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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.79 Michoacán ene./jun. 2024  Epub 17-Jun-2024

https://doi.org/10.35830/treh.vi79.1724 

Artículos

LA VISIÓN DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS DE LA SIERRA P’URHÉPECHA EN TORNO A LOS TÍTULOS PRIMORDIALES*

THE VISION OF THE INDIGENOUS COMMUNITIES OF THE SIERRA P’URHÉPECHA AROUND PRIMORDIAL TITLES

LA VISION DES COMMUNAUTÉS INDIGÈNES DE LA SIERRA P’URHÉPECHA CONCERNANT LES “TERRES TITRÉES PRIMORDIALES”

Pablo Sebastián Felipe1 

1Centro Nicolaita de Estudios de los Pueblos Originarios (CENESPO), Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo


Resumen

En el presente artículo se aborda el tema de los títulos primordiales de las comunidades indígenas de la Sierra P’urhépecha, del estado de Michoacán. Se expone particularmente la perspectiva p’urhépecha respecto a sus propios documentos pictográficos y alfabéticos, con mayor atención en las definiciones de los documentos a partir de la lengua p’urhépecha. Se analizan los conceptos de k’uirakua, el caso del Lienzo de Comachuen, echeri míntakua, atánskatecha, eránhikua p’itákatecha, kuirútsikatecha, karánskata p’itákatecha, mienskuecha, uaripitarakuecha y kuapitarakurhikuecha, enmarcados en la noción de tua anapu karákatecha, escritos o documentos antiguos.

Palabras clave Título primordial; Memoria; Territorio; Visión de las comunidades; Tua anapu

Abstract

This article addresses the issue of the primary titles of the indigenous communities of the Sierra P’urhépecha, in the state of Michoacán. The P’urhépecha perspective regarding their own pictographic and alphabetic documents is particularly exposed, with greater attention to the definitions of the documents from the P’urhépecha language. The concepts of k’uirakua are analyzed, the case of the Lienzo de Comachuen, echeri míntakua, atánskatecha, eránhikua p’itákatecha, kuirútsikatecha, karánskata p’itákatecha, mienskuecha, uaripitarakuecha and kuapitarakurhikuecha, framed in the notion of tua anapu karákatecha, ancient writings or old documents.

Keywords primordial title; memory; territory; vision of the communities; tua anapu

Résumé

Cet article aborde la question des “terres titrées primordiales” des communautés indigènes de la Sierra P’urhépecha, dans l’État du Michoacán. Il met en lumière la perspective p’urhépecha concernant leurs propres documents pictographiques et alphabétiques, en accordant une attention particulière à la manière dont les documents sont définis dans la langue p’urhépecha. Parmi ces documents appelés k’uirakuas, les concepts qui en dérivent sont analysés, en particulier ceux relatifs au Lienzo de Comachuén : echeri míntakua, atánskatecha, eránhikua p’itákatecha, kuirútsikatecha, karánskata p’itákatecha, mienskuecha, uaripitarakuecha et kuapitarakurhikuecha, regroupés dans la notion de tua anapu karákatecha, traduisible par anciens écrits ou documents anciens.

Mots clés Titre primordial; Mémoire; Territoire; Vision des communautés; Tua anapu

INTRODUCCIÓN

El estudio de los títulos primordiales de los pueblos indígenas de México y de Michoacán, es un tema de importancia para la compresión de la memoria, el territorio y la lucha por la tierra. También, ocupan un lugar significativo en los procesos de reivindicación cultural de los pueblos y comunidades originarias. La historiografía contemporánea muestra el valor de estos documentos como fuentes para el estudio de los pueblos indígenas, ya que permiten conocer la visión del pasado prehispánico y colonial, así como las tradiciones orales y escriturales en los documentos. Los estudios más importantes en Michoacán son los realizados por Hans Roskamp, entre los cuales destaca el Lienzo de Nahuatzen y el corpus de Carapan.1 Los documentos de otras regiones de México son examinados por Stephanie Wood,2 Margarita Menegus,3 Enrique Florescano,4 Michel R. Oudijk, María de los Ángeles Romero Frizzi,5 Paulina López Caballero,6 Yukitaka Inoue,7 Florencio y Claudio Barrera Barrera,8 Beatriz Cruz López,9 entre otros.

Sin duda, el tema de los títulos primordiales es el más polémico entre los estudiosos, autoridades de las comunidades, funcionarios agrarios y abogados. En este texto, no pretendo retomar la polémica que existe, ya que para tal cuestión pueden verse los estudios de Roskamp,10 Stephanie Wood y López Caballero;11 basta señalar aquí que hay diversas perspectivas en torno a su origen, sus características, los años de elaboración y sus usos.12 El mismo origen del vocablo títulos primordiales se discute entre los historiadores y son diversas las acepciones para definirlos.13 En nuestra investigación retomamos la noción de los historiadores y entendemos por títulos primordiales aquellos documentos provenientes de una antigua tradición indígena previa a la conquista, elaborados por las autoridades locales a partir del siglo XVII.

Los títulos primordiales constituyen uno de los géneros documentales dentro de los documentos coloniales, son de tradición mesoamericana y pertenecen a los pueblos originarios. Fueron escritos en lenguas indígenas y/o en castellano a partir del siglo XVII y hasta el siglo XVIII, en soportes de papel europeo y textil (lienzos). Son diversos: existen pictográficos, alfabéticos y mixtos, y contienen información histórica del período prehispánico y colonial.14 Se caracterizan principalmente por abordar temas asociados a las tierras de los pueblos originarios, la fundación y refundación de los pueblos, la asignación del territorio en el período prehispánico y colonial, el bautismo de los señores principales, los nombres de los santos patronos y las congregaciones de pueblos. Refieren la llegada de los españoles, la conquista religiosa, muestran la construcción de la iglesia, el bautismo de los nobles, la designación del santo patrono, las autoridades españolas (rey virreyes) y los gobernantes locales (gobernadores y alcaldes). Son memorias dinámicas ya que provienen de la historia oral, misma que, posteriormente, sería intervenida por los escribanos en la materialidad de los documentos. Finalmente, revelan la perspectiva histórica y territorial desde los esquemas de pensamiento indígena. Por su relevancia respecto al territorio, en la actualidad siguen teniendo uso en las comunidades indígenas.15

En Michoacán, gran parte de los títulos primordiales fueron elaborados a partir del siglo XVII y hasta el siglo XIX. Mandatados por las autoridades locales, los cararicha (escribanos) se encargaron de pintarlos y escribirlos. La temática principal gira en torno a la descripción territorial, la conquista y la asignación de tierras en la época prehispánica, así como a la fundación y congregación de pueblos en el período colonial. Del corpus documental de Michoacán, de los que se tiene conocimiento, dos de los tres pictográficos pertenecen a la Sierra P’urhépecha: el Lienzo de Comachuen y el Lienzo de Nahuatzen, ambos describen minuciosamente los territorios de cada pueblo y dan cuenta de la fundación de señoríos prehispánicos, así como de la fundación de pueblos coloniales. La mayoría de los títulos de la sierra son documentos alfabéticos que ahora se encuentran integrados en expedientes agrarios. Cabe destacar que en diferentes años fueron copiados y traducidos del p’urhépecha (tarasco) al español. Estos carecen de mapas, pinturas o dibujos, y solo mantienen antropónimos y topónimos en lengua p’urhé.

