboradas con pieles exóticas: avestruz, cocodrilo, víbora y de diversos colores. También portaban prendas estrambóticas, anillos, esclavas o pulseras, cadenas, cruces de oro o plata con piedras engarzadas. Dicen los joyeros que resplandecen hechas al gusto del cliente. Sombreros tipo texano marca Stetson, de preferencia color negro. Cinturones de hebilla de oro y piedras preciosas con motivos como hojas de cannabis, la imagen de Malverde, de un gallo o cuerno de chivo (AK 47), o una escuadra 45.
El modelo ha evolucionado a partir de finales de los noventa en el concepto de buchón. Es el joven que, influenciado por las imágenes reales y simbólicas de la narcocultura, utiliza la imagen y las expresiones corporales, con nuevas incorporaciones de estilo: el hip hops, la gorra o cachucha de béisbol con imágenes de la virgen de Guadalupe y el corte de pelo al rapado imitando a los pericos recién nacidos. Camisetas o playeras de rock estampadas con piedras de cristal como adornos. Las botas y el pantalón de mezclilla no dejan de utilizarse. Además de las camionetas, utilizan las motos y los carros deportivos.
No es gratuito entonces que la incorporación de estos estilos emergentes de vida resulte significativa para los jóvenes, en su idea de que sólo existe el presente. Algunos buscan vestirse y actuar como los buchones y resulta que no pueden llegar a serlo, ya que las consecuencias son irreversibles. Un ejemplo de esto, nos lo narra Valdez.40 Antes de morir, Jonathan era un chico de unos 15 años de edad al que le gustaba retratarse con una pistola escuadra. Ese gusto se lo trajo a la tumba de capos y de los mejores sicarios de la región, así como de familiares de éstos.41 En este aquí y ahora, los jóvenes quieren vivir rápido y bien, buscan el medio para obtener dinero, para andar a la moda, dicen. Aunque podemos cuestionar la moda y el sentir de los jóvenes, es indudable que en Sinaloa a los jóvenes no les queda otra que vivir rápido y peligrosamente a cambio de aprovechar una de las pocas oportunidades que un joven de 30 años de sus condiciones sociales tiene en México para lograr el ascenso social.
Según ellos, deben de vestir con Ed Hardy, Cristian Auidgier, Pavi, Emporio, Armani, Versace, Body Phat, lentes Dolce Gabana y Prada; relojes Cartier o Rolex, y gorras de béisbol adornadas con piedras finas. Los que van empezando o los que imitan a la llamada narcocultura de los pobres consiste en vivir su vida en corridos, botas vaqueras, cintos piteados y camisetas compradas en los tianguis. Es posible, entonces, encontrar la relación de la que habla Astorga:42 la violencia puede ser ejercida utilizando el cuerpo, con una mediación tecnológica, o incluso el lenguaje oral, escrito y gestual, pero necesita ser percibida como tal para lograr toda su fuerza, es una identidad propia.
Estas expresiones de la identidad forman el conjunto de elementos que han influido en algunas ciudades como Mazatlán. Por su desarrollo económico, la ciudad se caracteriza por un proceso de migración continua entre lo urbano y lo rural. En este proceso, sobresale la desconfiguración de los valores locales, pero en cambio se configuran otros donde emergen valores y éticas universales. En este sentido, la ruralización consiste en el reagrupamiento de identidades rurales con las identidades urbanas. Aunque no es un proceso inmediato, es un proceso de plasticidad. Se produce una negociación simbólica cultural que influye en la construcción de escenarios de permisibilidad y tolerancia. Estos hacen antesala a las prácticas de violencia que se explican en las agresiones y acciones de la narcocultura en los diferentes espacios de diversión en la ciudad de Mazatlán.
7. Los movimientos de migración y su influencia
El segundo factor que interviene en los procesos de análisis en el estudio de las características que definen como construcción social al buchón, sostenemos que se inicia con el acercamiento que realizaron los colombianos en tierras sinaloenses. Cuando los colombianos no pudieron llevar la droga al mercado norteamericano, buscaron a los que mejor sabían hacer el trabajo hasta ese momento (finales de los ochenta y principio de los noventa).
Con el intercambio de negocios, de pactos y de desarrollo del traslado de la droga hacia los Estados Unidos, se inicia un interesante cultural con Colombia. Es posible que, en el inicio de la relación, hayan aparecido inmediatamente aspectos empáticos que facilitaron la relación.
La similitud de significados violentos en las prácticas sociales que viven las dos naciones acercaron a los sujetos, debido a que la raíz donde nacen los problemas del fenómeno de la violencia aparecen con características similares. Las características del imaginario social son relativamente parecidas. En el norte del país, las persecuciones a los indígenas llevaron a los nativos a esconderse en la sierra, en los altos de Sinaloa. Mientras que en Colombia la persecución de los afroantillanos se expresó históricamente con los lamentos de la música tropical, que evoluciona con la cumbia. En Sinaloa, lo atrabancado de las personas y lo bronco para resolver las situaciones son motivo para festejar y tocar de manera estridente con la banda. Esta forma de vivir por la alegría, por festejar y el vivir con la fiesta une a los dos pueblos en una relación simbólica de violencia, música, gusto y negocios
Por tal razón, la imagen del buchón en este esquema y análisis de las expresiones urbanas resulta de la interpretación simbólica entre la ruralización-colombianización. Ello sintetiza las transformaciones de la ciudad, desde una visión total, cultural y global.
