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Estudios de cultura maya

versión impresa ISSN 0185-2574

Estud. cult. maya vol.62  Ciudad de México  2023  Epub 30-Ene-2024

https://doi.org/10.19130/iifl.ecm/62/000xs00146w16 

In Memoriam

Maricela Ayala Falcón (1944-2023)

Erik Velásquez García1 

María Elena Vega Villalobos2 

1 Instituto de Investigaciones Estéticas. Coordinador del Posgrado en Historia del Arte, Universidad Nacional Autónoma de México.

2 Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México.


El 15 de agosto de 2023 el mundo de los estudios mayas perdió a una académica señera, quien trajo a México los estudios epigráficos modernos y formó con su labor directa o indirecta a casi todos los que hoy trabajamos en este país con los jeroglifos mayas.

Erik Velásquez García conoció a Maricela Ayala Falcón el lunes 11 de octubre de 1993, cuando era apenas un estudiante de tercer semestre de la licenciatura en Historia y se inscribió al curso de “Introducción a los textos mayas: epigrafía”. El curso estaba lleno, pues la titular del mismo acababa de regresar de su estancia doctoral en la Universidad de Texas y todos sabían que traía consigo los últimos avances en la disciplina. No obstante, como ella misma nos dijo ese día: “muchos son los llamados y pocos los elegidos”, profecía que no tardó mucho en cumplirse, pues al finalizar el semestre quedaban muy pocos alumnos. Sus cursos de epigrafía maya normalmente constaban de dos semestres. En el primero, ella nos conducía por el complejo laberinto del sistema aritmético y calendárico de los mayas, mientras que en el segundo semestre se concentraba en los textos jeroglíficos no calendáricos, con especial énfasis en las inscripciones del Grupo de las Cruces y del Sarcófago de Palenque, a los cuales añadía algunos relieves de Piedras Negras o Yaxchilán. Era mucho el conocimiento que ella tenía sobre estos asuntos.

Por su parte, María Elena Vega la conoció en el año 2002, cuando Arturo Gómez Camacho le comentó sobre su especialidad en la escritura jeroglífica maya. El siguiente semestre, ya en 2003 y con el sueño de convertirse en epigrafista, se inscribió a su curso y, desde ese día y hasta el año 2011, no dejó de asistir a sus clases. Era una profesora estricta, muy seria y exigente con sus alumnos; de ella emanaba un aire de erudición que todos queríamos aprehender. Acercarse a la doctora Ayala era difícil, pero una vez que ella se sabía tu nombre, tu vida académica y tus aspiraciones profesionales cambiaban.

Las siguientes páginas son un pequeño homenaje a nuestra gran maestra, quien nos formó como epigrafistas y de la cual nos declaramos discípulos. Gracias a la labor que ella inició en nosotros, su semilla formadora sigue rindiendo frutos a través de nuestros propios alumnos, e incluso entre los estudiantes de nuestros alumnos, pues la doctora Ayala ya se ha convertido en madre, abuela y bisabuela de nuevos epigrafistas mexicanos, como si fuese un ancestro progenitor al estilo de la deidad Muwaan Mat de la antigua Palenque.1

Trayectoria profesional

Los inicios de Maricela Ayala como mayista deben entenderse en el contexto de la Guerra Fría, luego de que Yuri Valentinovich Knórozov publicó sus primeras contribuciones al desciframiento lingüístico de la escritura jeroglífica maya,2 muy poco después de que Heinrich Berlin3 propusiera la existencia de los llamados glifos emblema y de que Tatiana A. Proskouriakoff4 diera a conocer una lista inicial de gobernantes humanos en la antigua ciudad maya de Piedras Negras, Guatemala. El mundo de los estudios mayas se estaba moviendo mucho y fue entonces, en 1963, cuando un lingüista estadounidense avecindado en México, Mauricio Swadesh, recordado por la formulación del método glotocronológico para fechar la separación filogenética de las lenguas, convocó a una reunión de académicos para estudiar los textos jeroglíficos de los códices mayas buscando concordancias entre expresiones, cláusulas y viñetas figurativas a través de la entonces computadora central de la Universidad Nacional Autónoma de México. Dicha reunión fue la fundación de la Comisión para el Estudio de la Escritura Maya (CEEM). Cuenta Leonardo Manrique Castañeda,5 uno de los integrantes de aquella Comisión, que el doctor Swadesh obligó a los miembros a tomar un curso de programación y que el propio doctor Swadesh elaboró el programa.

Cuando aún era estudiante de licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, Maricela fue invitada a integrarse como ayudante en esa Comisión, ni más ni menos que por el doctor Alberto Ruz Lhuillier, fundador de la cátedra de Civilización Maya en la Facultad. La doctora Ayala narraba con añoranza y pasión aquella época de su vida, de la que aún conservaba tarjetas perforables usadas para echar a andar el programa. A través de sus relatos, supimos que la Universidad le asignó al CEEM el uso de la computadora central en determinado día a la semana y en horas específicas. Como producto del CEEM también se elaboró un nuevo catálogo de jeroglifos mayas,6 que no tuvo el impacto esperado. Tras la muerte repentina del doctor Swadesh, el 20 de julio de 1967, los miembros del proyecto parecen haberse consagrado a temas de investigación diversos, menos Maricela, quien jamás quitó el dedo del renglón en el estudio de la escritura jeroglífica maya.

