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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.41 no.spe Ciudad de México feb. 2023  Epub 11-Mar-2024

https://doi.org/10.24201/es.2023v41nespecial.2417 

Reseñas

The World that Latin America Created. Libro de Margarita Fajardo

1Centro de Investigaciones Sociales, CIS (IDES/CONICET)/ UNTREF, Buenos Aires, Argentina, jimenacaravaca@gmail.com

Fajardo, Margarita. 2022. Estados Unidos: Inglaterra: Harvard University Press, 281p.


En The World that Latin America Created Margarita Fajardo hace una apuesta innovadora. El trabajo se ubica en la intersección entre la historia de las ideas económicas; la historia de la disciplina económica; la historia institucional de la Comisión Económica para América La­tina (CEPAL); y, aun cuando no se lo proponga, es un aporte a la historia cultural de la Guerra Fría desde América Latina.

El texto se apoya en una serie de hipótesis fuertes. En primer lugar, sostiene que en la era del desarrollo, es decir en la segunda posguerra y hasta los años de 1970, aquellos a quienes identifica como cepalinos crearon una nueva manera de comprender y operar en el mundo econó­mico (y también político) regional de manera autónoma a las teorías econó­micas pensadas en y para el hemisferio norte. En este mismo sentido, sostiene que esas teorías centrales fueron las que corrieron por detrás de la vanguardia cepalina que logró imponer una agenda de cuestiones a nivel global. Esa centralidad estuvo basada en la conceptualización de la relación entre centro y periferia en la economía internacional, elaborada (o actualizada al contexto latinoamericano y popularizada) por el economista argentino Raúl Prebisch, y convertida en una suerte de eje organizador del pensamiento económico desde entonces. Fue esa teorización la que habría logrado dar forma a ese mundo creado desde América Latina que Fajardo propone desde el título de su volumen.

A partir de la adopción de la conceptualización centro-periferia, Fajardo identifica el mundo que habrían creado los cepalinos, que incluía la industrialización y la planificación económica del desarrollo. La planificación supuso la puesta en funcionamiento de una elaborada misión pedagógica que difundió la técnica en la región por medio de cursos y seminarios que la CEPAL organizó y dictó desde los años de 1950. Así, la apuesta cepalina combinaba una aproximación regional visible tanto en la problematización como en el escenario donde desplegaba sus actividades el organismo; con una apuesta internacional expresada en el llamado a la cooperación del nuevo centro hegemónico mundial, Estados Unidos. La relación con ese país se planteaba a partir de la ayuda económica, pero también de la identificación del comercio internacional como el promotor del desarrollo para las economías periféricas.

La historia de la CEPAL es la historia de una institución que en cierta medida nace a raíz de una persona, Raúl Prebisch. Si bien existía formalmente desde antes de la presentación del documento que haría el argentino en la Asamblea del año 1949 en La Habana, fue esa instancia la que le dio trascendencia a la novel Comisión creada por las Naciones Unidas, lo que permitió que el organismo dejara de ser uno más en la creciente lista de instancias de encuentro que se abocaban a intentar comprender el nuevo mundo económico y político de la segunda posguerra. Lo que propone la investigación de Fajardo es que la creación de una identidad cepalina tuvo que trascender aquella marca de nacimiento para lograr una identidad propia que, en algunas instancias, incluso supuso estar en contra del mismo Prebisch. Como institución regional la CEPAL se insertaba en un entramado ya existente de organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), presente en la región desde fines del siglo XIX a partir de la organización de las Conferencias Panamericanas, a cargo, hasta 1948, de la Unión Panamericana, organismo predecesor de la OEA. Eso supuso otra disputa para el nuevo organismo, basado en parte en la propia indefinición de sus dominios: ¿era una organización que podía gestionar créditos internacionales, por ejemplo? El texto da cuenta de los intentos llevados adelante por encontrar un perfil institucional propio, en medio de un mundo que había cambiado en casi todos los sentidos. Se trataba de entender un nuevo modelo de organización política (y geopolítica) y de proponer un lugar propio como institución en ese contexto.

