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Política y cultura

versión impresa ISSN 0188-7742

Polít. cult.  no.44 México sep. 2015

 

Diversa/Reseña de libros

 

La sociedad del riesgo global*

 

Francisco R. García Samaniego**

 

** Centro de Investigaciones de Política Comparada, Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela [franciscogarcia_samaniego@hotmail.com].

 

Aunque se publicó hace ya varios años y su autor falleció recientemente, vemos en "la sociedad del riesgo" una tesis que goza de actualidad sobre los cambios globales que está viviendo la sociedad y la política en las democracias consolidadas y por consolidarse. Anudando a un cúmulo de problemas como el terrorismo, el narcotráfico, crisis económicas, crisis ecológicas, movimientos sociales de diversas índoles, entre muchos factores de cambio, como la influencia de las redes sociales, los teléfonos inteligentes, etcétera.

Si bien es cierto que los cambios en las sociedades actuales son profundos y desbordantes para las ciencias y los procesos de vida, ello nos remite a repensar muchas categorías de análisis para buscar explicaciones más acorde con las nuevas realidades de entrada en el siglo XXI para comprender desde la ciencia política y la sociología bajo una mirada transdisciplinaria que implica conectarnos con otras ciencias del quehacer científico para comprender las fluctuaciones de la vida cotidiana de los seres humanos en las sociedades actuales.

Por ello, Ulrich Beck -uno de los teóricos en las ciencias sociales del momento más destacados en cuanto a buscar vías cognitivas para entender los procesos de cambio en las instituciones de vida del hombre en la cultura y la sociedad- nos invitaba a reflexionar, desde las ciencias sociales, en especial desde la sociología y la politología, a la sociedad en sus entornos conflictivos para pensar el futuro de las instituciones del hombre en su quehacer social y cultural.

En tal sentido nos presentó esta sugerente obra. Tesis explicativa que fue macerando y extendiendo desde su ya famosa tesis sobre la sociedad del riesgo y sobre la modernidad reflexiva, conjuntamente con Scott Lash, y Zygmunt Bauman. Explicaciones teóricas que utilizó a lo largo de estos últimos años, como condicionantes epistemológicos para la reconstrucción y fundamentación conceptuales, haciendo revisiones e interpretaciones en la sociología clásica, bajo el uso de las nuevas formas de teorización dentro de la interpretación de los efectos de la globalización política, económica y cultural, en las sociedades contemporáneas.

Es decir, reinterpretando autores clásicos como Weber, Marx, y modernos como Peter L. Berger, Thomas Luckmann, Arjun Appadurai, Anthony Giddens y Will Hutton, entre otros, para imbricar las nuevas formas institucionales y culturales, en función de entender y reconfigurar la democracia, el papel del ciudadano, la sociedad civil, y su participación, de la mano de los partidos políticos, a la par de la influencia de las tecnologías y los medios de comunicación para comprender las transformaciones del mundo de hoy.

Además, las interpretaciones de Beck en su pensamiento constructivista y racionalista de lo que es, en contraposición a un deber ser normativo nos plantea el proceso de individualización de lo político y la política como herramientas básicas para vivir en comunidad.

De ahí las grandes contradicciones y paradojas desconcertantes que experimenta el ser humano hoy día. Ello va de la mano de profundas crisis sociopolíticas y socioeconómicas, profundos cambios bioéticos, genéticos, ecológicos que, se debe advertir, ponen en riesgo la vida del hombre como tal en sus ambientes y espacios vitales.

Es decir, y nos apoyamos en el pensamiento de Beck:

[...] la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales (como la crisis ecológica y el colapso de los mercados financieros globales). El auténtico reto teórico y político de la segunda modernidad es el hecho de que la sociedad debe responder simultáneamente a todos estos desafíos (p. 2).

Asimismo, la segunda modernidad, o modernidad reflexiva provienen de la deconstrucción teórica interpretativa del Estado-nación resultante de la ilustración burguesa y del proceso de industrialización de las sociedades, como reinterpretación de aquellas explicaciones que se presentan complicadas de comprender bajo los cambios, tanto teóricos como de vida cotidiana e institucional.

En efecto, para Ulrich Beck: "la modernización radicalizada socava los fundamentos de la primera modernidad y transforma su marco de referencia, frecuentemente de un modo que ni se deseaba ni se preveía" (p. 2).

Desde este marco de ideas, Ulrich Beck menciona que debemos enfrentarnos a reformar la sociología para proporcionar un nuevo mapa de interpretación de la calculabilidad en las sociedades multiculturales, multireligiosas, multiétnicas, enfocando las perspectivas hacia nuevos modelos interculturales dentro de los pluralismos legales y las democracias.

