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Frontera norte

versión On-line ISSN 2594-0260versión impresa ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.25 no.50 México jul./dic. 2013

 

Artículos

 

El conflicto israelí–palestino en la mira. Análisis de las noticias de los corresponsales de prensa española (2007–2008) desde la perspectiva del peace journalism

 

The Israeli–Palestinian Conflict in the Spotlight. News Analysis of the Spanish Press Correspondents (2007–2008) from the Peace Journalism Perspective

 

María Teresa Nicolás Gavilán

 

Universidad Panamericana mnicolas@up.edu.mx

 

Fecha de recepción: 19 de septiembre de 2012.
Fecha de aceptación: 19 de diciembre de 2012.

 

Resumen

Los medios de comunicación tienen un fuerte impacto en las relaciones Internacionales. Los corresponsales son las piezas clave de la información internacional. En este artículo se presenta el modelo del peace journalism como una herramienta para analizar los enfoques que dan los periodistas en la cobertura de los conflictos. Se estudia la cobertura informativa que hicieron los corresponsales en la prensa española al conflicto israelí–palestino durante 2007–2008. Los resultados obtenidos reflejan que todos los periodistas analizados tienen en el enfoque de sus noticias una tendencia mayor al peace journalism.

Palabras clave: periodismo de paz, enfoque, corresponsal, conflicto, Oriente Próximo.

 

Abstract

The mass media have a strong impact on International Relations. Foreign Correspondents are the key pieces of international information. This paper presents the model of peace journalism as a tool to analyze the frames that journalists give in covering a conflict. The case of study is the coverage made by correspondents in the Spanish press to the Israeli–Palestinian conflict in 2007–2008. The results show that all journalists analyzed were prone to a peace journalism frame.

Keywords: peace journalism, frame, foreign correspondent, conflict, Middle East.

 

EL CONFLICTO ISRAELÍ–PALESTINO DESDE EL ENFOQUE DE LOS PERIODISTAS

Hay múltiples razones que hacen de Oriente Próximo1 una zona cada vez más decisiva en el marco de las relaciones internacionales: su creciente peso demográfico, su importancia geoestratégica, su relevante papel en el aprovisionamiento energético, etcétera. Esta región se encuentra condicionada por el conflicto árabe–israelí, en particular por su vertiente Israel–Palestina.

El mundo entero está interesado en este conflicto, baste como muestra el llamado "cuarteto de mediadores" integrado por Estados Unidos, Naciones Unidas, Unión Europea y Rusia; sus tímidos intentos por llamar al diálogo no han dado fruto. Otro actor compareciente en este conflicto es el Vaticano, por el hecho de que los lugares santos cristianos se encuentran en ese territorio.

La resolución a este conflicto no se ve cercana. Los extremistas religiosos, tanto musulmanes como judíos, reclaman el país sólo para ellos, buscando instaurar un gobierno confesional, ya sea musulmán o judío. Las voces laicas y los activistas pacíficos de ambos lados no han logrado ser tomados en cuenta por los políticos. Los recientes hechos del otoño de 2012 nos muestran que la tensión sigue y encuentra siempre alguna válvula de escape.

Estos son sólo algunos aspectos de un mosaico complicado, apasionado y con alto impacto en los medios de comunicación. El objetivo de este artículo no es el conflicto en sí, sino analizar la cobertura informativa que se da del mismo, por eso un aspecto central es mostrar el valor noticioso de este conflicto.

El valor que conceden los medios mundiales al conflicto israelí–palestino queda reflejado en el hecho de que Jerusalén es, desde hace más de tres lustros, la segunda ciudad del mundo después de Washington, en la que hay más oficinas de prensa, agencias de noticias y corresponsalías (Hannerz, 1998:548). Durante el último lustro, según el encargado de la Foreign Press Office de Israel, en el país estaban establecidas aproximadamente 350 oficinas de medios de comunicación extranjeros, en los cuales trabajaban aproximadamente 800 periodistas, a los que se suman aproximadamente 250 enviados especiales. Por lo tanto, se puede decir, sin lugar a dudas, que Israel —y podemos añadir, los Territorios Palestinos—, es el área del mundo que más periodistas tiene per cápita y por kilómetro cuadrado (Simen, 2007, entrevista).

