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Estudios demográficos y urbanos

versión On-line ISSN 2448-6515versión impresa ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.39 no.1 Ciudad de México ene./abr. 2024  Epub 07-Jun-2024

https://doi.org/10.24201/edu.v39i1.2192 

Artículos

Relación entre la educación y las preferencias de fecundidad en México: lecciones de Italia*

The relationship between education and fertility preferences in Mexico: Lessons from Italy

1 El Colegio de México, A.C. Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales Ciudad de México, México fjuarez@colmex.mx

2Sapienza University of Rome Department of Methods and Model for Economics Roma, Italia alessandra.derose@uniroma1.it

3Luiss University Department of Political Sciences Roma, Italia mtesta@luiss.it


Resumen:

La educación es un determinante importante de las preferencias reproductivas, pero la evolución de su papel en los países con diferentes niveles de transición de la fecundidad ha sido poco investigada, en gran medida debido a la falta de datos adecuados. Este documento analiza el papel de la educación como determinante de las preferencias de fecundidad en México, un país que se acerca rápidamente al final de la transición de la fecundidad, aunque con diferencias territoriales sustanciales. Esta información se contrasta con la evidencia de una nación con muy baja fecundidad, Italia, utilizando en ambos casos datos de encuestas. Los resultados indican que existe una relación negativa persistente en México entre las preferencias de fecundidad y el nivel educativo. Sin embargo, un análisis más refinado por áreas territoriales revela que, en las regiones más desarrolladas -como la Ciudad de México-, la relación se está revirtiendo, mostrando que, entre las mujeres con mayor nivel educativo, hay una actitud favorable a tener un hijo más, similar a la observada en Italia, donde el efecto de una mayor educación en las intenciones de fecundidad es positivo.

Palabras clave: transición de la fecundidad; preferencias de fecundidad; intenciones de fecundidad; México; Italia; educación

Abstract:

Education is an important determinant of reproductive preferences. However, few studies have explored the evolution of its role in countries with different levels of fertility transition, due to the lack of adequate data. In this paper, we analyze the role of education as a determinant of fertility preferences in Mexico, a country which is rapidly approaching the end of fertility transition, albeit with substantial differences between different areas of the country. Using survey data, we contrast the results with evidence from a very low fertility country, Italy. The results indicate a persistent negative correlation between fertility preferences and educational levels in Mexico. However, a more detailed analysis at the territorial level reveals that in the most developed regions-such as Mexico City-the relationship is going into reverse, with more educated women showing a greater willingness to having another child, similarly to Italy, where higher levels of education have a positive effect on fertility intentions.

Keywords: fertility transition; fertility preferences; fertility intentions; Mexico; Italy; education

1. Introducción

México experimentó una rápida disminución de la fecundidad desde la década de los años setenta, aunque su tasa global de fecundidad (TGF) aún está por encima del nivel de reemplazo. Al igual que en muchos países de alta fecundidad o en transición, la investigación se ha centrado en la fecundidad alcanzada con el objetivo de medir cuáles factores, incluidos los cambios en las preferencias reproductivas, aceleran la velocidad del descenso. En contraste, en Europa occidental el haber alcanzado una fecundidad muy baja (por debajo del umbral de reemplazo de 2.1 hijos por mujer) ha orientado la investigación a dar un mayor énfasis al estudio de las intenciones de tener un primer hijo o uno más, bajo el supuesto de que explorar todas las fases de la toma de decisiones reproductivas podría ser clave para comprender la persistente baja fecundidad.

En la vasta literatura sobre las intenciones de fecundidad, la educación ha surgido como un factor importante que, entre varios otros, desencadena las decisiones al respecto y, en última instancia, sobre el tamaño de la familia. La emancipación de las mujeres y su papel social cambiante, junto con el desarrollo de una nueva forma de producción industrializada en un contexto urbano moderno, impulsaron la reproducción en el cálculo de las decisiones conscientes de los individuos. Las personas con un alto nivel educativo fueron las pioneras de las nuevas actitudes y comportamientos para controlar la fecundidad (Livi Bacci, 1980). Después de más de un siglo del inicio de esas transformaciones, en la cuales ellas fueron las precursoras, vemos que la relación opuesta es cierta hoy en día. De hecho, varios estudios muestran que la norma de dos hijos es muy fuerte entre las categorías con alto nivel educativo y que las mujeres en esta categoría son más propensas a tener un hijo adicional si ya tenían uno, que las mujeres con un bajo nivel educativo (Testa, 2014). En este contexto moderno, reducir la fecundidad podría ser más funcional para las personas de bajo nivel educativo, que podrían preferir tener un solo hijo en el cual invertir para intentar tener una movilidad social ascendente. La explicación de dicha reversión se puede encontrar en la subcontratación de las tareas asociadas al cuidado de los hijos, que es mayor para las mujeres con mejor nivel educativo, y que puede ser fortalecida y diversificada por el sistema de bienestar.

Sin embargo, la influencia del nivel educativo en el número de hijos y especialmente en las intenciones de tener un hijo más es un tema poco investigado durante la transición de la fecundidad, debido a la carencia de datos adecuados. Faltan estudios que aborden este asunto en los países actualmente en transición, y en particular de América Latina.

En este documento examinamos el papel de la educación en las intenciones de tener hijos en México e Italia, dos países en diferentes etapas de la transición de la fecundidad (Weeks, 2015). Cuando a mediados de los años setenta Italia alcanzó el nivel de reemplazo de la fecundidad, México acababa de iniciar su transición al respecto, con una TGF de 6.3 hijos por mujer (CEPALSTATS, 2019). Actualmente Italia se encuentra entre los países con una fecundidad más baja entre las bajas (lowest-low fertility),1 y una TGF igual a 1.25 hijos por mujer en 2021, mientras que la fecundidad en México es de poco más de dos hijos, un nivel promedio que no muestra las grandes diferencias dentro del país en lo que concierne al proceso de transición demográfica y a los contextos económicos, sociales y culturales. Estas diferencias internas, resumidas en la distinción entre áreas de desarrollo, hacen de México un caso aún más interesante porque, como veremos en nuestros resultados, la ruta del cambio en la relación entre el nivel educativo y las preferencias reproductivas sigue el camino de la transición de la fecundidad y el nivel de desarrollo de las diferentes áreas del país. Con base en la evidencia de lo que sucedió en Italia, un país de altos ingresos que ha completado la transición de la fecundidad, argumentamos que el vínculo entre educación e intención de fecundidad debería ser negativo para México, al ser éste un país de ingresos medios con un nivel de bienestar menos desarrollado y que está en una etapa anterior en la transición demográfica en comparación con Italia. De hecho, en contextos en donde la transición a la fecundidad está en proceso, como es el caso de México, el control de la fecundidad se percibe como un nuevo comportamiento y es, por lo tanto, aceptado y adoptado especialmente por las personas con mayor nivel educativo.

El objetivo de este documento es investigar el vínculo entre educación e intención de fecundidad en dos contextos en los que la relación toma presumiblemente un signo opuesto. No tenemos la ambición de comparar dos países con un historial demográfico y situación actual extremadamente diferentes, sino investigar el caso italiano como un ejemplo que podría proporcionar una lección para México en el camino venidero hacia el proceso de transición, cuestionando cuán lejano estaría el hacerse realidad en los próximos años si se siguen las mismas líneas impulsoras observadas para Italia. Nos interesa también conocer cómo el desarrollo diferencial que está teniendo lugar en distintas partes del país acompaña este proceso.

El documento se organiza de la siguiente manera: en la sección 2 se proporciona una descripción general de los dos países seleccionados; en la 3 se presenta evidencia de investigaciones previas sobre la relación entre el nivel educativo y las intenciones/deseos de fecundidad, además se definen los antecedentes teóricos para el análisis de la relación entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad y se anotan las preguntas de investigación operativa del estudio; en el apartado 4 se describen los datos a usar, la selección de la muestra en estudio, así como los modelos estadísticos utilizados; los resultados se presentan en la sección 5, y en la 6 se discuten las conclusiones principales del estudio.

2. Contextos de la fecundidad mexicana e italiana

En México, como en el resto de la región de América Latina y el Caribe,2 fue sólo durante la década de los años sesenta y principios de los setenta que se empezó a observar un cambio en la tendencia de las tasas globales de fecundidad; y su caída superó con creces las expectativas (CEPAL, 2012). De hecho, en los años setenta México presentó la tasa de fecundidad más alta de la región, iniciando la disminución de su fecundidad más tarde que los países de América del Sur. Una vez que ésta comenzó, alcanzó niveles de fecundidad similares a los de la región latinoamericana en su conjunto, que actualmente varía entre 2.1 y 2.4 hijos por mujer (United Nations, 2019). La TGF de México permaneció en alrededor de siete hijos por mujer, con algunas fluctuaciones entre 1895 (fecha más temprana con información disponible de fecundidad) y 1970 (Zavala, 2014). Entre 1970 y 1975 la TGF todavía era de 6.3 hijos por mujer, y a partir de 1976 el país experimentó una rápida disminución de la fecundidad. Para 1995 la tasa era de sólo de tres hijos por mujer, y en 2017 disminuyó a 2.2 hijos (CEPALSTATS, 2019; Conapo, 2020; Hernández et al., 2015; Juarez et al., 2013; Juarez, 2018, cálculos propios; United Nations, 2019).3 En México los hijos nacen principalmente dentro de una unión formal (el matrimonio) (Quilodrán, 2011), sin embargo, la prevalencia de las uniones consensuales ha venido creciendo y es relativamente grande. Asimismo, las tasas de matrimonio han caído entre 1995 y 2016 (de 6 a 4 por 1 000 personas). Entre tanto, las tasas de divorcio han aumentado (de 0.5 divorcios por 1 000 en 1995 a 1.1 por 1 000 en 2017), aunque permanecen en niveles todavía muy bajos (OECD, 2019).