Décadas más tarde, cuando la doctora Ayala había entrado en contacto con la llamada “nueva epigrafía”7 que tenía su epicentro en los Maya Hieroglyphic Workshops de la Universidad de Texas (1976 al presente), confesaba que los miembros del CEEM nunca llegaron a comprender a fondo lo que el doctor Swadesh deseaba lograr con la ayuda de la computadora: la concordancia estructural de los textos jeroglíficos (identificando verbos, objetos y sujetos, en combinación con las escenas), y que su muerte prematura impidió que la UNAM llevara la ventaja mundial en este tema.

No obstante, la primera publicación por nosotros conocida de la joven Maricela, “Relaciones entre textos y dibujos en el Códice de Dresde” (1968),8 nos permite intuir que en aquellos tiempos ella sí captó la esencia del proyecto de Swadesh, dado que se valió de los datos arrojados por la computadora para comprender ese complejo sistema de concordancias. En ese artículo, la autora revela otra de sus facetas como investigadora: su interés por la historia y teoría de la escritura (que hoy llamamos gramatología), toda vez que en ocasiones alude a la experiencia metodológica del desciframiento de otros sistemas de escritura, como el lineal B micénico. El interés de la doctora Ayala por los códices mayas nunca se perdió, y prueba de ello es la solidez académica con la que en 1973 publicó la reseña del comentario al Códice de Dresde de J. Eric S. Thompson,9 así como su artículo titulado “De la procedencia y uso del Códice Madrid (Tro-Cortesiano)”, que pertenece a la etapa de sus últimas publicaciones.10 En este trabajo ella expresa sus convicciones respecto a que el Madrid contiene copias de algunos pasajes que están en el Dresde pero que, a diferencia del manuscrito de Sajonia, el Tro-Cortesiano contiene un uso más astuto del calendario de 260 días relacionado con la vida cotidiana de los mayas y que pudo proceder de Champotón o de Tayasal, siendo elaborado entre los siglos XVI y XVII. Si bien Maricela no publicó tanto sobre el tema de los códices, los comprendía bastante bien y sus cursos siempre comenzaban con la enseñanza de los almanaques de 260 días contenidos en los mismos. Además, en su biblioteca personal contaba con una de las mejores colecciones de facsimilares de códices mayas. Todo indica que ella nunca estuvo convencida de la autenticidad del Códice Maya de México (antes Grolier), aunque tampoco se aventuraba a negarla.

En 1970 la Comisión para el Estudio de la Escritura Maya (CEEM) se fundió con el Seminario de Cultura Maya (SCM), dando origen al Centro de Estudios Mayas (CEM), que a su vez se integró al Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM en 1974. En ese año, Maricela conoció a Linda Schele en el Congreso de Americanistas que se celebró en la Ciudad de México,11 cuando era Secretaria Académica del Centro de Estudios Mayas (cargo que ocupó de 1973 a 1975). Aprovechó la visita de esa investigadora, así como la de David H. Kelley y Peter L. Mathews, para organizar una reunión sobre escrituras americanas, donde además incluyó perspectivas de Sudamérica y del Centro de México. En su seminario, la doctora Ayala nos contaba que, siendo Secretaria Académica, conoció a varios investigadores, entre ellos al muy serio Enrique Berlín (Heinrich Berlin). En una de esas tardes de seminario, María Elena, una vez dominada su timidez frente a ella, le preguntó si ahí había conocido a sir Eric Thompson: “No”, contestó entre el humo de su cigarro, “a Thompson lo conocí mucho después, en un congreso, cuando yo ya era investigadora. Mi primer contacto con él fue en la licenciatura, cuando le escribí preguntándole por un signo del que tenía duda”.

Aunque la doctora Ayala mantuvo muy buena relación con sus maestros (Alberto Ruz fue testigo en su boda) y con sus colegas (como Peter L. Mathews, Kathryn Josserand y Nicholas A. Hopkins), su amistad más entrañable se dio con Linda Schele, ya en Austin, cuando Maricela estudiaba el doctorado. Como suele ocurrir, no fue la epigrafía la que las unió, sino su admiración por la serie de televisión Star Wars. Su amistad se expresó en dos emotivos artículos: el primero de ellos en el número 2 de la recién fundada revista Arqueología Mexicana,12 donde Maricela entrevistó a su amiga y maestra. Y en ese mismo año, pero cuatro meses después, en un texto de divulgación para la revista Vuelta,13 dirigida por Octavio Paz, donde Linda y Maricela leyeron y tradujeron juntas el Tablero de los 96 Glifos de Palenque. Se trata de las primeras publicaciones de Linda Schele en México, y en ambas el artífice fue Maricela. Cabe mencionar que la segunda de ellas fue el resultado de un evento televisivo mediático de gran impacto en la prensa de la época: la lectura completa del Tablero de los 96 Glifos de Palenque en el Canal 2 de Televisa, que hiciera la doctora Schele el 26 de agosto de 1993 en la mesa titulada “La resurrección de los mayas” del Segundo Encuentro Vuelta: los usos del pasado, coordinada por Enrique Florescano. Así que mucha gente esperaba con ansia la publicación en la revista Vuelta. Conviene decir que Erik vio con impacto aquel programa de televisión y esa noche decidió inscribirse en el curso de Maricela para llegar a ser epigrafista.

