Señor editor: En Chile, la reforma de salud trajo consigo la implementación de los Establecimientos Autogestionados en Red que comprenden aquellos recintos hospitalarios dependientes de los servicios de salud con la mayor complejidad técnica, desarrollo de especialidades, organización administrativa y número de prestaciones,1 lo que les permite mayor espacio para la toma de decisiones, flexibilidad y autonomía para la asignación de recursos, estableciendo una nueva modalidad de gestión, junto con el fortalecimiento de la participación ciudadana.2
En la actualidad, debido a estos cambios,3 emprendidos por ciudadanos/usuarios más empoderados, demandantes y conscientes de sus derechos que abogan por una atención oportuna y de calidad, los establecimientos se ven presionados a mejorar sus estándares de atención y a utilizar sus recursos de una manera eficaz y eficiente. Este hecho adquiere especial relevancia para directivos y responsables de los centros de salud públicos, quienes toman por desafío todos aquellos ajustes financieros, con la finalidad de concordar con los presupuestos determinados. De esa manera, se enfrentan a la necesidad de ir incorporando constantemente técnicas modernas de gestión, como los cuadros de mandos, para mejorar la administración y con ello el nivel de servicio entregado al usuario y a la comunidad en general.4
Es importante, en el ámbito de la gestión de salud pública, identificar el comportamiento relativo al área de gestión financiera y los efectos que ello pueda generar en la percepción de los usuarios, reconociendo la relación entre el nivel de cumplimiento de la “sustentabilidad financiera” y los resultados de “excelencia en la atención”, para evaluar los recursos que son inyectados, el modo en que son utilizados, y cómo éstos son percibidos por el ciudadano/usuario.
La estrategia de “sustentabilidad financiera” involucra un conjunto de indicadores, y supone que el objetivo del financiamiento de la salud es, además de tener fondos disponibles, asegurar que todos los individuos tengan acceso efectivo a la salud pública y a las prestaciones de salud.
Por otro lado, la estrategia de “excelencia de la atención” se enmarca en un grupo de indicadores que se refieren, en relación con la gestión, a aquello que el personal de la salud realiza para entregar calidad en la atención y a la percepción positiva en las personas que son usuarias del servicio.
A partir de lo anterior, es importante establecer claramente la relación que existe entre ambas estrategias, lo que contribuirá a justificar fuertemente la orientación de los esfuerzos y recursos para generar mejoras en los resultados de ambas estrategias y no de una en desmedro de la otra, y de ese modo afirmar que “las mejoras en el área financiera se traducen en mejoras en el área de excelencia de la atención”.
Es importante indicar que la relevancia de un estudio, en este sentido, no surge como una crítica al sistema, sino como un insumo para los gestores y tomadores de decisiones en aras de la entrega de un mejor servicio, de mejor calidad y que, de la misma manera, permita lograr la optimización de recursos necesaria para el logro de una administración eficiente y eficaz.