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Literatura mexicana

versión On-line ISSN 2448-8216versión impresa ISSN 0188-2546

Lit. mex vol.32 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2021  Epub 17-Ene-2022

https://doi.org/10.19130/iifl.litmex.2021.32.2.29160 

Reseñas

Arqueles Vela. La Señorita Etcétera. Facsímil de la primera edición [1922]. Edición preparada por Rose Corral. México: El Colegio de México, 2020, 297 pp.

Florence Olivier1 

1Universidad Sorbonne Nouvelle Paris 3, flordolivo@wanadoo.fr

Vela, Arqueles. La Señorita Etcétera. Facsímil de la primera edición [1922], Corral, Rose. México: El Colegio de México, 2020. 297 pp,


Toda edición facsímil es por sí sola un regalo para el lector contemporáneo que, al acceder a la forma material de la obra reproducida, puede apreciar y disfrutar la tipografía y la iconografía originales. Editar un facsímil es, como sabemos, un gesto memorioso de homenaje a la obra editada y a la vez se emparienta con el gesto de un coleccionista -o por lo menos de un especialista- que se desprende de un preciado objeto para volverlo público. Para evocar tan sólo el caso de los amateurs de la literatura de los veinte o treinta del pasado siglo, tan reciente y tan cercano, cuántas veces no hemos soñado, lectores errantes por los pasillos de una u otra biblioteca, con tener entre nuestras manos y luego guardar entre los libros propios la colección de alguna revista de vanguardia o un volumen de tipografía Art-déco. Como testimonio personal recuerdo que en la Biblioteca de El Colegio de México mi querencia, a principios de los ochenta, eran los estantes de la literatura de los veinte y los treinta mexicanos. Me emocionaba ver allí, por ejemplo, la aún anterior revista estudiantil San-Ev-Ank, de misterioso y seudoasiático título.

Prueba del renovado interés crítico y editorial que, en el ámbito académico, suscitan últimamente las creaciones del grupo estridentista, acaba de salir a la luz el facsímil de la primera edición de La Señorita Etcétera de Arqueles Vela. Preparada por Rose Corral, la presente edición de esta novela estridentista, aparecida el 14 de diciembre de 1922 en el suplemento La Novela Semanal del Universal Ilustrado, rinde un merecido homenaje a la famosísima Señorita Etcétera, poética y lúdica encarnación de la nueva prosa de los años veinte o musa estridentista de inasible y ambigua presencia. Tan singular personaje femenino -y feminista-, ideado por la fantasía masculina de un joven poeta y periodista, se ve rescatado ahora en su ámbito textual original gracias a los conjugados esfuerzos de un equipo de investigadoras. Pareciera así que, a casi cien años de la primera publicación de La Señorita Etcétera, una suerte de justicia poética hubiese regido el reparto enteramente femenino de esta edición del texto, entre cuyas colaboradoras se cuentan, amén de Rose Corral, Yanna Hadatty Mora, Ana Laura Romero y la becaria de investigación María Tamargo. Con toda lógica, el estudio introductorio de Rose Corral va dedicado a otra académica especialista de las vanguardias latinoamericanas, la añorada Katharina Niemeyer.

Con este facsímil reincide Rose Corral, puesto que, en 2003, ya sacó a la luz una edición del primer y único número de Libra (1929), la revista argentina auspiciada por Alfonso Reyes, a la sazón embajador de México en Buenos Aires, y en 2012, junto con Anthony Stanton, una edición de la segunda época de la, asimismo argentina, revista Proa (agosto de 1924-enero de 1926). Así, avezada a la edición de facsímiles, Rose Corral publica ahora ésta de La Señorita Etcétera en la editorial de El Colegio de México. Si bien subraya la investigadora que el volumen no se concibió como una edición crítica, su amplio estudio introductorio halla un utilísimo complemento en el preciso ensayo de Yanna Hadatty Mora, quien analiza e interpreta la realidad material de la edición original del texto.

