SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.41 número especialThe World that Latin America Created. Libro de Margarita FajardoWhite Philanthropy: Carnegie Corporation’s and the Making of a White World Order índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.41 no.spe Ciudad de México feb. 2023  Epub 11-Mar-2024

https://doi.org/10.24201/es.2023v41nespecial.2418 

Reseñas

Filantropía, ciencia y universidad: nuevos aportes y análisis sociohistóricos sobre la diplomacia académica en América Latina

1Doctorado en ciencias sociales, Universidad Diego Portales, Santiago, Chile, camilo.garber@mail.udp.cl

Morales Martín, Juan. 2018. Santiago: Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, 334p.


Ensayar una comprensión del proceso de desarrollo latinoamericano durante el siglo XX, y las implicaciones para los variados desafíos que desde allí resuenan porfiadamente en la actualidad, exige revisar con atención los circuitos intelectuales y políticos que la filantropía internacional ayudó a instituir. Tal es el propósito de Filantropía, ciencia y universidad, compilado en 2018 por Juan Morales Martín.

El libro se articula a partir de la confluencia de perspectivas sociológicas e históricas para observar la conformación de redes de cooperación académica y sus consecuencias intelectuales, sociales y políticas. Puede comprenderse como un diálogo coral que apunta a enriquecer la mirada sobre el circuito de la diplomacia académica latinoamericana, en donde voces emergentes y consagradas, disciplinas aplicadas y reflexivas, protagonistas y observadores, en un infrecuente equilibrio de género, aportan diferentes argumentos que se entroncan a partir del estudio respecto al impacto de la filantropía en América Latina, con foco en Argentina, Brasil y Chile.

Con la intención de no naufragar en las especificidades de cada capítulo, a continuación se reseñan brevemente los nueve aportes, para luego proponer un diálogo cruzado en función de sus principales argumentos. El escrito concluye presentando consideraciones sobre las contribuciones de esta obra colectiva, así como, se estima, algunos elementos que pueden orientar sus futuras derivaciones.

Luego de la presentación, el libro es inaugurado por el capítulo de Morales y Quezada, quienes arguyen a favor de la actualidad de las reflexiones en torno a la filantropía intelectual en América Latina, exponen el campo de estudio en que se inscribe, junto a las tensiones teóricas y conceptuales que lo animan y organizan el volumen.

El trabajo de Diego Pereyra reconstruye las actividades de las fundaciones Rockefeller y Ford destinadas a la modernización de la sociología argentina entre 1955 y 1965, al atender la vinculación entre actores y las estrategias institucionales, donde la figura de Gino Germani resultó crucial para canalizar fondos filantrópicos y perfilar la disciplina. Argentina es también el escenario preferente del aporte de Silvia Braslavsky y Raúl Carnota, quienes, en un registro histórico, relatan el papel desempeñado por la Fundación Ford en la planificación y ejecución de la “Emigración ordenada”. Este esfuerzo surgió en respuesta a la contingente intervención autoritaria de las universidades por parte del régimen de Onganía durante la década de 1960.

Por otro lado, Júlio Cattai analiza la influencia de las instituciones filantrópicas internacionales, entre las que sobresale la Fundación Ford, en los cambios en la orientación de la enseñanza del derecho en Brasil, y se enfoca en su impacto político entre las décadas de 1940 y 1970. En atención a la centralidad sociopolítica de la disciplina en la construcción de imaginarios sociales, la arquitectura institucional y el trabajo burocrá­tico, el capítulo plantea que aquello enseñado en las facultades de derecho repercutía directamente en los proyectos políticos que apuntaban a conducir el país. La investigación de Macarena Alegría, en tanto, examina el “Modelo CEBRAP”, entendido como la confluencia entre la estrategia de instituciones filantrópicas para enfrentar al autoritarismo brasileño y los intereses de grupos intelectuales por contender con ese régimen a partir de redes que les brindaran espacios de salvaguarda. Este ejemplo, más cercano a la dominación filantrópica (Morcillo Laiz, 2015) que a la dependencia académica (Beigel, 2010) sería replicado más tarde en otros países de la región ante tesituras similares.

