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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.25 no.77 México jul./dic. 2012

 

Reseñas bibliográficas

 

Rebeca de Gortari y María Josefa Santos (coords.), Aprendizaje e innovación en micro empresas rurales

 

Rosalba Casas*

 

México, IIS-UNAM/ Universidad Veracruzana, 2010

 

* Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM.

 

El libro Aprendizaje e innovación en microempresas rurales es resultado de un proyecto colectivo en el que participó un grupo de 16 investigadores, ahora coautores; dado que lo anterior no resulta una tarea sencilla, el libro es una muestra del éxito de esa interacción. El material es muy rico, tanto por la información que condensa como por los análisis realizados, lo cual es un paso adelante en la investigación sobre los procesos de aprendizaje e innovación en empresas en México.

Tal como lo afirman las coordinadoras en la Introducción y en el primer capítulo del libro —lo cual es refrendado casi en todos los trabajos que integran la obra—, las microempresas se constituyen hoy en día en actores relevantes para dinamizar el desarrollo económico de las regiones y las localidades; y en particular, las microempresas rurales constituyen una estrategia de desarrollo agrícola frente a la situación que experimenta el campo en nuestro país. Por tanto, el análisis de estas microempresas rurales es fundamental para entender cómo se constituyen, cómo desarrollan sus procesos productivos, cómo se dan los procesos de aprendizaje e innovación en ellas, qué papel juegan las redes y las interacciones en su funcionamiento, y cuál es el rol que cumplen estas empresas en el desarrollo local y regional.

La definición central de microempresa es introducida en el capítulo 1, atendiendo a dos aspectos que Parra (2006) considera fundamentales: una unidad de producción —que puede ser de bienes o de servicios— que busca rentabilidad en su operación y está dotada de un mínimo de tecnología moderna y organización empresarial. En seguimiento a esta definición, y tal como las coordinadoras apuntan, en ese primer capítulo se incluyen tanto microempresas de producción de bienes como de servicios, lo que da un panorama bastante amplio de la forma en que se organizan estas unidades de producción.

 

¿QUÉ ENCONTRÉ EN EL LIBRO?

Los variados estudios de caso contenidos en la obra —que incluyen tanto microempresas de producción agropecuaria tecnificada para el mercado moderno; microempresas de comercialización; microempresas de agroindustria y microempresas de bienes o servicios no agropecuarios como las clasifican las coordinadoras de la obra— aportan evidencia específica y detallada sobre el contexto en que están situadas, las características de su gestación, su papel en los mercados locales, regionales, nacionales o internacionales, así como el papel que juega el conocimiento y las redes en sus procesos productivos, en su desarrollo tecnológico, en su inserción en los mercados y en la construcción misma de las redes sociales en las que la mayoría están insertas.

Si bien el énfasis de la investigación estuvo puesta en los procesos de intercambio, asimilación y difusión del conocimiento que redundan en innovaciones de carácter productivo, organizacionales y en nuevas estructuras de comercialización, cada uno de los trabajos que lo integran tiene su propio sello en cuanto a objetivos, metodología, marco teórico conceptual y aspectos de interés en las microempresas rurales. Esto da como resultado un libro de gran riqueza, muy dinámico, heterogéneo, y que al mismo tiempo plantea numerosos problemas relativos a la estrategia de desarrollo productivo de las microempresas rurales.

La investigación que dio lugar al libro adoptó una concepción muy amplia de conocimiento, que va desde el científico y técnico, los estilos sociales, hasta los denominados saberes, habilidades y capacidades. El conocimiento es un elemento que se mantiene en el centro de las estrategias de desarrollo emanadas de diversos organismos internacionales, tales como la CEPAL, la UNESCO, la UNRISD, que si bien consideran que este recurso es muy relevante, no llegan a elaborar planteamientos concretos para incorporarlo y ponerlo en práctica en sus estrategias de desarrollo, y menos aún a concretar cómo opera este recurso en la construcción de la cohesión social y del capital social. Las contribuciones de este libro podrían ser de gran utilidad para dichos organismos, que no han logrado bajar el nivel de conceptualización sobre el papel del conocimiento.

Sólo para ejemplificar sobre esta concepción amplia de conocimiento cabe citar el caso de una microempresa de pasteles en Chihuahua, paradigmático de la integración de saberes (individuales y colectivos), conocimientos técnicos y conocimientos formales a través de una carrera universitaria (administración agrotecnológica). O el caso de la transición de jornaleros a empresarios, en el que se documentó cómo la migración a Estados Unidos y el retorno de los migrantes significó la oportunidad para incorporar los conocimientos tácitos adquiridos en cultivo de la vid en aquél país, a nuevas técnicas de cultivo de jitomate en invernadero en Michoacán, lo cual dio lugar a un nuevo emprendimiento productivo; o más aún, el caso de la producción de nochebuena en Puebla, donde los conocimientos formales adquiridos por el dueño de una microempresa, en combinación con su experiencia práctica previa, pudieron ser utilizados para la construcción de invernaderos para el cultivo de esa flor.