Regresando a la década de los setenta, Maricela siempre nos contaba que el doctor Alberto Ruz Lhuillier comenzó a exigirle el título de licenciatura como condición para seguir trabajando en el Centro de Estudios Mayas. De hecho, esa sana presión que recibió fue la génesis de su magna tesis, titulada “El año de 260 días en Mesoamérica: su origen y funcionamiento”, dirigida por el propio doctor Ruz y defendida en 1978.14 Se trata de una investigación exhaustiva y pormenorizada de todo lo conocido hasta entonces sobre los calendarios mesoamericanos y el origen de aquellos sistemas de notación, en especial el calendario de 260 días, aunque no solamente. Sus más de seiscientas páginas son un dechado de erudición y una mina de aprendizaje. Pero dicha tesis también marcó a Maricela para toda la vida, dado que su interés por los temas sobre el calendario y sobre el origen de la escritura en Mesoamérica nunca la abandonó. Ella misma se dio cuenta que el origen de la escritura en Mesoamérica estaba estrechamente ligado con la exaltación de los mandatarios en medio de un marco u orden cronológico. De manera que el estudio de los sistemas calendáricos tenía relación temática con el origen de la escritura. En esta línea de sus intereses destaca un trabajo especial: “El origen de la escritura jeroglífica maya”,15 donde analizó textos escritos de varias sociedades mesoamericanas tempranas y, entre otras aportaciones, descubrió que los hoy conocidos como signos MS38 y MS20 del catálogo de Macri y Stark16 operan en la escritura istmeña o epiolmeca como inicio y fin de cláusula, idea que fue aprovechada por epigrafistas posteriores. En esa época de su vida, Maricela parece haber estado cerca de los arqueólogos olmequistas, pues también escribió un capítulo introductorio sobre la cultura maya para el libro colectivo Olmecas y mayas en Tabasco: cinco acercamientos.17

Maricela fue una de las contadas epigrafistas del mundo que dominaba la estructura de los calendarios mayas y no necesitaban acudir a programas modernos de cómputo. Esa virtud se fue extinguiendo entre las generaciones de epigrafistas más jóvenes, pero siempre distinguió su obra. Ella parece haber considerado que la aritmética, el calendario, la escritura jeroglífica y la astronomía conformaban el legado científico de los antiguos mayas, y así lo expresó en un libro colectivo de la Fundación Quinto Centenario,18 como también en el capítulo que escribiera para el libro Historia antigua de México,19 cuya primera parte nos parece muy interesante, pues nuestra maestra vacila entre dos paradigmas diferentes sobre la historia de la escritura a nivel mundial: el de los estadios evolutivos (de la pictografía al fonetismo) y el que cuestiona dicho enfoque, pues también duda si en realidad existe tal evolución. Una de sus últimas obras sobre el tema fue el capítulo titulado “El calendario”, publicado en la obra Los mayas: voces de piedra.20 Aunque se trata de un trabajo breve, buena parte de la vida de Maricela está reflejada ahí: su convicción de que la fase Monte Albán I fue determinante para en el origen del calendario y la escritura de Mesoamérica, la génesis y evolución de la Cuenta Larga, los calendarios de 260 y 365 días, sus características en Toniná y en Palenque, el ciclo de 819 días, el sistema de los días portadores y, finalmente, la historia del desciframiento.

Justo sobre este último tema, la doctora Ayala leyó y reflexionó mucho a lo largo de su vida. Su máxima obra sobre la historia del desciframiento es, sin duda, el libro titulado El fonetismo en la escritura maya,21 que en muchos aspectos es mejor que otras historias más famosas o citadas sobre este tema. Se trata de una obra de consulta obligada para todo aquel que desee comprender la labor metodológica de los llamados fonetistas del siglo XIX (Brasseur de Bourbug, León de Rosny y Cyrus Thomas), pero también para entender el rechazo que recibieron y cómo finalmente esta línea de pensamiento resurgió con fundamento teórico gracias a Knórozov, hasta llegar a la época de Kelley, Schele y Mathews. El estudio contiene una gran cantidad de datos históricos que pocas personas conocen o recuerdan y observaciones metodológicas muy sagaces por parte de la autora (con algunas herramientas conceptuales de la teoría de la escritura), quien por otro lado revalora el trabajo de Benjamin L. Whorf. En otras historias del desciframiento este autor aparece desacreditado como “atomista”, pero en este libro de Maricela es visto como el primer lingüista dedicado a la epigrafía maya quien, gracias a su misma formación, se percató con claridad antes que nadie, que los textos jeroglíficos de los códices reflejaban la sintaxis de los idiomas mayas.