Amén de ambos estudios, el propio facsímil se ve acompañado con una serie de anexos cuya cuidadosa y pertinente selección permite que el lector del volumen se acerque con mucho beneficio al texto de La Señorita Etcétera. Así, provistos de varios instrumentos de orientación, que abarcan no menos de la tercera parte del volumen, los curiosos lectores penetran de inmediato en el contexto de creación, tanto editorial como estético, de esta primera novela estridentista. Ha de saludarse tan acertada estrategia editorial puesto que tales anexos aclaran provechosamente la dinámica de reciprocidad que se creó entre la pronta maduración de una estética y las condiciones de publicación que la favorecieron. Entre estos anexos, no menos de nueve artículos periodísticos del propio Arqueles Vela dan a percibir cómo el joven polígrafo pudo hallar una suerte de taller de escritura entre las opciones de redacción y los formatos de publicación que El Universal Ilustrado brindaba a sus colaboradores. La modernidad de la novela pareciera en efecto deber no pocas de sus virtudes -en tanto prosa breve, lúdica y veloz- al hecho de que fuera escrita con miras a su publicación en la prensa, luego de que su autor se hubiese ejercitado en la escritura de otras formas breves, específicamente periodísticas. Guiado por el muestrario que configuran los nueve artículos de Arqueles Vela, el lector del volumen puede asimismo apreciar la variedad de los géneros periodísticos auspiciados por el semanario: entrevista, reseña, testimonio, nota literaria. En efecto, esta edición facsímil, por así decirlo “aumentada”, da cuenta no sólo de la habilidad y versatilidad que desplegaba Arqueles Vela en sus distintas prácticas escriturales sino de la amplitud de criterio que regía los principios editoriales a los que apelaba tanto El Universal Ilustrado como su suplemento La Novela Semanal. Así los define Carlos Noriega Hope, el director del semanario, en su presentación de La Señorita Etcétera: “Cada quien opine según su personal criterio y concédase al menos, a este ecléctico suplemento de el universal ilustrado el raro mérito de hallarse abierto para todas las tendencias, contemplando serenamente todos los horizontes…” (145).

Si los nueve textos periodísticos de Arqueles Vela arrojan luz sobre el contexto de creación y publicación de La Señorita Etcétera, otros tres utilísimos anexos atestiguan los distintos registros que cobró la primera recepción de la novela. Los dos artículos que firman respectivamente el director de El Universal Ilustrado, Carlos Noriega Hope, y el periodista Luis Marín Loya, permiten corroborar el espíritu de cordial complicidad que unía a los miembros de la redacción del semanario. Pero más allá del inmediato círculo de los periodistas, la experimental novela supo en su momento llamar la atención de la crítica académica, como lo ilustra el minucioso ensayo que le dedicó el lingüista y filólogo Pablo González Casanova. Ante el desafío intelectual y estético que lanzaba a su lector aquella prosa estridentista de Vela, el académico se aboca a estudiar y valorar cómo tal novedad trastorna saludablemente la tradición retórica y poética. A todas luces seducido por la singularidad de las metáforas a las que acude Vela, así como por la rica creación léxica presente en su prosa, González Casanova no duda en elogiar la estética vanguardista que propone el joven escritor guatemalteco.

Esta breve muestra de la primera y entusiasta recepción de La Señorita Etcétera halla un eco posterior en la entrevista, acertadamente recogida en el presente volumen, que le hiciera Roberto Bolaño a Arqueles Vela en 1976 para Plural. Los marginales y rebeldes poetas infrarrealistas fueron en efecto pioneros en el rescate y valoración del estridentismo, entonces desprestigiado en el canon literario mexicano en provecho del “grupo sin grupo” de los Contemporáneos. Razón suficiente para que los jóvenes rupturistas de los setenta reconocieran a los estridentistas como posibles precursores, o al menos como inspiradores. En los otrora jóvenes poetas de los veinte los infrarrealistas veían los exponentes de un movimiento vanguardista que, a sus ojos, supo conjugar la revolución estética con una revolución política aún no traicionada. A la lectura de esta entrevista, puede además apreciarse cómo el joven Bolaño acude a un estilo poético narrativo que recuerda los modos expresivos que, en los veinte, eligiera el joven Vela para sus propias entrevistas al poeta Rafael López o a Alfonso Reyes. En las semblanzas que anteceden el diálogo propio del género, ambos entrevistadores asocian gozosamente la ficción o la fantasía a los datos biográficos de los entrevistados, creando de este modo auténticas piezas literarias. Discreto homenaje le rendirá años después Bolaño a Vela en Los detectives salvajes al nombrar al ficticio Amadeo Salvatierra, viejo estridentista convertido en “evangelista” de la plaza Santo Domingo, con el segundo apellido del guatemalteco.

