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En-claves del pensamiento

On-line version ISSN 2594-1100Print version ISSN 1870-879X

En-clav. pen vol.12 n.24 México Jul./Dec. 2018

 

Artículos

El desarrollo es el nuevo nombre de la paz: contexto, secuencia y vigencia de la encíclica populorum progressio

Development means peace these days: Context, sequence and validity of the Encyclical Letter Populorum Progressio

Carlos Cerda Dueñas* 

Salvador Leetoy** 

*Tecnológico de Monterrey, México. Correo electrónico: carloscerda@tec.mx

**Tecnológico de Monterrey, México. Correo electrónico: sleetoy@tec.mx


Resumen

Este artículo examina la contemporaneidad de la Encíclica Populorum Progressiopublicada en 1967. Al respecto, se exponen los antecedentes y el contexto que le dio lugar a dicho documento papal, así como sus repercusiones y permanencia tanto al interior de la Iglesia católica como en la agenda global para el desarrollo. Especial énfasis se hace a la influencia de esta carta a movimientos sociales de corte religioso, concretamente en la convalidación de la Teología de la Liberación en Latinoamérica. Se concluye que los postulados de esta encíclica, como parte de la Doctrina Social de la Iglesia, son vigentes dado a que la problemática en la que surgen continúa irresoluta y sigue siendo materia de debate en distintos foros internacionales.

Palabras clave: Desarrollo humano; Doctrina Social de la Iglesia; Teología de la Liberación

Abstract

This article examines the contemporary pertinence of the Encyclical Letter Populorum Progressio issued in 1967. The context and background of this Catholic document are analyzed in the light of its impact and relevance in both, the Catholic Church Social Doctrine and the global agenda for development. Particularly important is to highlight the historical influence of this document in religiously influenced social movements in Latin America, specifically the Liberation Theology. As a result, it is concluded that the arguments of this Encyclical Letter are still valid today as they were 50 years ago, prompting contemporary discussions about social justice on a diversity of international fora.

Keywords: Human Development; Social Doctrine of the Church; Liberation Theology

1.- El contexto histórico y los antecedentes de la encíclicaPopulorum Progressio

La encíclica Populorum Progressio (PP) del papa Paulo VI,1 por su temática y sus planteamientos, fue un documento que en su momento concitó numerosas reacciones tanto favorables como detractoras, pero ciertamente no fue indiferente en la producción de reflexiones, debates y discusiones, llamando la atención sobre el tema central de su contenido: las políticas para el desarrollo.

En marzo de 2017 se cumplieron cincuenta años de la publicación de la encíclica y, en este sentido, este artículo analiza el contexto en el que se da a conocer como producto del proceso de cambio que se gestaba en ese momento al interior de la Iglesia católica; todo esto en un escenario geopolítico de confrontación bipolar, de descolonización y de agravamiento de cuestiones relacionadas directamente con lo que da nombre a la encíclica: el progreso de los pueblos.

La encíclica PP es parte de lo que se conoce como la Doctrina Social de la Iglesia. Esta noción de doctrina social se remonta a Pío XI en su carta encíclica2Quadragesimo anno (QA) de 1931 y designa el “corpus” doctrinal relativo a temas de relevancia social que, a partir de la encíclica Rerum novarum (RN) de León XIII (1891), se ha desarrollado en la Iglesia católica a través del magisterio de los pontífices y obispos. La doctrina social se encuentra contenida en diversas encíclicas y documentos, como las ya mencionadas RN y QA, así como en Mater et Magistra(MM) (1961) y Pacem in Terris(PT) (1963) de Juan XXIII, Populorum Progressio (1967) y Octogesima Adveniens (1972) de Paulo VI. En el periodo del pontificado de Juan Pablo II se expidieron Laborem Excersens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987), Centesimus Annus (1991). Por su parte, Benedicto XVI hace lo propio con Caritas in Veritate (2009). De igual forma, esta misma doctrina se contiene en numerosos documentos, entre los que destacan Gaudium et Spes (Concilio Vaticano II, 1963) y en Iustitia in Mundo (Sínodo de Obispos de 1971).

Ahora bien, es importante aclarar que, aunque generalmente una encíclica es una obra atribuible a un papa, en ocasiones participan diversos autores y prelados en la redacción o bien, simplemente son consultadas para aspectos puntuales. En el caso de la PP fue el dominico francés Louis Lebret3 quien desempeñó una función fundamental bajo la coordinación de Paul Poupard, actualmente cardenal, y la colaboración de la economista británica Barbara Ward. El padre Angelo Dell’Acqua, de la Secretaria de Estado, le pide a Lebret, en abril de 1964, la redacción de un documento al que el dominico francés en su diario siempre referirá como “un documento del que no puedo decir nada”, pero consigna sus constante audiencias con el papa Paulo VI.4 Poupard informó que la encíclica había tenido siete versiones previas y rindió homenaje al Padre Lebret fallecido el 20 de julio de 1966. Señaló que, en cada etapa de su composición, el Papa les daba sus directivas y sometía el proyecto a expertos externos a la Iglesia, particularmente, a los representantes de organismos como Naciones Unidas, la FAO o la UNESCO, acreditados ante la Santa Sede.

De la misma manera, no hay duda que la encíclica debe verse como un producto del propio Concilio Vaticano II: Juan Pablo II señala en la Sollicitudo Rei Socialis (SRS) que el hecho mismo de la publicación en 1967, lleva a considerar al documento con relación al Concilio Ecuménico Vaticano II y que se presenta como la aplicación de las enseñanzas del Concilio,5 es decir, la PP es considerada un instrumento práctico, en el mundo secular, de las argumentaciones teológicas arrojadas en el documento conciliar. Al respecto, Benedicto XVI rememora en la encíclica Cáritas in Veritate (CV) que la publicación de la PP está íntimamente relacionada con dicho Concilio.6 Un hecho contundente es que la PP cita 19 veces los documentos del Concilio Vaticano II. Paulo VI al darla a conocer señalaría “nos parece que ha llegado el momento oportuno, después del reciente Congreso Ecuménico, de reanudar en un nuevo capítulo la enseñanza sobre las cuestiones que agitan, preocupan y dividen a los hombres, en su búsqueda de pan, de paz, de libertad, de justicia y de fraternidad”.7

No puede dejar de mencionarse el contexto de la encíclica desde el punto de vista geopolítico, pues se sitúa en un periodo de fuertes tensiones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, sobre todo en un periodo en el cual las negociaciones sobre reducción del armamento estaban comprometidas, y aunque el proceso de descolonización estaba casi terminado, no había aportado el mejoramiento esperado de las condiciones de vida, por el contrario, se habían deteriorado y la disparidad entre los pueblos ricos y pobres se había incrementado.8 Por todo esto, es indudable la inscripción política activa de la Iglesia ante las graves condiciones de violencia y pauperización de vastas zonas del planeta producto de lógicas neocoloniales. Y no sólo eso: representa también una responsabilidad histórica compartida ante tales condiciones, y que la Iglesia como institución también estaría obligada a responder y remediar.

