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Revista mexicana de ciencias agrícolas

Print version ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.8 spe 18 Texcoco Aug./Sep. 2017

https://doi.org/10.29312/remexca.v8i18.218 

Artículos

Análisis de recursos externos en la producción agrícola

Mercedes A. Jiménez-Velázquez1 

Gerardo González-Burgos1 

1Colegio de Postgraduados-Campus Montecillo. Carretera México-Texcoco km 36.5. Montecillo, Texcoco, Estado de México. CP. 56230 (gera0028@gmail.com).


Resumen

El trabajo está orientado a analizar la inversión de recursos externos (remesas) para la producción agrícola; a través, de programas destinados a impulsar el desarrollo rural. El estudio tiene el propósito de identificar transformaciones, dirigidas a plantear proyectos productivos con innovaciones tecnológicas en productores que adoptan en cuestión de conocimientos, relaciones sociales, organizativas y económicas para mejorar el bienestar social. La investigación se realizó con productores agrícolas en San Pablo Güila, municipio de Santiago Matatlán, Oaxaca. Metodología utilizada con un enfoque mixto: cuantitativa, aplicando un cuestionario a jefes de familia de origen zapoteco; y cualitativas con técnicas de investigación social: observación directa y participativa. Resultados evidencian cambios en la producción, organización familiar y de grupo, refleja que el apoyo externo recibido por familiares migrantes que viven en Estados Unidos de América, su destino está vinculado a la inversión del proyecto productivo e incide en la forma de pensar del productor, impulsa la capacitación y alimentación que tiende a una mejora socioeconómica, educativa, productiva y tecnológica. Se percibe la importancia del papel de las remesas en la mejora del nivel de vida.

Palabras clave: proyecto productivo; remesas; San Pablo Güila; Oaxaca; transformación socioeconómica

Abstract

This paper is oriented to analyze the investment of external resources (remittances) for agricultural production; through programs aimed at promoting rural development. The aim of the study is to identify transformations, aimed at proposing productive projects with technological innovations in producers who adopt them in terms of knowledge, social, organizational and economic relations to improve their social welfare. The research was carried out with agricultural producers in the community of San Pablo Güila, Municipality of Santiago Matatlán, Oaxaca. Methodology was used with a mixed approach: quantitative, applying a questionnaire to heads of families of Zapotec origin; and qualitative studies using social research techniques: direct and participatory observation. Results evidenced changes in production, family and group organization, reflecting that the external support received by migrant relatives living in the United States of America, its destination is linked to the investment on the productive project and affects the way of thinking of the producer, Promotes training and food that tends to a socioeconomic, educational, productive and technological improvement. The importance of the role of remittances in improving the standard of living is perceived.

Keywords: productive project; remittances; San Pablo Güila; Oaxaca; socio-economic transformation

Introducción

La migración es un tema complejo y diverso, genera cambios en las comunidades de origen y destino; las personas salen de un lugar a otro en busca de oportunidades para mejorar condiciones de vida, es un fenómeno social que ha estado presente en todas las épocas de la historia de la humanidad. En el siglo XXI con la globalización en un ámbito socioeconómico incierto, se intensifica el tema de estudio, surgen debates e inclusive conflictos en varias regiones del mundo. México, se ha convertido en el mayor expulsor de migrantes en el mundo, superior a otros países (Rusia, China o India), la migración mexicana, se caracteriza por dirigirse en más de 95% hacia un solo país de destino: Estados Unidos de América. La relevancia de flujos migratorios, esencialmente el interés de conocer experiencias de la población que emigra, se observa en el incremento de personas que salen en busca de mejoras de vida; y la creciente importancia de las remesas enviadas a sus lugares de origen como una estrategia en la búsqueda de mejorar el bienestar familiar, entre otros temas importantes (Levine, 2008; Corona, 2014).

