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Cuicuilco

versión impresa ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.16 no.46 México may./ago. 2009

 

Dossier

 

Identidad, cultura y diversidad. Presencia japonesa en Minas de Matahambre, Provincia Pinar del Río, Cuba

 

Nelia María Paez Vives y Omar Miranda Barbosa

 

Universidad de Pinar del Río

 

Resumen:

El presente artículo se centra en una investigación antropológica realizada en la comunidad de Minas de Matahambre, Pinar del Río, Cuba, este estudio está vinculado a un proyecto llamado Estrategia de Animación Cultural en Función de el Rescate de La Identidad Minera, en el cual analizamos un proceso de transculturación, formación, conservación y presencia de una familia japonesa en dicha comunidad con 96 años de trascendencia e influencia en la conformación de la cultura minera. Asentados en la parte más occidental de Cuba y ocupando un espacio en el que silenciosos y discretos han trasladado su cultura, costumbres, ritos, creencias y mitos orientales que han quedado impregnados dentro de la idiosincrasia del minero, de sus tradiciones, la cual ha aportado un legado de inestimable valor histórico y cultural que hace a la comunidad de Minas de Matahambre poseedora de un rico legado cultural diferente a otras, en un momento en que para los pueblos es tan importante el conocimiento de sus antecedentes socioculturales.

Nuestro objetivo fundamental es dotar a las nuevas y futuras generaciones de mineros de un estudio de las diferentes etnias y culturas que componen nuestra comunidad, plantar en los jóvenes la semilla de la composición etnocultural minera y que no se pierda esa rica historia tan llena de matices que poseen todas las poblaciones donde se descubre la explotación de minas que hoy, al tener otros renglones económicos, va perdiendo esa belleza y el sentido de tradición de la minería, por generalidad, en los pueblos de formación minera existen grandes inmigraciones y emigraciones, la presencia foránea es características de estas comunidades, hoy ya no existe el desconocimiento de estas culturas y etnias que también son parte de nuestra historia. En Minas de Matahambre continuaremos investigando, encontraremos y rescataremos nuestra verdadera identidad.

Palabras clave: Etnia, etnoculturas, identidad, comunidad, ritos, inmigración, grupo.

 

Abstract:

This article focuses on anthropological research conducted in Minas de Matahambre community Pinar del Rio (Cuba), this study is linked to a project called strategy for cultural activities in role of the rescue of mining identity. in which we discussed a process of acculturation, training, maintenance and presence of Japanese families in this community 96 years of significance and influence in shaping the mining culture, arrived in the westernmost part of Cuba to occupy a space in which quiet and unobtrusive have moved their culture, customs, rituals, beliefs and myths that have been impregnated East within the idiosyncrasies of their traditions mining which has provided a legacy of invaluable historical and cultural value that makes the community of Mines Matahambre possessing a rich cultural heritage different from others in a time when the peoples is so important the knowledge of their sociocultural background.

Our fundamental objective is to provide new and future generations of miners in a study of different ethnicities and cultures that make up our community, planting seeds in young people the ethnocultural composition of the mining and not to lose that rich history so full of nuances possessing all the different towns where they find the exploitation of the mines now have other economic branches is losing that sense of beauty and tradition of mining in general in the towns of large mining training, immigration and emigration are the characteristics of foreign presence is of these communities no longer exists ignorance of these cultures and ethnicities that are also part of our history. In Minas de Matahambre continue to investigate, found and rescued our true identity.

Key words: Ethnicity, etnoculture, identity, community, rites, immigration, group.

 

Introducción

Para la documentación de este trabajo se utilizaron, como base de investigación, las variadas etnias que han conformado la comunidad de Minas de Matambre y las siguientes definiciones:

• Grupo étnico. Es una población con un número de elementos suficientemente significativos para considerar que sus miembros tienen una afinidad en común como idioma, religión, costumbres, ocupación, clase, casta o una combinación de ellos.

• Grupo etnocultural. Existen distinciones que separan a los grupos étnicos y esto es fundamentalmente por su valor espiritual que está presente en las creencias, las tradiciones, las costumbres, la lengua, la música y la idiosincrasia de una sociedad que concreta su cultura en el quehacer cotidiano y revela una identidad regional.

• Identidad. Es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social, y que actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan cimentar su sentimiento de pertenencia. Mientras que la identidad cultural es todo aquello que legan nuestros antepasados y se transmite a otras generaciones.