Dieciséis meses después de la suscripción del documento Gaudium et Spes (GS) en el contexto del Concilio Vaticano II, se publica la PP. Se ha dicho que esta encíclica no conmemora la RN, sino que es un comentario a un aspecto de la GS: el desarrollo. La PP fue publicada el 26 de marzo de 1967. El documento establece que la Iglesia no se identifica con comunidad política alguna y que quiere ayudar al desarrollo pleno de los pueblos ofreciendo la visión completa de la humanidad. Señala que toda persona tiene derecho a encontrar en la tierra cuanto necesita para su subsistencia y su progreso. Todos los derechos están subordinados a éste. Define que la propiedad privada no es un derecho incondicional y absoluto, y que el bien común exige la expropiación cuando la propiedad privada obstaculice la prosperidad colectiva. La industrialización es al mismo tiempo índice y factor del desarrollo. Se refiere a que la planificación es necesaria. La sola iniciativa individual no basta: hay que huir de la colectivización total y de la planificación arbitraria. La razón de ser de todo plan de desarrollo es la persona humana.9

Asimismo, se añade que el desarrollo completo del ser humano no puede darse sin el desarrollo solidario. En una lógica colectivista que la enfrenta con imaginarios calvinistas y de darwinismo social propios de naciones Occidentales industrializadas, especialmente anglosajones, la encíclica propone que las naciones más favorecidas son las primeras que tienen que ayudar porque ningún pueblo desarrollado debe pretender guardar sus riquezas para su uso exclusivo. Debe consagrar parte de su producción y de su potencial humano a los países más necesitados. Lo superfluo de los países ricos, por tanto, debe servir a los países pobres para su propio desarrollo de manera desinteresada. Incluso, Paulo VI declara que no valen meras ayudas ocasionales, sino programas concertados de acción conjunta, y demanda un fondo mundial para el desarrollo de los pueblos. Conceptúa que el comercio es factor de desarrollo y conmina a la justicia social en las relaciones comerciales, enfatizando que no se trata de abolir el libre mercado, sino tan sólo de mantenerse dentro de los límites que lo hagan justo y moral y, por lo tanto, humano. La cuestión migratoria está también presente cuando anota que incumbe a los países que reciben a extranjeros el deber de la hospitalidad humana y cristiana, y ese deber solidario lo extiende a los hombres de negocios que tratan con países en desarrollo.10

En la parte final hace un llamamiento “a nuestros hijos católicos pertenecientes a los países más favorecidos”, pidiéndoles que aporten su activa participación en las organizaciones oficiales o privadas, civiles o religiosas, que se dedican a vencer las dificultades de las naciones en vía de desarrollo, enfatizando que el camino de la paz pasa por el desarrollo.11 Debe destacarse que la palabra socialismo no aparece una sola vez en la encíclica.12Por todo lo anterior, se ha catalogado a la PP como una encíclica novedosa con respecto a las que le antecedieron por su estilo directo de frases cortas; por la cita de autores modernos, clérigos y laicos, e incluso no católicos;13 pero, sobre todo, por el hecho mismo de tratar una materia como el desarrollo de los pueblos y por asociársele a una frase contenida en la parte final: “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz”.

2.- Repercusiones inmediatas y mediatas

2.1.- El impacto de su publicación

La encíclica pretendió ante todo aportar una visión ética y cristiana del desarrollo, un tema que tuvo variasrepercusiones y en muchos sentidos. Por ejemplo, el Wall Street Journal,en su edición del 30 de marzo de 1967, publicó que la encíclica del papa Paulo VI prestaba el manto de la religión a ciertas ideas que eran profundamente seculares en origen, y que abogaba por programas ahora sometidos a la reevaluación generalizada por sus “patrocinadores seculares”. En una postura editorial que dejaba ver el escepticismo, por decir lo menos, que la encíclica producía en círculos políticos y económicos del Primer Mundo, la publicación añade que el problema con la fabricación de principios religiosos de este nada novedoso marxismo es que es muy poco probable ayudar a la mayor parte de los países pobres que no padecen propiamente de un exceso de capitalismo, sino en todo caso de una escasez del mismo. Concluyeel diario diciendo que es curioso y triste a la vez que estas actitudes equivocadas hacia la ayuda externa sean ahora engrandecidas desde el interés de la religión.14

La revista Time, por su parte, en el número correspondiente al 7 de abril de 1967, señala que la encíclica tiene un tono radical, y queen algunas partes tiene el estridente tono de un polémico marxismo de principios del siglo XX. Al igual que en el caso anterior, y con una postura ideológica claramente definida por la retórica de la Guerra Fría, el ataque directo al capitalismo, considera Time, está dirigido a una versión anticuada que está muerta. “Es sorprendente-dice la publicación- que no se reconozca la forma en la que la empresa de negocios ha desarrollado un componente creativo y socialmente consciente del Occidente industrial. Concluye que la PP es humanista, pero su perspectiva es de otra época”.15

El primer domingo después de dar a conocer la encíclica, el papa Paulo VI oró porque la encíclica fuera interpretada como un mensaje de paz, imbuyendo esperanza entre las naciones necesitadas y generosidad entre las ricas. Para el Papa tenía la finalidad de ser la inspiración de “nuevos sentimientos y nuevas propuestas” entre las naciones ricas en lo referente a sus programas de asistencia económica y cultural a países en desarrollo. Admitió después que su propuesta “es muy difícil”, pero que confiaba en que las naciones más afortunadas acatarían su exhortación.16

De la misma manera, esta encíclica propició un “Manifiesto de Obispos del Tercer Mundo” que se dio a conocer el 15 de agosto de 1967. Esta iniciativa fue encabezada por Helder Cámara, arzobispo de Recife y fue respaldada por otros obispos y vicarios apostólicos como los de Victoria, Wallis y Futuna, Split, Beirut y Vientián. En un par de sus postulados, dicho pronunciamiento establecía:

1. Como obispos de algunos de los pueblos que se esfuerzan y luchan por su desarrollo, nosotros unimos nuestra voz al llamado angustioso del papa Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio, con el fin de precisar sus deberes a nuestros sacerdotes y fieles, y para dirigir a todos nuestros hermanos del Tercer Mundo algunas palabras de aliento[…]

20. Nosotros tenemos el deber de compartir nuestro pan y todos nuestros bienes. Si algunos pretenden acaparar para ellos mismos lo que es necesario a los otros, entonces es un deber de los poderes públicos imponer el reparto que no se hace de buen grado.17

En su homilía en la inauguración de la II Asamblea General de los Obispos de América Latina, el 24 de agosto de 1968, Paulo VI declaró:

Recordamos, ante todo, que la Iglesia ha elaborado en estos últimos años de su obra secular, animadora de la civilización, una doctrina social suya, expuesta en documentos memorables que haremos bien en estudiar y en divulgar. Las Encíclicas sociales del Pontificado Romano y las enseñanzas del Episcopado mundial no pueden ser olvidadas ni deben faltarles su aplicación práctica. No juzguéis parcial nuestra indicación si os recordamos la más reciente de la Encíclica sociales: la ‘Populorum Progressio18.

Asimismo, también refiere los documentos que fueron a su vez, pronunciamientos en torno a la PP: la Declaración de la Iglesia boliviana; la del Episcopado brasileño titulada “Misión de la Jerarquía en el Mundo de Hoy”; las conclusiones del “Seminario Sacerdotal” celebrado en Chile; la Carta Pastoral del Episcopado Mexicano sobre el “Desarrollo e Integración del País”, publicada en el primer aniversario de la Encíclica; la carta de los Padres Provinciales de la Compañía de Jesús; y el Documento de los Padres Salesianos de América Latina.

Ahora bien, en Argentina también surge un importante movimiento eclesial inspirado en las discusiones emanadas de la PP. A finales de los años sesentas, ese país se convulsionaba en una serie de enfrentamientos ideológicos que derivarían en un periodo oscuro de autoritarismo, violencia y represión. Estos eventos anunciaban lo que poco después sucedió con la llegada de la Junta Militar al poder y, por consecuencia, una mayor relevancia de las discusiones de teólogos argentinos para fincarse como plataforma ideológica opuesta al ultraconservadurismo militar. Debido a ello, se genera y consolida la denominada Teología del Pueblo, que se convierte en un puente dialógico entre las Conferencias Episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979), las cuales abordamos más adelante. Así pues, es fácil notar que la línea discusiva de la PP ha estado siempre presente en la narrativa de las discusiones eclesiales latinoamericanas posterior al Vaticano II.19

No obstante, hay que hacer una anotación a lo anteriormente mencionado. La Teología del Pueblo (TP) apostó más por la unidad nacional que por el enfrentamiento directo con los grupos represores, tanto paramilitares como instituciones gubernamentales. Eso marca una diferencia, como lo vemos más adelante, con la Teología de la Liberación (TL), ya que esta última hace un llamado claro a la acción política. Incluso, Jorge Mario Bergoglio-futuro papa Francisco- quien fue fuertemente influido por la TP, tuvo un distanciamiento de las formas, mas no en los enunciados, propuestos por la TL.20

2.2.- Consecuencias mediatas

La PP ha estado en el ánimo de la Iglesia en diversos momentos. Lo que a continuación presentamos, son apropiaciones posteriores surgidas de la influencia de esta encíclica y que continuó impactando a diversas iniciativas en la línea de la DSI. Evocando el primer aniversario de la publicación de la encíclica, el papa Paulo VI insistió en la idea de que la Iglesia no puede desinteresarse de los problemas sociales y que dichas cuestiones han desbordado el plano interior de los países para pasar al plano de las relaciones entre las naciones.

