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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.19 Ciudad de México sep./dic. 2005

 

Saberes y razones

 

La inundación del Vajont. Representaciones periodísticas de un desastre italiano*

 

Gianluca Ligi

 

Universidad Ca'Foscari de Venecia, Italia.ligi@unive.it

 

Recepción: 31 de marzo de 2005
Aceptación: 3 de mayo de 2005

 

Resumen

Han pasado veinte años y aún se siguen debatiendo varios aspectos del desastre del "Vajont", el mayor desastre "no natural" sucedido en Italia, en el que murieron 2 000 personas. Este ensayo analiza las percepciones sociales del desastre a partir de los testigos y de otros textos que recogieron la memoria local, relacionándola con las estrategias retóricas (léxico, metáforas, fotografías y títulos) y con la estructura narrativa de algunos artículos aparecidos en cuatro periódicos nacionales durante la primera semana después del suceso. El análisis antropológico de los medios de comunicación es fundamental para estudiar los desastres, ya que ejercen poder en la construcción de la realidad social y en la elaboración de los sistemas de conocimiento de los individuos. Este enfoque permite profundizar en la formación y en el funcionamiento de los procesos de atribución de culpabilidad y en la disminución o en el aumento de la vulnerabilidad.

Palabras claves: vulnerabilidad social, inundación, medios masivos de comunicación, blaming, riesgo.

 

Abstract

Even though twenty years have passed, many aspects of the "Vajont" disaster are still being debated. This event, in which 2 000 people lost their lives, has been deemed the greatest "non natural" disaster in Italian history. This paper analyzes the social perceptions of the disaster, using the accounts of witnesses and other texts collected by local memory, and establishing relations with the rhetorical strategies (lexicon, metaphors, photographs and headlines) and with the narrative structure of some of the articles published in four nation-wide newspapers, during the first week that followed the disaster. When studying disasters, the anthropological analysis of mass media is essential, since they hold a great power over the construction of social reality and over the individual's elaboration of systems of knowledge.This approach allows to delve deeply into the formation and functioning of the processes surrounding the allocation of guilt and in increasing or reducing vulnerability.

Keywords: social vulnerability, flooding, mass media, blaming, risk.

 

En ese día saltaron todas las fuentes del gran abismo [...] Subió el nivel de las aguas y crecieron mucho sobre la tierra [...] y quedaron cubiertos los
montes más altos que hay debajo del cielo. [...]
Pereció toda carne [...] Todo cuanto respira hálito
vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió.

Génesis, 7.11-22

 

LA VULNERABILIDAD DE MADRE NATURALEZA

Cuando algún desastre ambiental sucede en la actualidad los talk-show, los noticieros de última hora o los programas pensados para "profundizar" en el tema abundan en comentarios sobre una "Madre Naturaleza" muy poco maternal, sobre la gran fragilidad del ser humano al enfrentar fuerzas tan poderosas, y sobre el desastre natural en cuanto acontecimiento azaroso e indecible. Estas fórmulas retóricas sintetizan de forma adecuada lo que el canadiense Kenneth Hewitt —gran geógrafo y fundador entre otros de la antropología de los desastres— ha definido como la "idea de catástrofe en la época de la tecnocracia" (Hewitt, 1983). Los desastres se definen como el resultado de una acción de tipo físico que tiene consecuencias también de esa índole bajo forma de perjuicios a cosas y personas. El enfoque interpretativo global y las estrategias de intervención y de gestión del desastre se apoyan solamente en la tecnología y la ingeniería física. No enfrentan ni profundizan lo suficiente sobre la cuestión de la predicción, es decir, del análisis de las condiciones anteriores al suceso, fuera de investigar el perfeccionamiento de los modelos explicativos geofísicos y de la instrumentación tecnológica. Esta perspectiva, aunque útil, no es lo suficientemente apta para entender, prever y evitar un desastre.

Con base en varias investigaciones (Alexander, 2000) se puede demostrar que nunca se establece una relación lineal entre la intensidad del impacto y la gravedad del daño. Puede ser que entre dos acontecimientos del mismo tipo sea el de menor magnitud el que produzca daños mayores. Por lo tanto, el problema nunca se restringe al suceso mismo, sino que se extiende más allá de él, al interior del sistema social damnificado. Al perjudicar dos sistemas sociales diferentes, un desastre jamás provoca efectos iguales, ya que éstos dependen del tipo de cultura a partir de la cual cada sistema enfrenta el desastre mismo.

Una de las más acertadas contribuciones conceptuales y de corte antropológico sobre este tema está en la elaboración de una definición "externa" del desastre (Oliver-Smith y Hoffman, 1999) que aclara que los efectos de la crisis causada por algún evento se encuentran de antemano en el interior del sistema social golpeado, mismo que deja ver una proporción de vulnerabilidad específica por cada emergencia. El concepto de vulnerabilidad es un factor antes que nada sociocultural variable que caracteriza los sistemas sociales y las comunidades y que puede ser medido cualitativamente en términos de la diferencia entre acciones sociales, políticas, económicas, ambientales que sirven para disminuir el riesgo, y acciones sociales, políticas, económicas, ambientales que apuntan hacia el aumento del riesgo mismo.