El estudio introductorio de Rose Corral, “Una novela casi centenaria: La Señorita Etcétera de Arqueles Vela”, se ciñe en parte a la acertada selección de anexos que realizó la investigadora. Los planetas textuales que puso a orbitar en torno a La Señorita Etcétera le permiten elaborar no una sino varias aproximaciones al texto, a cuál más certera. Así el apartado “Arqueles Vela en el México de la década de los veinte” acude a material biográfico y autobiográfico de Vela a la vez que da pie a la presentación de la poligrafía del autor. La contradictoria y lúdica relación del joven prosista con lo femenino, tema de su novela estridentista, se aborda sesgada y sabiamente a través del ejemplo de una entrevista que le hiciera Vela a la feminista española Belén de Sárraga, cuyo feminismo antifeminista elogia. La práctica del periodismo como arte y la publicación en revistas dirigidas a lectoras le permite a la investigadora comparar la estética de Vela con posturas y posiciones que en Argentina asumieron Borges y Arlt. Se subraya que la precoz integración de Vela al estridentismo y su convicción de que la Revolución propiciaba un renacimiento literario artístico en México no impidieron que guardara distancia con cualquier noción de escuela estética. Uno de los apartados más interesantes del estudio, titulado “Los compañeros de cuartillas”, recrea el ambiente de camaradería que reinaba entre los miembros de la redacción del Universal Ilustrado cuyo espíritu apartidista y antidogmático reivindicaba su director. La crónica “Cómo se hace El Universal Ilustrado” y la “Galería de colaboradores” contribuían en efecto a forjar y reforzar un vínculo entre los lectores y el equipo de la redacción, como lo demuestra la amistosa y humorística semblanza de Vela que firma Noriega Hope y que figura entre los anexos de este volumen. Ha de subrayarse que se trata de estrategias editoriales características de la modernidad, aún socorridas en la prensa actual. El apartado “Los primeros lectores de Arqueles Vela” comenta con gran claridad crítica los textos que figuran como anexos. Y la parte que estudia la “poética en formación” del novel novelista señala con precisión la suerte de transfusión o las coincidencias estéticas entre la poesía de Maples Arce y la prosa que elige Vela para reseñar Andamios interiores. La editora y crítica repasa ahí el breve y muy valioso acervo de las notas y artículos de Vela que recogió para los anexos del volumen justificando su acertada selección como muestra de una suerte de “arte poético” del futuro o advenido estridentista. Por fin, señala Rose Corral el carácter tardío de la recepción de las prosas vanguardistas, saludando el trabajo crítico de Katharina Niemeyer. Y en el círculo último de su cada vez más cercana aproximación a la novela de Arqueles Vela acota el doble contexto de la posrevolución y de la creciente modernidad urbana para rastrear el manejo de tales temas en el relato y, de paso, mencionar estudios recientes que los abordan para interpretar la siempre juvenil Señorita Etcétera.

Amén de los estudios de Rose Corral y Yanna Hadatty, el aparato crítico del volumen consta de dos piezas asimismo valiosas: una exhaustiva y actualizada bibliografía crítica, que abarca no menos de veinte páginas del volumen, y un “Apéndice” a cargo de Rose Corral y Ana Laura Romero. Cotejando en este breve estudio las primeras dos ediciones de La Señorita Etcétera, Rose Corral observa cómo la segunda (El café de nadie, Xalapa, Horizonte, 1926) descuida los puntos suspensivos, elemento tipográfico esencial para la poética vanguardista del relato. Y es que en La Señorita Etcétera tales puntos son el sino que, en el imposible desenlace, interrumpe sin concluirla la búsqueda del perseguidor y narrador: “Mis evocaciones estaban agujereadas de sus miradas de puntos suspensivos… […] Era la Señorita Etcétera. Compleja de simplicidad, clara de imprecisa, inviolable de tanta violabilidad…” (169).