Fernando Quesada aborda la historia de casi tres décadas de insuficiencia de acción por parte del Estado chileno en el sector agrícola, y los diversos modos de intervención de la Fundación Rockefeller que tuvieron como objetivo fortalecer esta área de desarrollo. La filantrópica estadounidense estimó que el Programa Agrícola contribuiría al proceso de modernización nacional, aunque desde 1970 sus esfuerzos técnicos colisionaron con proyectos políticos. Luego, el capítulo firmado por Karla Manzano, Javiera Osses y Daniela Valencia examina los centros de Investigación y Desarrollo de la Educación y de Estudio de la Mujer, oenegés chilenas durante la dictadura. Merced a los aportes de la Fundación Ford, ambas instituciones contribuyeron a la rearticulación de la sociedad civil, con foco en la educación popular y en la capacitación de mujeres mediante el empoderamiento político y no partidista de la sociedad.

Paola Bayle y Juan Navarro investigan el itinerario y repertorio de acciones que el Servicio Universitario Mundial desarrolló en América Latina en su búsqueda por promover la educación y los derechos humanos. Ante el escenario autoritario de la región, sus esfuerzos se reorientaron hacia el resguardo académico y la lucha por la democracia. Cierra el volumen un capítulo de su coordinador, Juan Morales, que revisa el circuito de los centros académicos CEBRAP (Brasil), CEDES (Argentina) y CIEPLAN (Chile). Financiado por la Fundación Ford bajo la lógica de dominación filantrópica, se estableció como un espacio de crítica académica y política a los gobiernos autoritarios, de manera que contribuyó a las transiciones a la democracia.

Se aprecia que el interés compartido por los trabajos de esta obra colectiva estriba en analizar la resonancia intelectual, pero también social y política, que entrañaron los aportes de donantes foráneos a América Latina. Para continuar, se propone un diálogo entre algunos aspectos relevados por los capítulos, enfocándose en las distintas evaluaciones referidas al carácter del despliegue filantrópico y sus funciones, el giro político de la expertise y el impacto de las redes intelectuales y políticas urdidas.

La cristalización del soporte filantrópico en la región, señala Morales, debió sortear desconfianzas de actores e instituciones hacia los orga­nismos internacionales en atención a su pasado intervencionista. En este marco, se promovió con brío la libertad intelectual a condición de que los receptores de los apoyos exhibieran credenciales democráticas y de compromiso con esquemas de modernización capitalista. En el caso de la Fundación Ford, tanto Morales como Alegría y también Manzano, Ossa y Valencia argumentan que es posible inscribir su accionar bajo el concepto de dominación filantrópica, pues si bien instaló temas preferentes en la agenda de los centros a los que coadyuvó, no tensionó su autonomía institucional y académica. Fue también la Fundación Rockefeller y su Programa Agrícola en Chile la que, de acuerdo con Quesada, pugnó con otras organizaciones por definir políticamente la orientación de algunas parcelas de desarrollo.

Pereyra da cuenta de una posición intermedia de la influencia política e intelectual de las fundaciones filantrópicas en Argentina, posible de extender a la región: no hubo dominación a partir de un proyecto político ni un mero trabajo burocrático que careciera de ideologías que lo sustentaran. A cambio, su despliegue se afincó en la tensión entre la neutralidad de las instituciones respecto a los intereses globales de Estados Unidos y la presión que este proyecto hemisférico supuso sobre sus decisiones. La calibración de las intervenciones filantrópicas, en consecuencia, según Bayle y Navarro, respondería a cada realidad nacional, así como a la r­elativa coincidencia entre los principios de los organismos internacionales y las orientaciones de las instituciones receptoras.

En su variante de diplomacia académica, los esfuerzos filantrópicos resultaron fundamentales en la formación de mecanismos de colaboración entre el Norte y Sur global. Como señalan Morales y Quesada, los trabajos atestiguan que en su conjunto catalizaron la formación de redes internacionales de transferencia de ideas y conocimiento, aportaron a la profesionalización e institucionalización de la ciencia, asentaron grupos y centros de investigación, y financiaron la movilidad de académicos ante la avanzada represiva de gobiernos autoritarios.

En el plano intelectual, señala Pereyra, estas organizaciones apuntalaron dos propósitos primordiales: el desarrollo de investigación social empírica y la adquisición de habilidades para la investigación social. Tales intenciones, según el mismo Pereyra, también repercutieron en el avance del conocimiento técnico-científico, en especial, apunta Quesada, como consecuencia de la asistencia de la Fundación Rockefeller al desarrollo de las ciencias de la Tierra.

