Masculino de 40 años, quien presentó en 1998, a la edad de 19 años, accidente automovilístico con pérdida del estado de alerta. En el servicio de urgencias se le diagnosticó: contusión cerebral y fractura de la base de la apófisis odontoides, tipo II de Anderson y D’Alonzo, así como fractura bilateral del arco posterior del atlas, tipo B de Jefferson, por lo que se colocó halo cervical con mínima tracción, recuperando la alineación de la odontoides. Se intervino quirúrgicamente por vía posterior, preparando los campos operatorios cervical y para resección de décima costilla bilateral. Se practicaron pequeños trépanos occipitales para pasar alambres, por otra parte se pasaron alambres intralaminares en segunda y tercera vértebras cervicales, fijando la costilla con los mismos tanto a nivel proximal como distal. Se dio de alta a los tres días de postoperatorio asintomático. 20 años después (2018), regresa a consulta asintomático, encontrando a la exploración moderada limitación a la rotación de cuello (60o de forma bilateral). La radiografía muestra las costillas fijas y columna cervical estable.
Entre 10 y 15% de todas las fracturas cervicales corresponden a la apófisis odontoides,1 el traumatismo por accidente de tránsito es la causa más frecuente;2 siendo la flexión el mecanismo más común que produce el daño por desplazamiento anterior de la primera vértebra cervical (C1) sobre la segunda (C2). Se desconoce la frecuencia de accidentes fatales como consecuencia directa de esta lesión, estimándose entre 25 y 40%.3 La evolución del paciente depende en gran parte del diagnóstico precoz, dado que las radiografías anteroposterior y lateral no siempre muestran la fractura. Se requiere la proyección de Ottonelo (con boca abierta) para visualizar la apófisis odontoides, así como la tomografía computarizada para normar conducta.
Actualmente, el manejo quirúrgico es mediante tornillos.4-6 En este paciente se consiguió una excelente fijación permanente a bajo costo mediante la fusión occípito-cervical con autoinjerto de costillas7 con base en el reporte de Sawin8 et al. de 1998 (año en que el paciente presentó la lesión) sobre la buena evolución efectuada en 196 casos, aprovechando la estructura y curvatura de las costillas y la posibilidad de mínimas complicaciones.