• Comunidad. Es un grupo o conjunto de individuos, seres humanos o animales que comparten elementos en común tales como un idioma, costumbres, valores, tareas, visión del mundo, edad, ubicación geográfica (un barrio por ejemplo), estatus social, roles. Por lo general, en una comunidad se crea una identidad común mediante la diferenciación de otros grupos o comunidades (generalmente por signos o acciones) que es compartida y elaborada entre sus integrantes y socializada después.

• Inmigración. Llegada a un país de personas extranjeras con el propósito de establecerse en él como residentes permanentes: la inmigración de norteafricanos en Europa es un fenómeno constante.

• Nota: A diferencia de la emigración, que supone un desplazamiento hasta cierto punto voluntario desde el propio país al extranjero, la inmigración suele ser obligada por causas sociales o políticas. Además, la primera considera la migración desde el punto de vista del origen y la segunda desde el punto de vista del destino.

• Ritos. Son acciones realizadas principalmente por su valor simbólico, es prescrita por una religión o por las tradiciones de una comunidad. El término "rito" proviene del latín ritus. Los rituales se realizan por diversas razones tales como la adoración de un dios (lo que correspondería un ritual religioso) o simplemente para denominar a una acción cotidiana que se repite desde hace mucho tiempo.

Las causas que han ayudado a formar las culturas de la humanidad, según Friendrich Ratzel y W. J. Me Gee, han estado muy ligadas al entorno geográfico en el desarrollo de la cultura de una comunidad, los sociólogos y antropólogos han realizado importantes estudios sobre la densidad de población y otros principios sociales que influyeron en la formación y crecimiento de una comunidad, así como su cultura.

En América Latina la tradición minera ha estado vinculada al crecimiento y desarrollo de las comunidades. El paisaje natural, las formaciones geológicas y las tecnologías constituyen el patrimonio cultural y natural de los asientos mineros.

Como todas las actividades económicas, la minería en su desarrollo da origen a una serie de hechos culturales, migraciones, formación de asentamientos, etcétera.

El nombre de nuestro municipio tiene su origen con el descubrimiento de los yacimientos cupríferos en esta zona y su desarrollo está íntimamente condicionado a la evolución histórica de esa industria durante el siglo pasado con 85 años de explotación.

 

Un patrimonio minero

Minas de Matahambre, poblado ubicado en la parte norte de la provincia de Pinar del Río, la más occidental de las provincias de la isla de Cuba, tiene hoy más de 11,000 habitantes, lo que constituye casi un tercio de la población total del municipio que lleva su nombre. Allí, en un paraje montañoso donde se alza una extensión maderable no existe ni la simetría urbana ni la planicie que permita ver el horizonte a lo lejos; hasta hace poco tiempo se encontraba el yacimiento de cobre más importante de la parte occidental de Cuba y que se convirtió en una de las minas subterráneas más profundas de América Latina.

Una larga historia de trabajo en las profundidades de la tierra dio inicio en el año 1912, cuando un campesino encontró una piedra brillante en el faldeo de una elevación llamada Loma del viento.

Las muestras llegaron a manos del entonces alcalde de la ciudad de Pinar del Río, Alfredo Porta Rojas y de éste pasaron a manos de Manuel Luciano Díaz, alto personero del gobierno que las envió a un laboratorio estadounidense donde se determinó su alto contenido de cobre. Esto trajo como consecuencia que el 24 de febrero de 1913 se constituyera oficialmente la sociedad Porta y Díaz dedicada a la explotación de las minas en la finca San Cristóbal de Matahambre. Desde 1916 se implantó el beneficio con molinos que alcanzaron su máximo desarrollo tecnológico con la creación de una planta de tratamiento conocida como concentrador, cuyo funcionamiento tuvo lugar en 1918 y que recibió, al igual que la industria, modernizaciones paulatinas en las décadas de los veinte y el treinta. El concentrado de cobre de Matahambre fue reconocido por su calidad en el mercado internacional.

La profundidad que fue alcanzando la mina a través de los años significó también su crecimiento en la superficie. En la medida en que se tejía una red de galerías, pozos y contrapozos para la extracción del mineral, se incrementaban las viviendas y crecía el poblado en la difícil geografía de la superficie alrededor de las instalaciones industriales. De este modo, surgió el llamado Barrio Americano, por las características de su arquitectura, típicas de las granjas estadounidenses, y donde vivían los principales directores del emporio. Del otro lado apareció un barrio destinado a los obreros y empleados cubanos, conformado por un sistema de barracones (casas multifamiliares de madera y zinc) también propiedad de la compañía, dueña absoluta de los terrenos pertenecientes al coto minero.

