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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.25 no.77 México jul./dic. 2012

 

Otros temas

 

"Ellos no son los dueños, no hicieron la tierra y el agua, no lucharon". Movimiento social en contra de la hidroeléctrica La Parota

 

Misael Sabás Vargas*

 

* Maestro en Ciencias Sociales, con especialidad en estudios rurales, Universidad de Zamora. Línea de formación de sujetos colectivos, espacios e identidades colectivas.

 

Resumen

El objetivo de este trabajo es analizar la construcción de un movimiento social como parte de procesos históricos de formación de sujetos, espacios e identidades colectivas con base en dos ejes: 1) los vínculos entre los procesos históricos y la participación de los sujetos que permitan entender el surgimiento de los diferentes y jerárquicos grupos participantes en la resistencia; 2) cómo dichas desigualdades, jerarquías, y las representaciones de las mismas, son aprehendidas por ciertos grupos para cohesionar su posición política. Los resultados remiten a la compleja construcción de identidades, territorio y memorias dentro de un sujeto colectivo y, también, a por qué en cierto tiempo y espacios se organizan algunos grupos en una acción colectiva de resistencia.

Palabras clave: procesos históricos, campesinos, identidades colectivas, territorio, memorias colectivas.

 

Abstract

The purpose of this article is to analyze the construction of a social movement as part of the historical processes of the formation of social subjects, spaces and collective identities, based on two lines of inquiry: 1) the links between historical processes and the participation of subjects that allow an understanding of the emergence of different, hierarchical groups that participate in resistance; and 2) how inequalities, hierarchies and their representations are grasped by a given group to give coherence to its political position. The results refer to the complex construction of identities, territory and memory within a collective subject and, also, to why in certain times and spaces some groups organize themselves in an act of collective resistance.

Keywords: historical processes, peasants, collective identities, territory, collective memories.

 

SOBRE EL PUNTO DE PARTIDA ETNOGRÁFICO

El río Papagayo es la principal fuente de abasto de agua potable para la población del puerto de Acapulco, mediante los sistemas de captación de agua Papagayo I y II. Dicha corriente atraviesa, antes de desembocar al océano Pacífico, los bienes comunales de Cacahuatepec. A este núcleo se le confirmó sus derechos sobre un área de 37 622 ha en 1956 y cuenta con 47 localidades.1 Los sistemas Papagayo se encuentran cerca de la localidad de Agua Caliente.

El proyecto hidroeléctrico La Parota, sobre el río, fue anunciado por el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Alfredo Elías Ayub, en 2000.2 A principios de 2003 personal de la CFE llegó a realizar, según ellos, estudios técnicos. Sin embargo, en julio del mismo año un grupo de comuneros de tres localidades efectuaron un plantón para impedir el paso del personal de la CFE. De ahí se formo el Consejo de Ejidos y Comunidades contra la Presa (Cecop).

Por otro parte existía un grupo de comuneros, en su mayoría avecindados en la cabecera municipal y localidades cercanas a ella que estaba a favor de la presa, pues traería trabajo. Los comuneros opositores califican a los simpatizantes como "vendidos", sobre todo a sus líderes. ¿Qué me explica la formación de estos dos grupos respecto del proyecto? ¿Qué significa la tierra y el agua para los comuneros? ¿Por qué los comuneros denominan a los simpatizantes y los líderes como los vendidos?

Los grupos que hablan por el "bien de la nación" también han estado involucrados en la lucha.3 Principalmente los pertenecientes a la CFE, quienes se han asociado con los líderes de los comuneros simpatizantes para impulsar la aprobación del proyecto. Los integrantes de los gobiernos estatal y federal exigen a los comuneros opositores no impedir un proyecto que traería el desarrollo a Guerrero. Por el contrario, los comuneros opositores refieren que no desean ese supuesto "desarrollo", que sólo beneficia a los ricos. Además, sostienen que "el gobierno no paga". ¿Cómo, históricamente, las diversas y cambiantes relaciones entre los comuneros y los grupos que hablan por "el bien de la nación" han determinado la tenencia, acceso y uso del agua y la tierra? ¿Por qué el desarrollo sólo beneficia a los ricos según los comuneros opositores?

Los comuneros simpatizantes y grupos gubernamentales han afirmado que las tierras son infructuosas. Por su parte, los opositores se presentan como campesinos, legítimos propietarios de la tierra. Así lo refiere Marco A. Suasteguí —uno de sus líderes— ante los medios de comunicación: "los campesinos no permitirán que sus tierras se las quiten porque es el patrimonio de sus familias. Las tierras no son ociosas, pues, son trabajadas por los campesinos".4 ¿Qué me explica la existencia de distintos significados de las tierras por parte de los diferentes grupos de comuneros? ¿Qué significa ser campesino para los opositores?

Sin embargo, encontré en algunas charlas con comuneros opositores de las llamadas "bases" un discurso oculto a los medios de comunicación. Registré la narrativa acerca de un caudillo local: Juan Dorantes. Él, según decían los comuneros, había luchado y obtenido la tierra con sangre, por ende, ellos defendían intensamente sus tierras. ¿Quién era Juan José de Dios Dorantes? ¿Era una narrativa que cohesionaba a los comuneros opositores?

Entonces, el reto fue dar cuenta cómo los diversos grupos, y sus posicionamientos, formas de adscripción y atribución, significados, espacios e instituciones han sido producidos y productores de la pugna actual sobre la implementación de la hidroeléctrica.

 

ACERCA DEL ARMADO ANALÍTICO

La estrategia para construir el anterior punto de partida etnográfico ha sido problematizar, en términos de procesos históricos, la formación de grupos de comuneros y no comuneros, sus relaciones, argumentos y sus formas de adscripción y atribución. En vez de asumir el orden social como dado, mi camino es problematizarlos con base en la compleja coexistencia de cambio y permanencia, jerarquía y equidad, impugnación y aceptación, conflicto y acuerdo, inclusión y exclusión.

Me preocupa responder cómo se produce un sujeto antropológico: un grupo de comuneros opositores a un proyecto hidroeléctrico.5 Baso mi enfoque en las aportaciones de Comaroff y Comaroff (1991, 1992) y Zendejas (1995, 2001, 2003). Tengo como objeto de estudio los procesos históricos de formación nunca acabada de sujetos, espacios sociales, identidades colectivas e instituciones. Refieren Comaroff y Comaroff (1992: 31):

How, then, do we do an ethnography of the historical imagination? How do we contextualize the fragments of human worlds, redeeming, them without losing their fragile uniqueness and ambiguity? To repeat: for us the answer lies in a historical anthropology that is dedicated to exploring the processes that make and transform particular worlds —processes that reciprocally shape subjects and contexts, that allow certain things to be said and done.

Más que tomar como dada una identidad base para la resistencia, considero que habría primero que preguntarse por qué y cómo ciertos grupos utilizan y crean argumentos, símbolos, significados y espacios para la construcción de una resistencia inserta en condiciones sociales a las que quieren influir, pero que no están bajo su control. Por lo que es indispensable preguntar cómo las identidades colectivas son construidas y toman su contenido cultural particular. Para lograrlo evité las visiones clásicas, que asumen un movimiento social como coyuntural, o defecto en el sistema político. Lo que intento es concebir la construcción del movimiento opositor como un proceso inserto en otra serie de procesos de long dureé. Por ende, tienen especial importancia los largos procesos históricos y la participación de los sujetos en dichos procesos para entender la formación de las identidades colectivas y los espacios, desde los cuales se apoyan para lograr sus objetivos. En ese sentido, apuesto a comprender las actúales y diversas, desiguales y hasta jerárquicas posiciones, relaciones y significados entre los comuneros y no comuneros respecto de la tierra, el agua, la presa y el desarrollo como productos de diversas y cambiantes relaciones entre los mismos comuneros, y entre éstos con grupos de no comuneros como parte constituyente de dichos procesos.6

En consecuencia la reflexión teórico-metodológica ha tenido dos ejes principales. El primero refiere a los vínculos entre los procesos históricos y la participación de los sujetos que permitan entender el surgimiento de los diferentes y desiguales grupos participantes en la construcción de una resistencia, los espacios sociales de toma de decisión, los argumentos y representaciones (materiales y simbólicas) para defender una posición política. Hablar de dichos vínculos significa plantearse el problema acerca de la construcción recíproca entre la participación de los distintos grupos y las condiciones sociales específicas en que viven.7 Dichos procesos históricos y la participación de los distintos grupos se deben indagar etnográficamente, y no definirse a priori. Con base en este eje trato de contestar a la pregunta: ¿cómo se han formado los grupos, argumentos, identidades colectivas y espacios involucrados en la disputa por la presa La Parota?

El segundo eje analítico consiste en entender cómo, al mismo tiempo y sin desvincular, los procesos históricos de formación de diferentes, desiguales y hasta jerárquicos grupos, sus relaciones y posiciones definen la participación en la construcción siempre problemática de aquello que los une. Es decir, cómo dichas diferencias, desigualdades, jerarquías, y las representaciones de las mismas (ya sean simbólicas o materiales) son aprehendidas y representadas por ciertos grupos para cohesionar y dotar de legitimidad su posición política. Es decir, de lo que se habla es de un análisis acerca del uso estratégico de las representaciones acerca de relaciones y posiciones históricamente desiguales y jerárquicas entre grupos de comuneros y no comuneros respecto de la definición de los significados, propiedad, acceso y uso de los recursos naturales (tierra y agua) y los espacios de decisión.8 Este eje remite a responder a las preguntas: ¿qué representaciones históricas han permitido, y por qué, la construcción de la unidad?

