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Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.30 no.60 México jul./dic. 2022  Epub 31-Mayo-2024

https://doi.org/10.18504/pl3060-002-2022 

Artículos

Construcción de privilegios y actitudes hacia la riqueza: percepciones y creencias de madres y padres de colegios de élite en Chile

Privilege creation and attitudes towards wealth: mothers’ and fathers’ perceptions and beliefs of elite schools in Chile

*Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudiante de Magíster en Métodos para la Investigación Social, Universidad Diego Portales (Chile) | jialfaro@uc.cl

**Doctor en Sociología por la Freie Universität Berlin de Alemania. Profesor en la Escuela de Sociología, Universidad Diego Portales (Chile) | jorge.atria@mail.udp.cl

***Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudiante de Magíster en Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile) | saortuza@uc.cl


Resumen:

Este artículo aborda la construcción y reproducción de privilegios en la mirada de hombres y mujeres de élite en Santiago de Chile. Basándose en 24 entrevistas semiestructuradas realizadas a madres y padres de cinco prestigiosos colegios, se presentan tres dimensiones del privilegio que configuran distintas actitudes hacia la riqueza: remisión al pasado familiar, aprovechamiento de oportunidades, y actitud de naturalidad. Así entendido, el privilegio incide en la selección de un determinado establecimiento educativo, aunque este adquiere distintas comprensiones en cada uno. El artículo releva la importancia de la construcción de privilegios como clave para expandir la investigación sobre las élites y la reproducción de desigualdades.

Palabras clave: privilegio; riqueza; desigualdad; élites; educación

Abstract:

This paper deals with the process of construction and reproduction of privilege as seen by elite members in Santiago de Chile. Based on 24 semi-structured interviews with school parents of five prestigious high-schools, we present three dimensions of privilege, which specify different attitudes towards wealth: reference to family history, taking advantage of opportunities, and an attitude of ease. Thus, we show the influence of privilege on school choice, though schools understand it in different ways. This paper asserts the importance of privilege creation as a crucial process to expand elite research and the ways inequality is reproduced.

Keywords: privilege; wealth; inequality; elites; education

Introducción1

La sociología entiende a las élites como aquel grupo que posee acceso o control desproporcionado de un recurso que le otorga ventajas sobre el resto de la sociedad, pudiendo convertirlo en otras formas de capital (Khan, 2012, p. 362). Los estudios sobre las élites utilizan una aproximación centrada ya sea en el poder y los recursos de este grupo (Page et al., 2013), o en la ocupación de posiciones dominantes en esferas relevantes (Bürklin & Rebenstorf, 1997), aunque existen trabajos que combinan ambas aproximaciones y añaden elementos de observación adicionales -como la reputación (Hoffmann-Lange, 2018)-, o que plantean que los circuitos de poder y toma de decisiones se han dinamizado de modo tal que han incorporado a nuevos grupos que acumulan riqueza y cumplen funciones clave en la economía (Savage & Williams, 2008). Junto a individuos y relaciones entre individuos y grupos, una línea de estudios se ha enfocado, por otra parte, en organizaciones e instituciones de élite (Khan, 2012).

En América Latina, una creciente literatura ha estudiado la importancia de la élite para comprender la histórica persistencia de altas desigualdades, tanto en términos de concentración de recursos como de su influencia para hacer prevalecer sus preferencias (Rodríguez-Weber, 2017; Atria & Hernández, 2020). Estos estudios permiten observar, desde varios ángulos, la baja disposición a mayores políticas redistributivas, la opción preponderante por servicios privados, la fuerza de las relaciones sociales para resguardar posiciones de jerarquía, la importancia atribuida a la responsabilidad individual por sobre factores estructurales para justificar beneficios distribuidos asimétricamente, y la crítica a la ineficiencia fiscal para explicar la ineficacia de las políticas contra la desigualdad (Heredia, 2016; Krozer, 2020; López et al., 2020; Reis, 1999).

En Chile, la situación aventajada de la élite se ha asociado con factores tales como el acceso desigual a las oportunidades creadas por la liberalización económica, la concentración de propiedad, la ausencia de tributación progresiva, el limitado poder negociador de los trabajadores, y la baja prioridad del tema distributivo en las políticas públicas (Jiménez & Solimano, 2012; Atria, 2019). Más allá de lo económico, se constata también un acceso diferenciado a bienes y servicios, lógicas jerárquicas y desigualdades de trato (Araujo, 2013), y una difundida creencia en la meritocracia, la cual prioriza la atribución de las causas de la pobreza y la riqueza al esfuerzo individual en detrimento de los factores adscriptivos (PNUD, 2017; Atria et al., 2020).

En este contexto, el sistema educativo muestra un alto nivel de segregación socioeconómica en comparación internacional, destacando un grupo de escuelas privadas de élite, financiadas exclusivamente con recursos familiares y fuertemente distanciadas del resto de los establecimientos (Bellei et al., 2020). Esta segregación potencia una estructura de distribución de oportunidades altamente desigual, lo que facilita el acceso preferente del alumnado que de ellos egresa a la jerarquía económica.

Aunque estudios previos han analizado el acceso a colegios exclusivos en conexión con la segregación territorial de la riqueza (Méndez & Gayo, 2018), la constitución de los grupos superiores como comunidad, y los procesos de cierre social que los distancian del resto (Bellei et al., 2020), es poco claro cómo la elección de colegio y las prácticas de crianza interactúan con los valores familiares y sus concepciones del privilegio. Esto se liga con dos ámbitos de interés para el estudio de las élites contemporáneas: por un lado, la comprensión de las subjetividades relacionadas con el acceso a recursos socialmente relevantes, iluminando las dinámicas de construcción y legitimación de privilegios y las tensiones al interior de estos grupos. Por otro, la indagación sobre cómo se enseña a relacionarse con la riqueza y a legitimarse en posiciones jerárquicas, lidiando con el problema moral que esto supone para las madres y padres en etapa de crianza (Sherman, 2017), en un contexto de crecientes desafíos para desenvolverse en sociedades más democráticas y abiertas (Khan, 2011).

Este artículo busca aportar en esos ámbitos examinando las narrativas de madres y padres de colegios de élite en cuanto a la construcción y legitimación del privilegio. Para esto, indagamos en los orígenes familiares del privilegio, las razones para elegir un determinado colegio en detrimento de otros similares, y los valores que esta elección expresa en términos de actitudes específicas hacia la riqueza. Para esto, se realizaron 24 entrevistas semiestructuradas a madres y padres de cinco colegios para los cuales existe evidencia robusta de que favorecen el acceso a posiciones de élite y a la vez al 1% más alto de ingresos nacional (Zimmerman, 2019). Se trata de un subgrupo específico de establecimientos privados que constituyen el espacio donde las élites han concentrado casi por completo la formación de sus hijos (Madrid, 2015). Con esto, apuntamos a familias cuya elección escolar conecta primariamente con la producción y reproducción de posiciones aventajadas. Simultáneamente, permite vincular los estudios sobre segregación educacional con la sociología de las élites, a fin de examinar los valores y actitudes que dan sentido, identidad y distinción a las posiciones prestigiosas en las sociedades contemporáneas.