La historia del desciframiento y los métodos para analizar los textos jeroglíficos fueron temas que siempre le interesaron y, sobre este tópico, destaca su clásico artículo “El mensaje revelado”,22 la primera publicación en México dirigida al gran público, donde nos explica el proceso de desciframiento, desde el siglo XIX hasta los años recientes. Otro trabajo similar es el de “Método para estudiar la escritura maya”,23 donde explica con claridad en qué consiste el método comparativo o estructural en el que se basa la “nueva epigrafía” maya, dejando muy clara su convicción de que la epigrafía no se basta por sí sola, sino que sus datos deben confrontarse con los de la arqueología, la lingüística y las fuentes etnohistóricas, una aproximación interdisciplinaria que siempre cultivó y demandó en sus alumnos.24

En esa misma línea de interés, de la historia y métodos del desciframiento, deben mencionarse los artículos de difusión “La escritura maya”25 y “Los mayas y su cultura: historias escritas en piedra”.26 Entre 1990 y 2000 publicó también cuatro notas de difusión en la revista Humanidades, donde abordó distintos aspectos generales sobre epigrafía maya, así como sobre la obra de Knórozov.27 Pero sobre todo debemos mencionar el capítulo que publicó en el libro colectivo Los mayas: su tiempo antiguo, que es una verdadera clase de introducción a la epigrafía maya, y abarca sucintamente todas las áreas de interés de la doctora Ayala.28 Pensamos que este último capítulo resume muchas ideas intelectuales de su vida y es un testimonio corto y muy directo de su forma de pensar.

La doctora Ayala se inscribió en la maestría en Historia de México de la Facultad de Filosofía y Letras para trabajar el tema de la pintura mural, al tiempo que presentó una solicitud para realizar un doctorado en la Universidad de Texas, en Austin. Bajo la dirección de Martha Foncerrada de Molina, redactó una tesis titulada “La pintura mural del Cuarto E VII, Estructura XIII de Uaxactún. Un nuevo acercamiento histórico”. El manuscrito de este trabajo, que tenía alrededor de cien cuartillas y se encontraba en el cajón inferior del escritorio de su oficina, no fue presentado para obtener el grado de maestra en Historia por dos razones: la primera debido a la alteración que había sufrido parte del mural de Uaxactún, que cambió su diseño original, y porque aceptaron su solicitud para estudiar en Austin. Al poco tiempo, ella y Carlos Agustín se mudaron a Texas.

La tesis de maestría de Maricela es una muestra de sus vínculos académicos con Guatemala, principalmente con Juan Pedro Laporte Molina y Juan Antonio Valdés Gómez. De esta fructífera relación derivaron dos productos: el estudio pormenorizado que hizo de la Estela 39 de Mundo Perdido, en Tikal, monumento de la época del gobernante Chak Tok Ihch’aak I (360-378),29 así como su feliz colaboración en la identificación de un bulto ritual, descubierto por Juan Pedro Laporte y Marco A. Bailey dentro de un nicho del Edificio 5D-87, también en el complejo de Mundo Perdido, en Tikal. Basada en la periodicidad de la cerámica y de la arquitectura vinculadas, Maricela pensaba que dicho bulto fue colocado como ofrenda por el gobernante Jasaw Chan K’awiil (682-734) junto a la tumba de su ancestro Chak Tok Ihch’aak (360-378 d.C.). Como ella misma afirma, la identificación de un bulto ritual en el contexto arqueológico no es tarea sencilla, dado que generalmente estaban envueltos por materiales orgánicos y perecederos. No obstante, Maricela fue capaz de detectar este tipo de vestigios gracias a los amplios conocimientos iconográficos y etnohistóricos de que hizo acopio. El tema la entusiasmó hasta el grado de realizar una investigación de largo aliento, cuyo producto es el libro titulado El bulto ritual de Mundo Perdido, Tikal,30 al que siguió después un texto de divulgación.31 En ambas publicaciones describe e interpreta todos los bultos, envoltorios y objetos semejantes (como los escondites que tienen vasijas labio contra labio) que aparecen en las escenas del periodo Clásico, la escritura jeroglífica, las fuentes etnohistóricas y etnolingüísticas, dejando en claro que, en el ceremonial maya, se usaba una gran diversidad de estos objetos, de formas, contenidos y significados muy variables, para distintos propósitos de la vida y del culto a los ancestros.

Uno de los temas favoritos de Maricela, y el que llegó a definir buena parte de su vida académica cuando María Elena la conoció, fue la historia de Toniná. En 1995 obtuvo su grado doctoral en la Universidad de Texas, defendiendo el trabajo titulado “The History of Toniná through its inscriptions”,32 que fue dirigido por su gran amiga y mentora, Linda Schele. Dicha obra tiene como precedente un trabajo inicial de Mathews sobre los gobernantes de Toniná,33 donde el epigrafista australiano identificó ocho mandatarios. Los aportes de Maricela relacionados con la historia de Toniná fueron varios: corrigió la identificación que se había hecho del glifo emblema del sitio y mejoró la lectura fonética de los nombres de los gobernantes identificados por Mathews. Además detectó la existencia de un noveno mandatario. Basada en un corpus de monumentos más actualizado, refinó el conocimiento sobre sus fechas de nacimiento y entronización y logró importantes avances en la comprensión histórica de ese linaje, al incorporar los datos arqueológicos, lingüísticos y los de las fuentes escritas entre los siglos XVI y XVIII.