Adicionalmente, la lectura cruzada de los sucesivos capítulos del libro deja en claro que tras los esfuerzos filantrópicos subyacía, según Cattai, la intención de recomponer la capacidad política y técnica de las élites para entregar respuestas a los acuciantes problemas sociales y económicos que esas sociedades en desarrollo enfrentaban. Quesada y Alegría coinciden en que la grilla política de las instituciones incorporaba el ideal democrático, el anticomunismo, la preferencia por la orientación proamericana y la estabilidad política. Particularmente resonantes son las ínfulas antiautoritarias que consignan Manzano, Ossa y Valencia, cuando analizan la Fundación Ford y su colaboración en el proceso de activación social y fomento de la cultura política al servicio de los denuedos transicionales acaecidos durante la década de 1980 en Chile, así como los esfuerzos de la Fundación Rockefeller por impulsar al sector agrícola con miras a reducir la conflictividad social, en una lectura que evoca las tesis de modernización y moderación de Seymour Lipset (1960).

El “Modelo CEBRAP” resulta de particular interés, pues como indica Alegría, logró hibridar las preocupaciones intelectuales y políticas de las filantrópicas en la región. Para Morales, funcionó como un modelo de resistencia política mediante la producción intelectual, en una especie de desplazamiento del locus político ante la clausura autoritaria, que luego sería replicado en el CEDES argentino y el CIEPLAN chileno en sus esfuerzos particulares por lograr transiciones democráticas.

De acuerdo con Bayle y Navarro, el fin de la Guerra Fría representaría un hito en el comienzo del proceso de pérdida de intensidad de la asistencia filantrópica, que responde a un progresivo desinterés político por asistir a la región una vez logradas las transiciones democráticas, la creciente fragilidad económica de los regímenes de bienestar europeos, y la consolidación de organizaciones privadas que desempeñaron roles similares.

Es importante destacar que el trabajo político de las instituciones filantrópicas, haya sido éste explícito o velado, se sustentó en el giro político de la expertise. Morales reconstruye el trabajo filantrópico destinado no sólo al fomento de circuitos académicos, sino también a la generación de alternativas políticas orientadas a viabilizar la futura gobernabilidad d­emocrática y la profundización de la inserción de las economías regionales en el circuito internacional. Alegría explica que la formación de agentes expertos y el perfilamiento de disciplinas de estudios, en particular de las ciencias sociales, pero también, como apunta Cattai, del derecho y su recuperación de la vocación pública, constituyó un mecanismo preferente de influencia política por parte de Estados Unidos en la región.

Tanto la progresiva liberalización y apertura de los autoritarismos del Cono Sur, como la racionalidad de la dominación filantrópica que contemplaba márgenes de autonomía institucional, le permitió al circui­to de centros académicos transitar, como afirma Morales, desde la crítica científica hacia la crítica política y la elaboración de programas que constituyeran una alternativa transicional. Este giro puede comprenderse a la luz de la periodización que ofrece Alegría (2018) respecto a la orientación del trabajo de la Fundación Ford: durante las décadas de 1960 y 1970 apuntó a oponerse al autoritarismo alentando principios democráticos; en la década de 1980 los esfuerzos se orientaron al proceso de redemocratización; mientras que durante la década de 1990 los apoyos se centraron en la gobernabilidad democrática.

Mientras que el capítulo de Manzano, Ossa y Valencia ilustra un caso exitoso de intervención política por parte de las filantrópicas, pues la red de protección académica y la activación social fueron importantes para la superación de la dictadura, el caso analizado por Quesada arroja luces sobre los límites de la vocación política de la expertise, cuando los diagnósticos técnicos no contemplan análisis de las condiciones sociopolíticas estructurales en que los programas se insertan.

Las redes institucionales a las que las filantrópicas contribuyeron, en un marco de cooperación internacional funcionaron, de acuerdo con Morales, como un espacio de salvaguarda de la integridad de los académicos, de reconocimiento y visibilidad intelectual, además de estímulo para la formación de comunidades epistémicas, al tiempo que instituyeron un espacio de resistencia política.