El nivel de vulnerabilidad (V) puede agrandar o disminuir las consecuencias físicas del agente de la destrucción. Por lo tanto, casi nunca medimos la gravedad de un desastre a partir de sumas y restas (cantidad de daños a cosas y personas), sino que es necesario verificar las variables socioculturales para medir el nivel de vulnerabilidad y el grado de desarticulación social de la comunidad damnificada. El reto de la antropología de los desastres consiste, entonces, en intentar construir modelos de vulnerabilidad social y en realizar intervenciones capaces de comunicar el riesgo.

Se parte de la premisa de que los efectos de la crisis ya se encuentran potencialmente presentes bajo aspectos específicos de una estructura social definida: en las maneras en que los grupos están constituidos y conectados, en la estructura de parentezco, en los procesos de toma de decisiones institucionalizados, en el papel activo del sistema de creencias y del esquema de relaciones económicas y políticas que influyen en los comportamientos cotidianos de las personas. Los medios masivos de comunicación merecen particular atención al abordar la vulnerabilidad social con un enfoque antropológico.

Desde la noche del 30 de octubre de 1938, cuando el programa radiofónico de Orson Wells provocó pánico en Estados Unidos al anunciar, por medio de cuatro comunicados especiales, que estaba sucediendo una invasión de Marte (Wells, 1938), el debate sobre el poder de los medios masivos de comunicación ha sido siempre extremadamente vivaz y articulado a nivel teórico.1

Temas como la llamada "teoría hipodérmica" (Wilson, 1939), el análisis de la propaganda en los procesos de formación del conocimiento social (Lasswell, 1927) o el concepto de "habilidad crítica" de los sujetos expuestos a la información mediática (Cantril, 1940) existían ya desde finales de la década de 1920. Sin embargo, sólo de manera reciente las ciencias sociales y, en particular, la antropología cultural, se han concentrado en el problema de releer el debate sobre los medios masivos de comunicación (mass media) y en el estudio de los procesos sociales de construcción de la realidad con referencia a los desastres y a los contextos de emergencia de masas. ¿Cuál es la función principal de los mass media en la fase de alarma y en la fase de recuperación pos-impacto? ¿En qué forma los mass media elaboran y difunden la información sobre los riesgos y cómo puede ésta ser empleada frente a los desastres naturales o tecnológicos? ¿Cómo pueden los mass media (al menos en las sociedades democráticas) reflejar e influir sobre la serie de opciones individuales y colectivas que los desastres y los accidentes tecnológicos exigen dentro de los sistemas sociopolíticos afectados?

En este artículo intento proponer, a partir de un análisis sintético de los titulares de los principales diarios nacionales publicados en los días que siguieron al desastre del Vajont, una serie de consideraciones generales y de posibles terrenos de investigación sobre el poder que tienen los medios masivos de comunicación de construir la realidad social y la percepción de una catástrofe, de orientar el sistema de representaciones de los actores sociales en el proceso de atribución de la culpa (blaming) y de constituir un importante recurso cognitivo en la interacción social en contextos en los que se ha verificado un desastre. Estos temas están entre los más urgentes y esenciales de la antropología de los desastres y constituyen profundos problemas de investigación aún no resueltos (Masel Walters, Wilkins y Walters, 1989).

 

EL "GRANDE VAJONT" EN CARNE VIVA

El pueblo Longarone (en la provincia de Belluno, Veneto) se levantaba en la ribera derecha del río Piave, a una altura de 430 a 500 metros, frente al valle del torrente Vajont que cruza la ribera izquierda, muy cercano al núcleo habitado, Codissago. En el valle del Vajont, a poco más de un kilómetro de la desembocadura del Piave y a pocos miles de metros de Longarone, fue construido por la SADE (Sociedad Adriática de Electricidad) un enorme dique de contención, de doble arco, con fines hidroeléctricos, con una altura imponente (superior a los 250 metros) llamado "Il Grande Vajont", con capacidad para retener un máximo de 58 millones de metros cúbicos de agua y con cota de máxima retención ubicada a 722.50 metros.2

La noche del miércoles 9 de octubre de 1963, a las diez, Eurovisión transmitía, diferido, el partido de los Rangers de Glasgow contra el Real Madrid. El único televisor de la zona, que había llegado hacía poco tiempo, se hallaba en el bar de Longarone, que ese día estaba atiborrado de gente reunida para ver el partido. En los valles cercanos no se recibía la señal del segundo canal. Longarone (con cerca de 2 000 habitantes) era llamada la "pequeña Milán" o la "capital del helado". Era el pueblito más vivaz y animado de esa esquina de los Alpes Dolomíticos; al pasar por la autopista estatal, camino a Cortina, para pasar las vacaciones, se decía: "¿Quieres encontrar una chica para pasear por la noche? ¡Pues ve a Longarone, la pequeña Milán..." (Paolini y Vacis, 1997).