La tesis de Maricela es, sin duda, su opus magnum, y constituye un trabajo excelente y de referencia obligada. Ahí, la doctora Ayala nos habla de los popoˀ ajaw, poˀoˀ ajaw o k’uhul poˀ ajaw del periodo Clásico, quienes pudieron haber estado emparentados con los poˀoˀ winikob’ o poˀ winikob’ de los documentos coloniales, identificados a su vez con los pochutlas, un grupo tzeltal que a principios del siglo xvi habitaba en el valle de Tecpan-Pochutla (‘Casa Señorial del Ceibal’), pero que entre 1552 y 1558 se aliaron con los lacandones históricos para combatir sangrientamente a los españoles y sus aliados. Gracias al trabajo misionero de fray Pedro Lorenzo de la Nada, en 1564 se asentaron en el pueblo de Ocosingo (Yaxteˀ o Yaxb’iteˀ), que se encuentra 13 km al oeste de Toniná, hecho que reforzó en Maricela la idea de que ahí habitaron los ancestros de los pochutlas. Como yaxteˀ es el nombre de la ceiba en varias lenguas mayances, los nahua-hablantes del siglo xvi llamaron a sus habitantes pochutlas (de pōchōtl, ‘ceiba’), quienes tomaron su gentilicio vernáculo (poˀoˀ winikob’) de una ciudad antigua donde habitaron: Toniná (Popoˀ, Poˀoˀ o Poˀ). La doctora Ayala manifiesta la dificultad de rastrear la etimlogía de poˀoˀ o poˀ en los idiomas de la familia maya, aunque nota que el Diccionario Cordemex contiene la entrada pooˀ, “Vía Láctea” o ”Camino de Santiago”, que era concebido como un árbol en el firmamento, por donde ascendían los ancestros. Así que Toniná pudo haber sido una proyección de esa ceiba o axis mundi, que comunica todos los niveles del cosmos.

Del mismo modo, logró identificar la posible filiación étnica de algunos de los cautivos que aparecen en los monumentos de Toniná, por ejemplo un prisionero de Poyom (posiblemente el mismo Tecpan Poyomatlán que le fue concedido por la Corona a Pedro de Alvarado) y, sobre todo, el de los belicosos zinacantecos (tzotziles), que desde el periodo Clásico estuvieron en conflicto con los habitantes de Toniná, aparentemente por el control de los yacimientos de sal, sutilezas de larga duración que la doctora Ayala descubrió comparando la iconotextualidad de las esculturas clásicas con la obra de fray Francisco Ximénez y otras fuentes. La tesis de Maricela era un trabajo inusual y muy novedoso para la época, dado que su autora combinaba la formación mexicana de leer y consultar los documentos etnohistóricos con la llamada “nueva epigrafía”, que se practicaba en los círculos académicos de Texas, además de su siempre sana costumbre de analizar los datos arqueológicos.

Esta rigurosa tesis le reportó a la doctora Ayala muchos éxitos y satisfacciones. Uno de los más sonados tuvo lugar el 9 de julio de 1995, cuando dictó la conferencia magistral “Toniná a través de sus escritores”, en el marco del III Congreso Internacional de Mayistas del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, que se celebró en Chetumal. En ese momento estaba vivo el movimiento indígena neozapatista que estalló en Chiapas en 1994, de manera que al poner de relieve que los tzeltales pochutlas del valle de Ocosingo (señores de la ceiba o pochote) son los verdaderos descendientes de los antiguos poˀ ajaw de Toniná, resonaron las venas de los escuchas en un acto emotivo. Con gran sensibilidad la periodista Adriana Malvido, quien fue testigo presencial de este momento, nos transmite en su columna de El Universal34 lo que significó ese momento en la vida de Maricela. Simplemente fue quizá el instante cumbre de su vida académica, cuando una epigrafista mexicana develaba los secretos de la ciudad milenaria de Toniná, ente la presencia de los máximos expertos mundiales y de toda la prensa. Esta ponencia magistral sería publicada en las memorias del congreso, tres años después.35

Pero las emociones fuertes no terminaron ahí. Al día siguiente, 10 de julio de 1995, Maricela moderó la mesa plenaria sobre epigrafía maya, un acontecimiento único e histórico que reunió por única vez a un variopinto grupo de figuras de la disciplina, pertenecientes a distintas generaciones, latitudes y corrientes interpretativas: Erik Boot, Victoria R. Bricker, Galina Ershova, Nikolai Grube, Nicholas A. Hopkins, Kathryn Josserand, Yuri V. Knórozov y Linda Schele. Este acontecimiento recibió gran cobertura en los medios y en parte fue visto en la imagen popular de la prensa como una de las últimas secuelas de la Guerra Fría. A décadas de ocurrido este suceso, aún sigue despertando emociones y generando reflexiones.36

Secuelas de su propio trabajo sobre las inscripciones de Toniná fueron algunas publicaciones extras: “Who Were the People of Toniná?”, un capítulo de libro donde claramente establece que la lengua vernácula de los antiguos habitantes de Toniná era alguna antigua forma de tzeltal,37 lo que no tardaría mucho en confirmarse gracias a los análisis de interferencias lingüísticas internas en las inscripciones, hechos por Alfonso Lacadena García-Gallo y Søren Wichmann.38 Finalmente, el artículo titulado “Pero ¿hubo guerra en Toniná? O de cómo las apariencias engañan”,39 así como su ponencia en la Tercera Mesa Redonda de Palenque: “Acerca de los sistemas sociales, políticos y religiosos de Toniná”,40 muestra que Maricela siguió reflexionando sobre el tema muchos años más, que abrió nuevas preguntas, que no había agotado todos los caminos y que aún tenía mucho que ofrecernos sobre el tema.