El calendario de fecundidad ha cambiado muy poco en México: la edad media al tener el primer hijo aumentó ligeramente entre 1997 y 2014: de 21.6 años (Enadid 1997, cálculos propios) a 22.4 años (Enadid 2014, cálculos propios), edad considerada muy joven. La edad media a la maternidad (i.e., edad media de la madre al nacimiento de sus hijos) disminuyó de 30.2 años a 26.6 años entre 1970 y 2017 (OECD, 2019). México es el único país de la OECD que muestra una edad media a la maternidad inferior a los 30 años. Esto se debe a una combinación de la reducción de la fecundidad (el número menor de nacimientos significa que las mujeres completan su actividad reproductiva a una edad temprana) y la alta tasa de fecundidad adolescente: 66.2 nacimientos por cada 1 000 mujeres de 15 a 19 años, un valor cinco veces mayor que el promedio de la OECD (OECD, 2019).

La historia del descenso de la fecundidad en Italia, como en todos los países de Europa occidental, se remonta a la segunda mitad del siglo XIX (Coale y Watkins, 1986). Ese país inició la transición de su fecundidad más tarde que Francia, Inglaterra y Gales, y Alemania (Chesnais, 1992; UNFPA, 2018). Se ha estimado que en Italia la disminución de la fecundidad comenzó alrededor de 1913 y que el descenso fue muy rápido desde el final de la Segunda Guerra Mundial (Delgado y Livi Bacci, 1992). En la segunda mitad de los años setenta, la TGF cayó por debajo del nivel de reemplazo, llegando a 1.6 hijos en 1980 y disminuyendo a 1.2 en 1995. Desde entonces, observamos un ligero aumento hasta 1.4 en 2012 y una nueva caída a 1.25 en 2021 (ISTAT, 2022a). Como en muchos otros países europeos, la disminución de la fecundidad se ha visto acompañada de un aumento en la cantidad de mujeres sin hijos y de un aplazamiento continuo de la maternidad (Frejka y Sobotka, 2008). La edad media a la maternidad pasó de 28 años en 1970, a 32 años en 2017; para el período más reciente la edad media al primer hijo es de 31 años (OECD, 2019). En Italia el matrimonio formal ha sido una condición previa para convertirse en padres hasta el comienzo del nuevo milenio, aunque las tasas de matrimonio están en declive: en 1970 hubo siete matrimonios por cada 1 000 personas, mientras que en 2016 se registraron menos de 3.5 matrimonios por cada 1 000. En contraste, la proporción de las uniones informales está en aumento. Como consecuencia, el porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio ha crecido enormemente, llegando a ser hasta 40% de los nacidos vivos, mientras que a principios de la década del año 2000 esa proporción era sólo del 10% (ISTAT, 2022b). Por otra parte, las tasas de divorcios son muy bajas en comparación con otros países de la Unión Europea (1.4 divorcios por cada 1 000 personas en 2019, mientras que el promedio de la Unión Europea fue de 1.8), pero están en aumento (la tasa de divorcios en 1995 fue de 0.4).

En ambos países la disminución de la fecundidad se ha diferenciado dentro del territorio. En Italia, las regiones Sur e Islas se rezagaron durante mucho tiempo con respecto a las del Norte y Centro. Recientemente, después de alcanzar el pico negativo de la fecundidad más baja entre las bajas en 1995 (TGF = 1.19) y una ligera recuperación en la primera década del nuevo milenio, las distancias entre regiones se redujeron e invirtieron, siendo las regiones del Noreste las que muestran las tasas de fecundidad más altas del país, pero aún muy por debajo del nivel de reemplazo (Billari y Tomassini, 2021; De-Rose y Strozza, 2015). En general, la TGF de 1.25 hijos por mujer registrada en 2021 es el resultado de 1.23 en el Sur, 1.18 en el Centro, y 1.28 en el Norte, según los datos del ISTAT (consultados en dati.istat.it).

México también presenta en su territorio niveles de fecundidad contrastantes que reflejan diferentes etapas de su transición de la fecundidad. La Ciudad de México inició dicha transición antes que el resto del país, y ya en 1992 su nivel de fecundidad era de dos hijos por mujer. A partir de esa fecha, la TGF ha continuado reduciéndose a niveles muy bajos, no alcanzados en otras partes del país, que corresponde a un nivel de reemplazo de por lo menos 28 años más temprano que el país en su conjunto. Por otra parte, en las áreas pobres de México la disminución de la fecundidad se inició más tarde que en el resto del país; por ejemplo, en el momento en que se alcanzó el nivel de reemplazo en la Ciudad de México, en Chiapas, uno de los estados más pobres, la TGF era de 4.0 (Conapo, 2020); asimismo, en 2014 la fecundidad en la Ciudad de México llegó a 1.4 hijos por mujer (Conapo, 1997, 2020; Juarez, 2018;), mientras que para Chiapas fue ligeramente inferior a tres hijos (Conapo, 2020). Otra fuente de diferencias en el comportamiento de la fecundidad en el país es la distinción entre la población rural y la urbana, así como las grandes desigualdades socioeconómicas entre los estados (Juárez y Gayet, 2020). Para 2014 la tasa global de fecundidad rural todavía era de tres hijos por mujer.

Siguiendo el patrón tradicional de la transición demográfica en las sociedades occidentales (Caldwell, 1976, 1982, 2006; Chesnais, 1992; Seccombe, 1993), en Italia la transición de la fecundidad se produjo después del descenso de la mortalidad (infantil) y se aceleró debido a los cambios en el ambiente social causados por el proceso de industrialización y urbanización durante la segunda mitad del siglo XIX. En este país la motivación para tener una familia pequeña fue tal, que la caída de la fecundidad se logró incluso sin difusión de métodos anticonceptivos modernos (Dalla-Zuanna et al., 2005; Leridon, 1987). Del mismo modo, en México la disminución de la fecundidad se aceleró por el proceso de urbanización, modernización y rápido crecimiento económico que impulsó y reforzó cambios continuos en las normas sociales en torno a la maternidad (UNFPA, 2018). A diferencia de Italia, México, como la mayoría de los países latinoamericanos, implementó políticas de planificación familiar para lograr la disminución de la fecundidad (Juarez y Gayet, 2015). El surgimiento de un modelo de tamaño de familia pequeño se benefició de una política que promovió una campaña masiva de métodos efectivos de control de la natalidad.

En ambos países la expansión de la educación (femenina) ha sido un factor clave en los cambios de las intenciones y comportamientos reproductivos, así como en la transición de la fecundidad en su conjunto (Altbach et al., 2009; World Bank, 2012; Caldwell, 1980; Cochrane, 1979; De-Rose et al., 2008; Impicciatore y Dalla-Zuanna, 2017; Juarez y Gayet, 2015). Sin embargo, la composición educativa actual de las dos naciones sigue siendo muy diferente: según las estimaciones de 2020 de la OECD, la proporción de personas de 25 a 64 años con nivel de secundaria o universitario es del 40% en México, versus 62% en Italia. En cambio, alrededor del 30% de los mexicanos de 25 a 64 años sólo obtuvieron educación primaria, en comparación con el 5% de los italianos (OECD, 2020).

En resumen, las diferentes etapas de la transición de la fecundidad son evidentes a partir de los datos de México, Ciudad de México, Chiapas e Italia (Gráfica 1). Italia alcanzó una TGF de 2.4 hijos por mujer desde 1970 (OECD, 2019) y un nivel inferior al reemplazo desde 1977; en México la TGF se situó en 2.2 en 2017 y está muy diferenciada territorialmente, con el nivel de fecundidad de la Ciudad de México acercándose rápidamente al de Italia, mientras que las regiones más pobres del país aún permanecen en una etapa más temprana de la transición de la fecundidad.

Fuente: Italia: OECD, 2019; México: Conapo,1997, 2020; Juárez, 2018.

Gráfica 1 Tasa global de fecundidad de Italia, México, Ciudad de México y Chiapas, 1970-2018 

3. Intenciones de fecundidad y educación: evidencia de investigaciones anteriores

Las normas sociales respecto al tamaño de la familia desempeñan un papel crucial en la configuración del comportamiento de la fecundidad, y están vinculadas a la organización económica de una sociedad, su entorno cultural y su estructura familiar. Las aspiraciones y decisiones individuales de las mujeres y/o de sus parejas influyen significativamente en sus comportamientos reproductivos actuales (Philipov, 2011; Schoen et al., 1999; Westoff y Ryder, 1977; Westoff, 1990). En la abundante bibliografía empírica concerniente, se ha encontrado que las preferencias de fecundidad -ya sea medidas en términos de intenciones, tamaño ideal de la familia o deseo de tener más hijos- predicen fuertemente el comportamiento reproductivo futuro (Casterline y Agyei-Mensah, 2017; Morgan y Rackin, 2010; Philipov, 2009). La reducción de la demanda de hijos es un factor clave para que ocurra una transición de la fecundidad, y se puede usar como un proxy de la etapa de transición de la fecundidad (Bongaarts y Casterline, 2018).

El debate sobre el mejor enfoque para estudiar las preferencias de fecundidad aún está abierto, pues el concepto en sí no ofrece una única interpretación (Aiken et al., 2016; Ambrosetti et al., 2021; Blake, 1966; Kost y Lindberg, 2015; Potter et al., 2019; Ryder y Westoff, 1969). Al respecto, Kost et al. (2018) y Kost y Zolna (2019) advierten que los términos intenciones, deseos y preferencias se utilizan frecuentemente de manera ambigua e inexacta, pero que no son intercambiables, por lo que enfatizan la necesidad de usar un lenguaje claro y preciso. En general, las preguntas sobre el tamaño ideal de la familia pueden ser útiles para comprender las normas sociales de la fecundidad, que están evolucionando junto con los otros cambios en la sociedad (Goldstein et al., 2003; Hagewen y Morgan, 2005; Philipov y Bernardi, 2012; Sobotka y Beaujouan, 2014; Trent, 1980). De hecho, las intenciones de fecundidad corresponden a los hijos adicionales que las mujeres y hombres tienen intención de tener, a una acción planeada hacia un objetivo particular, o a una determinación de actuar de cierta manera (Morgan, 2001). Las intenciones de tener otro hijo reflejan el efecto combinado de la demanda de fecundidad, así como las restricciones individuales y contextuales para lograr la fecundidad deseada (McClelland, 1983; Thomson y Brandreth, 1995). Curiosamente, la literatura contemporánea sobre la fecundidad baja de los países occidentales se enfoca fuertemente en las intenciones de fecundidad; en contraste, en los países en desarrollo, con el descenso de la transición de la fecundidad en proceso, la mayoría de los estudios sobre el tema se centran más bien en los deseos e ideales de reproducción (Ambrosetti et al., 2021). La diferencia puede indicar no sólo un problema terminológico, sino también una disparidad sustancial en la perspectiva adoptada en el estudio de la toma de decisiones reproductivas: en los países postransicionales se concentra en la agencia de los individuos para controlar su reproducción, mientras que en los países en transición el interés radica en la influencia social ejercida en las opciones de reproducción.

