ANTECEDENTES
Las quemaduras eléctricas de alto voltaje son poco frecuentes, pero pueden causar lesiones multisistémicas con alta tasa de morbilidad y mortalidad. Las quemaduras eléctricas en el pene son excepcionales y devastadoras, pues afectan la función eréctil, calidad de vida y aspecto psicológico del paciente.
CASO CLÍNICO
Paciente de 28 años de edad, sin antecedentes heredofamiliares de importancia para el padecimiento actual, atendido en el área de choque del Centro Médico Adolfo López Mateos (ISSSTE) por quemadura eléctrica con expansión hacia los genitales, al tener contacto con cables de alta tensión mientras pintaba un tubo en un andamio, recibiendo la descarga eléctrica en el tórax, en el lado derecho, con pérdida inmediata del estado de alerta. A su ingreso al servicio de Urgencias refirió dolor en las extremidades y en el antebrazo derecho; a la exploración física se observaron lesiones por quemadura eléctrica en el antebrazo derecho y el pene, con necrosis y pérdida de la función de la uretra, cuerpos cavernosos y esponjoso en 2 tercios distales del pene (Figura 1), y la formación de un “globo” vesical con retención aguda de orina. Los estudios de laboratorio reportaron leucocitos 9500, hemoglobina 13.9 mg/dL, glucosa 116 g/dL, urea 94 mg/dL, creatinina 0.8 mg/dL; examen general de orina con hemoglobinuria y mioglobinuria, y concentraciones elevadas de enzimas musculares.
Se decidió efectuar cistostomía suprapúbica, debridación extensa del tejido necrótico y penectomía parcial (Figura 2), sin incidencias a corto plazo. Hoy día el paciente se encuentra en protocolo de reconstrucción peneana anatómica y preservación de la función miccional.
DISCUSIÓN
Las quemaduras en los genitales son excepcionales, pues su incidencia estimada es de 2.7 a 12.5%, según el tipo y localización,1 y la mortalidad de 2.7 a 67%. Este tipo de sucesos provocan la muerte en más de 500 personas al año en Estados Unidos.2 Las quemaduras eléctricas ocupan el segundo lugar en prevalencia, entre las térmicas y las químicas.1 El tratamiento conservador en este tipo de pacientes es raro.1 Estas lesiones son frecuentes en trabajadores eléctricos y su severidad depende de la duración y región corporal afectada, incluso puede provocar la muerte inmediata por fibrilación ventricular o asistolia y paro respiratorio por parálisis del control central respiratorio, con lesiones y necrosis miocárdica y al sistema nervioso central.2
Cualquier material que altere el voltaje genera resistencia por conducción o por contacto directo; de esta manera, las quemaduras eléctricas pueden originarse por ambos mecanismos (directos e indirectos), por ejemplo: el daño directo es causado por alguna lesión directa o por la conversión de energía eléctrica en energía térmica, que es responsable de la lesión secundaria. Las lesiones son proporcionales al voltaje e inversamente a la resistencia del conductor. La resistencia de los nervios, vasos sanguíneos, mucosas y músculos son relativamente bajas y, por lo tanto, son excelentes conductores de energía (debido a alto contenido en agua); el hueso, la grasa y los tendones muestran resistencia relativamente alta y la piel implica resistencia intermedia.2
Robson y sus colaboradores describieron la fisiopatología de la influencia vascular de las quemaduras por electricidad al paso de la corriente eléctrica, produciendo metabolitos de ácido araquidónico para generar contracción vascular y trombosis; sus resultados mostraron que las lesiones dependen del tamaño de los vasos, por ejemplo, los vasos pequeños son más susceptibles al alto voltaje que los vasos grandes.2
La amputación del pene por quemaduras eléctricas resulta psicológicamente devastadora, por lo que la mayoría de los pacientes requiere de tratamiento multidisciplinario.3 Este tipo de accidentes son poco frecuentes, así lo demuestra el estudio Shameemshah, en la India,4 quien reportó 5 casos en 10 años. Los pacientes con este tipo de quemaduras tienen alteraciones psicoafectivas, caracterizadas por depresión, ansiedad y otros trastornos orgánicos, propios de la lesión, como disfunción eréctil. Salehi y su grupo, quienes utilizaron el International Index of Erectile Function (IIEF-5), y Kim y sus coautores, reportaron 53% de pacientes con disfunción eréctil5 y alta tasa de infección por riesgo elevado de contaminación urinaria y fecal.2
El diagnóstico y tratamiento de pacientes con lesiones genitales por quemaduras eléctricas se establece mediante examen físico, estudios de laboratorio, profilaxis tetánica, prescripción de antibióticos intravenosos y estimación de la lesión por la quemadura. En estos pacientes debe examinarse la vejiga y el recto mediante cistoscopia y sigmoidoscopia (si fuera aplicable), además del posible daño esquelético. El uroanálisis está indicado para determinar algún daño renal con mioglobinuria o hemoglobinuria. Además, el paciente debe hidratarse intensamente para alcalinizar la orina. También están indicados el monitoreo cardiaco y el tratamiento quirúrgico.6
En general, las recomendaciones para el tratamiento quirúrgico en pacientes con quemaduras térmicas, eléctricas o químicas son la exploración y desbridamiento, este último limitado al tejido no viable en pacientes con pérdida pérdida extensa de la piel genital o lesiones complicadas con infección.7 Estas lesiones suelen ser extensas, por lo que debe colocarse un catéter suprapúbico, sobre todo en los casos que llega a conservarse el pene; sin embargo, según la historia natural de las lesiones por quemaduras eléctricas, pueden terminar en autoamputación, con extensión a los tejidos profundos y destrucción.8 Debido a esto, el tratamiento inicial incluye: exploración quirúrgica, irrigación y debridamiento limitado, además de la eliminación de tejido no viable visible. Estas lesiones suelen requerir múltiples intervenciones reconstructivas, prescripción de antibióticos tópicos y uso de dispositivos de vacío con presión negativa.7
Las quemaduras eléctricas en los genitales son sucesos excepcionales que afectan la calidad de vida de los pacientes. Entre las opciones de tratamiento quirúrgico-urológico más importantes se encuentran la preservación y recuperación de la funcionalidad del pene en los pacientes jóvenes.