En ningún caso se tuvo en cuenta un proyecto urbanístico, pues se construía donde la loma o el faldeo lo permitiera. Con esta misma suerte surgieron las calles del poblado, sin líneas rectas, con subidas y bajadas que dan hoy un carácter pintoresco especial y nos definen como un poblado diferente al resto de los existentes en la provincia y el país.

Al principio, la población de Minas de Matahambre era muy diversa. Desde que se descubrió el yacimiento minero en 1912, sus primeros propietarios se enfrentaron a la falta de profesionales y personal capacitado para realizar el laboreo minero. Este problema encontró solución cuando se contrataron los seis primeros obreros de origen español, que establecieron un campamento rudimentario en el lugar donde se encontraron las primeras muestras del mineral, y fueron los encargados de encontrar la primera veta de cobre y construir el primer túnel o socavón de donde se extrae el mineral.

A partir de 1913 comenzó la afluencia de personal de diferentes nacionalidades, ocupando lugares preeminentes los capataces e ingenieros norteamericanos, que acompañados de rusos, polacos, chinos, japoneses y españoles intentaron buscar fortuna en las entrañas de la tierra apoyados en experiencias anteriores en su país de origen.

Con el transcurso de los años los campesinos y pobladores de la zona fueron adquiriendo habilidades en el laboreo minero y se conformó, entonces, una población que asumió una identidad cultural minera —que perdura hasta nuestros días— representada en particulares hábitos, costumbres y formas de comunicación en la que han intervenido todas sus etnias conformando la identidad que hoy se deteriora.

Figura 2. Casas multifamiliares llamadas Barracones.

Figura 3. Minas de Matahambre. Primeras construcciones.

 

 

Club cubano, lugar de esparcimiento de los trabajadores y directivos del emporio, al fondo el concentrador

El fenómeno etnocultural en la comunidad Minas de Matahambre se ha desarrollado sobre la base de la combinación de varias culturas, el entre–cruzamiento de varias etnias a partir de una conexión histórica desde la apertura, así como la explotación del coto minero.

Alemanes, checoslovacos, chinos, japoneses, españoles y norteamericanos, por motivos de inmigración o intereses económicos, llegaron a nuestra zona. Hoy nuestra comunidad la integran descendientes de aquellos que trabajaron en las obras de laboreo minero, la manufactura, servicios, etc., y que fueron legando sus costumbres para la formación y desarrollo sociocultural de la actual comunidad de Minas de Matahambre.

Silenciosos, dispersos y asimilados, como un ajiaco cultural mezclado en una gran cazuela nacional de españoles, africanos y chinos, también producto de la transculturación, los japoneses cumplen 101 años en Cuba con una presencia discreta, que además de traer las artes marciales y sus ceremonias danzarias de vistosos coloridos, dejaron algunas huellas en el arte culinario, la agricultura y la pesca entre otras labores.

Colaboradores del Centro de Estudios de Asia y Oceanía (OCEAO) determinaron, por un registro migratorio del diario La Marina, que el 9 de septiembre de 1898 llegó a Cuba el primer japonés con planes de establecerse en la isla para fomentar una comunidad que llegó a acoger alrededor de mil inmigrantes nipones. Según la investigación de José Ramón Cabrera y Carlos Miguel Roque, el japonés Y. Osuna llegó en esa fecha a La Habana a bordo del vapor Orizawa, proveniente de Veracruz, México. Otros japoneses siguieron a Osuna como parte de un fenómeno migratorio que se produjo en Japón tras la restauración Meiji, con particular fuerza hacia América, y dentro de esta a México, Brasil, Perú y Argentina.

La emigración japonesa a Cuba, que llegó a sumar unos centenares de personas, estaba compuesta básicamente por hombres que formaron familia con cubanas y se adaptaron a las dietas locales ya que muchos ingredientes de la cocina japonesa eran imposibles de conseguir en la isla. Esa asimilación estuvo también agudizada por la dispersión de los inmigrantes que salvo excepciones llegaron a 13 de las 14 provincias actuales de Cuba, no obstante se registraron algunos intentos de agrupamiento. Después de 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero "Constancia", en la actual provincia de Cienfuegos, y en 1920 varios inmigrantes integraron otra agrupación para cultivar la tierra también en dicha provincia, mientras que otro grupo se dirigió a Isla de Pinos, una ínsula poco fértil al sur de La Habana.