El estudio de la migración internacional se aborda desde varios enfoques, disciplinas y esquemas analíticos que descansan en factores de atracción y expulsión; así como en la agenda política de migración y desarrollo (Márquez, 2010; Canales, 2013). De acuerdo a esta última visión, organismos internacionales promueven la conceptualización que la migración produce desarrollo para los lugares y países de origen (OIT, 2010). Estas políticas, proponen para impulsar la inversión de remesas una “democracia financiera” que lleva a disminuir él envió de costos de transferencias para incrementar los ingresos y su aplicación para alentar la gobernabilidad local (Terry, 2005). Así, migración y desarrollo surgen vinculados en torno a un enfoque dirigido por dos elementos: la migración internacional como fenómeno que beneficia al país exportador de personas y las remesas como instrumento de desarrollo (BM, 2008; OIT, 2010).

En este ámbito, instituciones internacionales, gobiernos y estudiosos del tema centran la discusión migratoria en la contribución de los migrantes a través del envío de remesas, destinadas a promover el desarrollo de sus comunidades, regiones y país de origen. Por ello, el concepto de desarrollo es considerado un resultado positivo de la dinámica migratoria, en particular los usos de las remesas. Primordialmente, la disminución de la pobreza de familias receptoras, y a impulsar el desarrollo local, mediante el financiamiento a pequeños proyectos productivos y obras de infraestructura pública (Márquez, 2010).

La migración es un proceso que comprende tres dimensiones: social, temporal y espacial. Social explicada no sólo por factores económicos sino producto de una dinámica de cambios y múltiples interacciones que afectan al conjunto de la sociedad. Temporal porque considera varias etapas: el arribo, destaca el proceso de adaptación e integración y el impacto migratorio en la sociedad de destino, y es temporal porque el cambio de residencia modifica el ámbito de las relaciones sociales del migrante (Durand, 2010).

Algunos estudios resaltan que la práctica de la migración rural en varios casos, se extiende a personas más emprendedoras que poseen atributos, si son apoyados por políticas públicas pueden mejorar sus condiciones y capacidades. Por eso, se podrían convertir en agentes útiles para el desarrollo de ambas regiones. Esta situación, involucra recursos económicos, simbolismos, habilidades y tecnologías, flujos migratorios que representan una fuente de innovación y desarrollo para las comunidades tradicionales que la llevan a cabo. Así, la migración rural adopta una forma circular que las redes familiares y sociales implicadas, se encargan de cerrar; y dar continuidad al flujo de intercambio de habilidades y conocimientos. De tal manera, los recursos generados por emigrantes rurales vienen a hacer la principal estrategia para el desarrollo de sus localidades (Ríos y Kumar, 2012).

Recursos externos

Las remesas a nivel macroeconómico representan para las naciones receptoras, un recurso indispensable de divisas. Entre los diversos estudios sobre la temática, sobresale el reportado sobre el análisis a la reducción de pobreza en comunidades de origen, las remesas propician un incremento en las inversiones de salud, educación y pequeños negocios (Mora-Tordecillas et al., 2015).

La población migrante que envía recursos a su nación de origen (monetaria o bienes) representa la contraparte financiera de la movilidad de personas que emigra. Se pueden distinguir cuatro motivaciones que tienen los inmigrantes al enviar remesas a su país de origen. Solimano (2013), destaca las características siguientes: a) altruismo: el emigrante en el extranjero ayuda a su familia en el país receptor a través de la remisión de remesas; b) autointerés: un migrante busca mejorar su propia condición económica al invertir sus remesas en su país de origen; c) repago de inversión de capital humano: el emigrante busca “devolver” con remesas, la inversión que recibió, financiamiento realizado por su familia en su localidad; y d) diversificación: una persona a través de las remesas quiere trasformar sus fuentes de ingreso, expandiendo el portafolio financiero familiar en el país de origen.

Los recursos externos se caracterizan porque son envíos en efectivo, depósito bancario o cheque, generados por una actividad laboral en el extranjero por parte de la población migrante, son remesas dirigidas a familiares, amigos que pueden o no vivir en la comunidad de origen del migrante, recursos financieros medidos en dólares americanos (divisas) que provienen fuera del país de origen, principalmente enviados por trabajadores mexicanos que se encuentran en los EE. UU (CONAPO, 2010).