La radical importancia de estas redes puede pesquisarse en el trabajo de Braslavsky y Carnota, quienes documentan el proceso de reubicación de académicos en respuesta a la intervención autoritaria del régimen de Onganía a las universidades argentinas a partir de julio de 1966. Allí los márgenes de discrecionalidad con que contaban los diplomáticos respecto a las filantrópicas resultaron cruciales en la plasticidad que tomó el compromiso que adquirieron respecto a los académicos expoliados, que muchas veces trascendió lo profesional, en estricta sintonía con aquello que explican Manzano, Ossa y Valencia respecto al trabajo de la Fundación Ford en Chile.

Para Alegría, las redes también facilitaron la construcción de legitimidad profesional al interior y entre las comunidades académicas, especialmente en las ciencias sociales. Es el caso de los sociólogos argentinos durante las décadas de 1950 y 1960, quienes encontraron en el concierto internacional el reconocimiento que en su país se les negaba. Esto permitió, a la vez, que las discusiones intelectuales ganaran en relevancia y vuelo teórico al no recluirse parroquialmente, y pasaron, en la perspectiva de Pereyra, del tradicional enfoque colonial y nacional a los estudios comparados y de historia social, lo cual animó así un incipiente circuito académico latinoamericano con ramificaciones también en América del Norte.

El conjunto de aportes de esta obra constituye un insumo ineludible para reflexionar en torno a la historia del campo filantrópico y la diplomacia académica latinoamericana, pues no sólo ilumina algunos aspectos de sus orígenes y desenvolvimiento, sino que también reconstruye debates políticos e intelectuales -modernización, desarrollo, dependencia, democracia- que resuenan en la actualidad.

Son dos los comentarios que surgen a partir de esta lectura con el ánimo de contribuir a su proyecto. El primero apunta a considerar las implicancias del trabajo documental. Los capítulos utilizan los documentos de los organismos como fuente de información sobre el proceso filantrópico y de institucionalización de las ciencias sociales, según afirma Pereyra. Al respecto, Arlette Farge (2013) alerta sobre el riesgo que puede entrañar la fascinación que provoca la investigación documental, pues en ella muchas veces la contingencia cede ante la razón y la reconstrucción de un contexto oculta otros. El segundo invita a considerar de forma sistemática el uso de conceptos. En efecto, diplomacia y diplomáticos académicos, dominación filantrópica, dependencia académica, filantropía, redes y circuitos, entre otros, son conceptos movilizados a lo largo del trabajo que pudieron integrarse de tal forma que el marco analítico provisto al lector permitiese transitar más fluidamente a lo largo del conjunto de aportes.

La revisión sistemática de este trabajo de referencia confirma el valor de la coordinación de voces plurales para considerar temas relacionados, así como la importancia de vislumbrar el entramado intelectual que inescapablemente trasunta en los grandes proyectos societales y políticos.

Referencias

Beigel, Fernanda (ed.) (2010). Autonomía y dependencia académica. Buenos Aires: Biblos. [ Links ]

Farge, Arlette (2013). The allure of the archives. New Haven: Yale University Press. [ Links ]

Lipset, Seymour M. (1960). Political Man. The social bases of politics. Baltimore: The Johns Hopkins University Press. [ Links ]

Morcillo Laiz, Álvaro (2015). La dominación filantrópica. La Rockefeller Foundation y las ciencias sociales en español (1938-1973). En Morcillo Laiz, Álvaro, & Weisz, Eduardo (eds.), Max Weber en Iberoamérica. Nuevas interpretaciones, estudios empíricos y recepción (pp. 511-541). México: FCE. [ Links ]

Publicado: 28 de Febrero de 2023

Acerca del autor de la reseña

Camilo Garber es estudiante del doctorado en ciencias sociales de la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile, en donde también obtuv­o su grado en ciencia política. Sus principales líneas de investigación se insertan en la sociología de la expertise, la historia intelectual y los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad, con particular interés en el rol de los expertos activistas en problemas ambientales.

Su obra más reciente es:

1. Garber, Cammilo (2020). Los giros intelectuales de CIEPLAN (1979-1989). De la crítica a la adopción del neoliberalismo y su concepción de democracia. Izquierdas, 49, 4404-4424.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons