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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.42  Ciudad de México  2024  Epub 24-Mayo-2024

https://doi.org/10.24201/es.2024v42.e2390 

Artículos

Movilidad social y experiencias reflexivas: procesos de hibridación en trayectorias de clase*

Social Mobility and Reflexive Experiences: Hybridi­zation Processes in the Analysis of Class Trajectories

Leticia Muñiz Terra1 

María Eugenia Ambort1 

1Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales CONICET. Universidad Nacional de La Plata, Argentina lmunizterra@conicet.gov.ar, maruambort@gmail.com


Resumen:

En este artículo abordamos los procesos de reproducción y movilidad social a partir del análisis de trayectorias de clase. Nos basamos en 27 entrevistas biográficas realizadas en el marco de una investigación cualitativa sobre trayectorias laborales y educativas de actores sociales de diferentes clases sociales en Argentina. Los hallazgos sugieren que en sus trayectorias, los actores sociales se relacionan de diferentes maneras con los capitales materiales, sociales, culturales y simbólicos transmitidos o disponibles en sus familias. La forma en que se articulan los procesos de apropiación, resignificación, distanciamiento o abandono de dichos capitales, con las oportunidades surgidas del contexto macrosocial y lo contingente, da lugar a procesos de hibridación.

Palabras clave: trayectorias de clase; movilidad social; hibridación

Abstract:

In this article, we analyzed social reproduction and mobility through an analysis of class trajectories. We used twenty-seven biographical interviews conducted within the framework of qualitative research on the labor and educational trajectories of social actors from various social classes in Argentina. The findings suggest that in their trajectories, social actors relate differently to the material, social, cultural, and symbolic capitals handed down by or available in their families. The way the appropriation, resignification, distancing, or abandonment of these capitals are linked to the opportunities arising from the macrosocial context and contingent aspects leads to hybridization.

Keywords: class path; social mobility; hybridization

Los estudios realizados en el marco de las ciencias sociales sobre desigualdad y movilidad social tienen una amplia tradición en América Latina. Estos estudios han sido habitualmente abordados desde análisis cuantitativos y cualitativos.

Los cuantitativos han permitido describir estadísticamente el tamaño y la fluidez entre las clases y los estratos sociales, la movilidad social intergeneracional e intrageneracional y han indagado sobre el impacto que han tenido en las clases el desarrollo económico, la igualdad de oportunidades y la justicia social (Benza, 2016; Chavez Molina, 2013; Dalle, 2010; Espinoza, Rey, & Barozet, 2021; Germani, 1955; Jorrat, 1987; Kessler, & Espinoza, 2007; Pla, 2016; Riveiro, 2017; Sautú, & otros, 2020; Solís, & Boado, 2016; Torche, 2006). El punto fuerte de esta mirada es la posibilidad de generalizar resultados a toda la población y describir fenómenos en términos estadísticos. Aunque en estos casos la lógica argumentativa queda subsumida al lenguaje de las variables, a pesar de que los procesos sociales no siempre puedan adaptarse a expresiones numéricas. Asimismo, desde esta perspectiva es posible representar uno o más momentos en el tiempo, careciendo de herramientas que permitan recuperar los procesos.

Las investigaciones cualitativas, se han enfocado en las representaciones, decisiones y acciones de los individuos, y en cómo viven y explican su posición en la estructura social (Gessaghi, 2016; Giovine, 2016; Gutiérrez, & Mansilla, 2015; Mac-Clure, Barozet, & Maturana, 2014; Méndez, & Gayo, 2007; Saravi, 2009). Esta aproximación resulta interesante pues permite acceder al mundo de las experiencias de los actores sociales, aunque no posibilita captar de qué manera esas experiencias se van reconfigurando a lo largo del tiempo. Los análisis procesuales, han sido, por su parte, desarrollados en algunas investigaciones (Mora Salas, & de Oliveira, 2014; Jimenez Zunino, 2015; Muñiz Terra, & Roberti, 2018; Muñiz Terra, Ambort, & Iucci, 2021; Muñiz Terra, & Rubilar, 2022), y de a poco vienen ganando interés.

En este artículo nos centramos en esta línea y abordamos las dimensiones subjetivas de las desi­gualdades sociales analizando particularmente la configuración de las trayectorias educativas y laborales de actores1 de diferentes clases sociales. Enfocando la mirada en las experiencias reflexivas sobre el recorrido de reproducción, ascenso o descenso que presenta cada clase social, recuperamos, en el análisis, el lugar que ocupan en el despliegue de las trayectorias los capitales legados y heredados de manera intergeneracional. En primer lugar, presentamos la aproximación teórica; a continuación, desarrollamos la estrategia metodológica; luego introducimos el abordaje analítico que construimos, describiendo las principales características de las trayectorias de la clase de servicios, intermedia y trabajadora; por último analizamos las particularidades asumidas por las trayectorias de reproducción y movilidad social.

Aproximación teórica

En este trabajo recuperamos la noción de experiencia social desarrollada por Dubet (2010) como una teoría de alcance medio. Según este autor la experiencia social remite a la subjetividad de los actores sociales, a la conciencia que tienen del mundo y de sí mismos, y a las acciones que realizan en consecuencia. La experiencia es así una combinación de acciones con lógicas distintas que vinculan al actor con el sistema social, porque la experiencia está socialmente construida, en tanto está abierta a la mirada de los otros; y se vincula con lo social, ya que se encuentra dentro del mismo y se dirige hacia él.

Asimismo, la experiencia individual se construye sobre un acervo cultural preexistente que se encuentra disponible para el sujeto, por eso no es puramente individual. La experiencia social (las trayectorias de clase en este trabajo) se construye así en la interrelación con otros y sobre la base de una cultura preexistente que el individuo adquiere y tiene en cuenta al momento de delimitar sus acciones sociales.

Ahora bien, el sujeto se une a lo social, a los valores y normas que solidifican a la sociedad desde una mirada crítica y de creatividad social. Pero el individuo solo puede evaluar su experiencia en relación con otros, y a los debates normativos aparecidos en situación. La actividad crítica se despliega así a partir de la construcción de acuerdos y deliberaciones consigo mismo, acerca de las deliberaciones que ha tenido con otros.

La experiencia es también, entonces, un acto reflexivo sobre sus propias acciones, que configura las acciones, decisiones y omisiones que los individuos toman en sus recorridos de reproducción, ascenso o descenso social. Abordar la experiencia social desde esta mirada sociológica nos conduce a pensar la acción como acto reflexivo, y nos permite entrar en diálogo con la sociología realista crítica de Archer (2007), quien sostiene que la acción social es reflexiva y puede aprehenderse a partir de estudios biográficos.

Desde una sociología de la acción que pretende entablar diálogos entre los mundos de la acción y del sistema, Archer sostiene que el análisis de trayectorias puede ser un medio para articular ambas miradas. Las acciones de los individuos a lo largo del tiempo son reflexivas en tanto suponen un trabajo biográfico, concebido como un proceso cognitivo-emocional que incluye la duda, el miedo, la angustia, el sufrimiento y el alivio (Schütze, 2016; Rosenthal, 2004), que representa una deliberación interna y es promotor de distintos cursos de acción.

Por medio de este diálogo reflexivo las personas delinean y priorizan sus preocupaciones, examinan las circunstancias objetivas y hacen juicios sobre las líneas de acción. La reflexividad es así un poder personal emergente, irreductible a un contexto socio-cultural, y es causalmente coresponsable de la conducta humana (Archer, 2007). Las principales propiedades de la reflexividad son su interioridad, su perspectiva en primera persona y su eficacia causal frente a las formas sociales.