Se considera que son seis los factores que explican este fenómeno. En primer lugar, tomemos en cuenta que para los medios de comunicación la guerra es "atractiva" y muy "vendible", ya que está asociada con el heroísmo, es más emocional que racional y los criterios de noticiabilidad encajan a la perfección con la naturaleza del conflicto armado violento (el presente, lo inusual, lo dramático, lo simple, la acción, la personalización y los resultados) (Galtung y Ruge, 1965). Además, el hecho de contar con imágenes impactantes en color lo hacen más "noticiable".

En segundo lugar, está el hecho de que este conflicto es un mosaico interesante y complejo de tensiones religiosas, políticas, ideológicas, étnicas, etcétera; por esto mismo resulta más "atractivo" que otros conflictos.

El tercer factor, unido al anterior, es la dinámica del llamado "eterno conflicto", que ofrece continuamente noticias de primer orden. Como dice José Miguel Muñoz, corresponsal de El País: "En Oriente Medio la realidad siempre supera la imaginación y, los análisis futuristas de acontecimientos presentes, tienen relevancia a muy corto plazo" (2007, entrevista).

El siguiente factor tiene que ver con los actores mismos del conflicto, los cuales, si en un primer momento no se percataron de la importancia de la información internacional, con el paso del tiempo cayeron en cuenta de que el apoyo de la opinión pública mundial es importante, y ahora reclaman la atención mediática, planificando actos para ser "noticia".

Un quinto factor que favorece la cobertura es la amplia infraestructura que existe en Israel y que da el soporte necesario para la transmisión de la información de un modo inmediato. Varios periodistas pusieron énfasis en este factor comparándolo con lo difícil que resultó la cobertura de la segunda guerra de Irak.

El sexto, y último factor clave, es la audiencia. La atención y el seguimiento que el público da al conflicto israelí–palestino, es otra causa de la amplia cobertura que éste recibe. Además, hay un interés de la comunidad académica por estudiarlo (Nicolás, 2012a).

Una vez visto lo anterior, nos detendremos a considerar por qué es relevante en el campo de las relaciones internacionales la cobertura informativa de un conflicto.

 

LA IMPORTANCIA DE LA COBERTURA DE UN CONFLICTO PARA LAS RELACIONES INTERNACIONALES. EL ENFOQUE DEL CORRESPONSAL

En las relaciones internacionales, los medios de comunicación asumen distintas funciones, como fijar la agenda en política exterior (agenda–setters); difundir problemas transnacionales; servir de fuente de información para los políticos; y, en situaciones de guerra, de instrumento de la política nacional e internacional de sus gobiernos, es decir, propaganda (Beaudoin y Thorson, 2002).

Sin embargo, a estas actuaciones tradicionales, como señala Lozano, en las recientes décadas los medios han asumido nuevos roles y se han convertido en actores en las relaciones internacionales (Lozano, 1999:175). Más allá de su papel de informadores, se les considera como catalizadores que proveen arenas y recursos para el diálogo internacional: se convierten en mensajeros y mediadores diplomáticos (Shinar, 2003; Gilboa, 2002). Estas funciones las pueden desarrollar como actores participantes autónomos o como herramienta en las manos de los protagonistas, negociadores o mediadores.

Sin dejar de reconocer lo anterior, es importante recordar que la misión fundamental de los medios, en el ámbito nacional e internacional, es ser mediadores entre la realidad y el público. Esta tarea es de gran relevancia para las personas porque desarrollan su conocimiento de la realidad a través de ellos: el público crea su imago mundi a partir de la información que recibe de los medios.

Hay que considerar que la influencia de los periodistas en el campo internacional se acentúa porque el público no tiene otra fuente certera de conocimiento; los hechos que se narran ocurren en sitios distantes y en ámbitos que muchas veces le son inaccesibles o difíciles de entender (Levin, 2003).