Para lograr el análisis de estos ejes utilizo nociones ad hoc al enfoque: relaciones de poder, espacios sociales, identidades colectivas, territorio y memoria colectiva. Acepto la omnipresencia de las relaciones de poder como fundamentales para comprender las diferentes posiciones y relaciones de desigualdad y jerarquía entre distintos grupos y espacios sociales respecto de la definición de los significados, propiedad y acceso de los recursos naturales. Se trata entonces de un "modo de acción de unos sobre otros" (Dreyfus y Rabinow, 1988). Esta acción no se ejerce en abstracto, sino que es necesario precisarla históricamente, en tanto grupos, espacios y periodos específicos. De esta forma, la etnografía ha de responder acerca de quiénes, en nombre de qué, o quiénes, por medio de qué, dónde y cuándo intentaron o realizaron ciertas acciones para lograr un objetivo.

Si las relaciones de poder no suceden fuera de un tiempo histórico, menos suceden sin relación a coordenadas espaciales. Son parte fundamental en la producción de espacios sociales, en tanto los distintos grupos de comuneros y no comuneros han participado históricamente en la constitución de sus espacios sociales —en tanto jerárquicos y traslapados—.9 También estos espacios sociales son considerados multifacéticos, es decir, son (o pueden ser) tanto económicos, políticos y culturales. Esto implica asumir distintas formas de organización de relaciones de poder en un periodo histórico.

Concibo a las identidades colectivas como formaciones históricas que consisten en la formación de un "nosotros" frente a un "otros", con base en la construcción de fronteras (simbólicas y materiales) que tienen como base las relaciones de desigualdad y jerarquía entre distintos grupos. Las identidades son una construcción de aquellos que se adscriben a las mismas para conseguir ciertos objetivos o proyectos políticos.10 Es clave estudiar su uso político en la construcción de fronteras sociales para lograr diversos objetivos.11 Por ende, es clave indagar etnográficamente por qué ciertas representaciones y discursos fueron utilizadas por algunos para la construcción de una resistencia.

La conformación de las identidades colectivas está anclada a la construcción de un territorio. La apropiación del espacio es parte crucial de la construcción de un nosotros, pues es el territorio el que se defiende y también donde se vive cotidianamente. Sin embargo, como refiere Zendejas (2003: 71), la construcción de un territorio, en tanto vivido y cargado de significados, debe asociarse a los conflictivos procesos de apropiación social del mismo. Es necesario romper con el postulado de isomorfismo entre cultura y territorio que establece a una población culturalmente homogénea en un determinado territorio. Lo cual conduce al reto de indagar cómo históricamente los distintos grupos de comuneros se han apropiado material y simbólicamente su territorio y, al mismo tiempo, cómo estas representaciones sirven para la formación de grupos. Esta propuesta es clave para intentar responder a la cuestión de por qué no todos los comuneros respondieron a favor o en contra de la presa.

Un elemento mediador en la construcción de identidades colectivas y del territorio es la construcción de memorias colectivas para la acción colectiva, y no la huella de los recuerdos y los olvidos de ciertos grupos.12 La producción del pasado (y de los orígenes) es crucial para entender la formación de discursos fundadores que impulsan ciertos grupos acerca de su relación natural y primigenia entre grupos y territorios. Las narrativas —nunca homogéneas— se analizan como parte de estrategias políticas por parte de los opositores, que buscan definir una forma de ser del pasado con el objetivo de legitimar una posición política actual contra la presa.

En lo que respecta al trabajo de campo, el enfoque relacional-histórico asumido aquí exige precauciones clave. Indagar los vínculos de formación recíproca de procesos sociales y grupos implica dos retos a sortear. El primero se basa en indagar periodos que son difícilmente explorables a través de contactos cara-cara y son sólo accesibles mediante fuentes documentales e historiográficas. Segundo, si asumimos que los comuneros y sus espacios son también producidos (o determinados parcialmente) por otros grupos y espacios sociales mayores, es indispensable indagar etnográficamente cómo éstos contribuyeron a redefinir las posiciones y relaciones de los comuneros y sus espacios sociales clave (localidades y terrenos comunales). Por ende, fue necesario utilizar diversas fuentes y desarrollar una estrategia para vincular a las mismas. La fuentes que utilicé fueron: etnográficas, acervos documentales, hemerográficas e historiográficas. La estrategia que utilicé para vincularlas fue coherente al enfoque, es decir, a cada una la problematicé respecto a periodos específicos, grupos, eventos y sus relaciones entre sí, espacios y argumentos.

La etnografía no es independiente de la relación entre investigador y sujeto, así como en el espacio donde se establece dicha relación. Los registros producidos a partir del trabajo etnográfico no pueden ser aceptados como una representación transparente de la experiencia y discursos recogidos en campo. Como bien refiere Alonso (1988: 34): "histories are retrospectives because the contours or the past are finally delineated and fixed from the vantage point of the present". Por lo que necesité ubicar socialmente a la persona para conocer desde dónde habla y argumenta, a qué grupos ha pertenecido o pertenece y las relaciones que ha establecido.

En lo respectivo al trabajo sobre acervos documentales, hemerográficos e historiográficos, evité pensar los documentos como independientes de quién, dónde y cuándo se escribieron, no son repositorios de verdad.13 La revisión de los diversos documentos me permitió analizar no sólo los mecanismos jurídico-burocráticos, principalmente, de los diferentes gobiernos para controlar y administrar los recursos, sino también —aunque sea de forma indirecta— la agencia de los sujetos hacia dichos mecanismos y hacia los recursos. De esta forma los documentos son representaciones fragmentarias de amplios procesos que no se agotan en lo local. Dichas indagaciones dieron luz a la identificación de procesos históricos claves (agrarios, federalización del agua, turísticos, migratorios) que se presentan de forma entreverada en el documento. Esta estrategia de análisis (y de redacción) obedece a la lógica de que distintos procesos fueron claves —y también dejaron de serlo— en ciertos periodos y para ciertos grupos y espacios sociales para la formación y transformación de los mismos. Así, se notará que la federalización del agua (de jure a partir de la década de 1920) fue clave, y de facto hasta la década de 1970, en la reconfiguración del paisaje de los bienes comunales de Cacahuatepec —y sólo para algunas localidades.

En conclusión, las historias, tanto etnográficas como de archivo, son siempre representaciones vinculadas con quién las produjo, a sus intereses y grupo de pertenencia. Comaroff y Comaroff (1991) refieren: "history and its representations are not nicely distinguishable. To the contrary: history lies in its representations". Como antropólogo me enfrenté a fuentes que parcialmente me hablaban de distintos procesos, eventos, grupos y espacios, por lo que fue necesario analizar e imaginar dichos "fragmentos" con base en los ejes analíticos y categorías ya mencionados. Por ende, el ejercicio investigativo que se muestra en este documento implicó la revisión y selección de los eventos locales más significativos (en el sentido de formación y transformación de sujetos, relaciones y espacios sociales) y las representaciones de los mismos, relacionándolos con procesos más amplios.14 De ahí que fue necesario construir una propia narrativa a partir del rompecabezas de las distintas fuentes, siguiendo las directrices de Comaroff y Comaroff (1992:35): "We would insist, though, that a historical ethnography must always go beyond literary traces, beyond explicit narrative, exegesis, even argument."

 

UNAS HISTORIAS ACERCA DE LOS BIENES COMUNALES DE CACAHUATEPEC

Dividiré la presentación histórica en tres períodos: 1) de 1850 a 1940; 2) 1940 a 1975, y 3) 1975 a 2004. Dicha periodización tiene como criterio principal la redefinición, parcial, de las relaciones de poder entre los grupos de comuneros y no comuneros respecto de los recursos y los espacios de decisión clave.

 

Sobre los comienzos de los bienes comunales de Cacahuatepec, la preeminencia de la cabecera y la federalización del río Papagayo, 1850-1940

Durante la colonia los conquistadores implementaron una estrategia para someter a los distintos pueblos indígenas: las repúblicas de indios. Éstas se instituyeron tomando como base los antiguos pueblos prehispánicos.15 Cacahuatepec era el pueblo principal en el sur de la región conocida como la Montaña en Guerrero, por lo que los agustinos instalaron en Cacahuatepec una vicaría durante el siglo xvi.16 Como parte de su estrategia los agustinos evangelizaban y estrechaban relaciones con los comuneros de Cacahuatepec, por lo que cobró relevancia en la zona como una localidad donde se desarrollaban las distintas celebraciones católicas.

La cabecera también cobró importancia, por ser lugar de paso para el comercio entre el puerto de Acapulco y la ciudad de México y el puerto de Veracruz. En Cacahuatepec el gobernador de Acapulco instaló —a mediados del siglo XIX— una "ganoa" para el paso de mercancías a través del río Papagayo.17 Este hecho permitió el enriquecimiento de algunas familias de comuneros de la cabecera, 18 debido a que parte de las ganancias del cobro por cruzar el río se quedaba en manos del comisario municipal. Al ingresó económico del río se sumaban los "impuestos" que recababa el comisario municipal a los comuneros de los barrios por el uso de la tierra, con base en el argumentos de que ellos eran los originales de los comunales.19

Estos ingresos permitieron a las familias principales hacerse de numerosas tierras y grandes hatos de ganado empleado para la producción de queso, que comercializaban en el puerto de Acapulco.