Los resultados muestran que el privilegio posee tres dimensiones: remisión al pasado familiar, importancia de aprovechar las oportunidades, y actitud de naturalidad, que están presentes en la elección escolar y comunican relaciones específicas con el patrimonio económico. Además, las madres y los padres presentan una distinción importante entre “calidad” y “valores” de un establecimiento, siendo este último factor el que mejor refleja sus decisiones. Finalmente, se advierten diferencias en el modo de procesar las actitudes hacia la riqueza entre establecimientos laicos y religiosos.

En la sección que sigue discutimos la literatura sobre el privilegio, la crianza y la elección de escuela. Posteriormente abordamos la metodología, incluyendo una caracterización de madres, padres y establecimientos seleccionados. Luego exponemos los resultados, examinando la noción de privilegio según nuestros participantes, la relación entre familia y elección escolar, y las diferencias en el ejercicio del privilegio. Por último, sugerimos algunas líneas de investigación acerca de las élites resaltando el aporte del concepto de privilegio para dicho esfuerzo.

Privilegio: concepto y reproducción

La noción de privilegio contribuye a dar cuenta de la especificidad de las élites contemporáneas en los procesos de reafirmación de su posición y renovación de su legitimidad. En sociedades que cuestionan crecientemente la exclusión y adscripción, la conservación y reproducción de ventajas se asocia a creencias sociales expandidas, como el trabajo duro y el esfuerzo individual. Para Khan (2011), esto refleja la transición desde lo asumido como un derecho hacia el desafío de desarrollar un privilegio. Tal transición no niega la expansión del mérito, pero tampoco impide la continuidad de una sólida jerarquía social.

Para Khan (2011, p. 14), lo que define al privilegio es la interiorización de cierta espontaneidad o naturalidad, disposición que moviliza los capitales culturales para transmitir beneficios intergeneracionalmente, perpetuar el poder y negociar jerarquías, en línea con una larga tradición sociológica enfocada en las disposiciones culturales para la reproducción de ventajas, la perpetuación del poder y la negociación de jerarquías (Bourdieu, 1996; Lareau, 2003). Tal naturalidad se expresa como el “desarrollo de un sentido de sí mismo y de un modo de interacción con otros que confiere ventajas” a las élites (Khan, 2011, p. 14), lo que las prepara para enfrentar con comodidad y seguridad los entornos y situaciones de su vida cotidiana. Las élites contemporáneas, argumenta Khan, no extienden sus ventajas apelando a la herencia o pertenencia familiar, sino desarrollando una narrativa meritocrática y un trato igualitario por medio de esta naturalidad y su movilización tácita de capitales. Sin embargo, esto no quiere decir que las posiciones de privilegio sean un fenómeno palpable o transparente para quienes las ocupan (Twine & Gardener, 2013, p. 9).

Diversos estudios han resaltado la importancia del sistema educativo en los proyectos de movilidad social. En Chile, por ejemplo, el peso de la escuela es tan decisivo que puede incluso atravesar la educación universitaria y marcar diferencias laborales y económicas. Así, mientras estudiantes de universidades que pertenecen a la Ivy League en Estados Unidos con padres ubicados en el quinto quintil de ingresos tienen 65% de mayor probabilidad de formar parte del 1% superior de ingresos que aquellos con padres del primer quintil, los estudiantes de colegios privados estudiando en las carreras y universidades más prestigiosas de Chile tienen 123% de mayor probabilidad de llegar al 1% que quienes cursan los mismos programas pero no vienen de esos colegios (Zimmerman, 2019, p. 14).

Así, aunque para la mayoría de la población el paso por la educación formal se traduce en un desafío de resiliencia y competición en una estructura desigual de oportunidades, para las élites el desafío es esencialmente adaptativo: los estudiantes deben prepararse para un mundo donde los modelos institucionales y de comportamiento basados en lógicas aristocráticas se encuentran en declive, y donde se han incorporado nuevas exigencias y requerimientos de legitimación de las posiciones prestigiosas (Gessaghi, 2015; Stabili, 2003). Esta capacidad adaptativa es central para que las élites aprovechen sus ventajas, aumenten el control en las “situaciones en que se encuentran con otros” (Andreotti et al., 2015, p. 8), y logren moldear los contextos en que se relacionan con su entorno.

Estudios para América Latina refrendan que las élites se ocupan activamente de la adaptación, la conservación de privilegios y la reconversión de sus estrategias. Así, en Argentina se ha mostrado cómo el apellido familiar y el compartir un determinado estilo de vida cobran relevancia para justificar el privilegio (Gessaghi, 2015, p. 17). Con foco en la educación, por su parte, otras investigaciones chilenas han destacado la vinculación familiar intergeneracional con establecimientos específicos como un aspecto que forma parte de las estrategias de reproducción (Gayo et al., 2019; Carrasco et al., 2016). Esto sugiere que existen instituciones históricas de élite que educan a sus miembros, lo que sin embargo no implica que no existan otras instituciones noveles de élites, algo que puede encontrarse en otros ámbitos de la vida social de este grupo.

Familia: prácticas de crianza y privilegio

La conservación de posiciones de prestigio es multidimensional. Si bien, por una parte, existen métodos de traspaso de dinero y bienes materiales, es asimismo decisiva la transferencia de bienes simbólicos y culturales propios de estos grupos, incluyendo los esfuerzos por inculcar valores relacionados con el mantenimiento de una relación específica con la riqueza. Para Sherman (2017, p. 29), los padres se preocupan de dos cosas: buscar las ventajas de sus hijos y ayudarlos a desarrollar sus capacidades y pasiones; y formar “buenas personas”, esto es, que no sean materialistas, que tengan conciencia de sus ventajas y que entiendan el valor del trabajo duro. Esto es coherente con lo que Gessaghi (2015) analiza como la búsqueda de sencillez.

Esta labor formativa se condice con la idea de “crianza concertada” (Lareau, 2003), que se caracteriza por el fomento de la adquisición de habilidades, como la negociación, el uso amplio del lenguaje, y una mejor relación de los niños con las instituciones (e. g., escuelas o centros de salud). De igual modo, Khan & Jerolmack (2013) le atribuyen al mayor desarrollo del lenguaje un medio para que la élite pueda dar cuenta de sí misma, algo para lo que se forman con especial atención y que la hace distintiva como grupo.

La crianza cultivada o parentalidad intensiva tiene por consecuencia una apropiación de la posición por parte de las nuevas generaciones, otorgándoles al mismo tiempo un sentimiento de legitimidad de su posición respecto a la sociedad (Sherman, 2017; Méndez & Gayo, 2018). Esta apropiación apunta directamente a cómo las personas se comportan y se sienten más que a aquello que materialmente poseen. En ese sentido, la autopercepción de legitimidad que las élites desarrollan no consiste en disponer de bienes materiales como marcadores de estatus, sino en aprender una manera de ser que traza fuertes barreras simbólicas con otros grupos (Gessaghi, 2015; Lamont & Molnár, 2002).