La situación de marginación y pobreza impulsa la migración de la población, un elemento positivo son los recursos externos que inciden en familias receptoras y la economía local, trasciende en aspectos económicos, políticos y sociales. La migración rural ha fortalecido la dinámica de las comunidades, orientada en actividades productivas con innovación tecnológica en el proceso de agricultura tradicional, apoyada con recursos que proceden de familiares. Las remesas registradas en la balanza de pagos, representan una transferencia de recursos al país receptor, ingresos extraordinarios que son una fuente importante de subsistencia para las unidades familiares y una oportunidad para la inversión regional (López-Toxqui, 2011; Corona, 2014).

Un estudio realizado sobre la distribución del destino del recurso externo (2014), reporta que las remesas enviadas a México se realizan a través de transferencia electrónica (97%), se llevan a cabo en efectivo (1.8%) y son enviadas por medio de giro postal (1.2%). Con relación a esta información, el costo promedio obtenido por 200 dólares enviados, registra entre 1.8 y 2 dólares (BBVA-Bancomer, 2015).

México como receptor de remesas se ubica en el quinto lugar mundial (4.2%) en captación de envíos con 24, 321 mil millones de dólares, mientras tanto India, China, Filipinas y Francia mantienen su liderazgo como principales receptores de remesas (BBVA-Bancomer, 2015). Respecto a este comportamiento, analistas financieros reportan en los últimos ocho años el envío de remesas muestra una recuperación. Las remesas representan 2.3% del PIB nacional, los envíos destinados en 2016, registran el mayor crecimiento en 10 años, pues aumentaron 8.8%. El total recibido (26 mil 970 millones de dólares), representa el mayor flujo de remesas, considerando el reporte del Banco de México el número de operaciones enviadas observó un mayor dinamismo, el registro de transacciones subió 8% para alcanzar a 92 millones de envíos, el promedio de cada una de ellas, representa 295 dólares (El Financiero, 2017).

Por otra parte, las remesas impactan en el mercado interno a través del consumo, su ingreso beneficia a 25% de hogares con menores ingresos, destinan ocho de cada diez dólares al consumo familiar para cubrir necesidades básicas: comida, renta y salud (Guevara, 2006).

Actualmente, con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América (enero, 2017), las políticas antimigrantes se intensificarán en detrimento de la población que emigra, en particular mexicanos y latinos residentes en ese país. También, genera un clima de incertidumbre entre la población migrante, quienes en muchos casos aumentarán el flujo de envíos por las posibles medidas restrictivas que el mandatario podría ejecutar sobre las remesas, afectarían si decide gravarlos.

En este ámbito, el gran volumen de remesas que México recibe en conjunto con otros capitales sociales como redes y clubes sociales, organizaciones de migrantes, entre otros; son recursos que si positivamente son utilizados, permitirán superar sus condiciones de vulnerabilidad social y precariedad económica, su comportamiento va en aumento Por ello, gobiernos nacionales, organismos internacionales destacan la necesidad de orientar las remesas hacia la creación de pequeñas y medianas empresas; así como en inversión que forme capital productivo y humano. Considerar este enfoque, los beneficiarios de remesas pueden ser protagonistas del proceso de desarrollo (Canales, 2008).

Migración y remesas

De acuerdo a informes reportados por el Banco Internacional, sugieren que la migración y remesas reducen la pobreza. En México, la dependencia que generan las remesas (2006) representa 2.6% del PIB; y alcanza sólo al 1.8% (2013). En contraste está al conjunto de entidades que reciben recursos generados por migrantes, en conjunto reflejan 24% del PIB estatal: destaca Michoacán (7.1%), Guerrero (6.8%), Oaxaca (5.6%), Zacatecas (4.5%) entre otros estados. La mayoría de hogares receptores de remesas, se caracterizan por pertenecer a localidades rurales con alto grado de marginación; y jefes de familia con un promedio de escolaridad que corresponde a nivel básico: primaria (BBVA, 2015)

Un estudio sobre la distribución del recurso externo, precisa que las familias usan remesas para pagar deudas, obtener alimentos y cuotas de renta, sólo 6% usa el recurso para emprender una actividad productiva; reportan que inicia un micro negocio, concentrado en el sector comercial (venta de abarrotes y alimentos); le siguen los servicios (centrado en restaurantes) y la industria (El Economista, 2016).

