INTRODUCCIÓN
En 1992, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro y denominada “Cumbre de la Tierra”, se legitimó la definición de desarrollo sustentable. Análisis posteriores realizados por algunos autores (Maskrey, 1993; Ramírez, Sánchez y García, 2004; Toro, 2007), coinciden en que el desarrollo sustentable requiere de políticas coherentes, donde todas las acciones urbanísticas, de ordenamiento territorial, productivas, sociales, entre otras, se ocupen de satisfacer las necesidades de la población actual, y se preocupen por atender las necesidades de las generaciones futuras.
De esta forma, es entendible que el análisis de los peligros de génesis natural sea una herramienta de trabajo para lograr políticas de planeación sólidas y, a su vez, constituye la antesala para alcanzar comunidades más seguras, donde no se interrumpan los procesos de desarrollo, ya sea de forma súbita o paulatina por un proceso de carácter geólogo-geomorfológico, como la caída libre de escombros rocosos por pendientes pronunciadas, mayores a 30º de inclinación (Lugo-Hubp, 2011), proceso geomórfico conocido en inglés como rockfall (Goudie, 2004).
Algunos autores, como Tanarro y Muñoz (2012), han realizado inventarios georreferenciados de caídas de rocas en la cuenca del río Duero para compararlos con otros parámetros significativos, como la ubicación en el lado del valle, la relación con la estructura tectónica y la edad relativa, así como delimitar el área de origen potencial de la caída de rocas y reclasificar las pendientes de acuerdo con criterios morfométricos. Antoniou y Lekkas (2010), por su parte, aplican una metodología que combina información geológica y de ingeniería, análisis estructural, geomorfología y procesos, para generar un mapa sobre la probabilidad de alcance de bloques de roca y determinar la susceptibilidad ante ello e identificar áreas y actividades humanas expuestas.
Particularmente en México, los movimientos gravitacionales son catalizados por las intensas precipitaciones y los sismos, donde las pérdidas humanas y materiales han alcanzado niveles importantes. En el mes de enero de 1920, en el estado de Veracruz, un sismo de magnitud estimada de 6.6 grados Richter detonó varios desprendimientos de rocas y deslizamientos a lo largo del río Pescados, con afectaciones en varias de sus poblaciones ribereñas. La combinación de eventos provocó más de 1 800 víctimas (Secretaria de Gobierno, 2010).
En octubre de 1959, intensas lluvias en Minatitlán, Oaxaca y Zacoalpan, indujeron la ocurrencia de varios bloques rocosos caídos, flujos de tierra y deslizamientos, reportándose más de 1 000 personas fallecidas. Recientemente, Galindo y Alcántara (2015) ilustran el impacto ocasionado por los movimientos de remoción en masa catalizados por las torrenciales lluvias de 1999, en la Sierra Norte de Puebla, donde, según datos de Bitrán et al. (2001), las pérdidas ascendieron a 1 541 millones de pesos mexicanos (MPM) por daños a infraestructura y servicios, 520 MPM en el sector social, 225.7 MPM en el sector productivo y 38.6 MPM de gastos en servicios de emergencia.
Estos breves antecedentes muestran incompatibilidades entre el manejo del medio físico y la ocupación del territorio. En este sentido, este trabajo tiene como objetivo analizar la susceptibilidad a los desprendimientos de rocas en el sector centro-norte de la ciudad de Toluca, exactamente en los barrios La Teresona, San Miguel Apinahuizco, San Luis de Obispo y Zopilocalco Norte.
Actualmente se reportan grietas en la carpeta asfáltica de algunos viales, agrietamiento en muros de hogares y bloques de rocas de aproximadamente 5 m de diámetro, que en diferentes momentos han impactado el Paseo de los Matlazincas, principal vía de comunicación del área (Figura 1). En estas circunstancias, resulta de vital importancia la generación de una cartografía, que zonifique los diferentes niveles de susceptibilidad a los desprendimientos rocosos. Esta representación cartográfica permitiría tomar decisiones para la aplicación de medidas de prevención o mitigación, en un contexto de planeación local, para los sitios prioritarios más amenazados.