Además, las prácticas de crianza forman parte de la construcción de privilegios mediante el aprovechamiento de oportunidades y el aprendizaje del “optimismo asegurado” (Forbes & Lingard, 2015) como formas típicas de relacionarse con el mundo. El “optimismo asegurado” describe la enseñanza que se da a los niños respecto a que el futuro empieza aquí y ahora, y que está hecho a la medida de sus propias aspiraciones y metas. Los niños deben prepararse para ser profesionales de alto nivel, generalmente a escala global (Forbes & Lingard, 2015, p. 117). Tal preparación suele corresponderse con la oferta de las escuelas de élite, cuyo “habitus institucional” permite formar en sus estudiantes hábitos y disposiciones alineados con las llamadas “habilidades blandas”, la “inteligencia emocional” y otros comportamientos propios de posiciones de liderazgo profesional internacional (Forbes & Lingard, 2015, p. 118).

Elección de escuela y reproducción del privilegio

Las pautas de crianza adquieren una nueva dimensión al momento de elegir un colegio: se busca una articulación entre familia y escuela. El proceso de elección sirve, tanto para ingresar a una comunidad cuyos valores coincidan con los promovidos por la familia, como para trazar límites simbólicos respecto a quienes no pertenecen a ella (Ziegler et al., 2018; Lareau et al., 2016). Esto coincide con los trabajos que han señalado que la elección escolar prioriza la información obtenida del círculo cercano por sobre los datos objetivos (Ball & Vincent, 1998), y en la élite esto se asemeja a la adquisición de una membresía o pertenencia a un círculo (Pinçon & Pinçon, 2000, p.25) como forma simbólica de la clase. Dicha membresía requiere no solo de la capacidad de pago de matrícula, sino también de la aceptación del grupo. Esto ayuda a entender el poco o nulo conocimiento que usualmente muestran las élites -y parte de las capas medias- de establecimientos escolares distantes de sus intereses y los de sus cercanos (Lareau & Goyette, 2014, p. 8).

Desde el lado de las familias, la elección de una escuela de élite puede considerar diversos criterios. En Argentina se ha hallado la relevancia del vínculo entre los proyectos de los establecimientos y el estilo de vida al que aspira la familia (Ziegler et al., 2018). En Chile, Bellei et al. (2020) encuentran tres tipos de electores: el comunitarista tradicional, el neoconservador y el ilustrado moderno. Los dos primeros reflejan en su elección la pertenencia a comunidades específicas, en tanto que el tercero busca en la escuela un espacio para que sus hijos se formen como individuos autodeterminados.

La escuela refuerza las creencias y valores provenientes de la crianza, y contribuye enseñando las lógicas meritocrática y gerencial. La lógica meritocrática ha adquirido amplia validez en la actualidad, y la ciudadanía frecuentemente cree que prevalece en sus países (Duru-Bellat & Tenret, 2012). Varios trabajos discuten su relevancia porque se erige como un principio legitimador de desigualdad, justificando así diferencias en la estructura social al resaltar el rol del individuo en la producción de su destino (Hadjar, 2008; Atria et al., 2019). La escuela tiene un papel central en estas preocupaciones, dada su relevancia formativa de individuos y su (in)capacidad de abstraerlos de las ventajas y desventajas del origen (Bayer & Wohlkinger, 2016).

La lógica gerencial, por su parte, supone la enseñanza implícita de aptitudes para el mando. El currículum gerencial se articula con lógicas de mercado, promoviendo la formación de racionalidad, autonomía, responsabilidad y libertad (Madrid, 2015, p. 113). Tal preparación puede facilitar la creación de redes estratégicas en el futuro o la aprobación exitosa de procesos laborales para acceder a cargos de poder. Este currículum suele destacar la excelencia académica y posteriormente profesional como símbolo de realización personal y social, aunque con distintos énfasis, los cuales constituyen un factor de diferenciación entre colegios de élite (Madrid, 2015, pp. 113-114).

Así, el principio meritocrático articulado con un currículum gerencial puede reforzar una visión que atribuye la riqueza y la pobreza a factores individuales, en detrimento de los sociales o estructurales. Esta combinación amplía la brecha socioeconómica, generando interpretaciones disímiles para explicar las posiciones sociales aventajadas y desaventajadas (Atria, 2021). Asimismo, más allá de la vida escolar, esa combinación puede sustentar un ethos paternalista en los grupos privilegiados, condicionando las políticas de bienestar a los más pobres, cuestionando su capacidad de progreso y restringiendo las medidas consideradas como apropiadas (Edmiston, 2017, p. 6).

Consiguientemente, la formación educacional de las nuevas generaciones es central para dotar de legitimidad a la posición propia: las élites experimentan el privilegio como algo que se merece y vincula con un conjunto de virtudes (Kenway & Lazarus, 2017). Aunque estudios latinoamericanos resaltan la necesidad de generar redes de apoyo y colaboración para acceder a una posición de élite -que reconozca que se pertenece a un grupo y se tienen los méritos- (Luci & Gessaghi, 2016), la literatura coincide en la centralidad de la crianza y la escuela para facilitar dichos procesos.

Datos y método

Para esta investigación se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas (Flick, 2004) a madres y padres de colegios de élite en Santiago de Chile. La elección de esta técnica estriba en el interés de profundizar en cómo la élite le otorga sentido a la acumulación de riqueza, la construcción de privilegios, la elección de escuela y las prácticas de crianza.

La noción de colegios de élite es flexible y varía históricamente, pues lo que la distingue es que sean colegios elegidos por la élite para formar a cada nueva generación (Moya & Hernández, 2014). Desde esta premisa, seleccionamos establecimientos que cumplen con tres características para justificar su condición. Primero, se ubican dentro de las comunas denominadas “cono de alta renta”, las cuales concentran los grupos de mayores ingresos de Santiago y de Chile, es decir, en Las Condes, Vitacura y La Reina.

Segundo, están entre los mejores del país en los resultados de las dos pruebas principales de rendimiento escolar: la prueba del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) y la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Por ejemplo, en el proceso 2017 de la PSU, dos de los cinco seleccionados fueron parte de los 10 mejores a nivel nacional, dos ocuparon los sitios 11 y 25, y el restante se colocó entre los mejores 65.2

Tercero, los cinco colegios son privados, esto es, sin ningún aporte estatal, y poseen elevados costos de mensualidad y matrícula. La media de la colegiatura anual es cercana a 5 000 000 de pesos chilenos (CLP), la media de cuotas de incorporación es cercana a los 3 000 000, y ninguno desciende de una cuota de 2 260 000 ni de una colegiatura anual de 4 400 000.3 Es ilustrativo en este punto que la media de una colegiatura mensual en Chile corresponde a 1.4 sueldos mínimos.4 La Tabla 1 presenta estos costos.

