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Historia mexicana

On-line version ISSN 2448-6531Print version ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.72 n.4 Ciudad de México Apr./Jun. 2023  Epub May 08, 2023

https://doi.org/10.24201/hm.v72i4.4270 

Reseñas

Sobre Juan Carlos Vázquez Medeles, Militantes clandestinos. Historia del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC)

Rafael Rojas1 

1El Colegio de México

Vázquez Medeles, Juan Carlos. Militantes clandestinos. Historia del Partido Guatemalteco del Trabajo-Partido Comunista (PGT-PC). Ciudad de México: Universidad Iberoamericana, 2019. 389p. ISBN: 978-607-417-647-6.


Centroamérica fue el último campo de batalla de la Guerra Fría latinoamericana. Cuando comenzaban los procesos de transición democrática desde diversas dictaduras militares en América del Sur, a principios de los años ochenta, arreciaba el conflicto centroamericano, en buena medida, como consecuencia del respaldo del gobierno de Ronald Reagan a la contrainsurgencia en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. La revolución sandinista y las guerrillas salvadoreñas han captado la atención de los estudios históricos, sociales y políticos en las últimas décadas, pero no con la misma intensidad la lucha armada en Guatemala durante el último tramo de la Guerra Fría.

El reciente estudio de Juan Carlos Vázquez Medeles, junto con la obra de Arturo Taracena, Mario Vázquez Olivera, Gabriela Vázquez Olivera y otros especialistas en el tema, avanza en llenar ese vacío. A diferencia de otras investigaciones, que han concentrado su interés en guerrillas míticas como las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), ésta se adentra en la experiencia de las guerrillas creadas por el Partido Comunista, el mismo que bajo las siglas de PGT (Partido Guatemalteco del Trabajo) jugó un papel decisivo en la revolución guatemalteca de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz en los años cuarenta y cincuenta.

En su famoso “Mensaje a la Tricontinental” (1967) el Che Guevara mencionaba a tres líderes guerrilleros guatemaltecos: Turcios Lima, fallecido en un accidente automovilístico en 1966; Yon Sosa y César Montes. Ellos tres y otros dirigentes, como Pablo Monsanto y el poeta Otto René Castillo, formaron parte de aquella guerrilla foquista que reunió a una juventud radicalizada a principios de los años sesenta, bajo el efecto propagador de la revolución cubana. El movimiento armado que se estudia aquí, por medio de entrevistas a sobrevivientes, provenía, en cambio, de una institución inicialmente partidaria de la lucha electoral y pacífica.

Al igual que la mayoría de los partidos comunistas latinoamericanos, el PGT se inscribió desde los años cuarenta en la estrategia frentista establecida en el VII Congreso de la Internacional Comunista en Moscú, en el verano de 1935. La tesis central de aquella estrategia era que los comunistas debían ganar posiciones en los sistemas políticos latinoamericanos a través de procesos electorales y parlamentarios, pero también por la lucha sindical y, eventualmente, formar alianzas con partidos y organizaciones de izquierdas y derechas democráticas. La incorporación del PGT al proceso revolucionario guatemalteco de las décadas de 1940 y 1950, en la que destacaron líderes como José Manuel Fortuny, Carlos Manuel Pellecer y Víctor Manuel Gutiérrez, respondió a aquella línea frentista.

Tras el golpe contra Árbenz, en 1954, el PGT, señalado por la reacción como responsable de la radicalización del gobierno, pasó a la clandestinidad. Alentados por la redefinición socialista de la revolución cubana, a principios de los años sesenta, muchos de sus militantes decidieron romper con la vieja tradición frentista e involucrarse en la lucha armada. Esa reorientación persistió luego de la ejecución del Che Guevara en Bolivia en 1967 y la llegada al poder de Salvador Allende y la coalición de Unidad Popular en 1970, en Chile, por vías pacíficas. Justo cuando se produce aquel breve repliegue de los movimientos armados en el Cono Sur, en Guatemala los comunistas, en su VI Congreso, de 1969, y luego en una serie de reuniones en la primera mitad de los años setenta, adoptan la línea de la “guerra revolucionaria popular”, distanciándose, a la vez, de la vía chilena y del foquismo guevarista.

Esa fue la perspectiva que dio lugar al surgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARevolucionarias), por sus siglas, para distinguirlas de las “rebeldes” de los años sesenta y a la Comisión Militar (COMIL) durante el prolongado liderazgo de Ricardo Rosales Román. Vázquez Medeles observa que a principios de los años ochenta, cuando la contrainsurgencia alcanza su mayor intensidad, bajo el régimen de Efraín Ríos Montt, decenas de líderes guerrilleros pierden la vida en combate, atentados o “accidentes”. Otros y otras, especialmente mujeres, como Alma Lucrecia Osorio Bobadilla, Elizabeth Osorio Bobadilla, Evelia Girón Pineda y Tania Palencia Prado, se convirtieron en fuentes de testimonio para la reconstrucción de aquellas guerrillas.

El recorrido de Vázquez Medeles toma en cuenta los testimonios, pero también la documentación programática de aquellas guerrillas

comunistas. Se detiene en publicaciones del movimiento armado, como Tábano, Claridad o Chingamuceros, donde se constata la poderosa influencia de la Revolución Cubana en las guerrillas guatemaltecas hasta bien entrados los años ochenta. La agresividad de la contrainsurgencia, en aquellos mismos años, correspondió a la mayor capacidad de alianza entre las diversas corrientes de la lucha armada, como se constató en la creación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que facilitó la coordinación entre grupos armados que comenzaban a abandonar las plataformas ideológicas más dogmáticas de los años sesenta y setenta.

Aquella coordinación fue fundamental para facilitar el exilio de algunos sobrevivientes de la represión y la contrainsurgencia del régimen militar. El estudio de Vázquez Medeles concluye con algunas historias de exilios en México, como los de Álvaro René Osorio Bobadilla, Gilberto Morales Trujillo y el escritor Marco Antonio Flores. Revolución, contrarrevolución y exilio se entrelazan en esta investigación, como constantes de la historia latinoamericana y caribeña del siglo XX. Las secuelas de aquel conflicto sobrepasaron la firma de los Acuerdos de Paz entre la URNG y el gobierno de Álvaro Arzú, en 1996, y llegan hasta nuestros días.

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