Tanto las intenciones como los deseos están modificados y restringidos por las condiciones sociales, educativas, culturales y económicas (Becker, 1981; Lesthaeghe y Vanderhoeft, 1999). Entre los aspectos que influyen en los cambios en la intención y en los comportamientos reproductivos, la educación es un factor predominante. Se ha dedicado una extensa bibliografía demográfica a examinar el papel de la educación femenina como un indicador en las explicaciones estructurales de la transición demográfica, porque está relacionada no sólo con el desarrollo socioeconómico, sino con la mejora de la condición de las mujeres y su empoderamiento (Castro y Juarez, 1995).

Mediante la utilización de encuestas de México (1976, 1987, 1995, 1997, 2003),4 varios autores han estudiado los cambios en el nivel de fecundidad deseada en mujeres mexicanas (Zúñiga, 1993; Menkes y Mojarro, 2003; Paz-Gómez, 2010). Se han estimado y comparado diferentes indicadores -la tasa global de fecundidad, la paridad promedio, la tasa de fecundidad deseada, el número promedio ideal de hijos- y, en general, los resultados son similares. Los hallazgos de estos estudios sobre México son relevantes y muestran que, durante la fase de transición, la fecundidad marital disminuyó rápidamente cuando la fecundidad comenzó a disminuir en 1976, al igual que la fecundidad deseada.

Del mismo modo, la fecundidad y la fecundidad deseada por nivel educativo también indican disminuciones, pero la brecha entre la fecundidad lograda y la deseada es mucho menor para las mujeres con mayor nivel educativo. Claramente, dichas mujeres tienen un mejor control sobre su fecundidad y aplican sus preferencias al respecto con más éxito que aquellas del medio rural o de bajo nivel educativo. El aumento del nivel educativo, tanto de hombres como de mujeres, facilita la equidad del sistema de género (McDonald, 2000a, 2000b, 2006), lo que puede favorecer el tener hijos en una etapa de igualdad de género dada. Pero las mujeres con mayor nivel educativo también tienen altas aspiraciones de participar en el mercado laboral y, por lo tanto, enfrentan mayores costos de oportunidad respecto a tener hijos (Becker y Lewis, 1973; Becker, 1981; Oppenheimer, 1972, 1994).

Los hijos han tenido una importante función económica y social en las sociedades rurales pretransicionales. En estos contextos, las mujeres con educación primaria tienden a tener una mayor fecundidad que aquellas con educación secundaria o más; y las mujeres sin escolaridad tienden a una mayor fecundidad que las que cuentan con educación primaria. Esta relación inversa de nivel educativo-fecundidad está presente en los países que han iniciado la transición, incluido México (Bongaarts y Hodgson 2022; Mier y Terán, 2014; United Nations, 1987, 1995). Al comparar países en diferentes etapas de transición de la fecundidad, Bongaarts (2003) mostró que los diferenciales educativos son ligeramente más grandes en los países en las etapas tempranas de la transición que en los que están en etapas tardías. Bongaarts también señaló que surgen diferencias si se tienen en cuenta las preferencias de fecundidad, es decir, haciendo la distinción entre la fecundidad deseada y la no deseada (wanted y unwanted, tal cual lo refiere el autor). En ambos casos sus componentes están inversamente asociados con el nivel educativo, de tal forma que las mujeres con mayor nivel educativo tienen una menor fecundidad deseada (wanted) y no deseada (unwanted) que las que tienen bajo nivel educativo. Además, el papel de los componentes deseados (wanted) y no deseados (unwanted) y sus diferencias de fecundidad por nivel educativo varían según la etapa de la transición. Y al final de la transición, las diferencias educativas en la fecundidad deseada (wanted) son pequeñas y las diferencias en la fecundidad no deseada (unwanted) son grandes, patrón que se relaciona con los países de América Latina que están cerca del final de la transición (Bongaarts, 2003).

¿Cómo es la relación entre la educación y la fecundidad en la etapa postransicional, es decir, en aquellas situaciones en las que la fecundidad ha caído muy por debajo del nivel de reemplazo? La abundante bibliografía sobre los países de Europa occidental con respecto a la relación entre la educación y la fecundidad indica que las mujeres con mayor nivel educativo tienden a tener una menor fecundidad. Sin embargo, algunos estudios han demostrado una asociación positiva entre la propensión de tener un primer o segundo hijo (en algunos casos incluso el tercero) y el nivel educativo; tales son los casos de Austria, Alemania Occidental, Italia y los países escandinavos (Hoem y Hoem, 1989; Hoem et al., 2001; Impicciatore y Dalla-Zuanna, 2017; Kreyenfeld, 2002; Kravdal, 1992; Kravdal y Rindfuss, 2008). Se ha argumentado que, eventualmente, las mujeres con mayor nivel

educativo terminan con menos hijos debido a su transición tardía a la maternidad, que no es necesariamente intencional (Berrington y Pattaro, 2014; Blossfeld y Huinink, 1991; Sobotka, 2009; Sobotka et al., 2017). Entonces, al estudiar el proceso reproductivo, es importante tener en cuenta no sólo las intenciones de tener un hijo, sino el complejo vínculo entre actitudes, deseos, intenciones y comportamientos, y las diferentes influencias de múltiples factores explicativos (Ajzen y Klobas, 2013).

De hecho, se ha observado una relación positiva entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad en análisis comparativos entre países (Testa, 2014; Testa y Stephany, 2017), así como en estudios de caso de un solo país (De Wachter y Neels, 2011; Mills et al., 2008; Ruokolainen y Notkola, 2002). Este resultado se mantiene independientemente de las diversas medidas utilizadas para explorar la asociación de las intenciones de fecundidad y la educación, ya sea que se hayan centrado en la intención de tener otro hijo, en tenerlo en un período determinado, o bien, en la intención de tener un cierto número de hijos. Por lo tanto, los estudios han sugerido que tener un nivel educativo alto y vivir en un país donde una gran proporción de mujeres tiene educación universitaria, se relaciona positivamente con las intenciones de fecundidad, aunque la dirección de esta relación depende en gran medida de la paridad. Un metaanálisis que utilizó 86 estudios publicados entre 1990 y 2011, que cubren 13 países europeos, encontró que tanto la intención de tener el primer hijo y la intención de tener el segundo, se asocian positivamente con el logro educativo de las mujeres, aunque esta relación positiva fue impulsada principalmente por mujeres que tenían un solo hijo (para obtener más detalles, consulte el metaanálisis de los países europeos sobre el gradiente educativo de las intenciones de fecundidad, en Testa y Stephany, 2017). La interpretación común de la relación positiva entre la educación y las intenciones de fecundidad es que las personas con mayor nivel educativo tienen salarios mayores, potencialmente mejores condiciones de vivienda, mayores ingresos, relaciones de pareja más estables y más recursos para acceder a los servicios de reproducción asistidos si los necesitan, que las personas con menores niveles educativos. En las sociedades de baja fecundidad que facilitan la reconciliación entre el trabajo y los deberes familiares, las mujeres con alto nivel educativo están motivadas a planear una carrera ambiciosa tanto en la familia como en el mercado laboral, y pueden permitirse tener una familia relativamente grande (Testa y Stephany, 2017). En línea con esta interpretación, los hallazgos de investigaciones en Italia han mostrado una relación positiva entre la intención de fecundidad y el nivel educativo de la mujer (Fiori et al., 2017; Mills et al., 2008; Novelli et. al., 2021; Pinnelli y Fiori, 2008; Testa y Stefany, 2017).

Como se mencionó anteriormente, en México y América Latina sólo unos pocos estudios se han centrado en las preferencias reproductivas porque la preocupación en estos países es la persistencia de una alta fecundidad -en particular, la fecundidad adolescente-, y el mayor énfasis se concentra en la investigación y en las políticas que promuevan un uso óptimo de la anticoncepción con el propósito de lograr una mayor disminución de la fecundidad (Mundigo, 1992; United Nations, 2020). Al igual que en muchos países de alta fecundidad, los datos sobre las preferencias de fecundidad se consideran fundamentales para evaluar la necesidad de servicios de planificación familiar (Westoff y Bankole, 2002), y la investigación sobre estos temas tiene como principal objetivo comprender cómo un menor deseo de tener hijos impacta negativamente la fecundidad que se tiene (Ambrosetti et al., 2021). Las razones detrás de las intenciones de fecundidad, es decir, el planear tener un hijo en las condiciones individuales y contextuales actuales (Morgan, 2001), generalmente no se exploran en México. Hasta donde sabemos, no se ha realizado ningún estudio en México sobre la asociación entre el nivel educativo de las mujeres y sus intenciones de fecundidad según la paridad. En este estudio, nuestro objetivo es llenar tal vacío abordando las siguientes preguntas de investigación:

  1. ¿Cómo varía la proporción de mujeres con intención de tener un primer hijo u otro más en México?

  2. ¿Cómo difiere la proporción de mujeres con intención de tener un primer, segundo o un número mayor de hijos según su nivel educativo?

  3. ¿Es el papel de la educación un predictor de las intenciones de fecundidad? ¿Y es distinto en las áreas de desarrollo caracterizadas por estar en diversas etapas de transición de la fecundidad?

  4. ¿Se vuelve positivo el papel de la educación y de las intenciones de fecundidad, como sucede en Italia que está en una etapa postransicional?

Nuestra expectativa es que, en las sociedades en transición, como en México, la prevalencia de familias aún numerosas se combine con una relación negativa entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad, en donde las mujeres con mayor nivel educativo intentan tener menos hijos que aquellas con menos estudios. Esta relación inversa puede ser desafiada en algunas áreas del país que ya han alcanzado alto grado de desarrollo y un nivel de fecundidad muy bajo (i.e., Ciudad de México), en donde la relación puede cambiar a positiva, como sucede en las naciones que están en una etapa postransicional, como es el caso de Italia.