Dentro del campo de la información internacional un área especialmente delicada es la que se refiere a las noticias sobre conflictos violentos. Esto es así por dos motivos: en primer lugar, porque sin el trabajo de los medios de comunicación los conflictos podrían permanecer ocultos a la opinión pública mundial, lo que dificultaría las labores de mediación y ayuda de la comunidad internacional; en segundo lugar, porque los gobiernos de los países en conflicto utilizan la cobertura informativa para esculpir impresiones negativas sobre otras naciones, lo que lleva a incrementar los sentimientos de hostilidad y potenciar la violencia (Wolfsfeld, 1997a; 1997b; 2004). Es tan relevante este último factor, que algunos autores afirman que las opiniones de un conflicto internacional son más significativas que el conflicto real en sí mismo (Zinnes, 1968:379).

Ahondando en el punto anterior, hay que considerar, desde la perspectiva geoestratégica, la importancia creciente de la información y de las nuevas tecnologías para ganar guerras, mantener o aumentar el poder de los actores internacionales, ejercer el liderazgo de las alianzas o coaliciones, disuadir a enemigos potenciales, evitar conflictos regionales y promover procesos democráticos (Sahagún: 1998:379). Es ilustrativo el texto clásico de Frederick (1993), quien detalla la relación entre los políticos y los medios de comunicación en los distintos tipos de conflictos: de baja, media y alta intensidad.

No obstante la importancia de los medios de comunicación en los conflictos, no hay acuerdo entre los académicos y los profesionales sobre la postura que deben adoptar los medios. El análisis de la literatura sobre el tema permite detectar dos posturas encontradas: los que apoyan la cobertura de guerra según la naturaleza de ésta y los que pretenden que los medios de comunicación coadyuven en los procesos de pacificación, es decir que adopten una promoción pro activa de la paz.

Si optamos por la segunda postura, la pregunta es: ¿cómo pueden los medios colaborar a promover la paz a través de la cobertura informativa? La respuesta está en el encuadre o enfoque, en inglés framing (Entman, 1991 y 1993). Hay bastantes estudios empíricos que así lo demuestran, por ejemplo, Mintz y Redd señalan que

las relaciones internacionales y la política exterior están repletas con ejemplos de individuos, grupos, organizaciones e instituciones, tratando de enmarcar sus políticas y/o las intenciones y las acciones de otros. Por ejemplo, las referencias del presidente Ronald Reagan hacia la Unión Soviética como el Imperio del Mal —Evil Empire—; los líderes árabes e israelíes culpándose el uno al otro de la Intifada continua; el anterior presidente George H. W. Bush llamando a Saddam Hussein "Hitler". El frame es una técnica a menudo usada en las relaciones internacionales y en el discurso de política extranjera (2003:193).

Por lo tanto, la esencia de cualquier conflicto gira alrededor de la lucha sobre los marcos interpretativos o encuadres: dos o más antagonistas desarrollan una disputa sobre "qué es lo que pasa", y tratan de promocionar su definición sobre terceros a través de los medios de comunicación (Wolfsfeld, 1992).

Esto se aplica especialmente en la cobertura del conflicto israelí–palestino. Como concluyó Wolfsffeld, la persecución de encuadres o enfoques de "drama" por parte de los medios de comunicación en el conflicto de Oriente Medio, hizo que éstos concedieran a los extremistas de ambos lados más tiempo de emisión del merecido y ahogó así las voces que demandaban paz (Wolfsfeld, 1997).

¿Y quiénes son los que dan esos enfoques? Los periodistas que informan de modo directo sobre el conflicto: los corresponsales, enviados especiales y freelances son las piezas esenciales de la información internacional.2

Sin embargo, a pesar de la importancia de su rol informativo, como señala Hanitzsch (2004), es sorprendente lo poco que sabemos de las características y los puntos de vista o enfoques de los periodistas, así como de los valores que ellos consideran fundamentales para hacer la cobertura profesional de una guerra.