A las 22:39 horas el versante del monte Toc se derrumba y cae en la represa artificial creada por el gigantesco dique. Doscientos sesenta millones de metros cúbicos de roca; la cuesta de la montaña con los bosques, los pantanos, los campos cultivados, los potreros, los valles y las colinas; las casas con los pesebres, los animales que mugían enloquecidos, un mundo entero con los árboles aún plantados en la tierra se desplaza compacto, acelerando su velocidad de 60 cm a 100 km por hora en menos de un minuto. En pocos instantes, una inmensa onda de 50 millones de metros cúbicos de agua se levanta a una altura de 260 metros sobre el pueblito de Erto, casi hasta tocar el campanario de Casso, y supera el límite de la represa para desbordarse y derramarse más allá del dique en la estrecha cañada del Piave.

En los cuatro minutos siguientes una catastrófica avalancha de agua se abatió sobre el centro habitado de Longarone, ubicado bajo la represa, reduciéndolo a una explanada de fango y piedras y causando la muerte de dos mil personas.3 Considero que el testimonio directo de algunos de los pocos sobrevivientes es el modo apropiado para describir el momento de la catástrofe "en carne viva".4

Don Carlo Onorini (párroco de Casso). Soy casi un testigo ocular [...] en este sentido.Yo, aquella noche, a eso de las diez y media, escucho el ruido de la avalancha, abro la ventana y este ruido aumentaba en forma extraordinaria, al mismo tiempo vi un resplandor. En ese momento yo creía que era el reflector, pero más tarde supe que se trataba del corto circuito de los transformadores que iluminaba el valle como si fuera de día. Había también una columna de agua muy alta que luego destruyó muchas casas, y el terremoto con un estruendo tremendo, espantoso y, después, todo lo demás. La onda llegaba, más o menos, a la punta del campanario. O sea, que si Casso está en el punto más alto, a casi doscientos cincuenta metros del dique, la onda habrá sido, sin exagerar de cerca de trescientos metros.

Benito Castellano. Se había aplacado el viento y persistían violentas sacudidas de la tierra. Oí un ruido indefinible muy fuerte, como de un trueno de verano multiplicado cien veces, muy lóbrego, que duró tres o cuatro minutos [...] Un estruendo acompañado por un resplandor, e inmediatamente después un ruido similar al que se oye cuando pasa una formación de reactores [...] Me volteé y vi una enorme ola vertical que se elevaba hacia el cielo, calculo que tenía ochenta metros de altura por encima del lugar en que me encontraba [...] La ola, según recuerdo, estaba constituida por una serie de fragmentos y de piedras y se estaba desviando de nuevo hacia la cuenca, después de haber descendido las laderas que están abajo de Casso [...] A mi juicio, el desastre concluyó en el lapso de un minuto. Asustado traté de alcanzar una casa cercana [...] pero durante el trayecto una piedra me golpeó la cabeza. No recuerdo con precisión qué hice después. Sé solamente que fui donde el párroco para buscar ayuda médica y luego me detuve en Casso, en medio de la confusión general, de la multitud aterrorizada que no se daba cuenta, ni podía darse cuenta de lo que estaba sucediendo, porque las comunicaciones estaban interrumpidas.

Germano Accamillesi. Mientras estábamos en el bar Faè nos dimos cuenta que de repente se interrumpió la iluminación del televisor y casi al mismo tiempo (treinta-cincuenta segundos) se empezaron a sentir fuertes sacudidas telúricas y luego se apagaba también la iluminación [...] Tina Merlin, corresponsal de L'Unità (véanse las siguientes notas) en el volumen Sulla pelle viva. Come si costruisce una catastrofe. Los testimonios se encuentran en Archivio del Tribunale dell'Aquila, Ufficio Istruzione, fascículos 1,2,5; y sentencia del juez de instrucción: Tribunale di Belluno, Sentenza del giudice istruttore Mario Fabbri, núm. 85/64 G.I., 20 de febrero de 1968, pp. 256-260.

Salimos a la calle y miramos hacia Longarone y vimos una nube blancuzca, alta, sobre Longarone, extenderse hundiéndose sobre Longarone, Dogna y Pirago. Percibimos un olor de mecha quemada y un ruido muy fuerte que se acercaba. Uno de los cuatro espectadores —yo, Antonio Stragà, Alessandro Bellencin y Mauro Naldo— gritó: "Explotó el dique." Frente a tal advertencia les grité pidiendo auxilio para que salvaran a mis padres que viven en Faè [...] pero no pude moverme a causa del miedo. Me agarraron y me arrastraron hacia el monte Donde, protegidos por el muro que sostiene la calle [...]

