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Madera y bosques

versión On-line ISSN 2448-7597versión impresa ISSN 1405-0471

Madera bosques vol.20 no.spe Xalapa dic. 2014

 

Editorial

 

La revista Madera y Bosques cumple 20 años en este 2014, lo cual nos llena de gozo y un no muy disimulado orgullo. Durante este lapso de tiempo han sucedido innumerables hechos a nivel nacional y mundial que han cambiado el modo de ver y hacer las cosas por parte de la gente. A escala internacional, el hecho político-militar más destacado ha sido sin duda el derribo de la Torres Gemelas (World Trade Center) en 2001, con las inconmensurables consecuencias que han provocado, y aún siguen provocando. Los efectos de esa acción se siguen sintiendo en el tema de los viajes y las relaciones internacionales que han sufrido una gran tensión entre países de occidente y sus contrapartes del medio oriente y otras regiones. Lamentablemente, estas condiciones internacionales seguramente persistirán y muy probablemente se agravarán, antes de mejorarse.

En el tema del ambiente, los efectos del cambio global se han agudizado e intensificado en estas dos últimas décadas, a un ritmo nunca antes visto. A pesar de no ser un tema 100% aceptado, la gran mayoría de los científicos ambientales, y el público en general, están de acuerdo en que la humanidad enfrenta situaciones que no se habían presentado durante toda la existencia humana, si bien, han sucedido y tal vez a mucha mayor escala en tiempos prehistóricos. Lo que se acepta, casi sin discusión, es que la tasa de cambio de las condiciones globales que experimenta el clima y el ambiente en general, es de una velocidad no comparable a eventos del pasado. Los efectos de los cambios en los patrones de clima, de distribución de la vegetación y de la migración de especias vegetales y animales se suceden y observan en periodos que se pueden medir en generaciones y en ocasiones en mucha menor escala de tiempo. La respuesta humana a estos cambios, en cambio, ha sido muy lenta y al parecer insuficiente. Las razones para este desfase entre los cambios registrados y las acciones de mitigación son múltiples: en primer lugar, podemos afirmar que es por desconocimiento del problema. Es hasta hace pocos años que se han emprendido estudios y acciones a escala internacional, ya que no global, pues no todos los países intervienen. Estas acciones, lideradas por el IPCC de la ONU, apuntan a que muchos de los cambios ya son irreversibles, si bien parte de los efectos a mayor plazo aún podrían mitigarse si se emprendieran acciones concertadas a escala mundial. Esto, desgraciadamente, está lejos de recibir un consenso pues muchas naciones, organizaciones e individuos tienen prioridades distintas y el tema ambiental y sus consecuencias no está en los primeros lugares.

En el ámbito forestal mexicano, a principios de la década de 2000 se creó la Comisión Nacional Forestal (Conafor) con el ambicioso objetivo de encauzar las acciones en este sector hacia un mejor y mayor desarrollo de la industria forestal y de todas las actividades productivas y de conservación ligadas a los bosques y las selvas, así como de los bienes y servicios derivados de ellos. A pesar de haber conseguido logros importantes, la situación del sector forestal mexicano no ha sufrido mejoras sustanciales que apunten a un desarrollo sustentable que garantice la permanencia del recurso forestal en condiciones aceptables y productivas para el país. No es todavía demasiado tarde para retomar y relanzar estos esfuerzos en una dirección ascendente, aunque el desafío es mayúsculo. No toda la responsabilidad es de la Conafor, desde luego, y para mejorar las cosas se requiere el concurso de productores, industriales, académicos y, en general, de todos los usuarios y usufructuarios de este importante y valioso recurso.