ÁREA DE ESTUDIO
El municipio de Toluca se encuentra localizado en la porción centro-oeste del Estado de México; la ciudad de Toluca de Lerdo es la cabecera municipal y capital del estado. El área de estudio representa un sector periférico de esta ciudad y ocupa un tramo de 4.0 km del Paseo Matlazincas. Tomando como referencia este vial, se delimitó desde las superficies cumbrales máximas, situadas al norte de la citada vía, mientras por el sur se trazó por la curva de nivel de 2 690 msnm, que, a su vez, marca una diferencia significativa en las pendientes del terreno (Figura 2).
Los barrios de La Teresona y San Miguel Apinahuizco (Figura 2), que ocupan aproximadamente el 35% del área, tienen restricciones para el desarrollo urbano, de acuerdo con el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Toluca (Secretaría de Desarrollo Urbano y Metropolitano, 2018), derivado de las condiciones geomorfológicas complejas, con pendientes que superan, en ocasiones, los 15°. No obstante estas limitantes, existe un desarrollo urbano de alta exposición a los movimientos de laderas en general (Figura 1B).
El área de estudio posee un diseño urbano con 171 manzanas y 6 459 viviendas, con una población de 21 687 (INEGI, 2010). Mancino (2010) estima el índice de marginación por sección electoral para el Estado de México. Particularmente para este caso, corresponden 17 secciones electorales, de ellas, dos presentan grado de marginación muy bajo (3 903 habitantes) y las otras quince clasifican en bajo grado de marginación (17 784 habitantes).
Según De la Vega et al. (2011), la marginación es un fenómeno multidimensional que considera la exclusión de la población al proceso de desarrollo y al disfrute de sus beneficios. El cálculo del índice de marginación involucra la construcción de indicadores de carencias o déficit en educación, vivienda, ingresos monetarios y en la distribución de la población. De lo anterior se deriva que, necesariamente, las condiciones físicas del entorno geográfico, y específicamente su predisposición a la ocurrencia a fenómenos naturales, no son incluidos explícitamente en esta ecuación. En este sentido, la realidad indica que la ocurrencia esporádica o sistemática de un fenómeno natural impacta en el proceso de desarrollo de las comunidades.
El área forma parte del Complejo Volcánico Sierra Morelos (López Montoya, 2019), ubicado dentro del Parque Sierra Morelos, que constituye una zona conformada principalmente por lomeríos; sin embargo, existen elevaciones importantes, como es el caso del Cerro La Teresona, con 490 m de altura, tomando como base el nivel más bajo del Valle de Toluca en la cota 2 550 msnm (Sierra-Domínguez, 2005).
García-Palomo (1998) clasifica al área como parte de los Complejos Dómicos, circundantes al volcán Nevado de Toluca, que varían en composición de andesítica a dacítica, fuertemente afectados por la erosión y el tectonismo. Dada la falta de fechamientos radiométricos, existe incertidumbre sobre la edad de emplazamiento, por lo que Sánchez-Rubio (1984) propone el Mioceno, mientras que García-Palomo sugiere el Plioceno, dado que sirven de barreras topográficas a los depósitos más recientes, provenientes del Nevado de Toluca.
La estructura tabular, asociada a fisuras de contracción o diaclasas, es el rasgo más llamativo en la base del Cerro La Teresona (Figura 3). Se trata de un domo exógeno, formado por la sucesión de derrames de lava, con unidades de flujo bandeado y espesores que varían de pocos centímetros a un par de metros y que llegan a presentar intemperismo del tipo “capas de cebolla”. Su estructura está afectada por depósitos de talud, de material aluvial y piroclástico de los domos aledaños, así como del Nevado de Toluca. Presenta escarpes de falla visibles, próximos a la cima, donde el echado de los flujos es cercano a los 90°. Sánchez-Rubio (1976) llamó informalmente a dichos derrames como “andesitas Calixtlahuaca” y consideró que eran un remanente de los depósitos de un volcán compuesto, ya erosionado. Macroscópicamente presentan una textura dominantemente afanítica, con algunos fenocristales aislados de feldespatos y hornblenda oxidada.