Maricela Ayala también fue miembro del Proyecto de Pintura Mural Prehispánica, fundado en 1990 por la doctora Beatriz de la Fuente en el Instituto de Investigaciones Estéticas. Uniendo este aspecto de su trayectoria profesional con su gran competencia en el estudio de Toniná, fue invitada a publicar un capítulo titulado “La cromatía de Toniná, Chiapas”,41 donde estudia y comenta diversos fragmentos de pintura mural, tratando de darles sentido a esos datos -antes inconexos-, a la luz del conocimiento arqueológico y epigráfico sobre la ciudad.

Más allá de haber tratado de esbozar esta biografía intelectual, la doctora Ayala desempeñó una labor larga y admirable en las aulas escolares, frente a diversas generaciones de alumnos. Comenzó a dar clases en 1979, impartiendo el curso de “Epigrafía maya y códices mesoamericanos” a los estudiantes de licenciatura en Arqueología de la Universidad Autónoma de Yucatán. Desde 1983 y hasta 2003, fue profesora de epigrafía maya en la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana, impartiendo cursos intensivos de verano sobre la materia a los estudiantes de 8° semestre de la licenciatura en Arqueología. En 1989 se inició como profesora de epigrafía maya en su propia alma mater, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, tomando la batuta de una asignatura que ya existía: “Introducción a los textos mayas”, pero agregándole el subtítulo “epigrafía”. Luego de haber tomado una breve pausa en la Facultad, para realizar su estancia doctoral en la Universidad de Texas, volvió a asumir la asignatura en octubre de 1993. Al obtener el grado de doctora, Maricela abrió el curso monográfico de “Epigrafía I” y “II”, así como el “Seminario de Epigrafía Maya I” y “II” en el Posgrado en Estudios Mesoamericanos. Durante los semestres 2005-1 y 2005-2, Erik tuvo el honor de substituir a la doctora Ayala en el curso monográfico, debido a que ella gozó de un año sabático.

La vida de Maricela Ayala fue también un ejemplo de compromiso institucional con la Universidad, toda vez que ocupó múltiples cargos y sitos en cuerpos colegiados (consejos internos, comisiones dictaminadoras, comités editoriales, etc.). Entre los más destacados se encuentran el de representante del personal académico de su instituto ante el Consejo Técnico de Humanidades (1990-1991), como también representante suplente de sus compañeros ante el Consejo Universitario (1998-1999). Desde enero de 1999 hasta enero de 2002, fue Coordinadora del Centro de Estudios Mayas. Entre 2007 y 2015 fue directora de la revista Estudios de Cultura Maya, haciéndose cargo de los volúmenes XXX al XLVI y logrando mantener su índice en la lista de revistas mexicanas de investigación científica y tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Paralelo a sus clases, publicaciones y actividad institucional, la doctora Ayala dirigió al menos 16 tesis de licenciatura y posgrado, formando a otros epigrafistas y estudiosos de los mayas, además de nosotros, a quienes tuvo como alumnos, discípulos o tesistas directos, tales como Alfonso Arellano Hernández, Guillermo Bernal Romero, Peter Bíró, Ana María Guerrero Orozco, María Eugenia Gutiérrez González, Simoneta Morselli, Emilia Raggi Lucio, Rafael Velázquez Salgado y Rafael E. Villaseñor M., entre otros muchos. Nosotros, como mencionamos al principio, hemos seguido formando personal académico especializado en epigrafía maya, siguiendo el ejemplo de nuestra maestra. Salvo contadas excepciones, casi toda la epigrafía maya que se practica e México es obra directa o indirecta del trabajo de esta gran investigadora. Antes de Maricela, la práctica de la epigrafía maya en México nunca fue sistemática y se restringió a algunos cuantos investigadores aislados, aunque eminentes, quienes trabajaban con enfoques antiguos y clásicos, como Juan Martínez Hernández, Enrique Juan Palacios, César Lizardi Ramos o Roberto Escalante Hernández. Por tales razones, la Universidad Nacional Autónoma de México la honró con el Premio Universidad Nacional en el Área de Docencia en Humanidades 2014, siendo entonces la académica fundadora y decana del Centro de Estudios Mayas.

Algunos años después de obtener su grado de doctora, Maricela se reunió con Linda Schele y Peter L. Mathews. Tras una breve charla, Linda les comentó a ambos que tenía cáncer terminal. Los llevó a su oficina y les dijo: “tomen lo que deseen de mi material. Es suyo”. Esta generosidad de Linda -que siempre la caracterizó- permitió el robustecimiento de un acervo sin precedentes en la UNAM: la “Glifoteca”, un archivo de inscripciones jeroglíficas mayas que tuvo sus orígenes hacia 1989 y que, con la incorporación de los dibujos y bosquejos de Linda Schele e Ian Graham, llegó a contar con miles de imágenes abiertas a todos los estudiosos en el tema.

La epigrafía maya está de luto, pero particularmente la ciencia mexicana, toda vez que esta eminente investigadora y profesora puso a México en el mapa de una disciplina académica, de la que antes estaba casi al margen. Ella se ha ido de nuestra presencia física, trasladando la estafeta del cultivo de esta ciencia, tanto a la gente que formó, como también a las generaciones más jóvenes y futuras. No obstante, Maricela vive entre nosotros a través de su legado intelectual y de la gratitud que dejó en nuestros corazones. Se fue para estar al fin cerca, muy cerca de Carlos Agustín.

Descanse en paz, querida maestra.