Doctor Gianfranco Trevisano (médico de Longarone). Antes de que se fuera la luz, se abrió de improviso, de par en par, el portoncito de la entrada, a causa de una corriente de aire, acompañada del ruido del aire que irrumpía [...] Inmediatamente pensé que había cedido el dique. Idéntica suerte corrió una ventana del consultorio que no estaba cerrada. En ese momento se fue la luz. Me precipité inmediatamente hacia afuera y noté que las flores, las calles y mi misma cara se llenaban de agua nebulosa. Tan pronto se sintió la corriente de aire se oyó provenir del pueblo un grito prolongado de varias voces, e inmediatamente después, cuando fui hasta la entrada, vi que de Dogna provenían rayos de descargas eléctricas, al menos por el color, que iluminaban el pueblo, es más, el valle. Debido a la oscuridad no pude ver lo que estaba sucediendo en Longarone [...] El auto, a cincuenta metros de mi casa, era inutilizable porque estaba hundido en el pantano y en el agua, que alcanzaba una profundidad de medio metro. Con la luz de los faros iluminé la calle y vi que el agua, ya calma, estaba fluyendo lentamente y había depositado despojos de árboles hasta casi dos metros de altura. Exactamente ahí, cerca de las ramas y troncos acumulados y de las escuelas, encontré los primeros heridos. Fue esto lo que me dio la primera sensación del desastre.

¿Con qué palabras se expresan, qué reacciones suscitan, qué forma asumen, en cambio, estas percepciones emotivas de la catástrofe en la "carne" social y comunicativa de los principales periódicos italianos a la mañana siguiente?

 

LA MADRE NATURALEZA: UNA MADRE CRUEL

En la realización de un análisis antropológico preliminar sobre la recepción y representación periodística de una catástrofe como ésta es indispensable tener en cuenta algunos factores. La cobertura periodística de un desastre de las proporciones del de Vajont presenta características de amplitud, duración y cualidad que dependen no sólo de prioridades de orden político, sino también de un conjunto de circunstancias técnicas (la posibilidad de numerosos diarios de mandar diferentes reporteros y mantenerlos por largo tiempo en el lugar de los hechos, de usar corresponsales locales o de servirse de materiales de las agencias de prensa).

Es necesario, además, considerar que los medios actúan sobre un cuerpo social que no es compacto ni homogéneo, sino estratificado de acuerdo con niveles de escolaridad, situación económica, actividad laboral, frecuencia de lectura, ambiente familiar, clases sociales, edad, etcétera.5

Es indispensable subrayar que en este artículo presentaré los titulares de los diarios publicados el viernes 11 de octubre de 1963 en secuencia y en confrontación; pero las imágenes, las noticias, las percepciones de la catástrofe que aquí se acumularán simultáneamente, en el contexto real de aquel momento actuaban de manera autónoma la una frente a la otra para los lectores de un solo periódico.6 A pesar de estas debidas precauciones metodólogicas y la presencia de evidentes interconexiones y similitudes,7 a mi parecer, se evidenciarán planteamientos posiblemente muy diferentes, así como modalidades específicas para reconstruir la representación de los hechos y elaborar un código de lectura particular.

Corriere della Sera

Es el más difundido y de mayor autoridad entre los diarios italianos. Presenta una amplísima cobertura del desastre: numerosos enviados, grandes titulares, grandes fotografías, reportajes variados y diversificados. El viernes 11 de octubre las primeras cuatro páginas están dedicadas en su totalidad a la crónica y a los primeros comentarios. La primera plana (con continuación en la segunda) trae el artículo de Egisto Corradi, uno de los enviados italianos más expertos, que titula "Longarone, noche del 10 de octubre". Este artículo, extenso y eficaz, centra inmediatamente el problema esencial: las causas de un desastre de esas proporciones. El último párrafo, realzado con el subtítulo "El miedo del Toc" está enteramente dedicado a desarrollar la crónica, sin comentarios, acerca de si las comunidades locales esperaban un suceso de este tipo, si tenían miedo de un posible desprendimiento del Toc.8 La movilización periodística es cuantitativa y cualitativamente sin precedentes. En seguida aparecen otros artículos, más de crónica y color: "Seis hermanos Sommariva / murieron con todos sus familiares" (en posición secundaria en cuatro columnas); "El agua del Piave / envenenada con cianuro" (p. 2, en tres columnas). La tercera página presenta, en posición de antetítulo sobre todas las columnas, una expresión ambigua y con tono derrotista sobre la investigación de las responsabilidades: "Fuerza, enterrémoslos, no hay más que hacer".