En este artículo se presenta un modelo para analizar los enfoques que dan los periodistas en la cobertura de los conflictos. La finalidad de este modelo es determinar si los periodistas enfocan las noticias de modo que fomenten y contribuyan a la paz o, por el contrario, exaltan los ánimos hacia la violencia.

 

EL PEACE JOURNALISM COMO MODELO DE ANÁLISIS

En opinión de Johan Galtung, los medios no crean la violencia, pero la remuneran y contribuyen a polarizarla, puesto que reproducen casi exclusivamente las voces de las posiciones extremistas, en detrimento de las moderadas que proponen soluciones pacíficas (Galtung 1997; 1998; 2002; 2005).

Para hacer frente a esta actitud profesional, el investigador noruego Galtung propuso el periodismo de paz —peace journalism— en la década de 1970.3 Este modelo exige al periodista una mayor profesionalidad en la cobertura de un conflicto, una conciencia de su papel como agente social y un compromiso con la paz. La práctica del peace journalism implica cuatro actitudes al profesional de la comunicación que informa sobre conflictos.

La primera es que el periodista haga un análisis del conflicto para poder informar sobre hechos violentos: debe conocer los orígenes, las causas, así como quiénes son las partes contendientes y qué objetivos persiguen.

En segundo lugar, el periodista debe perseguir la verdad simétrica, es decir, la realidad —positiva y negativa— de las partes contendientes y no sólo de una de ellas. Se debe evitar presentar a las partes como buenos y malos, víctimas y verdugos. También debe dar voz a todas las partes.

La tercera actitud consiste en que la orientación de una noticia debe ser hacia la gente común y no sólo hacia las élites, de manera que el informador debe atender no sólo las ruedas de prensa de cancilleres y políticos, sino a la gente común. Es importante mostrar cómo los efectos del conflicto afectan a la gente, tanto en sus aspectos visibles como invisibles.

La cuarta actitud que se pide al periodista es hacer una información con una orientación hacia la solución del conflicto, por ejemplo, notificando las propuestas, las negociaciones, los acuerdos, etcétera.

El modelo del peace journalism presenta no sólo un planteamiento normativo, sino que también propone orientaciones concretas para analizar y elaborar noticias. Los periodistas Jake Lynch y Annabel McGoldrick tradujeron las actitudes en categorías para hacer unos códigos de análisis de noticias (Lynch y McGoldrick, 2005). Estos códigos se han utilizado en algunas investigaciones sobre la cobertura de conflictos internacionales (Lynch y Galtung, 2010; Lee y Maslog 2004; Lee, Maslog y Kim, 2005; Nicolás, 2012b).

Son siete las categorías clave para saber si una noticia se enfoca a promover la paz y es, por lo tanto, peace journalism; o si, por el contrario, se enfoca hacia la exaltación de la violencia y es war journalism. Las primeras cuatro corresponden al contenido de la noticia, se les llama categorías de aproximación, y las tres últimas, llamadas categorías de lenguaje, se refieren al modo en que se narra la noticia.

Las de aproximación son: a) contextualizar la noticia, b) visibilizar los efectos del conflicto, c) la orientación hacia la gente común y d) darle voz a todas las partes.

Y las de lenguaje son: a) utilizar un lenguaje victimizador, b) dar un tono aterrador al relato y c) la emotividad como recurso narrativo.

Caso de estudio

Como mencionaba anteriormente, los periodistas que cubren el conflicto israelí–palestino son los gestores de la información internacional. El enfoque de las noticias es la pieza clave, la columna de la catedral de la información. Esto es así porque la inmensidad de la realidad se ve a través de la mirada, de la pluma y de la voz del periodista.

Por esta consideración, es interesante estudiar con profundidad a los corresponsales de prensa escrita que informaron en los principales periódicos españoles sobre el conflicto israelí–palestino durante 2007–2008 (cuadro 1).