Las familias receptora de remesas, la gran mayoría distribuye el recurso en gastos para necesidades básicas: 82% lo dedican a requerimientos esenciales de manutención: comida, pago de renta y servicios de salud, compra de electrodomésticos, aparatos electrónicos, incluso gastos de viajes; destinan en educación 6.1% (gastos escolares, libros y materiales), 7.5% inversiones (compra de tierra, maquinaria agrícola, ganado), inicio o capitalización de un negocio, 3.7% lo ocupan en adquisiciones de vivienda (mejoras, ampliación o construcción inmuebles) y ahorro (Guevara, 2006).

En comunidades receptoras el impacto generado por remesas colectivas enviadas por grupos de migrantes, se caracterizan como recursos económicos recaudados y donativos realizados por agrupaciones, clubes y asociaciones de migrantes. Ellos envían recursos para financiar infraestructura en pequeña escala o inversiones en actividades productivas y comerciales en comunidades de origen (caminos rurales, pavimentación de calles, introducción de agua, luz y drenaje), son utilizados como inversión para generar empleos, servicios y capitalización de proyectos comunitarios, entre otros y remesas individuales, enviados por el migrante que vive o trabaja en el exterior, destinados a sus familiares que residen en su país de origen para satisfacer necesidades básicas de los receptores.

En varios estados de la República Mexicana, respecto al ingreso externo que envían los migrantes a Michoacán, Zacatecas, Oaxaca, Guerrero e Hidalgo, representan más de 10% del PIB estatal (Reyes, 2010). Diversas experiencias, entre ellas Michoacán, aportaron un aumento en actividades locales, por consiguiente un crecimiento en los ingresos, el proceso migratorio fomentó la acumulación de ganado; otros estudios en Jalisco señalan una correlación positiva entre remesas y uso de insumos modernos en actividades agropecuarias, y autofinancian proyectos productivos, entre otros (García, 2002).

A los beneficios que traen consigo las remesas, suman los impactos indirectos o multiplicadores del ingreso rural, una condición que gastos generados por bienes y servicios se hagan en la localidad porque si es del exterior, no existe ese efecto y produce evasión. Por eso, en conferencias y foros a nivel mundial propuestos por organismos financieros internacionales, entre ellos el Banco Mundial (BM), regionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), otros, plantean diversas estrategias y programas para potenciar el uso productivo de remesas (Orozco, 2009)

Programas de desarrollo y remesas

En México, entre las principales acciones del gobierno está el Programa 3X1, iniciado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL, 2002), promovido como un derecho al bienestar económico colaborando con grupos de inmigrantes, establece que en sus comunidades de origen por cada dólar invertido por este grupo que vive en EE.UU, el gobierno federal, estado y municipio receptor, cada uno invierte un dólar. Así, la administración pública invierte tres dólares por cada dólar del grupo inmigrante. Se forma un comité comunitario con representantes de migrantes y tres órdenes de gobierno quienes seleccionan proyectos, revisan, vigilan y dan seguimiento al gasto invertido para asegurar la transparencia. El programa resulta ser exitoso, aunque la participación en municipios marginales es escaza (Aparicio y Moseguer, 2010)

La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) a través del Fideicomiso de Riesgo Compartido (FIRCO), opera un programa llamado “Paisano invierte en tu tierra” iniciado en 2010. El programa ayuda a invertir parte de las remesas en acciones que generan riqueza y fuentes de empleo por medio de proyectos productivos, reditúan beneficios económicos para sus familias y comunidades. Entre ellos, reportan a 12 estados: Baja California, Chiapas, México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tamaulipas y Zacatecas.