En la Sierra P’urhépecha, los títulos primordiales son documentos vivos, pues aún son de importancia y permanecen en uso, no solo para la defensa de las tierras comunales, sino también para la recuperación de la memoria territorial e histórica en los procesos de autonomía que se desarrollan en las comunidades de la región. Es de resaltar que, en la lengua castellana, los nombran de distintas maneras, por ejemplo, mapa, mapa-pintura, mercedes, títulos virreinales, títulos donación, títulos primordiales (pictográficos y alfabéticos), títulos de tierras y títulos de composición. Estas acepciones, sin considerar los tipos de soporte, se entienden por documentos fundantes primeros que acreditan la tenencia de las tierras comunales desde la época colonial hasta la actualidad, pero la mayor riqueza reside en los términos p’urhépecha que los pobladores actuales aún usan para referir a los títulos primordiales. Describen particularidades de los documentos: origen, transmisión, contenido y uso.

En el presente texto buscamos dilucidar la visión de las comunidades indígenas de las Sierra P’urhépecha en torno a los títulos primordiales.16 Particularmente, desde la lengua p’urhépecha, analizar las distintas acepciones utilizadas por las poblaciones para nombrar y definir los títulos primordiales, contextualizándolas con datos históricos y orales. Buscamos responder a las preguntas ¿Qué son los títulos primordiales para las comunidades de la Sierra P’urhépecha? ¿Qué representan y qué significan para ellos? Nuestra base documental consiste en cinco títulos primordiales: uno pictográfico y cuatro alfabéticos, pertenecientes a las comunidades indígenas de Arantepacua, Comachuen, Sevina, Pichataro y Turicuaro, de la Sierra P’urhépecha, que en un trabajo anterior los contrastamos con los títulos primordiales (pictográficos y alfabéticos) ya estudiados, y con fuentes que tratan sobre los pueblos indígenas p’urhépecha.17

TUA ANAPU KARÁKATECHA

Si bien no existen ejemplares prehispánicos en Michoacán, hay evidencia de que la tradición pictográfica continuó durante la época colonial con cambios y adaptaciones, pues con la llegada de los españoles se introdujo el papel, el alfabeto latino y se generaron textos mixtos, combinándose pictografía y texto alfabético. Nuestra investigación arroja que, desde la lengua p’urhépecha, los p’urhé continuaron denominando los propios documentos de acuerdo con las especificidades, funciones y usos.18 En este sentido, para los P’urhépecha de la Sierra, los títulos primordiales son: k’uirakua, para el caso del Lienzo de Comachuen, echeri míntakua, atánskatecha, eránhikua p’itákatecha, kuirútsikatecha, karánskata p’itákatecha, mienskuecha, uaripitarakuecha y kuapitarakurhikuecha, enmarcados en la noción de tua anapu karákatecha, escritos antiguos o documentos antiguos. El vocablo tua significa ‘antigüedad’ y anapu, adverbio de tiempo, ‘antiguo’. Tua, para los p’urhépecha, es el período que refiere a la época prehispánica y parte de las primeras décadas de la etapa virreinal. El vocablo karákatecha, plural de karákata, significa ‘escritos’ y conjugados tua anapu karákatecha expresan precisamente la noción de documentos escritos en la antigüedad.

En los documentos alfabéticos y pictográficos coloniales, observamos el uso del vocablo tua, por ejemplo en el Lienzo de Comachuen se inscribe tuacha (plural de tua), remitiéndose a los antiguos pobladores prehispánicos, principalmente, a los guerreros y los caciques fundadores.19 De igual manera, en la narrativa oral p’urhépecha, la denominación tua anapu, como también ioinki anapu, se ocupan para referir a cosas, personas y documentos de largo tiempo, pues el vocablo ionki equivale a un prolongado tiempo o años pasados y anapu, adverbio de tiempo, a los años históricos. En este sentido, las comunidades de la Sierra P’urhépecha, consideran a los títulos primordiales como tua ka ionki anapu karákatecha, es decir, textos antiguos de tradición prehispánica y colonial.20

Los títulos primordiales de la Sierra P’urhépecha, con fechas tempranas de la época colonial, desde la noción tua anapucha karákatecha, remiten a la tradición prehispánica trasmitida de generación en generación, con cambios y adaptaciones. Aunando la noción de ionki anapu karákatecha muestra que hubo continuidad en la trasmisión de documentos y que no son invenciones como algunos autores plantean, por el contrario, confirman que son documentos de larga tradición, memorias dinámicas y registros propios elaborados por los cararicha desde tua ueratini, la época prehispánica, y copiados en el período virreinal, por ejemplo, los lienzos pictográficos de Carapan,21 Comachuen22 y Nahuatzen.23

K’UIRAKUA

El caso particular del Lienzo de Comachuen, nombrado por los pobladores de la localidad k’uirakua, resulta interesante ya que el significado petate nos lleva a comprender el carácter simbólico que poseen los documentos antiguos entre los p’urhépecha. El vocablo k’uirakua proviene de la raíz k’ui que significa ‘duerme’ o ‘dormir’, del verbo k’uini, el morfema ra de trayectoria indiaca el lugar y el sufijo sustantivador kua señala que se trata de una cosa u objeto utilizado para acostarse a dormir. Hemos señalado en nuestro estudio anterior que el Lienzo de Comachuen, por sus dimensiones de tamaño, debía ser tendido para visibilizar su contenido y la acción de colocar sobre el piso u otros objetos es la denominación de k’uirakua. 24 Este lienzo comprendido desde la noción k’uirakua se interpreta como la base territorial del pueblo que transitó de prehispánico a colonial, como resultado de las congregaciones serranas.

En el contexto michoacano k’uirakua, desde la antigüedad, ha tenido múltiples usos que se relacionan, por un lado, con lo doméstico y por otro, con lo ceremonial. En este último, el petate se utiliza como base en distintas ceremonias o ritos que se practican en las festividades, por ejemplo, para los santos patronos o para celebrar compadrazgos y matrimonios.25 Así, k’uirakua es la superficie de los espacios sagrados del territorio y asiento para las autoridades locales, es la representación del señorío prehispánico y del espacio territorial antiguo. Observamos también que el petate en otras culturas posee varios simbolismos y se relaciona principalmente con el poder. De acuerdo con Enrique Vela, que retoma a Leonardo López Luján y Guilhem Olivares, “in pétlatl, in inicpalli”, la estera y el trono, expresan en lengua náhuatl la idea de poder político y autoridad. La estera, en particular, es el símbolo mesoamericano por excelencia de la nobleza, dado que solía servir de base al trono de los soberanos.26 Sebastián Van Doesburg también identifica que las sociedades mixteca y chochana utilizan las palabras yuhuitayu y ñiñasitnau para referirse al petate y al asiento como organización sociopolítica, reinos gobernados por una pareja de gobernantes hereditarios.27

El Lienzo de Comachuen comprendido como k’uirakua posee el carácter simbólico de poder político y autoridad territorial, pues la pictografía de Comachuen aún es vista como un documento que otorga estatus político y capacidad de gestión. Además, es de carácter exclusivo, pues es resguardado únicamente por la autoridad agraria local (Representante de Bienes Comunales) y solo las exautoridades (exrepresentante de Bienes Comunales, exjueces locales, exjefes de comunidad y ancianos), tienes acceso a él. La experiencia en cargos y servicios, más el conocimiento del territorio y el dominio del contenido del lienzo, les otorga dicha facultad. Es así que, la k’uirakua de Comachuen representa estatus político y territorial frente a los pueblos vecinos y autoridades.