Actualmente, a esa pequeña porción de tierra perteneciente al territorio cubano se le llama Isla de la Juventud, y en ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, siendo estos quienes introdujeron el uso del abono químico.

La creciente comunidad japonesa tuvo, sin embargo, sus peores años en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, cuando la emigración nipona fue paralizada y los radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en La Isla de Pinos y en La Habana. Según las investigaciones, el fin de la guerra y de la concentración no terminó con las tensiones con Japón que recién llegaron a su fin en 1959, cuando la revolución de Fidel Castro llegó al poder y normalizó las relaciones con Tokio y se restauró la emigración, aunque en menor medida. Fue en esa época que se estableció la cooperación pesquera entre los dos países y llegaron nuevos inmigrantes nipones, aunque a ritmo lento. La actual colonia japonesa en Cuba es de poco más de mil personas, según un censo de la Asociación de la Colonia Japonesa en Cuba que dirige el empresario Francisco Miyasaka, un cubano descendiente de japoneses o un japonés de segunda generación. De esas personas, sólo 25 son de primera generación, es decir, inmigrantes, 15 de los cuales llegaron antes de 1959 y tienen entre 85 y 95 años de edad. Otros cinco se establecieron en la isla después del triunfo de la revolución. Aunque el asentamiento japonés más conocido es el de la Isla de Pinos, y el de mayor popularidad es la del agricultor Mosaku Harada y su familia (12 hijos, 20 nietos y bisnietos, en total 46 miembros), La Habana es "plaza fuerte de los japoneses en Cuba", con 221 personas, 22.6% de la comunidad nipona. Además del agricultor Harada, el otro japonés que alcanzó popularidad en Cuba fue el horticultor Kenji Takeuchi, quien por encargo desarrolló el Orquideario de Soroa en la provincia de Pinar del Río (oeste), donde cultivó más de 700 especies de estas plantas.

En Minas de Matahambre la presencia de los asiáticos data de 1913. Con la apertura de la mina y las obras de laboreo minero, llegó a nuestro territorio el japonés Takizo Uratsuka Uratsuka. Según datos históricos de esta provincia, puede ser el primer descendiente japonés que llegó al occidente cubano, luego de arribar a La Habana procedente de Panamá en un buque pesquero como cocinero. Sin ningún conocimiento del oficio, fue el carpintero que fabricó, de forma manual, el primer concentrador para la naciente mina de cobre: este concentrador se convertió en patrimonio industrial por su inestimable valor histórico.

Takizo fue un hombre respetado por su laboriosidad y persistencia en cualquier trabajo., Por su férrea disciplina en el cumplimiento de cualquier actividad, y además por su discreción, recibió una remuneración y regresó a Japón. Al regresar a su país habló sobre las posibilidades que se tenían en Cuba de hacer fortuna, así como del lugar donde vivía, las características pintorescas de la zona de Minas de Matahambre, las montañas y la vegetación poblada mayormente por coníferas, las posibilidades de desarrollarse como carpintero por la foresta y el tipo de madera existente.

En 1926, Takizo construyó una casa de madera con el fin de establecerse —como es característico en las zonas mineras— por poco tiempo. Su típica arquitectura japonesa de techos bajos cubiertos de tejas y los populares refugios subterráneos para protegerse de los conocidos tifones orientales le sirvió para protegerse de los ciclones tropicales.

Figura 5. Concentrador fabricado manualmente por Takizo Uratsuka Uratsuka.

La casa estaba pegada a una ladera que incrustaron de rocas para evitar la erosión de ésta hacia la vivienda; estaba rodeada de disímiles plantas ornamentales, medicinales, aromáticas, etc., que sirven para decorar horcones y recibidores, condimentar algún manjar o preparar una deliciosa infusión para brindar a los visitantes.

En la actualidad, rodeada por las casas de dos de los hijos de Masae y Takizo, dicha construcción se confunde hoy entre la vegetación recostada al tiempo, conservándose aún a pesar de su mala edificación pero que sus descendientes actuales no han querido modificar por su alto valor sentimental.

Del matrimonio japonés nacieron seis hijos,10 nietos y cinco bisnietos. Hijos de Takizo y Masae:

• Sotero Uratsuka Uratsuka nació el 22 de abril de 1926 y falleció a la edad de 82 de edad en 2008.

• Pedro Nolasco Uratsuka Uratsuka nació el 31 de enero de 1928, actualmente tiene 81 años.

• Sulima Uratsuka Uratsuka nació el 3 de julio de1930, actualmente tiene 79 años.