Durante la misma colonia se estableció un cuartel militar en Cacahuatepec, lo que permitió a los comuneros de la localidad estuvieran armados. Esto fue clave, pues finales del siglo XIX, como consecuencia del despojo a tierras indígenas con base en las Leyes de Reforma, se levantarán en armas los comuneros.20 El personaje principal de dicho levantamiento fue el general Valerio Dorantes, originario de la cabecera, quien organizó a los comuneros de la cabecera y los barrios para luchar por los terrenos comunales. Dicha narrativa es un mito fundante de los comunales: "Fue cuando Juan Dorantes fue a pelear allá, y ganó el general Dorantes, porque era general y el presidente le dijo que si quería dinero o tierra y él le dijo que tierra, por eso nos dio unos terrenos muy grandes".21

La entrada al siglo XX presentó un reordenamiento de las relaciones jerárquicas. Con la Revolución se construyó un nuevo ordenamiento de gobierno, y para ello establecieron en su agenda dos proyectos: la reforma agraria y la federalización del agua. En el primero se contemplaba el proceso de confirmación de derechos comunales, y los comuneros de la cabecera fueron responsables de iniciar dicho trámite. En 1922 se formó una comisión para solicitarle a la Comisión Nacional Agraria la devolución de los títulos primordiales de los bienes comunales. En esta comisión se encontraba el general Juan Dorantes, hijo de Valerio Dorantes.22 A pesar de que dicha iniciativa se presentaba recién iniciado el reparto agrario, el proceso de confirmación se extendería durante más de cuarenta años.

Respecto de la federalización del agua, durante este periodo se dio un cambio relevante que corresponde al de la jurisdicción del río Papagayo, que pasó de estatal a federal. En 1921 el titular de la Secretaría de Agricultura y Fomento informa que el río Papagayo es "propiedad de la Nación por ser permanentes y desembocar en el Océano Pacífico".23 Con este cambio los grupos del gobierno federal se apropiaron de jure de la corriente. En 1936 la Comisión Nacional de Irrigación solicitó declarar la veda en el río Papagayo por tiempo indefinido, y ningún proyecto particular o gubernamental se estableció hasta los años 60.24 Si bien la federalización no redefinió las relaciones entre los comuneros y la corriente, surgió una iniciativa gubernamental que la redefinió, al igual que a todo Guerrero: la carretera México-Acapulco. Inaugurada el 11 de noviembre de 1927, significó la entrada del puerto a la red nacional de comunicaciones, y además impulsó la creación de una red carretera ligada a la misma.25 Una de estas vías fue la carretera Acapulco-Pinotepa Nacional, la cual corre por toda la Costa Chica. Esta obra significó dos cambios para los comuneros de la cabecera. Por una parte afectó el cruce del río por Cacahuatepec y, por ende, el ingreso económico de los comuneros con la desaparición de la ganoa. Por otra parte los benefició, pues facilitó el traslado al puerto para comerciar.

 

Sobre la confirmación de los terrenos comunales, la construcción de los sistemas Papagayo y los procesos migratorios, 1940-1975

A finales de la década de 1930 se inició un proceso migratorio al interior de los bienes comunales. Dicha migración se presentó de los comuneros de la cabecera y los barrios más antiguos hacia el área de planicie de la margen derecha del río Papagayo. Ésta también era la más cercana a la carretera Acapulco-Pinotepa Nacional. La movilidad se dio por dos motivos: 1) la escasez de tierra para cultivar, y 2) las inundaciones provocadas por las constantes crecientes del río Papagayo. La población de la cabecera y los barrios comenzó a crecer, lo cual generó una mayor presión por obtener tierra apta para el cultivo, situación aún más apremiante debido a las condiciones topográficas (sierra). En consecuencia, la población buscó terrenos libres y con mayor aptitud para el cultivo, y así nacieron las localidades de Agua Caliente, Amatillo, El Bejuco, Oaxaquillas, Salsipuedes, San Antonio Cacahuatepec, San Pedro Cacahuatepec y Tasajeras (Secretaría de la Economía Nacional, 1934; Secretaría de la Economía Estatal, 1943; Secretaría de Economía, 1952; Secretaría de Industria y Comercio, 1963). Este proceso benefició económicamente a las familias principales de la cabecera porque ocupaban la comisaría municipal, desde la cual emitían —y cobraban por la emisión— los documentos de propiedad sobre las tierras que ocupaban los comuneros migrantes.

Al mismo tiempo existió otro tipo de migración hacia el puerto. Acapulco fue objeto de los grupos federales, a partir de la década de los cuarenta, para recibir incentivos para el fomento a la inversión, construcción de infraestructura y equipamiento turístico.26 La urbanización convirtió a la bahía en un lugar atractivo para ciertos comuneros en busca de una "mejor vida". Fueron los comuneros de la cabecera y, específicamente de las familias principales, quienes migraron a Acapulco. Dicha movilidad era principalmente de las madres de familia e hijos, el hombre (esposo) junto con el hijo mayor residían en Cacahuatepec, con el fin de mantener los cultivos y cuidar el ganado y su producción. Esta migración sólo era posible mediante el poder económico de dichas familias: mayor número de tierras (de siembra y alimentación de ganado), hatos de ganado, comercio e ingresos de la comisaría municipal.

Durante los años 50 los comuneros de la cabecera impulsaron de nueva cuenta el proceso de confirmación de derechos comunales. La respuesta de los funcionarios gubernamentales fue favorable a dicha petición. Sin embargo, durante el proceso de definición de linderos surgieron conflictos por la definición de linderos con ejidatarios y propietarios particulares de ejido Nuevo,27 ejido de Cerro de Piedra,28 con la ex hacienda de San Marcos29 y los propietarios de la finca de San Pedro Las Playas.30 Así lo refiere un documento: "Guillermo Suástegui Bibiano vino a esta Capital en el año de 1957 a quejarse de que en los trabajos realizados por el Departamento Agrario para la confirmación de los terrenos comunales de dicho poblado de Cacahuatepec, no se había tomando en cuenta la parte de las fincas de San Pedro de Las Playas, Rancho Bellavista y la Estación, con lo cual se les quitaba una parte de sus terrenos".31 Usualmente, acompañaban a los funcionarios del departamento agrario el comisario municipal de Cacahuatepec, así como una comitiva de comuneros principales de la cabecera. Los comuneros de los barrios eran marginales respecto de los recorridos por los linderos, y en general del mismo proceso de confirmación.

Fue en agosto de 1956 que se publicó la resolución presidencial sobre la confirmación y titulación de bienes comunales de Cacahuatepec.32 No obstante la determinación del gobierno federal, los comuneros de la cabecera no aceptaron los linderos estipulados. Comuneros de algunos barrios vieron este conflicto por el proceso de confirmación de derechos como una oportunidad de emanciparse de los comuneros de la cabecera. En 1959 los comuneros de Barrio Nuevo Los Muertos solicitan el cambio al régimen ejidal con la siguiente argumentación:

[...] [todas estas tierras] pasen al Régimen Ejidal, por convenir así a los intereses de todos los Campesinos Comuneros de este lugar [...] por las razones poderosas que existen para este procedimiento, como las siguientes: a) Porque los Campesinos Comuneros de Cacahuatepec, jamás nos han considerado con igualdad de Derechos, sino como Arrendatarios y de este modo anualmente nos vienen gravando con las Rentas.33

Durante los años 60 los comuneros de la cabecera utilizaron su red de parentesco y compadrazgo en distintas localidades para impulsar la aceptación de la resolución presidencial. Así, las familias Suasteguí, Dorantes, Valente y Navidad —establecidas en Las Cruces34, San José Cacahuatepec35 y El Carrizo—36 "unificaron criterios". Fue en 1964 que los comuneros de la cabecera y sus allegados eligieron a don Guillermo Suasteguí como el nuevo presidente del comisariado comunal de Cacahuatepec.37

Si bien se instaló una nueva institución para regular los asuntos agrarios en los comunales, esto no significó una redefinición en la configuración de las relaciones de poder, pues los comuneros de la cabecera pudieron imponer, sin resistencia de los comuneros de los barrios, su monopolio en las instituciones clave. No existió resistencia debido a dos aspectos clave: 1) los comuneros de los barrios aceptaban como natural el derecho original que tenían los comuneros de Cacahuatepec sobre los puestos de autoridad, y 2) porque dichas instituciones (comisaría municipal y comisariado comunal) no eran determinantes para la definición y repartición de tierras. La compra y venta de terrenos era un convenio entre particulares y sólo tenían que hacer los trámites administrativos y pago en el comisariado.

Por otra parte, ante el crecimiento demográfico y urbano del puerto las fuentes de abastecimiento de agua comenzaron a ser insuficientes, tanto para la población permanente como para la flotante. En consecuencia, en 1970 comenzó la construcción del Sistema Papagayo I, el cual incluía un pozo Ranney y 16 pozos (ocho someros y ocho sumergibles).38 Estas obras afectarían los terrenos cercanos a la localidad de Agua Caliente, por lo que la respuesta de comuneros de dicha localidad y otras (Cacahutepec, Amatillo, El Bejuco y El Cayaco) en contra de la obra no se hizo esperar (Encarnación (1992: 88). Sin embargo, la respuesta del entonces gobernador Rubén Figueroa Figueroa, apoyado en el ejército, fue más que enérgica, y la obra continúo. A mediados de los años 70 fue necesaria la construcción de otra obra para abastecer Acapulco: el Sistema Papagayo II.39 Ante esta nueva obra sólo comuneros de Agua Caliente y Oaxaquillas se opusieron, encabezados por el comisario municipal de la primera: Ignacio Palma. De nueva cuenta, el gobernador estatal intervino para convencer a los comuneros:

Entonces fuimos allá a la cabecera, ahí había muchos comuneros, pero ya estaban los guachos [...] Allí en La Parota ya había una soga puesta. Entonces llego este Figueroa, se sentó y nos dijo: "Ya les dije que me pidan lo que quieran, ya les dije que me pidan lo que quieran, pero la bocatoma se va hacer. Prefiero que se mueran todos los pinches indios pero ningún turista se me va morir por falta de agua. A ver, levante la mano quien no esté de acuerdo de que se haga la bocatoma para que ahorita mismo lo ahorquemos, a ver ¿quién no está de acuerdo?" Y pus tú crees que alguien iba a levantar la mano, pus no.40

Dos fueron las estrategias, aparte de la intimidación, que implementaron los grupos gubernamentales para lograr las obras y calmar a los comuneros: 1) la promesa de pago por las tierras afectadas, tanto por las obras principales como por las tuberías que atravesaron varias localidades y terrenos, y 2) el compromiso de darles empleo asalariado dentro de la Junta Administradora de Agua Potable y Alcantarillado.41 La primera nunca se cumplió. La segunda sí: se les dio a los comuneros de Agua Caliente y Salsipuedes empleos con carácter hereditario.