Bajo una gran fotografía de Longarone transformada en una tierra desolada, hay dos artículos diagramados: a la izquierda uno de Dino Buzzati, escritor originario de Belluno, quien desde hacía veinte años era una de las firmas más prestigiosas del Corriere, con un título descarnado y perentorio: "Naturaleza cruel", y al lado un artículo de Alberto Cavallari: "Después del desastre, el silencio". Los dos títulos refuerzan la atmósfera de resignación frente a lo ineluctable, que ya expresaba el antetítulo antes mencionado y el título en nueve columnas —"Todo está irremediablemente perdido"— en la tercera página y que caracterizó el tono del periódico el día inmediato al evento.

Es, sin embargo, fundamental analizar más en detalle el artículo de Buzzati:

Esta vez es para mí un asunto personal. Porque ésa es mi tierra, ésos son mis pueblos, ésas mis montañas, ésa mi gente. Y escribir es difícil [...] Una piedra ha caído en un vaso lleno de agua, y el agua se ha derramado sobre el mantel. Eso es todo. Sólo que el vaso tenía una altura de cientos de metros y la piedra era grande como una montaña y abajo, en el mantel, había miles de seres humanos que no podían defenderse. No es que se haya roto el vaso, y no se puede, como en el caso de Gleno, llamar bestia a quien lo ha construido. El vaso estaba hecho a la perfección, era testimonio de la tenacidad, del talento y del coraje humanos. El dique del Vajont era una obra maestra, incluso desde un punto de vista estético. Recuerdo que mientras lo construían, el ingeniero Gildo Sperti, de la SADE, me llevó a la cercana Central de Soverzene, donde había un gran modelo de latón de la barrera en construcción. Y era una escultura estupenda, Arp y Brancusi hubieran estado orgullosos. Por ahora, frente a los muertos del Bellunese, está aún el prestigio de la ciencia, de la ingeniería, de la técnica, del trabajo. Pero no ha sido suficiente. Todo había sido calculado a la perfección y realizado por maestros; la montaña abajo y a los lados había sido perforada como un colador para que no pudiera, en ningún caso, jugar una mala pasada, instrumentos de máxima sensibilidad registraban las más leves irregularidades o los mínimos síntomas de peligro. Pero no ha sido suficiente [...]

(Buzzati, Corriere della Sera, 11 de octubre de 1963, p. 3)

Toda la intervención de Buzzati, uno de los mayores escritores italianos del siglo XX, está construida sobre dos pilares principales: el poder extraordinario de una naturaleza cruel, caprichosa y enigmática, y la perentoria afirmación de que la técnica no nos ha traicionado. El dique, admirable obra de arte desde el punto de vista de la estética y de la ingeniería, ha resistido perfectamente, ha quedado intacto. Esto es verdad, pero Buzzati calla sobre los precedentes derrumbes de pequeña magnitud que hubieran debido ser considerados preciosas señales de alerta sobre el desastre inminente.

Es importante subrayar que despues de ocho años, en marzo de 1971 llega a término el juicio del tribunal supremo de casación en Roma, con numerosas condenas por desastre e inundación, con el agravante de la previsión del evento, homicidio y lesiones culposas múltiples. Otros segmentos del proceso, con fuertes condenas de tipo administrativo, prosiguieron hasta febrero de 1997.

A la vista quedó lo trágico de la historia: pericias geológicas poco fiables, descuidos, valoraciones aproximadas, datos de exámenes periciales ausentes. Por ejemplo, en la década de 1950, con bastante antelación con respecto a la fecha del desastre, la pericia del geólogo austriaco Leopold Müller detectó un desmoronamiento del cerro Toc, con un frente de dos kilómetros y un desarrollo vertical de 600 metros en forma de "m". Al término de una larga disputa científica con el geólogo italiano Giorgio Dal Piaz, que anteriormente había asesorado a la SADE, la sociedad encargada de la construcción de la presa, se decretó que el desmoronamiento no era peligroso por tratarse de una antigua formación prehistórica que ya no se movía. El intento de menospreciar los problemas servía para abrir paso a la realización de un proyecto económico y social de mucho prestigio: la construcción en Italia, por parte de empresas italianas, de la presa más grande del mundo.

En 1958 la Secretaría de Obras Públicas nombró a la comisión de exámenes periciales. El profesor Penta, geólogo del grupo, asesoraba desde hace varios años a la misma SADE. La presa, aunque construida por una firma privada, iba a ser realizada gracias a importantes inversiones públicas. De las actas del juicio sobresale que los miembros de la comisión, más que controlar y poner a prueba, parecían estar atareados en buscar razones técnicas adecuadas para justificar los gastos enormes del proyecto.