En esta deliberación personal el actor social reflexiona sobre su vida vivida, poniendo en juego varios niveles de realidad (causas) que le posibilitan explicar y comprender las decisiones tomadas y los caminos biográficos desplegados: 1) los bienes estructurales y culturales que configuran objetivamente las situaciones que debe enfrentar involuntariamente; 2) sus preocupaciones subjetivas vinculadas con su relación con la naturaleza, las prácticas y lo social; y 3) los cursos de acción que define y que determinan subjetivamente sus proyectos prácticos en relación con sus circunstancias objetivas y subjetivas (Archer, 2007).

Esta experiencia reflexiva que se construye y reconstruye mediante la acción social en la temporalidad puede entonces iluminar el despliegue de distintas trayectorias de clase y movilidades sociales. Cuando hablamos de movilidad nos referimos a las posibilidades que los individuos tienen de moverse o permanecer en una posición en la estructura social, posibilidades que pueden provenir de las condiciones estructurales, (los contextos), y/o de oportunidades individuales (Dubet, 2010). Las conductas y las decisiones tomadas en función de las oportunidades y constreñimientos, pueden conducir a trayectorias de ascenso, descenso o permitir la reproducción de la clase de origen.

Esta movilidad puede ser intergeneracional o intrageneracional; siendo la primera medida a partir de la comparación entre las ocupaciones de padre/madre e hijo/hija en dos momentos distintos en el tiempo, y la segunda recuperada a partir de las distintas ocupaciones que un individuo tuvo en su vida (Goldthorpe, 2010). Aquí retomamos ambas miradas, analizando las trayectorias laborales y educativas de actores sociales de distintas clases a partir de sus experiencias reflexivas intra e intergeneracionales.

Miramos particularmente las trayectorias -las acciones desplegadas por los individuos a lo largo del tiempo- y las explicaciones que dan sobre las mismas, observando la importancia que, en el despliegue de esta experiencia, tienen los distintos capitales que transmiten las familias de origen (Berteaux, & Berteaux Wiane, 1997) y la forma en que son apropiados o no, transformándose en oportunidades o limitaciones que se articulan a los contextos sociales, que suelen a su vez otorgar la posibilidad de acrecentar o reducir dichos capitales. Recuperamos así, a través de relatos individuales de actores sociales escogidos específicamente de antemano, los mundos familiares en que fueron desarrollando sus trayectorias intrageneracionales, recogiendo en particular las múltiples transmisiones intergeneracionales que se produjeron entre padres/madres/tíos/as/abuelos/as e hijos/as/sobrinos/as/nietos/as.

Tomamos la noción de capitales propuesta por Bourdieu (2011), quien señala la importancia de los capitales económico, social, cultural y simbólico. En el análisis empleamos los conceptos de capital económico (entendido como el conjunto de bienes necesarios para producir riqueza); capital social (relacionado con los recursos reales o potenciales asociados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo); y capital cultural (que se presenta en la forma de disposiciones mentales y corporales, de bienes culturales e institucionales, reconocido por instituciones públicas). El capital simbólico, por su parte, es la forma que toman los distintos tipos de capital en tanto que percibidos y reconocidos como legítimos; opera según la lógica de la distinción y la diferenciación, en la medida en que la posesión de determinados capitales (otros) es concebida por los actores sociales como algo “natural”.

En relación con la noción de clases sociales, partimos del esquema de estratificación de Erikson, Goldthorpe y Portocarero (1979). En este esquema las clases son relacionales, es decir, se construyen en sus múltiples interacciones en el mercado de trabajo, y permite diferenciar posiciones de clase según las relaciones laborales entabladas. En particular, esta estratificación pretende dar cuenta de dos distinciones: entre quienes poseen o no los medios de producción, y en relación con estos últimos, da cuenta del tipo de relación con su empleador. Así, la diferencia central radica entre posiciones reguladas por un contrato de trabajo y aquellas que se regulan por una relación de “servicio”. A partir de estos criterios, plantea la existencia tres clases sociales: de servicios, intermedia y trabajadora, con diferentes estratos. En nuestro estudio recuperamos esta tradición y construimos una estratificación basada en las relaciones entre las tres clases sociales, y las movilidades que los actores sociales van desarrollando entre clases y estratos.

Respecto de las trayectorias de clase, recuperamos la tradición biográfica de las ciencias sociales. Según esta tradición es posible conocer la realidad social analizando las trayectorias de vida de los actores sociales, en tanto son el resultado de un entrecruzamiento entre los constreñimientos externos y el mundo de las decisiones que toman a lo largo del tiempo (Bertaux, 1981).

Partiendo de esta articulación de perspectivas teórico-conceptuales, buscamos construir una mirada que, contemplando los distintos niveles de análisis que constituyen la tensión entre agencia y estructura, nos permita contextualizar las trayectorias enfocando la mirada en el papel que juegan la agencia y la dimensión micro-social para comprender los procesos de movilidad social. En ese sentido, analizamos la construcción de la experiencia laboral y educativa vivida, como resultado de un conjunto de acciones y sus múltiples lógicas emprendidas de manera reflexiva en un contexto social determinado. Partimos de suponer que en dicho trayecto los actores sociales tienen acceso a (y construyen) distintos capitales que van poniendo en juego en la temporalidad para posicionarse en la estructura social, desplegando trayectorias de reproducción o de movilidad social. En particular, analizamos las formas que asume esa construcción y los puntos de llegada a los que conducen, considerando especialmente los condicionamientos y oportunidades externas y las experiencias reflexivas que los impulsan a tomar decisiones y a hacer uso o no de determinados capitales para delinear sus diversos recorridos.

Figura 1: Esquema de clases 

I. Clase de servicios nivel superior: profesionales, administradores y gerentes. Clase de servicios
II. Clase de servicios nivel inferior: profesionales, administradores y gerentes de nivel inferior, técnicos, gerentes de pequeños establecimientos industriales.
IIIa. Empleados no manuales rutinarios de nivel superior (administración). Clase intermedia
IIIb. Empleados no manuales rutinarios de nivel inferior (ventas y servicios).
IVa. Pequeños propietarios con empleados.
IVb. Pequeños propietarios sin empleados.
IVc. Pequeños propietarios y otros trabajadores por cuenta propia en la producción primaria.
V. Técnicos de nivel inferior y supervisores de trabajadores manuales.
VI. Trabajadores manuales calificados. Clase trabajadora
VIIa. Trabajadores manuales no calificados (no agrícolas).
VIIb. Trabajadores manuales no calificados (agrícolas).

Fuente: Erikson, Goldthorpe, & Portocarrero (1979).

Cuestiones metodológicas

Este estudio se inscribe en un proyecto de investigación más amplio, para el cual se desarrollaron 92 entrevistas biográficas a mujeres y varones de distintas clases sociales en el aglomerado Gran La Plata, Buenos Aires, Argentina; contexto regional relevante, pues presenta indicadores laborales similares a los nacionales. Esto permite hacer una extrapolación razonable (Patton, 2002) y hablar de la desigualdad social y las trayectorias de clase en Argentina. No se pretende así una represen­tación estadística, sino una generalización analítica (Znaniecki, 1934).

Los/as entrevistados/as fueron seleccionados a partir de una muestra intencional de acuerdo a los siguientes criterios: género (varón-mujer), edad (jóvenes-adultos) y ocupación (variabilidad en los distintos estratos sociales). El total de entrevistas se definió a partir de la saturación de la información obtenida.

La asignación de clase para los/as entrevistados/as fue definida según la ocupación del principal sostén de su hogar (PSH) y estuvo orientada por los estudios relacionales de la movilidad social, que operacionalizan a las clases basándose en la ocupación (Goldthorpe, 1987). Si bien esta clasificación fue pensada para el mundo laboral del Reino Unido de 1970 y 1980, la recuperamos porque constituye una referencia indiscutida a nivel internacional que permite pensar la estructuración del mercado laboral desde una aproximación relacional, que ha sido además, positivamente valorada en múltiples investigaciones sobre la estructura social argentina (Chávez Molina, 2013; Pla, 2016; Riveiro, 2017).