Por otra parte, la construcción de estos sistemas implicó transformaciones relevantes para localidades de la margen derecha (entre ellas Amatillo, Agua Caliente, El Ranchito, Oaxaquillas, Salsipuedes y San Pedro Cacahuatepec). Como fue la apertura de caminos, la instalación de transporte hasta la zona urbana de Acapulco y la instalación de electricidad. Agua Caliente fue la primera localidad que tuvo energía eléctrica en los hogares. La apertura de caminos y el sistema de transporte fueron claves para la migración laboral hacia el puerto en la década de los setenta y luego se generalizó a comuneros de los distintos barrios, principalmente de Agua Caliente, Salsipuedes y Oaxaquillas. La actividad laboral era en la construcción, pues en ese entonces el crecimiento urbano de Acapulco fue significativo.42 Así también algunos de los hijos estudiaban la secundaria y carreras técnicas en el puerto.

 

Sobre las disputas por el comisariado comunal y el acceso al agua del río Papagayo en los bienes comunales, 1975-2003

A finales de la década de los setenta existió un cambio significativo: la votación por la presidencia del comisariado. Dicha apertura no significó que los comuneros de los barrios pudieran ser presidentes, pues se necesitaban dos requisitos: 1) dinero para financiar la campaña y 2) el apoyo de grupos locales de institutos políticos y corporativistas. La presidencia no sólo significaba ingresos económicos por motivos de compra-venta de terrenos en los comunales, sino una carrera política a nivel municipal como regidores, como fueron los casos de Joaquín Suasteguí (comisariado de 1977-1980 y tío de Marco A. Suasteguí), Eduardo Valente Navidad (comisariado de 1989-1992) y Efraín Dorantes (comisariado 2001-2002). 43

Esta dinámica se debió a que grupos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de la Confederación Nacional Campesina (CNC) vieron a "la población de comunales como un gran botín político en términos de votos", según Élfego Ceballos. El apoyo económico y material permitió el establecimiento de una red de comuneros priísta en distintas localidades, principalmente las más cercanas a la cabecera tanto en términos geográficos como de parentesco.

Sin embargo, con la llegada del padre Jesús Mendoza, en 1980, hubo un cambio en la pugna por la presidencia del comisariado comunal que rompió con el monopolio ejercido por parte de los comuneros de Cacahuatepec. Su actividad pastoral también consistió en organizar comunidades eclesiales de base (CEB). El argumento fundamental que enunció el padre a los comuneros de los barrios fue: "todos tienen derecho de servir a su pueblo, no nada más ellos".44 Con base en este argumento varios integrantes de las comunidades eclesiales se organizaron en la Coordinadora Campesina Emiliano Zapata, impulsando como candidato al comunero Sergio Manzanares. Éste ganó la presidencia para el periodo 1983-1986 no sin fuerte oposición de los comuneros de la cabecera, quienes amenazaron con asesinar al candidato externo. A pesar de dicho logro, la continuación de este grupo de comuneros de los barrios en el comisariado se vio truncada por tres motivos: 1) el padre Jesús Mendoza fue cambiado a la zona urbana de Acapulco; 2) varios de los comuneros encargados de la CEB fueron invitados a participar en institutos políticos, y 3) ante dicho evento los grupos locales del PRI y la CNC intensificaron su apoyo a los comuneros de la cabecera y su red por conducto de Eduardo Valente Navidad.

Éste se hizo de la capacidad para nombrar y apoyar a los candidatos a la presidencia del comisariado, además de poder removerlos; lo anterior pudo realizarlo gracias a la relación de compadrazgo con, y consiguiente patrocinio de, Gustavo Nabor Ojeda Delgado, líder de La Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Guerrero, filial de la CNC.45 Eduardo Valente era el personaje que repartía (y todavía reparte) a la red de comuneros priístas el dinero proveniente del PRI y la CNC. Se postula y gana el comisariado en 1989, con base en la compra de votos y el prestigio de ser ingeniero ante los demás comuneros, quienes lo reconocen como un sujeto preparado.

Durante esa misma década de los ochenta se gesta un proceso clave dentro de las localidades afectadas por la construcción de los sistemas Papagayo. En complicidad con algunos funcionarios de la capama, los comuneros de Agua Caliente, Salsipuedes y Oaxaquillas se conectaron clandestinamente a las líneas centrales de abastecimiento de agua, lo cual permite la creación de una zona de cultivos de riego y el establecimiento de cultivos de productos perennes, y en mayor cantidad, que comercializan a buen precio en Acapulco. Es decir, abandonaron el sistema de siembra por temporal que continúo en la zona de sierra de los comunales. Dichas conexiones también llegaron al interior de los espacios domésticos.

A finales de la década de los ochenta la disputa por la construcción de obras hidráulicas se vio entrecruzada con las disputas por clientelas políticas del PRI y el recién formado Partido de la Revolución Democrática (PRD). Un grupo de comuneros priístas, principalmente de la cabecera, logró la perforación del pozo en la cabecera y a partir de éste bombear agua que distribuye el vital líquido para la misma cabecera y localidades aledañas. Por otra parte, grupos de comuneros perredistas organizaron a comuneros de Amatillo y San Pedro Cacahuatepec, para manifestarse en 1992 en el puerto de Acapulco, exigiendo un tanque y la red respectiva. Sólo los comuneros de Amatillo lograron satisfacer sus demandas.

Durante los años 90 continúa este tipo de relaciones clientelares respecto del comisariado comunal y el acceso al agua del río Papagayo. En lo respectivo al comisariado comunal Eduardo Valente, durante su presidencia se hace de documentos clave como el padrón de comuneros, y éste le permite regular quién es reconocido comunero y quién no, además de imponer a candidatos en el comisariado y destituir del comisariado comunal a uno de sus más férreos contrincantes económicos y políticos: Efraín Dorantes,46 por no apoyar abiertamente la construcción de la hidroeléctrica y sus intereses en los comunales. Entonces Valente Navidad instaló a su compadre Cresencio Jerónimo para que apoyara la presa.

Por otra parte, un evento catastrófico para el puerto a finales de los años 90 contribuyó a la uniformización en el abasto de agua en los comunales. Debido al desastre provocado por el huracán Paulina, en 1998 la federación asignó un apoyo presupuestal a la obras de reparación de la capama. Con ello también llegó a la dirección de dicho organismo el ingeniero Sierra. Se ampliaron los servicios de agua potable a Las Cruces de Cacahuatepec, San Pedro Cacahuatpec y Tasajeras, además de que se instalaron bombas y tanques para las localidades conectadas al recién construido pozo radial.

Sin embargo, el mismo ingeniero Sierra intentó regularizar a todos los comuneros que de forma clandestina se habían conectado a las líneas centrales. Convocó a una asamblea en Agua Caliente, para informar sobre el nuevo proyecto de retirar las conexiones y el consecuente establecimiento de una red de abastecimiento y medidores en cada hogar. Los comuneros se opusieron, principalmente los jóvenes de entre 30 y 40 años, quienes habían estudiado en Acapulco a finales de los años 70 y repartían su jornada laboral entre un trabajo asalariado en el puerto y el trabajo en comercio o agricultura en los bienes comunales. Uno de los principales comuneros opositores, quien se opuso y triunfó en la argumentación al ingeniero fue Venus Hernández.47 Su argumento fue el siguiente: "por qué vamos a pagar, antes ustedes nos deberían pagar a nosotros porque se llevan el agua de aquí". Como producto de dicha reunión los comuneros, encabezados por Venus Hernández, lograron que el ingeniero firmara un convenio, en el que comprometía al organismo municipal a no cobrar de por vida a los comuneros el agua.

 

LA CONSTRUCCIÓN DEL SUJETO COLECTIVO, Y LA FORMACIÓN DE IDENTIDADES, TERRITORIO Y MEMORIAS COLECTIVAS

En este apartado desarrollaré cómo se formaron los distintos grupos en relación con la hidroeléctrica, enfatizando al grupo de comuneros opositores. También presentaré la relación entre procesos históricos y las distintas estrategias que llevaron a cabo algunos para construir una serie de representaciones y discursos que dieran cohesión a un sujeto colectivo. Éste no lo concibo como un bloque homogéneo, sino que en él coexiste la unidad con la diversidad.

Para ello mi estrategia de presentación se basa en combinar la narrativa del primer año de lucha (2003-2004) con las distintas formas de aprehender la actual lucha de los comuneros.

