Los seres humanos desde pequeños pasan por procesos de socialización y endoculturación por medio de los cuales aprenden los atributos que son propios de su sexo, lo que regula su comportamiento, su autoconcepto y su autoestima (Valdez, Díaz-Loving, & Pérez, 2005). De hecho, en los hombres la autoestima se ha relacionado con estereotipos como la autonomía, la independencia y la competencia, mientras que en las mujeres se ha relacionado con estereotipos como la sensibilidad y el cuidado de los otros (Josephs, Markus, & Tafarodi, 1992).
Los estereotipos, al ser formas generalizadas de percibir a los otros y de encasillarlos dentro de determinadas características, son el sustento de los prejuicios y contribuyen a la división entre los grupos y al mantenimiento del estatus quo (Tajfel & Turner, 1979). A esta manifestación particular de prejuicios específicamente hacia uno o ambos sexos se le denomina sexismo (Luna, 2010). Así, conceptualmente, al sexismo se le define como un prejuicio de carácter ambivalente hacia las personas en función de su sexo (Glick & Fiske, 1996).
Aunque el sexismo hacia las mujeres es el más extendido socialmente y el más perjudicial (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015; Encuesta Nacional sobre Discriminación en México [ENADIS], 2010; Molix, 2014), también se ha incluido a los hombres dentro de la teoría del sexismo, ya que brinda una compresión más completa del fenómeno, pues permite entender las relaciones entre los grupos. De hecho, tanto el sexismo hacia las mujeres como el sexismo hacia los hombres se relacionan con la opresión de las mujeres (Glick et al., 2000).
El término de sexismo hacia los hombres surge para evidenciar creencias y exigencias sociales rígidas que se imponen sobre cómo debería ser un hombre (Glick & Fiske, 1999), de lo que surgen los estudios sobre nuevas masculinidades. Sin embargo, puesto que los hombres como grupo se encuentran en una posición de poder, el sexismo hacia ellos no se puede equiparar al sexismo hacia las mujeres, pues a pesar de las exigencias sociales, los hombres como grupo tienen privilegios y han sido atravesados por experiencias favorecedoras que reflejan las desventajas estructurales y sistemáticas de las mujeres como grupo.
La teoría del Sexismo Ambivalente (Glick & Fiske, 1996) propone que el sexismo tiene dos componentes: el Sexismo Hostil (SH) y el Sexismo Benevolente (SB). El Sexismo Hostil hacia los hombres se refiere a actitudes explícitamente negativas hacia los hombres, por ejemplo, la creencia generalizada de que siempre suelen atacar a las mujeres; mientras que el Sexismo Benevolente hacia los hombres son actitudes que pueden ser consideradas como positivas, pero que reafirman la dependencia sexual y de intimidad de los hombres hacia las mujeres y los sitúan en un papel de protector y proveedor, por ejemplo la creencia de que los hombres deben ponerse en peligro para proteger a las mujeres (Glick & Fiske, 1999). Ambos tipos de sexismo se relacionan con la inequidad entre hombres y mujeres y tienen diversas consecuencias a nivel social e individual.
Cabe señalar que se consideraría sexista a una creencia generalizada, por ejemplo, la creencia de que todos los hombres deberían proveer recursos económicos para la familia, o de que todos los hombres atacan a las mujeres, pero no debe confundirse como sexista a la denuncia de acciones y actitudes que realizan en la práctica algunos hombres, por ejemplo, no sería sexista denunciar o evidenciar agresiones que un hombre tuviera hacia las mujeres, pues la agresión se trataría de un hecho y no de una creencia generalizada producto de los estereotipos.
El sexismo hacia los hombres se sustenta en estereotipos de género rígidos sobre cómo deben comportarse los hombres que los exhortan a mostrar actitudes por un lado de dominio y fortaleza y, por otro lado, los idealiza como protectores y cuidadores de las mujeres (Glick & Fiske, 1999). La cultura, la familia y la sociedad les enseñan que deben comportarse de acuerdo con esos patrones, pero, esos patrones son sexistas.
Por otro lado, el sexismo hacia las mujeres cuenta con estas dos mismas dimensiones: el Sexismo Hostil se refiere a creencias negativas hacia ellas, por ejemplo la creencia de que son manipuladoras y obtienen cosas a través de su sexualidad; mientras que el Sexismo Benevolente se refiere a actitudes supuestamente positivas, pero que en realidad refuerzan la creencia de que su papel es en el campo de lo domestico, por ejemplo, que son buenas cuidadoras y cooperativas (Glick & Fiske, 1999).