ECHERI MÍNDAKUA

Echeri míndakua es una de las nociones más importantes para las comunidades indígenas de la Sierra P’urhépecha debido a que implica la heredad y asignación de la tierra. De acuerdo con la tradición oral y con el texto Relación de Pátzcuaro del jesuita Ramírez (1585), parajpentu, el mundo terrenal, fue creado por orden divino, asignándose por mandato de los dioses, al irecha el poder político y la facultad de conquistar las tierras en representación de Curicaueri. 28 El carácter sagrado de parajpentu llevó a los conquistadores y fundadores de iretecha, pueblos, míndani a los pobladores los espacios físicos y simbólicos para varios propósitos, entre ellos, edificar los cutáoecha, templos, las cementeras, las casas-habitación y cimentar la irechekua, es decir, la unidad de los pueblos bajo un solo territorio.

Según la opinión de Moisés Franco, durante la época prehispánica, la tierra fue conquistada por los antiguos p’urhépecha mediante la intervención militar y sin violencia, debido a que no había ocupantes. El hecho de convertirse en posesionarios y dueños de las tierras constituía la propiedad integral y con ello la facultad de heredar a sus descendientes.29 Los títulos primordiales de la Sierra P’urhépecha muestran que las tierras, durante el período prehispánico, fueron conquistadas por los caciques locales quienes tomaron posesión de las mismas y, más tarde, las heredaron a sus descendientes. En este sentido, para las comunidades de la Sierra P’urhépecha, los títulos primordiales documentan la echeri míndakua, la asignación de tierras por parte de los acheecha, señores principales.

El vocablo echeri significa ‘tierra’ y míndakua ‘asignación’, por lo que conjugados conciernen a la asignación de tierras. Con el Vocabulario de la lengua de Mechoacan documentamos que las palabras: Minda equivale a ‘dedicar’, Mindasquareni ‘tener memoria local’, Minda hatzini ‘poner señal’ y Mindahpeni ‘señalar para otros’.30 Este conjunto de vocablos constituyen un campo semántico que refieren ofrecer, designar, conocer, marcar y asignar. Por lo tanto, mínda jatsini y míndajpeni corresponden a la asignación de tierras. Los títulos primordiales de nuestra región de estudio hacen énfasis en míndakua, el carácter de asignación de tierras y, a su vez, en jamékuecha, los linderos, que son otros de los elementos fundamentales para la compresión de la asignación y delimitación de las tierras; mínda jatsini conlleva poner señal y míndaskuerini tener memoria en torno a la asignación y delimitación de la tierra. El concepto de echeri, entre los p’urhépecha, es interesante porque se emplea para nombrar y definir diversas unidades y entidades, por ejemplo, se utiliza para referirse a la tierra como a una región, un territorio, una parcela, una porción de suelo, e incluso, al suelo en condición de polvo (t’upuri). En este sentido, echeri es una unidad total que, a su vez, conlleva unidades específicas que estarán delimitadas por sus usos, apropiaciones y prácticas.31 Tal como echeri nana uarhiri, las tierras propiedad de la virgen, juata uirisï, el cerro de la virgen, nana uarhiu, parajes de la virgen y echari ireteri, tierras del pueblo. Echeri es el espacio irerakua donde el ireri asienta la ireta y la ireta o iretecha al irecha, y el irecha al irechekua. Una secuencia de hechos que desde los sitios de fundación configuró el territorio.

El pensamiento antiguo de los p’urhépecha señala que la tierra era de Curicaueri y de los pobladores posesionarios, a excepción del Irecha y de algunos principales cercanos a él, de manera que, al conquistar las tierras, se elegían los lugares de asentamiento y se organizaban de acuerdo con los modelos que disponía el irecha, es decir, se dividían las áreas funcionales para habitar y cultivar. Los estudios arqueológicos señalan que los pobladores antiguos seleccionaban los sitios de acuerdo con la organización funcional y social. Los espacios eran acondicionados, tanto en las zonas residenciales como en las cultivables se destinaban sitios sagrados para la realización de actividades colectivas, rituales y ceremoniales, también se construían terrazas, calzadas, caminos y sementeras.32 De acuerdo con las narrativas de los títulos primordiales las tierras eran tomadas en posesión a través del irecha y de los señores principales, fundándose los iretecha en sitios estratégicos y la tierra era dividida en: echeri Curicaveri, echeri irecheri, echeri acheecheri, echeri ireteri, echeri irekakua, echeri tsíri jatsikua o echeri juskata jatsikua. El echeri Curicaveri, era la tierra conquistada y los sitios destinados para las ceremonias y rituales, en tanto que, echeri irecheri solían ser las zonas para el cultivo y para la habitación. Las tierras de los principales eran áreas privilegiadas, mientras que echeri tsíri jatsikua eran y son los taretecha consignadas específicamente para el cultivo de maíz y frijol, estas podían pertenecer al irecha, a los acha o/y al común del pueblo. En nuestra interpretación, echeri irekakua era el conjunto habitacional donde cada poblador establecía el ekuaro. Hoy en día, tanto el tareta y el ekuaro, llamado por algunos sementera o traspatio, siguen vigentes entre los tipos de tierra y formas de organizar el espacio geográfico. Otros sitios que aún permanecen son los inchákurini, que formaban parte del ekuaro y que para los p’urhe son los traspatios, los jankininison zonas periféricas del ireta utilizadas para diversas actividades agrícolas y los ambókuta o xanharucha que facilitan la comunicación y el tránsito de personas y animales.