Tabla 1 Costo colegios seleccionados 

Ítem/Medida Media (USD) Mediana (USD) Valor mínimo (USD) Valor máximo (USD)
Cuota de incorporación CLP 2 913 667
(USD 4551)
CLP 2 400 337
(USD 3749)
CLP 2 266 985
(USD 3541)
CLP 4 800 675
(USD 7498)
Matrícula CLP 342 839
(USD 535)
CLP 330 000
(USD 515)
CLP 288 040
(USD 450)
CLP 388 054
(USD 606)
Colegiatura anual CLP 4 929 168
(USD 7698)
CLP 4 637 986
(USD 7244)
CLP 4 435 000
(USD 6927)
CLP 6 240 878
(USD 9747)
Otros costos CLP 52 796
(USD 82)
CLP 64 500
(USD 101)
CLP 13 335
(USD 21)
CLP 133 352
(USD 208)

Fuente: Elaboración propia.

Cuarto, se trata de instituciones que tienen entre 50 y 90 años de antigüedad y que han formado históricamente a miembros de la élite chilena.

Trabajos previos coinciden en torno a tres tipos de colegios de élite en Chile (Moya & Hernández, 2014; Thumala, 2007): i) laicos, ii) vinculados a congregaciones católicas tradicionales (e. g., padres franceses, jesuitas), y iii) pertenecientes a nuevos movimientos católicos (e. g., Legionarios de Cristo, Opus Dei). Para abarcar la mayor diversidad de casos posible, se seleccionó un laico, dos católicos tradicionales y dos de nuevos movimientos católicos. El laico concentra una mayor cantidad de entrevistas, y los otros una menor cantidad por corresponder a una misma congregación. Por ejemplo, los colegios de movimientos católicos tradicionales están localizados contiguamente y pertenecen al mismo movimiento, con la diferencia de que uno de ellos entrega educación para hombres y otro para mujeres. Los de nuevos movimientos católicos se explica de la misma forma. La Tabla 2 describe la muestra según los establecimientos.

Tabla 2 Distribución de la muestra 

Categoría Colegio católico tradicional 1 Colegio católico tradicional 2 Colegio nuevos movimientos 1 Colegio nuevos movimientos 2 Colegio laico
Apoderados entrevistados (solo un colegio) 3 3 3 1 8
Apoderados entrevistados dos colegios (misma categoría) 2 3  
Apoderados entrevistados dos colegios (distinta categoría)   1
Total apoderados 24

Nota: Solo una entrevistada tiene a sus hijos en dos colegios de distinta categoría: un colegio católico tradicional y uno de nuevos movimientos católicos.

Fuente: Elaboración propia.

Estudios previos reportan la condición distintiva de élites de estos colegios, tanto porque han formado históricamente a este tipo de grupos -resistiendo a la renovación de establecimientos-, como por su alta posibilidad de proyectar su influencia en la esfera económica y política, y de favorecer el acceso al percentil superior de ingresos (Zimmerman, 2019, p. 14; Moya & Hernández, 2014).

Se realizaron 24 entrevistas siguiendo una estrategia de muestreo por conveniencia (Alaminos & Castejón, 2006). Primero se identificaron participantes a partir de un listado de contactos de los investigadores, quienes cumplieron un rol de “porteros”, facilitando la vinculación con otros individuos, normalmente pertenecientes al mismo colegio. En la medida que no todos entregaron nuevos contactos, se optó por buscar nuevos reclutamientos en los ingresos de los establecimientos e incorporar una segunda ola de contactos derivados de los porteros iniciales.

Del total de entrevistas, 88% corresponde a mujeres, un porcentaje similar a la investigación con élites de Sherman (2018, p. 416). Esto se explica por su mayor disposición a participar en este estudio y porque su presencia fue mayor a la de los hombres en los colegios seleccionados. El cien por ciento posee un título profesional distribuyéndose del siguiente modo: áreas de educación: cinco entrevistados; salud: cuatro entrevistados, y comercio/empresa: tres entrevistados. El resto poseen profesiones de periodista, agrónomo, arquitecto, diseñador. Solo cuatro entrevistadas no ejercen su profesión actualmente. Este perfil de participantes es coherente con trabajos previos que plantean que la pertenencia a la élite está dada por distintos roles, considerando que existen enormes inequidades de género en las posiciones de poder (PNUD, 2020) y que el acceso a herencias familiares o la existencia de un cónyuge en posiciones de poder puede dar espacio a ocupaciones más tradicionales o de menor remuneración (Sherman, 2018). Asimismo, puesto que las mujeres ocupan un rol determinante en los procesos de crianza (Madrid, 2017; Reay, 2004), este tipo de muestra permitió aproximarse en profundidad a las dinámicas familiares y al proceso de elección escolar, un ámbito de decisiones que, por el exclusivo tipo de colegios seleccionado para este trabajo, es crucial para alcanzar posiciones de élite.

La mayoría de los entrevistados vive en las comunas donde se ubican los colegios y donde se concentra el mayor precio del suelo en Chile. Las entrevistas se realizaron principalmente en los domicilios de los participantes, aunque también hubo algunas en sus lugares de trabajo y cafeterías cercanas. La duración promedio de las entrevistas fue de 45 minutos y se realizaron entre mayo de 2017 y noviembre de 2018.

Los temas centrales fueron: i) desigualdad en Chile, ii) desigualdad y riqueza en la vida cotidiana y iii) elección de establecimiento y rol de la educación frente a la desigualdad. Sin embargo, con el desarrollo de las entrevistas surgieron especialmente tres nuevos temas: pasado familiar, meritocracia, y aprovechamiento de oportunidades para el aumento del capital económico. Estas categorías emergentes fueron agregadas a la pauta de la entrevista, y favorecieron que los entrevistados reflexionaran sobre la legitimación del privilegio, y las conexiones entre elección escolar y crianza.

El análisis se realizó con el software Nvivo 10 y constó de dos etapas. Primero, se efectuó una codificación abierta, con la cual se identificaron las principales narrativas de las entrevistas. La información obtenida fue agrupada en nodos, siguiendo una lógica inductiva. Una vez creado un esquema de conceptos, se seleccionaron los temas de mayor relevancia para, en una segunda etapa, organizarlos en una matriz de vaciado que permitiera acceder a la información con mayor facilidad, y también analizar en profundidad los temas iniciales junto a las categorías emergentes.

Definiendo, reproduciendo y ejerciendo privilegios

El concepto de privilegio

Los entrevistados se muestran consistentemente reacios a hablar de élites y clase alta cuando se les pregunta sobre los grupos superiores. Así, desarrollan una manera indirecta para hablar de las diferencias sociales y, por medio de este desvío, aparece la noción de privilegio. Reconocen que el estilo de vida propio y de sus familias no representa las trayectorias vitales de la mayoría, pero sus narrativas enfatizan ciertas prácticas y valores para distanciarse de las caracterizaciones de Chile como un país desigual.