La elección sobre los periódicos se basó en criterios de tiraje, idioma y consumo, por lo que se eligió periódicos de mayor tiraje nacional, escritos en castellano y que tuvieran un amplio número de lectores en su edición impresa.4 También es importante señalar que algunos de estos diarios pertenecen a grupos de comunicación que, aunque son españoles, tienen medios en otros países, por ejemplo el Grupo Prisa es dueño de Huffington Post y Le Monde. Por este motivo en el cuadro 1 se menciona a dichos grupos o consorcios de medios, y se puede atisbar que la influencia de sus notas y periodistas trasciende las fronteras españolas.

Por lo que se refiere a la elección de los periodistas se consideró oportuno que cumplieran con dos requisitos: que trabajaran para un medio español al que le proporcionan noticias con regularidad, y que llevaran viviendo más de seis meses en Israel o en los Territorios Palestinos en el momento de realizarse el análisis. Con esta exigencia se quería asegurar su conocimiento de los aspectos culturales de la zona en conflicto.

La elección del período de análisis de prensa, durante un año completo —del 1 de abril de 2007 al 31 de marzo de 2008— se debió a que la autora vivió en Israel y fue testigo directo, tanto de varios de los hechos que se informó como del trabajo de los corresponsales con los que se entrevistó en varias ocasiones.

La metodología

La técnica de análisis utilizada en esta investigación fue el análisis de contenido de prensa, definido por Bardin como "el conjunto de técnicas de análisis de las comunicaciones tendientes a obtener indicadores (cuantitativos o no), por procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes, permitiendo la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción (contexto social) de éstos" (Bardin, 1996:32).

Esta metodología ayuda a procesar un volumen grande de información a través de la aplicación sistemática de unas reglas que se fijan previamente y que darán validez a los resultados de la prueba. Permite obtener una visión de conjunto, efectuar comparaciones y clasificaciones.

Un aspecto clave de esta modalidad es que se debe trabajar con el contenido manifiesto, entendido como un campo común de encuentro de personas diferentes entre sí. Es decir, que debe ser intersubjetivo; estar por encima de los subjetivismos reduccionistas.

El uso de esta metodología en la investigación ha permitido clasificar mensajes de acuerdo con su significado, contar referencias a ciertos temas, las atribuciones de cualidades a ciertos sujetos y los juicios valorativos con una determinada orientación, lo que está en consonancia con la teoría del framing.5

Se recopiló y analizó 567 notas informativas publicadas por los corresponsales del conflicto israelí–palestino que trabajan en medios españoles, en el período comprendido entre el 1 de abril de 2007 y el 31 de marzo de 2008.

A estas noticias, los codificadores les aplicaron un código de análisis diseñado para indicar si una nota informativa está dentro de los parámetros del peace o del war journalism, mismo que se presenta a continuación, en el cuadro 2.

Las siete categorías del peace journalism que se analiza son: la contextualización o referencias históricas en la nota informativa (pregunta 12 del Código); la visibilidad de los efectos del conflicto (pregunta 13); los sujetos en los que recae la información (preguntas 14 y 17); si el periodista da "voz" a todas las partes implicadas en el conflicto (preguntas 15 y 16); si la nota está escrita con un lenguaje victimizador (pregunta 21); el tono aterrador del relato (pregunta 23);6 y, por último, el recurso a la emotividad (pregunta 24).

La codificación fue llevada a cabo por dos personas. Para comprobar la fiabilidad de la codificación, se realizó un proceso de entrenamiento a los codificadores —mayores de 18 años y con estudios universitarios concluidos o en desarrollo—; en dicho proceso se les entregó y explicó el código de análisis y durante varias sesiones se acompañó a los codificadores durante su labor para resolver sus dudas y establecer un criterio común.

Para comprobar que la labor de los codificadores fuera válida se aplicó dos fórmulas que miden el grado de fidelidad de intercodificadores: el coeficiente de acuerdo, o porcentaje de acuerdo observado, y la fórmula Holsti. Los resultados de la validación obtenidos mostraron que la codificación fue válida (cuadro 3).