4. Datos y métodos

Encuestas y muestras objetivo

Utilizamos datos transversales secundarios para Italia y México: la Encuesta Nacional Multipropósito sobre Aspectos Familiares y Sociales (ENM) 2009 para el primero, y la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2014 para el segundo.5 En ambas encuestas seleccionamos mujeres en edades de 18 a 49 años que vivían en matrimonios formales o en unión consensual.

La encuesta italiana, que es representativa de la población por edad, género, nivel educativo y región, proporciona información sobre 18 000 familias y 43 850 personas: 51.9% mujeres y 48.1% hombres. Para nuestro análisis seleccionamos sólo las mujeres en edad reproductiva (18-49) que vivían en unión, ya sea en matrimonial formal o cohabitación en el momento de la encuesta (5 086 mujeres). Dejamos fuera de la muestra objetivo a las que no proporcionaron una respuesta válida a la pregunta sobre la intención de fecundidad (9.4% de la muestra). En total, 4 608 mujeres fueron consideradas en este estudio.

La encuesta mexicana es una muestra aleatoria con representación nacional, estatal y urbana/rural realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). La muestra proporciona información sobre 101 389 hogares y 98 711 mujeres en edades de 15 a 54 años. Entre las mujeres de 18 a 49 años (80 629 mujeres), las que estaban casadas o que vivían en unión consensual (51 199) representan el 63.5%. Además, eliminamos de este grupo a aquellas mujeres que no respondieron a las dos preguntas de intención de fecundidad (4 660), que estaban embarazadas en el momento de la encuesta (2 217),6 o que informaron que estaban esterilizadas (292).7 En total, 44 030 mujeres ingresaron en este estudio.

Las dos encuestas difieren en tamaño, siendo la de México notablemente más grande que la de Italia; divergen también en la orientación, puesto que la encuesta de Italia se enfoca en la estructura familiar y en la carrera laboral, mientras que la de México, en el uso de anticonceptivos y el cuidado materno de los hijos. Sin embargo, ambos conjuntos de datos proporcionan información sobre variables demográficas y socioeconómicas, así como sobre las intenciones de fecundidad y el querer tener un (otro) hijo.

Variable de intenciones de fecundidad

La variable dependiente es dicotómica e indica si las mujeres tienen intenciones/quieren tener un (otro) hijo. Por lo tanto, nuestras medidas de intención de fecundidad simplemente reflejan la intención de tener un (otro) hijo en algún momento. Esto es diferente a la intención de tener un hijo en un marco temporal dado (i.e., intenciones calendario-hijo, child-timing intentions) y de las intenciones de tener una familia con cierto número de hijos (i.e., intenciones cantidad-hijo, child-number intentions).

En la encuesta italiana la información sobre las intenciones de fecundidad se recolecta a través de las siguientes preguntas: “¿Tiene la intención de tener un hijo en los próximos tres años?” Las opciones de respuesta a esta pregunta fueron “definitivamente no”,8 “posiblemente no”, “posiblemente sí” y “definitivamente sí”. A las mujeres que indicaron las opciones “posiblemente no” y “definitivamente no”, se les hizo una pregunta adicional: “¿Tiene la intención de tener un hijo en el futuro?” Las opciones de respuesta fueron “definitivamente no”, “posiblemente no”, “probablemente sí” y “definitivamente sí”. Por lo tanto, una mujer que responde “posiblemente sí” o “definitivamente sí”, ya sea en la primera o en la segunda pregunta, tiene la intención de tener un hijo, ya sea a corto o a largo plazo.

En la encuesta mexicana, las preguntas sobre fecundidad se refieren al deseo de tener hijos y se plantearon de la siguiente manera: “¿Le gustaría tener un (otro) hijo?” Y, en caso de una respuesta positiva, “¿Cuántos años le gustaría esperar para tener un (otro) hijo?”.

Como se mencionó en la sección anterior, el concepto de intenciones se refiere a planear; y esa palabra incluye conciencia de la futura reproducción. Sin embargo, en la encuesta mexicana la redacción es diferente, lo que requiere especial atención (Kost et al., 2018; Kost y Zolna, 2019) al comparar las medidas italianas y mexicanas. Por otro lado, debemos destacar que en el idioma español hay dos expresiones para referirse a deseos: querer y desear, y la palabra querer -que es la que se usa en el cuestionario-, está más cercana a intención (intendi en italiano) que simplemente la expresión de deseo (desideri en italiano). Esto se sustenta especialmente porque la pregunta sobre el querer tener un hijo o uno adicional está inmediatamente seguida en el cuestionario mexicano por la pregunta sobre la especificación de un marco temporal (seis meses, un año, dos años, etc.), circunstancia que podría haber forzado a las encuestadas a pensar más concretamente sobre si tener un primer nacimiento o el siguiente. Dado que las mujeres que ingresaron al estudio tenían que haber respondido ambas preguntas (una después de la otra), ellas tuvieron que pasar por una racionalización de cuándo quieren tener el próximo hijo, lo cual hace que la medida se aproxime a planear.

Otra diferencia se refiere al diseño del cuestionario. En la encuesta italiana las mujeres deben responder primero a sus intenciones de corto plazo y después a las de largo plazo; en la encuesta mexicana, el orden de las preguntas es el opuesto. Estamos conscientes de que las diferencias en la redacción de las preguntas, así como en el diseño del cuestionario, podrían plantear problemas de comparabilidad. Por esta razón tomaremos los análisis de los dos estudios de casos por separados, y tendremos en cuenta estos aspectos al analizar los resultados, incluso cuando -en aras de la simplicidad-, sólo usamos el término intención tanto para los datos italianos como para los mexicanos. De hecho, creemos que nuestro indicador, que combina los deseos/querer tener un hijo u otro adicional y que contesta cuando quieren ese hijo en la encuesta mexicana, puede considerarse como una variable proxy de las intenciones, y la diferencia de las encuestas no impide un análisis paralelo de las preferencias de fecundidad en los dos países.

Educación y variables de control

Incluimos el nivel educativo en el análisis, así como otras variables demográficas y socioeconómicas que han demostrado ser predictores relevantes de las intenciones de reproducción: edad, paridad, tipo de unión, situación de empleo y áreas territoriales.

Nivel educativo. Calculamos una variable de cuatro categorías de educación: primaria, secundaria, media superior y universitaria o superior. La encuesta mexicana proporciona información sobre el nivel educativo y el grado más alto completado de ese nivel. Por el contrario, la encuesta italiana solamente aporta información sobre el nivel educativo. Por razones de comparabilidad, fusionamos en cada uno de los cuatro niveles educativos a aquellos que completaron el nivel educativo y los que completaron al menos un año dentro del nivel educativo correspondiente.

Edad. Tratamos la edad como una variable categórica que abarca seis grupos: 18-24, 25-29, 30-34, 35-39, 40-44 y 45-49 años. Los límites de edad de 18 y 49 representan bastante bien las edades convencionales que normalmente se usan para delimitar el período reproductivo de las mujeres, que es de 15 a 49 años. Comenzamos a partir de los 18 años en lugar de 15 debido a las restricciones de los datos, porque la muestra italiana sólo incluye mujeres de 18 a 49 años.

Paridad. Calculamos la variable número de hijos nacidos vivos con cuatro categorías: 0, 1, 2, o 3 o más hijos. Cada una corresponde a una condición diferente de la mujer, definida como paridad. Las mujeres con paridad 0 no tienen hijos, las que tienen un hijo son paridad 1, las mujeres con dos hijos son paridad 2, y aquellas con tres o más hijos son paridad 3.

Tipo de unión. Incluimos una variable dicotómica igual a 1 para unión informal y 2 para unión formal (i.e., matrimonio). Para México, la variable se estimó utilizando la respuesta en la encuesta a la pregunta relacionada. En la encuesta italiana no hay información directa que nos permita distinguir entre el matrimonio y la unión consensual. La estimamos combinando tres variables: parentesco con la persona de referencia en el hogar, tipo de familia (i.e., padre y madre o nuclear, sin hijos, madre o padre soltero, o familia extendida -dos o más adultos de diferentes generaciones de una familia-) y estado civil.

Situación de empleo. Codificamos la condición laboral de las mujeres como una variable dummy que indica si la mujer trabajó en la semana anterior. Las mujeres que respondían “sí” a esta pregunta de la encuesta se consideraron empleadas, y las que respondieron “no”, como no empleadas.

Áreas territoriales. Para México calculamos una variable categórica que identifica diferentes áreas del país de acuerdo con el nivel socioeconómico. Debido a que para el país no existe una definición geográfica oficial por regiones, organizamos a los 32 estados en grandes áreas territoriales, considerando el criterio oficial de nivel de pobreza por estado (Coneval, 2015),9 y agrupándolos de acuerdo con los porcentajes de población que viven en condiciones de pobreza. Nos referimos a las estadísticas oficiales del gobierno sobre índice de pobreza, publicadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2015).9 Para este estudio, los estados se clasificaron en cuatro áreas geográficas. Mantuvimos a la Ciudad de México como una unidad territorial debido a sus notables diferencias con respecto al resto del país tanto en fecundidad como en salud reproductiva, y con menos del 28% de la población que vive en condiciones de pobreza. Además, identificamos otras tres grandes áreas: 1) estados en los que menos del 40% de la población vive en condiciones de pobreza; 2) estados en los cuales del 40 al 64% de la población vive en condiciones de pobreza; y 3) estados en los que el 65% o más de la población vive en condiciones de pobreza. Después de una primera ronda de análisis exploratorio, decidimos reunir las dos áreas con niveles intermedios de pobreza debido a sus similitudes en las condiciones económicas, el nivel de fecundidad (en 2014 la TGF era 2.2 hijos en ambas áreas), así como en sus resultados. Las regiones italianas (21 en total) se agruparon en cinco grandes áreas territoriales, de acuerdo con la clasificación estándar adoptada por el Istituto Nazionale di Statistica (ISTAT): Noroeste, Noreste, Centro, Sur e Islas. Fusionamos las áreas Sur e Islas en una sola categoría debido a su reducido tamaño de muestra y porque tienen muchas similitudes. A diferencia de México, las áreas territoriales italianas se identifican conforme al criterio de contigüidad geográfica. Sin embargo, esta repartición geográfica refleja bien los diferentes niveles de desarrollo socioeconómico en el país, que van del Noroeste (el área territorial más afluente) al Sur e Islas (las áreas menos afluentes), con el Noreste y el Centro presentando posiciones intermedias.10

Métodos estadísticos

Utilizamos modelos de regresión logística para analizar la intención de tener un (otro) hijo. Las variables explicativas y de control -nivel educativo, edad, paridad, tipo de unión, situación de empleo y área territorial- se incluyen como un conjunto de variables dummy n-1. Corrimos modelos agrupados (conjuntando todas las paridades), así como modelos separados por paridad (paridad uno, paridad dos y paridad tres). Además, estimamos modelos por área territorial para México, pero el tamaño de muestra limitado no nos permitió estratificar el análisis de Italia por área regional. El modelo de regresión logística estima la propensión de una variable independiente (es decir, intenciones de tener un/ otro hijo), manteniendo constantes todas las otras variables incluidas en el modelo. Presentamos las estimaciones en razones de momios, es decir, la forma exponencial de los coeficientes beta. Para obtener más información sobre los modelos estadísticos, véase Hosmer y Lemeshow (2004) o Agresti (2002).