Imagen 1 Fotografía tomada el 4 de mayo de 2006 en el departamento de la doctora Maricela Ayala Falcón, ubicado en Villa Olímpica, al sur de la Ciudad de México 

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1 Al elaborar este obituario hemos consultado algunas semblanzas en línea que nos sirvieron como fuentes, entre ellas “Premio Universidad Nacional 2014. Dra. Maricela Ayala Falcón. Docencia en Humanidades”, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, 2014, https://dgapa.unam.mx/index.php/semblanzas-anio-pun-2015/semblanzas-2014-pun-2015/379-2014a10-ayala-falcon-maricela (consultado el 15 de septiembre de 2023); “Maricela Ayala Falcón”, Wikipedia, 28 de junio de 2021, https://es.wikipedia.org/wiki/Maricela_Ayala_Falcón (consultado el 15 de septiembre de 2023); Adriana Malvido, “Maricela Ayala Falcón, la primera epigrafista mexicana”, El Universal. Sala Plus, 23 de agoto de 2023, https://www.eluniversal.com.mx/opinion/adriana-malvido/maricela-ayala-la-primera-epigrafista-mexicana/ (consultado el 15 de septiembre de 2023), así como su curriculum vitae in extenso (28 de mayo de 2014) que nos permitió consultar el doctor Roberto Romero Sandoval, coordinador del Centro de Estudios Mayas. No obstante, la mayor parte de los datos que proporcionamos aquí proceden de la experiencia personal que tuvimos con nuestra maestra, así como del conocimiento que humildemente poseemos sobre sus temas de investigación.

2Yuri V. Knórozov, La antigua escritura de los pueblos de América Central. México: Fondo de Cultura Popular, 1954 [1953] (“Biblioteca Obrera”, 5).

3Heinrich Berlin, “El glifo ‘emblema’ en las inscripciones mayas”, Journal de la Société des Américanistes, 47 (1958): 111-119.

4Tatiana A. Proskouriakoff, “Historical Implications of a Pattern of Dates at Piedras Negras, Guatemala”, American Antiquity, 25 (1960): 454-475.

5Ver Leonardo Manrique Castañeda, “Mauricio Swadesh (1909-1967)”, Estudios de Cultura Maya, VII (1968): 387-394.

6Ver Juan José Rendón M. y Amalia Spescha, “Nueva clasificación ‘plástica’ de los glifos mayas”, Estudios de Cultura Maya, V (1965): 189-252.

7La doctora Ayala hablaba frecuentemente de la “nueva epigrafía”. En una publicación de 1998 ella explica cómo entiende ese concepto. Se trata de un tipo de epigrafía maya que “se preocupa por el momento plasmado en los monumentos, su autor y las causas que lo llevaron a dejarlo anotado con un deseo de trascendencia, es decir, intenta recuperar la historia humana… sus resultados deben coincidir con los obtenidos en las otras especialidades”, ver “La historia de Toniná a través de sus escritores”, Memorias del Tercer Congreso Internacional de Mayistas (9 al 15 de julio de 1995), p. 26. México: UNAM-IIFL-CEM, 1998.

8Maricela Ayala Falcón, “Relaciones entre textos y dibujos en el Códice de Dresde”, Estudios de Cultura Maya, VII (1968): 85-113.

9Maricela Ayala Falcón, “Thompson S., J. Eric., A Commentary on the Dresden Codex. A Maya Hieroglyphic Book. American Philosophical Society, Philadelphia, 1972”, Estudios de Cultura Maya, IX (1973): 323-328.

10Maricela Ayala Falcón, “De la procedencia y uso del Códice Madrid (Tro-Cortesiano)”, Estudios de Cultura Maya, XXVII (2006): 15-42.

11Maricela Ayala Falcón, “A la memoria de Linda Schele”, Estudios de Cultura Maya, XXII (2002): 273-276.

12Maricela Ayala Falcón; “Entrevista con Linda Schele. La aventura del desciframiento”, Arqueología Mexicana, I (2) (junio-julio de 1993): 59-63.

13Linda Schele y Maricela Ayala Falcón, “De poesía e historia. El Tablero de los Glifos de Palenque”, Vuelta, (203) (31 de octubre de 1993): 25-27.

14Maricela Ayala Falcón, “El año de 260 días en Mesoamérica: su origen y funcionamiento”, tesis de licenciatura. México: UNAM-Facultad de Filosofía y Letras-Colegio de Historia, 1978.

15Maricela Ayala Falcón, “El origen de la escritura jeroglífica maya”, en Antropología e historia de los mixe-zoques y mayas (homenaje a Frans Blom), pp. 175-221. L. Ochoa Salas y Thomas A. Lee (eds.). México: UNAM-IIFL-CEM / Brigham Young University, 1983.

16Ver Martha J. Macri y Laura M. Stark, A Sign Catalog of the La Mojarra Script. San Francisco: PreColumbian Art Research Institute, 1993 (Monografía 5).

17Maricela Ayala Falcón, “Introducción a la cultura maya”, en Olmecas y mayas en Tabasco: cinco acercamientos, pp. 13-48. L. Ochoa Salas (coord.). Villahermosa: Gobierno del Estado de Tabasco, 1985.

18Maricela Ayala Falcón, “Conocimientos científicos”, en Los mayas. El esplendor de una civilización, pp. 117-125. Madrid: Turner / Quinto Centenario, 1990.