El privilegio es separado persistentemente de la posesión y goce de la riqueza. Las visiones convencionales sobre la riqueza les suelen evocar a la élite aristocrática tradicional, que vive de su patrimonio y que no lo obtuvo como consecuencia de haber aprovechado las oportunidades alrededor suyo. Así, los actuales modos de vida del privilegio distarían de sus expresiones clásicas en la sociedad chilena. Como sugiere un entrevistado, el estilo aristocrático aún existe, pero hoy constituye una desadaptación: “Yo creo que hay que hacer una distinción, porque está la élite que está un poco más anquilosada en el pasado, que es un poco más histórica, esa élite tradicional, que es impenetrable. Conozco gente de esa élite, pero yo no me siento parte de nada de esa élite tradicional” (Hombre, Colegio católico tradicional).

Esta distinción coexiste con una reticencia a hablar de clases sociales. Este rechazo pareciera asociarse a una concepción dicotómica de la sociedad, donde los entrevistados quedarían ubicados en el mismo segmento que la aristocracia tradicional, perdiendo la referencia a los elementos normativos que ellos destacan. Además, varios participantes consideran que el concepto de clase posee una connotación negativa, que remite al antagonismo o a una división social estática, restringiendo la movilidad y las relaciones virtuosas que existen entre grupos. Frente a la visión de clases como barreras infranqueables, la percepción de que existe movilidad social corrobora la afirmada vigencia del ideal meritocrático.

Asumiendo esa distinción, las madres y los padres sí se consideran miembros de un grupo social que se caracteriza por gozar de oportunidades, seguridad y comodidades que parte importante de la población no tiene. Los entrevistados identifican esta situación como posesión de privilegios, la cual, como se verá posteriormente, presenta similitudes y diferencias con el concepto utilizado por Khan (2011).

Las narrativas sobre el privilegio abordan principalmente tres aspectos. Primero, suponen una clara referencia al pasado familiar: entienden sus oportunidades actuales como una herencia obtenida de sus padres o abuelos, quienes debieron soportar fuertes carencias y dificultades para formar un patrimonio y alcanzar cierto bienestar. Así, la meritocracia adquiere una dimensión familiar, ya que son los antepasados quienes debieron encarar problemas comunes al resto de la sociedad, como la estrechez material, migración desprotegida e incorporación laboral temprana. Esto lo ejemplifica una madre al hablar sobre los sacrificios de sus abuelos: “Mi abuelo era carpintero, mi abuelita era empleada doméstica. Mi abuelo murió cuando mi mamá tenía 19 años y estudió en la universidad profesional, en Estados Unidos… muy estudioso, aprovechó sus oportunidades, sacó adelante a todos sus hermanos” (Mujer, Colegio laico).

Se sugiere frecuentemente que las diferencias entre los antepasados de los entrevistados y los chilenos de su época eran menores que aquellas entre ellos y los chilenos de hoy, pero esto no es tematizado explícitamente. Así, lo que distingue a los antepasados sería su habilidad para sortear dificultades y desarrollarse profesionalmente, obteniendo un lugar social aventajado siempre a costa de un importante sacrificio personal. Por lo tanto, cuando son los antepasados quienes debieron hacer el primer esfuerzo para posicionarse en la élite, el ideal meritocrático no solo incorpora la historia familiar, sino que es inseparable de ella (Thumala, 2011). La remisión a la historia familiar también posee una importante dimensión formativa para las generaciones posteriores, que no solo agradecen aquello que recibieron, sino que además deben esforzarse activamente por continuar esa trayectoria. Sin embargo, el cambio en las condiciones en que antes operaba esa meritocracia no reviste mayor importancia para entrevistadas y entrevistados.

Segundo, el testimonio de las generaciones previas invita insistentemente a aprovechar las oportunidades recibidas. De este modo, el privilegio se asocia con la capacidad de generar y gestionar oportunidades para continuar una historia familiar de esfuerzo. Así lo afirma una madre al señalar que “Me pelé el ajo estudiando, he trabajado hasta el mes pasado que me echaron, tuve seis niños, con cada uno de mis niños tuve mi pre y post natal y volví a trabajar y tuve que arreglármelas, puse mi esfuerzo” (Mujer, Colegio nuevo movimiento católico). Esto puede entenderse como una forma de validación y es independiente de la importancia de otros factores tales como las redes de apoyo (Luci & Gessaghi, 2016).

En este punto, la educación escolar cumple un rol fundamental en el manejo y desarrollo de posibilidades para la vida, y es la primera etapa de actualización de oportunidades, que luego se desarrolla plenamente en el trabajo. Asimismo, el colegio es percibido por los entrevistados como un mecanismo para que sus hijos cultiven el ideal meritocrático, pues observan que en él hay un entorno que los insta a tener conciencia del sacrificio que esto supuso para generaciones anteriores. La clave está en comprender que la idea de oportunidades no es meramente utilitaria, sino un elemento importante del vocabulario moral de madres y padres.

Un tercer aspecto del privilegio definido por los entrevistados se asemeja a lo que Khan (2011) denomina “naturalidad”. Denota la capacidad de desenvolverse espontánea y libremente en un entorno de riqueza y oportunidades, lo que muestra fortaleza ante las adversidades propias de la clase y flexibilidad para adaptarse al cambio. En las narrativas de los participantes, la naturalidad se expresa preferentemente en el alejamiento de la ostentación, optando por la austeridad -un estilo de vida que prioriza solo lo que es necesario- y denotando facilidad para vivir con riqueza sin demostrarlo. Sin existir grandes diferencias entre colegios, madres y padres del caso laico expresaron más frecuentemente ciertas alusiones a la flexibilidad y la exigencia de desenvolverse en ambientes más pluralistas y flexibles, que aquellos de los otros dos tipos de colegios.

Esta relación de naturalidad con la riqueza está entrelazada con los dos elementos anteriores del privilegio y, por lo tanto, es central para educar a los hijos. Así, la capacidad de desenvolverse con libertad en un medio donde la riqueza abunda constituye un modo de afirmar una identidad sin seguir modelos de conducta externos. La dependencia de los bienes materiales es vista en este sentido como pérdida de libertad y de esa naturalidad que reivindican las percepciones anteriores. Esto explica la importancia de transmitir esta enseñanza a los hijos y educarlos tempranamente en una actitud de desapego:

Yo hablo por los médicos porque no conozco a los abogados, a los profesores […] empiezan a trabajar y tienen que tener un último auto, sesenta millones de pesos más o menos, por decirte y tienes que poco menos que publicarlo, esta cosa de aparentar, mostrar como que el éxito se define por lo que tienes y no por lo que tú eres […] ¿a usted nunca le enseñaron la discreción con el dinero? (Mujer, Colegio laico).

Yo no tengo televisión en mi pieza, yo tengo solo una televisión en esta casa, porque no va por ahí la educación que yo le quiero dar a mis hijos. Pero si tú vas a casas de gente más pobre, ves que es gente que necesita lo externo para poder ser, para poder existir, para poder tener una razón y poder tener modelos a los cuales poder avanzar (Mujer, Colegio nuevo movimiento católico).