Si bien, estos son estereotipos que se pueden llegar a cumplir en ciertas personas, por ejemplo, sí existen hombres que atacan a las mujeres o sí existen mujeres que son buenas cuidadoras, lo perjudicial en estas creencias es la generalización, pues los encasillan dentro de un único rol que está marcado por el prejuicio. Alimentar este tipo de creencias también produce que se generen expectativas específicas y estereotípicas de los hombres y las mujeres y que se castiguen socialmente si no los cumplen (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015). Pues bien, dado el problema social que conlleva el Sexismo Ambivalente, cabe preguntarse cuáles son las variables que lo predicen.
Predictores del Sexismo Ambivalente hacia los Hombres
Los individuos que pertenecen a grupos de alto estatus, como los hombres, tienden a emplear los estereotipos a su favor, por lo que legitiman la inequidad (Brown, 2010). De hecho, en los países donde los hombres asumen actitudes más Sexistas Hostiles hacia las mujeres, a su vez aumentan las actitudes hostiles hacia los hombres, por lo que algunos autores han propuesto que el sexismo hacia los hombres surge como respuesta ante el poder y estatus que la sociedad les ha dado a los varones (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015; Glick & Fiske, 1996; Rodríguez, Lameiras, Carrera, & Faílde, 2009).
Entonces, el prejuicio hacia los hombres, al igual que el prejuicio hacia las mujeres, promueve el poder masculino y le asigna a las mujeres un estatus bajo en la sociedad y en la familia (Chen, Fiske & Lee, 2009). Asimismo, el sexismo hacia los hombres ayuda al mantenimiento de la inequidad y supone una desventaja, tanto para hombres como para mujeres, pues si se alienta a los hombres a tener una autoimagen de protector y cuidador que se sacrifica por el bienestar de los demás, su rol de poder se justifica y contribuye a reforzar el esquema de relación entre los sexos (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015; Rodríguez et al., 2009; Rollero & Fedi, 2012).
Por otra parte, existe una tendencia de los seres humanos a racionalizar el orden social y a percibirlo como algo legítimo y justo (Durante et al., 2013), por ello, algunos grupos privilegiados no perciben su privilegio, mientras que los grupos reprimidos pueden no darse cuenta de su desventaja (O’Brien & Major, 2009). A esta tendencia se le conoce como la Creencia en el Mundo Justo y se refiere a la creencia de que cada uno obtiene lo que merece, es decir que, si una persona se encuentra en una situación privilegiada es porque se lo ha ganado, mientras si alguien se encuentra en desventaja es porque no ha trabajado lo suficiente ni se ha esforzado. Esta creencia se encuentra interiorizada en la mente colectiva de la sociedad porque proporciona un sentido de orden en el mundo (Jost & Hunyady, 2002, 2005).
La Creencia en el Mundo Justo se propone como un predictor del sexismo, ya que se ha mostrado que esta creencia produce que se justifique el estatus quo, que se perciba el cambio social como algo innecesario, que se legitimen las circunstancias negativas de determinados grupos e individuos (Hafer & Olson, 1993) y que se perciba el sistema social de forma más favorable de lo que objetivamente es (Uhlmann, Poehlman, & Bargh, 2009). Por ejemplo, algunos estudios demuestran que los hombres tienen la percepción de merecer más, en comparación con las mujeres (Blanton, George & Crocker, 2001; Bylsma & Major, 1992; Callahan-Levy & Messe, 1979; Jost, 1997; Major, McFarlin & Gagnon, 1984; O’Brien & Major, 2009; Pelham & Hetts, 2001), por lo que este sentido de percepción de justicia influye en su percepción de derecho personal. De hecho, el éxito de una mujer se tiende a atribuir a la suerte, pero, el de los hombres se tiende a atribuir a sus propias habilidades (Swim & Sanna, 1996), por lo que puede percibirse más justo que un hombre tenga éxito y que una mujer fracase, a pesar de que ambos realicen el mismo esfuerzo.
Finalmente, una tercera variable que se propone como predictor del Sexismo Ambivalente hacia los hombres, es el Individualismo-Colectivismo de los individuos, ya que las actitudes hacia los grupos de pertenencia son determinantes para tomar decisiones (Triandis, 1970). El Colectivismo se refiere a la tendencia a considerar a los otros en la toma de decisiones, mientras que el Individualismo se caracteriza por una menor cohesión con los otros miembros del grupo.