Los datos obtenidos fueron procesados, para su tratamiento estadístico, en el programa Statistical Package for Social Sciences (SPSS v.15).

 

RESULTADOS

A continuación se presenta los resultados de cada una de las siete categorías antes mencionadas; también se presenta los datos obtenidos al evaluar a cada uno de los periodistas y compararlos.

La contextualización de la noticias

Un primer análisis dio como resultado el hecho de que 57 por ciento de las noticias estaban contextualizadas (cuadro 4). Un estudio más detallado de cada corresponsal permite distinguir entre los corresponsales. Eugenio García–Gascón es el que más contextualiza las noticias, seguido por Juan Miguel Muñoz y por Sal Emergui, este último lo hace en los dos diarios para los que colabora: El Mundo y El País. En el caso de Eugenio y Sal, el contextualizar les resulta más connatural y sencillo porque llevan residiendo en Israel más de una década.

El análisis de este factor (cuadro 5) lleva a concluir que la mayoría de los periodistas tienen una tendencia más marcada a presentar un tipo de efectos —ya sea visibles o invisibles—, con excepción de Javier Espinosa y Juan Miguel Muñoz que presentan ambos tipos.

Es curioso el caso de Sal Emergui, quien escribiendo para El Mundo, se inclina claramente por presentar los efectos visibles, mientras que en sus noticias para El País opta claramente por los efectos invisibles. Esto se puede deber a dos factores: el tipo de hechos que cubre y el estilo del medio.

La orientación hacia la gente común

El indicador sobre la orientación de la noticia hacia la gente común, la sociedad civil de ambos pueblos, me pareció oportuno estudiarlo con dos variables del código de análisis: la primera se refería a la gente común como sujeto directo de las noticias; la segunda, a ésta como fuente de información y, en tercer lugar, el número de veces que estos actores eran reflejados en las fotografías que acompañan a las noticias.

Por lo que se refiere a la primera, ser sujeto directo de la noticia, se observa que únicamente tres corresponsales —Mónica G. Prieto, Eugenio García–Gascón y Lourdes Baeza— centran sus noticias en la gente común, el resto de los periodistas centran la noticia en los actores políticos y militares. Lo anterior es congruente con los temas que se tratan en las noticias, que versan en casi 47 por ciento sobre dos temas: los ataques del ejército israelí a los palestinos y las reuniones entre políticos (cuadro 6).

 

En cuanto a la citación de la gente común como fuente, segunda variable analizada, los resultados nos indican que la citan como primera fuente en 9.17 por ciento, como segunda fuente en 5.78, y como tercera fuente en 12.05 por ciento. Lo cual nos indica que, en promedio, es citada como fuente en el nueve por ciento de las noticias. Es un porcentaje bajo y está en coherencia con el enfoque general de la cobertura hacia las autoridades políticas y militares.

Dar voz a todas las partes

El análisis de las noticias de los periodistas muestra que todos, excepto uno, tienden mayoritariamente a dar voz a todas las partes (cuadro 7).

Se consideró importante analizar si los resultados no se encontraban afectados por el espacio de las noticias, porque si las notas informativas eran breves esto podría tener relación con el hecho de que se diera voz sólo a alguna de las partes. Después de analizar los datos se comprobó que esto no es así, ya que el porcentaje de noticias breves que dan voz a todas las partes es mayor que el porcentaje de noticas largas que dan voz a todas las partes, por lo que el tamaño de las noticias no es decisivo.

Lenguaje victimizador

De las noticias que mencionan a la gente común 42.7 por ciento la presenta como ligeramente más activa que pasiva.