Así, los recursos externos representan un impulso económico para las comunidades receptoras para mejorar el ingreso familiar. No obstante, la mayor parte del dinero primordialmente es destinado para alimentación, salud, vivienda que son aspectos necesarios para tener una vida decorosa. Por su importancia, dedican una parte del recurso financiero; y una pequeña porción es destinada a la inversión de proyectos productivos, compra de maquinaria y ganado, introducción de cultivos comerciales con innovación tecnológica.

En el área de estudio, las remesas son de suma importancia para la economía local y familias receptoras que trasciende en aspectos económicos, políticos y sociales. El artículo no pretende abundar sobre ese recurso, sino identificar formas o métodos que puedan maximizar su utilidad de modo que induzca el desarrollo de comunidades rurales. Tiene por objetivo: analizar los cambios socioeconómicos y tecnológicos que origina el uso de recursos externos al impulsar proyectos productivos en San Pablo Güila, municipio de Santiago Matatlán, Oaxaca.

Materiales y métodos

Oaxaca es una de las tres entidades de la República Mexicana más pobres, después de Chiapas y Guerrero, representa 4.8% de la superficie nacional. Cuenta con el mayor número de municipios rurales (80.7%) en proporción le siguen Guerrero (71.6%) y Chiapas (70.3%). La población rural reporta 52% de sus habitantes (CONEVAL, 2015), se integra con ocho regiones: Valles Centrales, Cañada, Costa, Papaloapan, Mixteca, Istmo, Sierra Norte y Sierra Sur con gran diversidad local y étnica: mixtecos, zapotecos, mixes. Una población de alta incidencia de pobreza (66.8%) y pobreza extrema (28.3%). Reporta un aumento de pobreza de 2012 a 2014, presenta carencias al acceso de alimentación, servicios básicos en vivienda y a seguridad social, entre otros servicios (CONEVAL, 2015). Con mayor proporción de población que reside en localidades con alto y muy alto (55%) grado de marginación de sus habitantes (CONAPO, 2010).

La inequidad socioeconómica genera cambios en la estructura familiar por falta de empleo, situación que promueve la migración; representa la disminución de recursos humanos en zonas expulsoras de mano de obra. Los recursos externos, tienen impactos multiplicadores que han favorecido cambios en aspectos de ingresos, vivienda y producción agrícola. Los poblados conservan una organización política-social basada en un sistema de usos y costumbres; y la cívica-religiosa se establece a través de cargos de origen comunal electos en Asamblea comunitaria. Es decir, la legitimidad de la autoridad indígena, emana de la tradición y gobierno comunitario (Hernández y Selee, 2013).

San Pablo Güilá es una comunidad de origen étnico zapoteco; colinda al norte con Magdalena Teitipac, San Bartolomé Quialana, San Lucas Quiavini; sur con Yaxe, al este Santiago Matatlán, San Dionisio Ocotepec y oeste San Baltazar Chichicapa. Coordenadas geográficas: latitud norte 16° 48’ 06’’, longitud oeste 96° 26’ 24” altitud 1 770 m, pertenece al municipio de Matatlán, Distrito de Tlacolula, localizada a 56 km de la ciudad de Oaxaca (Enciclopedia Municipios, 2010). La población municipal son 9 198 habitantes, representa 0.26% respecto al total de la entidad, San Pablo, reporta a 3 932 habitantes (CONAPO, 2010)

La muestra de estudio, selecciona a grupos de personas laborando en sistema de agricultura protegida o invernadero (llamados en lengua zapoteca, Bini roo -Buena idea-, Saguini daan lla -Amanecer-, Río puente, Camiatz, Yabeth -árbol de higo- y aliados). Se identifican seis grupos de productores con 94 personas, se entrevistan a 25 jefes de familia. La hipótesis que se planteó es, la inversión de recursos externos en proyectos productivos genera transformaciones socioeconómicas y tecnológicas, impulsando el desarrollo local en la comunidad.