Asimismo, estos rasgos tienen dos dimensiones: la Horizontal y la Vertical. La dimensión de Horizontalidad se refiriere a la percepción de los otros de manera equivalente y no jerárquica, mientras que en la dimensión Vertical existe la percepción de superioridad entre los unos y los otros. Estas dos dimensiones interactúan para formar los cuatro rasgos: Individualismo Vertical, Individualismo Horizontal, Colectivismo Vertical y Colectivismo Horizontal (Triandis, 1970; Triandis & Suh, 2002; Triandis & Trafimow, 2001).
Dentro de una misma cultura pueden existir individuos orientados más hacia un rasgo que hacia otro, por lo que estos conceptos pueden ser usados tanto como una dimensión cultural como una dimensión de personalidad (Triandis, 1970; Triandis & Suh, 2002).
Pues bien, existe evidencia que muestra que el Colectivismo, específicamente en su dimensión de Verticalidad se relaciona con el sexismo hacia las mujeres, por lo que puede tener un efecto también en el sexismo hacia los hombres. Asimismo, al Colectivismo se relaciona con el respeto por el estatus quo y con la aceptación de situaciones desfavorables, por lo que sería un legitimador de la situación de desigualdad entre hombres y mujeres (Triandis & Trafimow, 2001). El colectivismo, propicia que se monitoreé el comportamiento de las personas, por lo que favorece que se sigan las normas sociales, como las normas de género, con el objetivo de evitar una sanción social (Jost, Sterling, & Langer, 2015).
Ahora bien, existen diversas variables que pueden ser predictoras del Sexismo, sin embargo, con base en la evidencia que se presentó, se seleccionó al Sexismo Ambivalente hacia las mujeres, a la Creencia en el Mundo Justo, y a los rasgos de Individualismo-Colectivismo, como predictores del Sexismo Ambivalente hacia los hombres. Las hipótesis que se han formulado para este estudio proponen al Sexismo Ambivalente hacia las mujeres como el principal predictor positivo del Sexismo Ambivalente hacia los hombres, tanto para la muestra de hombres como para la muestra de mujeres (Glick & Fiske, 1996); asímismo, la Creencia en el Mundo Justo se propone como un predictor positivo del sexismo hacia los hombres (Hafer & Olson, 1993); y también se espera que el Colectivismo Vertical sea predictor positivo del sexismo hacia los hombres (Triandis & Trafimow, 2001). Finalmente, se espera que se encuentren diferencias en los niveles de Sexismo Ambivalente en hombres y mujeres.
Método
Participantes
El tamaño de la muestra fue calculado por medio del programa G Power, para tener un poder estadístico del 80%. El muestreo fue no probabilístico intencional. Participaron 200 personas, 123 mujeres y 77 hombres de entre 18 y 27 años (
Instrumentos
Inventario de Sexismo Ambivalente hacia los hombres (Glick & Fiske, 1999) validada al español y con adecuados indicadores de confiabilidad (α superiores a .82) (Rodríguez et al., 2009). Se compone de 12 reactivos en formato tipo Likert con 7 opciones de respuesta que se agrupan en 2 factores: Sexismo Hostil hacia los hombres y Sexismo Benevolente hacia los hombres.
Inventario de Sexismo Ambivalente (Glick & Fiske, 1996) validado al español y con adecuados indicadores de confiabilidad (α superiores a .81) (Cárdenas, Lay, González, Calderón, & Alegría, 2010; Lemus, Castillo, Moya, Padilla, & Ryan, 2008; Luna, 2008, 2010). Se compone de 24 reactivos en formato tipo Likert con 7 opciones de respuesta que se agrupan en 2 dimensiones: Sexismo Hostil y Sexismo Benevolente. A su vez, la dimensión Benevolente se divide en dos factores: Intimidad Heterosexual y Diferenciación Complementaria de Género.
Instrumento de Creencia en el Mundo Justo (Cruz, Diaz-Loving, & Sánchez-Aragón, 2015), creado para población mexicana y con adecuados índices de confiabilidad (α superiores a .72). Se compone de 17 reactivos en formato tipo Likert de 7 opciones de respuesta que se agrupan en 4 factores: Justicia Final, Derogación, Distancia y Negación.