Moisés Franco señala que los p’urhépecha reconocían la tenencia heterogénea de la tierra y las posesiones las clasificaban de acuerdo con los sujetos. Había principalmente tres tipos de tierras entre los antiguos pobladores: las patrimoniales pertenecientes al irecha y a los nobles, las de uso fiscal y las del común.33 Pedro Carrasco y Ulises Beltrán afirman que las tierras eran cultivadas para el uso propio y para el irecha, las sementeras para gastos militares, para el cacique local, para los distintos oficiales del señorío, para las ofrendas a Curicaveri y para el tributo.34 Durante la época colonial, en la refundación de los pueblos, siguió vigente la idea de que las tierras reasignadas pertenecían a la divinidad, con la salvedad de que ahora recaían en los santos patronos bajo los cuales se refundaron los pueblos y la propiedad comunal. Observamos que a finales del siglo XVI y, principalmente, durante el XVII, los pueblos hospitales de la Sierra P’urhépecha, de los partidos de Sevina y Aranza, habían sido dotados de tierras y ganado para el beneficio de los mismos.35 Llama la atención que las tierras de los hospitales fueron encomendadas a la virgen de la Inmaculada Concepción, llamada en la Sierra P’urhépecha, míndakata nana uarhiri y considerada como la legítima dueña de las tierras del pueblo. Esto llevó a los habitantes de cada pueblo a continuar con la idea prehispánica de asignar las tierras, los cerros y los parajes a las divinidades, en este caso, a la virgen. La tierra es de uso exclusivo para las festividades religiosas, pero aún es interpretada la virgen como garante del territorio, el cual está repleto de simbolismos, concepción de espacios, apropiaciones, disputas y defensas.36

En la actualidad se puede constatar que, en muchas de las comunidades, las tierras aún se encuentran en beneficio del santo patrono y de la nana uarhi. Por ejemplo, en las comunidades de Arantepacua y Quinceo, la virgen de la Natividad y María Magdalena, en carácter de santos patronos, son dueñas de tierras trabajadas por los miembros del sistema de cargos religiosos, entre ellos los kénhi y los priosti, para la realización de las celebraciones marianas. Sin embargo, en otras comunidades, como en Comachuen, las tierras de la virgen han sido apropiadas o compradas por los propios comuneros, manteniéndose únicamente el nombre de nana uarhiu, es decir, propiedades de la virgen. La expresión echeri míntakua aún se emplea para la asignación de tierras, por ejemplo, cuando un padre de familia hereda las tierras a los miembros de su familia utiliza la frase echerinsïni míntasïaka, tal acto representa, con la anuencia de la nana uarhi o del santo patrono, echeri míndakua, la asignación de la tierra.

ATÁNSKATECHA

Otro concepto clave que utilizan las comunidades de la Sierra P’urhépecha para referir a los títulos primordiales, pero específicamente a los documentos pictográficos y mixtos, es el vocablo atánskatecha. Atánskatecha es el plural de atánskata y significa ‘pintados’, en este caso particular se remite a los documentos pictográficos, pues la raíz ata expresa el proceso de pintar. El concepto atánskata también nos lleva hablar del atari y del carari que se traducen comúnmente como ‘escribanos’, pero de acuerdo con los escritos del siglo XVI, el término carari significa ‘pintor’ y ‘labrandero’, esto quiere decir que desarrollaba múltiples actividades, entre ellas pintar y tejer.37 Además, el vocablo vzquarequa vni nos permite pensar que en la época prehispánica existió la especialización de labrar imágenes de pluma, estrechamente ligada a la actividad del carari. 38 En la actualidad, los p’urhépecha utilizan los verbos caráni y atantani, escribir y pintar, pero de manera disociada, pues de acuerdo con los registros documentales, durante la época prehispánica, el verbo carani se entendía en un solo sentido: escribir y pintar. Es posible que durante el período colonial se haya comenzado a diferenciar. De igual manera, el vocablo atantani nos explica que había expertos atánsticha o ataricha, pintores, documentado en los diccionarios del siglo XVI como atari, pintor, el mismo especialista llamado carari. Otros datos interesantes que nos muestra el Vocabulario en lengua de Mechoacan se trata de dos sustantivos: atacata y caracata, ambos significan ‘pintada cosa’, en alusión a las pinturas antiguas.39 Tanto los vocablos atacata y caracata como los atánsti, atari y carari, remiten a los documentos pintados por los antiguos especialistas p’urhépecha. En el caso de los primeros vocablos, a raíz de los cambios lingüísticos, ahora se utilizan de manera disociadas para referir, por un lado, a la pintura y, por otro, a la escritura. Los segundos vocablos, igualmente sufrieron diferenciaciones, entre pintor, cazador y escritor.

En nuestra indagación hemos encontrado otros vocablos p’urhépecha que ayudan a comprender el tema de la escritura pintada y se trata de los siguientes vocablos: karámukukata, karáparakukata y atámukunskata. Pues resulta que la raíz verbal kara, de las dos primeras expresiones, se refiere al proceso de escribir que hemos señalado con el verbo karani, mientras que la raíz atá remite a la acción de pintar. Ambas infieren que la tradición escritural pintada sigue presente, pero ahora, de acuerdo con los morfemas mu y para en textiles y en barro, ejecutados por los hoy llamados úparakuticha o úrica, traducidos comúnmente como artesanos. Una evidencia más reveladora de la continuidad de la escritura antigua se encuentra en el nombre de una faja llamada karakata, que sigue utilizándose para representar interesantes figuras iconográficas como parte del atuendo de las mujeres p’urhépecha, confeccionada en telar de cintura en distintos colores. Estos ejemplos sugieren que el sistema de escritura antigua: pintar, escribir y escribir tejer, han tenido continuidad.

ERÁNHIKUA P’ITÁKATECHA

Otro concepto interesante que permite comprender los documentos de los pueblos indígenas coloniales también se encuentra en el Vocabulario en lengua de Mechoacan, ahora me refiero a erangaqua ataqua, cuyo significado nos aporta mayor información sobre la elaboración de documentos pictográficos en los pueblos indígenas. Erangaqua ataqua se define como pintura, al igual que atánskata, mencionado anteriormente. Observamos también que, el vocablo erangaqua o eránhikua, con el sistema escritural contemporáneo, se utiliza en el habla cotidiano para definir la noción de muestra o modelo. Nociones que plantean el uso de pinturas como modelos o muestras para generar otras, llamadas eránhikua p’itákatecha. En particular, eránhikua, de la raíz erá, expresa ‘ver’ u ‘observar’ y nhi, morfema de lugar, del que se toma referencia, y juntos con el kua sustantivador expresan documento modelo. Se comprende que eránhikua es una muestra o modelo utilizado como base para generar otro documento pictográfico o alfabético y, p’itákata, como el complemento de la expresión anterior y clasifica el documento como modelo, dado que la raíz p’itá significa ‘saca’ o ‘sacar’, verbalizado, y el morfema kata, de tiempo, aglutina la noción de haber sido sacado. De tal manera, eránhikua p’itákata alude a los documentos elaborados mediante modelos, y visto desde los pobladores de la Sierra P’urhépecha, son aquellos documentos antiguos reproducidos de otros anteriores; por consiguiente, podemos confirmar que los títulos primordiales, alfabéticos y pictográficos, por tradición eran y han sido copiados de otros documentos en distintos años por los cacaricha.