Durante el primer semestre de 2003 personal de la CFE ingresó a los bienes comunales, según ellos para realizar los estudios técnicos y de factibilidad para la presa. Para evitarse problemas el encargado del proyecto, Carlos Pérez Aguirre, visitó a las localidades de los bienes comunales que iban a ser directamente afectadas: Arroyo Verde, Garrapatas y San José Cacahuatepec. Sólo la segunda no iba a ser inundada, pero sí sus tierras de cultivo. Las demás localidades de los comunales se habían enterado del proyecto por las noticias y veían pasar los vehículos de la comisión, pero nunca fueron informados. Los comuneros de estas tres localidades pidieron una asamblea comunal para consultar a todos. Ésta se concertó, en términos informativos, el 22 de junio de 2003, y sólo asistieron los comuneros mayores de 60 años (Contreras, 2003). Luego de la presentación de las bondades del proyecto, un comunero se opuso abiertamente: Francisco Chico Hernández. Ahí confrontó al entonces encargado del proyecto, Carlos Pérez Aguirre, y cuestionó la presa de la siguiente forma: "si se hace la presa todo se va a secar, porque van a cortar el río desde allá arriba, entonces ¿qué nos va a quedar a nosotros? Es como si le hicieras un nudo aquí, en el brazo, ya no pasa la sangre verdad, entonces qué pasa, se te pudre todo acá, eso nos va a pasar, la tierra se va a pudrir".

Gumersindo Joaquín e Isabel Suasteguí, de San José Cacahuatepec y líderes de las localidades afectadas, buscaron posteriormente a Chico para que los apoyara en una manifestación en contra de la presa.48 Isabel Suasteguí, por cuenta propia, buscó a su sobrino Marco Antonio Suasteguí, que vivía en Acapulco y tenía un negocio de motos acuáticas, para que los asesorara. Por su parte, comuneros de la familia Flores, de Garrapatas, le pidieron a su hermano mayor Felipe Flores los ayudara con su experiencia política.49

Sin embargo, personal de la CFE, en asociación con el entonces comisariado Cresencio Jerónimo y Eduardo Valente, organizaron una asamblea sorpresiva el 28 de junio en Cacahuatepec, con el objetivo de aprobar la hidroeléctrica y autorizar el uso de cambio de suelo. A ésta sólo asistieron los comuneros pertenecientes a la red priísta-cenecista. No obstante, los comuneros de distintas localidades fueron testigos de la entrega de dinero y materiales de construcción por parte de Cresencio Jerónimo y Eduardo Valente.

Ante este movimiento, los comuneros de las localidades afectadas se manifestaron con un plantón en El Fraile, ubicado en la margen derecha del río frente a la cabecera con el objetivo de impedir el paso a los trabajadores de la CFE. Los comuneros opositores se dividieron en cuanto a las estrategias. Los comuneros de Arroyo Verde y San José Cacahuatepec, dirigidos por Gumersindo Joaquín e Isabel Suasteguí, apoyaron recorridos por las localidades de los comunales; los comuneros de El Cantón, Garrapatas y Tasajeras apoyaban la estrategia de Marco A. Suasteguí y Felipe Flores, de dar a conocer la lucha a través de los medios de comunicación.50

La estrategia discursiva de los recorridos era referir el mismo argumento de Chico Hernández en la asamblea del 22 de junio. Sin embargo, los comuneros de las localidades respondían escépticos a la invitación de movilizarse. La gran mayoría veía la presa como una oportunidad de desarrollo económico o, como algunos me refirieron, la veían "muy lejana, no nos iba a afectar", o "no creímos, pus como iba a estar lejos, pus que nos iba a afectar a nosotros, bueno, eso pensamos al principio".51

Mientras tanto, Marco A. Suasteguí y Felipe Flores hacían campaña entre semana en Acapulco, a través de los medios de comunicación y con base en su condición campesina. Sólo visitaban el plantón los fines de semana. Esto fue motivo de diferencias entre ambos bandos de dirigentes y comuneros opositores.

La ruptura entre uno y otro bando fue crucial para la redefinición del movimiento. Gumersindo Joaquín e Isabel Suasteguí sorpresivamente habían firmado un convenio con la CFE para continuar los estudios (Contreras, 2004),52 lo cual reafirmó el liderazgo de Marco A. Suasteguí y Felipe Flores. Éstos se vieron forzados a realizar recorridos en las localidades, aun cuando hubo diferencias sustanciales. Los comuneros los veían como líderes confiables, porque no se habían vendido como Eduardo Valente y Gumersindo Joaquín. Así encontré comentarios de comuneros marginales, quienes referían que Marco A. Suasteguí había "salido bueno porque no se ha vendido".53

Además, la estrategia discursiva fue más compleja. Marco A. Suasteguí tenía una gran habilidad verbal, era reconocido como nieto de don Guillermo Suasteguí, y por ser originario a la cabecera reiteraba constantemente cómo las familias Valente y Navidad habían obtenido provecho de la comisaría municipal y del comisariado comunal mediante la venta de tierras de los comunales. También reafirmaba que gracias a la lucha de Juan Dorantes se habían ganado las tierras, y que ellos como campesinos no podían venderla. Por su parte, Felipe Flores, con base en sus relaciones políticas, había obtenido el proyecto de la hidroeléctrica.54 Con base en éste Felipe Flores mostró a los demás comuneros cómo iba a afectar su suministro de agua, y que el plan de reubicación no existía. Remarcó "¿cómo esperaban que el gobierno les pague?" con base en la experiencia histórica de los sistemas Papagayo, que llevaban el agua a los hoteles de los ricos y los comuneros no habían sido indemnizados. Así comenzaron a obtener una mayor respuesta de los comuneros, sobre todo de las localidades de la planicie de la margen derecha: Salsipuedes, Oaxaquillas, Amarillo y San Pedro Cacahuatepec. Estos grupos han sido los más activos en la lucha, debido a que ellos perciben con mayor riesgo para sus intereses la construcción de la presa.

Otras tres acciones fueron claves. Primero se estableció una red de comuneros representantes por cada localidad, que tenía la responsabilidad de asistir a las asambleas dominicales del Cecop. La gran mayoría de ellos eran sujetos de dos tipos: encargados anteriores de las comunidades eclesiales de base, o comuneros con un empleo asalariado por parte de la capama. En segundo lugar se estableció, de forma predominante, que las asambleas, ruedas de prensa y eventos se realizarán en Agua Caliente, debido a su condición de fácil accesibilidad (derivada de las obras hidráulicas en la década de los setenta) y porque ahí vivía tanto Chico como Venus Hernández —designado vocero—. En tercer lugar, la asamblea del Cecop tendría un carácter rotatorio, es decir, cada quince o veinte días se llevaría a cabo en una localidad distinta a Agua Caliente.

Esta última práctica ha sido crucial, para de alguna forma homogeneizar los argumentos y representaciones contra la presa y aquellos que impulsan su implementación. La finalidad del carácter rotatorio es que la gente se informara, pues "si ve gente reunida se acerca para oír y puede que se convenza".55 Así, al interactuar con comuneros de distintas localidades me remitían de manera uniforme a los mismos argumentos y representaciones históricas acerca de por qué no aceptar la presa: las prácticas de los vendidos y la venta de tierras por parte de comisariados de la cabecera, la falta de pago por parte del gobierno, su condición de campesinos y que la tierra no se vende porque Juan Dorantes la ganó con sangre. Sin embargo, la clave era problematizar dicha uniformidad.

Por ende, ellos los vendidos y nosotros los campesinos tienen contenidos histórico-culturales distintos para cada comunero. Los comuneros opositores asocian con los vendidos no sólo a las prácticas históricas de los comisariados de la cabecera sino también las actuales. Es decir, la venta de tierras e imposición de impuestos a las demás localidades y; a las prácticas más recientes llevadas a cabo por Eduardo Valente y un conjunto de comuneros cercanos a él. Además, cabe resaltar, que la manera en cómo se construye actualmente esta relación dicotómica está basada en otras identidades colectivas: ellos los de la cabecera y nosotros los de los barrios.

Las prácticas de venta de tierras por parte de comisariados de la cabecera todos los comuneros opositores la remiten, en tanto memoria colectiva. Sin embargo, había una clara diferencia en las narrativas que las sustentaban. Los comuneros opositores más jóvenes (menores de 45 años) no sabían qué terrenos ni quiénes habían vendido tierras. Por su parte, los comuneros mayores de 50 años referían quiénes y qué terrenos se habían vendido. Clemente Navidad, quien fungía como comisario municipal, vendió terrenos aledaños a la localidad del Tamarindo, que hoy son parte de Ejido Nuevo. Otro terreno fue La Estación, vendido por Gregorio Dorantes, y donde ahora se encuentran los ejidos de La Estación, Llano Largo y Cerro de Piedra. También refieren la pérdida de la finca de San Pedro Las Playas. Estas referencias históricas de los opositores son coincidentes con las disputas por linderos encontradas en los acervos documentales. Denotan tanto la forma en que construyen su pasado para dotarse de legitimidad política, y también la posición marginal que tenían al respecto de los asuntos del comisariado comunal.

La construcción de los vendidos se encuentra traslapada con la pertenencia de los comuneros de la cabecera. Los opositores argumentan una continuidad de las prácticas corruptas por parte de los comuneros de Cacahuatepec. Estos últimos explotaban a los comuneros de los barrios, pues los obligaban a pagar rentas y realizar faenas, mientras los de la cabecera nunca hacían nada. Por ende, refieren que los de la cabecera sólo buscan su propio beneficio porque nunca hicieron nada por su pueblo. Para fortalecer dichas representaciones, presentan con orgullo que fueron comuneros de los barrios quienes construyeron las oficinas del comisariado.