Instrumento de Individualismo-Colectivismo (Triandis & Gelfand, 1998) validado para población mexicana (α superiores a .70) (Díaz-Rivera, Díaz-Loving, & González-Rivera, 2017). Consiste en 16 reactivos en formato tipo Likert con 7 opciones de respuesta que se agrupan en los siguientes factores: Individualismo Vertical, Colectivismo Vertical y Colectivismo Horizontal.
Procedimiento
La aplicación se llevó a cabo en lugares públicos y escuelas con cuadernillos impresos con la batería de instrumentos, la participación fue voluntaria. Se les garantizó la confidencialidad y el anonimato de los datos. Se les pidió contestar todas las escalas. Al finalizar se les agradeció la participación.
Posteriormente se capturaron los datos y se analizaron en el paquete SPSS versión 21. Se siguió el procedimiento propuesto por Reyes-Lagunes y García-y-Barragán (2008) para verificar la confiabilidad de las escalas utilizadas. Una vez verificados, se procedió a realizar los análisis de varianza y regresión, para cumplir con los objetivos de la investigación.
Resultados
Se realizó un análisis de diferencia de medias ANOVA para conocer si existían diferencias entre hombres y mujeres en las variables. Los resultados mostraron que no existieron diferencias entre los grupos tanto en la dimensión Hostil como en la Benevolente del Sexismo. Por lo tanto, se realizaron los análisis de regresión para ambos grupos juntos, hombres y mujeres.
Se verificó que los datos cumplieran con los supuestos necesarios para poder realizar una regresión lineal: linealidad, independencia, homocedasticidad, normalidad y no-colinealidad. Posteriormente se encontró un modelo de regresión del Sexismo Hostil hacia los hombres a través del método enter.
Tal como muestra la Tabla 1, el Sexismo Hostil y Sexismo Benevolente hacia las mujeres fueron predictores positivos del Sexismo Hostil hacia los hombres. Asimismo, los factores de la Creencia en el Mundo Justo: Justicia Final y Negación, fueron predictores del Sexismo Hostil hacia los hombres. Finalmente, solo el factor de Colectivismo Horizontal resulto ser un predictor significativo y negativo del Sexismo Hostil hacia los hombres.
Predictor | Beta | t |
Sexismo Hostil hacia Mujeres | .190 | 2.83* |
(SB) Intimidad Heterosexual | .219 | 2.94* |
(SB) Diferenciación de género complementaria | .217 | 3.2* |
Justicia Final | .245 | 3.52** |
Derogación | -.128 | -1.88 |
Distancia | .044 | -.68 |
Negación | .154 | 2.52* |
Colectivismo-Horizontal | -.119 | -2.06* |
Colectivismo Vertical | .058 | .90 |
Individualismo Vertical | .016 | .26 |
R 2 .48 | ||
F (10, 179) 16.57 |
Nota: *p < .05. **p < .01. ***p < .001.
Posteriormente se encontró un modelo de regresión del Sexismo Benevolente hacia los hombres a través del método enter, como se muestra en la Tabla 2.
Predictor | Beta | t |
Sexismo Hostil hacia Mujeres | .179 | 2.44* |
(SB) Intimidad Heterosexual | .378 | 4.70*** |
(SB) Diferenciación de género complementaria | .128 | 1.74 |
Justicia Final | .022 | 1.74 |
Derogación | -.009 | -.29 |
Distancia | .041 | -.12 |
Negación | .019 | .58 |
Colectivismo-Horizontal | -.027 | .29 |
Colectivismo Vertical | .112 | -.43 |
Individualismo Vertical | -.047 | 1.60 |
R 2 .37 | ||
F (10, 181) 11.02 |
Nota: *p < .05. **p < .01. ***p < .001.
El Sexismo Hostil y el Sexismo Benevolente en su dimensión de Intimidad Heterosexual, fueron predictores significativos y positivos del Sexismo Benevolente hacia los hombres. Mientras que los factores de la Creencia en el Mundo Justo y del Individualismo-Colectivismo, no resultaron predictores significativos.
Discusión
Los resultados muestran que, tal como se planteó inicialmente, el Sexismo hacia las mujeres es el principal predictor del Sexismo hacia los hombres tanto en la dimensión Hostil como en la Benevolente, este resultado está en conformidad con otras investigaciones que muestran que existe una dependencia entre ambos tipos de sexismo, ya que son dimensiones complementarias (Glick & Fiske, 1996).