• Adelina Uratsuka Uratsuka nació el 14 de julio de1933, actualmente tiene 76 años.

• Lidia Uratsuka Uratsuka nació el 3 de agosto 1937, actualmente tiene 72 años.

• Nilo Uratsuka Uratsuka nació el 19 de septiembre de 1939, actualmente tiene 70 años.

Hijos y nietos de Adelina Uratsuka Uratsuka:

• Martha Rosa Rodríguez Uratsuka, especialista en Oceanografía (hija)

• Carlos Alejandro Méndez Rodríguez (nieto)

Hijos y nietos de Sotero Uratsuka Uratsuka:

• Katira Uratsuka González (hija)

• Carmen Maira Pérez Uratsuka (nieta)

• Carlos Pérez Uratsuka (nieto)

• Masae Uratsuka González reside actualmente en Estados Unidos (hija)

Hijos y nietos de Sulima Uratsuka Uratsuka

• Surima Margarita González Uratsuka, especialista en geodesia y cartografía y MsC en educación, actualmente reside en Las Vegas (hija)

• Daniel Rodríguez Uratsuka (nieto)

• Andy Jony Rodríguez Uratsuka (nieto)

• José Rubén González Uratsuka, graduado como piloto de aviación en Moscú

• Gabriela Gonzáles Díaz Uratsuka (nieta)

• Claudia González Díaz Uratsuka (nieta)

• Cynthia González Díaz Uratsuka (nieta)

Hijos y nietos de Pedro Nolasco Uratsuka Uratsuka:

• Juan Alejandro Uratzuka Morejón (hijo)

• Yuliet Uratzuca Olmachea (nieta)

Hijos y nietos de Nilo Uratsuka Uratsuka

• Nilo Uratsuka Carrasco, licenciado en inglés, actualmente trabaja en la empresa de servicio y aseguramiento logístico en la Organización Básica Eléctrica (OBE) provincial (hijo)

• Yaumelis Uratsuka Hernández (nieta)

• Hirochi Uratsuka Sánchez (nieto)

Hijos de Lidia Uratsuka Uratsuka:

• Ángel Osvaldo Lorenzo Uratsuka, nació en Minas de Matahambre, obtuvo la ciudadanía japonesa en 2005, se licenció en lenguas extranjeras, trabajó en la embajada de Japón como traductor, dominaba cinco idiomas: francés, inglés, ruso, japonés y español, su lengua materna, además, hizo varios cursos de alemán, a su llegada a Japón realizó varios oficios como empresario, trabajó en una fábrica de autos e impartió clases de español. Falleció en Japón en 2008 y sus cenizas están en casa de Lidia, en Minas de Matahambre.

• Margarita María Lorenzo Uratsuka reside en Japón desde hace dos años. Visita Minas de Matahambre regularmente, actualmente trabaja en la edición e impresión de revistas en una imprenta en Japón.

De los hijos de estos descendientes sólo dos regresaron al Japón, los hijos de Lidia Uratsuka, Ángel Osvaldo Lorenzo Uratzuka y su hermana Margarita Lorenzo Uratzuka.

Al llegar a este rinconcito asiático pudimos presenciar el eterno ritual oriental, como es costumbre, las cenizas del joven Osvaldo están colocadas en una urna de cristal acompañada de fotos, flores e incienso que dan el toque sensual a la tenue habitación donde se guardan sus objetos personales a la luz del tradicional candelabro decorado con figuras chinescas. La sala de la casa con enormes afiches donde se aprecia el entorno japonés, el típico calor humano y la eterna cortesía de los benévolos bajitos daba la sensación de estar en la tierra de sol naciente.

Casimiro Osvaldo Lorenzo, de origen san cristobalense, trabajó cuatro años en el sector de comunales perteneciente a la salud pública, más tarde se integró a las labores mineras trabajando en las torvas del concentrador donde también fue molinero y operador de flotación. En 1990 fue jefe de turno donde se estuvo hasta 1997, año del cierre definitivo de las labores mineras, recibió la medalla René Ramos Latour por su larga vida de trabajo en la mina de cobre. Casimiro alega que su esposa Lidia es una pedagoga innata porque siempre le gustó enseñar a los niños, pues su enseñanza preferida era la etapa del preescolar y la primaria en los procesos de reciclaje. Aunque se alejó del sector siguió contribuyendo con el trabajo comunitario y asesoró a otros docentes que acudían a ella por su integralidad.