Cristina Monzón, Hans Roskamp y Benedict Warren al estudiar el Códice Caltzin identifican que el documento en lengua p’urhé es nombrado erangaqua, es decir, imagen. Sin duda el vocablo erangaqua, escritura del siglo XVI, se trata del mismo vocablo que aquí citamos como eránhikua, en escritura contemporánea y solamente con cambio vocálico, pero con el mismo significado (muestra o modelo). Los autores citados refieren que “Con la llegada de los españoles y la difusión de la grafía entre los indígenas, la sociedad nativa se encuentra entre dos formas de representación de la lengua: a) la propia, para cuyos documentos utilizan el término de erangaqua que el Diccionario Grande (1991) traduce como “Ymagen, o dechado”, y b) el préstamo de pintura, pindura, vintura, bintura para referirse a los manuscritos en letra latina. La interpretación de pintura como documento manuscrito sugiere que el carari, al escuchar a los españoles referirse a los escritos indígenas (lienzos o códices) como pintura, infiere que es el sustantivo español para un documento español”.40

Sabemos que entre los p’urhépecha no hay un solo vocablo que defina el concepto de códice, título primordial o título virreinal. Como se ha señalado desde el inicio, las comunidades indígenas suelen llamarlos de distintas maneras y una de las primeras que adoptaron en lengua castellana fue la de pintura, en alusión a erangaqua o eránhikua, luego la de mapa y más tarde la de título. Actualmente, las artesanas que se dedican al telar de cintura, bordado y costura, ocupan el vocablo eránhikua p’itani y el uso de muestras o modelos para reproducir otros ejemplares. Es posible que esta tradición sea parte de las reminiscencias de las pinturas y documentos antiguos del pueblo p’urhépecha. En suma, eránhikua p’itákatecha es una noción que ayuda a comprender el origen de los documentos pictográficos y alfabéticos, es una tradición que ha pasado de generación en generación y muestra de ello son los lienzos de Carapan, Comachuen y Nahuatzen, que pertenecen al género documental de los títulos primordiales, elaborados por los kararicha bajo otros eránhikuecha.

KUIRÚTSIKATECHA

Kuirútsikatecha o kuirútsikata en singular, es una de las otras acepciones utilizadas en las comunidades p’urhépecha para nombrar a los documentos antiguos. Al igual que el vocablo atánskata se constituye en el mismo campo semántico para designar exclusivamente a los documentos pictográficos antiguos. En este caso, kuirútsikata significa ‘trazo’ o ‘trazado’, que posiblemente sea el equivalente al concepto de mapa. Por ejemplo, el Lienzo de Comachuen, desde la época colonial, en lengua castellana es nombrado como mapa pintura y en lengua p’urhé k’uirakua. El término de mapa fue apropiado por los p’urhépecha para referir a los documentos pictográficos debido a que en estos se hace énfasis a los trazos poligonales de los territorios indígenas, pero manteniendo los nombres propios desde la lengua, como el caso del concepto kuirútsikata o kuirútsikatecha.

El uso de la noción kuirútsikatecha se puede encontrar en la Relación de Michoacán en “cómo Taríacuri mostró a sus sobrinos e hijo la manera que habían de tener en guerra y cómo les señaló tres señoríos y cómo destruyeron el pueblo a aquel señor llamado Huiuacha”.41 En este pasaje, Taríacuri, mediante trazos sobre el piso, como un croquis, indicó los lugares estratégicos que favorecerían la intervención militar y conquistar al pueblo del señor Hiuacha Zirapen. También, dibujó caminos y montañas para mostrar la región de dicho núcleo de población. Esta evidencia documental permite dilucidar que, desde la época prehispánica, los señores principales elaboraban mapas para ubicar lugares estratégicos y para demostrar sitios o regiones geográficas clave. Las pictografías tienen la misma lógica, por ejemplo, el Lienzo de Comachuen, llamado mapa, el Lienzo de Nahuatzen y el Lienzo de Carapan, muestran caminos, cerros, sitios, parajes y la delimitación poligonal de los territorios. Hoy en día, los títulos alfabéticos aún suelen ser narrados señalándose los límites territoriales sobre la superficie de la tierra o en otro tipo de soporte para ilustrar a detalle los sitios y lugares. Dicha práctica nos lleva confirmar que desde la época prehispánica kuirútsini ha sido un recurso importante para establecer límites, sitios y parajes, y para la organización de los asentamientos prehispánicos, pues los estudios arqueológicos demuestran que los sitios de población fueron planificados y organizados con el objetivo de vivir juntos.

KARÁNSKATA P’ITÁKATA

Otra noción utilizada por los pobladores de las comunidades indígenas de la Sierra para definir sus documentos, es karánskata p’itákata, cuyo significado es ‘escritos trasuntos’. Karánskata deriva del sustantivo karákata que equivale a escrito y el morfema de tiempo kata explica que se trata de un transcrito que conjugado con el vocablo p’itakata revela que son escritos alfabéticos sacados de otros documentos. El uso de la noción de karánskata p’itákata, permite comprender que los pueblos indígenas, en años sucesivos, a través de los cararicha o escribanos copiaban los textos alfabéticos. Además, da cuenta de que los escritos antiguos fueron traducidos de una lengua a otra, es decir, del tarasco al español, como ocurrió con los títulos primordiales de la Sierra P’urhépecha, en específico el de Arantepacua, cuya traducción se realizó el 3 de mayo de 1776. De igual manera, karánskata p’itákata indica que los documentos antiguos, al momento de ser copiados, fueron actualizados, en nuevo papel y de manuscrito a letra de molde, de ahí que la mayoría de los títulos ya presentan grafías mecanografiadas. Por ejemplo, en el título primordial de Turicuaro, el 18 de enero de 1772, las autoridades del lugar al solicitar una copia fiel, señalaron que la letra antigua no era legible y que “buscaban poder entender mucho mejor su contenido”.42

En este sentido, karánskata p’itákata indica la continuidad de los títulos primordiales a través de los trasuntos elaborados por los escribanos, también representó y aún representa la paulatina actualización de los títulos mediante copias certificadas y notariadas. A su vez, las distintas copias son resultado de varios procesos agrarios realizados por las comunidades en diferentes años. Sin embargo, por los sucesivos trasuntos, perdieron glosas en p’urhépecha, imágenes, anexos, mapas, como los mismos documentos originales manuscritos, por lo que ignoramos, en varios de los casos, el tipo de papel del original, el número de escribanos que intervinieron en la redacción, el tipo de escritura p’urhépecha y/o castellano, los sistemas ortográficos del período, signos, rúbricas y dibujos.

MIEKUECHA

El vocablo miekua o miekuecha (plural) también es muy utilizado en las comunidades indígenas de la Sierra P’urhépecha para evocar al pasado de los pueblos y del territorio. Miekua significa ‘memoria’ y miekuecha ‘memorias’. No obstante, miekua también expresa razonamiento, uso de razón y recuerdo, de modo que dicho concepto resulta importante no solo para las comunidades, sino también para la comprensión del pasado histórico y territorial de los pueblos. La memoria oral y escrita en los títulos primordiales señala que las tierras comunales, desde la época prehispánica, fueron conquistadas y delimitadas mediante parajes, sitios y linderos, e infieren que desde tiempo inmemorial fueron heredadas.