Los suelos desarrollados sobre la superficie rocosa y en las laderas son principalmente los Leptosoles, mientras que es posible observar un mejor desarrollo edáfico en la superficie cumbral, con la presencia de algunas áreas restringidas de Andosoles. Hacia las partes bajas, cercanas al eje vial, dominan los suelos redepositados, producto del arrastre hídrico y de la erosión. La afectación del domo por actividades humanas se observa en los cortes de ladera para la explotación del material pétreo y la urbanización. La vibración de vehículos pesados, las filtraciones de agua de uso doméstico, la sobrecarga de viviendas y la quema de vegetación, también pueden ser considerados como afectaciones directas a la estabilidad estructural de este tipo de sitios (Valerio García-Palomo, López-Miguel y Galván-García, 2007).
MATERIALES Y MÉTODOS
El proceso de investigación para el análisis de la susceptibilidad a los desprendimientos rocosos se efectuó en tres fases. En la primera se recopila y analiza la información con incidencia directa en los desprendimientos de rocas; en la segunda se elabora la cartografía temática que refleja los factores condicionantes de este proceso geomórfico y se realiza su análisis integrado, mientras que en la tercera se validan los resultados en campo.
En la primera fase el equipo de trabajo consultó distintas plataformas de información, como el Plan de Desarrollo Municipal de Toluca (Ayuntamiento de Toluca, 2016), el Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Toluca (Secretaría de Desarrollo Urbano y Metropolitano, 2018), información demográfica del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2010), Google Earth, bibliotecas, periódicos, entre otros. Las fuentes citadas permitieron tener una idea clara de las características sociales y físicas del territorio.
Durante el análisis de la información recopilada en la fase inicial se revelaron algunas carencias de información, como es la no existencia de una cartografía geológica detallada, lo que justificó un posterior levantamiento geológico para, al menos, definir las litologías de mayor aflorabilidad. De igual forma, en esta fase se realizó el inventario de movimientos gravitacionales ocurridos en el pasado, especialmente aquellos que aún muestran huellas palpables.
El formato de inventario empleado permitió tabular elementos físicos, que fueron claves en la interpretación de los procesos gravitacionales, con énfasis en los desprendimientos de rocas. En este caso, los principales elementos tabulados en el inventario fueron: 1) localización con sus coordenadas geográficas; 2) descripción del material geológico, 3) análisis estructural de taludes, que incluyó la mediciones de direcciones y ángulos de buzamientos de los flujos de lavas o estratos presentes, así como mediciones estructurales de los planos de fallas; 4) clasificación del tipo de evento (desprendimiento, deslizamiento, vuelco o flujo); 5) estado actual del evento (activo o inactivo), y 6) daños ocasionados.
El inventario permitió confirmar los niveles de importancia de cada parámetro (litología, geomorfología y uso del suelo) durante la ponderación y el álgebra de mapas. Una segunda aportación del inventario está relacionada con el proceso de validación mediante el que se pretende comprobar la coincidencia espacial entre los desprendimientos activos u ocurridos en el pasado, con la propuesta de mapa de susceptibilidad a desprendimientos de rocas.
Durante la segunda fase se confeccionó la cartografía temática y se realizaron los procesos de álgebra de mapas. Para el procedimiento se consideraron las sugerencias metodológicas de Segura Badilla y Obando (2011), que ajustan la aplicación del método heurístico en sus dos variantes “análisis geomorfológico” y la “combinación cualitativa de mapas”.
De acuerdo con Segura et al. (2011), el análisis geomorfológico o método de cartografía directa, se sustenta en niveles de susceptibilidad del terreno, determinados por el investigador directamente en el campo, donde adquiere un importante valor la experiencia y el nivel de conocimiento del entorno físico del escenario geográfico.