Eduardo Valente es objeto de atribución por parte de los comuneros opositores, se le identifica como de la cabecera y, por ende, como un corrupto que vende las tierras comunales para su enriquecimiento. Acerca de las prácticas actuales de compra de votos, los distintos comuneros opositores refieren a los vendidos de sus propias localidades; es decir, sus referentes no terminan en Eduardo Valente, sino se extienden a sus propios vecinos que son parte de la red priísta-cenecista. Así describen dónde viven, los tipos de recursos que les han dado, de qué forma los visita Eduardo Valente y personal de la CFE con "maletines" de dinero. También refieren, como parte de la corrupción de Eduardo Valente, las prácticas de exclusión que llevaba a cabo con base en el padrón de comuneros.

Por su parte, el nosotros campesinos es una construcción bastante compleja. Los opositores se presentan diferencialmente como gente tranquila y trabajadora, arraigados a su tierra y casa, quienes defienden lo suyo, son pobres, los auténticos dueños de la tierra, los que no venden su dignidad. Al indagar más la identidad de campesino encuentro que se entrecruza con otro tipo de identidades: rol familiar, tipo de propiedad, migrante externo o interno, laboral y generacional. Dicho traslape define, a su vez, las distintas significaciones que tienen la tierra y el agua, en tanto apropiación y construcción de su territorio.

Algunos comuneros definen o justifican su lucha porque defienden el porvenir, sustento y patrimonio de sus hijos; existen quienes llegaron como inmigrantes y no tienen tierras, pero sí su hogar y sus hijos ya compraron tierras o sus hijas se han casado con comuneros. Entonces la tierra no tiene un significado uniforme, para algunos —los comuneros de mayor edad— es la herencia de sus hijos, donde se encuentran enterrados sus antepasados, donde se encuentra su casa, de donde comen. Para aquellos que tienen un trabajo asalariado —los más jóvenes—, la tierra es donde construyeron su casa o tienen sus negocios y, en parte, tienen una economía diversificada, combinan trabajo asalariado con producción agrícola.

El agua también tiene significados diferentes con base en la ubicación geográfica de las localidades y sus experiencias históricas respecto de su particular apropiación del recurso. Para los comuneros de la planicie, que han implementado sistemas de riego, la construcción de la presa pone en jaque tanto la dotación de agua potable en su hogar como la producción agrícola constante y su consecuente comercialización, lo cual significaría la perdida de los cultivos perennes más valiosos. Para los moradores de tierras altas —completamente de temporal—, la presa significa la pérdida de agua potable en sus localidades. Es decir, el proceso de homogeneización de la fuente de abastecimiento de agua (el río Papagayo) durante las últimas tres décadas permitió que comuneros de distintas localidades representaran al río como un objeto valioso para su vida cotidiana.

La disputa por la definición de la propiedad, acceso y uso del agua se encuentra asociada a la construcción del enemigo común: el gobierno. Ante la iniciativa del gobierno de construir la presa entre los comuneros se ha generalizado la premisa de que son ellos los dueños de la tierra y el agua, no el gobierno. Rescatan así la estrategia con que Venus Hernández y los comuneros de la planicie hicieron frente al ingeniero Sierra. El sentido de propiedad sobre el río por parte de los comuneros opositores ha sido fortalecido por el argumento "por qué vamos a pagar, antes ellos nos deberían pagar a nosotros porque se llevan el agua de aquí".56 Esta misma apropiación del territorio es utilizada por comuneros de la sierra al referir que sus tierras fueron afectadas por la construcción de los sistemas Papagayo.

Relacionada estrechamente con la atribución del gobierno se encuentra también la definición del desarrollo. Al negar el desarrollo planteado por la hidroeléctrica, los opositores lo hacen con base en la experiencia histórica de los mismos sistemas Papagayo. El conocimiento que tienen sobre dichos sistemas les permite enarbolar la negativa a un desarrollo para los ricos — los hoteleros y sus huéspedes—. Los comuneros opositores narran la afectación y no indemnización de sus terrenos y casas por parte del gobierno, para darles agua a los ricos que llegan a hospedarse a Acapulco. En estas mismas narrativas resalta que sólo refieren cómo el gobernador los amenazó, omiten la resistencia dirigida por Ignacio Palma. Esta forma de construir su historia tiene como explicación la adscripción de Ignacio Palma a la red de Eduardo Valente.

Para el análisis de la memoria colectiva tiene crucial relevancia la narrativa de Juan Dorantes, la cual tampoco es uniforme. Si bien tanto comuneros mayores como los más jóvenes lo refieren como aquel caudillo que ganó la tierra con sangre, prevalecen diferencias. Para los comuneros mayores no sólo fue Juan Dorantes quien luchó, sino que luchó con su padre Valerio Dorantes, a éste no lo refieren los comuneros más jóvenes. Es más, siempre refieren que son los mayores quienes conocen bien la historia. Sin embargo, hasta los mismos mayores tienen narrativas distintas. Mientras algunos refieren que tanto Valerio como Juan eran españoles y lucharon por los indígenas; para otros fueron indígenas que lucharon por sus tierras. Es más, su ubicación histórica también es distinta, algunos refieren que lucharon durante la Independencia; mientras que otros dicen que fue durante la Revolución.

Si bien la narrativa sirve a los comuneros opositores darse legitimidad, al cuestionarles sobre el proceso de confirmación de bienes comunales ellos niegan su existencia. Argumentan que no existe una resolución presidencial sobre los derechos comunales sobre sus terrenos. Afirman, enfáticamente, que fue Juan Dorantes quien le dio tierra, no el gobierno. Dichas representaciones son entendibles por su ubicación marginal respecto de los asuntos en las instituciones clave en los comunales durante el siglo XX. Aunque el mismo Juan Dorantes, para algunos comuneros mayores, es parte también de las estrategias discursivas que los comuneros de la cabecera utilizaron para mantener su monopolio en las instituciones. Ellos afirmaban que Juan Dorantes había dicho, recuerdan los opositores de los barrios, que sólo los comuneros de la cabecera podían ser autoridad.

 

DISCUSIÓN

La construcción de un movimiento social siempre está arraigada a lo local, pero no es exclusivamente local, no se agota su análisis desde dicha dimensión social. Esto es igualmente aplicable a la dimensión temporal, un movimiento social emerge en el presente, pero no es exclusivamente actual, su emergencia no es explicable como una coyuntura. El análisis relacional-histórico sobre el movimiento en contra de la presa La Parota es una puerta de entrada analítica. Ésta tiene como ventaja entender, por un lado la producción de diferencias, desigualdades y jerarquías (económicas, políticas y culturales) resultantes de la relación recíproca entre los procesos históricos y la participación de diversos grupos de comuneros; y por otro lado, la participación en la construcción políticamente estratégica, y siempre problemática, que realizan diversos grupos de comuneros opositores acerca de representaciones simbólicas o materiales —de las ya mencionadas desigualdades y jerarquías— y de los espacios sociales para lograr sus diferentes objetivos. Esto permite hacer visible la participación histórica de los comuneros —siempre desigual— en la construcción de la nación, a través de procesos como el reparto agrario o la federalización del agua.

Los vínculos entre los dos ejes propuestos abren posibilidades analíticas de nociones clave aquí utilizadas: identidades colectivas, territorio y memorias colectivas. Asumir las identidades colectivas como una producción histórica y estratégicamente política dio pie a, por un lado, dar cuenta acerca de cómo distintos grupos de comuneros participaron desigualmente en la producción de ciertos espacios sociales y de forma distinta según el período histórico; y por otro, cómo dicha participación desigual, y hasta jerárquica, fue utilizada por unos para la construcción de aquello que los une. Esto se muestra de manera precisa en las dicotomías identitarias de los de la cabecera y los de los barrios, ellos los vendidos y nosotros los campesinos. Éstas también permiten entender cómo ciertas representaciones culturales permiten la "coincidencia" en objetivos de distintos grupos de comuneros, quienes históricamente han sido marginales en la definición de sus espacios. Encontré la formación histórica de distintos grupos: por un lado los simpatizantes hacia el proyecto como sujetos de un estado nacional, clientes de sus burocracias y estratégicamente respetuosos a la reglas del juego; por otro, los comuneros en contra de la presa como sujetos colectivos, que impugnan no sólo determinados proyectos gubernamentales sino también algunas reglas del juego.

La indagación acerca de los múltiples significados de la identidad campesina y su tierra proporcionan bases para posicionar los resultados en los actuales debates sobre el campesinado. Los registros permiten reforzar más el debate crítico sobre los problemas del esencialismo campesino que han prevalecido en la antropología moderna.57 La identidad campesina es un constructo complejo que no se agota en su relación "especial", y hasta homogénea, con la tierra, sino que es producto de las prácticas y representaciones de distintos procesos (agrarios, federalización del agua, migratorios, turísticos, comerciales, familiares) por parte de los sujetos, que no necesariamente tienen que ver, o se agotan, en una supeditación al Estado.