Las memorias orales fueron materializadas por los cacaricha en documentos alfabéticos y pictográficos, acentuando la visión del pasado prehispánico, la conquista del territorio por los indígenas, la fundación de señoríos y los acontecimientos en torno a la conquista y evangelización española, la refundación como resultado de las congregaciones, así como la nueva delimitación y asignación de tierras. En este sentido, los títulos primordiales para las comunidades indígenas fueron y son las primeras memorias escritas y pintadas que han sido transmitidas de generación en generación. La memoria y el territorio se entienden como míntakua juchari echeri, que constituye el soporte material, echerindu irekani, el lugar donde se vive o se asienta la casa, es el espacio físico y simbólico. El conocimiento del pasado histórico y geográfico reside en la memoria colectiva, abreviado de la trasmisión oral. El espacio territorial colectivo se trasmite a través de varios mecanismos, entre ellos: apropiación, uso, resignificación, legitimación, recorridos a los puntos colindantes, reconocimiento de linderos, etc. El territorio histórico se remite a las tierras heredadas por los tua anapucha, tua ueratini, por los antiguos, desde la época prehispánica.

Retomando la noción de miekua, de acuerdo con las narrativas de los títulos primordiales de la Sierra P’urhépecha, los primeros pobladores fueron guerreros cazadores. Seguramente, al igual que los chichimecas Uacúsecha, llegaron del norte de Michoacán a poblar la región serrana.43 Desafortunadamente, para el caso de esta área, hasta el momento en los textos indígenas no se han encontrado registros que den cuenta de la procedencia y de los linajes que se establecieron, pero es posible que algunos de los grupos señalados en la Relación de Michoacán: Enéami, Çacápuhireti y Vanácaze, hayan sido los primeros que poblaron la zona. Aunque no se sabe a ciencia cierta quiénes eran los Enéami y los Vanácaze, en cambio el nombre de Çacápuhireti se puede descifrar por Tzacapu ireti, el pueblo de piedra, que de acuerdo con la RM es apellido de los antiguos pobladores y en donde se asentaron los Uacúsecha, llamado también Çacápo tecánendan, piso de piedra volcánica, en referencia al malpaís.44

Otros linajes que se mencionan en la RM son Apáricha, Hapáricha, Cuézeecha, Escomaecha, Huréndetiecha, Ocúmuecha, Vétamaecha y Zizánbanecha, pero resulta difícil asociarlos con los pobladores antiguos de la sierra.45 Hasta donde se conoce, muchos de los linajes a través de matrimonios, alianzas militares y conquistas se relacionaron entre sí. En el caso de los pueblos de la sierra: Aran (Arantepacua), Cumanche (Comachuen), Toricaro (Turicuaro), Navache (Nahuatzen), Charan (Cherán), Paracho (Paracho),Aranja (Aranza), Pechataro (Pichataro) y Xuina (Sevina), también son identificados como grupos chichimecas, gobernados por los Acha de cada pueblo, quienes posiblemente eran los descendientes de algún linaje de origen chichimeca. En la narrativa oral de las comunidades indígenas de la sierra, aparece comúnmente el nombre de kutsikua arhakucha, que significa ‘orejas partidas’ u ‘orejas horadadas’ que, al parecer, eran las características que poseían los señores principales a quienes se les considera como los primeros pobladores. Se tiene conocimiento que dicho nombre perteneció a un grupo humano de la región, asentados en diferentes sitios. Es posible que dicho grupo constituyera uno de los señoríos más importantes de la sierra, pues el nombre de Arati de Ara[n]ti, que también significa ‘oreja partida’ u ‘oreja horadada’, se encuentra en el título primordial de Arantepacua. Tomando en cuenta las historias orales locales de Angahuan, Arantepecua y Comachuen, comunidades de la sierra, remiten que los kutsikua arhakucha fueron los primeros pobladores, aunque no se recuerda el nombre específico de dicho grupo, se asocian los restos antiguos de yacatecha con este.

Las narraciones de los títulos primordiales plantean que los primeros fundadores, p’urhékuti kakapeticha, guerreros conquistadores, erigieron pequeños asentamientos sobre las faldas de los cerros en donde edificaron yacatecha como centros ceremoniales y religiosos. Al parecer, las primeras fundaciones de los iretecha, pueblos, se establecieron de forma independiente con el principio de irekani, vivir, del que derivan los nombres de irerahpeni, asentar los pueblos, irenhurini, morar juntos, ireri, el que vive e irecha, señor que vive en casa o señor de la casa o pueblo.

En los documentos pictográficos de la sierra, los principales fundadores comúnmente se representan con pelo largo, rapados de los lados y se observan utilizando t’ipichukuecha, comúnmente conocidos como taparrabos, como parte de sus vestimentas. Además, ocupaban pipas grandes para fumar tabaco en actos ceremoniales y para representar el carácter de principales y sacerdotes. En los sitios fundados suelen mostrarse sentados en tepáramakuecha o tronos que simbolizan el poder político, militar y religioso. Son nombrados irecha porque fueron los fundadores y cabeza del ireta, no con el mismo significado que posee el irecha del irechequa quien gobernó a los iretecha constituidos en un solo territorio. Irecha, se entiende como el señor de la casa, la primera cabeza de la casa y del pueblo, pero desde la visión general como la cabeza del irechequa, del conjunto de pueblos. Ireta se compone de dos palabras: ire, del verbo irekani, ‘vivir’, y ta, ‘casa’, por lo que ireta significa ‘vivir en casa’ o morar en una edificación de material (madera, piedra, etc.). En otros casos, los señores principales son nombrados como tuati, queri uri y Chapetsi, este último, Chape[n]tsi por el tipo de corte de pelo que solían tener para distinguirse como principales, tuati en calidad de persona antigua y queri uri como el gran hacedor. Hoy, en la tradición p’urhé, a aquellas personas que adquieren rango de importancia en los cargos del ireta se conocen por Acha (señor principal), a los que toman un cargo de autoridad comunal Jurámiti y a los de solvencia moral y servicio comunal Achamasï. El término Acha es un título que desde la época prehispánica se utilizaba para investir cargo, responsabilidad, estatus político y social dentro del gobierno p’urhé. El título de jurámuti tenía el carácter de mandón, de administrar justicia, de mandar lo conferido; sentenciar, castigar o condenar, pues jurámukua eran los mandamientos juzgados, es decir, del Irecha.

En relación con los principales p’urhékuti kakapeticha, guerreros conquistadores, se documentan portando arcos, flechas y sus carcax puestos sobre las espaldas, principales distintivos que caracterizan a los conquistadores p’urhé, también llamados en los títulos primordiales “rey valiente”, en equivalencia a p’urhékiti, guerrero, o lo que señalan otras fuentes documentales como quanaricha, guerreros valientes. 46 Los guerreros conquistadores poseen antropónimos muy significativos, por ejemplo, Cuacacura, Arati (de Arantepacua), Harame, Cuzma, Tzitzinchani, Phanguaregua, Sinderindi, Endongari (de Pichataro), Chapetsi, Pantotsi, Changapara (de Comachuen) y Cuin Cacahtsi (de Nahuatzen). Dichos nombres se relacionaban con los atributos de los principales guerreros y valientes, por ejemplo, Arati, de Aranti, orejas horadadas, para el uso de orejeras, Harame, abertura en la boca, para el uso del bezote, Phanguaregua de Phunguarecua, penacho de plumas y Changapara, espalda dura, por el uso de la piel de animal. Otros guerreros aparecen con nombres de Atari queri y Atari guare, en escritura contemporánea k’eri y kuari, en alusión a guerreros mayores, de rango militar y guerreros guardianes.

