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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.37 no.145 Zamora mar. 2016

 

Reseñas

Angélica Jimena Afanador-Pujol, The Relación de Michoacán (1539-1541), And the Politics of Representation in Colonial Mexico

Luise M. Enkerlin Pauwells* 

*Centro INAH Michoacán. Correo electrónico: enkluise@icloud.com

Afanador-Pujol, Angélica Jimena. The Relación de Michoacán (1539-1541), And the Politics of Representation in Colonial Mexico. University of Texas Press, Austin: 2015. 269p.


La obra que a continuación se reseña es un libro necesario. The Relación de Michoacán (1539-1541), And the Politics of Representation in Colonial Mexico cuya autora es la historiadora del arte colombiana Angélica Jimena Afanador-Pujol. Es una versión aumentada y corregida de su tesis doctoral presentada en 2009 en la Universidad de California de los Ángeles (UCLA), titulada The Politics of Ethnicity: Re-imagining Indigenous Identities in The Sixteenth-Century "Relación de Michoacán" (1539-1541).

Angélica Jimena Afanador-Pujol nos ofrece un estudio minucioso e inteligente sobre las imágenes de la Relación de Michoacán; códice elaborado por la elite gobernante de Tzintuntzan entre los años 1539-1541 a petición del virrey don Antonio de Mendoza. Si bien es cierto que la Relación ha sido toral para muchos investigadores de la talla de Benedict Warren, Hans Roskamp, Cynthia Stone, Moisés Franco, Jean Marie Le Clézio, Carlos Paredes, Claudia Espejel, por mencionar algunos, también es cierto que, la investigación crítica sobre sus imágenes apenas inicia. Dichas representaciones se han usado como fuente para inferir características de la cultura material y costumbres prehispánicas michoacanas. Desde el punto de vista estético, se han calificado como rústicas e infantiles. Otros investigadores, al no encontrar en las imágenes un lenguaje logosilábico como en el náhuatl, concluyeron que solamente sirvieron como ilustraciones, negando la habilidad de los artistas para decidir y codificar pensamientos complejos. En los últimos años algunos investigadores se han preguntado sobre el tipo de tradición que representan. Stone, desde el estructuralismo, ha interpretado las imágenes insertas en una cosmovisión prehispánica sin observar que algunas imágenes evidencian prototipos europeos y, además, no toma en cuenta el texto que las acompaña. En el otro extremo del espectro, Claudia Espejel Carbajal ha señalado que ninguno de los elementos iconográficos se pueden atribuir a una tradición prehispánica. Un paso más lo dio Hans Roskamp al observar algunos de los usos iconográficos de las imágenes, señalando que los artistas quisieron representar ideas de mayor complejidad usando imágenes "mestizas". Retomando estos primeros avances en la interpretación de las imágenes, el trabajo de Angélica va más allá. Apoyándose en Erwin Panofsky decodifica las imágenes a partir de tres ejes: a) Analiza las imágenes en sí mismas. Describe las formas, volúmenes, colores, contenidos, composiciones artísticas, espacios, etcétera. así como las técnicas y proceso de elaboración; b) Contextualiza la Relación de Michoacán y por ende las imágenes dentro de las diferentes problemáticas sociales vividas en la Cuenca del Lago de Pátzcuaro y revela su intencionalidad política; c) El análisis lo hace siempre de cara a los destinatarios, las autoridades españolas a las cuales va dirigida la obra.

A lo largo de 6 capítulos temáticos Afanador comprueba sus hipótesis. Después de analizar en las pinturas los rasgos personales, estilos, composiciones, formas, técnicas, etcétera, define y señala el autor o autores de cada una de las 44 pinturas. Plantea que son cuatro los artistas que colaboran en dicha obra a los que identifica con un número. Posteriormente, apoyándose en un gran corpus documental, nos describe de forma convincente el contexto político, económico y social, dentro del cual, La Relación de Michoacán es redactada e ilustrada (ca. 1539-1541). Su profundo conocimiento del tejido social de la primera mitad del siglo XVI michoacano, le permitió examinar, tanto el texto como las ilustraciones de la Relación de cara a los múltiples intereses y conflictos que se encontraban en disputa en el momento de su elaboración. Conflictos e intereses concurrentes, tanto dentro de la nobleza india, dividida en diferentes facciones, como dentro del mundo español; lo cual amenazaba la unidad política y territorial india.