5. Resultados

Hallazgos descriptivos

Las muestras analíticas italianas y mexicanas se refieren a mujeres en unión, y difieren en la distribución por edad, distribución por paridad y distribución por nivel educativo. Para Italia, la proporción de mujeres del grupo de edad más joven (18-25 años) es muy pequeña y aumenta con la edad; las proporciones más grandes se presentan en el grupo de 40 a 49 años. Para México, la proporción de mujeres de los diferentes grupos de edad es relativamente similar, con un pico no pronunciado a los 35-39 años (véase la Gráfica A1 en el Anexo).

Con respecto a la proporción de mujeres según los hijos nacidos vivos, para Italia la proporción aumenta de la paridad 0 hasta la paridad 2, mientras que para México la proporción continúa aumentando hasta la paridad 3 o más. Las proporciones en ambos países son relativamente similares, excepto para la paridad 3 o más, que es menor en Italia (Gráfica A2 en el Anexo).

En contraste, existen marcadas diferencias entre los dos países en el nivel educativo, ya que las mujeres italianas tienen mayor nivel educativo que las mexicanas. La diferencia más sorprendente es que el 27% de las mujeres en México logran sólo educación primaria, en comparación con el 5% de las italianas (Gráfica A3 en el Anexo).

En ambos países la maternidad sigue siendo una meta importante en la vida de las mujeres: de aquellas sin hijos, 74.5% en Italia y 83.0% en México tienen la intención de tener un hijo. Sin embargo, la transición a un segundo hijo es planeada con mayor frecuencia por las mujeres de México que de Italia: 66.4% de las mexicanas con paridad 1 tienen la intención de tener otro hijo, mientras que está proporción es de 47.1% en el caso de las italianas. Finalmente, sólo el 9.2% de las mujeres con paridad 2 en Italia tienen intención de tener otro hijo, y el 20.8% en México. Entre las mujeres con 3 o más hijos, pocas tienen la intención de tener otro hijo, 4.2% en Italia y 5.6% en México (Cuadros 1a y 1b). El Cuadro 1A del Anexo incluye la proporción de mujeres que tienen la intención de tener otro hijo según paridad, para todas las variables incluidas en nuestro modelo estadístico.

Cuadro 1a Proporción de mujeres con intención de tener un (otro) hijo según paridad. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia 

Paridad de la mujer (%) Intención de tener un  (otro) hijo (N)
Paridad cero 74.5 644
Paridad uno 47.1 1 349
Paridad dos 9.2 2 002
Paridad tres o más 4.2 613
Todas las paridades 28.8 4 608

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009).

Cuadro 1b Proporción de mujeres que quieren tener un (otro) hijo según paridad. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. México 

Paridad de la mujer (%) Quieren tener un  (otro) hijo (N)
Paridad cero 83.0 2 861
Paridad uno 66.4 8 276
Paridad dos 20.8 13 799
Paridad tres o más 5.6 19 094
Todas las paridades 26.8 44 030

Nota: Las estimaciones usan dos preguntas: querer tener otro hijo y cuándo tenerlo.

Fuente: Cálculos propios utilizando la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Si analizamos la relación entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad (Gráficas 2a y 2b) a paridades bajas (mujeres con 0 o 1 hijo), observamos dos hallazgos: una asociación positiva para Italia y una relación de U invertida para México. Sin embargo, en México las intenciones de fecundidad para las paridades 2 y 3 presentan una asociación negativa, pero en Italia no se observa un patrón claro para las paridades más altas.

* P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más. Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009).

Gráfica 2a Proporciones de mujeres que tienen intención de tener un (otro) hijo según paridad y nivel educativo. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia 

* P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más. Nota: Las estimaciones usan dos preguntas: querer tener otro hijo y cuándo tenerlo. Fuente: Cálculos propios utilizando la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Gráfica 2b Proporciones de mujeres que quieren tener un (otro) hijo según paridad y nivel educativo. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. México 

En México las intenciones de fecundidad son notablemente diferentes entre las áreas territoriales según la paridad (Cuadro 2b). Para cada paridad, la Ciudad de México presenta sistemáticamente una proporción menor de mujeres que tienen intención de tener un (otro) hijo comparada con el área con desarrollo medio; del mismo modo, aquellas que residen en el área con desarrollo medio tienen menores intenciones de tener otro hijo que las que viven en el área menos desarrollada. En Italia observamos diferencias territoriales menores que las de México, aunque el porcentaje de mujeres que tiene intenciones de tener un (otro) hijo es sistemáticamente más elevado en el Sur y las Islas que en el resto del país (Cuadro 2a ). Al observar las áreas geográficas de México, un hallazgo importante es que la distribución de las intenciones de fecundidad por paridad de la Ciudad de México está más cerca de la de Italia que de las otras regiones del país (Cuadro 2a y 2b).

Cuadro 2a Proporciones de mujeres con intención de tener un (otro) hijo según paridad y área territorial. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia 

Italia y áreas territoriales Mujeres con intención de tener un (otro) hijo, según paridad (%)
P0 P1 P2 P3
Italia 74.5 47.1 9.2 4.2
Áreas territoriales
Noroeste 69.7 35.6 8.9 5.2
Noreste 70.4 39.7 10.8 3.1
Centro 74.8 48.6 7.4 3.8
Sur e Islas 82.2 57.8 11.5 9.0

* P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más.

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009).

Cuadro 2b Proporción de mujeres que quieren tener un (otro) hijo según paridad y área territorial. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. México 

México y áreas territoriales Mujeres que quieren tener un (otro) hijo, según paridad (%)
P0 P1 P2 P3
México 83.0 66.4 20.8 5.6
Áreas
Ciudad de México 76.1 41.4 6.1 2.6
Desarrollo medio 83.3 67.9 21.1 5.1
Menor desarrollo 88.6 76.6 30.5 10.1

* P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más.

Nota: Las estimaciones usan dos preguntas: querer tener otro hijo y cuándo tenerlo.

Fuente: Cálculos propios utilizando la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Tanto para Italia como para la Ciudad de México las proporciones de mujeres con paridad 3 que tienen intenciones/quieren tener otro hijo son muy pequeñas. El reducido tamaño de la muestra nos impide realizar un análisis en profundidad de las paridades superiores a 2.

En la Ciudad de México las mujeres con paridad 1 presentan una asociación positiva entre educación e intenciones de fecundidad. Este análisis descriptivo de las preferencias de fecundidad por nivel educativo y paridad (Gráfica 3) respalda la existencia de diversos patrones de esta relación en diferentes etapas de la transición de la fecundidad. Italia y la Ciudad de México, con niveles de fecundidad inferiores a los de reemplazo, presentan una asociación positiva similar entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad en la paridad 1, y algo similar en la paridad 0. En las áreas de desarrollo medio y menor desarrollo de México se observa una asociación inversa entre el nivel educativo y las intenciones de fecundidad en las paridades 2 y 3 o más.

* P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más. Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009), y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014)

Gráfica 3 Proporciones de mujeres que tienen intención de tener un (otro) hijo según paridad, nivel educativo y área territorial. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia y México 

Hallazgos de los modelos multivariados

Mediante el uso de modelos de regresión logística, examinamos la asociación entre las intenciones de fecundidad y el nivel educativo, manteniendo constante todos los demás factores: edad, tipo de unión, situación de empleo y, según corresponda, la paridad y las áreas territoriales. Los modelos se estiman para los dos países (Italia y México) de forma independiente, primero para todas las paridades (Cuadro 3)11 y luego, por separado, para cada paridad y para las áreas territoriales (Cuadro 4). Como se menciona en la metodología, los modelos de México usan como variable dependiente el querer tener un (otro) hijo, lo que proporciona un proxy de las intenciones. Para simplificar la lectura de las estimaciones, nos referiremos a las razones de momios de la intención de tener un (otro) hijo para ambos países.

Cuadro 3 Razones de momios de la intención de tener un (otro) hijo por nivel educativo (todas las paridades). Italia y México 

Covariable de educación Todas las paridades Exp(B)
País con fecundidad abajo del reemplazo
Italia nivel nacional
Educación
Primaria 0.908
Secundaria 1.000
Media superior 1.109
Universidad 1.979 ***
N 4608
País con fecundidad en transición
México nivel nacional
Educación
Primaria 1.405 ***
Secundaria 1.000
Media superior 0.809 ***
Universidad 0.984
N 44 030

* p< .10; ** p< .05; *** p< .01.

Nota: Los modelos controlan por otros factores: edad, tipo de unión, situación de empleo, paridad y área territorial.