A pesar de que las mujeres han tenido cambios considerables en sus libertades, esto no representa en ningún sentido que se haya alcanzado la equidad, pues aún existen creencias estereotipadas acerca de cómo deben ser, por ejemplo se les adjudican características como ser emocionales, buenas cuidadoras y con la maternidad como su objetivo más importante; respecto a los hombres, a pesar de tener un estatus privilegiado en la sociedad, se siguen adjudicando papeles de protección y agresión, que ellos mismos como grupo mantienen con el objetivo de proteger su masculinidad, por lo que se auto perciben como el sexo fuerte, como líderes, escasos de expresiones emocionales y agresivos (Saldivar et al., 2015).
Tanto Sexismo Hostil como el Sexismo Benevolente hacia las mujeres fueron predictores positivos del Sexismo Hostil hacia los hombres, lo que corrobora la hipótesis planteada de que el sexismo hacia los hombres es una respuesta ante el sexismo hacia las mujeres, que lo complementa (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015; Glick & Fiske, 1996; Rodríguez, Lameiras, Carrera & Faílde, 2009), lo cual es consistente si se considera que percibir a las mujeres como adversarias de los hombres (SH hacia mujeres) se complementa con creencias de que los hombres buscan tener un mayor poder social (SH hacia hombres), puesto que existe un alto grado de consenso en los rasgos estereotípicos masculinos y femeninos. Estos estereotipos coordinan el comportamiento de los individuos (Díaz-Loving et al., 2015) pues, los roles diferenciados marcan la posición de la estructura social desigual (Saldivar et al., 2015). De hecho, los hombres se enfrentan a un constante proceso de miedo a no demostrar que son masculinos, por lo que, al ver amenazada su masculinidad, tienden a reforzar ideologías que subordinan a las mujeres y que justifican la inequidad de género, con el objetivo de demostrar que son grupos diferentes y que ellos pertenecen al grupo dominante (Carrion, 2017).
Consistentemente, la creencia de que todo hombre debe tener una mujer para ser feliz (SB hacia mujeres), se complementa con la creencia de que los hombres harían cualquier cosa para conseguir intimidad con una mujer (SH hacia hombres). Este deseo de cortejar a las mujeres se sustenta en la cultura, que promueve la creencia de que los hombres necesitan de una compañera sexual para complementar su vida y que las mujeres necesitan del cariño de un hombre para que les brinde protección y cuidado. Lo que indica que el sexismo hacia hombres y hacia mujeres, a pesar de parecer distintos, en realidad son complementarios e interdependientes (Saldivar et al., 2015; Carrion, 2017); aunque no se debe olvidar que el Sexismo hacia las mujeres es el más perjudicial, el que se traduce en mayores desventajas para las mujeres y que incluso llega a consecuencias mortales para ellas (Arenas-Rojas & Rojas-Solís, 2015; ENADIS, 2010; Molix, 2014).
Para el Sexismo Benevolente hacia los hombres, la Intimidad Heterosexual fue el principal predictor. La creencia de que las mujeres son débiles y deben ser cuidadas y protegidas (SB hacia las mujeres) se complementa con la creencia de que los hombres deben cuidar de ellas (SB hacia los hombres). Lo cual resulta consistente con la cultura, que mantiene la creencia de que las mujeres son personas débiles (Saldivar et al., 2015), por lo tanto, la hegemonía de creencias sobre la heterosexualidad y la dependencia entre los sexos, es uno de los principales detonadores de las creencias que norman el comportamiento de los hombres y las mujeres.
Puesto que la hombría se mide a través del éxito relativo del hombre y de características como ser supuestamente inmunes al dolor, los hombres pueden sentirse amenazados cuando se enfrentan a características que no se consideran masculinas y preocuparse en demostrar que no son femeninos, es decir, repudiar o distanciarse lo más posible de lo femenino o de formas de masculinidad que no son tradicionales y, por lo tanto, mostrar acuerdo con el sexismo hacia las mujeres (Carrion, 2017).
Por lo tanto, el sexismo hacia las mujeres, no solamente causa daños hacia las mujeres, sino que también es el reflejo de una cultura que se mantiene sobre un estatus quo que privilegia socialmente a los hombres y pone en desventaja a las mujeres, pero, justamente por ese privilegio que se les otorga a los hombres, también se mantienen exigencias sexistas hacia ellos que fungen como una forma de justificar su estatus privilegiado (Carrion, 2017). Esta afirmación se sostiene al analizar los datos respecto a la Creencia en el Mundo Justo. De hecho, culturalmente aún se enfatiza en la supremacía del varón dentro de la estructura jerárquica (Saldivar et al., 2015) y prevalece la idea generalizada de que los hombres son mejores que las mujeres (Díaz-Loving et al., 2015).