Lidia nos cuenta que estudió para educadora y maestra en la Escuela Normal en Pinar del Río en 1956, durante la tiranía, y trabajó como maestra interina luego de graduarse. En 1958 se presentó a una oposición donde obtuvo por escalafón una escuela en la Cordillera de los Órganos en San Cristóbal, un municipio pinareño en la zona de Cinco Pesos, lugar montañoso casi inaccesible en aquella época. En 1960 cuando comenzó la campaña de alfabetización en Cuba, se incorporó a ésta y alfabetizó como brigadista, en Soroa, a 64 campesinos. Durante este tiempo Lidia conoció a su actual esposo Casimiro Osvaldo Lorenzo de la Torre, contrajeron matrimonio en 1961 y de esta unión nacieron sus dos hijos. En 1964 decidieron residir en Minas de Matahambre aunque Lidia continúa trabajando en San Cristóbal.

– 1960 Escuela Estrada Palma en la Guira, Barrio Minas.

– 1964 Escuela Ñico López en Minas de Matahambre.

– 1966 – 1992 Escuela Ignacio Agramante y Loynaz de donde se jubila por enfermedad, a pesar de lo cual recibe varias propuestas de continuar trabajando (su salud no se lo permite). En el año 2000 recibe la medalla de la alfabetización, otras de las distinciones recibidas por Lidia fue la medalla Rafael María de Mendive por sus 25 años de servicio en el sector educacional.

Al llegar a la casa de Lidia observamos una jardinería muy exótica en forma de escalones en la ladera de la montaña, en varias casas vecinas se observa este tipo de siembra, quizás por el propio paisaje del lugar con sus altibajos, el entorno minero con su abundante vegetación de coníferas y las excavaciones propias de las zonas mineras donde la plantación de huertos y jardines es escasa por las características de los suelos.

El resultado es increíble y pintoresco, ella nos cuenta que su madre, Masae, era famosa por este tipo de siembra, que proveía los mercados de esa época de flores, hortalizas y legumbres, productos que por su valor nutricional se integraron en la variada cocina tradicional de los mineros: como las infusiones seleccionando las plantas por su aroma, sabor o propiedades curativas, éste es un aporte de la cultura asiática a nuestra comunidad.

Pedro Nolasco nos relata que en la pesca su padre introdujo, en Minas de Matahambre, un método un tanto peculiar: usaba redes en forma de canastas, tejidas por él con hojas del árbol de cocotero, para atrapar los peces de agua dulce en ríos y pocetas que había a unos kilómetros de la antiquísima casa. Era un método tradicional y arcaico pero efectivo, porque gracias a Takizo nunca faltó en la mesa de los Uratsuka el pescado en sus diferentes modos de elaboración. Takizo y Masae conocían el ciclo reproductivo de los peces, pues aprovechaban la hueva de estos para mezclarla con leche y alimentar a los pequeños de la familia, un plato devenido de sus ancestros.

Pedro recuerda que su madre les decía que este tipo de alimento fortalecía los huesos aumentando su contenido de calcio.

Desde muy joven, Sotero Uratsuka fungió como anotador de los juegos de béisbol locales y oficiales de las Ligas Superiores debido a la calidad de su labor. Tuvo como oficio la fotografía. Durante la década de los setenta este japonés logró imponer en la comunidad minera un estilo fotográfico único basado en el montaje de fotos combinando el paisaje del entorno local y los grandes macizos montañosos, estilo que le proporcionó premios en concursos fotográficos. También daba color artificial a las fotos ampliadas según el gusto del cliente, ya que no existía el desarrollo de la imagen a color. La importancia de este estilo artístico se debe a la genialidad de Sotero frente a la escasez de recursos; la mayoría de los recuerdos familiares de bodas, quince años, cumpleaños y actividades socioculturales relevantes son documentos históricos registrados por el lente de este profesional, incluyendo los hechos vinculados directamente a la minería que sirven hoy como colección de lujo del museo municipal y han estado expuestas y seleccionadas según temas en el salón expositor Juan Font Tellería de la Casa de Cultura Comunitaria Miguelito Cuní, antiguas oficinas de pago y control de personal de la Compañía Minera Porta–Díaz.

Sotero también contribuyó con el patrimonio cultural dejando vigencia de eventos como fiestas populares, verbenas, enramadas donde se seleccionaban jóvenes de belleza natural como estrellas y luceros, La flor de la guayabita, La flor de virama (esta es la flor de la planta de tabaco)... en estos eventos tradicionales locales que aún se celebran en Minas de Matahambre, contó con la contribución de la señora Masae, quien confeccionaba, para estas jóvenes, coronas con diferentes especies florales y otros adornos con la exquisitez y el tono artístico que caracterizaba estos atuendos.