El análisis geomorfológico como herramienta en el análisis de movimientos de remoción en masa, por si solo resulta incompleto y, en este caso, se robustece con la combinación cualitativa de mapas de condiciones del terreno, donde se retoma el criterio de experto del especialista para asignar pesos (valores que representan un determinado grado de importancia) a las variables involucradas.
Está investigación considera como “mapa de susceptibilidad” a aquella cartografía que representa áreas con diferente predisposición a la ocurrencia de futuros deslizamientos (Ayala-Carcedo y Corominas, 2003), sin considerar los factores detonantes (Suárez, 2009). Atendiendo a los elementos teóricos descritos, y de acuerdo con las adecuaciones necesarias para el sector centro-norte de la ciudad de Toluca, la susceptibilidad (S) a los desprendimientos de rocas, queda sustentada en la susceptibilidad litológica (SL), la susceptibilidad geomorfológica (SG) y la susceptibilidad por uso del suelo (ST) (Ecuación 1).
Donde:
S: |
grado de susceptibilidad a desprendimientos de rocas |
SL: |
valor del parámetro de susceptibilidad litológica |
SG: |
valor del parámetro de susceptibilidad geomorfológica |
ST: |
valor del parámetro de susceptibilidad por uso del suelo |
Para definir la susceptibilidad litológica (SL) fue necesario el levantamiento geológico mediante trabajo de campo, para lo que se visitaron 51 puntos, lográndose un punto de reconocimiento geológico por cada 1.5 km2, aproximadamente. El mapa geológico derivado permitió conocer la distribución espacial de los diferentes tipos de materiales (suelo o roca). Posteriormente, y con apoyo del inventario realizado en la primera fase, se distinguieron los tipos de materiales susceptibles a los desprendimientos rocosos en el pasado. Otro elemento, aportado por el levantamiento geológico, se vincula a rasgos estructurales, como la yacencia de las rocas, expresada mediante el ángulo de buzamiento y la dirección del buzamiento (S0), y de igual forma para los planos identificados de fallas. En la Tabla 1 se muestra la relación de materiales geológicos con sus niveles de influencia a la ocurrencia de desprendimientos de rocas. El nivel de influencia (ponderación) fue determinado a través el análisis de inventario de movimientos de laderas, realizado en campo y mediante la experiencia acumulada en investigaciones anteriores, donde se evaluaron materiales geológicos de comportamiento geomecánico similar (Díaz de Terán et al., 1997; Corominas, 2006; Arango, 2014; Mergili, Marchant y Moreiras, 2015;Galindo y Alcántara-Ayala, 2015).
Por su parte, la susceptibilidad geomorfológica (SG) consideró dos indicadores: 1) las pendientes del terreno, en grados, y 2) la posible coincidencia espacial entre la dirección de las pendientes (aspecto de la pendiente) con la tendencia de la yacencia de los estratos (S0) o con la dirección de echado de las fallas (Tabla 3 y Figura 4). Los rangos de pendientes y los pesos asignados (Tabla 2) se sustentaron con los eventos de desprendimientos inventariados.
Rango | Ponderación | Desprendimientos ocurridos en el pasado |
0°-2° | 0 | 0 |
2°-5° | 1 | 0 |
5°-15° | 2 | 2 |
15°-20° | 3 | 4 |
>20 | 4 | 8 |
Coincidencia entre el aspecto de la pendiente y las direcciones de buzamiento de fallas y estratos |
Ponderación |
No | 1 |
Sí | 5 |
En la segunda fase metodológica para el análisis de desprendimientos se incluyó la posible predisposición que pueda tener la superficie en función de su uso (ST, Ecuación 1). Los usos considerados fueron: bosque denso, bosque semidenso, pastizal, habitacional y vialidades. La digitalización de los polígonos, que representan los diferentes usos y ocupaciones, se obtuvieron directamente mediante la vectorización de las imágenes Google Earth (2018). Posteriormente, la asignación de pesos, en función de su nivel de influencia frente a los desprendimientos, se realizó primeramente considerando algunos trabajos que abordan explícitamente la problemática (Suárez, 1998; Raghuvanshi, Negassa y Kala, 2015), lo que permitió ordenar jerárquicamente los usos del suelo en función de su susceptibilidad a los movimientos de laderas. Como segundo criterio se analizó la frecuencia de los eventos a partir del inventario realizado y se confrontó con los diferentes usos cartografiados (Tabla 4).