En este caso, como en los anteriores, podemos clasificar a los periodistas en tres grupos. En primer término, aquellos que tienen una tendencia marcada a presentar a la gente de modo pasivo: así lo hacen Mónica G. Prieto, Eugenio García–Gascón y Lourdes Baeza. Por otra parte, están aquellos que utilizan ambas formas de presentar al público —tanto activos como pasivos—, tal es el caso de Laura L. Caro, Juan Miguel Muñoz y Naiara. Por último, el tercer grupo lo componen aquellos periodistas que tienen una clara tendencia a mostrar a las personas que padecen el conflicto como activos: esto lo reflejan Henrique Cymerman, Javier Espinosa, Sal Emergui, Vicente Poveda y Ricardo Mir de Francia (cuadro 8).

Términos aterradores

Por lo que se refiere al uso de términos aterradores, tales como extremistas, fanáticos, inhumanos, salvajes, etcétera, se observa una clara tendencia en todos los periodistas a evitarlo: 82.5 por ciento de las noticias no contenía este tipo de material, por el contrario, se utiliza términos precisos, descriptivos e informativos. En el caso de los periodistas, a título individual, la tendencia es igual: la utilización de este recurso se da en pocas ocasiones (cuadro 9).

El recurso a la emotividad

Este indicador refleja la cuota más alta de peace journalism en la prensa española ya que 84.3 por ciento de las noticias de los periodistas utilizan un lenguaje moderado aludiendo a razones y datos objetivos. Al igual que en el caso anterior, la tendencia individual es igual que la general (cuadro 10).

EL PEACE JOURNALISM EN EL ENFOQUE PERSONAL DE LOS PERIODISTAS

Enseguida se presenta los resultados de estos indicadores en cada periodista.7 Así mismo, cerrando esta sección de resultados, en la gráfica 12 se compara a todos los corresponsales estudiados.

Como se observa en los resultados (gráfica 12), casi todos los periodistas de prensa española analizados tienen en el enfoque de sus noticias una ligera tendencia a construir noticias conforme al peace journalism en vez del war journalism; sólo un periodista se encuentra en la mitad de estos dos factores. Se considera importante detallar que Naiara Galarraga, de El País, es la periodista que más destaca en su tendencia al peace journalism.

 

CONCLUSIONES

Como fruto de esta investigación se ha obtenido resultados interesantes y reveladores. El primer hallazgo destacable es que la cobertura informativa del conflicto israelí–palestino estuvo dentro de los parámetros del peace journalism. Se resalta esto porque se contrapone a la opinión generalizada de que la cobertura de un conflicto, para ser vendible, se debe realizar conforme la dinámica de guerra, por lo tanto, con un enfoque hace el war journalism.

Todos los corresponsales analizados escribieron más noticias con un enfoque hacia el peace journalism que hacia el war journalism. Es alentador el hecho de que es posible dar una cobertura hacia la paz, en el llamado conflicto eterno. Sin embargo, cada periodista siguió un patrón personal en el uso de las categorías del peace journalism y del war journalism, algunos presentaron una relación más equilibrada en todos los indicadores, mientras que otros tuvieron extremos en sus valoraciones, es decir, hay periodistas que en la redacción de sus notas informativas mostraron casi siempre todos los indicadores del peace journalism, mientras que otros periodistas fueron extremos en sus valoraciones, ya que cumplieron con algunas categorías del peace journalism pero también escribieron con características propias del war journalism; tal es el caso de Vicente Poveda, Lourdes Baeza, Sal Emergui y Mónica Prieto.

Por lo que se refiere a los indicadores en sí mismos, las conclusiones se centran en comentar los que destacaron y por qué. Los indicadores sobre el lenguaje —moderado y preciso— fueron los más acordes a las propuestas del peace journalism. Esto nos habla de una redacción pulcra, cabal y profesional de las notas. Es importante señalar que estas características fueron encontradas en menor nivel en la redacción de las noticias en la prensa israelí y palestina, que si bien no ha sido objeto de esta investigación, sí fueron consultadas por la autora. Cabe desatacar el hecho de que los corresponsales extranjeros, al no ser partes involucradas en el conflicto —ni emotiva y ni culturalmente—, pueden tener una visión y una redacción más neutral y profesional.

