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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.43 Ciudad de México sep./dic. 2013

 

Reseñas

 

El legado de Elisée Reclus

 

The Elisée Reclus' Legacy

 

Carlos Téllez Valencia

 

GUÉNOLA CAPRON ET AL. (EDS.), 2011 La geografía contemporánea y Elisée Reclus Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, El Colegio de Michoacán, Instituto de Investigaciones Históricas "Dr. José Ma. Luis Mora", Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, Centro de Investigación en Geografía y Geomática "Ing. Jorge L. Tamayo", 305 pp.

 

Centro de Estudios de Geografía Humana, El Colegio de Michoacán, Zamora, Michoacán, México catv@colmich.edu.mx.

 

Antes de iniciar la licenciatura en geografía, tomé unas clases de oyente en el Colegio de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Visité su biblioteca y le pedí a la becaria que me atendió que me recomendara un texto para ver si la geografía era lo mío. Así que el primer libro que leí fue La geografía, un arma para la guerra, de Yves Lacoste. Definitivamente no es un libro para recomendar como primera lectura a alguien que no tiene idea de la geopolítica ni de Lacoste ni de sí mismo, mucho menos cuando acababa de pasar el triste pasaje de la Guerra del Golfo Pérsico. La recomendación de la becaria seguramente obedeció a la influencia que le provocó esta ciencia, esta corriente y esta guerra. No obstante, al término de la licenciatura y 20 años después creo que jóvenes y adultos deben saber de geopolítica. Recordé esto porque varios de los autores de La geografía contemporánea y Elisée Reclus ven necesario hablar de geopolítica, de Yves Lacoste, y de otros aspectos relacionados para hacernos entender cuáles fueron las posibles motivaciones que influyeron en Reclus y aquella que él mismo nos heredó. Por ejemplo, es interesante la narración que hacen sobre la cartografía oriental, con base en la cual la lógica de dichas "imágenes metageográficas relativizan la aportación de las técnicas científicas, cartográficas, astronómicas y demás, extendidas por los cristianos europeos" (p. 260), con lo que Reclus tiene razón en no aceptar el "pivote" de Mackinder (p. 263): ¡el ombligo del mundo no estaba en Europa, sino en el mediterráneo asiático! De manera que los testimonios compilados en este libro también sirven para no olvidar aquellos hechos que incluso han sido sombríos como contexto social o como comportamiento humano.

El testimonio que da este libro es que Reclus (1830-1905) vivió la era del social-darwinismo y del positivismo, es decir, experimentó la influencia de la teoría de la evolución de Darwin, la cual hizo suponer que el hombre también vivía su propia "selección de las especies" y que aquel Estado que no evolucionaba era dominado o extinguido por otro más fuerte, ideología que permeó en Elisée Reclus, quien observaba "la diversidad étnica de los pueblos amerindios como un obstáculo para la construcción de una humanidad unida", aunque rescatados por medio del mestizaje (p. 294). Espeluznante, ¿verdad? Hay que tener en cuenta que se trataba de un hombre del siglo XIX, quien además tuvo la virtud de tomar distancia del darwinismo social, y con ello de autores como Friedrich Ratzel (p. 261), y hacer énfasis en que la política no es un asunto exclusivo del Estado, sino que incluye los dilemas de los actores no estatales en su dimensión individual, social y territorial (p. 163) para plantear la adaptación armoniosa y de cooperación entre los hombres y de éstos con el medio natural (p. 14), al grado de ser considerado el mejor antecesor de la actual geografía social, cuya obra inspira la construcción de una geografía crítica, ante una actualidad mundial particularmente desigual y conflictiva (p. 23).

De hecho, entre los primeros capítulos se pone de relieve el espíritu del compromiso de Reclus como legado para la sociedad. De ahí que también se presenten constantes autocríticas para la disciplina, mediante cortes históricos de las prácticas de la geografía, entre los que cabe la vinculación que ha tenido con el desarrollo del capitalismo (p. 44), una reflexión por demás sugerente pues en nuestros días seguimos consternados por la inequidad de las condiciones de vida y asombrados por las salidas que encuentra este sistema económico de su colapso definitivo. Y es que, como dijo Wallerstein, lo que se desarrolla en el capitalismo es el capitalismo mismo (Wallerstein, 1995). Es decir, la crítica es que el conocimiento geográfico se integró con las necesidades del Estado, los militares y los empresarios (p. 46), cuando lo que debería desarrollarse es una mejor vía para el hombre. De manera que a lo largo del libro los autores ponen de manifiesto que algunos de los compromisos por sacar a flote son: con la teoría, con la enseñanza, la investigación, la planeación y hacia el interior de la geografía, con el hombre y sus acciones como eje central, bajo el supuesto de que "la geografía social sólo puede ser una geografía de la acción y los actores" (p. 120).