Gran parte de la poca e inadecuada atención a los aspectos técnicos puede también estar relacionada con la prisa que SADE tenía de entregar la obra antes de la nacionalización de las empresas hidroeléctricas. Finalmente, unos meses antes del desastre hubo muchos signos de peligro que fueron descuidados intencionalmente. Durante las frecuentes "pruebas de envase", que consistían en llenar y vaciar el envase varias veces al día, pudieron apreciarse pequeños desmoronamientos a sus lados y manchas de agua amarilla bien localizadas. La gente de los pueblos cercanos afirmó haber oído ruidos desde dentro de la montaña y, sobre todo, los campesinos y pastores de Erto y de Casso advirtieron que, como consecuencia de un pequeño desmoronamiento en 1960, vieron abrirse una fisura de más de un metro de ancho y de casi dos kilómetros de largo al costado de la montaña.

Sobre la base del artículo de Buzzati no hubiera nacido ninguna comisión de investigación. Con el objetivo de reforzar la representación del desastre como un evento imposible de prever e incontrolable, las referencias explícitas a las causas no técnicas y el himno tecnológico a la modernidad extraordinaria del dique vuelven a aparecer en la cuarta página en la nota técnica de un colaborador que firma Silvar y que resume su posición en los títulos (santo y seña): "La fatalidad, causa primera en Longarone (subtítulo); "Las fuerzas de la naturaleza / han provocado la catástrofe" (título):

Sobre la base de los datos que por el momento tenemos a nuestra disposición hay que decir que el drama ha sido determinado por una serie de circunstancias en las cuales la técnica —especialmente la de los diques de contención hidroeléctrica— no puede considerarse ni siquiera como causa asociada [...] Las fuerzas de la naturaleza, desencadenadas con inaudita violencia y también, hay que decirlo, de manera única y con muy pocos precedentes en la historia del país, ha encontrado —por una vez— en las estructuras creadas por el hombre un contraste equivalente a su furia. Debemos a la firmeza del dique del Vajont, a sus características estructurales y de construcción, el hecho decisivo de que no todos los millones de metros cúbicos acumulados en la cima se hayan precipitado hacia el valle, barriendo todas las casas con violencia decuplicada respecto a la que se experimentó: en medio de la tragedia es reconfortante.

Este planteamiento reproduce claramente la idea de desastre en la época tecnocrática, según la famosa definición de Kenneth Hewitt (1983: 5-12). Hay una evidente e interesante analogía entre el concepto de desastre como violación imprevista, estadísticamente residual, frente al riguroso orden científico sobre el cual se basa el control técnico de los eventos naturales y la descripción de la "locura" inventada en la Edad de la Razón y estudiada en diferentes ocasiones por Michel Foucault (1965). Como escribe de manera eficaz Hewitt:

En una sociedad tecnócrata, los desastres naturales constituyen el mismo tipo de dilema esencial que lo que implica la locura para los defensores de la razón. En el sistema internacional del siglo XX, los desastres naturales ejercen una presión sobre las instituciones y el conocimiento dominantes comparable con la que generaban los "pobres enajenados" durante la crisis social y económica que conformó las entrañas de la Ilustración. Tanto la locura como las tragedias naturales resultan muy perturbadoras y representan un reto abierto a nuestras nociones de orden. Ambas amenazan con la posibilidad de ser interpretadas como un castigo para una ciencia desordenada e inútil. Pueden ser vistas como límites claros para el conocimiento y el poder, ya que inician de una manera que parece ser incontrolable por la sociedad (Hewitt, 1983: 9).

Naturalmente, la crítica radical a la visión tecnocéntrica de los desastres (véase también White, 1974, y sobre todo Oliver-Smith y Hoffman, 1999) se refiere directamente a casos en los que el análisis científico del agente de impacto de tipo natural (tsunami, terremoto, erupción volcánica, etc.) es predominante o más aún exclusivo con respecto a los estudios de vulnerabilidad sociocultural de las comunidades humanas afectadas. Pero, en el caso de una catástrofe como la del Vajont, en donde las responsabilidades humanas han sido comprobadas a nivel penal, el intento más o menos consciente o deliberado de acreditar frente a la opinión pública la tesis de "la naturaleza cruel" basada en este paradigma es todavía más grave y significativo.

Junto a quienes tendían con hipocresía mal disimulada a aplazar el juicio sobre lo ocurrido hasta que hubiera pasado el efecto traumático, a la espera de alcanzar una presunta tranquilidad y una supuesta serenidad de opinión, se situaban aquellos que no dudaban en lanzar acusaciones físicas identificando de inmediato la responsabilidad de "la naturaleza cruel", para concluir con patética resignación: "No hay nada más que podamos decir o hacer." Ya a partir del primer día, precisamente en el principal diario italiano, Il Corriere della Sera, se puede vislumbrar este afán de concluir, porque, de todas formas, "no hay nada más que podamos decir o hacer", y no queda más que enterrar a los pocos que el derrumbe no había enterrado ya. Y he aquí las grandes descripciones sobre los potentes medios de socorro, los helicópteros inmóviles en la tierra y que, sólo de vez en cuando, por guardar las apariencias, realizan una inútil ruta de reconocimiento, moviéndose entre escombros sin trazas de vida.