19Maricela Ayala Falcón, “La escritura, el calendario y la numeración”, en Historia antigua de México. Volumen IV: aspectos fundamentales de la tradición cultural mesoamericana, pp. 145-187. L. R. Manzanilla Naim y L. López Luján. México: INAH / UNAM-Coordinación de Humanidades-IIA / Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, 2001.

20Maricela Ayala Falcón, “El calendario”, en Los mayas: voces de piedra, pp. 111-125. M. A. Martínez de Velasco Cortina y M. E. Vega Villalobos (eds.). México: Ámbar Diseño, 2011. Existe una segunda edición de este libro en 2015.

21Maricela Ayala Falcón, El fonetismo en la escritura maya. México: UNAM-IIFL-CEM, 1985 (Serie Cuadernos 17).

22Maricela Ayala Falcón, “El mensaje revelado”, Arqueología Mexicana, I (2) (junio-julio de 1993): 44-49.

23Maricela Ayala Falcón, “Método para estudiar la escritura maya”, Arqueología Mexicana, VIII (48) (marzo-abril de 2001): 54-57.

24Otra de las grandes directrices críticas y metodológicas de la doctora Ayala se resume en una frase que todo el tiempo repetía: “ningún epigrafista le cree a otro hasta que lo comprueba por sí mismo”.

25Maricela Ayala Falcón, “La escritura maya”, Arqueología Mexicana, XII (70) (noviembre-diciembre de 2004): 36-39.

26Maricela Ayala Falcón, “Los mayas y su cultura: historias escritas en piedra”, National Geographic en español, núm. 2 (agosto de 1999): 133-135.

27Maricela Ayala Falcón, “De epigrafía maya”, Humanidades, 10 de octubre de 1990: 1; “Algo de historia, arqueología y epigrafía”, Humanidades, 10 de abril de 1991: 24; “¿Qué nos espera en este año?”, Humanidades, 18 de enero de 1995: 1; “Knorozov y la escritura jeroglífica maya”, Humanidades, 28 de junio de 2000: 23.

28Maricela Ayala Falcon, “La escritura jeroglífica maya”, en Los mayas: su tiempo antiguo, pp. 147-196. G. Bustos y A. L. Izquierdo (eds.). México: UNAM-IIFL-CEM, 1996.

29Maricela Ayala Falcón, “La Estela 39 de Tikal, Mundo Perdido”, en Memorias del Primer Congreso Internacional de Mayistas, pp. 599-654. México, UNAM, IIFL, CEM, 1987.

30Maricela Ayala Falcón, El bulto ritual de Mundo Perdido, Tikal. México: UNAM-IIFL-CEM, 2002 (Serie Cuadernos, 27).

31Maricela Ayala Falcón, “Bultos sagrados de los ancestros entre los mayas”, Arqueología Mexicana, XVIII (106) (noviembre-diciembre de 2010): 34-40.

32Maricela Ayala Falcón, “The History of Toniná through its inscriptions”, tesis doctoral. Austin: University of Texas at Austin, 1995.

33Peter L. Mathews, “Souverains”, en Tonina, une cité Maya du Chiapas, pp. 1381-1383. P. Becquelin y C. F. Baudez (eds.). Paris: CEMCA, 1979.

34Ver la nota 1 de este obituario.

35Ayala Falcón, “La historia de Toniná a través de sus escritores”…, op. cit.

36Ver la apasionada narración que hace Galina Ershova, El último genio del siglo XX. Yuri Knórosov: el destino de un científico, pp. 670-672. Mérida y México: Centro de Estudios Mayas Yuri Knórosov / Ediciones Akal, 2020. Esta versión contrasta con la mucho más serena y desapegada de Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva y Alfredo Barrera Rubio, “Yuri Knórozov en México”, Arqueología Mexicana, XXIX (117) (noviembre-diciembre de 2022): 50-53.

37Maricela Ayala Falcón, “Who Were the People of Toniná?”, en The Language of Maya Hieroglyps, pp. 69-75. M. J. Macri y A. Ford (eds.). San Francisco: The Pre-Columbian Art Research Institute, 1997.

38 Alfonso Lacadena García-Gallo y Søren Wichmann, “The Dynamics of Language in the Western Lowland Maya Region”, en Art for Archaeological Sake. Material Culture and Style across the Disciplines. Proceedings of the 33rd Annual Chacmool Conference, pp. 32-48. A. Water-Rist, Ch. Cluney, C. McNamee y L. Steinbrenner (eds.). Calgary: Chacmool / The Archaeological Association of the University of Calgary.

39Maricela Ayala Falcón, “Pero ¿hubo guerra en Toniná? O de cómo las apariencias engañan”, Estudios de Cultura Maya, XXII (2002): 151-166.

40Maricela Ayala Falcón, “Acerca de los sistemas sociales, políticos y religiosos de Toniná”, en La organización social entre los mayas. Memoria de la Tercera Mesa Redonda de Palenque, pp. 147-162. V. Tiesler, Rafael Cobos Palma y Merle Greene Robertson (coords.). México: INAH / UADY, 2002.

41Maricela Ayala Falcón, “La cromatía de Toniná, Chiapas”, en La pintura mural prehispánica en México. II Área maya. Tomo IV Estudios, pp. 371-380. B. de la Fuente (dir.) y L. Staines Cicero (coord.). MEXICO: UNAM-IIE, 2001.

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