Es posible que esa transfiguración de la ciudad, se deba a un proceso de ruralización-glocalización43 articulado paradójicamente a un proceso de influencia regional. En este caso, ha transitado por las influencias de lo que se señaló como ruralización-colombianización. Esto permite reconocer que, en el marco de las acciones e influencias culturales, algunos de los movimientos de migración y de culturización del medio rural al urbano en Sinaloa colaboraron en la formación de las conductas de espacios regionales como Mazatlán. Este último factor ha sido importante para configurar una nueva relación de comunicación, de interacción y de emergencia de identidades que se expresan a través de imágenes estéticas que los jóvenes buscan comunicar mediante la vestimenta y las influencias de la narcocultura.
El gusto por el hip hop, el reguetón, la cumbia, las playeras de marca cara, el uso de accesorios como lentes, zapatos se significó en la violencia al estilo de los colombianos. Con la apertura a mercados internacionales para la venta de droga en otros países, el pago de las universidades extranjeras a los hijos de los jefes de los carteles y las negociaciones con los jefes directos de los cárteles internacionales influyó en la transformación del gusto y el consumo de los sinaloenses. Ya buscan y miran nuevos productos, accesorios y música diferente de la que se consumía sólo en esta región.
8. El mercado y los procesos de transformación identitaria global para la región de Sinaloa
Hay, finalmente, un tercer factor que se explica con la influencia de la modernización-globalización. Ayuda a reconocer la aceptación de la violencia en su carácter de normalidad y ética universal por los actores de la región del occidente del pacífico mexicano en las convivencias sociales de Sinaloa. El tercer factor resulta de la configuración de la imagen que se sostiene en la relación entre medio rural y las acciones sociales urbanas. La relación con lo rural como modelo de imagen resulta una expresión de vestir. En las imágenes urbanas se convierten en un modelo del desarrollo histórico de una sociedad. El buchón aparece en Sinaloa como una imagen emergente, aun cuando seguirán apareciendo nuevas expresiones de imágenes. Esto es debido a la necesidad de expresar una identidad que señale los sentimientos guardados de lo lejano de la sierra, del olvido del gobierno central y del medio urbano-bárbaro.
En los modelos de la posmodernidad, la construcción de identidades de los jóvenes ha sido copada por el consumo. En este sentido, el que ha ganado y ha decidido ha sido el mercado, que ha vendido desde ropa hasta música. Pero también ha influido para que todas las acciones que parecían locales se transformen en mercancía globales. Es así que las imágenes que han configurado los jóvenes desde mediados del siglo pasado en México son también resultado de las transformaciones sociales, históricas y culturales. El mercado ha modelado el gusto de la música y las imágenes estéticas. Se habla de contracultura de los jóvenes o manifestaciones sociales de la juventud.
El buchón como expresión contracultural o expresión local, busca dar a conocer una imagen que distingue a los jóvenes de hoy en Sinaloa, es una expresión que ataca el mercado. Para las industrias culturales, los accesorios y productos que se encuentran en los modelos que explican la forma de vestir son una forma de configuración de nuevas expresiones masivas o globales. Lo que se ha producido es una configuración entre contradicciones generacionales, manifestaciones de la cultura, construcciones históricas, expresiones de la cultura regional y la influencia del mercado. En este escenario han transitado diferentes modelos de expresión de los jóvenes: desde los pachucos, rebeldes sin causa, hippies y mongoles.44 En los ochenta llegan los surfos, skatos, heavis, metálicos, cholos, punquetos, roqueros, darquetos, raperos, hip hops y maras salvatruchas. Algunos les han llamado tribus urbanas;45 otros, movimientos contraculturales; y otros, imitadores del consumismo. Ahora, en Sinaloa, son los buchones.
9. Conclusiones
Se concluye este trabajo reconociendo que una forma de comunicación se expresa a partir de la imagen articulada a las expresiones culturales y un lenguaje común que se representa mediante una identidad. Aún sin saberlo propiamente, el mercado ha determinado que se consuman artículos y mercancía. Así, se ha logrado una nueva comunicación global, a través de un lenguaje: el consumo. Aunque la violencia se expresa de diferentes formas simbólicas y matices sociales. En Sinaloa toma una representación particular al darle sentido comercial y social cuando se seleccionan gustos y estilos de vida que se expresan en conductas y formas de vestir que el buchón ha significado. Algunas de las connotaciones que se producen con la representación de los hechos concretos que resultan de la violencia, se han relacionado con el tráfico de drogas y la búsqueda del poder por los grupos que se dedican a estas actividades ilícitas.
Es posible, entonces, identificar que simbólica y significativamente la expresión de una identidad se ha convertido en una imagen comunicativa a través de la selección de la ropa, estilos de vida y gustos que se elaboran con la relación narcotráfico-violencia, violencia-expresión-imagen, imagen-consumo-mercado, mercado-comunicación. Esta relación, además de ser un modelo de representación estética, se incorpora a una imagen de la moda regional que ha producido la narcocultura. Se expresa como vía de comunicación, factor determinante de una nueva realidad que viven los jóvenes en esta parte del noroeste del país. En estas posibilidades de consumo y de comunicación en una sociedad individual, el mercado ha hecho de las suyas.
Es en el proceso de reconocimiento de la relación consumo, mercado, imagen, estética, lenguaje y comunicación, los jóvenes crean diversas prácticas culturales con su imagen, con las expresiones lingüísticas que los identifican, con valores, símbolos y reglas que elaboran en sus espacios de convivencia. Así es que, en este proceso, los espacios donde conviven los jóvenes es posible configurar formas de expresión diversas, de ahí la complejidad para entender a estas personas. El buchón entonces emerge en una sociedad de consumo y violencia. Busca, al igual que otros jóvenes, establecer como normalidad un modelo de vestir que transmita sus intereses del gusto.