Cuando nos referimos a la clase social y a las experiencias de movilidad, entonces, no nos basamos en un criterio exclusivamente económico, y muchas veces siquiera nos referimos a determinadas condiciones de vida que el dinero puede comprar. Recuperamos más bien la posición que ocupan los actores en la estructura social en función de su situación ocupacional, y cómo los cambios, en distintas dimensiones de la vida, pueden generar procesos de reproducción o de movilidad social. Ahora bien, aunque (tal como se indicó en el apartado teórico) esta clasificación resulta fundamental para ubicar a los/as entrevistados/as en la estructura social como punto de partida, resulta importante señalar que nuestra mirada no será solo estructural. Nuestra investigación atiende a las experiencias reflexivas de los actores sociales, observando de qué manera las estrategias y decisiones tomadas, en contextos determinados, producen movilidades, dando cuenta de cómo la agencia contribuye a configurar distintas trayectorias que pueden constituir caminos híbridos, de ida y vuelta entre estratos y clases a lo largo del tiempo. Así, si bien recuperamos las ideas de desinstitucionalización, desclasamiento o reconversión (Chauvel, 2006; Bourdieu, 2011), nos inclinamos por plantear la idea de hibridación, en tanto nuestro campo muestra no solo procesos unilaterales (ascenso/descenso) sino movimientos alternados (descenso y vuelta a ascender, o ascenso y vuelta a descender) en la temporalidad.

En particular analizamos 27 entrevistas, recuperando las trayectorias de reproducción o movilidad. Desarrollamos un análisis de acontecimientos biográficos y momentos bifurcativos (Muñiz Terra, 2018), desplegando una interpretación temática, minuciosa y diacrónica de los relatos recogidos. Dejamos en un segundo plano las escalas macrosociales y mesosociales, dada la limitada extensión posible para este artículo. Las principales características de la muestra (género, edad, ocupación, clase al momento de la entrevista y recorrido de reproducción/movilidad) se encuentran reflejadas en el cuadro a continuación.

Figura 2: Cuadro muestral 

Clase actual / Recorrido Trayectorias de ascenso Trayectorias de reproducción Trayectorias de descenso
V M V M V M
Clase de servicios(8) E25: Franco (65) Gerente de medios E5: Ana (33) Psicóloga E70: Mariano (29) Jefe de turno em- presa petrolera E55: Soledad (39) Funcionaria directiva
E46: Gonzalo (46) Dueño empresa constructora E6: Alejandra (46) Empresaria E56: Cecilia (34) Funcionaria directiva
E58: Alberto (40) Sociólogo
Clase intermedia (8) E91: Enrique (33) Técnico empresa petrolera E61: Natalia (26) Maestra jardinera Marido (PSH) Empleado público E11: Gabriel (30) Operario empresa petrolera Esposa (PSH) Contadora E42: Ariela (41) Diseñadora de indumentaria E92: Gabriel (31) Supervisoren fábrica textil E40: Gisela (37) Artesana
E38: Román (36) Dueño joyería E30: Anahí(41) Dueña comercio
Clase trabajadora (11) E33: Pedro (37) E2: Marga E47: Peti E45: Silvia (47)
Vendedor ambu- (42) (39) Cuidadora de
lante Empleada de hogar Operario petrolero personas
E48: Damián (42)Electricista E10: Blanca(17) Agricultora
E19: Pedro (30)Agricultor E16: Silvia(31) Agricultora
E28: Veró-
nica (59) Empleada de hogar
E44: Floren-
cia (45)
Cuidadora
de personas
E60: Luciana
(29)
Empleada
comercio
Marido
(PSH)
Albañil
Total 27 4 3 6 10 2 2

Fuente: Elaboración propia en base a entrevistas.

Tomamos un recorte histórico-temporal (2003-2019) abarcando tres gobiernos progresistas (2003-2015) y uno neoliberal (2016-2019). Las trayectorias analizadas transitaron así un período en esquemas de bienestar proteccionistas, con políticas laborales universalizadoras que tendieron a proteger y a regular el trabajo; y otro con un esquema liberal que se inclinó por aplicar políticas estatales laborales de focalización, estimulando la meritocracia y la autogestión ocupacional.

Entre 2003-2015 se sucedieron tres gestiones “kirchneristas”, que si bien mantuvieron un modelo de acumulación basado en la extracción y exportación de productos primarios (granos, petróleo, gas y minerales) (Varesi, 2013), presentaron políticas redistributivas que permitieron mejorar la mayoría de los indicadores sociales, en comparación con las décadas anteriores.2

Este período puede diferenciarse en dos etapas, según el nivel de crecimiento económico y el impacto de las políticas sociales (Wainer, 2018). Entre 2003-2008, estuvo caracterizado por un auspicioso crecimiento macroeconómico, basado en el alto precio internacional de los commodities, combinado con un tipo de cambio alto. Esto se plasmó en una expansión industrial que superó el 70% (ocupando la capacidad ociosa existente y aprovechando bajos costos salariales) (Aspiazu, & Schorr, 2010), con aumentos del empleo registrado y una progresiva recuperación salarial en diálogo con el sector sindical y patronal (Trujillo, 2017). Se sostuvo así una política de inclusión mediante recuperación del poder adquisitivo, que se expresó también en transferencias de ingresos a los sectores más vulnerables y menos calificados del mercado laboral.

Entre 2008-2015 se observa una desaceleración del crecimiento económico por el impacto de la crisis internacional y la bajada generalizada de los precios de las materias primas de exportación. Esto se sumó a limitaciones estructurales internas (agotamiento de las condiciones que hicieron posible el crecimiento precedente) (Wainer, 2018), sobre todo en materia cambiaria (superávit externo y falta de acceso a divisas) y de creciente inflación; desatando una crisis política y malestar en ciertos sectores medios y altos. Para mantener el “crecimiento con inclusión” el gobierno desplegó una serie de medidas políticas contra-cíclicas, que si bien no cambiaron radicalmente el rumbo del modelo de acumulación significaron una reformulación de los patrones de integración social, mediante la implementación de novedosos derechos civiles y de inclusión socio-económica.3

Estas transformaciones en el plano socio-político, no obstante, no modificaron la estructura productiva heterogénea y desequilibrada que hacen de la argentina una economía dependiente; ni las lógicas de acumulación que conforman a la burguesía agroexportadora y el capital financiero como bloque de poder con capacidad de establecer el rumbo de la economía. Las limitaciones del modelo desembocaron en la derrota electoral del kirchnerismo en 2015.

La victoria de la alianza Cambiemos supuso un cambio de rumbo de la política económica, o en palabras de Wainer (2018) “un reajuste de la política a la economía”, a través de la liberalización del tipo de cambio y de las importaciones, la quita de impuestos al sector agroexportador, la devaluación de la moneda y un incremento sustancial en las tarifas de servicios públicos, significando una transferencia considerable de ingresos hacia los sectores más concentrados (Trujillo, 2017). Esto tuvo consecuencias en la movilidad de las distintas clases sociales, situación que se replicó en la ciudad de La Plata, donde se presenta una dinámica coyuntural similar a la nacional, aunque con particularidades dada la relevancia que allí tienen las ramas de la industria, la administración pública y los servicios sociales. En cuanto a la composición de clases, esta ciudad tiene una fuerte presencia de clase trabajadora (44%), seguida de un tercio de intermedia (34%) y un quinto de servicios, en torno del 22% (Riveiro, Pla, & Iucci, 2023).