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009) y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Cuadro 4 Razones de momios de la intención de tener un (otro) hijo por paridad y nivel educativo: Italia, México y áreas territoriales de México 

Covariable  de educación P1 P2 P3
Exp(B) Exp(B) Exp(B)
País con fecundidad abajo del reemplazo Italia, nivel nacional Primaria 0.990 0.857
Secundaria 1.000 1.000
Media superior 1.433 ** 0.732
Universidad 2.335 *** 1.477
País con fecundidad en transición México, nivel nacional Primaria 1.147 1.475 *** 1.365 ***
Secundaria 1.000 1.000 1.000
Media superior 0.869 ** 0.770 *** 0.609 ***
Universidad 1.082 0.888 0.828
Ciudad de México Primaria 1.445 2.802 ***
Secundaria 1.000 1.000
Media superior 1.598 ** 0.516 *
Universidad 1.584 * 0.988
México, desarrollo medio Primaria 1.246 ** 1.476 *** 1.308 ***
Secundaria 1.000 1.000 1.000
Media superior 0.838 ** 0.785 *** 0.613 ***
Universidad 1.040 0.915 0.714 *
México, menor desarrollo Primaria 0.605 * 1.314 1.450 **
Secundaria 1.000 1.000 1.000
Media superior 0.656 0.731 0.667
Universidad 1.335 0.582 ** 0.641

* p< .10; ** p< .05; *** p< .01.

Nota: Los modelos controlan por otros factores: edad, tipo de unión, situación de empleo, paridad y área territorial.

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009) y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Teniendo en cuenta la medida resumida de todas las paridades para Italia y México en el ámbito nacional, ambos países muestran un patrón diferente asociado al nivel educativo de las mujeres (Cuadro 3). En Italia las mujeres más educadas (nivel universitario) muestran una mayor propensión de tener un (otro) hijo que aquellas con educación secundaria (razón de momios, RM = 1.979). En contraste, en México las mujeres con menor nivel educativo presentan mayores razones de momios de tener un (otro) hijo (la razón de momios para las mujeres en nivel primaria es 1.405; para aquellas con secundaria, 1.000; y para las que cuentan con nivel medio superior, .809). Controlando otros factores, los resultados indican una asociación positiva entre la educación y las intenciones de fecundidad para Italia, y una negativa para México.

Al analizar los modelos estratificados por paridad (Cuadro 4) y controlando por todos los demás factores, podemos argumentar que la asociación entre las intenciones de fecundidad y el nivel educativo es indudablemente específica por paridad. Las mujeres sin hijos en Italia y México no presentan diferencias estadísticamente significativas, hallazgo que señala la importancia de la maternidad para las mujeres de cualquier nivel educativo. Para aquellas con paridad 1 en ambos países, las diferencias educativas muestran ser significativas, pero de forma diferente. En Italia, la razón de momios de la intención de tener un segundo hijo es 2.335 para mujeres con educación universitaria y 1.433 para aquellas con educación media superior, en comparación con las que tienen secundaria. En México, para las mujeres con paridad 2 o 3 o más se observa una asociación inversa entre las intenciones de fecundidad y el nivel educativo; por ejemplo, para las de paridad 2 con niveles primaria, secundaria y media superior, las razones de momios de tener un tercer hijo son 1.475, 1.000 y 0.770, respectivamente. Para la paridad 1, la única categoría estadísticamente significativa se refiere a las mujeres con educación media superior, que son quienes tienen un menor riesgo en la intención de tener un segundo hijo en comparación con las que cuentan con educación secundaria (RM = 0.869) (Cuadro 4).

¿Serían los patrones por país y paridad-específicos de la relación intención-nivel educativo indicativos de un cambio transicional gradual de una correlación negativa a una positiva? Es decir, ¿se está revirtiendo la relación de los contextos socioeconómicos más afluentes a los menos afluentes, o de las áreas de mayor fecundidad a las de fecundidad más baja? El análisis diferenciado por región/áreas territoriales podría ayudar a responder esta pregunta de investigación. El Cuadro 4 muestra los modelos separados estimados por repartición territorial en México, controlando por los otros factores. Para las mujeres sin hijos, la propensión de la intención de tener un primer hijo no cambia por nivel educativo en ninguna de las áreas de desarrollo regionales en México, un hallazgo similar al observado para el país en su conjunto y para Italia. Por lo tanto, tener al menos un hijo es un valor importante para estas dos sociedades, independientemente del nivel educativo de las mujeres o del área en donde vivan.

Como se mostró anteriormente (Cuadro 2b), la proporción de mujeres que tienen la intención de tener un segundo, o un tercero o más hijos, es mayor en las regiones de desarrollo medio en comparación con la Ciudad de México (el área más desarrollada) y es incluso mayor en el área menos desarrollada del país, lo que refleja un patrón particular para las diferentes etapas de la transición de la fecundidad. El análisis multivariado también indica que está surgiendo un patrón regional distinto en lo que respecta al efecto de la educación (Cuadro 4). En la Ciudad de México los momios de intención de tener un segundo hijo muestran un patrón en forma de U, siendo las mujeres que tienen primaria y las que cuentan con educación media superior o universitaria las que muestran los momios más altos (las de secundaria son la categoría de referencia). Para la paridad 2, el contraste va en dirección opuesta, sugiriendo que las mujeres con alto nivel educativo tienen menor propensión en la intención de tener un tercer hijo que aquellas con bajo nivel educativo. En las áreas con desarrollo medio, los momios de la intención de tener otro hijo son menores para las mujeres con alto nivel educativo; por el contrario, son mayores para aquellas de bajo nivel educativo con respecto a las que tienen secundaria. Cada modelo de paridad-específico sugiere este mismo patrón, aunque los resultados no muestran siempre que son estadísticamente significativos para cada categoría educativa. Finalmente, en las áreas con el menor nivel de desarrollo detectamos una asociación inversa entre la educación y las intenciones de fecundidad, con mayores momios de intención de tener otro nacimiento para las mujeres con primaria. En general, este patrón se mantiene en esta área territorial, pero no para la paridad 1, en la que las mujeres con primaria tienen menores momios de intención de tener otro hijo (Cuadro 4).

En lo que respecta a las variables de control, debe mencionarse que para ambos países estar en una unión formal (es decir, en matrimonio) tiene un efecto positivo en la propensión de planear tener un (otro) hijo; y el que no esté empleada, aumenta la propensión sólo para las mujeres mexicanas en cualquier área de desarrollo considerada.

6. Discusión y conclusión

En las últimas décadas México, como todos los países latinoamericanos, ha mostrado una ruta al descenso de la fecundidad convergente hacia los niveles de reemplazo, siguiendo un patrón similar al del contexto más industrializado (Bongaarts, 2003; Van de Walle y Knodel, 1980). Sin embargo, no es claro lo que sucederá en los próximos años, después del final de la transición demográfica, cuando la fecundidad estará cercana o será inferior al nivel de reemplazo, porque persistirán diferencias no despreciables dentro de los países (Castiglioni et al., 2020). Con el objetivo de contribuir a este debate, examinamos los deseos de fecundidad y usamos una variable proxy para las intenciones de tener un (otro) hijo en México, tomando a Italia como un país que podría proporcionar un ejemplo de caminos futuros, dado que ambas naciones comparten valores tradicionales similares en términos de formación y disolución de parejas, aun cuando se encuentran en diferentes etapas de transición de la fecundidad: Italia está en una fase postransicional con una TGF igual a 1.27 hijos por mujer en 2019; mientras que México todavía está alcanzando el nivel de reemplazo, con una TGF de 2.2 hijos por mujer en el mismo año. Nuestro interés es investigar cómo las intenciones (o deseos) de tener un primer, un segundo, un tercer hijo (o un número mayor) varían según el nivel educativo, y averiguar si el logro educativo se asocia de manera diferente en los dos países con las intenciones de fecundidad o el deseo de tener hijos. Los cambios en las intenciones y deseos de tener un hijo juegan un papel importante hacia la baja de la fecundidad (Bongaarts y Casterline, 2018); y, por otra parte, su relación con el nivel educativo muestra una interesante reversión durante las etapas de transición de fecundidad: definitivamente es negativa en las primeras etapas, mientras que tiende a ser positiva en las etapas más maduras de la ruta transicional (Novelli et al., 2021; Testa y Stephany, 2017).

Los resultados de las investigaciones han demostrado que las mujeres en México e Italia tienen en general un nivel similar de tamaño de la familia ideal, ligeramente por encima de dos hijos por mujer, pero con importantes diferencias específicas por paridad en lo que respecta a las intenciones: tener al menos un hijo es un objetivo importante para la mayoría de las mujeres de edad reproductiva -independientemente del nivel educativo- tanto en México como en Italia, pero la intención de tener un segundo o tercer hijo, o más, es mayor en México que en Italia. Del mismo modo, dentro de las regiones de México, la intención de tener un segundo, o un tercero o un número mayor, es más elevada en las áreas menos desarrolladas en comparación con las de desarrollo medio; y la menor intención aparece en la Ciudad de México, el área más desarrollada del país. Estos gradientes reflejan bien las diferencias existentes en los niveles de fecundidad que presentan.

Además, las intenciones de fecundidad están vinculadas de manera diferente al nivel educativo de las mujeres. En Italia la relación es positiva, en línea con los hallazgos de la bibliografía del país. En México la asociación es negativa, pero con notables diferencias entre los estados. En la Ciudad de México, una relación intención-educación positiva está apareciendo (al menos entre las mujeres con paridad 1), las más educadas tienen mayores propensiones de tener un segundo hijo que las menos educadas. En los estados mexicanos de desarrollo medio y de menor desarrollo, en cambio, la relación entre intenciones y nivel educativo es decisivamente negativa.

Aunque nuestro análisis es transversal, y de ninguna manera podemos leer los resultados a lo largo del tiempo, la comparación entre los entornos contemporáneos en diferentes etapas de transición nos permite visualizar cuál podría haber sido el proceso (Bongaarts, 2003). Desafortunadamente, no tenemos datos sobre las intenciones de fecundidad para Italia al comienzo de su transición de la fecundidad; respecto a México, es posible observar las grandes diferencias que existen entre los territorios del mismo país, pero en condiciones de fecundidad y desarrollo muy distantes, siendo la única forma de evaluar el cambio eventual en el papel de la educación en la formación de las actitudes de la reproducción. Esto implica que sólo podemos especular sobre el posible cambio durante el período de transición. El resultado principal de nuestra investigación sigue siendo la distinta asociación entre la fecundidad y la educación en dos países en diferentes etapas de transición demográfica. En ambos, el aumento en el nivel educativo de las mujeres precedió al inicio del descenso de la fecundidad en aproximadamente una década (Alleva y Barbieri, 2016; Robles y Pérez, 2019; Juárez y Gayet, 2005; ISTAT, 2016; SEP, 1999).