En un contexto esencialmente académico, el papel y compromiso de los medios de difusión de la ciencia han ido adquiriendo relevancia creciente. Las revistas latinoamericanas en general y mexicanas en particular, especializadas en el tema forestal, han ido cobrando cada vez mayor significación y han logrado incrementar su presencia e impacto internacional. Madera y Bosques es una de esas revistas y en sus veinte años de existencia se ha labrado un sitio de relevancia en el ámbito hispanoamericano o latinoamericano. Al igual que todas las revistas científicas, se enfrenta cada vez más a un escrutinio detallado de la calidad y pertinencia de su contenido, lo que se magnifica por su inclusión en índices y portales nacionales e internacionales.

Para este número especial del 20 aniversario, hemos invitado a los autores de los artículos que mayor impacto han tenido, medido en el número de citas y en la valoración general que han alcanzado en el medio científico. Por razones logísticas y de organización interna de la producción editorial de la revista, hemos dividido este número en dos partes. La primera que presentamos ahora, incluye dos artículos muy relacionados entre sí. El primero tiene el título en español "Desafíos de la conservación del mangle en el Antropoceno" por Lugo, Medina y McGinley y el segundo titulado "Manglares: ecosistema centinela frente al cambio climático, Golfo de México" por Yáñez-Arancibia, J. W. Day, Twilley y R. H. Day. Ambos abordan el tema de los manglares y por esa razón se agruparon en esta primera parte del número especial. El primer ensayo aborda los problemas de conservación que enfrentan los manglares en el Antropoceno. En él, los autores repasan las leyes, políticas, acuerdos internacionales y las acciones locales que se ocupan de la conservación de los bosques de mangle en el Neotrópico y se relacionan con el Antropoceno. El ensayo incluye comentarios sobre los acontecimientos recientes en ecología de manglares y en ecofisiología que aclaran cómo los manglares podrían responder a los cambios de temperatura y precipitación, el aumento del nivel del mar y otras perturbaciones naturales y antropogénicas. Los manglares en esta época enfrentarán cambios en su composición, dado el actual movimiento de especies de manglares a través de barreras continentales como resultado de la actividad humana. Estas tendencias conducirán a nuevas formaciones de manglares y en algunos casos ampliarán la presencia de los manglares en todo el mundo. La solución a la persistencia de manglares no es aislarlos de la gente, sino regular las interacciones entre los manglares y los seres humanos. Se tendrá que ampliar el alcance del análisis ecológico de los ecosistemas de manglar para incluir las fuerzas sociales convergentes en los manglares a través de un enfoque analítico que se ha denominado Ecología Social.

El segundo artículo señala que frente al desafío que enfrentan los sistemas económicos, sociales y ecológicos de la zona costera, se presentan evidencias de estructura funcional del sistema ecológico de manglar: Los autores revisitan la hipótesis que ellos plantearon hace varios años: "los manglares como hábitat forestado crítico de la zona costera presentan respuestas de acomodación frente a la variabilidad ambiental que induce el cambio global, desarrollando un papel estructural y funcional clave en la estabilidad de la línea de costa, la persistencia de hábitats y biodiversidad, el metabolismo del ecosistema, reduciendo riesgos e incertidumbre para el desarrollo sustentable del uso de sus recursos". Evidencias recientes indican que los manglares en el Golfo de México responden a esta hipótesis y muestran un patrón ampliado y consistente de distribución, colonizando todo el Golfo hacia el norte, incluyendo la costa Atlántica de la Península de Florida, ante la oportunidad de la "tropicalización global del Golfo de México". Más aún, actualmente las cuatro especies de manglar del Golfo de México ya se encuentran distribuidas en el estado de Texas. Los autores concluyen que el ecosistema de manglar es un "ecosistema-centinela" frente al impacto del cambio climático en el Golfo de México. Estamos seguros que ambos artículos y los demás que aparecerán a principios de 2015 y que en su conjunto conforman este Número Especial serán muy bien recibidos por la comunidad científica internacional y contribuirán en gran medida a llenar algunos de los vacíos de conocimiento que se tienen en la actualidad.

 

Raymundo Dávalos Sotelo
Editor

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