Vale destacar que en nuestro trabajo de campo, este trasfondo contextual y sus implicancias socioeconómicas quedan de manifiesto tanto en la reflexividad de los actores como en los propios recorridos de movilidad analizados. No obstante, esto no se configura de manera lineal. A nivel micro-social, persisten ciertas inercias relacionadas con derechos adquiridos o con sentidos comunes naturalizados que muchas veces remiten al “sentido de época” de contextos previos. Así, más allá de la ruptura que significó el período posconvertibilidad respecto de la década de los ‘90, hay ciertos valores neoliberales que se continúan manifestando posteriormente. Del mismo modo, después de 2015, ciertos mecanismos de inclusión social continuaron operando haciendo que el impacto de políticas redistributivas del período anterior mantuvieran vigencia más allá del encarecimiento generalizado de la vida y el cambio en el patrón de distribución de los ingresos. Esto se evidencia, por ejemplo, en el grueso de trayectorias de reproducción social, aunque con niveles de precariedad, inestabilidad e incertidumbre que las mismas clases sociales de otrora no experimentaban.

Trayectorias de clase: articulaciones diacrónicas de movilidad e inmovilidad

En las sociedades capitalistas, organizadas en torno a la productividad y a la relación capital-trabajo, el empleo define tanto objetiva como inter-subjetivamente la posición social que se ocupa. Los tipos de trabajo ejercidos en el transcurrir de las trayectorias, proveen grados de mayor o menor estabilidad o incertidumbre, que permite a las personas deli­near sus cursos de vida orientadas por la posibilidad de sostener o mejorar su posición a lo largo del tiempo. Y también le confieren una posición social y un reconocimiento, ligada a los puestos ocupados y a las credenciales que los habilitan.

Pero las trayectorias no se inician con el primer trabajo de una persona, sino que son la conjunción de diversos capitales heredados -fundamentalmente de la posición ocupada en la estructura social por los padres y/o familiares cercanos- o adquiridos, a partir de los cuales los individuos enfrentan las adversidades de la vida, y procuran alcanzar determinados obje­tivos o proyectos vitales. En esos recorridos, los actores sociales, en función de sus condiciones de posibilidad y sus opciones vitales pueden reproducir la posición social de su hogar de origen; escalar posiciones y ascender socialmente; o bien descender hacia clases sociales más bajas.

Recuperando la noción de experiencia social como acto reflexivo, nos referiremos entonces a tres niveles de análisis realizados por los actores sociales respecto de sus experiencia en sus trayectorias de clase: a) su propia realidad y condiciones objetivas, es decir, los recursos o capitales con los que cuenta para enfrentarse a las situaciones que se le presentan; b) su forma de entender el mundo, sus preocupaciones, deseos, valores, etc.; c) las decisiones que toman (dadas dichas condiciones y en función de su propia subjetividad) para encarar determinados proyectos (apropiándose, distanciándose, abandonando o resignificando el “legado” transmitido en su clase de origen).

A continuación presentamos una caracterización sucinta de las trayectorias educativas y laborales de las distintas clases sociales. De esta forma, quienes reproduzcan, asciendan o desciendan, lo harán en función de estos parámetros generales que presentamos.

En la clase de servicios las trayectorias laborales suelen comenzar cuando los/as entrevistados/as se encuentran realizando estudios universitarios, momento en que se insertan en el mercado laboral con la voluntad de obtener ingresos para sus gastos o de ganar experiencia para su futura inserción ocupacional. En el trabajo de campo se evidenció, como sostienen otras investigaciones argentinas (Gessaghi, 2016; Giovine, 2016), que en las trayectorias educativas de esta clase suelen culminar los estudios superiores e incluso realizar posgrados. Se caracterizan, además, por ser continuas y se expresan a partir de transiciones pautadas y sincronizadas, siguiendo las expectativas y los tiempos institucionalizados por las políticas formativas del país.

Tras finalizar la universidad se incorporan de manera definitiva en el mercado de trabajo, a través de experiencias diversas, con duraciones disímiles. Con el paso del tiempo, se producen cambios en las inserciones ocupacionales que representan mejoras en las condiciones de trabajo y en los salarios, posibilitando carreras ascendentes.

En la clase intermedia, al igual que los estudios de Barozet y Espinoza (2016) en Chile y de Jimenez Zunino (2015) en Argentina, encontramos que las trayectorias laborales son muy heterogéneas, pues mientras algunos realizan trabajos manuales e industriales, otros tienen ocupaciones administrativas o de servicios. En ambos casos la experiencia educativa incluye la culminación de la escuela secundaria y la incursión en estudios universitarios y terciarios, aunque sus trayectorias están lejos de tener un desempeño continuo y en muchos casos la necesidad de trabajar muchas horas diarias supone su abandono.

El título secundario constituye un recurso importante para el desempeño de sus trayectorias laborales, permitiendo la inserción en puestos administrativos públicos o privados, que comienzan siendo precarios y con el tiempo llegan a formalizarse. Otras trayectorias se despliegan en cambio en el marco del cuentapropismo, de forma más precaria, pero que con los años permite alcanzar cierta estabilidad y acceso a la seguridad social, aunque no a una carrera laboral ascendente ni con personal a cargo.

Finalmente, en la clase trabajadora las trayectorias educativas culminan la escuela primaria y suelen abandonar en el secundario, por la falta de recursos para la escolaridad o por la necesidad de comenzar a trabajar. Así las trayectorias laborales se inician de manera prematura, las inserciones laborales suelen ser breves y con una alta rotación por diversos empleos (Dalle, 2010), todos ellos precarios e informales, asalariados o por cuenta propia, y en general manuales o asociados al trabajo doméstico.

Trayectorias reproductivas: una experiencia reflexiva de apropiación

Las trayectorias de reproducción de las distintas clases sociales -es decir, las acciones que desarro­llan los individuos a lo largo del tiempo y las explicaciones reflexivas que despliegan sobre los caminos recorridos y las decisiones tomadas- muestran la manera en que estos se apropian de los distintos capitales que las familias de origen transmiten y que orientan sus experiencias educativas y laborales.

En las trayectorias reproductivas de la clase de servicios, el capital cultural se hace presente, sobre todo en la transmisión de la importancia de la educación formal y la terminalidad educativa del nivel superior, legado que tiende a naturalizar el pasaje por la secundaria como un estadio intermedio necesario pero no suficiente.

¿Qué significó terminar el secundario para vos?

Nada en particular, (…) era mi deber terminar la secundaria. En mi casa, no había ninguna posibilidad de que alguien no terminara el secundario, así que medio que era lo que había que hacer para ir a la universidad. (E55)

Habitualmente, en esta clase observamos una preocupación por la orientación educativa de los niños, plasmada en la elección de las escuelas secundarias (Gessaghi, 2016; Giovine, 2016) buscando reproducir tradiciones familiares. Las fami­lias suelen también brindar distintos capitales económicos que colaboran en el desarrollo de las trayectorias laborales. Las mensualidades, la compra de vehículos, el pago de viajes de estudio o trabajo en el exterior, etc. aparecen así de manera recurrente en sus relatos.

Asimismo, entre las familias de las clases de servicios se transmiten ciertos saberes o vocaciones que pueden ser luego puestos en juego en el mercado laboral. En algunos casos los/as hijos/as estudian lo mismo que sus padres/madres o tíos/as, o se orientan por profesiones asociadas.

Un legado que también aparece recurrentemente son las redes familiares, amicales e institucionales que otorgan oportunidades laborales, en algunas ocasiones en el mismo establecimiento donde se desempeña algún amigo o pariente. Tal como sostienen otros estudio, el capital social de esta clase se hace presente brindando posibilidades concretas para el mundo del trabajo (Espinoza, Rey, & Barozet, 2021), que es apropiado de manera reflexiva por los/as entrevistados/as.

Por otra parte, en las trayectorias laborales de la clase intermedia también tienen un rol importante los capitales que las familias pueden transmitir. Si observamos los capitales educativos, resulta evidente que la terminalidad del nivel secundario y el inicio, luego interrumpido, de la formación superior implicó una superación del capital cultural de sus padres, título que era especialmente valorado desde el hogar familiar. En varios casos el acto de repensar la trayectoria educativa, se hace presente en el relato en un proceso reflexivo de reevaluación de la importancia de la educación en tanto oportunidad, que pone de manifiesto la valoración de la educación media que tiene esta clase social.