Por la información de la RM podemos confirmar que los de la sierra eran pueblos guerreros, que desempeñaron un rol importante en las intervenciones militares a lado de los Uacúsecha. Durante el período de Tariacuri, como irecha de los Uacúsecha, varios de los pueblos serranos tenían el papel de aliados militares, por ejemplo, Pichataro y Comachuen, mientras que otros se catalogaban como enemigos. Las alianzas militares propiciaron, en el caso de los Uacúsecha, la conquista de pueblos enemigos y la expansión del señorío y del territorio.47

Es posible que la presencia de los irecha del linaje Uacúsecha, en los títulos primordiales de la sierra, de cuenta sobre la relación militar que se estableció entre los pueblos en diferentes momentos y de la conquista de los pueblos serranos. De ahí que, algunas narrativas de los títulos primordiales expresen que fueron conquistados por Uacus Ticátame, Sicuirancha, Tzintzipantacuare y Xuanqua, principales irecha de estirpe Uacús que gobernaron en diferentes épocas. Sin embargo, en otros títulos los irecha Uacús y sus conquistas no son mencionadas, por el contrario, se resalta el estatus autónomo. Se enfatiza que los pueblos se fundaron y establecieron como ireta mucho antes que llegaran los Uacús a la sierra, e incluso hacen notar que se trataban de señoríos de importancia ante el auge Uacús. No obstante, de ser pueblos independientes pasaron a pueblos sujetos al señorío Uacúsecha, que administraban el poder político militar desde Erongaricuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan.

Sobre este punto, el título de Arantepacua describe que Uacús Ticatame, convertido en águila, llegó volando a Aran Caracua para conquistar las tierras. La narración evoca dos aspectos muy peculiares, por un lado, Uacús Ticatame con su atavío personifica el águila y el carácter divino, al utilizar insignias como el penacho, vcata tarárenguequa (un tipo de camisa, posiblemente armadura) y brazaletes con plumas de águila denotaban la categoría de Uacúsï. Por otro lado, con bezote y collar de oro, simboliza al señor principal, en condición de irecha Uacús.

En el corpus documental de Carapan, existe un documento escrito en lengua tarasca conservado en Tulane donde un fragmento del texto expresa “[…] hiniqui huriata ue[r]o haca, hini yshuti yrecha uacus hahchurini uehenani ys uanapandicumani, hini nia[raras]ti y haramo caraqui ca hima cuiripu uquarentsitini […] allí donde sale el sol, de allí viene el rey águila empezó por el pie del cerro y por la orilla caminó hasta llegar a la cueva (¿o lugar donde hay letras?), allí la gente se hace o viste […]”.48 Nuestra interpretación sugiere que el rey águila surge o viene del oriente, de donde sale el sol con pujanza para dirigirse primero hacia el pie de los cerros y luego hacia la cima de una cueva, cuiripu uquarentsitini, transfigurado en humano, donde se le dota de insignias de irecha. Este acto simbólico, remite el carácter divino y la condición de señor principal.49

No obstante, en otros títulos primordiales de la sierra no hay evidencia significativa de los descendientes Uacús, pues se registran apelativos de Chenterezt, Cepicua, Chenguencha, Cuerundra, Xurio, Quanguatzi, Ucuri, Atzquiri, Xhamondaque, Quezcu, Zunqui, Cuini, Zurequi y, en algunos más, Tzintzun, apelativo común para la región lacustre. Sugerimos que a consecuencia de la evangelización o por la poca presencia entre las familias nobles se perdieran. Aunque en la narrativa oral de las comunidades es muy común el uso de la expresión kárapuni, volar como ave, en los contextos de correr y venir pronto, pues el morfema pu, de trayectoria, indica que viene. Esto nos lleva a plantear que las frases “[…] cuando vino el rey Uacus ticarame [sic], que vino volando, por la orila […] ys uanapandicumani, hini nia [raras] ti […]” representen el poco tiempo, que conquistó los pueblos juataru anapuchani.

UARÍPITARAKUECHA KA KUÁPITARAKURHIKUECHA

Otros conceptos utilizados por las comunidades indígenas de la Sierra P’urhépecha tienen que ver con el uso de los títulos primordiales, es el caso de uarípitarakuecha (en plural) o uarípitarakua y kuápitarakurhikuecha, que significan instrumentos para luchar y defender el territorio. En los contextos de litigio, toman el carácter de armas frente a otras comunidades y particulares. Por consiguiente, el uso de los títulos primordiales, desde la noción de uarípitarakuecha, se configuran como herramientas para la lucha agraria en los ámbitos local, intracomunitaria y en las dimensiones jurídicas.

En el terreno jurídico, desde el siglo XVII, los títulos primordiales, han sido utilizados para la protección de las tierras frente a comunidades vecinas, de españoles y de particulares. En las postrimerías del XVIII y principios del XIX, se convirtieron en referentes para los procesos de composición, restitución y titulación de tierras comunales. Las comunidades indígenas, al resguardar los títulos celosamente en sus archivos locales y, en muchas ocasiones, restringiendo el acceso a los propios como a los extraños, se aseguraban de preservar el último recurso documental para defender y mantener las tierras comunales. En ese sentido, para los comuneros de la Sierra P’urhépecha, los títulos primordiales representan kuápitarakurhikuecha, pues a través de ellos custodian, resguardan, amparan, conservan y aprovechan las tierras comunales. En los títulos primordiales se hace énfasis en la protección de las tierras, por ejemplo, en el título de Arantepacua se menciona “[…] que ninguna persona si tome aquella tierra, queriéndola tener por hallada […] para que ninguna persona moleste a mis hermanos ni descendientes, quizá alguna quiera quitarles las tierras con mentira […] siempre guardareis las tierras cuantas veces aquí en Arantepacua nadie os la tocará la tierra, es nuestra, nosotros la poseemos los reyes […] nunca dejen perderla tierra y nadie se los pepene […]”.50 Como vemos, las evidencias hacen hincapié en la protección de las tierras, por lo que, para los miembros de las comunidades, será imperativo el resguardo de estas.