En el segundo aniversario de la encíclica, por ejemplo, el papa Paulo VI anunció la institución del “Fondo Populorum Progressio” con una dotación inicial de un millón de dólares. Dicho fondo había sido anunciado en 1968 con ocasión de su visita a Colombia a la apertura de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) y del encuentro que allí mantuvo con los campesinos. Este episodio es importante dadas las condiciones de efervescencia social que sucedían por toda Latinoamérica y que encauzaría a toda una serie de movimientos de liberación nacional a aparecer en la escena geopolítica de la zona. No había duda que un sector de la Iglesia estaba situado en la discusión de estos fenómenos y que su inscripción al debate era inevitable. Por tanto, no fue casualidad que la Teología de la Liberación cobrara una especial importancia a partir de esta Conferencia, tal como lo mencionamos más adelante.

La PP continuó con su influencia en otros momentos, tal como sucedió conla emisión de dos encíclicas, la Sollicitudo Rei Socialis (SRS) y la Caritas in Veritate (CV), coincidiendo con en el vigésimo y cuadragésimo aniversario de la publicación de la PP. Al respecto, Benedicto XVI resaltó el hecho que la RN y la PP había sidolas únicas encíclicas conmemoradas por la Iglesia en posteriores documentos. Aunque con un año de retraso respecto a la conmemoración del vigésimo aniversario de la PP, la encíclica SRS de Juan Pablo II actualizaba las enseñanzas de Paulo VI. Así lo manifestó el propio Papa el 22 de diciembre de 1987, cuando comunicó al Colegio Cardenalicio su intención de promulgar una encíclica que “ponga de relieve las cuestiones nuevas y responda a los nuevos problemas que se presentan a la conciencia del hombre de hoy: la nueva encíclica quiere situarse sobre las huellas de la ‘Populorum Progressio’ como su continuación y prosecución ideal”.21 La encíclica, aunque fechada el 30 de diciembre de 1987, se dio a conocer el 19 de febrero de 1988.

Juan Pablo II señalaba tener dos objetivos muy claros al publicar la encíclica: el primero, “rendir homenaje a este histórico documento de Paulo VI y a la importancia de su enseñanza”; un segundo objetivo era “afirmar una vez más la continuidadde la doctrina social junto con su constante renovación”.22 Agrega que la contemporaneidad de esta encíclica se reconoce fácilmente si se tiene en cuenta las conmemoraciones que han tenido lugar a lo largo de 1987, las cuales han sido de distinto modo y en muchos escenarios del mundo eclesiástico y civil. Para Juan Pablo II la “novedad”de la encíclica se puede articular en tres puntos. El primeroestá constituido por el hecho mismode un documento emanado por la máxima autoridad de la Iglesia católica sobre una materia que a primera vista es sólo económica y social: el desarrollo de los pueblos. El segundo punto es su amplitud de horizonte abierto a lo que comúnmente se conoce bajo el nombre de “cuestión social”. Como tercerpunto la encíclica da un considerable aporte de novedad a la doctrina social de la Iglesia en su conjunto y a la misma concepción de desarrollo. El Papa se refiere expresamente a la existencia de principios éticos de la cooperación para el desarrollo.23

Es verdad que Juan Pablo II enmarca estos conceptos de referencia a la PP en el contexto de confrontación económica e ideológica entre el Occidente y el Oriente (como él les llama) que había sido una preocupación constante en la primera parte de su pontificado, pero también hace uso de los conceptos geográficos Norte y Sur para referirse a las naciones desarrolladas y en desarrollo, respectivamente. En determinado momento retoma la propuesta de Paulo VI de que los recursos destinados a la producción de armas deberían ser empleados en aliviar la miseria de las poblaciones necesitadas.24

Ahora bien, la encíclica CV, anunciada para 2007 con ocasión del cuadragésimo aniversario de la PP y el vigésimo de la SRS, buscó retomar el tema del desarrollo en la nueva y cambiante situación de un mundo globalizado, temas sociales que aquejaban a la humanidad en los días de los papas Paulo VI y Juan Pablo II y que ahora se habían vuelto globales. La crisis económica de 2008 y 2009 dio pie a que el papa Benedicto XVI tratara el tema de la ética de la economía a mayor detalle en el contexto del desarrollo humano. Esto de alguna manera retrasó la publicación de la encíclica, siendo hasta el 29 de junio de 2009, que el Papa firmó la nueva encíclica social y se dio a conocer el 7 de julio, sólo una semana antes de la Cumbre del G-8 en Aquila, Italia.25

Benedicto XVI refiere que “[a] más de cuarenta años de la publicación de la encíclica, deseo rendir homenaje y honrar la memoria del gran pontífice Paulo VI, retomando sus enseñanzas sobre el desarrollo humano integral y siguiendo la ruta que han trazado, para actualizarlas en nuestros días”. Al tratar propiamente la encíclica de Paulo VI elabora un primer capítulo sobre el mensaje de la PP señalando que su relectura insta a permanecer fieles a su mensaje de caridad y de verdad. Afirma que, a lo largo de la historia, se ha creído con frecuencia que la creación de instituciones bastaba para garantizar a la humanidad el ejercicio del derecho al desarrollo: “[d]esafortunadamente, se ha depositado una confianza excesiva en dichas instituciones, casi como si ellas pudieran conseguir el objetivo deseado de manera automática”.26 En el Capítulo Segundo denominado “El desarrollo humano en nuestro tiempo”, el Papa establece que Paulo VI tenía una visión articulada del desarrollo, que con el término “desarrollo” quiso indicar ante todo el objetivo de que los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. Desde el punto de vista económico, eso significaba su participación activa y en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional; desde el punto de vista social, su evolución hacia sociedades solidarias y con buen nivel de formación; desde el punto de vista político, la consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz.27 También hay referencias a la PP en los Documentos Conclusivos de Puebla (III CELAM, 1979); de Santo Domingo (IV CELAM, 1992) y de Aparecida (V CELAM, 2007).

2.2.1.- La Populorum Progressio en la ruta de la Teología de la Liberación

Ahora bien, como se señaló anteriormente, el impacto de la Doctrina Social de la Iglesia, y particularmente de la PP no fue menor en Latinoamérica. La visita de Paulo VI en la II CELAM en Colombia marca un hito en la preocupación eclesiástica de lo que acontecía en el aquel momento llamado Tercer Mundo, y cómo las lógicas decoloniales se enfrentaban con contundencia a un sistema mundial maniqueo. Por ello, la urgencia de pensar en otro tipo de desarrollo, contrario a discursos de progreso unilaterales provenientes del mundo industrializado, tenía sentido ante las circunstancias históricas de dominación, injusticia y explotación en Latinoamérica.

Se podría decir, no sin poca controversia, que la influencia de la PP en Latinoamérica se traduce a la luz de la TL. Como se ha comentado en párrafos anteriores, la Doctrina Social de la Iglesia es un conjunto de valores y principios sociales inspirados en el Evangelio y en la práctica histórica del catolicismo. Al respecto, la Iglesia plantea un juicio moral cercano a asuntos sociales, políticos y económicos que la incluyen en un debate crítico, a través de encíclicas y otros documentos, sobre cuestiones que van desde pobreza y acumulación de riqueza, violencia de Estado y derechos humanos, identidad y autodeterminación, distribución del poder, medio ambiente y sustentabilidad, entre otros muchos temas que impactan la cotidianidad humana y las relaciones de poder. En ese sentido, dicha doctrina se puede considerar como una ruta pastoral para la reflexión de la modernidad, particularmente en su reto y cuestionamiento a posiciones discursivas del liberalismo y socialismo a partir del Siglo XIX. Por tanto, más que una doctrina, poseedora de una estructura y procedimientos particulares de enseñanza religiosa, resulta ser más bien un pensamiento que evalúa el papel de la Iglesia ante el desencantamiento del mundo social pregonado por el secularismo racional.