Metodología mixta cuantitativa aplicando un cuestionario (48 preguntas). Análisis de datos con método estadístico descriptivo, distribución de frecuencia con el programa SPSS Versión 15. 0 y cualitativo con técnicas investigación social: observación directa y participante (Hernández, 2008). De cada grupo, se seleccionaron a aquellas personas líderes que pudieran responder a los instrumentos de la investigación. El trabajo de campo se llevó a cabo durante el verano - invierno (2012- 2013). En recorridos por la localidad y al hacer las entrevistas, se observa que a nivel familiar la mayoría de su población es bilingüe, se expresan en español y zapoteco; y algunos productores adultos solo hablan en su lengua materna. En contraste, por efectos de la migración un par de productores jóvenes, también se expresan en inglés.

Resultados y discusión

De acuerdo a la información obtenida de la encuesta, los productores tienen una edad promedio de 46 años (mayor edad es 74 y menor 30), es una población en edad madura. Con relación a su distribución por género: 91% son hombres y 9% corresponde a mujeres. La mayoría de los entrevistados está casado (74%), situación que tiene relación con las costumbres y tradiciones de la comunidad. En la celebración del matrimonio participa toda la familia en las actividades de la boda, es frecuente otorgar regalos de alto valor económico y uso cotidiano de la pareja (refrigerador, ropero, otros) o bien, los agasajan con algún donativo en efectivo. También es común les obsequien un par de cabezas de ganado (ovinos).

El nivel educativo de los productores, 26% de personas no saben leer y escribir, aunque sí saben leer y escribir (74%); este último dato dividido en nivel básico terminado (52%) e incompleto (22%). La población censal analfabeta de Oaxaca alcanza a 19.35% y el municipio de Santiago Matatlán 26.99%, índices altos comparando (8.37%) el nivel nacional (INEGI, 2010). En San Pablo Güilá, la creciente población analfabeta, se debe a falta de recursos económicos y escuelas cercanas a comunidades rurales. Es importante precisar la escolaridad de los productores es muy baja, si agregamos que algunos no pueden hablar bien el español porque se comunican en lengua zapoteca, dificulta la capacitación en la adquisición de herramientas innovadoras; sin embargo, en el trabajo grupal destaca la ayuda laboral entre ellos.

Respecto a la vivienda del productor, está compuesta por familia extensa donde conviven abuelos, padres, tíos, hijos y nietos; la escolaridad registra a personas que cuentan con nivel superior (3%), reportan estudios medio superior (21%), básico (32%), básica primaria incompleta (23%) y no saben leer y escribir (21%). Como se observa, el nivel educativo en la familia incrementa el grado de estudios, situación que ayuda al buen desempeño de labores que realizan en el sistema de ambiente protegido. Al comparar a nivel nacional, población sin primaria completa (23.1%) es menor, respecto a Oaxaca (38.49%), el municipio (45.26%) y localidad de estudio (49.71%) reporta un alto porcentaje.

Con relación a las actividades productivas, practican una agricultura tradicional y cultivan en ambiente protegido o invernadero. Los productores que continúan con su conocimiento técnico cotidiano siembran cultivos básicos: maíz (47.8%), frijol (34.8%), calabaza (30.4%), garbanzo (8.7%), agave mezcalero (13%) y frutales (8.7%), entre ellos están manzano, aguacate y durazno se encuentran localizados cerca del invernadero y cuentan con agua suficiente para regarlos. Destaca, al incorporar nuevas tecnologías (sistema de riego por goteo) permiten la siembra de otros cultivos que sin agua de riego no lograrían su producción. La mayoría de cultivos básicos se destina al consumo familiar, considerando la valoración de los productores, los productos cultivados son insuficientes para satisfacer necesidades de alimentación; ellos reportan que la producción del agave es destinada a consumo interno y venta local.

Los productores dedicados solo a producir en invernadero (52%), han incorporado nuevas tecnologías en un ambiente protegido con un cultivo más rentable: la producción de jitomate. A través de alta inversión en infraestructura, captación de ag’’ua y sistema de riego por goteo, asistencia técnica e insumos; en donde los productores se enfrentan a actividades novedosas, requieren de mano de obra. Por esas acciones, destaca la participación femenina en labores de poda y seguimiento del cultivo; los hombres participan más en la aplicación de insumos (fertilización, fumigación, mantenimiento invernadero, otros) y en la cosecha; su producción es destinada al mercado estatal y a nivel nacional.