Otro mérito de este volumen es el facsímil de La Novela Semanal del 14 de diciembre de 1922, el cual incluye el cuento “Los espejos de la voz”, que no había sido recogido anteriormente. Dedicado a Carlos Noriega Hope, este relato venía a suplir la brevedad de La Señorita Etcétera para que, sumados, ambos textos alcanzaran el formato requerido por el suplemento. El estudio de Yanna Haddaty subraya acertadamente el carácter metaficcional y paródico de este cuento que escenifica los sinsabores de los reporteros cuyos derroches imaginativos se ven puestos en jaque por la constante carrera contra el reloj que impera en la prensa escrita.

Por si fuera poco, el material textual del volumen se ve sostenido por un acucioso e inspirado trabajo de rescate iconográfico. En efecto, otra de las felices estrategias de esta edición consiste en el uso rítmico de reproducciones iconográficas a lo largo del volumen. Éste se muestra así acorde con el espíritu vanguardista que busca crear vasos comunicantes entre las artes, tal y como lo reivindica Arqueles Vela en su nota “El pictografismo ideológico”. Como lo comenta Rose Corral, el volumen rinde intencionado homenaje tanto a la letra estridentista de Arqueles Vela como al arte gráfico del dibujante Guillermo Castillo (Cas), quien ilustró la publicación de La Señorita Etcétera para La Novela Semanal. La portada del libro, así como una de las páginas interiores del propio facsímil, ostenta una elegante imagen de estilo Art-déco que dibujara Cas: la de una grácil paracaidista, emblema de la ingravidez de la Señorita Etcétera. A su vez, la portada original de la novela semanal aparece en su debido lugar: este retrato de Arqueles Vela , impreso en tinta azul, merece un esclarecedor y pormenorizado comentario de Yanna Hadatty. La investigadora sitúa a su autor, el artista Alfredo Gálvez Suárez, entre los vanguardistas guatemaltecos de inspiración americanista e indigenista, cercanos a Miguel Ángel Asturias. También se ve amenizado el volumen por tres dibujos de Hugo Tilghman que retratan a los tres confabulados -Arqueles Vela, Carlos Noriega Hope y Guillermo Castillo- que velaron por la publicación de la primera novela estridentista. Aparecidos originalmente en El Universal Ilustrado, estos dibujos habrían de verse recogidos poco después en la mitificada crónica del movimiento estridentista que publicara Germán List Arzubide en 1926. Reproducidas entre las páginas que ocupan los anexos y los estudios críticos del presente volumen, varias planas del Universal Ilustrado surten un acertado efecto de contextualización a la vez que atestiguan la modernidad gráfica del semanario, amenizadas las entrevistas con fotografías in situ de los entrevistados. Entre estas planas ilustrativas, una da fe de la habilidad comunicacional de Manuel Maples Arce, quien usa el artículo de prensa como forma de ocupación del espacio público para promover el movimiento estridentista. El 28 de diciembre de 1922, el poeta e iniciador del estridentismo publica en el semanario un artículo titulado “El movimiento estridentista en 1922” en el que Andamios interiores y La Señorita Etcétera se presentan como los dos polos, poesía y prosa, de las creaciones literarias estridentistas. Para mayor demostración visual de tal reivindicación las respectivas portadas de ambas obras se dan la réplica en perfecta simetría en torno al título, centrado, del artículo. Otra de las virtudes de esta edición facsímil consiste así en dar a ver cómo la intensidad que cobra el discurso visual en las realizaciones vanguardistas se acopla perfectamente a los imperativos editoriales y publicitarios de un semanario de los veinte como el bien llamado Universal Ilustrado.

Con semejantes cuidados críticos y editoriales, la casi centenaria novela, rediviva en su original atuendo, no puede sino seducir e ilustrar a sus futuros lectores.

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