Al respecto, el aval institucional de la DSI ha legitimado discusiones y debates del lugar de Dios y la espiritualidad dentro de las problemáticas cotidianas de los fieles y de la humanidad en general. Como ya se ha establecido, la PP evidencia la preocupación de la jerarquía eclesiástica por declarar su postura ante graves desbalances económicos que sufren amplios sectores de la población por doquier. En medio del mundo bipolar del siglo XX en el que surge la PP, es clara la continuidad que se le da a preocupaciones que se venían exponiendo desde la Rerum Novarum, particularmente en temas de explotación humana e individualismo imperantes en discursos de industrialización y progreso.

Desde los trabajos del Concilio Vaticano II se hace notorio el interés eclesiástico de empatar a la ortodoxia cristiana con la práctica religiosa, en medio de procesos históricos que no superaban las violencias de décadas anteriores y que hacían de las periferias el espacio de enquistamiento de la Guerra Fría. Latinoamérica no fue la excepción: no es casualidad que las conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), llevada a cabo en Medellín en 1968, hicieran eco de los acuerdos ecuménicos del Vaticano II y particularmente de los argumentos señalados en la PP. Medellín se convertía en punto de partida de lo que ya se estaba generando en la región desde las iglesias locales, quienes siendo testigos directos de agravios cometidos por la violencia de Estado y el capitalismo clientelar, habían sentado comunidades de base eclesiales en diversas regiones, lo que los ponía en franca rebeldía con sectores del Alto Clero.

Ante esto, diversos teólogos gestan la necesidad de replantear la manera de vivir el cristianismo de acuerdo a esas condiciones. Varios de ellos, paradójicamente con influencia de la filosofía marxista y el análisis crítico posestructuralista que florecía en aquel momento en la región, cuestionan el ostracismo y la ortodoxia institucional de la jerarquía eclesiástica como un serio peligro para el propio futuro del catolicismo en el mundo. Como menciona Phillip Berryman, bajo este conservadurismo parecía que “[l]a función de la teología no era hacer surgir nuevas preguntas sino defender el sistema romano”.28 Se presenta así una contestación filosófica a formas de poder dogmático y llama a una práctica religiosa más coherente con sus postulados doctrinales, lo cual le da paso a la TL.

Gustavo Gutiérrez retrataría claramente esta necesidad:influenciado por la dialéctica materialista, establece que el redescubrimiento de la dimensión escatológica en la teología ha llevado a considerar el papel central de la praxis histórica. ‘Hacer la verdad como en el Evangelio’, dice Gutiérrez, para pasar a la acción en la vida cristiana: trascender a la ortodoxia para llegar a la ortopraxis. Esta última no niega a la primera, dice el teólogo, entendido como la reflexión y la proclamación de argumentos considerados como verdaderos. Más bien, el objetivo es balancear e incluso rechazar la primacía y casi exclusividad que la doctrina ha gozado en la vida cristiana y sobre todo modificar el énfasis, frecuentemente obsesivo, de una ortodoxia que constantemente no es nada más que la fidelidad a una tradición obsoleta o a una interpretación debatible. En una perspectiva más positiva, dice Gutiérrez, la intención es reconocer el trabajo y la importancia del comportamiento concreto, de hechos, de acción, de praxis en la vida cristiana.29

Es imposible no detectar las mismas preocupaciones en la PP cuando llama a una acción solidaria para inscribirse en un cambio decisivo de la historia de la humanidad. Gutiérrez pugnaba por encontrar el sentido del cristianismo a través del trabajo pastoral de fondo, alejado de las esferas dominantes y elitistas que controlaban las interpretaciones de la ortodoxia: lo que se demandaba era una visión contextualizada del cristianismo que permitiera un entendimiento de la circunstancia histórica, social, política y económica en la que se desarrollaba Latinoamérica. Esto incluía una perspectiva cristiana sincrética y acorde a las prácticas culturales de la región, lo que significaba un acercamiento al catolicismo popular. Esto implicaba también reflexionar alrededor de la praxis llevada a cabo de facto por los habitantes de las diferentes regiones del continente, es decir, todo aquello que determinaba su cosmovisión religiosa nacida más de la tradición que de la institucionalidad eclesiástica.30

En términos concretos, lo que se observa es una línea discursiva que conecta al Vaticano II, la encíclica PP y la TL que empapó al espíritu de la II CELAM.31 La reunión de El Escorial en 1972 congrega a buena parte de los teólogos de la liberación latinoamericanos lo que parece ser un espaldarazo institucional del papado de Paulo VI sobre la pertinencia de sus discusiones, no sin que amplios sectores conservadores católicos lo cuestionaran. No obstante, no deja de llamar la atención el hecho de que se haya celebrado esta reunión en la España franquista, por su simbolismo en tanto posición antagónica con jerarquías clericales.32

Frei Betto, importante actor de la TL, enfatizaba que posteriormente al Vaticano II, Latinoamérica elaboró una teología original sustentada en sus propios términos históricos. Betto puntualiza las particularidades teológicas surgidas de las comunidades de base del continente. “¿Cuál es el acontecimiento característico de la América Latina de este siglo?”, se pregunta Betto, “[e]s la existencia colectiva, mayoritaria, de millones de hambrientos. Es la no-persona”, dice el teólogo, quien insiste en apropiar y contextualizar el pensamiento cristiano a condiciones históricas de la región. “Para comprender las razones políticas y estructurales de la existencia masiva de la no-persona, a la teología no le basta la mediación de la filosofía. Es preciso recurrir a las ciencias sociales, incluso a la contribución del marxismo”, establece Betto, y marca una clara posición política para concluir que: “[e]s esa la articulación la que instituye la metodología de la TL, adecuada a la vivencia liberadora, evangélica, de la fe cristiana en la América Latina”.33 Así pues, se asume teológicamente que el cristianismo es mucho más cercano al socialismo que al capitalismo: más allá de crear un Socialismo cristiano, se afirma que el socialismo permite una vida más de acuerdo a los ideales divinos y de la fe de los cristianos.34En este mismo tono, a pesar de no ser una posición unilateral, teólogos de esta tradición sostienen que el socialismo representa la opción más fructífera para la solución de los problemas de pobreza en América Latina.35

Las comunidades de base eran grupos de acción política emanadas de la propia sociedad civil. Sus primeras expresiones se dan en Brasil, aunque pronto se expanden por todo el continente. Es en este país que se deja sentir la influencia fundamental del dominico francés Louis-Joseph Lebret quien, como se comentó anteriormente, fue un personaje clave en la redacción de la PP. Lebret estuvo por primera vez en Brasil en 1947, en São Paulo, invitado por el dominico brasileño Romeo Dale y por el entonces alcalde de São Paulo, Wladimir de Toledo Piza, para impartir durante algunos meses el curso “Introducción General a la Economía Humana” en la Escola Livre de Sociologia e Política de São Paulo (ELSP).La perspectiva de desarrollo sustentada por Lebret estaba basada en la solidaridad humana encaminada a una distribución de recursos equitativa y justa, en contraposición a la aplicación instrumental de medidas económicas que cosifican valores humanos. El religioso sostenía que el subdesarrollo era propiamente un síntoma de una crisis mundial de dichos valores humanos provocada por la dominación y el privilegio. Ante ello, propone su concepto de ascensión humana, que se refiere a la tarea principal del desarrollo: expandir civilizaciones de solidaridad sustentadas en un comportamiento ético.36

Con esto en mente, es evidente la influencia dialógica que de manera activa se suscitaba en las comunidades de base en Latinoamérica: no sólo las ideas de religiosos progresistas tenían eco en el entorno político y social de la zona, sino que Latinoamérica proveía de estrategias de liberación fundadas de sus propias circunstancias históricas.