En esa época, yo pensaba que no servía para nada el colegio, pero porque en esa época uno está en otra cosa, (…) y yo la escuchaba a mi mamá diciendo que lo más importante y la única obligación que teníamos era estudiar y que era una posibilidad que no todos tenían. (E41)

El acotado capital económico con que contaban las familias para solventar los estudios y los gastos de los/as hijos/as orientaba a los/as jóvenes a insertarse en el mercado de trabajo de manera temprana, desde los últimos años de la escuela secundaria.

Sí, sí, trabajaba… de niñera. Casi me quedo libre, tercero o cuarto, re faltaba a la escuela, mal, trabajaba y estaba cansada. (…) Mi vieja se quejaba mucho de la plata, no podíamos acceder a tener zapatillas (solloza), entonces trabajar era necesario…(E30)

En los casos en que lograron continuar estudiando, resulta significativo el capital económico heredado de la familia ampliada. Frente a las imposibilidades económicas de padres/madres, tíos/as y abuelos/as acudieron en auxilio, transmitiendo una oportunidad material que sirvió como soporte.

Las redes familiares y de conocidos constituyen un capital social que funciona como contención para las búsquedas laborales y la contratación, a través de las recomendaciones. Así, si bien los/as entrevistados/as de la clase intermedia poseían ciertos capitales culturales como las credenciales educativas (en algunos casos universitario incompleto) estas no se conjugaron necesariamente como ventajas a la hora de obtener mejores puestos de trabajo, pues lo que prima, en cambio, es la oportunidad transmitida por algún familiar.

Entré porque mi viejo y mi hermano trabajan ahí. (…) o sea crecí preparándome para estar ahí (en la empresa) y logré estar por suerte así que estamos en la misma, nomás que yo soy operador y mi viejo jefe por los 30 años que tiene dentro. (E11)

En algunos casos, sin embargo, esta transmisión de capital social no es posible y deben encontrar trabajo por su cuenta, haciendo uso de sus saberes y muchas veces desplegando aprendizajes en el mismo momento en que van trabajando. Las reflexividades en estos casos se detienen en los fracasos laborales, en las posiciones que toman frente a situaciones ocupacionales poco favorables.

Como que algo no me va muy bien y lo dejo, abandono cuando no me van bien las cosas, y es de terror eso. Pero ahora tengo 41 años, a los veinte, ahora que lo veo a la distancia (…) Quizás como que me falta esto, ser un poco más aguerrida, decir ‘bueno, no me va bien e intento otra vez’, eso no lo tengo. Como que me va mal y digo ‘chau, esto no es para mí’. (E30)

Finalmente en las trayectorias de reproducción de la clase trabajadora, también se hace evidente el legado de ciertos capitales, aunque ellos sean reducidos en relación con las oportunidades que pueden brindar para tener buenas condiciones de vida.

En cuanto a los capitales culturales obervamos una transmisión reducida en relación con credenciales y terminalidad educativa, pues alcanzan primario incompleto o secundario incompleto. Los capitales económicos de esta clase social son también habitualmente acotados (Pla, 2016) e implican fuertes limitaciones para acompañar las trayectorias.

Y mi tía, la que nos crió, a veces no tenía y lo que mandaban de acá era para comer, y salíamos a trabajar y no había para comprar lo que te piden en el colegio, por ese motivo me salí. Porque ibas y dabas la misma excusa y a veces los maestros… unos te entendían y otros no. (E16)

En algunos casos los saberes necesarios para la ejecución de las tareas laborales fueron adquiridos a través de la observación, de la práctica y error. En otros, dichos conocimientos laborales formaban parte de la herencia familiar, pues se transmitía en la vida cotidiana del hogar de origen. En los relatos sobre los saberes, se entremezclan reflexiones sobre cómo las orientaciones de los gobiernos propician o limitan el desarrollo de las trayectorias, poniendo de relieve la relevancia de los condicionamientos externos en los caminos laborales:

Aprendí de la gastronomía y de las cosas con ellos. No es que mi familia me enseñó manualidades, souvenirs, tejer. Aprendí de verlos a ellos: se han caído, levantado, caído, levantado… por los diferentes gobiernos… (E44)

Las redes sociales que las familias de clase trabajadora poseen y transmiten son también escasas, situación que transforma al capital social heredado en una limitación para alcanzar un trabajo con condiciones laborales estables. Si a esto se suma la inexistencia de políticas públicas que asistan de manera sistemática a estos sectores, tal como señala Roberti (2021), es posible comprender por qué esta clase social accede a trabajos precarios e informales.

Para finalizar podemos entonces señalar que, en las trayectorias reproductivas de las clases de servicios la transmisión de los capitales sociales se juega en las oportunidades que las familias les dan a sus descendientes y que son aprehendidas por estos para desplegar trayectorias laborales en la misma clase social que sus progenitores. Lo que se transmite, en líneas generales, tiene que ver con un conjunto de experiencias y oportunidades formativas, materiales y laborales que posibilitan cierta inercia reproductiva.

En las trayectorias de la clase intermedia, la transmisión se juega, por su parte, en las oportunidades educativas y laborales que las familias les dan a sus descendientes y que son apropiados por estos para desplegar trayectorias laborales en la clase social de origen. En esta clase priman los capitales culturales y sociales, capitales que también dan lugar a cierta inercia reproductiva.

En las trayectorias de la clase trabajadora, el legado se vincula con algunos saberes manuales, de oficio, y con oportunidades laborales para la inserción en el mercado del trabajo precario o informal. Ahora bien, esa transmisión acotada adquiere cierta fluctuación, pues, por un lado, los padres y madres transmiten una posibilidad que orienta a sus hijos/as a reproducir sus ocupaciones vulnerables, y, por otro lado, transmiten el deseo de que sigan caminos laborales diferentes, para alcanzar un mejor trabajo y posición social, aunque ello implique una transmisión que va en contra de la herencia posible o de su tradición familiar. Se hace presente, de esta forma, la transmisión de un mundo simbólico distinto.

Trayectorias de ascenso social: un mundo de apropiación, distanciamientos y resignificaciones

Las trayectorias de ascenso social abarcan las transiciones desde la clase trabajadora a la intermedia, y de la clase intermedia a la de servicios.

Quienes han ascendido a la clase de servicios, en general tienen las mayores credenciales educativas y en sus trabajos ocupan cargos gerenciales, con personal a cargo, o son profesionales ejecutando funciones ligadas a su carrera, tanto en organismos públicos como en empresas privadas. En sintonía con la flexibilización del mercado de trabajo de las últimas décadas, sus trayectorias no son estables, sino que van cambiando de un empleo a otro, en un intento reflexivo por mejorar. Sus padres, en general, presentan menos credenciales educativas y trayectorias laborales mucho más constantes, con una situación económica estable, generalmente asociada a trabajos en relación de dependencia.

¿Si yo hubiese seguido la trayectoria de ellos? No, porque tuve oportunidades de entrar al Ministerio, pero no quise nunca. Siempre busqué otro tipo de adrenalina …(E25)

El ascenso de la clase trabajadora a la clase intermedia supone un cambio rotundo en términos de posición económica, debido a la posibilidad de acceder a trabajos formales, que garantizan la estabilidad financiera y el acceso a derechos laborales que sus padres no habían tenido. Esta puerta es abierta fundamentalmente por las credenciales educativas adquiridas, que permiten acceder a empleos administrativos o de servicios en el sector público, o a empleos industriales en el sector privado. La educación pública argentina se ha destacado históricamente por ser universal y gratuita, y estos rasgos fueron reforzados particularmente durante el período kirchnerista, como mecanismo de inclusión e inserción en el mercado laboral. Así, en este período se observa un salto intergeneracional, con los primeros miembros de las familias que accedieron a la universidad pública.