Como veremos a continuación, Arlie Russell Hochschild (bajo la tesis de Beck), se pregunta, con cierta preocupación:

¿Cómo debemos entender los efectos de la globalización sobre el afecto? ¿Qué sabemos de ello, qué pensamos y sentimos al respecto? Si se forman más cadenas mundiales de afecto, ¿los movimientos y las consecuencias se caracterizan por la bondad o la crueldad? Dado lo dura que es la pobreza, no son preguntas fáciles de responder. Pero no nos hemos ocupado plenamente de ellas, en mi opinión, porque, para la mayoría de nosotros, el mundo se globaliza a más velocidad que nuestros corazones. Vivimos en el mundo pero tenemos sentimientos locales.1

Como resultado de lo anterior, aquí cabría aplicar aquella presunción weberiana en la que las teorías y conceptos de análisis no superan, por más ni más, a la continua y conflictiva realidad del mundo en que vivimos.

Obviamente tendríamos que el paso de la sociedad tradicional-industrial (modernidad clásica) creó un proceso gradual, el cual supera sus fronteras, para pasar de una sociedad industrial a una posindustrial de consumo (segunda modernidad) y esta última crea, a su vez, una globalización económica desigual en todas partes en relación con los niveles micro y macroeconómicos dentro de la sociedad. Pero supone una globalidad política en proceso. De esa manera se le da paso a una sociedad autónoma de consumidores cada vez más necesitados de productos trasnacionales, por aquello de la "infoeconomía" de Manuel Castells en redes de distribución masiva.

Desde entonces se han producido algunos cambios en relación con los efectos que la globalización tiene sobre los sentimientos y los afectos emocionales de todos los seres humanos que viven en pobreza y tratan de buscar seguridad tanto social como laboral. Trae como consecuencia migraciones masivas hacia países más desarrollados.

Pues en esas condiciones de riesgo a muchos ciudadanos del mundo (y en especial de los países subdesarrollados) les resulta difícil dejar atrás sus lugares de nacimiento para buscar fortuna y seguridad dentro de esta sociedad del riesgo e incertidumbre.

Por ello, es posible observar sus primeros efectos y es un hecho que relata Arlie Russell Hochschild: las personas del mundo global, "no sólo quieren ganar más sino también tener más seguridad".2 Esa inseguridad generada por las crisis que provoca la misma globalización en los países en vías de desarrollo, genera un movimiento migratorio de más del 2% de la población mundial. El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) destacó que casi 1 500 millones de personas, de 91 países en desarrollo, viven en situación de pobreza multidimensional, y casi 800 millones se enfrentan al riesgo de caer en ella. El reporte, que contiene recientes estimaciones del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, aseveró que la pobreza multidimensional es mayor a la que sólo mide el nivel de ingresos, pues son sólo 1 200 millones las personas en el mundo que viven con 1.25 dólares diarios o menos.

[Además, destacó que] las vulnerabilidades persistentes constituyen una amenaza para el desarrollo humano y, a menos que se aborden de manera sistemática a través de políticas específicas y normas sociales distintas, el desarrollo humano no será ni equitativo ni sostenible.

"Sostener el progreso humano: reducir vulnerabilidades y construir resiliencia", título del texto que señaló además que en todas las regiones el crecimiento en los niveles de desarrollo humano se produce a un ritmo más lento. En Asia y la región del Pacífico, los Estados árabes y América Latina y el Caribe, la media de la tasa del índice de crecimiento anual de 2008 a 2013 se redujo 50% aproximadamente.

Lo que sí se desprende con claridad es que ese 2% de la población mundial cree en que la "emigración es un billete de lotería hacia una vida mejor, pero también una póliza de seguros contra las devaluaciones de moneda y las bancarrotas empresariales en el país de origen". Nada más incierto para los ciudadanos del mundo que deben confrontar dicha situación de inseguridad y riesgo, en una posible solución al paro y la economía informal, en el trabajo cívico.

Es posible observar sus efectos dando como resultado el desdibujamiento en los patrones conductuales e institucionales del pasado, a formas que podríamos llamar de la sociedad del riesgo por las desregulaciones legales, cambios en las relaciones laborales, como el fenómeno de la economía informal, el subempleo, los altos índices de violencia y, por supuesto, la deslegitimación del Estado-nación. A la par de catástrofes naturales que escapan a la calculabilidad de las administraciones públicas de los Estados, y sus políticas públicas deben prever el futuro. Es parte de una fenomenología de la previsión social.