Estas comunidades eran organizadas en un principio por grupos de religiosos con instrucción universitaria, algunos de ellos provenientes de universidades europeas como la de Lovaina en Bélgica, lugar en el que habían estado expuestos a las enseñanzas teológicas de personajes de la talla de Edward Shillebeeckx, Karl Rahner o Hans Küng, quienes a su vez fueran piezas claves dentro del grupo progresista que influyó los acuerdos conciliares del Vaticano II. Posteriormente, los propios miembros laicos de estas comunidades continuaron organizándose, aunque con la asesoría de los religiosos. Pronto estas comunidades comenzaron a ser verdaderas fuentes de resistencia y de creación de cuadros revolucionarios. Mediante prácticas que claramente seguían innovaciones de enseñanza como la practicada por Paulo Freire y su Pedagogía del oprimido, las comunidades hacían ejercicios de cuestionamiento en torno a su propia realidad y a su papel como agentes de cambio.37

La influencia marxista era notoria, sobre todo en la impartición de estrategias de desmantelamiento de falsas conciencias y contextos históricos. Asimismo, más allá de las propias ideologías y metodologías, estas comunidades de base surgen como una reacción en contra de la marginación y pobreza.38Incluso, éstas sirven de cantera de varios movimientos de liberación nacional por toda Latinoamérica, algunos de los cuales surgen de grupos religiosos radicalizados, tal como sucedió con varios miembros del Grupo Golconda en Colombia, los cuales después se unirían a las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), como fue el caso emblemático del sacerdote Camilo Torres Restrepo y su vía revolucionaria.39 Hay que recordar que en el caso particular del Grupo Golconda, la PP fue un documento fundacional para las discusiones y reflexiones que realizaban sobre el diseño de una pastoral de la liberación.40 Así pues, las comunidades de base tienen tanta influencia en los movimientos revolucionarios de la época que el propio Ernesto “Che” Guevara, ateo confeso, llega a decir que “cuando los cristianos se atrevan a dar testimonio revolucionario pleno, la revolución latinoamericana será invencible...”.41

Con respecto a lo anterior, es evidente que, a diferencia de la PP, la TL plantea una ruta que implica a la labor doctrinal para la creación de cuadros políticos y de resistencia.42Asimismo, si bien entre sus postulados se encuentra realizar una interpretación del cristianismo a través del sufrimiento, la lucha y la esperanza de los pobres, la TL también es una crítica directa a la Iglesia y a los cristianos que no se involucran en aliviar dichas condiciones de pobreza.43Bajo esta óptica, la construcción del reino de Dios en la Tierra presupone un cambio de paradigmas ante la visión tradicionalmente conservadora de una iglesia cercana al poder opresor.44 Para ganar este reino, se deben de instaurar sistemas de justicia que permitan la liberación humana: dicha salvación debe ser coherente con la realidad material, por lo que el desempleo, la explotación, la falta de oportunidades de crecimiento profesional, entre otras calamidades materiales, son vistas como pecados fundamentales contra el derecho a la vida, ya que estos son elementos básicos de una existencia feliz.45

En ese orden de ideas, la TL propone que la praxis cristiana debe estar orientada a combatir el fenómeno de la pobreza por cualquier medio, por lo que no pocos optaron por caminos que los llevaron al uso de la violencia, aspecto en el que se centraron las principales críticas dirigidas hacia esta pastoral. La PP establece que ante las condiciones de exclusión e injusticia que viven poblaciones enteras, “es grande la tentación de rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana”. No obstante, establece inmediatamente después que:

… las insurrecciones y las revoluciones -salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país- engendran nuevas injusticias, introducen nuevos desequilibrios y excitan a los hombres a nuevas ruinas. En modo alguno se puede combatir un mal real si ha de ser a costa de males aún mayores.46

Al respecto, es de llamar la atención la salvedad realizada en el argumento anterior. Uno de los cuestionamientos más importantes en contra de la TL es precisamente su postura ante lo que llaman la violencia justa. Lo que establece es que, si bien toda violencia basada en la represión de la libertad del ser humano es un pecado, entonces cualquier intento por acabar con estas injusticias para promover una sociedad más equilibrada sería una acción en perfecta armonía con la voluntad divina, incluso a través del uso de la violencia justa de los oprimidos que se sienten obligados a hacer uso de ello como forma de liberación. Asimismo, siguiendo la tradición lascasiana, Gutiérrez sostiene que los teólogos tienen el derecho y la obligación de condenar salarios injustos, explotación y tácticas de inanición como claras indicaciones de pecado y maldad.47

La rendija de la salvedad en la PP con respecto a la revolución no es un asunto menor, si bien años más tarde y bajo el papado de Juan Pablo II, no se dejó en duda la condena contra el uso de la violencia justa propuesta por la TL, particularmente a través de la instrucción Libertatis Nuntius de la Congregación de la Doctrina de la Fe que en 1984 publicara el entonces prefecto Joseph Ratzinger. Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI fueron demasiado tolerantes con los postulados de la TL producto posiblemente del horizonte Eurocéntrico que los determinaba. El regaño papal a Ernesto Cardenal en Managua -en 1979-, o el año de silencio al que se condenó a Leonardo Boff-en 1985-, fueron ejemplos de la poca afinidad que sentían con la TL en el Vaticano de aquel momento. Juan Pablo II fue contundente en las conclusiones de SRS al reconocer que la PP tiene un vínculo directo con la TL, con lo cual reitera su rechazo a esta interpretación religiosa. Juan Pablo II dice que:

… en el período siguiente a la publicación de la Encíclica Populorum Progressio, en algunas áreas de la Iglesia católica, particularmente en América Latina, se ha difundido un nuevo modo de afrontar los problemas de la miseria y del subdesarrollo, que hace de la liberación su categoría fundamental y su primer principio de acción. Los valores positivos, pero también las desviaciones y los peligros de desviación, unidos a esta forma de reflexión y de elaboración teológica, han sido convenientemente señalados por el Magisterio de la Iglesia.48

No obstante, y a pesar de las presiones a la que fueron sometidos sus miembros durante los antes mencionados papados, la TL dejó el precedente de acciones solidarias que en el continente se seguirían presentando. Éste fue el caso, por ejemplo, del movimiento Neozapatista en México, que surge a partir de 1994 y que no se entendería sin el papel fundamental del obispo Samuel Ruiz en Chiapas, tanto en su papel como mediador en el conflicto como referente para las organizaciones civiles creadas a partir de su influencia en la zona.49 La influencia crítica de la PP siguió vigente en sus postulados e incluso, ahora bajo el papado de Francisco, el propio Leonardo Boff ha reconocido que la opción por los pobres de la TL ha cobrado renovada importancia en la doctrina de la fe.50Como muestra de lo anterior, se encuentrala encíclica Laudato Si de Francisco, que insiste en el tema del desarrollo, con especial atención al cuidado de la casa común y la preocupación por el medio ambiente, esto es, bajo una concepción de progreso que no puede dejar de lado el bienestar y la dignidad humana.

Así pues, vales la pena recordar a Paulo VI que,durante la homilía del primer aniversario de la PP, respondió a algunas críticas a la misma y afirmó que no quiso tomar partido con sus palabras a favor de uno u otro sistema económico, ni ofender a sus promotores. El Papa agregó que tampoco quiso, como se le ha atribuido, abrir el camino a una teología de la revolución y la violencia, y tampoco quiso decir que el progreso de los pueblos no era el resultado de la iniciativa privada.51

2.2.2.- Los temas del desarrollo

La encíclica es vigente porque insta a los países en desarrollo “a que también ellos trabajen por su propio desarrollo”, lo cual hoy se maneja como el principio de que cada nación es responsable de ello. La encíclica establece que “el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico”, lo cual concuerda con el actual debate de la medición de los índices de desarrollo humano. Señala también que la educación básica debería ser un primer objetivo en cualquier plan de desarrollo, en la misma línea que se adoptó el segundo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio sobre el logro de la enseñanza primaria universal, así como su correlativo Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre educación de calidad. La solicitud de constituir un fondo mundial, quizá proveniente del recorte de gastos militares, ha tenido numerosas propuestas análogas como la tasa Tobin o los impuestos verdes.