Deben notarse dos cosas sobre la naturalidad frente a la riqueza. Por un lado, no implica en modo alguno que los entrevistados nieguen la importancia de la riqueza en sus vidas. Más bien, el saber cómo relacionarse con la riqueza se convierte en un elemento fundamental que los define como grupo. Por otro, la naturalidad no es una cualidad que opere solamente en el plano material, sino que se extiende al plano de la cultura y los valores dominantes, como se lee en otro pasaje de la misma madre: “Los medios de comunicación hoy en día ejercen una labor muy mala, muy, muy mala. Si bien podríamos usar bien esas cosas, si tú ves la televisión abierta y todo eso […] o sea, la gente más culta no ve la televisión abierta” (Mujer, Colegio nuevo movimiento católico).

La fórmula utilizada por la entrevistada es sumamente pertinente, pues el contraste que establece al considerar ambas frases conjuntamente es entre “gente culta” que prescinde de la televisión, y “gente pobre” que la necesita. Reafirma así que la distinción entre “privilegiados” y “no privilegiados” tiene que ver de cierta forma con la riqueza, en el sentido de que los más desaventajados tendrían una relación de dependencia mayor con lo material, en tanto que quienes más tienen pueden ejercer cierta prescindencia, desarrollando sus virtudes con autonomía. Esta actitud se refuerza también en la reticencia de algunos participantes a identificarse como “élite”, pues ello sugeriría una posición fija ligada a la riqueza. Siguiendo a Sherman (2017), estos comportamientos ilustran la contraposición entre “ser” y “tener”, la cual aparece persistentemente en todos los colegios. Al mismo tiempo, es una barrera simbólica entre aquello que se considera culto y aquello que no lo es, donde lo primero es una parte constitutiva del privilegio.

Reproducción del privilegio: elección de escuela y formación valórica

La educación escolar pone en juego la coherencia entre formación familiar y enseñanza institucional. Madres y padres buscan que los valores inculcados a sus hijos durante la crianza se refuercen en la escuela. Considerando la especificidad socioeconómica de estos colegios, la elección escolar es un proceso en el cual se compromete la posibilidad de seguir trabajando los valores familiares y de cultivar una relación específica con el privilegio.

La mayoría de los entrevistados afirmó que la razón principal para elegir una determinada escuela se debió a los valores morales, religiosos y de relación con lo material que esta promueve. Los valores considerados por los entrevistados incluyen la austeridad, amor al trabajo bien hecho, respeto a la autoridad, amor a la cultura y el conocimiento y, usualmente, una vocación religiosa. En esta línea, destacan la sencillez y distancia con los bienes materiales, junto con el rechazo de la ostentación, similar a los hallazgos de Gessaghi (2015). Aun cuando al interior de los colegios estos ideales no siempre devienen realidad, ellos persisten como un criterio para distinguir las conductas apropiadas de las inapropiadas dentro de la comunidad escolar: “Esos niños tienen unos celulares increíbles porque el niño quiere un celular increíble […] Yo eso no lo hago. Y eso yo lo he visto mucho, entonces no sé, hay gente que no lee, que no se culturiza para nada, pero tiene la mejor televisión” (Mujer, Colegio católico tradicional).

En la elección de establecimiento, los valores familiares e institucionales suelen definirse soslayando el atributo de la calidad. Mientras los valores remiten a la moral, la vida religiosa y el modo apropiado de relacionarse con los demás, la calidad consiste en la capacidad de transmitir destrezas y conocimientos, particularmente aquellos valorados en el mercado laboral. Madres y padres afirman persistentemente que entre los colegios que evaluaron no hay grandes diferencias de calidad y, por lo tanto, en todos ellos los resultados académicos están muy por sobre la media nacional. Esto no significa que la calidad sea trivial, sino que se da por descontada. Por lo tanto, la elección escolar se concentra en la identificación familiar con la cultura institucional y con los valores a los cuales el establecimiento se adscribe.

Lo anterior coincide con la literatura sobre la elección de escuela en Chile, que ha mostrado que los instrumentos de medición de calidad, como las pruebas SIMCE y PSU, no son lo más relevante al tomar una decisión. Más bien, padres y madres suelen recurrir a “fuentes tibias” (Ball & Vincent, 1998), es decir, a las redes sociales de cada familia. En el caso de los entrevistados, las fuentes que consideraron fueron experiencias familiares -sus padres u otros parientes- y testimonios de amistades o de la comunidad religiosa.

En coherencia con estudios previos, las narrativas de nuestros participantes señalan que varias familias tienen una historia ligada a comunidades educativas determinadas. En ese sentido, constantemente se hace referencia a que alguno de los padres es exalumno/a al momento de justificar la elección: “Yo metí a mis niños ahí porque mi marido es exalumno de ahí, y a mi marido yo lo considero una persona muy buena desde el punto de vista con el prójimo” (Mujer, Colegio laico).

Los antecedentes familiares pueden producir el caso inverso, es decir, usar los valores del colegio de los participantes como referencia para tomar distancia y escoger otro. Así, aunque empleada en una dirección distinta, la apelación a las experiencias pasadas se mantiene como un elemento determinante en la elección escolar.

Lo anterior sugiere que este proceso tiene un componente de tradición familiar, y madres y padres apelan a esa experiencia heredada y a la motivación de transmitirla a sus hijos. Este componente adscriptivo suele reforzarse con la práctica de actividades extracurriculares y la membresía en asociaciones de exalumnos, como ocurre con los equipos de deporte, por ejemplo, el rugby, y movimientos religiosos asociados a los colegios, que en ocasiones involucran a alumnos y exalumnos por igual, nutriendo la idea de comunidad escolar.

Por otra parte, el colegio aporta un elemento específico a la formación valórica que permite la expansión de una lógica meritocrática y una visión paternalista de la sociedad. Especialmente las actividades extracurriculares cumplen esta función, por ejemplo, los talleres deportivos y actividades pastorales. Esto verifica lo que Madrid (2015, pp. 120-121) identifica bajo el concepto de “currículum gerencial”, como modo específico en que los colegios de élite preparan a sus estudiantes para el poder, mediante la promoción de elementos vinculados a las sociedades de mercado. En Chile, este currículum realza la valoración del esfuerzo personal como camino para el éxito individual, y refleja los requerimientos crecientes del empresariado en las últimas décadas, en especial la profesionalización y estilos de administración que combinan elementos “duros” -de gestión cuantificable- con la innovación, el liderazgo y la creatividad.

Uno de los ejemplos más claros de aplicación del currículum gerencial es el deporte. A través de esta actividad y la participación en competencias se busca integrar valores como el trabajo en equipo, la sana competencia y la disciplina:

El atletismo es muy competitivo, porque además no es equipo, o sea, es “equipo”, pero también es una cosa personal, está bien en la línea de lo que es la espiritualidad [congregación vinculada al colegio], que es una cosa personal, es una lucha personal, es un camino personal de ti con Dios, pero es una cosa como de “machaca” [sic], de lograr las virtudes, de cumplir ciertas cosas (Mujer, Colegio nuevo movimiento católico).