Il Giorno

En 1963, Il Giorno, en su octavo año de vida, es un diario relacionado con el capital público y con las políticas de los nuevos gobiernos de centro-izquierda y tiene, por lo tanto, el compromiso de expresar las posiciones más modernas que existan en ese momento en el país. Se presenta como el anti- Corriere. El lenguaje periodístico que maneja resulta mucho más moderno porque incorpora, en general, la imagen en el mismo rango que la palabra. Aunque en esta ocasión no recurre al uso del color (en esos años es el primer diario que lo introduce en la prensa diaria italiana) los servicios fotográficos de Il Giorno cubren grandes espacios y poseen una eficacia ilustrativa y una calidad de reproducción incomparablemente superiores a las del viejo Corriere. El viernes, además, su periodismo de imágenes dispone de cuatro páginas adicionales, no numeradas, sobrepuestas en forma de cubierta. También los títulos son apropiados y contribuyen a fortalecer la posición alterna de modificar el lenguaje para crear una sensación de proximidad. "Nunca antes tantos muertos": es todo lo que se confía al lenguaje de las palabras en la primera página de la portada; y en las dos interiores (dicho con la menor cantidad posible de palabras, enespacios cada vez más dilatados y con caracteres y tipo cada vez más grandes): "El maremoto entre los montes". Pocas palabras, simples indicaciones en las fotografías que están llamadas a "hablar por sí mismas". La misma opción se presenta en la cuarta página de la primera plana: un título para todas las columnas, "El pueblo desmoronado", junto a una fotografía enorme y dos un poco más pequeñas, con tres renglones de pie de foto.

El artículo central, confiado a Enzo Forcella, una de las plumas más sobrias y apreciadas del diario, se titula "Fatalidad de la naturaleza y responsabilidad del hombre", en el que, como es evidente, se dejan abiertas todas las posibilidades:

Es la otra cara del progreso. El hombre derrota a la naturaleza [...] y la naturaleza se venga del hombre introduciendo lo inconmensurable en sus construcciones y en sus cálculos [...].

Luego aparece la pregunta clave: "Pero, ¿hasta qué punto es inconmensurable?", y al final la moraleja, para quien tendrá tal vez la tarea de investigar sobre lo sucedido: "Pero la resignación por lo inconmensurable de la naturaleza debe ser una conclusión, no una premisa." Los artículos de los enviados siguen todos esta línea: "El dique es perfecto / pero la roca / es peligrosa" (abre en dos columnas la tercera página), el texto es coherente, usa prudentemente el condicional, pero plantea algunas interrogantes.

En la parte derecha de la página, a tres columnas, bajo un título que dice: "No hay nada más / que hacer o que decir / entre el fango y el silencio", otro importante escritor e intelectual italiano, Giorgio Bocca, anota:

Podrá tal vez parecer cruel lo que voy a decir, pero esta desgracia tan "limpia", tan ineluctable, tan absoluta, lleva más a la melancolía que al dolor. No había nada que hacer, no hay remordimientos, no hay culpables. Quedamos sólo nosotros, insectos, que queremos conquistar el universo, declararle una guerra a la naturaleza, reconstruir con loca tenacidad nuestra torre de Babel, y que de pronto, una mañana, en la penumbra de una negación de esta magnitud, volvemos a tomar conciencia de nuestras dimensiones.

Junto a este artículo, la redacción tiene la premura de insertar una nota del redactor, debidamente diagramada, con un toque de distinción, pero que funciona perfectamente en un nivel de mecanismo semántico de decodificación: "Una catástrofe / totalmente / imprevisible / declara el ENEL" (en una columna).

 

CONDOLENCIAS TRANQUILIZADORAS

Es interesante examinar ahora una orientación diferente en la interpretación de los hechos que otros periódicos importantes proponen.

L'Osservatore Romano

Por su tipología y el exiguo número de lectores, L'Osservatore Romano, órgano de la Santa Sede, no puede considerarse un indicador directo de la opinión pública. Pero su importancia se transforma si en vez de una opinión pública genérica nos concentramos en una opinión fuertemente seleccionada, de individuos que son, a su vez, productores de opiniones.

La información del Osservatore sobre el Vajont es muy escasa. Se basa, principalmente, en materiales de agencia. Todo se reduce a un reportaje, que no está ni siquiera ubicado en posición de apertura, sino en posición secundaria, a tres columnas, con el título: "Asume el aspecto de un inmenso desastre / el derramamiento repentino del dique del Vajont" (p. 1). No se señalan cifras, al menos en el título, que se repite en la página 9, quinta columna, donde continúa el artículo. En la posición de apertura se da extenso espacio a una fotografía del papa Pablo VI rodeado por los nuncios (p. 4). El Vajont se retoma en el texto por medio de la cita de un telegrama del pontífice al obispo de la diócesis afectada. En la página 9 un segundo artículo se entrecruza con el primero. Sin embargo, no procura nuevos elementos de información ni en términos de noticias ni de comentario. La atención se desvía hacia "La conmovida participación del país / en el luto de la población cadorina" (dos columnas).