Afanador, por tanto, parte de una primera premisa: durante la primera mitad del siglo XVI nos encontramos ante una intensa negociación simbólica entre conquistados y conquistadores. Las diferentes facciones indias tuvieron que enfrentar una realidad inédita y cambiante. No pudieron eludir la amenazante presencia de ávidos encomenderos, ni las presiones políticas y tributarias que recibieron de los diferentes agentes españoles y muchos etcéteras. Para sobrevivir, los indios nobles aprendieron rápidamente a lidiar con las novedosas complejidades semánticas, apropiándose de ellas. Aprendieron en los monasterios, principalmente, a usar el sistema simbólico europeo para defender sus privilegios ancestrales (dominio sobre su territorio y herencia política). Derechos disputados no solamente al interior de la nobleza india, sino frente a los encomenderos como Juan Infante, frente al recién nombrado obispo don Vasco de Quiroga y frente al virrey don Antonio de Mendoza. Ante este panorama de múltiples imposiciones, tensiones y negociaciones, la autora se pregunta retomando a Kevin Terraciano, ¿cómo contribuyeron los indios a delinear los relatos de la conquista? y, concretamente, ¿cómo fue que los narradores y artistas de la Relación de Michoacán, pertenecientes a su vez a dos facciones étnicas y políticas rivales (el linaje de los ancestrales gobernantes uanacaze (también llamados chichimecas o uacúsechas) contra los isleños representados por don Pedro Cuiniarangari (en ese momento gobernador de los indios de la provincia de Michoacán), trabajaron conjuntamente para delinear los contenidos, las estrategias y promover sus propios intereses dentro de dicho texto? Ante este novedoso planteamiento, Angélica Afanador muestra, cómo los diferentes artistas, a pesar de sus rivalidades políticas, resuelven presentar un discurso coherente, defendiendo la primacía de uno de los linajes (los uanacaze linaje del último cazonci) y, por ende, el área geográfica que dominaban. Consulta el texto original que se encuentra en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (España) y estudia todas las imágenes sobrepuestas, ve qué imágenes se "borran" y qué otras las sustituyen. Por otro lado, nunca desvincula las imágenes del texto, y explica por qué algunas refutan al texto, o no se encuentran vinculadas a éste, contradicciones que otros investigadores han calificado como "errores". A través de estos aparentes "errores" y el análisis del palimpsesto la autora descubre las luchas internas entre las facciones indias para subrayar, minimizar, o dar más información de ciertos aspectos de interés estratégico. El descubrir esta frecuente tensión, no sólo dentro de la narración, sino también dentro de las imágenes, sin duda es uno de los grandes aciertos de este libro.

Por tanto, Afanador no pretende investigar la veracidad, deficiencias o huecos de los contenidos de la Relación, sino analizar las opciones, las contribuciones narrativas y gráficas que usan los indios para subrayar ciertos hechos, en detrimento de otros. Se centra en cuatro de estos hechos: a) Las imágenes subrayan el poder legítimo de los uanacaze para gobernar por ser los sucesores del cazonci Zinzicha Tangaxuan, último "señor" de Michoacán prehispánico (sacrificado por Nuño de Guzmán), en menoscabo de los isleños, ancestros de don Pedro Cuiniarangari, los cuales eran representados siempre como subordinados al linaje dominante; b) Para legitimar lo anterior, los uanacaze narran su historia de dominio y quieren mostrar a través de ella que han gobernado siempre basándose en valores semejantes a los de los cristianos-europeos. A lo largo del texto y por medio de sus pinturas sostienen la defensa de dichos principios de tal forma que aquellos que los violan son castigados severamente. Las principales trasgresiones castigadas corporalmente son las de los hechiceros, los adúlteros y los borrachos, sin duda pecados cristianos. Además resaltan las formas de vida de los misioneros franciscanos en sus propios líderes ancestrales como Tariacuri, el cual representa la humildad, el sacrificio, la obediencia, la pobreza, la rectitud, etcétera. Pero Angélica no solamente ve la influencia cristiana en dichas representaciones, también explora el significado corporal prehispánico; c) por otro lado, a los artistas les interesa recalcar el papel mediador del gobernador isleño don Pedro entre los indios de Michoacán y las autoridades españolas; d) no obstante a la rivalidad entre uanacaze e isleños, la Cuenca de Lago de Pátzcuaro es representada como un amplio paisaje, una unidad geopolítica integrada por los uanacaze.

La autora, de una forma por demás sorprendente, nos muestra paso a paso las negociaciones internas entre las diferentes posturas indias para justificar posiciones políticas privilegiadas, con el propósito de forjarse un futuro en la sociedad colonial. Evidencia cómo para poder comunicarse con la audiencia colonial, los artistas de la Relación tuvieron que reinterpretar y reimaginar su pasado; lo que hicieron conscientemente adaptando y seleccionando convenientemente iconos y prototipos prehispánicos y europeos. Muestra cómo, a través de imágenes, colores, técnicas, formas estereotipos, etcétera, tanto de origen europeo como mesoamericano, los artistas se propusieron comunicar a una audiencia europea sus propios intereses. Afanador demuestra que las elites indias frente a los grandes peligros que las asechaban por igual, utilizaron el espacio de la Relación como un escaparate, como un instrumento por medio del cual las autoridades españolas los debían percibir como una gran unidad político-territorial, encabezada por gobernantes justos y éticos, pertenecientes al linaje de los uanacaze. Veían que si no presentaban un frente común, perderían el dominio sobre su territorio y sobre los tributarios, asunto que a la Corona tampoco le convenía en ese momento.

Por tanto, Angélica Jimena Afanador-Pujol nos convence a lo largo de las páginas de su libro The Relación de Michoacán (1539-1541), And the Politics of Representation in Colonial Mexico que aquel equipo de narradores e ilustradores que compilaron la Relación de Michoacán tenían una intención política clara, lo que implicó una reelaboración de su historia prehispánica. Para ello nos muestra cómo las imágenes para los artistas indios representan otra vía de expresión, un instrumento valioso que tiene como fin plasmar conceptos, valores, preferencias, tradiciones políticas, diferencias étnicas, etcétera. Lo cual, no necesariamente se explicita en el texto. Invito al lector a descubrir los intersticios y recovecos que esconden las imágenes de la Relación de Michoacán en este libro convincente, fácil de leer y bellamente ilustrado.

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