Nuestro municipio cuenta con un evento de interpretación con carácter municipal y provincial, y aunque comenzó en la década de los noventa también contó con la influencia asiática en la estructura de su escenografía y en el vestir de los concursantes combinándolo con el entorno. Teniendo en cuenta los símbolos de las estructuras mineras y la silvicultura, nuestros principales renglones económicos, se le da el nombre de Festival de Interpretación "Pino–Cobre". Dicho evento ha proporcionado, hasta hoy, a los mineros, varios compositores e intérprtes de obras musicales reconocidas a nivel nacional e internacional.

Pedro, como buen descendiente japonés, aprendió empíricamente disímiles trabajos tales como reparar fogones, sombrillas, hacer trabajos de carpintería, albañilería y otros, además de su oficio de chofer. Su longevidad no le ha impedido realizar labor alguna, todavía se levanta muy temprano y recorre, sin agotarse, buena parte de la geografía minera, siempre sonriente, de buen carácter, saluda a todo el que se encuentra a su paso.

Nilo también trabajó en el emporio minero en la brigada de mantenimiento, aprendió empíricamente algunas labores, luego fue asesorado por técnicos coreanos. Jugó béisbol por Las Minas en el equipo representativo de la zona occidental en la capital del país. Al cierre de la mina, en 1997, desfiló el primero de mayo todavía con atuendos representando al trabajador minero, recibió la medalla René Ramos Latour por sus servicios en la Mina de Cobre. Desde ese año y hasta hoy labora como jefe del taller de mantenimiento y montaje en la UEB OJO QUË ES ESO? Municipal de Acueducto y Alcantarillado en Minas.

Durante la Segunda Guerra Mundial Takizo Uratzuka y su esposa Masae fueron encarcelados y llevados a la Isla de Pinos junto a otros japoneses. Allí varios murieron por enfermedades como la tuberculosis, enfermedades de las vías respiratorias, virus y disímiles de epidemias provocadas por el hacinamiento y las malas condiciones en que fueron congregados. Masae fue liberada porque se encontraba amamantando a su pequeño hijo Nilo. Durante este periodo de encierro Takizo escribió un diario en el que contó sobre los horrores vividos en Isla de Pinos: conoció a otros coterráneos con los que hizo amistad; fueron marcados como bestias y hoy tomamos sus vivencias como referencia.

Ya liberado, Takizo fabricó un concentrador en El Cobre en Santiago de Cuba, un yacimiento cuprífero junto al también extranjero residente en Minas de Matahambre y de origen brasileño Humberto Aulizzio. Nos cuenta su hijo Nilo que su padre era devoto de la Caridad del Cobre y que iba todas las tardes a visitar el santuario del Cobre, ya que quedaba muy cerca de donde trabajaba.

En 1959 Takizo tuvo bajo su dirección a 12 trabajadores que se dedicaron a la carpintería en la mina de cobre de la localidad y en la fabricación de las piezas de madera y carpintería que se necesitaban, todas manufacturadas. En 1968 construyó otro concentrador en La Mina Las Mercedes, entre Mantua y Guane, en un lugar llamada Río Frío. Esto es testimonio de su hijo Pedro Nolasco Uratzuca Uratzuca, quien de forma espontánea brindó su cooperación para dar varias entrevistas, así como fotos familiares para que nuestra localidad tenga conocimiento de que existen diferentes etnias, incluída la oriental, que hoy forman parte de esta comunidad, y que con el cierre de la mina han perdido nuestro renglón económico fundamental y su identidad como mineros. La vivienda donde habita este descendiente se encuentra en la ladera de una montaña del sitio donde desde 1913 habitan los descendientes de esta familia que han conservado sus tradiciones y cultura oriental.

La señora Masae quedó inválida, razón por la que dos de sus hijas, Adelina y Sulima, dedicaron gran parte de su tiempo a los cuidados de su madre hasta su fallecimiento el 22 de diciembre de 1956; sólo la más chica de ellas, Lidia, pudo estudiar.

Sulima realizó cursos de corte y costura, lo que era su especialidad, y cosía para los potentados y directivos de la Sociedad Porta–Díaz; después de la muerte de su madre decidió realizar su sueño de ser médico o enfermera, se presentó a unos exámenes y en 1957 comenzó los estudios en el Hospital Calixto García Universitario. Ya de graduada trabajó en este mismo centro que adoptó el nombre de América Arias, posteriormente se trasladó al hospital Ramón Gonzáles Coro, también prestó servicios de enfermería en el Palacio de las Convenciones.