Y no, mis viejos, ninguno de los dos terminó ni siquiera el primario. Mi viejo siempre fue comerciante y es cocinero, (…) estuvo de remisero, como que siempre iba dentro de esos laburos. Y mi vieja siempre lo ayudó a mi papá. Y a diferencia, obviamente, yo estoy en blanco, tengo una estabilidad, tengo estudios. Si tengo ganas puedo crecer en lo que es mi profesión, y ellos no tienen esas posibilidades sin estudios. (E61)

En esta clase social las trayectorias laborales suelen iniciarse en la adolescencia, y es frecuente que de jóvenes ayudaran en algún negocio familiar, asu­mien­do sus primeras responsabilidades laborales. El legado familiar juega un rol muy importante en la transmisión de capitales culturales y simbólicos, como por ejemplo la importancia del trabajo y el esfuerzo, así como también ciertos aprendizajes en torno a la responsabilidad y la gestión comercial.

Mi viejo puso un kiosco. (…) Entonces nosotros éramos cuatro hermanos, y yo que era la segunda, siempre me ocupaba del negocio. Hacía pedidos, de una a cinco iba yo, le cerraba la caja, le llevaba las cuentas (…) De tener la responsabilidad de plata, proveedores y todo, [a los] doce años. (E61)

En sus procesos reflexivos, los/as entrevistados/as reconocen y valoran las marcas que les dejaron estas experiencias iniciales en el trabajo familiar para forjar un carácter emprendedor y autónomo, de superación personal, transmitido por sus padres/madres.

Mirá, yo lo que destaco obviamente es que mi viejo, lo he visto trabajar, salir temprano y venir tarde… A mi mamá, también salir a trabajar… (…) Y mi papá se amoldó, superó eso, se hizo un oficio. Se destacó en lo que hizo (…) Y de ahí, yo creo que el espíritu de querer hacer cosas y de querer progresar, es la simi­litud que yo encuentro con mi papá. (E46)

Tanto para la clase trabajadora como para la intermedia la educación, como capital simbólico, es un valor fundamental (Giovine, 2016), pero las familias cuentan con capitales culturales y económicos diferentes para transmitir. Mientras en la clase trabajadora (como vimos en las trayectorias de reproducción) el legado es fundamentalmente una expresión de superación de lo alcanzado por los padres y de conquista de mejores horizontes por parte de los/as hijos/as; en la clase intermedia existen mayores posibilidades de transmisión cultural, a través de la elección de los colegios y del apoyo que padres y madres pueden dar durante el período escolar. Las escuelas son elegidas como una forma de inversión en el capital educativo de los/as hijos/as, y cuando cuentan con capital social (redes, contactos), este también es puesto en juego para el acceso a las mismas.

Fijate que yo vengo de padres que no hicie­ron colegio secundario, de mucho laburo pero que no hicieron el secundario. Que para ellos un éxito hubiese sido que yo termine el secundario. Posiblemente por eso fui al Vergara [colegio secundario], porque mi viejo le dio pelota a su compañera de trabajo (…). Posiblemente… Me estoy dando cuenta ahora. (E25)

La universidad es un horizonte deseado, y para quienes provienen de la clase intermedia, mayormente posible. En este caso, los capitales económicos juegan un papel fundamental, dado que hacen la diferencia entre quienes deben conciliar el estudio y trabajo para mantenerse autónomamente, y quienes a pesar de estudiar y trabajar no se han emancipado aún de la familia de origen y cuentan con ese apoyo para culminar la universidad. A diferencia de la trayectoria de sus padres, en esta generación la emancipación económica y familiar se da más tardíamente y esto favorece también la finalización de estudios universitarios.

Que iba a estudiar no tenía ninguna duda, al menos en mi casa era: ‘O se estudia o se trabaja’, era algo donde no había opción. Mis papás ninguno es universitario, pero siempre la bajada de línea fue esa, o vas a la universidad y te banco con todo el esfuerzo del mundo, o trabajas desde el minuto cero. (E5)

En el ascenso a la clase de servicios también encontramos que el legado se basa en los capi­tales económicos, como por ejemplo, heredar una empresa o negocio familiar. En este caso, los capi­tales culturales más importantes tienen que ver con un saber-hacer transmitido a través de las gene­raciones, e incluso co-construido en sociedad con los padres, y no con los adquiridos en la formación universitaria.

A mí siempre mi papá me dice ‘No hay mejor cosa que mejor que decir, hacer. Y mejor mostrar tu producto, para después pedir sobre tu producto’… Y es lo que tratamos de hacer. (E46)

Para estas personas -que son conscientes de que en su recorrido laboral y educativo han transformado material y simbólicamente su posición social respecto de la de sus padres- el esfuerzo personal y la actitud ante la vida, el ser emprendedoras y creativas, son características que explican en buena medida las condiciones de su ascenso social. Estas son “habilidades” que más allá del plano individual, reflejan un clima de época en el cual el sentido neoliberal del self-made man ha permeado en las distintas clases sociales y se manifiesta en la ambición de forjar el propio camino laboral. En algunos casos esto supone una apropiación del legado familiar, en el sentido de que les era transmitido explícita o implícitamente esta forma de ser como un valor; y en otros casos tiene que ver con un recorrido forjado a raíz del ejemplo y las oportunidades brindadas en otras esferas vitales (educativas, políticas, laborales).

Con respecto a mi papá, tengo mucho de él, que es el emprendimiento, y se lo agradezco. O sea, soy como su hilo, lo que deja en la tierra soy yo con esto, y está bueno porque siempre voy por más, me gusta tener más cosas. Pero, a su vez, por características propias o porque he estudiado y me he formado en negocios, algo que mi papá no tenía. (E6)

Así, además de la ambición personal, los/as entre­vistados/as dejan muy en claro cómo los legados familiares son apropiados y mejorados gracias a las oportunidades brindadas por las credenciales educativas.

En suma, podemos decir que quienes han ascendido socialmente se piensan en continuidad con sus padres, toman lo que les transmitieron, y lo hacen mejor. Rechazan algunas cosas, pero sobre todo encuentran posibilidad de superación a través de las herramientas brindadas por las instituciones educativas, a las que sus padres no habían podido acceder; pero a las que, recalcan, se esforzaron para que pudieran ingresar y terminar, y que se las inculcaron como un valor.

Se destacan los caracteres proactivos, creativos, en trayectorias que no son lineales, sino que muestran pasajes por ocupaciones mejores y peores y momentos de indefiniciones difíciles de encasillar en una clase o estrato social. Narran experiencias en las que decidieron tomar la iniciativa, ir por más, y atribuyen reflexivamente buena parte de lo que consiguieron a su esfuerzo personal, que también es reconocido, en buena medida, como parte de una experiencia de aprendizaje en el hogar.

Las primeras experiencias de trabajo familiar o de trabajo precario/independiente, suponen instancias clave de aprendizaje sobre el saber-hacer en el trabajo. Si bien la mayoría trabaja desde la adolescencia, transitar la universidad sin tener que independizarse económicamente supone una posibilidad importante para culminar los estudios y conseguir, posteriormente, mejores empleos.

Trayectorias de descenso social: el distanciamiento como experiencia de abandono y resignificación

Las trayectorias de descenso social involucran el ­pasa­je de la clase de servicios hacia la intermedia; y de la clase intermedia hacia la trabajadora. El descenso social tiene la particularidad de que los actores sociales abandonan y resignifican los legados familiares, desprendiéndose de su posición de origen. Este proceso fue denominado como “desclasamiento intergeneracional” ya que alude a trayectorias de movilidad social descendente entre dos generaciones (Chauvel, 2006; Peugny, 2009). En nuestro trabajo de campo algunos actores lo atribuyen a las decisiones que fueron tomando en su vida; mientras otros lo explican a través de la contingencia articulada entre el contexto y las oportunidades brindadas por los capitales heredados y adquiridos.