La escaza opción de empleo en las comunidades, entre otras dificultades propicias la migración hacia otros lugares tanto a nivel nacional como internacional, pero las remesas que envían como fuente económica para sufragar gastos de manutención e inversión se observan en las organizaciones de productores de jitomate (47.8%) que tienen familiares laborando en Estados Unidos de América, económicamente los apoyan; contrastan con productores (52.2%) que no recibe recursos externos.

Durante el trabajo en campo, conocer cómo se construye un grupo para conjuntar esfuerzos y saberes técnicos tradicionales, permite observar el grado de motivación, el interés que muestran los productores en trabajar surge de la propia población por crear fuentes de empleo. Los integrantes (95.7%) del grupos de productores, constituyen la sociedad de producción rural de responsabilidad ilimitada (SPR de RI) y 4.3% en unidad agrícola industrial de la mujer campesina (UAIM). También, buscan financiamiento para adquirir infraestructura e insumos para el invernadero, su estructura requiere un alto costo de inversión para incursionar en proyectos productivos. Por eso, forman organizaciones para aprovechar apoyos que ofrecen algunas instituciones gubernamentales, entre ellas la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) (91.3%) y de otras instituciones (8.6%).

Los ingresos externos son otra fuente importante de financiamiento, enviados por familiares migrantes que laboran en diversas ciudades de Estados Unidos de América, el principal lugar es Nueva York (60%), le sigue Los Ángeles (20%) e Illinois (20%) y recursos que proceden de México: en particular, familiares residentes en Tijuana (10%). La información muestra que 48% de productores reciben ingresos por remesas, son invertidos en proyectos productivos; la frecuencia con que reciben, reportan son cada tres meses (50%), por temporadas o cada cuatro o cinco meses (3%) y otros productores las reciben cada mes (20%) (Figura 1).

Figura 1 Estructura del gasto externo. 

Con relación a la estructura de la distribución del gasto externo, resultados obtenidos de la encuesta destacan que el ingreso enviado por sus familiares se invierte de forma suficiente en proyectos productivos; poco destina a salud, alimentación; muy poco a maquinaria y equipo, infraestructura, vestido, nada en vivienda, tierras, servicios y ganado. Resalta, el ingreso externo en su mayoría es invertido en proyectos productivos; después, le sigue el destinado a salud y alimentación. En esta última afirmación, coincide con Amuedo y Pozo (2011), en un estudio realizado sobre el efecto de las remesas en la salud, reportan un incremento 6% en hogares que reciben remesas.

En la vivienda, no ocupan nada de la partida de recurso externo. No obstante, realizan trabajos de construcción de pequeñas habitaciones, baño y cocina cerca del invernadero, incluidos en el proyecto productivo y la inversión en compra de ganado. En general, los productores entrevistados manifiestan que la distribución de su ingreso es regular para satisfacer sus necesidades básicas; no responden al abordar el tema sobre compra de terrenos y viajes de placer, muy poco a vestido, electrodomésticos, tecnología, fiestas del pueblo a través de mayordomías; poco a salud, educación, transporte y capacitación, regular alimentación, vivienda y adquisición de herramientas (Figura 2).

Figura 2 Distribución del ingreso. 

De tal forma, se observa que su ingreso, principalmente es destinado para alimentación y arreglos en su vivienda debido a que realizan obras de construcción de pequeñas habitaciones cerca de los invernaderos con la finalidad de dar un seguimiento al cultivo, evitando el traslado de su casa hacia los terrenos agrícolas; también para vigilar y cuidar su inversión; las herramientas son necesarias para labores agrícolas, por eso los productores destinan recursos económicos para adquirir esos equipos. Esta situación, refleja la relación de la inversión del recurso destinado a la producción y mejora de bienestar. Coincide con otros estudios locales, realizados en regiones de Puebla y Veracruz (López-Toxqui, 2011) que vienen a ser la principal estrategia para el desarrollo local (Ríos y Kumer, 2012).