Laborando en el policlínico de Santa Fe sufrió un accidente que la separó totalmente de estos menesteres por jubilación.

Aún cuando la generación de los descendientes puros japoneses no conocieron directamente la tierra del sol naciente, se palpa en ellos la nostalgia de conocer esos lejanos lugares, heredando de los padres sus costumbres, tradiciones, laboriosidad, férrea disciplina, persistencia etc., y ahí los vemos bajitos y con los ojos rasgados rodeados de vegetación aferrados en mantener intacta su autonomía.

 

Conclusiones

Podemos concluir que nuestra comunidad y, fundamentalmente, las nuevas generaciones, desconocen la riqueza etnocultural con que contamos. Minas de Matahambre es uno de los municipios privilegiados en las inmigraciones de haitianos, chinos, españoles, norteamericanos, alemanes, checos, brasileños y japoneses, todos han formado parte de la identidad del minero desde su formación y hoy son parte de nuestra cultura y de los valores que se legarán a las futuras generaciones.

Los inmigrantes japoneses llegaron a Minas de Matahambre hace más de 95 años y han manteniendo la influencia y el arraigo hacia la tradición y la mentalidad japonesa en casi todas sus manifestaciones y emprendimientos, sobre todo en nuestra comunidad, donde están agrupados estructural y socialmente. Con esto no se quiere desmerecer la rica cultura japonesa, sino apuntar que es necesario integrarlos aún más dentro de la comunidad minera local y que se han ganado por derecho un puesto de relevancia y liderazgo dentro de la sociedad local, con la sólida base característica de los japoneses. Este proceso de aculturación, deculturación y transculturación ocurrido en la comunidad minera es cultura espiritual, una cultura que no tiene calidad física pero está presente en las tradiciones, creencias, lengua, música e idiosincrasia de la sociedad minera, una cultura de quehacer cotidiano que revela nuestra identidad local.

A partir del 30 de abril de 1997 se produjo el cese definitivo de la producción de cobre en el coto de minas de Matahambre por el encarecimiento de los costos de producción que trajo el descenso de los precios del cobre en el mercado mundial. Ello provocó el cierre de una de las minas más profundas de América Latina; es así como una larga historia productiva, social y económica dejó de ser la actividad fundamental, el ir y venir de los obreros, el pito de la mina, el sonido de los compresores que latían como corazón vivo en las entrañas del suelo minero, pasaron a ser parte del recuerdo y se fue olvidando nuestra historia. Se investigó mucho pero no existía ninguna investigación que bordara el tema de toda la composición étnica de Minas de Matahambre y muchos nos preguntábamos ¿por qué hay chinos, japoneses y haitianos en Minas de Matahambre?, ¿cómo llegaron? Hoy tenemos una parte de las respuestas, ¿qué dejaron en nuestra historia y en nuestra cultura minera?

Desde el punto de vista teórico–metodológico e histórico, este estudio enriquecerá el conocimiento acerca de la conformación de la historia local y regional. Esta investigación se establecerá en las sedes pedagógicas y universitarias del municipio para el estudio del panorama histórico de la cultura local. Muchos de los métodos de la carpintería y enfriamiento de los concentradores de Takizo Uratsuka se convirtieron en técnicas para la explotación del cobre en varias minas de cobre en Cuba; la jardinería de Masae, su esposa, es la forma de siembra por excelencia en este tipo de paisaje escalonado de Minas; las infusiones medicinales y la pesca en canasta han quedado como patrimonio intangible dentro de nuestra cultura cotidiana.

 

Bibliografía

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Méndez Castro, Palmira. s/f. Concepto de identidad, inédito.         [ Links ]

 

Agradecimientos a:

Archivos del Museo municipal de Minas.

Colaboración especial de María Elena Orea (Especialista en Metodología de la Investigación) y José Luis Hernández Arronte (Museólogo).

Fotos personales de la familia Uratsuka Uratsuka.

Artículo Influencia de la cultura asiática en América Latina.

Entrevistas a Lidia Uratsuka Uratsuka.

Entrevistas a Nilo Uratsuka Uratsuka.

Entrevistas a Pedro Nolasco Uratsuka Uratzuca.

Entrevista a Casimiro Osvaldo Lorenzo.

Cooperación especial de Massae Uratsuka González.

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