El descenso de la clase de servicios a la clase intermedia, más allá de las vicisitudes del contexto socio-económico, supone un distanciamiento de los capitales culturales y simbólicos de sus familias de origen, aunque no así de los capitales sociales y económicos. En general, este descenso está definido por las opciones vitales de los/as entrevistados/as, quienes deciden seguir un camino diferente al pautado por las instituciones educativas formales (como finalizar el secundario, estudiar en la universidad) o por las tradiciones familiares, escogiendo carreras universitarias ligadas a su vocación pero con las cuales no logran insertarse eficientemente en el mercado de trabajo ni continuar con el legado profesional de sus padres. De este modo, se alejan de las expectativas culturales y simbólicas ligadas a la obtención de credenciales educativas, o cuando lo hacen, estas no les brindan el capital esperado para reproducir la clase de origen.

Hice 2 años en Agronomía y me metí en simultáneo con Bellas Artes (…) Con las dos juntas era muy difícil y terminé deci­diendo seguir con Bellas Artes y me enfoqué mucho en la cerámica, dejé Agronomía (…), de eso sí me arrepentí mucho después… (…) Porque es una realidad, cuando vos venís de Bellas Artes, es un título que no tiene realmente… no te toman igual de en serio que si sos de un título de ingeniero agrónomo… (E40)

Así, los capitales culturales ligados al paso por la escuela secundaria, como los idiomas, la cultura general, los viajes o la literatura son revalorizados, pero no son puestos en juego para continuar con el legado profesional familiar orientado generalmente hacia las ciencias o los negocios.

Lo que hice [mientras estaba de viaje por Latinoamérica] fue trabajar en distintos lugar­es, trabajé en escuelas, trabajé en una Montessori, que es con sistema mucho más abierto. Y después lo que más hice fue trabajar en recepción, así que bueno, lo poquito que sabía de inglés me vino bien. (E40)

No obstante, encontramos en estas trayectorias de descenso un mantenimiento de ciertas condiciones de vida materiales y simbólicas propias de la clase de servicios, sostenidas gracias al apoyo brindado por la familia de origen. Esto se ve reflejado en la posi­bilidad de realizar viajes, en el acceso a vehículos o material tecnológico para trabajar, el acceso a una vivienda, la realización de cursos, entre otros. Tal como sostiene Peugny (2009) para el caso francés, la posibilidad de contar con la familia y sus recursos es en estos casos un elemento diferencial.

Lo que pasa que igual yo también nunca tuve que pagar alquiler porque vivo en la casa de mi vieja, entonces eso ya es… sí, sí. Tiene conflictos del otro lado, pero también tiene lo positivo que digamos no estar contando con un alquiler fijo. (E40)

Los capitales sociales también son reapropiados por estas personas, quienes debido a su posición social tienen acceso a distintas redes, contactos e información que les facilitan el acceso al mercado de trabajo y a ayudas de distinto tipo (becas, subsidios, proyectos, etc.).

En definitiva, las trayectorias laborales de quienes descienden de la clase de servicios presentan un recorrido errático e híbrido, en el que se permiten pasar temporadas sin trabajar, realizar trabajos sin remuneración o abandonar proyectos para volver a empezar, porque no se sienten “en riesgo” ya que no trabajan para sobrevivir, y cuentan con capitales sociales y culturales suficientes para, ante una situación de necesidad, conseguir algún trabajo (aunque sea precario, temporal) que les permita salir adelante.

Sé que en el peor de los casos, si no puedo mantenerme con el tema costura, busco otro trabajo, es una realidad o sea no es que me voy a morir de trabajar de otra cosa, nada más que si puedo elegir prefiero hacer algo que tenga que ver con el diseño.”(E40)

Por otro lado, en las trayectorias de descenso de la clase intermedia a la clase trabajadora, las credenciales educativas se convierten en un filtro para alcanzar determinados puestos laborales, y la falta de las mismas condiciona la posibilidad de reproducir incluso la clase social de origen. Este proceso de descenso, muestra similitudes con los atravesados en la crisis de los años ’90 en Argentina por múltiples trabajadores (Kessler y Espinoza, 2007). Así, en nuestro trabajo de campo se evidencia que mientras los padres habían accedido, gracias a los estudios secundarios y/o terciarios, a trabajos administrativos o de servicios que les garantizaban cierta estabilidad económica y posibilidad de plani­ficación familiar, alcanzar solo el nivel educativo medio o el abandono educativo se convierte en la principal condición para que las trayectorias de sus hijos/as sean fluctuantes, discontinuas y ligadas a trabajos manuales o informales. Tal como sos­tiene Chauvel (2006) el contexto macroestructural, y las decisiones tomadas, condenan a estas gene­raciones al desempleo, al trabajo por contrato y a largos períodos de incertidumbre y precariedad.

Tuve un montón de trabajos. No sé… trabajé en una agencia de lotería… lo que más trabajé fue en casa de familia, porque al no tener el secundario terminado… y encima tener a los chicos… no tenés muchas opciones (…) Si hubiese tenido un trabajo fijo como mis viejos (Mi mamá trabajaba en la municipalidad. Mi papá en tribunales), estaría mucho mejor de lo que estoy: sin ingreso social, sin obra social, sin beneficios en blanco. (E45)

En estos casos, el legado familiar en términos de la importancia del estudio estuvo ausente, o las personas entrevistadas no pudieron apropiárselo de modo que se capitalizara posteriormente en oportunidades de acceso al mercado laboral:

Había dejado mis estudios cuando estaba en quinto año, libre y nunca lo retomé. Cuando uno es adolescente no mide sus consecuencias… (…) En quinto empecé a trabajar en serio. Tenía que estudiar a la noche y terminé libre. Formé pareja y nunca terminé las materias y terminé aca en FINES. Hice un año de Trabajo Social, tuve que dejar, y después hice el curso de cuidador. (E45)

En algunos casos, el descenso hacia la clase trabajadora no está marcado precisamente por un descenso en el nivel de ingresos o un cambio tajante en las condiciones de vida, sino por las características del empleo. Pueden ser trayectorias más estables, basadas en trabajos manuales y el aprendizaje de un oficio, en el cual se involucra el cuerpo de una forma directa, y en ocasiones incluso riesgosa; o bien trayectorias en las que se encadenan trabajos informales y precarios, generalmente también manuales, pero más inestables. Esto muestra los altos niveles de informalidad y precariedad que caracteriza al segmento de la clases trabajadora en la estructura social argentina, que los diferentes gobiernos no han conseguido revertir.

Mi situación no es mala, al contrario. Pero, con otro trabajo, con una carrera universitaria, estaría parada en otro lado. (…) Ellos [sus padres] tuvieron un laburo mensual toda la vida y nunca hicieron nada. Yo sin un trabajo mensual rompiéndome la cabeza toda la vida tengo una casa de dos pisos de material. Y mi marido sin trabajo mensual: era pintor, empapelador, trabajó en una empresa de seguridad que lo echaron, y ahora tiene un auto. (E45)

Recapitulando, podemos decir que las trayectorias de descenso social oscilan entre el abandono y la resignificación reflexiva de los capitales heredados y los legados familiares, en un ir y venir que transforma en híbrido el camino que se transita. Sin embargo, encontramos una diferencia sustancial entre la experiencia de descenso desde la clase de servicios a la intermedia, y de la intermedia a la trabajadora, basada fundamentalmente en cómo los puntos de partida, cristalizados en los distintos capitales heredados, condicionan el margen de acción de los actores sociales a la hora de delinear sus propias trayectorias. A quienes provienen de la clase de servicios se les presenta la posibilidad de distanciarse de las expectativas y legados propios de su contexto familiar, eligiendo y desarrollando con menores constricciones económicas sus carreras profesionales, debido a la estabilidad económica garantizada por la clase de origen. Mientras quienes descienden de la clase intermedia hacia la clase trabajadora, presentan experiencias marcadas por el abandono de ciertas expectativas en torno a la obtención de credenciales educativas, y atraviesan las consecuencias del abandono escolar o universitario. Tienen carreras inestables, fluctuantes y ligadas a trabajos manuales o domésticos.