Esto supuso asumir una posición en un debate que no era exclusivo de la institución, sino más bien de la profesión económica que daba entonces los primeros pasos hacia la institucionalización. ¿Qué significaba ser un economista latinoamericano en el contexto de la segunda posguerra? Más aún, ¿qué era la identidad latinoamericana, si existía?

La investigación de Fajardo presenta los dilemas que la institución fue afrontando mientras su identidad tomaba forma. América Latina no había existido en buena medida hasta el documento de Prebisch que luego sería denominado manifiesto latinoamericano. Y, aún con ese documento y la creación de la periferia como identidad económica común, América Latina era un conjunto de economías muy dispares. El cono sur, conformado por Argentina, Chile y Brasil, era señalado por representantes de otros países, indica la autora, como un frente que domi­naba el debate pero que se basaba en presunciones económicas que no estaban disponibles en todos los países de la región. Crear A­mérica Latina supuso también crear una identidad común en tanto periferia, cuando algunos países eran más periféricos que otros y el proyecto de mercado común latinoamericano no perfilaba las mismas expectativas para todos, por ejemplo.

En un sentido similar, la puesta en funcionamiento del organismo expuso a sus integrantes al dilema político. En este punto, el texto indaga en cuestiones como las siguientes. ¿Qué definía la acción de estos economistas? ¿Cómo presentaban socialmente su perfil profesional y su representación en tanto miembros de la CEPAL, que en 1951 pasaría a ser órgano permanente de las Naciones Unidas? Los intentos por presentarse en tanto técnicos, “simples economistas” según se recupera del trabajo de archivo de la autora, se tensaban con el rápido acceso al poder de algunos cepalinos, por un lado, y con las posiciones políticas de sus miembros, que quedarán en evidencia rápidamente. Como ejemplo de esto último se recupera tanto la misión de Prebisch, encargada por el gobierno de facto argentino que derrocó al general Perón y lo convocó apenas asumido en 1955, como también la participación de economistas cepalinos en el primer gobierno posrevolucionario en Cuba. En ambos casos, las convocatorias y participaciones generaron posiciones encontradas al interior del organismo.

Si bien en algunos pasajes del texto no quedan claras algunas temporalidades y relaciones, por otro lado nunca lineales, el trabajo recupera los procesos de creación conceptual de una región económica; de una institución dedicada a su estudio y al diseño de políticas económicas para esa región, y de la identidad profesional de aquellos que serán parte de esa institución. Resulta muy estimulante la hipótesis de que los cepalinos adquirieron su identidad una vez que pudieron distanciarse del pater Prebisch. La historia de acercamientos y distancias (teóricas y políticas, o teóricas por las diferencias políticas) entre Prebisch y Furtado, es central para este tópico. Para que esa distancia fuera evidente, el texto identifica las distintas conceptualizaciones sobre la inflación como una divisoria teórica pero también política central. En este punto es interesante cómo la autora trama la historia institucional de la CEPAL con la historia del pensamiento económico para reponer un momento particular de la historia regional. Sin que sea el foco propuesto para la investigación, el trabajo también aporta al debate acerca de las instituciones, sus límites y potencias. De lo expuesto por Fajardo queda en evidencia que la mera creación de la CEPAL no hizo a los cepalinos. Antes bien, la creación de esa denominación colectiva parece haber sido resultado de un proceso interno en el que se dirimieron diferencias, hasta dar con una identidad enfrentada en algunos sentidos con las posiciones sostenidas por quien le diera notoriedad y, al menos por algún tiempo, identidad.

El texto analiza igualmente cómo lo regional se tramó con lo global en el contexto de Guerra Fría, y mucho más aún después de la Revolución cubana. Con esto, se analiza también cómo los planteos teóricos y prácticos de la CEPAL y los cepalinos fueron funcionales al capitalismo hasta el punto de que esa identidad se convirtió en una suerte de insulto para aquellos que, como Regino Boti, colaboraron en los primeros momentos de la revolución y fueron luego señalados como políticamente sospe­chosos, según recupera Fajardo. La autora sostiene que la Revolución cubana y la participación de cepalinos en la misma actuó como un parteaguas: mientras que la asociación con el capitalismo norteamericano mediante la ayuda económica seguía siendo parte central del discurso cepalino, considera que la CEPAL renunció a Cuba, y con ello habría perdido la legitimidad para hablar en nombre de América Latina. Si la Alianza para el Progreso lanzada en 1961 por el gobierno de los Estados Unidos podía aparecer para algunos como una recompensa ante esa renuncia, la investigación recupera que rápidamente quedarían demostrados los límites de aquella oferta económica del país del norte.