Estos valores se asocian a aspectos del mundo profesional al cual deberán enfrentarse los estudiantes pues, dada su posición, se espera de ellos la consecución de habilidades que les permitan liderar grupos, desenvolverse en un ambiente de competencia permanente, y ser constantes en el trabajo. En su conjunto, esto se relaciona con lo ya mencionado: el deseo de los entrevistados por inculcar en sus hijos el aprovechamiento de oportunidades para actualizar la posición de privilegio.

Como lo afirma una madre, el deporte es un aspecto central en el proceso formativo de los establecimientos. No solo por los valores que promueve la actividad en sí, sino por el ambiente que lo rodea. Por esto, un hito importante en el calendario escolar de estos y otros colegios privados es el campeonato interescolar, para el cual los alumnos se preparan con anticipación para poder ganar. De este modo, la práctica deportiva trae consigo otros elementos, como la competencia contra otros colegios de élite tanto en la actividad física como en las barras que apoyan a los competidores, además del aprendizaje para vivir en un mundo en el que se debe sobresalir permanentemente.

Si bien los participantes afirman que el deporte inculca en los estudiantes valores que les permiten desenvolverse en el mercado laboral, a la vez señalan que son las actividades de acción social y pastoral las que enseñan el tipo de relación que se espera de ellos para con el resto de la sociedad, especialmente con los más desfavorecidos. En este tema, los colegios confesionales presentan más explícitamente sus ideas a partir de la religión, pero esto por igual cobra validez en el establecimiento laico:

Hay un esfuerzo grande por formar niños generosos, por hacerles ver que ellos tienen… una tremenda oportunidad, y que frente a eso aprendemos, y ese sentido me parece súper importante […] Participan siempre en labores en donde ellos se sienten súper gratificados, por lo tanto empiezan a vivir una experiencia de que ayudar a otros es bueno. Van todos los viernes […] un año les tocan los asilos de ancianos, otro año les toca ir a apoyar, por ejemplo, en Barnechea5 (Mujer, Colegio nuevo movimiento católico).

El componente religioso es fundamental para entender las diferencias entre los colegios seleccionados. Aunque en un primer nivel la identificación con espiritualidades católicas se asocia solo con la elección escolar, su influencia alcanza niveles más profundos, remitiendo incluso a la preferencia por prácticas religiosas específicas y a la formación de un determinado carácter (Thumala, 2011). Por ejemplo, como indican estudios previos, existen diferencias respecto a las prioridades en la formación valórica: en los colegios católicos tradicionales sobresale el interés en los cambios sociales, por las reformas estructurales y una fuerte crítica al individualismo y el materialismo. En los colegios neocatólicos prevalece un discurso de cultivo de la virtud y búsqueda de la integralidad de la persona, además de la vocación por el trabajo. Finalmente, en establecimientos laicos prepondera un discurso sobre los efectos de la globalización y cómo deben situarse en posiciones de vanguardia mediante la promoción de una educación completa (Moya & Hernández, 2014; Thumala, 2007).

Ejercicio del privilegio

Como se vio arriba, el privilegio para madres y padres supone no solo el acceso a ciertas oportunidades para conservar una posición aventajada en el mundo profesional y en el acceso a bienes; también incluye la selección de un estilo de vida particular basado en la sencillez, la austeridad, las referencias religiosas y el respeto por la diversidad.

Este estilo de vida trae consigo una visión del mundo que les permite emitir juicios ante los denominados “nuevos ricos”, así como ante la élite aristocrática o tradicional. De acuerdo a sus caracterizaciones, los nuevos ricos representan la incapacidad de tomar distancia de la riqueza, pues mantendrían una actitud impostada o falsa que no sabe lidiar con la abundancia adecuadamente. Respecto a la élite aristocrática, la desconsideración del ideal meritocrático y un estilo de vida ostentoso serían las razones para diferenciarse de este grupo. La distancia frente a los grupos anteriores sustenta un estilo de vida que legitima el aprovechamiento de oportunidades y la generación de otras nuevas, tanto para madres y padres como para las nuevas generaciones.

Ahora bien, el estilo de vida que inculcan los entrevistados se distingue a partir de los establecimientos en los cuales matricularon a sus hijos. Pese a que comparten el segmento de élite, los colegios entregan posibilidades distintas para ejercer el privilegio, lo que origina diferentes regímenes de relación con la riqueza que nutren determinados habitus.

Así, entre las madres y los padres de colegios católicos -neocatólicos y tradicionales- domina un discurso que enfatiza los comportamientos sencillos y austeros, recalcando el rechazo a excentricidades y lujos. La religión juega un papel fundamental en la tematización de esta actitud. Mientras que los participantes de colegios laicos presentan un discurso distinto pues, aunque la sencillez o la austeridad están presentes, la relación con la riqueza está mediada por la conciencia de una sociedad crecientemente diversa y plural en términos políticos, sexuales y religiosos. Así, lo que se espera de los estudiantes que asisten a establecimientos laicos es que posean una actitud flexible y tolerante con un entorno con el que no necesariamente se comparte el mismo patrimonio ni los mismos valores, pero frente al cual deben mostrarse abiertos a relacionarse. Mientras un padre -ex alumno del colegio de sus hijos- mencionó explícitamente como ejemplo del pluralismo del establecimiento el haber tenido de compañeros a varios de los empresarios más ricos del país, otros aluden a diferencias religiosas y valóricas: “Al ser un colegio laico tú tienes a mucha gente distinta, de hecho les enseñan clases de religión católica, protestante, les hacen clases de judíos cuando chicos y les hacen clases a todos de la historia de la religión. A todos les enseñan religión de esto y de lo otro, te están diciendo: ‘no todos piensan como tú, otros creen en otra cosa y es válida’” (Mujer, Colegio laico).

Otra diferencia latente en los estilos de vida, y que ilumina también la preferencia por distintos colegios, es la valoración del involucramiento en la sociedad. Aunque la mayoría de los participantes sugería una red de contactos compuesta sobre todo por personas del mismo estatus socioeconómico, la valoración otorgada a un mayor contacto con personas de otras clases sociales difiere. Estas diferencias sobresalen entre madres y padres de colegios de nuevos movimientos católicos: estos problematizan en menor medida su posición en la sociedad y su participación social. Aquellos de colegios laicos, en cambio, resaltan fuertemente la diversidad y necesidad de relacionarse con otros estratos socioeconómicos.

Cabe destacar una última diferencia entre los entrevistados y sus formas de validar el privilegio. En el caso de madres y padres de colegios católicos -en especial aquellos de nuevos movimientos católicos-, sus narrativas buscan una mayor legitimación en el hecho de que ellos tuvieron que sortear barreras -económicas, simbólicas o sociales- que no debieron sobrepasar los miembros de las élites de décadas anteriores. Sin embargo, tal como se observó anteriormente en este artículo, estas barreras fueron sorteadas por sus antepasados, y no por ellos.