Respecto al territorio es indispensable reafirmar la contraposición acerca del principio de isomorfismo entre cultura y territorio. Esta apuesta permite abrir nuevas vetas de análisis social, pues reta en no pensar ni asumir como homogéneas las representaciones y prácticas de los sujetos sobre un espacio social. En ese sentido el análisis debe partir, a fortiori, por indagar los problemáticos y conflictivos procesos de apropiación de los recursos naturales (agua, tierra), parcialmente cambiantes por parte de los distintos grupos locales o no. Entonces, el territorio tiene relación con procesos históricos de asentamiento y migración, de distintas formas de apropiación de los recursos, las cuales están condicionadas tanto por las desiguales y jerárquicas relaciones entre los comuneros respecto de los recursos y las instituciones responsables (comisario municipal y comisariado comunal) como por las distintas iniciativas de los grupos que hablan por el "bien de la nación" y las mismas iniciativas o respuestas de los comuneros. Tanto la tierra como el agua se deben pensar como símbolos plurisémicos que conjugan, por un lado, las específicas y problemáticas condiciones de apropiación y representación de los distintos comuneros y, por otro lado, la construcción del significado común de lo que está en juego a partir de la conformación del movimiento social.58

Con relación a la construcción de territorio se puede referir las categorías de "el gobierno" y "los ricos". El primero es una representación cultural relaborada por los comuneros opositores que remite a tres aspectos históricos: 1) a las iniciativas de infraestructura propias de la federalización del agua; 2) a las afectaciones de sus terrenos y la falta de indemnización de las mismas, y 3) al desarrollo desigual de las condiciones de vida en el puerto y los bienes comunales. En el gobierno los comuneros abarcan desde autoridades locales, estatales y federales que quieren explotar los recursos de su territorio, lo representan como una entidad unitaria, pensante y coherente en sus iniciativas. Los ricos son los hoteleros, los empresarios de la zona urbana de Acapulco, son los turistas, pero también son los beneficiarios directos de las acciones del gobierno. Dichas representaciones son claves para entender, también, cómo representan su ideal del actuar gubernamental que debería ser apoyar el desarrollo de los más pobres.

La exploración de la construcción de la memoria colectiva nos ha remitido al campo de disputa acerca de lo que realmente pasó. Hizo visible el papel marginal que tenían los comuneros de los barrios respecto de las instituciones agrarias y las relaciones con grupos gubernamentales agrarios, así como de la elaboración estratégicamente política de un pasado que contiene claros oscuros. Esto debido a que no refieren el proceso de confirmación agraria y contraponen la versión del caudillo local que "ganó la tierra", aunque sí reconocen las pérdidas de terrenos comunales. En ese sentido, al elaborar su propia historia —o reelaborándola— definen lo que está en juego por la hidroeléctrica: el territorio.

Por su parte, atender la producción de espacios sociales —ya sean institucionalizados o no o parcialmente— permitió identificar cómo fueron monopolizadas ciertas instituciones por parte de comuneros de la cabecera para enriquecerse y, también, en la generación de alternativas de organización durante el movimiento social. Aquí me refiero al comisario municipal y comisariado comunal, utilizados como puntos de apoyo por los comuneros de la cabecera para lograr no sólo enriquecimiento, sino para relacionarse con grupos gubernamentales. A su vez, fue clave para analizar a la asamblea del Cecop no sólo como un espacio organizativo de diversos comuneros opositores, sino también como un espacio de producción de sujetos, significados y prácticas más o menos homogéneas. Dicho espacio, y su estrategia rotatoria, han sido claves para la producción del "comunero opositor", que argumenta sistemáticamente su lucha y su historia.

Es indispensable mencionar que aún falta por investigar con mayor precisión y rigurosidad; por ejemplo, es necesaria una mayor exploración del periodo colonial y las relaciones de los comuneros con las distintas autoridades (dígase eclesiásticas o gubernamentales), las estrategias para la reproducción de los espacios domésticos entre comuneros de los barrios, indagar cómo se desarrollaron nuevas clientelas políticas a fines del siglo XX (principalmente del PRD), que fueron esenciales para impulsar iniciativas hidráulicas claves y, por último, profundizar la problematización acerca de "el gobierno".

Para finalizar es necesario puntualizar tres aspectos: 1) este estudio es una contraposición clara, tanto académica como política, hacia aquellos enfoques que parten, por un lado, de asumir la política desde un marco institucional y legal organizado sistemáticamente desde el "Estado", y desde el cual se ordena (o disciplina) a la "sociedad civil", y por otro lado de aquellos enfoques sobre movimientos sociales, específicamente hablo de "los nuevos movimientos sociales" que asumen la identidad sólo en su dimensión simbólica o, peor aún, como una definición de expectativas y de cálculos racionales sobre la acción. 2) La apuesta aquí realizada es una respuesta clara, precisa y fundamentada a una crítica que realiza Adelman (2001) tanto a las teorías de los nuevos movimientos sociales como al llamado strategy-oriented paradigm, acerca de que "could not explain how movements arose in particular times and places". El enfoque relacional-histórico permite entender cómo en cierto momento y lugar se organizan grupos específicos en una acción colectiva, que a su vez es bastante problemática y diversa. 3) Es una apuesta política crítica, mediante la cual intento argumentar que en cualquier momento, espacio y relación todos —ya sean comuneros, burócratas, académicos, amas de casa— somos parte activa de la construcción de lo políticamente posible. Es decir, con nuestra indiferencia, permisividad, condescendencia, rebeldía o activismo somos constructores parciales de nuestras condiciones de vida y, por supuesto, de la construcción de alternativas políticas, como los comuneros opositores han demostrado.

 

ACERVOS

Archivo General Agrario (AGA), revisado en octubre y diciembre de 2006, y en abril de 2007.

Archivo Histórico del Agua (AHA), revisado en abril de 2007.

 

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Notas

La investigación se realizó con base en la beca otorgada por el Conacyt. Deseo expresar mi más sincero agradecimiento al doctor Sergio Zendej as, por todos sus comentarios, paciencia y respaldo para realizar el estudio, además de compartirme sus lecciones de vida que siempre me acompañarán como investigador y padre. Este trabajo está dedicado a mi pareja de vida, Piñón, por tu inmenso apoyo, comprensión y amor en estos años; así como también a mi abue Cande y mis tíos, gracias a ellos pude realizar el trabajo de archivo.

1 AGA, Oficio del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, 22 de agosto de 1964, exp. 276.1/1275, leg. 9.

2 Su realización implicaría la afectación a 24 localidades, 16 serán inundadas completamente y otras ocho parcialmente. El vaso de la presa implicaría la inundación de 14 213 ha de varios núcleos agrarios, quince ejidos, cuatro núcleos de bienes comunales y una propiedad privada (CFE/UNAM, 2004).

3 Utilizó la denominación de "grupos que hablan por el bien de la nación" con base en mi apropiación de Abrams (1988: 79). Afirma que "The state is the unified symbol of an actual disunity", remite a un intento de proporcionar coherencia e intencionalidad a lo que en la práctica generalmente son intentos de dominación deshilvanados y fragmentados de distintos grupos. En este sentido, "el Estado" es un proyecto ideológico que permite el ocultamiento de los grupos privilegiados que intentan beneficiarse de su uso con base en el discurso ideológico de "la nación".

4 Según Karina Contreras, "Se promueve en dos conferencias de prensa la marcha contra La Parota", El Sur de Acapulco, 28 de octubre de 2003, en línea [www.elsurdeacapulco.com].

5 Privilegié la mirada de los comuneros opositores por dos razones: una, mi posicionamiento político en contra de injusticias gubernamentales generó una simpatía política por su lucha; y dos, al estar en campo me di cuenta que mi trabajo dependía de "ganarme la confianza" de los opositores, así que si bien reconocía la relevancia analítica de los grupos simpatizantes y gubernamentales, no podía dar pie a malinterpretaciones que pusieran en juego no sólo el estudio, sino también mi integridad. Por ende, esta decisión fue eminentemente estratégica.

6 En ese sentido es clave asumir la noción de tiempo histórico que, en conjunción con la noción de espacios sociales que más adelante definiré, permiten que los grupos sociales y susprácticas cobren sentido como socialmente producidos y productores, como constituidos y constituyentes (Zendejas, 2003).

7 Me baso en la discusión que desarrolla Zendejas (2003: 15) acerca de la relación entre los procesos históricos y los grupos sociales: "Analizar la participación de diversos grupos sociales en los procesos de formación de una serie de espacios de relaciones sociales de los que ellos mismos forman parte".

8 Baso este eje analítico en mi apropiación de Zendejas (2003: 42), quien argumenta: "nos ha sido indispensable complementar el análisis con un estudio sobre las diferencias en el uso político que distintos grupos —locales o no, a través de instituciones gubernamentales o "en nombre del estado", etcétera— tratan de hacer de dichas relaciones de desigualdad y de las representaciones y valoraciones culturales sobre esas desigualdades para influir en la constitución de grupos de identidad o grupos sociales delimitados con base en una identidad social o colectiva: étnica, gremial."

9 Aquí me baso principalmente en las dos precisiones que realiza Zendejas (2003: 7) acerca de los espacios sociales: "Consideramos a esos espacios sociales jerárquicos como traslapados, es decir, que (la mayor) parte de la población local ha participado en más de uno de ellos simultáneamente [...] Por su parte, las múltiples fronteras y relaciones jerárquicas entre los espacios sociales específicos son parte de lo que ha estado y está en disputa, material y simbólicamente".

10 Para esto fue clave mi apropiación de la crítica realizada por Gupta y Ferguson (1997: 14): "the question of identity has often been approached in a manner that tends to diminish the role of processes of legitimation and authentication. Restoring these concerns to the heart of the discussion of identity would enable us to ask not only why certain kinds of identities become salient at particular historical moments but also why some marks of distinction and difference do not form the basis of an identity".

11 La conformación de identidades colectivas por los grupos tiene un carácter estratégico en los términos que plantea Foucault (1983; en Zendejas, 2003).

12 Me baso parcialmente en la propuesta de Zambrano (2006), que concibe la formación de memorias colectivas como parte fundamental de la formación de nuevas comunidades políticas. Aun cuando reconoce el valor de la producción de memorias colectivas como un asunto asociado a conflictos y al poder, nunca hace explícito quiénes son las que producen las memorias. En ese sentido las concibe como independientes de quién las produce y legitima. De lo cual tomo distancia críticamente debido a que en mí enfoque responder dichos retos analíticos son parte fundamental para entender por qué y quiénes construyen ciertas memorias colectivas.