La educación femenina en México ha aumentado desde los años sesenta, pero las ganancias han sido mayores en la Ciudad de México, con una proporción relativamente más grande de mujeres educadas (28% de ellas con nivel universitario, en comparación con el 10% en el área menos desarrollada). Esto a su vez ha resultado en más mujeres que trabajan en empleos formales y profesionales. Como sucedió en Italia, el aumento en educación le ha dado a las más educadas independencia económica, más autonomía y una reducción del desequilibrio de la brecha de género: en las relaciones donde el nivel educativo de las mujeres es alto, ambos miembros de la pareja tienden a contribuir a la economía del hogar y a compartir poder, recursos y responsabilidades. El aumento de la igualdad de género se considera uno de los factores potenciales que impulsarán la recuperación de la fecundidad en los países de altos ingresos (Esping-Andersen y Billari, 2015). En principio, es más frecuente que las mujeres muy educadas puedan decidir tener un segundo hijo porque cuentan con más recursos financieros para delegar el cuidado de los hijos y con más posibilidades para conciliar la vida laboral y familiar, especialmente en contextos institucionales amigables a la familia (Testa y Stephany, 2017). Las intenciones de fecundidad más altas en la Ciudad de México para las mujeres con mayor nivel educativo pueden interpretarse con una lógica similar. Las circunstancias de las más educadas tienden a dar como resultado mejores condiciones de vivienda, mayores ingresos para ellas y sus parejas, relaciones de pareja más estables, más recursos para acceder al cuidado de alta calidad de los hijos y contar con servicios laborales domésticos, lo que hace que sea más fácil combinar el trabajo y la vida familiar, y decidir tener un hijo más.

El estudio no está exento de limitaciones. Una primera está relacionada con las diferencias en la formulación de la variable dependiente, que debe interpretarse como intención de fecundidad en la encuesta italiana y como deseo de fecundidad en la encuesta mexicana. Somos conscientes de esta situación y nos abstenemos de hacer una comparación entre países, enfocándonos en los casos paralelos ofrecidos por los dos países, y reconociendo que la variable de deseos en México, como se operacionalizó, puede considerarse como una variable proxy de las intenciones. Otro problema con el estudio es que se enfoca exclusivamente en mujeres y no toma en cuenta el impacto del nivel educativo de la pareja en las intenciones reproductivas. Desafortunadamente, la información disponible para México solamente incluye datos sobre mujeres. Otra debilidad del estudio es que no fue posible que se realizara para Italia un análisis territorial preciso, como fue en el caso de México. Por un lado, podríamos argumentar que las diferencias en el comportamiento reproductivo entre las regiones italianas, que fueron notables en el pasado (De-Rose et al., 2008; De-Rose y Vignoli, 2011), se han reducido drásticamente en la fase actual; por otro lado, es de esperar que las encuestas sobre decisiones reproductivas incluyan muestras más grandes de mujeres a altas paridades.

En general, nuestro análisis confirma que la relación educación-intenciones de fecundidad es diferente en las diversas etapas de la transición de la fecundidad. Nuestros resultados sugieren que, al final de la transición reproductiva, el papel de la educación en las intenciones de fecundidad se revierte cuando la fecundidad cae muy por debajo del nivel de reemplazo; por consiguiente, esto ocurre en la etapa avanzada del desarrollo socioeconómico.

Dado que ésta es la primera comparación de un país de altos ingresos con fecundidad postransicional y un país de ingresos medios aún en transición, pero ya hacia el final del proceso, no afirmamos haber demostrado alguna regularidad que pueda extenderse a situaciones y contextos distintos de los examinados, pero creemos que nuestros datos y cálculos pueden haber ilustrado de manera sencilla cómo actúa un mecanismo clave de la transición demográfica. Dentro de México, las tres diversas áreas de desarrollo parecen estar convergiendo con respecto a sus intenciones de fecundidad y el vínculo entre la educación y la intención de fecundidad. Ciertamente, este país proporciona un estudio de caso muy interesante debido a la alta variabilidad interna en términos de nivel de desarrollo y etapa de cambio en los comportamientos reproductivos.

En la actualidad no sabemos si el patrón presentado por la Ciudad de México es único o si los hallazgos podrían generalizarse a otros países de ingresos medios o áreas territoriales con fecundidad por debajo del reemplazo. Sin embargo, para el caso de México, esperamos que cuando todo el país haya completado su transición de la fecundidad -como lo demuestran los cambios en las intenciones de fecundidad en cada etapa de la transición-, la asociación entre las intenciones de fecundidad y la educación podría revertirse. Si es consecuencia de una mayor proporción de mujeres que logran un alto nivel educativo, o se trata de un cambio de actitudes vinculado con el contexto socioeconómico diferente de las áreas con la transición demográfica avanzada, sigue siendo una pregunta a investigar en un análisis posterior.

Por último, este trabajo, al proponer un análisis paralelo de las preferencias reproductivas de las mujeres pertenecientes a un país situado en el Norte global y otro en el Sur global, respectivamente, representa un paso en la dirección de reducir la distancia en la investigación sobre fecundidad, que suele llevarse a cabo separando claramente ambas áreas. En este campo son muy escasas las comparaciones entre países de ingresos altos y de ingresos medios y bajos basadas en datos de encuestas desde una perspectiva individual. Este estudio podría servir de inspiración para nuevas reflexiones en tal sentido.

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* Artículo disponible en inglés.

1En demografía, a la fecundidad muy baja, inferior a 1.3 hijos por mujer, se le conoce como “fecundidad más baja entre las bajas” (lowest-low fertility).

2Con la excepción de Argentina y Uruguay, que iniciaron la transición de la fecundidad con anterioridad.

3El INEGI, a cargo de todas las estadísticas del país, ha hecho enormes esfuerzos para mejorar las estadísticas vitales; sin embargo, esta fuente aún no es precisa. El número de nacimientos por año en México presenta diferentes cifras que dependen de la fuente utilizada (registro civil, censo, acta de nacimiento, certificado de nacimiento de la Secretaría de Salud y encuestas), y las diferentes estimaciones de nacimiento según la fuente del dato resultan en tasas globales de fecundidad que podrían variar hasta en medio hijo.

4Encuesta Mexicana de Fecundidad 1976 (EMF-1976) (DGE, 1976), Encuesta Nacional sobre Fecundidad y Salud 1987 (Enfes-1987) (Secretaría de Salud, 1987), Encuesta Nacional de Planificación Familiar 1995 (Enaplaf-1995) (Conapo, 1995), Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid-1997) (INEGI, 1997), Encuesta Nacional de Salud Reproductiva 2003 (Ensar-2003) (DGSR, 2003).

5Ambas encuestas eran las fuentes de datos más recientes disponibles que proporcionaban información comparable sobre las intenciones de fecundidad y el deseo de tener (otro) hijo en los respectivos países cuando se inició este proyecto.

6Se ha argumentado que las respuestas a preguntas relacionadas con futuros nacimientos podrían verse afectadas por la condición de salud de las mujeres y la vulnerabilidad social durante el embarazo (Lafaurie et al., 2020; Muñoz et al., 2013); por ejemplo, si la mujer experimenta problemas de salud durante el embarazo o si no tiene acceso adecuado a los servicios de salud durante éste, u otras situaciones específicas negativas relacionadas con el embarazo. Ésta es la razón por la cual este pequeño grupo de mujeres (4.3% de la muestra de estudio) no se consideró en la investigación.

7Pocas mujeres no entendieron claramente las preguntas porque, al estar esterilizadas, no pueden tener otro hijo ni decir cuándo querían tener un hijo. En México la esterilización femenina se realiza a través de la histerectomía o la ligadura de trompas, lo que hace poco probable un procedimiento de reversión. Estas mujeres representan una parte muy insignificante de la muestra (0.5%) y no afectan el análisis.

8Corresponde a “Certamente no” en el cuestionario italiano.

9El índice de pobreza Coneval 2015 considera nueve indicadores: ingreso corriente per cápita; nivel educativo promedio de los miembros del hogar; acceso a servicios de salud; acceso a la seguridad social; calidad y espacios de la vivienda; acceso a servicios básicos en las viviendas; acceso a la alimentación; grado de cohesión social; grado de accesibilidad a una carretera pavimentada.

10Un indicador adicional del contexto territorial de la mujer sería la distinción entre las áreas de residencia rural y urbana. Desafortunadamente, la encuesta italiana no incluye la variable urbana-rural en el conjunto de datos, por lo que no pudimos considerar este factor ya que necesitábamos variables que fueran comunes a ambas encuestas.

11Los resultados se presentan como razones de momios. Por razones de espacio, indicamos con asteriscos el nivel de significancia estadística de los parámetros. Todos los resultados, incluidos los errores estándar y los intervalos de confianza, se presentan en el Cuadro A2a y b en el Anexo. La bondad del ajuste de todos los modelos (medido por pseudo R2) es sólida, pero se reduce para los modelos de paridad 3, que están afectados por un tamaño de muestra reducido.