Los cambios percibidos al producir con otra tecnología agrícola, los productores resaltan el aspecto productivo que han experimentado de forma suficiente y manera de pensar, por adquirir una innovación tecnológica a través del ambiente protegido (invernadero). Es una transformación al proceso productivo porque involucra más actividades en manejo del cultivo, además, les permitió insertarse al mercado. La visión de producir para el autoconsumo la suple con un enfoque hacia la venta de productos (mercado).

No obstante los cambios, se observa en la comunidad que la función primordial de la agricultura es producir alimentos, productos básicos para contribuir al autoconsumo familiar. Así como su carácter funcional, centrando actividades en dos diferentes tipos de agricultura: la tradicional toma en cuenta los ecosistemas de manera holística e integral basada en la producción de alimentos, la comunidad depende de sus recursos ambientales para sobrevivir (Altieri, 2013), y la moderna o convencional (invernadero), basada en producir otros cultivos en respuesta a la demanda del mercado que genera otros ingresos a los productores.

La experiencia del productor en el sistema de invernadero, señala que es regular (65%), excelente (18%), poca (9%) la misma proporción (4%) mucho o nada. Este tipo de agricultura requiere de capacitación y experiencia que se va adquiriendo con el tiempo. La capacitación es indispensable para realizar prácticas agrícolas y uso de la innovación del invernadero. Por eso, los campesinos reciben capacitación (85%) en la producción y comercialización. Ellos, manifiestan su interés en recibir asesoría en uso de tecnología, organización, administración y comercio.

La valoración del productor en adquisición de maquinaria, expresan no haber experimentado ningún cambio que involucre la aceleración del proceso, debido al factor económico por que invierten el recurso (remesas) en actividades productivas y a mantener el invernadero, adquirir un pequeño tractor les resulta muy costoso. Aunque se observan cambios notables, al manejar otra tecnología: sistemas de riego, control de plagas, enfermedades, manejo de cosecha, instrumentos que miden temperatura y humedad, realizan análisis de suelo y agua con la finalidad de ver la calidad del líquido y calcular dosis de fertilizante. Estas innovaciones tecnológicas introducidas en la comunidad, generan cambios en el aspecto productivo y social.

Respecto a los cambios percibidos por los productores entrevistados, respondieron de forma regular a las apreciaciones sobre la familia, alimentación, atención médica, vestido, capacitación, organización e ingreso económico; manifestaron pocos cambios en el hogar, adquisición de electrodomésticos y en educación.

Conclusiones

Las remesas en proyectos productivos, genera transformaciones socioeconómicas y tecnológicas, impulsando el desarrollo local de la comunidad. Las remesas forman parte del patrimonio familiar y ha mejorado las condiciones de vida.

Utilizar recursos externos, invertidos en invernaderos ha producido cambios tecnológicos y socioeconómicos, forman parte del proceso de desarrollo local a través de la organización de productores de jitomate, crean infraestructura tecnológica, generan empleo y crece la actividad económica local, y la inversión transforma la visión del productor tradicional a una que se inserta al mercado.

Cambio tecnológico y su incidencia socioeconómica en el desarrollo rural es trascendente porque las actividades realizadas implican usar una tecnología novedosa, requiere capacitación en diversos temas: actividades agrícolas, fertilización, control de plagas, enfermedades, comercialización y administración.

Crear propuestas para orientar las remesas en inversión de proyectos productivos que tengan efectos multiplicadores en la localidad, aún falta impulsar el desarrollo humano, contemplando aspectos de equidad, sostenibilidad, diversificar la productividad y la participación comunitaria.

La migración debe ser incluida en los planes de desarrollo con el propósito de consolidar redes de migrantes que tengan un fluido laboral legal, movimientos temporales y a largo plazo que sean tratados de forma digna y respetuosa.

Literatura citada

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Recibido: 00 de Marzo de 2017; Aprobado: 00 de Junio de 2017

§Autora para correspondencia: mjimenez@colpos.mx.

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