La identificación de esta pérdida de legitimidad le permite a la autora sostener el ascenso de los dependentistas como alternativa heterodoxa tanto frente a la cosmovisión cepalina como a la teoría de la moderni­zación por entonces vigente en Estados Unidos y otros países del hemisferio norte. En este punto el texto marca una diferencia entre los postulados cepalinos y aquellos agrupados bajo la noción de dependentistas. Estos últimos son identificados como una reacción tanto a las posiciones que denomina cepalinas como a los enunciados de la modernización, mientras que los postulados cepalinos son considerados como aquellos que generaron reacciones y reacomodos intelectuales y políticos. Es decir, para Fajardo los economistas cepalinos cambian el ordenamiento político y teórico continental al proponer a la región latinoamericana como actor económico con características particulares y con una terapéutica también particular para allanar el camino al desarrollo.

El trabajo se apoya en un nutrido corpus documental que incluye archivos de Chile, Brasil y Estados Unidos. La selección de estos países latinoamericanos se relaciona con la identificación de que fue allí donde, por diversos motivos, se dio la mayor presencia del discurso cepalino. En Chile por ser la sede central de la CEPAL desde sus orígenes. El caso de Brasil resulta interesante en tanto que la investigación identifica en ese país una raigambre particularmente fuerte entre los enunciados de la CEPAL, sus enunciadores y la toma de decisiones políticas. Ambos países compartían el hecho de ser los más desarrollados de la región a la que intentaban representar. Esto parece haberse convertido en un sesgo que poco después limitaría la vida pública de los postulados cepalinos. Como sostiene Fajardo, la noción de que existía una economía latinoamericana fue producto en realidad de una generalización que asumió que las condiciones dadas en Argentina, Brasil y Chile era posible pensarlas más allá de esos países.

En suma, el trabajo de Margarita Fajardo propone un abordaje novedoso de un tema central para la historia regional, la historia de la economía y de los economistas latinoamericanos. A partir de un extenso trabajo de archivo, los seis capítulos y un epílogo del volumen reponen cronológicamente el devenir público de las ideas cepalinas, el de sus portadores y el de la conformación misma de una identidad teórica pero también política ceñida a una institución.

Publicado: 28 de Febrero de 2023

Acerca de la autora Jimena Caravaca es doctora en Ciencias Sociales (UBA), doctora en Historia (Universidad de París) y licenciada en Ciencia Política (UBA). Investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones Sociales (CIS, IDES-Conicet). Docente de la UBA y de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Actualmente dirige el Instituto de Desa­rrollo Económico y Social (IDES) en Buenos Aires. Sus temas de investigación se enfocan en la historia del Estado y de la burocracia estatal con especial atención a los economistas en tanto funcionarios públicos y asesores de gobierno tanto para el periodo liberal (1875-1935) como para los años de vigencia de la economía del desarrollo (1940s-1970s). Trabaja con ideas económicas y debates políticos alrededor de las mismas. Algunas publicaciones recientes sobre el tema son: 1. Caravaca, Jimena (2022). ¿Cuándo comienzan los años cincuenta? La vida pública del desarrollo económico, 1948-1958. Contemporánea, 16(1), pp. 35-52. Recuperado de https://ojs.fhce.edu.uy/index.php/cont/article/view/1659 2. Caravaca, Jimena, & Espeche, Ximena (2021). La CEPAL en perspectiva: economía, posguerra y región en reuniones latinoamericanas (1942-1949). Iberoamericana - Nordic Journal of Latin American and Caribbean Studies, 50(1), pp. 53-62. DOI: http://doi.org/10.16993/iberoamericana.517

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