Anexo

Cuadro A1 Proporciones de mujeres que tienen intención tener un (otro) hijo según paridad. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia y México 

Variables seleccionadas % de mujeres con intención de tener un (otro) hijo N total (sí/no intención de tener  un –otro– hijo)
Todas P0 P1 P2 P3 Todas P0 P1 P2 P3
Italia (intención) 28.8 74.5 47.1 9.2 4.2 4 608 644 1 349 2 002 613
Edad 18-24   87.4   91.2   97.5   46.2  -   87   34   40   13  -
25-29 75.9 99.3 82.1 32.5 20.0 390 144 151 80 15
30-34 60.7 96.3 80.1 28.2 12.5 751 164 272 259 56
35-39 32.9 80.5 58.3 12.9 6.8 1 055 118 307 497 133
40-44 10.4 42.9 20.4 1.7 3.9 1 180 98 314 588 180
45-49 2.4 12.8 4.2 0.9 0.0 1 145 86 265 565 229
Tipo de unión Unión consensual   27.3   73.3   47.0   9.0   4.4   4 319   532   1 248   1 945   594
Matrimonio formal 51.2 80.4 48.5 15.8 0.0 289 112 101 57 19
Educación Primaria   14.2   38.5   35.6   8.9   5.2   247   13   45   112   77
Secundaria 22.9 64.1 39.7 10.8 3.1 1 523 153 426 688 256
Media superior 29.8 76.1 48.6 7.4 3.8 2 087 314 627 933 213
Universidad 42.6 84.1 57.8 11.5 9.0 751 164 251 269 67
Situación de empleo Empleada   29.5   74.5   41.4   6.6   2.5   2 342   428   727   986   201
No empleada 28.0 74.5 53.7 11.7 5.1 2 266 216 622 1 016 412
Áreas territoriales Noroeste   28.9   69.7   35.9   8.9   2.5   958   178   329   370   81
Noreste 28.3 70.4 43.3 7.1 7.0 1 007 162 307 396 142
Centro 29.2 74.8 41.8 9.0 10.0 782 107 263 332 80
Sur e Islas 28.7 82.2 60.9 10.3 1.9 1 861 197 450 904 310
México (quiere) 26.8 83.0 66.4 20.8 5.6 44 030 2 861 8 278 13 799 19 092
Edad                    
18-24 68.4 93.6 80.5 43.8 22.0 6 418 994 3 237 1 695 492
25-29 48.7 94.7 77.3 37.9 16.6 6 800 677 1 846 2 520 1 756
30-34 29.6 84.5 68.3 25.3 9.5 7 687 498 1 255 2 732 3 202
35-39 15.6 73.9 51.6 12.9 5.3 8 376 330 912 2 778 4 356
40-44 5.1 47.7 16.6 4.2 2.2 7 860 197 614 2 332 4 717
45-49 1.9 26.7 8.2 1.4 0.7 6 889 165 413 1 742 4 569
Tipo de unión                    
Unión consensual 22.9 83.0 65.8 18.5 4.9 29 070 1 497 4 517 9 604 13 453
Matrimonio formal 34.5 83.0 67.2 26.0 7.4 14 959 1 364 3 758 4 195 5 642
Educación                    
Primaria 18.1 77.4 65.7 27.0 6.7 11 751 296 1 051 2 536 7 869
Secundaria 25.6 82.8 68.8 22.6 5.5 16 538 814 2 758 5 499 7 466
Media superior 33.3 86.6 67.4 18.1 3.5 9 149 722 2 570 3 332 2 525
Universidad 36.4 82.3 62.2 13.9 3.2 6 592 1 028 1 897 2 432 1 234
Situación de empleo                    
Empleada 25.5 80.4 59.9 14.7 3.9 17 179 1 640 3 321 5 530 6 688
No empleada 27.7 86.3 70.8 24.9 6.5 26 851 1 221 4 957 8 269 12 404
 Áreas territoriales                    
Ciudad de México 21.9 76.1 41.4 6.1 2.6 2 782 310 705 1 034 733
Desarrollo medio 26.7 83.3 67.9 21.1 5.1 36 799 2 322 6 795 11 621 16 059
Menor desarrollo 31.0 88.6 76.6 30.5 10.1 4 448 228 775  1 143 2 302

Nota: Todas: todos los hijos; P0: paridad cero; P1: paridad uno; P2: paridad dos; P3: paridad tres o más.

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009) y Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Cuadro A.2a Resultado de los modelos estratificados por paridad, Italia* 

95% I.C. para EXP(B)
Variables de la ecuación       B Error estándar Wald gl Sig. Exp(B) Inferior Superior
Educación (ref. secundaria)     3.714 3 0.294      
Primaria -0.667 0.833 0.640 1 0.424 0.513 0.100 2.630
Media superior 0.304 0.322 0.889 1 0.346 1.355 0.721 2.546
Universidad 0.617 0.391 2.491 1 0.114 1.853 0.861 3.984
Constante Paridad 1 1.687 0.738 5.228 1 0.022 5.401    
Educación (ref. secundaria)     15.403 3 0.002      
Primaria -0.010 0.468 0.000 1 0.984 0.990 0.395 2.481
Media superior 0.360 0.176 4.179 1 0.041 1.433 1.015 2.024
Universidad 0.848 0.219 14.975 1 0.000 2.335 1.520 3.588
Constante Paridad 2 2.580 1.042 6.126 1 0.013 13.200    
Educación (ref. secundaria)     8.376 3 0.039      
Primaria -0.154 0.402 0.147 1 0.701 0.857 0.389 1.885
Media superior -0.312 0.196 2.533 1 0.111 0.732 0.498 1.075
Universidad 0.390 0.262 2.223 1 0.136 1.477 0.884 2.467
Constante -0.319 0.718 0.197 1 0.657 0.727    

* Se controlan otros factores: edad, tipo de unión, educación, situación de empleo, áreas territoriales.

Cuadro A.2b Resultado de los modelos estratificados por paridad, México* 

95% I.C. para EXP(B)
Variables de la ecuación       B Error estándar Wald gl Sig. Exp(B) Inferior Superior
Educación (ref. secundaria)     4.055 3 0.256      
Primaria 0.264 0.207 1.627 1 0.202 1.302 0.868 1.954
Media superior 0.248 0.167 2.203 1 0.138 1.281 0.924 1.778
Universidad -0.007 0.153 0.002 1 0.965 0.993 0.736 1.341
Constante Paridad 1 1.979 0.236 70.059 1 0.000 7.232    
Educación (ref. secundaria)     13.275 3 0.004      
Primaria 0.137 0.091 2.250 1 0.134 1.147 0.959 1.372
Media superior -0.140 0.067 4.432 1 0.035 0.869 0.763 0.990
Universidad 0.079 0.076 1.071 1 0.301 1.082 0.932 1.257
Constante Paridad 2 0.538 0.115 21.935 1 0.000 1.712    
Educación (ref. secundaria)     89.365 3 0.000      
Primaria 0.389 0.062 39.445 1 0.000 1.475 1.307 1.665
Media superior -0.261 0.060 19.205 1 0.000 0.770 0.685 0.866
Universidad -0.119 0.074 2.537 1 0.111 0.888 0.768 1.028
Constante Paridad 3 -1.598 0.151 112.577 1 0.000 0.202    
Educación (ref. secundaria)     52.857 3 0.000      
Primaria 0.311 0.073 18.306 1 0.000 1.365 1.183 1.573
Media superior -0.496 0.122 16.498 1 0.000 0.609 0.480 0.774
Universidad -0.188 0.175 1.163 1 0.281 0.828 0.588 1.167
Constante -2.131 0.267 63.776 1 0.000 0.119    

*Se controlan otros factores: edad, tipo de unión, educación, situación de empleo, áreas territoriales.

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009) y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Gráfica A1 Distribución de mujeres por edad. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia y México 

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009), y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Gráfica A2 Distribución de mujeres por número de hijos nacidos. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia y México 

Fuente: Cálculos propios utilizando la ENM 2009 de Italia (ISTAT, 2009), y la Enadid 2014 de México (INEGI, 2014).

Gráfica A3 Distribución de mujeres por nivel educativo. Mujeres en edades reproductivas, casadas o en unión. Italia y México 

Recibido: 08 de Noviembre de 2022; Revisado: 28 de Febrero de 2023; Aprobado: 25 de Mayo de 2023

Acerca de las autoras

Fatima Juárez es profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México. Es doctora en Demografía por la Universidad de Londres. Ha ocupado diversas posiciones en organismos internacionales (Naciones Unidas, Nueva York), y ha trabajado en instituciones académicas europeas desarrollando investigación sobre salud sexual y reproductiva (Universidad de Londres, Universidad de Sapienza, entre otros). Es Investigadora Nacional Emérita del Sistema Nacional de Investigadores (nivel III), e investigadora distinguida de Guttmacher Institute de Estados Unidos. Además, ha sido miembro del Consejo Consultivo Ciudadano de la Política de Población de Conapo, integrante del Consejo Directivo de la International Union for the Scientific Study of Population (IUSSP), y miembro de comités editoriales de varias revistas científicas, como Estudios Demográficos y Urbanos, Journal of the International AIDS, Genus, Population. Sus áreas de especialización incluyen fecundidad, salud reproductiva, sexualidad y prevención de riesgos sexuales (aborto y VIH/sida). Ha publicado sus investigaciones en revistas científicas como PLOS ONE, BMC Public Health, Population Research and Policy Review, Estudios Demográficos Urbanos, Papeles de Población.

Alessandra De Rose es catedrática de Demografía en la Universidad de Roma La Sapienza, es presidenta de la Cátedra “Población, Migraciones y Desarrollo” de UNESCO, presidenta del Comité Nacional Italiano-ASN (Certificación Nacional Científica y Magisterial) para Estadísticas Demográficas y Sociales, años 2021-2023, y miembro del Grupo de Expertos de la Presidencia del Consejo del Ministerio, Departamento de Políticas Familiares, para evaluar el impacto de la epidemia COVID-19 en el comportamiento demográfico. Fue presidenta de la Asociación Italiana para Estudios de Población (2011-2015), y directora del Departamento de Métodos y Modelos para Economía, Territorio y Finanzas, de la Universidad de Roma La Sapienza (2013-2016). Sus principales intereses de investigación están en el campo de la fecundidad y el comportamiento reproductivo en Italia, con una perspectiva comparativa de la formación y disolución de uniones, estudios de género, envejecimiento y bienestar de las personas de edad avanzada. Ha publicado en prestigiosas revistas como Population Studies, Demographic Research, European Journal of Population, Genus, European Sociological Review, Social Indicators Research.

María Rita Testa es profesora asociada de Demografía y directora de la licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Luiss, Roma, Italia. Anteriormente, fue investigadora en el Instituto de Demografía de Viena de la Academia Austriaca de Ciencias y en la Universidad de Economía y Empresa de Viena. Se doctoró en Demografía por la Universidad de Florencia (2002) y obtuvo la Habilitación en Demografía y Estadísticas Sociales por la Universidad de Economía y Empresa de Viena (2016) y por el Ministerio de Educación, Universidad e Investigación de Italia (2018). Ha sido becaria del Instituto Universitario Europeo (Programa Fernand Braudel) y miembro del Consejo Científico de la Escuela Doctoral Europea de Demografía (EDSD). Sus áreas de interés incluyen la toma de decisiones reproductivas, la familia, la fecundidad, el curso de la vida y el análisis de datos multinivel. Sus investigaciones se han publicado en revistas como Population and Development Review, European Journal of Population y Demographic Research.

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