Los participantes señalan que, aun cuando en el pasado existía una menor riqueza material, la antigua élite podía concentrar fuertemente los recursos sociales relevantes sin tener que preocuparse por posibles caídas en la pirámide social. En otras palabras, las élites no tenían que actualizar permanentemente sus oportunidades para conservar su estatus. Así, en la medida en que las narrativas sugieren que esa élite está en retirada, aunque tengan vínculos biográficos con ella, existe una sólida reivindicación de comportamientos austeros y esforzados para ellos y sus descendientes.

Por su parte, las madres y los padres de colegios laicos reconocen esa diferencia con las élites pasadas, pero su medio de validación se relaciona mayormente con un ethos del trabajo, que los lleva a valorar más el currículum gerencial del colegio, a realizar múltiples actividades en la vida diaria como forma de desarrollo profesional, y a prepararse para un mundo dinámico y cambiante. Es decir, el proceso de legitimación del privilegio es más activo que el de sus pares de los otros colegios.

Como se observa, el ejercicio del privilegio presenta disímiles énfasis valóricos y relaciones con la riqueza, lo que ilustra distintas trayectorias grupales y diferencias entre los perfiles de los colegios católicos y laicos. Lo que cambia es la apelación a valores dominantes, el modo de llevar a la práctica el privilegio y las necesidades de tomar distancia de la riqueza. En este sentido, que existan referencias tan distintas a la antigua clase alta -un origen en común de gran parte de nuestros participantes- ejemplifica la constitución de narrativas y estrategias de distinción diversificadas, asentadas en los proyectos familiares y educativos.

Conclusión

En este trabajo hemos utilizado la noción de privilegio para estudiar cómo las madres y los padres de colegios de élite se definen como grupo y establecen relaciones con sus comunidades educativas, identificando tres dimensiones: la remisión al pasado familiar, la necesidad de aprovechar oportunidades, y la actitud de naturalidad. Asimismo, mostramos que la elección escolar en este segmento no adquiere sentido en virtud de su calidad, sino de la promoción de ciertos valores, entre los que se observan diferencias entre colegios. Aunque prevalece la preocupación por tomar distancia de la riqueza, ella no opera por igual en todos los establecimientos. Los colegios cultivan estas diferencias proyectando distintas trayectorias de relación con la riqueza, aunque compartiendo un currículum gerencial, la valoración de la meritocracia y una preparación para el mando. Estas distinciones están fuertemente ancladas en representaciones de la historia reciente, en especial lo que los entrevistados consideran como el declive de la antigua élite aristocrática.

En un contexto nacional de conflicto y críticas a poderes, recursos y tratos desiguales, distanciarse de la riqueza puede entenderse como una necesidad estratégica. Al mismo tiempo, se observa una paradoja: ese conjunto de actitudes solo puede desarrollarse en ambientes de mucha riqueza y oportunidades, de lo contrario no hay un entorno para desplegar tal comportamiento. Este es un punto en el que las madres y los padres se distinguen claramente de la élite aristocrática, con la que muchas veces reconocen conexiones biográficas, pero difieren por no practicar ese distanciamiento material.

Los hallazgos destacan que no todos los colegios de élite son iguales para este grupo: la elección de escuela incorpora aspectos de identidad familiar, proyectos educativos y pertenencia a una comunidad definida intergeneracionalmente. Estas sutiles distinciones ilustran la coexistencia de distintos regímenes de riqueza dentro de la clase alta, que pueden relacionarse con determinadas prácticas de crianza, concretarse en la selección de distintos establecimientos y expresarse en prácticas diferenciadas de consumo y ostentación.

En cualquier caso, los resultados de esta investigación tienen limitaciones que exigen observar sus implicancias con cautela. Por un lado, aunque las entrevistas constituyen fuentes esenciales de información, capturar las creencias y comportamientos de la élite en temas impopulares puede sesgar algunas narrativas, por ejemplo, priorizando discursos adaptativos en lugar de aquellos que podrían justificar viejas prácticas o discursos incorrectos. Por otro lado, la sabida dificultad de realizar trabajo empírico con élites puede implicar que los grupos más tradicionales desistan de participar, sobrerrepresentando las visiones más actualizadas y/o con mayor autocrítica. Consiguientemente, los resultados deben considerarse de forma exploratoria, requiriéndose nuevas investigaciones para profundizar en estos hallazgos y determinar su ajuste a las dinámicas identitarias y de riqueza de la élite chilena.

Resaltando la centralidad del concepto de privilegio, varios estudios pueden aportar información relevante a futuro. Primero, el uso de etnografías permitiría un complemento que considere no solo narrativas, sino también las prácticas que dan forma a las relaciones con la riqueza. Esto proveería un mayor repertorio de recursos para estudiar las distinciones identitarias de la élite y sus finas clasificaciones grupales. Segundo, partiendo de la constatación de ciertos desacuerdos sobre el modo en que la comunidad educativa se relaciona con la riqueza, futuros estudios podrían abordar estos procesos concentrándose en comunidades específicas, indagando si existen regímenes antagónicos de riqueza en un mismo establecimiento. Tercero, se requiere también incorporar otras prácticas de constitución de élites, por ejemplo aquellas relacionadas con la elección de carreras y universidades: esto permitiría examinar la continuidad u obstrucción de identidades y comportamientos de élite, incorporando la función que cumple la formación de la educación superior.

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1Este artículo se elaboró en el marco del Proyectos Fondecyt no. 1160921, financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), Chile. Jorge Atria agradece el apoyo del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (ANID/Fondap no. 15130009). Juan Alfaro y Santiago Ortúzar agradecen a Catalina Siles y al Instituto de Estudios de la Sociedad por su apoyo a una versión temprana de este trabajo. Todos los autores agradecen al equipo editorial, a las/os árbitros evaluadores que comentaron el manuscrito y a las/os participantes del Congreso Chileno de Sociología Pre-Alas (diciembre, 2018) y el IV ISA Forum of Sociology (febrero, 2021), espacios en los que se presentaron avances de esta investigación.

3Los valores se solicitaron a cada colegio en 2018 en pesos chilenos o Unidades de Fomento (UF), una unidad de cuenta ajustada a la inflación equivalente a CLP 26 670.42, al 6 de julio de 2017 (SII, 2017). Para los nuevos colegios católicos no se dispone del ítem “Otros costos”, por lo que se omitieron de estos cálculos. El colegio laico disminuye ligeramente la cuota de incorporación para el segundo hijo. Los nuevos colegios católicos tienen un descuento en la colegiatura por número de hijos, y un monto máximo de matrícula anual sin considerar esto último. Para el colegio católico tradicional femenino se tomó el valor de colegiatura de 1° básico a 3° medio, por abarcar el mayor número de años.

4El sueldo mínimo corresponde al 1 de septiembre de 2018.

5El Pueblo de Lo Barnechea y Cerro 18 son sectores específicos de ingresos medios y bajos en Lo Barnechea, que es una de las cinco comunas con mayores ingresos de Chile.

Recibido: 24 de Junio de 2020; Aprobado: 17 de Febrero de 2022

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