El título de Turicuaro también insiste en la protección de las tierras: “[…] tengan especial cuidado desde ahora para siempre entre los indios de ellas en toda las tierras y sitios que dejaren que por la congregación hubiese dejado o dejare, según como actualmente estuviese en el uso y posesión de ellas, y no consienten que españoles que ni otras personas de ningún estado y calidad los tome ni ocupe de ningún efecto, ni que por mandamiento acordados de pretensión […] así mismo no consienten que españoles ni otras personas las compren en mucho ni poca cantidad […]”.51 Estos mandatos, desde los conceptos de uarípitarakuecha y kuápitarakurhikuecha recobran sentido, pues la protección, cuidado y lucha como principios, garantizó a los pueblos indígenas conservar sus tierras ante las distintas disputas y políticas en materia agraria.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Los títulos primordiales desde la visión de las comunidades indígenas de la sierra p’urhé son: k’uirakua, bases territoriales; echiri míntakua, asignación de tierras por parte de los Achaecha; atánskatecha, escritos pintados; eránhikua p’itákatecha, modelos de escritura; kuirútsikatecha, límites, sitios y parajes; karánskata p’itákatecha, traducciones, renovaciones y copias; miekuecha, memorias del período prehispánico y colonial; y uarípitarakuecha, instrumentos para defensa y lucha por la tierra. Si bien son enmarcados en la noción de tua ka ionki anapu karákatecha con equivalencia en escritos antiguos, lo que realmente resalta es el concepto caracata (escritura del siglo XVI), que implica el reconocimiento de la existencia de documentos pintados, tejidos y dibujados, y que, a partir de la época colonial, fueron considerados los lienzos y los escritos en papel europeo. La categoría de caracata sugiere que el sistema de escritura iconográfica continuó en textiles, mientras que en los títulos solo la terminología. La lengua originaria, aún hablada en las comunidades indígenas de la Sierra P’urhé, demuestra que los vocablos que utilizan para señalar las particularidades de los títulos corresponden a un léxico de significados para referir no solo a los títulos primordiales, sino también a las prendas bordadas y tejidas, así como a las distintas piezas de barro pintadas. La particularidad de la terminología radica en que hace énfasis en la continuidad del sistema de escritura iconográfica, pero sin dar cuenta de los tipos de soporte. En futuras investigaciones habrá que profundizar y sistematizar la escritura en imágenes aún presente en los bordados y textiles, así como esbozar los posibles soportes, que es otro de los aspectos que conlleva ciertas implicaciones que aquí no desarrollamos. El conjunto de vocablos analizados, algunos registrados y otros no en los diccionarios del siglo XVI, permanecen vigentes y se transmiten a las nuevas generaciones, pero ahora disociados.

El análisis lingüístico e histórico de los términos revela y confirma lo que han concluido los especialistas en el tema: los títulos son visiones propias y memorias en torno al pasado prehispánico y colonial. Enfatizan también que son documentos de larga tradición y que han sido trasferidos entre las autoridades locales. Asimismo, coinciden que los títulos son registros del territorio y de la asignación de tierras por parte de losAchaecha. Finalmente, documentan la herencia de la tierra desde la época prehispánica y durante la época colonial.

Pero en la Sierra Púrhépecha los títulos primordiales, comprendidos desde la noción de echeri míntakua, implican la ireraperakua: a) preceptos para la posesión de las tierras y el establecimiento del ireta, pueblo; b) faculta la acción de irekani, vivir y establecer la casa, ireekuni, vivir dentro del territorio. En este sentido, los títulos son jurámukukatecha, mandatos para vivir, proteger y vigilar la tierra. Por tal razón, en la actualidad, las comunidades indígenas aún los utilizan para la protección de las tierras comunales en los contextos de litigio o invasión. En los últimos años, han sido empleados para los procedimientos de confirmación y titulación de tierras comunales y de acuerdos agrarios. Recientemente, considerados referentes fundamentales para la reivindicación de la memoria histórica y territorial en el marco de los procesos de autonomía.

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Notas

*El presente artículo fue posible gracias a la beca CONACYT 2020-2021. Estancias posdoctorales por México Modalidad 4. Estancia para la conformación de Núcleos de Investigación Indígena. Modalidad segundo año de continuidad. Estancia Posdoctoral de Incidencia. Aplicada en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

12La polémica en torno a los títulos primordiales se analiza en SEBASTÍAN, “Memoria y territorio en la Sierra P’urhépecha”, pp. 10-26.

16La Sierra P’urhépecha es una unidad cultural regional cohesionada por la lengua y el territorio, y forma parte de tres regiones geográficas: Lago, Ciénega y Cañada, que constituyen al pueblo P’urhépecha, pero diferenciadas por los propios rasgos culturales: habla, música, vestimenta y trabajo artesanal. La sierra se caracteriza por los ricos bosques y el clima frío, por las grandes cimas volcánicas y por el mayor número de población p’urhépecha.

17Para documentar los vocablos p’urhépecha utilizamos la variante regional de Comachuen y el sistema gráfico de acuerdo con el alfabeto propuesto por el Departamento de Idiomas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En cambio, para los vocablos del siglo XVI, se escriben de acuerdo con el mismo sistema escritural de la época.

18Se utilizan los vocablos p’urhépecha y p’urhé para definir al grupo cultura y al idioma, dado que tienen el mismo significado.

20Uno de los temas más discutidos entre los estudiosos de los títulos primordiales, tiene que ver con los años de elaboración, pues aparecen fechas tempranas de la época colonial, e incluso anterior a la conquista española. Para los historiadores, las imprecisiones cronológicas y las variaciones contenidas en los títulos, indican que los indígenas intentaban dar la impresión de que eran muy antiguos y elaborados, o avalados, por personajes importantes de la administración colonial. Otros autores afirman que los títulos primordiales, visto desde lo jurídico, son falsos, ya que no fueron emitidos por la autoridad colonial y se utilizaron intencionalmente por los indígenas. No obstante, los estudios más recientes replantean algunos de los criterios anteriores y privilegian el valor histórico, como fuentes para el estudio de los pueblos originarios y la visión indígena presente en los mismos. Esta última perspectiva es la que retomo para dar cuenta la importancia de los títulos primordiales como visiones propias de los pueblos y comunidades sobre su pasado histórico: prehispánico y colonial. Sobre ello consúltese: ROSKAMP, “Memoria, identidad y legitimación en los títulos primordiales”, pp. 39-53; WOOD, “El problema de la historicidad de títulos y de códices del grupo Techaloyan”, pp. 167-215.

37Téngase en cuenta la escritura de los vocablos del siglo XVI con la escritura contemporánea: Caranikaráni.

42Archivo General Agrario, Registro Agrario Nacional (en adelante AGN, RAN), Expediente 276. 1/2026, legajos, 1-12.

49Poco se conoce el sentido profundo del nombre Uacúsï. Para los de la Sierra El Águila, se comprende como kuiusï, que quiere decir, de la raíz kui, silbido y del morfema usï, condición o estado, ave rayado de color (café y blanco) que silbetea. El nombre de Uacúsï es una palabra compuesta, de la raíz Ua de Uapa (o uajpa) y el clítico kusï, sustantivador, derivación del vocablo Kuiusï, águila. Por lo que, Uacúsï podría interpretarse como hijo de águila o el que desciende del águila. Si tomamos en cuenta las narraciones de los títulos primordiales que los irecha descienden en forma de águila, recobra sentido la transfiguración de hombre a divinidad, por lo que kuiusï es sagrada y consagra al p’urhé como hijo y el p’urhé al ave como sagrada y mítica.

50AGA, RAN, Expediente, 276. 1/647, f. 408.

51AGA, RAN, Expediente 276. 1/2026, Legajos 1-12.

Recibido: 22 de Marzo de 2022; Aprobado: 16 de Mayo de 2022

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