Por otra parte, se observó que destacan como categorías de war journalism el centrarse en los políticos y sólo presentar los efectos visibles del conflicto. Tal vez esto se debió a que se consultó más a los propios políticos como fuentes, cayendo en lo que algunos denominan periodismo de declaración, que consiste en que el periodista se limite a transcribir en sus notas las "declaraciones" de los distintos políticos.

Los resultados obtenidos y la experiencia adquirida con esta investigación permiten señalar que existe el reto de formar a los periodistas en temas relativos a las relaciones internacionales, la conflictología y la resolución pacífica de conflictos. También es interesante que en futuras investigaciones se siga estudiando la manera como se da la cobertura de conflictos internacionales e interculturales. Considero que el modelo del peace journalism puede ser una herramienta útil para dichos análisis y para la formación de actitudes en los periodistas.

Estamos viviendo una época de cambios profundos. Los periodistas se encuentran en la encrucijada, entre sucumbir a la avalancha de la información —el tsunami informativo— o bucear en el fondo de las aguas internacionales; es decir, apostar por un periodismo analítico, reflexivo y detallado, en el cual se explique los porqués de los hechos que inmediatamente transmiten las agencias de noticias y aparecen "colgados" en Internet.

La crisis actual es un reto para los periodistas, ahora el público, el público serio, no se conforma con imágenes pintorescas de sitios a donde pueden viajar, ni con cinco datos que puede leer en el periódico gratuito del metro o en la página web de un diario. Ahora se requiere un profundo análisis del conflicto, como propone el peace journalism, llegar a las causas, al entramado cultural sobre el que se construye el paradigma de las sociedades en pugna. Todo esto dentro del intenso ritmo —interior y exterior— con el que se vive un conflicto.

El presente estudio quiere servir como ejemplo y guía en otras investigaciones sobre análisis de coberturas informativas, y así contribuir, desde su campo, a cambiar la historia, recordando los errores del pasado, anticipando los problemas del futuro y desenmascarando los intereses egoístas que hacen fracasar la paz.

 

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Notas

1 En el uso español se ha designado tradicionalmente Oriente Próximo o Cercano Oriente a: Israel, Líbano, Jordania, Irak, Siria, Turquía, Arabia y Egipto (Fundéu BBVA, 2011). Por otra parte los manuales de estilo de la agencia EFE y de ABC aconsejan, frente a la influencia del francés y del inglés, respetar "el uso español" que distingue entre Oriente Próximo (Israel, Líbano, Jordania, Irak, Siria, Turquía, Arabia y Egipto), Oriente Medio (Irán, Pakistán, India "y sus países limítrofes") y Extremo o Lejano Oriente (China, Corea, Japón y países del Pacífico). Por lo tanto, la prensa sigue "el uso español" y, para referirse al escenario del conflicto entre árabes e israelíes, escribe Oriente Próximo y en este sentido se usa en el presente artículo.

2 El corresponsal es un periodista que trabaja para un medio o agencia y reside de modo permanente en el país sobre el cual informa. El enviado especial es un periodista al cual su medio le envía con carácter ocasional a cubrir la información internacional. El freelance es el informador de libre dedicación cuya actividad consiste en ir en busca de la noticia —escrita, fotografiada o filmada— y cuando la tienen la ofrecen al medio adecuado.

3 Esta propuesta de Galtung se ha desarrollado más, desde una perspectiva teórica y práctica, en la última década gracias a la labor de Jake Lynch y Annabel McGoldrick especialmente.

4 Se tomó como referencia los datos que presentó la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC, 2008).

5 La idoneidad de este método para resolver la cuestión primera se apoya en la experiencia de investigaciones anteriores (Lee y Maslog, 2005; Lee et al., 2006) y las propias propuestas de los promotores del peace journalism.

6 Por "lenguaje aterrador" se entiende, siguiendo a la Real Academia Española, aquella narración que busca causar miedo o angustia en el lector. Lo cual es distinto que informar, lo propio del género de la noticia.

7 No se incluye la categoría de lenguaje victimizador porque no se encontraba en ciento por ciento de las notas.

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