13 Como bien refiere Alonso (1988: 37): "This is particularly evident in the fetishism of documents which are widely assumed to be transparent sources. Yet such artifacts are social products which are symbolically and politically constituted, which are integral to the project of the state".

14 Un documento ilustrador de este tipo de ejercicio narrativo es la tesis de Mendoza (2002) y la tesis del mismo Zendejas (2003).

15 Rubí (1998: 35-39) refiere que los españoles utilizaron una clasificación que representará la jerarquización de los poblados indígenas. La cabecera se instalaba donde radicaba la autoridad indígena.

16 AGA, Oficio de la Comisión Nacional Agraria, 8 de febrero de 1923, exp. 24/9828, leg. 4. Rubí (1998: 206-209) indica este proceso en Guerrero, afirma que los agustinos adaptaron el "sistema de cabecera de doctrinavisita a la división prehispánica de cabecera sujeto".

17 AGA, Oficio de la Comisión Nacional Agraria, 8 de febrero de 1923, exp. 24/9828, leg. 1.

18 Entre ellas estaban la familia Dorantes, Gallardo, Navidad, Suasteguí y Valente. Como se mostrará durante el desarrollo, personajes de las ya mencionadas familias se encontrarán constantemente en posiciones clave dentro de las instituciones de los comunales.

19 Los pueblos más antiguos según don Fausto Cipriano (comunero de 85 años y migrante al interior de los comunales), son: Huamuchito, Apanguaqui (Apanhuac), Cacahuatepec, Apalaní, Las Cruces, El Campanario, Barrio Nuevo (Los Muertos), El Rincón, El Carrizo, Parotillas, Garrapatas y La Concepción. Dichas localidades fueron las únicas hasta la década de 1940.

20 Bustamante (1998) afirma que la ley del 25 de junio de 1856 dio pie a la expropiación de tierras indígenas por parte de hacendados, lo cual provocó grandes rebeliones indígenas a mediados del siglo pasado.

21 Palabras de don Mariano Hernández, comunero de 60 años de la localidad conocida como El Cantón, en plática frente a la tienda de Chico Hernández, 3 de mayo de 2007.

22 AGA, Solicitud, 29 de septiembre de 1922, exp. 24/9828, leg. 4.

23 AHA, Oficio de la Secretaría de Agricultura y Fomento, 23 de febrero de 1921, caja 1648, exp. 23869, f. 14.

24 AHA, Oficio de la Comisión Nacional de Irrigación, 11 de agosto de 1936, caja 1782, exp. 26495, f. 2.

25 Refiere Bustamante (1998: 292) que más que carreteras se trataba de caminos terraceros, que comenzaron a "dinamizar la producción agrícola, pecuaria y forestal regional, y las integró más a la economía nacional".

26 Existieron dos elementos que en la década de 1940 hicieron de Acapulco un centro turístico de corte internacional. El primero tuvo que ver con "la II Guerra Mundial que produjo un cierre en los principales mercados turísticos del mundo [...] lo cual condujo corrientes turísticas norteamericanas hacia nuestro país y, específicamente a Acapulco" (Molinero, 1982: 19). El segundo elemento se refiere al secretario de Gobernación en la presidencia de Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, quien impulsó una serie de políticas encaminadas al fomento y tecnificación del turismo mexicano (Guajardo, 1995).

27 AGA, Oficio del comisariado del Ejido Nuevo, 6 de mayo de 1954, exp. 276.1/1275, leg. 11.

28 AGA, Oficio del comisariado del Ejido Cerro de Piedra, 13 de julio de 1954, exp. 276.1/1275,leg.11.

29 AGA, Gobierno del Estado Libre y soberano de Guerrero, 20 de agosto de 1955, exp. 276.1/1275,leg. 11.

30 AGA, Diario Oficial de la Federación, miércoles 23 de abril de 1952, exp. 24/9828, leg. 4.

31 AGA, Oficio del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, 24 de octubre de 1954,exp. 24/9828, leg. 4.

32 AGA, Diario Oficial de la Federación, 17 de agosto de 1956, exp. 276.1/1275, leg. 3.

33 AGA, Oficio de la Confederación Nacional Campesina, 18 de septiembre de 1959, exp. 276.1/1275, leg. 11. Las cursivas son mías.

34 AGA, Oficio de los comuneros de Las Cruces, 12 de enero de 1963, exp. 276.1/1275, leg. 9.

35 AGA, Oficio de los comuneros de San José Cacahuatepec, 7 de enero de 1964, exp. 276.1/1275,leg.9.

36 Rubricaron Francisco Delgado, Iván Delgado, Teodoro Delgado, Patricio Delgado y Cresencio Morales, AGA, Oficio de los comuneros de El Carrizo, 8 de enero de 1964, exp. 276.1/1275, leg.9.

37 Según su hija, doña María Suasteguí, don Guillermo Suasteguí ya había fungido como autoridad en tanto comisario municipal. En total se mantuvo 18 años como autoridad comunal.

Según afirman, don Guillermo era "caritativo" y "ayudaba" a los que necesitaban. Este dato es clave para entender porque a Marco A. Suasteguí, nieto de don Guillermo, lo identifican como un líder respetable.

38 El agua captada en el sistema Papagayo I está filtrada naturalmente, por lo cual es enviada de manera directa a la zona hotelera de Acapulco.

39 La obra se encuentra cercana a la localidad de Salsipuedes. Esta agua es tomada directamente de la corriente por medio de una bocatoma y es enviada a la planta potabilizadora en Las Cruces (colonia periférica de la zona urbana), para posteriormente ser dirigida a las colonias populares de Acapulco.

40 Narrativas de don Chico Hernández, Facundo Hernández y Santos Guadalupe. Los dos primeros actualmente empleados de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (CAPAMA).

41 Ésta se descentralizó de la Junta Federal de Mejoras Materiales en 1973 (Pellandini, 1990: 93). Actualmente se le conoce como CAPAMA.

42 En ese periodo se construyeron las colonias populares La Zapata, El Coloso, Las Cruces y Vacaciona fuera del anfiteatro, debido a la iniciativa de reubicar a gran parte de la población del puerto.

43 Información de don Élfego Ceballos en entrevista el 10 de julio de 2007; este comunero de Agua Caliente ha competido en tres ocasiones por la presidencia del comisariado.

44 Testimonios de varios de los encargados de las llamadas Comunidades Eclesiales de Base.

45 Hijo del general Nabor Ojeda Caballero, fundador de la Liga de Comunidades Agrarias.

46 Si bien la familia Dorantes migró a Acapulco, nunca dejo de poseer extensiones de tierra y hatos de ganado. Efraín Dorantes (comisariado comunal, 2000-2001) y su hermano Alvaro (comisariado comunal de 1996 a 1999) estaban afiliados al PRI, pero no a la CNC. Habían logrado una preeminencia en esos años.

47 Hijo de don Francisco Chico Hernández. Afectado por la construcción del Sistema Papagayo I y empleado de la capama. Venus estudió en Acapulco la carrera técnica de auxiliar en arquitectura.

48 Gumersindo Joaquín era comisario municipal suplente de San José Cacahuatepec.

49 Felipe Flores es un "comunero" originario de Garrapatas. Entrecomillo su denominación debido a que lleva alrededor de 40 años residiendo fuera de los comunales, puesto que a principios de los años 70 migró al puerto de Acapulco para trabajar en la construcción; sin embargo, es reconocido por los demás como comunero. A partir del surgimiento del PRD se vuelve militante activo, y a mediados de los años 90 dirigió un movimiento vecinal en contra de la constructora ica por la construcción del Maxitúnel que afectó sus viviendas.

50 Esto se debió a dos aspectos: 1) por experiencia, Felipe Flores sabía que una lucha aislada daba pie a que los grupos gubernamentales la reprimieran; 2) Rodolfo Chávez, antiguo militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), coincidió con la posición de Felipe Flores y apoyó a éste y a Marco para que hablarán ante los medios. Rodolfo Chávez era columnista del periódico estatal El Sur de Acapulco.

51 Palabras de don Florentino Santos, 26 de junio de 2007.

52 Según Karina Contreras. "Confirma el líder de un grupo inconforme con La Parota que negoció con la CFE", El Sur de Acapulco, 4 de julio de 2004, [www.elsuracapulco.com].

53 Entre ellos puedo mencionar a doña Rocío Aparicio, Salomón Hernández y Candido Cipriano.

54 Como militante del PRD, tenía relación con el entonces regidor José Luis Morales Torres, históricamente afín a la lucha campesina. Éste le brindó una copia electrónica a Felipe Flores del proyecto.

55 Palabras de Marciano Cruz, del 26 de junio de 2007.

56 Palabras de don Fidencio Gelacio, en charla el día 1 de julio de 2007.

57 El debate aparece brillantemente ilustrado en Kearney (1996: 59), al precisar que: "Peasant essentialisms of all but the most psychological or cultural varieties depend two basic criteria [...] Wolf define 'peasants' as rural people who are 'existentially involved in cultivation and make autonomous decisions regarding the processes of cultivation" [...] The second criterion of modern peasants is what, as Wolf (1969: xiv) said, they "are subject to the dictates of a superordinate state [in contrast to primitives, who are also] rural dwellers who live outside of the confines of such a political structure."

58 Me baso en la siguiente argumentación de Zendejas y Mummert (1998): "The analysis of the cultural politics of ejido natural resources has also allowed us to conceive of land tenure less as landholding, ownership, or any other type of relation between persons and things than as claims on rights and duties between social groups in relations to land and water -where the latter are conceived as social constructs in terms of the discursive practices of contending groups' struggles over access to and meanings of them."

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