Uso de suelo | |
Tipo | Ponderación |
Bosque denso | 2 |
Bosque semidenso | 3 |
Pastizal | 4 |
Habitacional | 5 |
Vialidad | 5 |
Finalmente, se procedió con la validación cartográfica resultante (tercera fase). El proceso de validación tuvo dos etapas, la primera en gabinete, mediante la superposición de los 12 desprendimientos inventariados sobre los polígonos de susceptibilidad obtenidos, y la segunda etapa mediante la verificación en el terreno de la presencia real de las condiciones de susceptibilidad para cada criterio (litología, geomorfología y uso del suelo).
RESULTADOS
Susceptibilidad litológica frente a desprendimientos de rocas
La descripción de 51 puntos en campo permitió cartografiar tres tipos de materiales litológicos. La litología de mayor aflorabilidad (70%) corresponde a las rocas andesíticas. Estas presentan un marcado predominio de fisuras de contracción o diaclasas, cuyos planos delimitan, por todas sus caras, potenciales fragmentos susceptibles a caídas (Figura 3 y 4); esta litología, de acuerdo con la metodología descrita, clasifica como de alta susceptibilidad a los desprendimientos de rocas (Figura 6).
Según su posición en el corte, se logra identificar posteriormente el material piroclástico de composición andesítica, con una cobertura del 10%. Los cortes descritos para la zona norte de la ciudad de Toluca alcanzan hasta 5.0 m de altura. La descripción a escala mesoscópica muestra fragmentos con diámetros entre 5.0 y 40.0 cm, sostenidos por una matriz fina de consistencia media. De acuerdo con la frecuencia de caídas de bloques en este sitio, y a su comportamiento en México y Centroamérica (Navarro, 2012; Pineda, 2014 y Alcántara, Echavarría, Gutiérrez y Domínguez, 2014), estos materiales se clasificaron con susceptibilidad media a los desprendimientos de rocas. El proceso, observado a escala de detalle en los afloramientos de material piroclástico, transita inicialmente por la erosión de las fracciones de arcilla, limos y arenas, todas de diámetros inferiores a los 4.75 mm, quedando debilitada la matriz que sostiene los fragmentos de mayor diámetro para, finalmente, desencadenar en la caída de los bloques de diámetros variables, entre los 5.0 y 40.0 cm (Figura 5). El corte litológico culmina con suelos (Leptosoles) que abarcan el 20% del área y con profundidades comprobadas en campo de hasta 2.0 m; estos materiales, por su propia naturaleza, no son susceptibles a las caídas de rocas.
Susceptibilidad geomorfológica frente a desprendimientos de rocas
La susceptibilidad geomorfológica (Figura 7C) se obtiene considerando la inclinación de las pendientes (Figura 6A) y la coincidencia de la dirección de las pendientes con la dirección de buzamientos de los estratos y planos de fallas identificados en campo (Figura 7B). Las zonas donde no se reveló la citada coincidencia representan, aproximadamente, un 80% del área, mientras que los sitios donde se comprobó coincidencias entre ambos parámetros morfométricos cubren un 20% de la superficie.
Según la metodología descrita, las zonas reveladas como de alta y muy alta susceptibilidad, desde la óptica geomorfológica, son sitios de pendientes superiores a los 20°, con una disposición geométrica espacial de sus laderas, planos de falla y echado de los estratos, que favorecen considerablemente el desarrollo de una energía potencial, desde el punto de vista físico, para la caída de rocas.