De modo que la frecuente referencia a la geopolítica no encaja del todo bien con el legado de Reclus. Resulta hasta contradictorio dada la vitalidad de este concepto para fines muy claros: el dominio de un Estado sobre otros más débiles, la expansión territorial y el uso armamentista. No hay que ser ingenuos, la geopolítica ha sido un arma para la guerra. Otra cosa son los nuevos planteamientos para una reformulación de la geopolítica, como su posible aplicación en lo local. Por ejemplo, traducirla en esquemas de planificación que eviten la polarización del desarrollo y de los momentos electorales, o bien como termómetro de las reacciones posibles ante las acciones del Estado, como podrían ser la cohesión y resistencia de la oposición en los niveles locales y sus reivindicaciones por las deudas históricas de los malos gobiernos (pp. 177, 182). Pero quizá ya no estemos hablando de geopolítica, sino de geografía política o de proyectos como el federalismo (p. 196), la gobernabilidad democrática (p. 213) o la administración local. Conceptos en los que es verdad que pesan pasajes como las dictaduras y los procesos de democracia en América Latina, lo mismo que la carrera paralela en la que entraron los gobiernos y los territorios para volverse económicamente liberales y competitivos. Todos estos cambios implicaron renovadas formas de dividir y administrar el territorio y su población, por lo que se les asignaron más atribuciones y compromisos a los municipios y el Estado redimensionó su papel. Un contexto respecto del cual los autores se preguntan: ¿cómo construir un gobierno metropolitano con su propia conciencia y participación ciudadana? (p. 213). Se trata de una preocupación que por cierto no deja extrañar y de preocupar a su vez, pues algo que provoca la desigualdad territorial es incurrir, como se cita en el mismo libro, en una "metropolización selectiva" (p. 205). En realidad, lo importante es, efectivamente, instrumentar los mecanismos que garanticen la transparencia y la rendición de cuentas, que incrementen la eficiencia de los servicios, que descifren los mecanismos del empoderamiento o que caractericen y reconozcan la base de la identidad de los pobladores (pp. 215, 218), pero no sólo en las zonas metropolitanas, sino en todos los territorios urbanos o rurales.

Manifestación por el derecho a decidir, 2007

Al igual que La geografía, un arma para la guerra, el presente libro no es para principiantes. En buena medida es un libro especializado, con aportes relevantes para la epistemología de la geografía y el conocimiento de la ciencia en general. En este sentido es entendible que en algunos momentos se presente un lenguaje complicado de digerir, pero si los autores parten de la idea de que el hombre es el eje central de la geografía, ¿por qué no hacerlo accesible para cualquier lector? Respecto del llamado a construir una geografía social, crítica o humana, es muy sano mantener una postura abierta a los conocimientos que apuntalen este proyecto, incluidos los métodos tachados de economicistas o positivistas. La noción de que "es importante tener en cuenta que no hay significados de una acción o de un elemento, sino de un conjunto de acciones y hechos" (p. 127), representa la búsqueda de patrones o incluso leyes. Sugerir que la cartografía es una visión a vuelo de pájaro, desde afuera (p. 117), no debe significar el riesgo de despojar a la geografía de una de sus principales herramientas de análisis espacial. Reflexiones como que "el habitante reúne de manera indisociable al sujeto y el espacio, ya que sólo se puede ser habitante de algún lugar" (p. 121), están más en el terreno de la psicología de espíritu interaccionista y fenomenológico, de la psicología social y de la antropología (p. 129) que de la materia que nos ocupa. Bienvenidos los nuevos aportes a la geografía, sólo hay que ser consistentes con el llamado de Reclus para lograr una sola unidad hombre-naturaleza: "el hombre es la naturaleza que toma conciencia de sí misma" (p. 32), el cual requiere disposición abierta y conciliadora. Como ven, se trata de un libro que despierta todo tipo de reflexiones y que viene a sumarse a las obras fundamentales de la geografía contemporánea, gratificante además por ser uno de los productos de la Cátedra Elisée Reclus, desarrollada por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, por el Instituto de Investigaciones Históricas "Dr. José María Luis Mora", el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, el Centro de Investigación en Geografía y Geomática "Ing. Jorge L. Tamayo" y El Colegio de Michoacán, con el que materializan la colaboración y la convivencia entre distintas instituciones en México.

 

BIBLIOGRAFÍA

Wallerstein, Immanuel, 1995, "La reestructuración capitalista y el sistema-mundo", en XX Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, México.         [ Links ]

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