Por otro lado, las contribuciones del libro son contundentes en cuanto al papel que juega actualmente el intercambio, la colaboración, la cooperación y las redes entre las empresas para contender en el contexto económico nacional, y aun internacional. Los hallazgos del libro, relativos al papel de las redes en los procesos productivos de las microempresas analizadas, son muy importantes, ya que arrojan evidencia sólida respecto a la forma en que estas empresas están construyendo sus estrategias para fortalecerse y sobrevivir en un contexto económico que les es adverso en muchos sentidos. Las redes de conocimiento, pero también las redes para la comercialización y para la actualización o acceso a información y las redes sociales, juegan —en prácticamente todos los casos analizados— un papel central. Como ejemplos de estos procesos interactivos podríamos citar el caso de los molinos de maíz en Iztapalapa para procesos de asociacionismo o de formación de colectivos que es característico de grupos de productores con características similares; o el caso de las microempresa relacionadas con la producción de abeja dulce en el estado de Jalisco.

Sin embargo, dado el tipo de empresas que se ha analizado, se trata de interacciones generadas en el plano familiar, de las relaciones cotidianas y con actores cercanos a la localización de la empresa y con quienes sostienen una interlocución permanente. Este sería el caso del rompope en Jalisco o de las microempresas de Chihuahua. Este es un hallazgo muy importante, ya que este tipo de relaciones e interacciones han sido minimizadas en los estudios sobre aprendizaje y desarrollo tecnológico cuando se trata de empresas grandes del sector manufacturero. Por ello sugiero continuar con la conceptualización de estas evidencias, que podrían generar importantes aportes conceptuales a los marcos analíticos sobre innovación en los sectores productivos.

 

¿QUÉ OTRAS COSAS ME HUBIERA GUSTADO ENCONTRAR?

Un mayor desarrollo sobre la idea de innovaciones sociales, mencionadas de paso por Rebeca y Mari Jose, pero poco referida por todos los autores. Considero que varias de las innovaciones de las que da cuenta el libro podrían considerarse innovaciones sociales, entendidas como cambios en las relaciones, en las estructuras y en los recursos, o como la respuesta colectiva a la vulnerabilidad económica o a las condiciones sociales y culturales locales. O bien como un cambio social novedoso y original que produce resultados que hacen frente. En cierta forma, algunas de las microempresas rurales analizadas podríamos caracterizarlas como innovaciones sociales. Me parece que desde las ciencias sociales se han desarrollado esfuerzos importantes por entender cómo se producen las innovaciones tecnológicas o las organizacionales, pero necesitamos de un esfuerzo similar para entender, caracterizar y documentar cómo se generan las innovaciones sociales, y creo que el libro da la pauta en varios de sus capítulos para hacerlo.

Un análisis a mayor profundidad de las políticas de apoyo a las microempresas, en qué han consistido estas políticas y cómo han impactado en su desarrollo, en la generación y transferencia de conocimiento y en la formación de redes. Me parece que estos estudios de caso son una excelente oportunidad para evaluar cómo han impactado las políticas gubernamentales y hasta dónde han beneficiado o no a las empresas en cuestión. Aunque —como se afirma en el capítulo 2— de los resultados se desprende que las relaciones con la banca y con algunas instituciones gubernamentales de muy poco han servido a la empresa para la adquisición y transferencia de conocimientos, también hay algunos trabajos, como el de la producción de jitomate de invernadero en Michoacán, que da cuenta del papel que han jugado en ese estado las políticas del migrante, así como la forma en que los migrantes de vuelta las han aprovechado para la formación de su microempresa y la exportación de jitomate a Chicago.

Un conjunto de cuadros y mapas que resumiesen los hallazgos de los estudios de caso y la localización de los mismos, atendiendo a los objetivos del libro. Me parece que esto hubiese sido de gran utilidad y tal vez pueda hacerse después, en un artículo que recoja las principales aportaciones del libro.

Como en todos los libros colectivos, hay muchos ángulos para el análisis. Es de fácil lectura, está escrito en un lenguaje sencillo; en varios de los capítulos se acompaña de textos derivados de las entrevistas a profundidad, y la narración de las historias de cada microempresa es de gran interés. Cada uno de los autores conoce a fondo el sector productivo rural al que se está refiriendo, por ello el libro ofrece un conocimiento muy amplio sobre numerosos sectores, entre ellos los molinos de maíz en Iztapalapa, las empresas viveristas y asociaciones de productores de flores en Chihuahua y Puebla; los pasteles, el sotol y las piñatas en Chihuahua; los apiarios y la miel en Chihuahua, Jalisco y Xochimilco; los productos artesanales en Chihuahua y Veracruz; las palanquetas y el rompope en Jalisco, así como las alegrías en Tulyehualco; los invernaderos de fresa y las hortalizas en Xochimilco, los invernaderos de jitomate en Michoacán, así como las manzanas en Querétaro y las microempresas rurales turísticas en Veracruz. ¡Los invito a leerlo!

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