Susceptibilidad por uso de la tierra frente a desprendimientos de rocas
Los usos que más favorecen la ocurrencia de los desprendimientos de rocas son el habitacional y las vialidades (65% del área). El crecimiento urbanístico y habitacional desordenado, en un escenario geográfico de condiciones geomorfológicas complejas, conduce a la ejecución de cortes y nivelaciones del terreno con maquinarias, que conlleva a un debilitamiento del macizo geológico, con daños inmediatos en las estructuras habitacionales adyacentes (Figura 8). Por su parte, en las zonas de pastizales existe ausencia total de árboles, derivado de la deforestación sistemática y, en algunos casos, se asientan pequeños huer tos familiares. La zona de pastizales, de acuerdo con los criterios adoptados en la metodología, clasifica como una zona proclive a la ocurrencia de desprendimientos de rocas, solo adoptando el criterio de uso y ocupación de la superficie (Figura 9).
Susceptibilidad a desprendimientos de rocas en el sector centro-norte de la ciudad de Toluca y su posible impacto en el desarrollo local
De acuerdo con los resultados mostrados en el mapa de susceptibilidad a los desprendimientos,
basado en el método heurístico en sus dos variantes, “análisis geomorfológico” y la “combinación cualitativa de mapas”, se logran definir cinco niveles de susceptibilidad: muy baja, baja, media, alta y muy alta (Figura 10).
Las zonas catalogadas como de “muy alta susceptibilidad” corresponden a sitios donde afloran las rocas andesíticas muy fracturadas, desarrolladas en condiciones geomorfológicas complejas, donde el uso de la superficie ha sido fundamentalmente urbano y en menor medida pastizales; mientras que las zonas clasificadas como de “alta susceptibilidad” se diferencian de la primera únicamente en una disminución de la susceptibilidad geomorfológica, exactamente en la no coincidencia de la dirección de inclinación de las laderas con la dirección de echado de los estratos o planos de fallas (Tabla 3 y Figura 4). En ambas zonas, o categorías de susceptibilidad, y a modo de validación de la calidad de cartografía obtenida en los trabajos de campos realizados en el año 2018, se pudieron identificar al menos diez desprendimientos rocosos.
La “susceptibilidad media” se relaciona con las rocas andesitas, pero en pendientes entre 5° y 20°, con uso especialmente urbano, donde se identificaron dos desprendimientos. Así mismo, los materiales piroclásticos pueden alcanzar susceptibilidad media en condiciones de pendientes superiores a los 15°; tal es el caso de la zona ubicada al este del Barrio San Miguel Apinahuizco (Figura 10).
Los sitios clasificados como de “baja” y “muy baja” susceptibilidad a los desprendimientos están conformados por suelos donde la característica del material no consolidado anula la posibilidad del proceso geomórfico. La diferencia fundamental en estas dos categorías consiste en sus condiciones geomorfológicas. Durante los trabajos de verificación de la calidad de la cartografía no se comprobaron desprendimientos de rocas en estas dos últimas categorías de susceptibilidad; sin embargo, se verificaron cuatro deslizamientos rotacionales en zonas de pendientes superiores a los 15°, derivado de la poca cohesión de los suelos (Figura 10).
Finalmente, este trabajo pretende colocar en perspectiva el impacto actual y futuro de los desprendimientos de rocas en el bienestar y calidad de vida de los residentes, así como la incidencia que este proceso geomórfico puede tener en un desarrollo local sustentable, de acuerdo con un escenario geográfico similar al investigado. Para lograrlo, se le asignó a cada manzana el nivel de susceptibilidad predominante y se verificaron la cantidad de viviendas y habitantes, según INEGI (2010) (Figura 11 y 12). Es oportuno aclarar que los límites de susceptibilidad a los desprendimientos o, en general, a cualquier fenómeno o proceso de carácter natural, no necesariamente guardan correspondencia con los límites urbanos, como las manzanas. Es así como las escenas de las Figuras 11 y 12 solo representan la susceptibilidad predominante en el perímetro de cada manzana y pierden pequeños pixeles de otras categorías de susceptibilidad hacia su interior.