Reflexiones finales

En este artículo realizamos un análisis de procesos de movilidad social desde una perspectiva cualitativa y biográfica. En ese sentido, recuperamos las trayectorias laborales y educativas de sujetos de diferentes clases sociales ancladas en el contexto histórico de la postconvertibilidad en Argentina, para comprender los procesos de reproducción, ascenso o descenso social como experiencias reflexivas, y en los cuales la disposición y transmisión familiar de capitales juega un papel importante. Nos preguntamos, entonces, por el papel de los capitales que las familias poseen y transmiten, y qué oportunidades y limitaciones brindan los contextos para dar lugar a distintas trayectorias de movilidad o reproducción social; y cómo los actores sociales reflexionan sobre el curso que han tomado sus trayectos vitales, a contraluz de las trayectorias de sus familias de origen y de los recursos y expectativas con los que cuentan.

Uno de los principales hallazgos reside en que, en el transcurso de sus trayectorias, los actores sociales se relacionan de diferente manera con los capitales materiales, sociales, culturales y simbólicos transmitidos o disponibles en sus familias, desplegando experiencias de apropiación, resignificación, distanciamiento o abandono. Estas experiencias y formas de vincularse con ellas y con el entorno, tienen así que ver tanto con factores subjetivos (relación con los padres, vocación, sueños, aspiraciones, la realización de un viaje y las oportunidades que se presentan en otras esferas de la vida) como contextuales (las crisis económicas, los cambios políticos, etc.); y ponen de manifiesto la tensión existente entre la voluntad de la acción, las constricciones propias de la estructura social y lo contingente.

Ahora bien, según su pertenencia de clase, los actores sociales cuentan con distintos capitales que se ponen en juego de diversas maneras para dar lugar a trayectorias educativas y laborales disímiles, resultando así en procesos de enclasamiento que se asemejan o difieren al punto de partida (que es el de su familia de origen). Asimismo, mientras las clases más favorecidas mantienen una estabilidad económica en la cual sus variaciones ocupacionales (o incluso de clase) dependen de factores individuales y no tanto del contexto; la clase intermedia y sobre todo la trabajadora se ven mucho más afectadas por los vaivenes de la economía y el impacto de las políticas públicas, tanto para reproducir su posición social como en las experiencias de ascenso o descenso. Por otro lado, en este proceso en el que hacen uso activo y reflexivo de los capitales sociales, económicos, simbólicos y culturales transmitidos para enfrentar las vicisitudes de la vida, toman diversas decisiones que, en el discurrir temporal, pueden permitirles, en ocasiones, trasvasar las herencias familiares y, en otros momentos, volver a dichos legados, transitando de manera discontinua las fronteras de una y otra clase, en un ir y venir que solo a veces configura recorridos definitivos.

Las formas que adoptan estos procesos, con la primacía de una de estas experiencias (de apropiación, resignificación, distanciamiento o abandono) o con distintas articulaciones entre sí y con los contextos familiares y sociales, dan lugar a recorridos de ascenso, descenso o reproducción. En ese discurrir de sedimentación diacrónica entre experiencias y contextos sociales se configuran procesos de hibridación, es decir, procesos en los que no es posible la identificación de pertenencias sociales de clase de manera inmutable o constante. Así, pueden producirse, por un lado, en un tiempo ciertas movilidades (ascendentes o descendentes) que luego se retrotraen, pero que no modifican sustancialmente las condiciones de vida en las que se despliegan las trayectorias, por lo cual en dichos recorridos no se hace evidente un mejoramiento o empeoramiento definitivo. Por otro lado, se torna posible la reproducción de la trayectoria de clase, aunque con altibajos en el proceso y con un acceso restringido a las condiciones socioeconómicas de las familias de origen. De esta forma, las trayectorias de clase reconstruidas a partir de actos reflexivos realizados por los sujetos muestran, en síntesis, procesos de hibridación que visibilizan un zigzaguear dinámico por situaciones diversas, cambiantes, muchas veces difíciles de encasillar de manera definitiva.

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* Este artículo se enmarca en el proyecto Trayectorias laborales, generaciones y clases sociales: un análisis de las desigualdades sociales en el Gran la Plata (2003-2019), 11/H859 y PICT 2011-0928, dirigido por Leticia Muñiz Terra y financiado por Agencia I + D + I y Ministerio de Educación de la Nación.

1En este artículo no hacemos distinciones sexo-genéricas por una cuestión de espacio, pero cabe aclarar que en la investigación adoptamos una mirada que reconoce estas desigualdades.

2Entre 1976 y 2002 prevaleció una lógica neoliberal con reformas estructurales que implicó el desmantelamiento del sistema público y estatal de protección social, flexibilización del mercado de trabajo, privatización de empresas públicas y políticas de liberalización comercial. En 2001 el país presentaba sus peores índices de desigualdad, con un 18% de desocupación, 40% de informalidad y más de 50% de pobreza (Trujillo, 2017).

3Entre ellos, podemos mencionar la aprobación de la ley de medios, de matrimonio homosexual y de identidad de género; la reforma del sistema previsional, con la creación de fondos para redistribución; y la consecuente creación de nuevos programas de transferencia estatales directas como la Asignación Universal por Hijo, los programas de Recuperación Productiva, Conectar Igualdad, Argentina Trabaja, Progresar o Procrear.

Recibido: 03 de Mayo de 2022; Aprobado: 01 de Junio de 2023; Publicado: 24 de Agosto de 2023

Acerca de las autoras

Leticia Muñiz Terra. Argentina. Es directora del Centro Interdisciplinario de Metodología de las Ciencias Sociales. CIMeCS-IdIHCS, CONICET y Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Investigadora Independiente de CONICET y Docente regular de Metodología de la Investigación Social de la UNLP. Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Sus principales temáticas de interés son: Las desigualdades sociales, las clases sociales, las trayectorias laborales, los métodos cualitativos y la perspectiva biográfica. Publicaciones recientes:

1. Muñiz Terra, Leticia, & Rubilar Donoso, Gabriela (2022) Social Inequalities in Argentina and Chile: A Comparative Analysis of Welfare Models, Labour Policies, and Occupational Trajectories from a Biographical Perspective. Journal of Politics in Latin América, 14, 1-24.

2. Domínguez Amorós, Marius, Rubilar Donoso, Gabriela, & Muñiz Terra, Leticia (2022) Perspectiva biográfica comparada: reflexiones conceptuales y metodológicas para el estudio de casos de desigualdades sociales en Argentina, Chile y España. Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, 55, 131-153.

María Eugenia Ambort. Argentina. CIMeCS-IdIHCS, CONICET y Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Estudios Sociales Agrarios (FLACSO-Argentina), y profesora y licenciada en sociología por la UNLP. Es doctoranda en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires. Sus temas de estudio giran en torno a la sociología rural, particularmente la agricultura familiar, y a partir de los ejes de género, migración y trabajo. Ha trabajado desde miradas cualitativas, principalmente métodos biográficos y etnografía, incorporando las pers­pectivas de la interseccionalidad, decolonialidad y metodologías feministas. Publicaciones recientes:

1. Ambort, María Eugenia (2022) Vivir y trabajar en la agricultura familiar: una aproximación etnográfica a los roles de género en la horticultura platense (Buenos Aires, Argentina). Trabajo y Sociedad, 39.

2. Souto García, Andrea, & Ambort, María Eugenia (2022) “Bolivianas en Argentina, brasileiras en Portugal y colombianas en España. Un análisis poscolonial de las trayectorias migratorias de mujeres de Latinoamérica”. Revista Migraciones, 55.

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