Servicios Personalizados
Revista
Articulo
Indicadores
- Citado por SciELO
- Accesos
Links relacionados
- Similares en SciELO
Compartir
Revista de la Facultad de Medicina (México)
versión On-line ISSN 2448-4865versión impresa ISSN 0026-1742
Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.56 no.3 Ciudad de México may./jun. 2013
Arte y medicina
Del Huey Cocoliztli a la farmacocinética y farmacodinamia
From Huey cocoliztli to pharmacokinetics and pharmacodynamics
Rafael Álvarez Cordero
Desde el principio de los tiempos el ser humano ha tenido que enfrentar enemigos mortales, unos grandes, como los carnívoros; otros invisibles, como los microbios.
En este número de FACMED aparecen tres artículos relacionados con esos seres invisibles, que causaron epidemias mortales como la gran epidemia del siglo XIV que cobró la vida de más de la tercera parte de la población de Europa; por el miedo al contagio, los médicos tenían que usar escafandras especiales para ir a visitar a los enfermos, y el impacto que tuvo fue tal que se hicieron numerosas versiones de la "danza de la muerte", una- de ellas de Pedro Calderón de la Barca en el siglo XVII.
Después de la conquista de América aparecieron gravísimas epidemias como las llamadas Huey Záhuatl y Huey Cocoliztli (viruela, sarampión o tifo), que causaron más de 20 millones de muertes entre 1529 y 1570.
Fue hasta 1638 cuando Anton Leeuwenhoek vio por primera vez los microbios, y en el siglo XIX Roberto Kock estableció el postulado que identifica a microorganismos con enfermedades, por lo que recibió el premio Nobel en 1905. En 1921 Martins Beijerink encontró organismos aún más pequeños que pasaban por los filtros, y los denominó contagium vivum fluidum, y acuñó la palabra virus.
La lucha contra esos enemigos microscópicos ha sido intensa, y fue Paul Ehrlich quien, después de 605 ensayos con diversas sustancias, descubrió Arsfenamina (Salvarsán) que fue la "bala mágica" que curaba la sífilis; obtuvo el premio Nobel en 1908. A este siguieron otros descubrimientos, como la penicilina en 1928, la sulfamida en 1935, la actinomicina en 1940, la estreptomicina en 1944, la neomicina 1949 y ahora existen cientos de productos que combaten a los microorganismos, incluso a los virus, en forma exitosa.
La vida sigue, y el ser humano seguirá tratando de eliminar al enemigo microscópico, pero a su vez ese enemigo hará lo posible tiene derecho, para eliminar al ser humano.