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Revista de la Sociedad Química de México

versión impresa ISSN 0583-7693

Rev. Soc. Quím. Méx vol.45 no.4 Ciudad de México oct./dic. 2001

 

Comentario

 

24° Simposio Internacional Sobre la Química de Productos Naturales*

 

Pedro Joseph Nathan

 

Departamento de Química, Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Apartado 14-740 México, D.F., 07000 México. Teléfono: (52-55) 5747-7112; Fax (52-55) 5747-7137; E-mail: pjoseph@nathan.chem.cinvestav.mx

 

Me es altamente placentero dirigirme a ustedes en esta Ceremonia Inaugural del "24° Simposio Internacional Sobre la Química de Productos Naturales". Al iniciar este evento se acumulan dos docenas de Simposia desde que hace varias décadas mi entrañable amigo el Dr. Xorge Alejandro Domínguez iniciara esta tradición en el Departamento de Química del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, en Monterrey, Nuevo León en el noreste de la República Mexicana.

Tuve el privilegio de asistir a varios de dichos eventos, y por ende, la oportunidad de conocer e interaccionar con figuras de relevancia mundial en la química de los productos naturales, como Egon Stahl de la Universidad des Saarlandes, nada más, ni nada menos que el inventor de la cromatografía en placa; o como Ferdinand Bohlmann, de la Universidad Técnica de Berlín, sin duda el químico de productos naturales más productivo en la historia de esta disciplina, entre tantas otras figuras relevantes.

Por ello deseo exhortar a los jóvenes científicos mexicanos que hoy participan en este evento, para que se dediquen a interaccionar vigorosamente con el casi centenar de científicos extranjeros, muchos de ellos de indudable valía académica, de manera similar a como pude interaccionar hace décadas.

A nuestros visitantes extranjeros quiero, con especial sentimiento, darles la más cordial bienvenida a tierras aztecas y augurarles que la hospitalidad de los mexicanos que asisten a este evento será factor relevante, a lo largo de esta semana, para que cuando regresen a sus sitios de origen tengan un grato recuerdo del calor humano que nos caracteriza.

Están, nuestros distinguidos huéspedes extranjeros, en uno de los campus universitarios más bellos del mundo. Una Ciudad Universitaria muy variada, que tiene edificios profusamente adornados con murales de célebres pintores mexicanos, cuyas instalaciones incluyen lo mismo una moderna sala de conciertos, que un estadio olímpico y otros muchos rincones que irán descubriendo a lo largo de esta semana.

En uno de esos rincones de esta ciudad que estaba en construcción hace medio siglo, encontrarán lo que en su momento fue la Torre de Ciencias, en la que hace ya casi cuatro décadas, en Marzo de 1962, inicié mi formación científica en la química de los productos naturales orgánicos bajo la supervisión del Doctor Jesús Romo Armería, quien en un medio año, en el próximo mes de Mayo cumplirá 25 años de haber iniciado el viaje a la eternidad.

En la explanada de ese edificio de catorce pisos en un espejo de agua azul que recuerda los cielos de la Grecia inmortal, se refleja la figura inmarcesible de Prometeo, aquel Prometeo encadenado que en gesto de singular audacia logra robar a Júpiter el fuego sagrado del pensamiento, para entregarlo a los hombres.

Están también, nuestros distinguidos visitantes, en una de las universidades más completas del mundo, en la que se cultiva la universalidad del conocimiento que abarca desde las disciplinas netamente filosófica, hasta la ciencia y la tecnología. Una Universidad que opera su propia estación de radio, que genera programas de televisión y que en general, en su misión para difundir la cultura, desarrolla una labor editorial, numismática y artística muy relevante.

Están, mis queridos huéspedes extranjeros, en una de las universidades más grandes del mundo, en la que más de un cuarto de millón de estudiantes reciben el armamento intelectual que les permitirá en un momento enfrentarse adecuadamente a la vida y a incorporarse a la sociedad que por hoy les da sustento.

Están ustedes en una de las universidades más antiguas de América, que hace pocas semanas conmemoró su 450 aniversario y cuyo Instituto de Química conmemora su 60 aniversario. Un Instituto de Química vigoroso, muy bien equipado con instrumentación contemporánea, con excelentes sistemas de cómputo y con una biblioteca química más completa que las de muchas universidades de Norteamérica, ya que cuenta con las raras colecciones de revistas químicas del siglo XIX. Un Instituto de Química con una pléyade de 70 investigadores que constituyen la parte relevante de su capital humano. Un Instituto de Química, cuya visita es obligada para todo aquel que se interese en un sitio relevante de investigación química.

Es por ello, y por innumerables otras razones, que están dadas todas las condiciones necesarias que me permiten augurar un rotundo éxito en vuestras deliberaciones académicas, mismas que estoy seguro se verán adornadas por los valores de libertad de cátedra que siempre ha fomentado esta Universidad que hoy os recibe, a nombre de México, con los brazos abiertos.

 

Notas

*Palabras pronunciadas en la Ceremonia Inaugural del "24° Simposio Internacional sobre la Química de Productos Naturales", celebrado en la Ciudad Universitaria de la UNAM, del 5 al 9 de Noviembre del 2001.

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