Paulo VI afirmaba en la encíclica que cada vez son más numerosos los técnicos enviados en misión de desarrollo por instituciones internacionales o bilaterales o por organismos privados. Con ello reconocía la importancia de la cooperación técnica, hoy rama toral de la cooperación para el desarrollo, así como de la participación del sector privado cada vez más llamado a contribuir en las tareas del desarrollo global. Muy importante es la reafirmación de la pertinencia de la cooperación internacional para el desarrollo cuando se establece en el documento que “siendo los pueblos, cada uno, los artífices de su propio desarrollo, los pueblos son sus primeros responsables. Mas no podrán realizarlo, aislados unos de otros”. Otro tema de particular actualidad es el de los trabajadores migrantes: Paulo VI señalaba que “la misma acogida debe dispensarse a los trabajadores emigrados, que viven en condiciones frecuentemente inhumanas, obligados a ahorrar su propio salario, para poder remitirlo a fin de aliviar un poco a las familias que quedaron entre miserias en su tierra natal”.52 Finalmente, se hace mención a la reforma de los organismos financieros, pues Paulo VI dio un paso decisivo al enfatizar la necesidad de un cambio en las instituciones económicas más que simplemente en actitudes morales hacia los pobres.53

Juan Pablo II se señalaba convencido de que las enseñanzas de la PP, dirigidas a las personas y a la sociedad de la década de los sesenta, conservaban toda su fuerza de llamado a la consciencia.54Benedicto XVI afirmaría que “más de cuarenta años después de la Populorum Progressio su argumento de fondo, el progreso, sigue siendo aún un problema abierto, que se ha hecho más agudo y perentorio por la crisis económico-financiera que se está produciendo.55

3. Vigencia y renovación

La PP no ha perdido vigencia debido en gran parte a que, si bien el contexto es muy diferente al de hace más de cincuenta años, los problemas del desarrollo y justicia social que trata en su contenido no han sido resueltos y, en muchos casos, se han agravado. Ignace Berten56 afirma que la encíclica, como todo texto, está evidentemente fechado. No obstante, una relectura actual del texto golpea por su pertinencia y vigencia a pesar de las significativas diferencias del contexto.

Miguel Concha Malo resalta las convergencias, muy probablemente involuntarias, que treinta años después se dieron entre las enseñanzas del papa Paulo VI y el profesor y presidente del Trinity College de la Universidad de Cambridge, Amartya Sen. Concha señala que en una época en que las “décadas del desarrollo” le daban mucha importancia a los aspectos meramente económicos, haciéndolo aparecer como un asunto puramente tecnocrático y de planificación, Paulo VI enfatizó que el desarrollo “no se reduce al simple crecimiento económico”. Afirma que ello también implica la eliminación de las principales fuentes de privación de la libertad, como son “la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistémicas, el abandono en que pueden encontrarse losservicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los estados representativos”.Por tanto, la concepción de pobrezapropuesta por Paulo VI no se observa tanto como carencia de bienes materiales, ni sólo como falta de oportunidades sociales, sino sobre todo como privación en el ejercicio de libertades de realización, es decir, en el lenguaje de Sen, como privación de capacidades.57

No puede obviarse como parte de su actualidad el hecho de que el actual pontífice Francisco ha recuperado con mucho el discurso del desarrollo y la denuncia del capitalismo atroz. Al respecto, se puede afirmar que hay una renovación de su contenido y espíritu, y esto se debe en gran medida al pensamiento y el discurso del actual pontífice, que a su vez inviste una gran influencia de la DSI, del saber de Paulo VI y, en este sentido, de la propia PP.

Marco Politi, afirma que las intervenciones del papa Francisco se insertan en la robusta línea de la DSI, que a lo largo de un siglo se ha vuelto cada vez más incisiva: desde la primera encíclica social de León XIII RN hasta PT de Juan XXIII, y luego PP, de Pablo VI.58 También se ha dicho que la PP y la Evangelii Nuntiandi (1975) de Paulo VI ayudan a configurar y confirmar el pensamiento de Francisco sobre los temas de desarrollo, evangelización, inculturación, los peligros de la ideología y la importancia de la religión popular.59

“Quienes conocen a Papa Francisco desde sus años en Argentina como arzobispo y cardenal pueden confirmar la cercanía de Francisco a las enseñanzas de Pablo VI. Ahora, también nosotros podemos confirmarlo revisando su magisterio”,60 señalaría alguna vez María Victoria Hernández, miembro del Consejo de Postuladores de la Congregación para las Causas de los Santos. En 2007, Bergoglio fungió como integrante de la comisión encargada de redactar el documento conclusivo de Aparecida de la cual fue coordinador y en el que aparecen un par de referencias a la PP.

Así, el 30 de septiembre de 2009 en la Conferencia inaugural del Seminario sobre “Las Deudas Sociales”, el entonces Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j. identifica a éstas no como un problema económico o estadístico, sino que es primariamente un problema moral que afecta en la dignidad más esencial. Precisó que el fundamento ético a partir del cual se ha de juzgar la deuda social como inmoral, injusta e ilegítima radica en el reconocimiento social que se tiene acerca del grave daño que sus consecuencias generan sobre la vida, el valor de la vida y, por tanto, sobre la dignidad humana. Declara también que el principio fundamental que la DSI ofrece para reconocer esta deuda social es la inviolable dignidad de la persona y sus derechos. Explícitamente señala que el Papa Paulo VI, refiriéndose al uso del capital y citando a la PP, invitaba a valorar seriamente el daño que la transferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, puede ocasionar a la propia nación.61

De la misma forma, el 16 de octubre de 2010 durante su Conferencia de la XIII Jornada Arquidiocesana de Pastoral Social intitulada “Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016. Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo”, Bergoglio señala, dirigiéndose al pueblo argentino:

Nos falta como pueblo esa proyección: una definición de desarrollo que incluya a todas las personas en todas sus dimensiones, lo cual es más fácil de acordar en un horizonte expansivo que en una situación de restricciones. El tiempo juega a favor. El tiempo ayuda a acomodar las cargas en el espacio. Si se abren horizontes y nuevos espacios es posible otra proyección.62

Bergoglio es muy incisivo cuando declaró que, lograda la estabilidad política democrática, no sufriendo la región latinoamericana el impacto arrollador de la crisis económica actual como en otros países, con un horizonte de crecimiento para los próximos años, se contaba con un escenario privilegiado para lograr un acuerdo de desarrollo, un proyecto de país, más inclusivo. Opina que la realización de un proyecto de desarrollo integral para todos que privilegie la lucha contra la desigualdad y la pobreza es un tema que conviene abordar en estos tiempos de bicentenarios y en estos escenarios favorables.