La Creencia en el Mundo Justo resultó un predictor significativo del Sexismo Hostil hacia los hombres. Tal como se planteó en las hipótesis de este estudio, el sistema social que se basa en méritos y la necesidad de certeza cognitiva que refuerzan la creencia en que las personas obtienen su estatus y posesiones porque se lo han ganado, fortalecen la validación del sistema social desigual, por lo que una alta Creencia en el Mundo Justo, fortalece la percepción de que los hombres deben tener cierta posición en la sociedad que se han ganado (SH hacia los hombres), pero que, tienen que ajustarse a ciertas condiciones para ello (SB hacia los hombres). Asimismo, en la vida familiar impera el machismo y la abnegación de las mujeres; aun cuando no se reproduce en todas las familias, sí es una estructura arraigada en la colectividad, que se considera en la percepción de lo que es justo o injusto.
Estudios en México indican que las normas asociadas con la cultura tradicional como el statu quo de los padres y la abnegación de las mujeres, coexisten con la equidad y la autoafirmación de las mujeres; asimismo, coexiste el sexismo junto con la apertura sexual y la emancipación femenina (Díaz-Loving et al., 2015). Por lo tanto, el que convivan normas y creencias que parecen contradictorias indica que existe un proceso de transición de las premisas culturales y el rompimiento de estereotipos en los que parece que favorece la equidad, pero al mismo tiempo conservan creencias sobre todo de Sexismo Benevolente.
Por otro lado, contrario a lo que se planeó en las hipótesis, no fue el Colectivismo Vertical el que predijo el Sexismo Hostil, sino su contra-parte, el Colectivismo Horizontal predijo negativamente el Sexismo Hostil hacia los hombres. Por lo tanto, parece que se trata de una cuestión de estatus, puesto que en la dimensión Horizontal del Colectivismo, se considera a los individuos como iguales, sin estatus mayor. Este resultado se sustenta en el hecho de que en el colectivismo las mujeres tienden a tomar en cuenta las necesidades de los otros antes que las propias y se encuentran supeditadas al ejercicio del poder masculino (Saldivar et al., 2015) e incluso en el colectivismo se genera un mayor acuerdo con los estereotipos (Triandis & Trafimow, 2001). Asimismo, los varones como grupo no se han desprendido de sus propios estereotipos y roles de género, sino que los mantienen, así lo han mostrado investigaciones que evalúan datos en todas las regiones del país (Saldivar et al., 2015).
Conclusiones
En conclusión, tanto el sexismo hacia las mujeres, como el sexismo hacia los hombres son parte de una misma dinámica de poder que refuerza la desigualdad entre los sexos. Por un lado, las mujeres con mayor acuerdo sexista hacia su propio grupo, también muestran más acuerdo con el sexismo hacia los hombres pues tienen arraigados los estereotipos de género que sostienen al sexismo. Igualmente, los hombres con más creencias sexistas hacia las mujeres, también muestran más sexismo hacia su propio grupo y refuerzan su acuerdo con premisas sexistas como una forma de justificar su alto estatus en la sociedad.
Consistentemente, un mayor acuerdo con las jerarquías sociales, predice el Sexismo Hostil hacia los hombres, en las mujeres porque funciona como un paliativo para evitar la disonancia de su condición de desventaja y en los hombres porque justifica su estatus (Cruz, Diaz-Loving, & Sánchez-Aragón, 2015).
Por lo tanto, se mantiene un pensamiento dicotómico en la sociedad sobre las características femeninas y masculinas y la valoración de los individuos se hace con base en su apego a ellas, por lo que este Sexismo Ambivalente hacia los hombres refuerza el acuerdo con los estereotipos de género que encasillan a los hombres y las mujeres en una categoría con estándares específicos que demandan cumplirse, que limitan las potencialidades de los individuos y fungen como legitimadores de las dinámicas sociales, lo que fortalece la desigualdad entre hombres y mujeres.
Finalmente, es necesario incorporar elementos sociales y culturales en las futuras investigaciones sobre sexismo (Saldívar, Díaz-Loving, Reyes, Armenta, López, Moreno, Romero, Hernández & Domínguez, 2015) para comprender el fenómeno de manera integral, así como explorar la forma en que se constituyen y justifican los patrones culturales en los que se mantiene el Sexismo.