Señor editor:
La educación médica no es terreno exclusivo de las Facultades de Medicina o de los hospitales. La Medicina Preventiva se ha basado, desde sus albores, en la educación de la población general en pos de una mejora sustancial de la salud de todos. Y pocos son los eventos en las últimas décadas que hayan conseguido inculcar en la población la importancia de conductas de higiene personal (véase el lavado de manos) como la actual pandemia por SARS-CoV-2.
Pero querría resaltar otro paso más, muy reciente: ya no sólo se pide a la ciudadanía que nos ayude por medio de su autoprotección, sino que se aprovechan los conocimientos que adquieren para que hagan avanzar la medicina junto a nosotros. Es así como las ideas de los movimientos llamados "de ciencia ciudadana", recientes (si no nuevos) en nuestro entorno, se materializan ahora en aplicaciones que aspiran a servir para rastrear la pandemia del coronavirus (aplicaciones estatales o locales oficiales) o incluso encontrar posibles tratamientos. 1,2,3 Siempre, presumiblemente, desde las garantías de la medicina basada en la evidencia y un asesoramiento experto.
Lo virtuoso de estas aplicaciones (y lo que atañe a la educación médica) es que asumen que el ciudadano medio puede llegar a conocer los datos esenciales sobre los factores de riesgo, la sintomatología, el tratamiento y las complicaciones del COVID-19, así como que pueden emplearlos para ayudar en la generación de nuevos conocimientos epidemiológicos o bioquímicos. Es alentador pensar hasta qué punto la medicina actual, gracias al esfuerzo de tantísimos médicos divulgadores/educadores, consigue dar por conocidos (no sin esfuerzo previo, y medios de comunicación mediante) ciertos conceptos precisos, más allá de la sabiduría popular, tradicionalmente reservados para los profesionales. Se trata de otro resultado exitoso de aquellas personas que deciden dedicar su tiempo a explicar medicina a quien no es médico, así como un buen ejemplo de que la conversión del paciente un sujeto activo en su proceso de enfermedad (en este caso, potencial) trae más beneficios que inconvenientes.
Sólo el tiempo dirá si estas herramientas, tan diferentes a las empleadas durante la pandemia de la mal llamada "gripe española", complementan satisfactoriamente el resto de medidas aplicadas por los gobiernos de todo el planeta. Pero confío en que sepamos apreciar el significado del florecimiento de dichas estrategias basadas en tecnologías disruptivas.
Conflictos de intereses
Ninguno.