Ya como Pontífice, Francisco se ha referido a la PP en los siguientes pronunciamientos: el mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014, en su documento “Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor” del 5 de agosto de 2013;63 en su notable Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del 24 de noviembre de 2013;64 en el mensaje para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 2014), donde afirma que la fraternidad es fundamento y camino para la paz y que las Encíclicas sociales de sus predecesores aportan una valiosa ayuda en este sentido, y que “[b]astaría recuperar las definiciones de paz de la Populorum progressio de Pablo VI o de la Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II. En la primera, encontramos que el desarrollo integral de los pueblos es el nuevo nombre de la paz. En la segunda, que la paz es opus solidaritatis”.65 También ha hecho alusión a esta encíclica en su discurso del Consejo de Europa en Estrasburgo, el 25 de noviembre de 2014;66en su encuentro con la clase dirigente y con el cuerpo diplomático en Bangui durante su visita a la República Centroafricana el 29 de noviembre de 2015.67Asimismo, también la recordó en su visita a la oficina de las Naciones Unidas en Nairobi (26 de noviembre de 2015), donde hizo referencia a que dicha ciudad sería sede de la 10ma Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, y rememora que:

En 1967, frente a un mundo cada vez más interdependiente, y anticipándose en aquellos años a la presente realidad de la globalización, mi predecesor Pablo VI reflexionaba sobre cómo las relaciones comerciales entre los Estados podrían ser un elemento fundamental para el desarrollo de los pueblos o, por el contrario, causa de miseria y de exclusión (cf. Carta enc. Populorum progressio, 56-62). Aun reconociendo lo mucho que se ha trabajado en esta materia, parece que no se ha llegado todavía a un sistema comercial internacional equitativo y totalmente al servicio de la lucha contra la pobreza y la exclusión. Las relaciones comerciales entre los Estados, parte indispensable de las relaciones entre los pueblos, pueden servir tanto para dañar el ambiente como para recuperarlo y asegurarlo para las generaciones futuras.68

El papa Francisco se mueve permanentemente entre lo teológico y lo político. Habla con un lenguaje popular, se radicaliza en la pobreza y desde allí se posiciona como un referente del debate político, por lo que este tipo de discurso ha llevado a cuestionar su coincidencia con algunos de los postulados de la TL.69

Leonardo Boff-uno de los más importantes referentes de la TL- cercano al Papa y quien le aconsejó y proporcionó información para la redacción de la encíclica Laudato Si, señala que:

Muchos se han preguntado si el actual papa Francisco, como proviene de América Latina, es un seguidor de la teología de la liberación. Esta pregunta es irrelevante. Lo importante no es ser de la teología de la liberación, sino de la liberación de los oprimidos, de los pobres y de los que sufren injusticia. Y eso lo es con claridad indudable. Este ha sido siempre, en realidad, el propósito de la teología de la liberación.70

Boff afirma que el papa Francisco hizo esta opción por los pobres, vivió y vive pobremente en solidaridad con ellos y refiere lo que alguna vez el pontífice dijo en una de sus intervenciones: “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”. En este sentido, opina Boff, el papa Francisco está llevando a cabo la intuición primordial de la TL y secundando su marca registrada: la opción preferencial por los pobres, contra la pobreza y a favor de la vida y la justicia, y considera que no es importante que el papa Francisco no use el término “Teología de la Liberación”. Lo importante es que hable y actúe de manera liberadora. Es hasta bueno que el papa no se afilie a un cierto tipo de teología, continúa Boff, como la de la liberación o cualquier otra.

No debe subestimarse que Bergoglio ejerce su apostolado en un país que, como otros países latinoamericanos, son asiento de manifestaciones de movimientos teológicos y eclesiales que optan por la doctrina social. El jesuita tuvo contactos indirectos a través de movimientos como los curas villeros, el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).

La práctica pública de la Teología del Pueblo que conoció Bergoglio se detiene hacia 1976 como consecuencia de la persecución política que comienza con las dictaduras cívico-militares en Argentina y en otros países de la región. Sin embargo, ya desde 1974 se refleja en la pastoral de Bergoglio, para quien la unidad del pueblo, como Nación, está por encima de la clase. Además de puntos de contacto entre las afirmaciones de Bergoglio y la Teología del Pueblo, también puede encontrarse continuidad y coherencia en el pensamiento de Francisco a lo largo del tiempo. La intención de separar el catolicismo de las ideologías marxistas y liberales es otra cosa que diferencia a Bergoglio de algunas de las corrientes de la TL y lo acerca a las modalidades argentinas.71

De lo anterior dan cuenta, entre otros, su encíclica Laudato Si donde se refiere a que un auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural. Otro ejemplo es su discurso a las autoridades civiles en la catedral de La Paz, Bolivia, así como su participación en Nueva York en la Cumbre del Desarrollo Sostenible.

Consideraciones finales

Benedicto XVI dejó plasmado en la CV su convicción de que la PP merece ser considerada como “la Rerum Novarum de la época contemporánea, que ilumina el camino de la humanidad en vías de unificación”72 y que las perspectivas abiertas por la PP siguen siendo fundamentales para dar vida y orientación al compromiso de la Iglesia por el desarrollo de los pueblos.73 Como Paulo VI señalara en 1967: “El desarrollo exige cambios que se han de acometer con audacia para renovar completamente el estado actual”.74

En este artículo revisamos una serie de expresiones sociales, políticas, e incluso teológicas, derivadas del tema del desarrollo en el cual la Iglesia católica se ve obligada a inscribirse, dada la importancia de discutir problemáticas globales y relaciones de poder que no escapan de su horizonte. Este compromiso institucional, no sin muchos cuestionamientos y obstáculos al seno de la propia Iglesia, emanado de su doctrina social, puede ser observado como un proceso de modernización que se encuentra en continuo desarrollo. La PP, por su interés en el desarrollo humano, desató una serie de debates cuyas reverberaciones llegan hasta nuestros días: una lógica que refleja una lucha hegemónica de distintas visiones del mundo basadas en la búsqueda de justicia social, cuya narrativa es confeccionada de acuerdo a posiciones políticas que la van determinando.

Lo que resulta fundamental, por tanto, es que la discusión continúa y ha cobrado un impulso importante de un papa que ha sido testigo directo no sólo de estas discusiones, sino que ha surgido del Sur Global, donde el tema del desarrollo es, por decir lo menos, impostergable.

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1En este artículo los autores utilizan Paulo VI en lugar de Pablo VI como es conocido en varios países de Latinoamérica.

2Una carta encíclica, del latín Literae encyclicae, que literalmente significa “cartas circulares”, es una carta solemne que dirige el Sumo Pontífice a todos los obispos y fieles católicos, por la que expone cuestiones temas doctrinales, exhortar o hacer un llamamiento a los fieles a la oración pública por un motivo concreto, o también conmemorar un aniversario importante de la Iglesia. Siempre son firmadas por el Papa y están escritas normalmente en latín. Aunque se hacen diversas traducciones, su título, generalmente, se conserva en latín.

3Lebret fue delegado del Vaticano, en 1964, en la Conferencia que crea la Comisión de Naciones Unidades para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD). Se le atribuye haber acuñado la expresión Nuevo Orden Económico Internacional y la constante referencia al término “derecho al desarrollo”.

4Mario Alberto Gaviria Ríos, “La comprensión del desarrollo a partir de la encíclica Populorum Progressio”, Páginas, núm. 78 (2007): 71-90.

5Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis (30 de diciembre de 1987) Disponible en <http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30121987_sollicitudo-rei-socialis.html, paras.5-6>.

6Benedicto XVI, Caritas in Veritate (29 de junio de 2009). Disponible en <http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate.html>, para. 11.

7Informador, “Anunció el papa su nueva encíclica” (27 de marzo de 1967), 1-2.

8Ignace Berten, Populorum Progressio: Quelle actualité? (12 de febrero, 2008). Disponible en <http://www.lebret-irfed.org/spip.php?article44>.

9Paulo VI, Populorum Progressio (26 de marzo de 1967). Disponible en <http://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum.html>, paras. 13, 22-25, 33.

10Ibid., paras. 43, 49, 54, 55, 61, 67 y 70.

11Ibid., para. 81.

12Berten, Populorum Progressio: Quelle actualité?

13Existen referencias a autores como el filósofo francés Jacques Maritain; el téologo dominico Marie Dominique Chenu; el economista australiano Colin Clark; el teólogo jesuita y economista alemán Oswald von Nell Breunning; Henri de Lubac, uno de los teólogos más influyentes del siglo pasado; el teólogo suizo, Maurice Zundel; el filósofo y matemático, Blaise Pascal; así como de monseñor Manuel Larraín, obispo chileno, presidente de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM).

14Gerald Darring, Paul VI: Populorum Progressio. Critical Comments Selection. Disponible en <http://theolibrary.shc.edu/resources/comments_populorm.htm>.

15Ibid.

16Informador, “Ora el papa Paulo porque entiendan su encíclica” (3 de abril, 1967), 2.

17“Manifiesto de Obispos del Tercer Mundo” (15 de agosto, 1967). Disponible en <http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/>.