De este análisis se puede concluir que aproximadamente el 22 % de la población reside en zonas de muy alta y alta susceptibilidad a los desprendimientos de rocas (4 687 personas), mientras que el 51 % (11 109) habitan en zonas de susceptibilidad media (Figura 11). Esta realidad ofrece una dimensión de las circunstancias complejas que afronta una importante parte de la población del centro-norte de la ciudad de Toluca. Además, marca pautas para la toma de decisiones, por parte de Protección Civil Municipal, especialmente para el establecimiento de sistema de alertas, en periodos de intensas lluvias, principal factor detonante. Es importante indicar que se está en presencia de un desarrollo urbano que califica perfectamente con la denominación de “vulnerabilidad construida”, como señalan Hernández-Santana, Méndez, Ordaz y Baró (2017). Este calificativo aplica a comunidades que se asientan en sitios proclives a amenazas naturales, donde eventualmente los acontecimientos conducen al incremento de pérdidas humanas y de daños materiales y de las infraestructuras socioeconómicas.
Este estudio revela 1 126 viviendas en condiciones de alta y muy alta susceptibilidad a los desprendimientos de rocas (Figura 12), cuyas zonas presentan condiciones muy desfavorables para el desarrollo urbano, ya sea de viviendas o de infraestructura de gran porte, como hospitales, escuelas, plazas comerciales u otras. Incluso, la zona de susceptibilidad media, donde actualmente se emplazan 3 144 viviendas, debe ser manejada con estricta precaución, especialmente en la ejecución de obras que exijan taludes, con el ulterior debilitamiento de las estructuras adyacentes.
CONCLUSIONES
El desarrollo urbano del sector centro-norte de la Ciudad de Toluca se ha desplegado sobre un relieve proclive a la ocurrencia de movimientos gravitacionales, lo que da como resultados desprendimientos de rocas y, en menor medida y frecuencia, los deslizamientos de tierra. La metodología empleada consideró factores condicionantes para el análisis de susceptibilidad a los desprendimientos de rocas, como la litología, el uso y la ocupación del terreno y las condiciones geomorfológicas y estructurales locales. La integración de estas variables permitió revelar cinco niveles de susceptibilidad a los desprendimientos de rocas: muy baja, baja, media, alta y muy alta.
Los sitios clasificados con “muy alta susceptibilidad” y “alta susceptibilidad” se caracterizan, desde el punto de vista geológico, por afloramientos de andesitas muy fracturadas, con un uso del suelo predominantemente urbano. Ambas categorías se desarrollan sobre pendientes del terreno superiores a los 15°, con una disminución de la susceptibilidad geomorfológica para la categoría de alta susceptibilidad, derivada de la relación geométrica entre los estratos y las laderas. El resultado cartográfico presentado se puede considerar como un instrumento técnico para justificar la contención del crecimiento urbano en las zonas de susceptibilidad media, alta y muy alta, aunque se debe complementar un análisis de la susceptibilidad a los deslizamientos en el futuro inmediato, especialmente en las áreas ocupadas por suelos y material piroclástico.
Los análisis de susceptibilidad desarrollados evidencian categóricamente que esta zona urbana es desfavorable para el desarrollo de infraestructura de grandes dimensiones, como hospitales, escuelas, plazas comerciales e incluso para el desarrollo habitacional y de vialidades. Actualmente, la deficiente planeación urbana y la débil observancia a las condiciones geólogo-geomorfológicas del sitio han conducido a un escenario de vulnerabilidad construida, con 4 270 viviendas en condiciones de media, alta y muy alta susceptibilidad a los desprendimientos, donde residen 15 796 personas. Esta condición de exposición produce un sistemático impacto en el desarrollo local, constatado en el presente con afectaciones a los inmuebles y a las vialidades.