De estos fenómenos que se registran, se implican las dinámicas contradictorias de la sociedad del riesgo global, como tesis fundamental para entender el mundo contemporáneo; tanto en sociedades occidentales, como no occidentales.

Incluso, Beck observó en su libro lo siguiente:

[...] riesgo es el enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de la acción humana, las diversas consecuencias no deseadas de la modernización radicalizada. Es un intento (institucionalizado) de colonizar el futuro, un mapa cognitivo. Toda sociedad [...] ha experimentado peligros. Pero el régimen de riesgo es una función de un orden nuevo: no es nacional, sino global (p. 5).

Estos son algunos de los lineamientos por los cuales se pasea con gran destreza Beck en la comprensión de la nueva preeminencia del riesgo. Con el agravante de que ello trae la necesidad de renovar las funciones y formas de praxis y acción social en una subpolítica de la vida. Es decir, las políticas y demandas se reconfiguran de abajo hacia arriba (de la sociedad civil a la sociedad política) en la discursividad de la política de vida cotidiana, transformadas en cuestiones que Beck denominó glocales (partiendo del individuo hacia las instituciones y no de éstas hacia los individuos) en un marco trasnacional.

Cada vez son más evidentes estos procesos dentro de la función democratizadora, y por ello Ulrich Beck Planteó:

[...] para esto tiene que producirse una reinvención de la política, una fundación y fundamentación del nuevo sujeto político; es decir, de partidos cosmopolitas. Éstos representan a los intereses trasnacionales de forma trasnacional, pero también funcionan dentro de los ámbitos de la política nacional. Por tanto, se hacen posibles, tanto programática como organizativamente, sólo en tanto que movimientos nacionales-globales y partidos cosmopolitas (p. 23).

La globalización ha cambiado nuestras formas de pensar el mundo, sus ambientes culturales, económicos y políticos. Todos ellos de la mano de los medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales, que están permitiendo una mayor información sobre la gestión de sus gobiernos. Logrando mayor demanda por parte de la sociedad civil ante las promesas incumplidas de los políticos de turno. Y ello ha minado en cierta medida la función y confianza en los partidos políticos como puentes idóneos entre la sociedad civil y el Estado en busca de una mejor gobernabilidad y gobernanza de los sistemas.

Ello ha generado políticos antipartidistas o tecnócratas alejados de la profesionalización política como Fujimori en el Perú, Bucaram, Lucio Gutiérrez del Ecuador, Carlos Andrés Pérez II en Venezuela, Carlos Menen en Argentina, Color de Melo en Brasil, entre otros. En la actualidad, Evo Morales de Bolivia, Eduardo Correa del Ecuador, y Nicolás Maduro de Venezuela. La lista va en aumento.

De estos políticos extra-partido, neopopulistas y tecnócratas, autócratas, la democracia se enfrenta a las graves crisis sociales, que afectan a la mayoría de los países en la región por la desafección política que generan en las naciones estos liderazgos personalistas. Así, el ciudadano siente poca confianza hacia sus instituciones políticas, y por su puesto hacia los líderes políticos y sus partidos.

Es decir, globalizar la democracia implica políticos y partidos que piensen políticamente de forma global, tanto en los asuntos sobre los derechos humanos, la protección del medio ambiente, los ajustes económicos, los movimientos migratorios, las nuevas formas de gestión de la administración pública, las nuevas tecnologías, y la influencia de los medios de comunicación en el desarrollo de la sociedad, para la ampliación de la democracia, buscando mayores niveles de compresión del mundo actual y no encerrándose en ideologías políticas y económicas en desuso.

Leer y releer La sociedad del riesgo global implica tener una visión de la reorganización política bajo un cosmopolitismo interpretativo de la incertidumbre dentro de los estudios de las políticas públicas para enfrentar con más claridad la modernidad reflexiva y desbordada en el marco a la construcción de lo político y la política dentro de las democratizaciones y crisis institucionales vigentes en el proceso de globalidad política y globalización económica reinante.

 

Notas

* Ulrich Beck, La sociedad del riesgo global, Madrid, Siglo XXI Editores, 2002.

1 Arlie Russell Hochschild, "Las cadenas mundiales de afecto y asistencia y la plusvalía emocional", en Anthony Giddens y Will Hutton (eds.), En el límite. La vida en el capitalismo global, Barcelona, Kriterios TusQuets editores, 2001, p. 189.         [ Links ]

2 Ibid., p. 191.

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