18Homilía del Santo Padre Pablo VI. Inauguración de la II Asamblea General de los Obispos de América Latina (24 de agosto de 1968). Disponible en <https://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/homilies/1968/documents/hf_p-vi_hom_19680824.html>.

19Roberto Di Stefano y Loris Zanatta, Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX (Buenos Aires: Grijalbo Mondadori, 2000).

20Juan Carlos Scannone, “El papa Francisco y la Teología del Pueblo”, Razón y Fe, vol. 271, núm. 1395 (2014): 31-50.

21Albert Escala, “El papa se pronuncia en una encíclica contra el armamentismo y pide un acercamiento Este-Oeste”, La Vanguardia (19 de febrero, 1988), 25.

22Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Sociali, para. 3.

23Ibid., paras. 8-10.

24Ibid., para. 23.

25Peter Turkson, “Caritas in Veritate: Good News for Society”, Logos: A Journal of Catholic Thought and Culture, vol. 15, núm. 3 (2012): 90-108.

26Benedicto XVI, Caritas in Veritate, paras. 8-11.

27Ibid., para. 21.

28Phillip Berryman, Teología de la liberación (México: Siglo XX, 1998), 20.

29Gustavo Gutiérrez, A Theology of liberation (New York: Orbis Books, 1973), 10.

30Enrique Dussel, América Latina: dependencia y liberación (Buenos Aires: Fernando García Cambeiro, 1973).

31Álvaro Acevedo Tarazona y Adrián Delgado Díaz, “Teología de la Liberación y Pastoral de la Liberación: entre la solidaridad y la insurgencia”, Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, 17 (2012): 245-268; Cecilio de Lora, “Aproximaciones a la teología de la liberación hoy según los signos de los tiempos”, Vida Consagrada, núm. 5 (2009): 70-106.

32Víctor Codina, “Teología de la Liberación 40 años después. Balance y perspectivas”, Horizonte, vol. 11, núm. 32 (2013): 1357-1377.

33Frei Betto, Fidel Castro y la religión. Conversaciones con Frei Betto (México: Siglo XXI Editores, 1986).

34Leonardo Boff y Clodovis Boff, Salvation and Liberation. In Search of a Balance Between Faith and Politics (New York: Orbis Books, 1984).

35Gutiérrez, A Theology of Liberation, 90.

36Louis-Joseph Lebret, The Last Revolution: The Destiny of Over-and Underdeveloped Nations (Dublin: M.H. Gill and Son, 1965).

37Thomas Oldensky, Liberation Theology and Critical Pedagogy in Today’s Catholic Schools (New York: Garland, 1997).

38Boff y Boff, Salvation and Liberation..., 15.

39Darío Martínez, “Camilo Torres Restrepo, cristianismo y violencia”, Theologica Xaveriana, vol. 61, núm. 171 (2011): 131-168.

40Acevedo Tarazona y Delgado Díaz, “Teología de la Liberación....”, 257

41Berryman, Teología de la liberación, 31.

42Malik Chaouch Tahar, “Cristianismo y política en América Latina: el paradigma de la teología de la liberación”, Desafíos, núm. 17 (2007), 157-199.

43Berryman, Teología de la liberación, 11.

44Gerald Grace, “First and Foremost the Church Offers its Educational Service to the Poor: Class, Inequality and Catholic Schooling in Contemporary Contexts”, International Studies in Sociology of Education, vol. 13, núm. 1 (2003): 35-53.

45Boff y Boff, Salvation and Liberation..., 81.

46Paulo VI, Populorum Progressio, paras. 30-31 (énfasis agregado).

47Gutiérrez, A Theologyof Liberation, 108-109.

48Juan Pablo II, Sollicitudo Rei socialis, 46.

49Miguel Vázquez, Salvador Leetoy y Águeda Suárez, Guerrilla y Comunicación. La propaganda política del EZLN (Madrid: Catarata, 2004).

50Andrés Corpas, “La opción del Papa es por los pobres: Leonardo Boff,” Proceso, núm. 2049 (6 de febrero, 2016): 22-25.

51Informador, “Dijo el Papa que la Iglesia no puede no interesarse en problemas sociales” (28 de marzo, 1968), 1-2.

52Paulo VI, Populorum Progressio, para. 69.

53Peter Steinfels, “An unsparing view of economic ills”, The New York Times (20 de febrero, 1988). Disponible en <http://www.nytimes.com/1988/02/20/world/an-unsparing-view-of-economic-ills.html>.

54Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis,para. 4.

55Benedicto XVI, Caritas in Veritate, para. 33.

56Berten, Populorum Progressio: Quelle actualité?

57Miguel Concha Malo, “Actualidad dela enseñanza social de la encíclicaPopulorum progressio”, La Jornada (15 de marzo, 2009). Disponible en <http://www.jornada.unam.mx/2009/03/15/sem-miguel.html>.

58Marco Politi, Francisco entre los Lobos. El secreto de una revolución (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015).

59Thomas R. Rourke, The Roots of Pope Francis’s Social and Political Thought. From Argentina to Vatican (Lanham: Rowman and Littlefield, 2016).

60“Aprobación a un Milagro. Sólo falta la venia del Papa para que sea beato Pablo VI”, Diario de Yucatán (8 de mayo, 2014). Disponible en <http://yucatan.com.mx/internacional/el-vaticano/aprobacion-a-un-milagro>.

61Conferencia inaugural del Sr. Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Jorge Mario Bergoglio s.j. Seminario sobre “Las Deudas Sociales” (30 de septiembre, 2009). Disponible en <http://www.pastoralsocialbue.org.ar/wp-content/uploads/2014/11/La-Deuda-Social-segun-la-Doctrina-Social-de-la-Iglesia.pdf>.

62Conferencia del Sr. Arzobispo en la XIII Jornada Arquidiocesana de Pastoral Social. hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad 2010-2016 Nosotros como Ciudadanos, Nosotros como Pueblo. Disponible en <http://www.pastoralsocialbue.org.ar/documento/nosotros-como-ciudadanos-nosotros-como-pueblo/>.

63Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014, Vaticano (5 de agosto, 2013). Disponible en <https://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20130805_world-migrants-day.html>.

64Francisco, Evangelii gaudium Exhortación apostólica (24 de noviembre, 2013). Disponible en <http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html>.

65Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz, Vaticano (1 de enero, 2014). Disponible en <http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/papa-francesco_20131208_messaggio-xlvii-giornata-mondiale-pace-2014.html>.

66Discurso del Santo Padre Francisco al Consejo de Europa, Estrasburgo, Francia (25 de noviembre, 2014). Disponible en <https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/november/documents/papa-francesco_20141125_strasburgo-consiglio-europa.html>.

67Discurso del Santo Padre Francisco en su Encuentro con la Clase Dirigente y con el Cuerpo Diplomático en Bangui, República Centroafricana (29 de noviembre, 2015). Disponible en <https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/november/documents/papa-francesco_20151129_repubblica-centrafricana-autorita.html>.

68“Discurso del Santo Padre en su Visita a la oficina de las Naciones Unidas en Nairobi” (26 de noviembre, 2015). Disponible en <https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2015/november/documents/papa-francesco_20151126_kenya-unon.html>.

69Emilce Cuda, “Teología y política en el discurso del papa Francisco. ¿Dónde está el pueblo?”, Nueva Sociedad, núm. 248 (noviembre-diciembre, 2013): 11-26.

70Leonardo Boff, “El papa Francisco y la Teología de la Liberación”. Disponible en <http://www.feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/3635-el-papa-francisco-y-la-teologia-de-la-liberacion.html>.

71Emilce Cuda, “Teología y política en el discurso…”, 15 y 19.

72Benedicto XVI, Caritas in Veritate, para. 8.

73José Bullón Hernández, “La otra visión del desarrollo. De la Populorum Progressio a la Caritas in Veritate”, Moralia, vol. 39, núm. 129 (2011): 99-114.

74Paulo VI, Populorum Progressio, para. 32.

Recibido: 02 de Mayo de 2017; Aprobado: 15 de Febrero de 2018

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