Es la indicación de una línea informativa de corte oficialista y paternalista, que no será desmentida en los días siguientes y de la cual encontramos un ejemplo claro en el sumario: "Las condolencias del Presidente y de las dos Asambleas Legislativas —la benemérita obra de la policía, del cuerpo de bomberos y de las fuerzas armadas—. Se han suspendido los espectáculos públicos y las transmisiones radiotelevisivas." L'Osservatore Romano no se compromete ni con el análisis de las causas o de las eventuales responsabilidades ni —y esto puede ser igualmente impactante— con ningún tipo de dramatismo. No digo, obviamente, en el sentido de un periodismo sensacionalista, sino en el sentido humanitario-religioso. Si alguien, supongamos, hubiese esperado consideraciones en tono antimodernista o populista, o quizá catastrofista o "punitivo", habría perdido su tiempo. Éste no es un periódico apocalíptico, es un diario altamente institucional, y lo que le urge es asegurar la eficacia del auxilio y la universalidad de las condolencias. Por lo demás, se vislumbra mayor piedad y compasión en los reportajes de algunos periódicos y periodistas "laicos" que en estas páginas almidonadas y llenas de decoro. Algunas diferencias dignas de ser notadas surgirían si se analizaran otros periódicos católicos, en especial, los semanarios de las diócesis y, particularmente, el Amico del Popolo, de Belluno.

Il Popolo

En el diario de la Democracia Cristiana, el Vajont es noticia hasta el viernes 18 de octubre, aunque se nota inmediatamente una disminución en la información: sólo el viernes 11 de octubre se le dedica toda la primera página, junto con la segunda y la quinta. En cuanto a la tipología de información, las noticias y comentarios no se concentran en el evento en sí, sino sobre el edificante espectáculo de conmoción que expresan una serie de funciones y funcionarios institucionales. La deformación de la perspectiva y el carácter completamente institucional de este órgano de prensa resultan evidentes. En la primera página del viernes 11 de octubre, el título de apertura, a página completa, dice: "Dolor y consternación en el país / por la enorme desgracia del Vajont / Más de 2 000 víctimas. Pueblos enteros destrozados". Hay que subrayar que, curiosamente, las prioridades están invertidas: la noticia propiamente dicha está escrita en el tercer renglón en un tipo de letra más pequeña. Se ve un breve encabezado en una columna: "El luto / del país" y, luego, "Vasta e inmediata / la acción de los socorristas", sobre tres columnas, con otro incorporado (sobre dos columnas) tan tranquilizador como el anterior: "El gobierno hace un seguimiento / de la situación". En posición secundaria hay una fotografía del dique después de la inundación; más abajo, sobre tres columnas, "La profunda conmoción / de las asambleas parlamentarias". Otro título que se ubica sobre dos columnas anuncia: "El domingo el honorable Segni / en los lugares de la desgracia". Concluyen la serie, en pie de página, a la izquierda: "La oración del papa" (dos columnas), y a la derecha, un destacado en negrilla: "Las condolencias de la D. C. / en un mensaje / del honorable Moro".

En medio de los dos, finalmente, algunos elementos de crónica, bajo el débil título de "El dique más alto del mundo" (cuatro columnas). No se puede olvidar, en medio de toda esta exhibición de luto universal de los representantes del poder, una fotografía de Los Alpinos (fuerza del ejército italiano) trabajando, la única presencia tradicional del "pueblo" entre tantas instituciones. Sólo una analogía podemos encontrar por el momento y es la que existe entre Il Popolo y L'Osservatore Romano, para los cuales se registra un alto índice de oficialismo y un bajo índice de popularidad.

 

LA INFORMACIÓN SE TRANSFORMA EN DENUNCIA

L'Avanti!

Con L'Avanti! se pasa de los grandes diarios al pequeño e histórico periódico de partido. El Vajont está presente en la primera página desde el viernes 11 hasta el sábado 19 de octubre, sin interrupciones. El viernes ocupa toda la primera plana, con una foto grande y con mapas. Ocupa también por entero las dos páginas siguientes. Para el diario socialista no se trata solamente de un dramático suceso de crónica, pues en este caso se desarrollan mecanismos de identificación. Los pueblos devastados no son cualquier pueblo para el partido y su periódico, son pueblos en los que la mayor parte de la población era socialista. Los personajes —muchísimos muertos y poquísimos sobrevivientes— que se citan son más que simples nombres o números. El elemento característico clave para la interpretación de lo sucedido y guía de lectura para los lectores no consiste en indicar las responsabilidades técnicas de la SADE y técnico-políticas de los organismos de control, ni el extraordinario poder de la naturaleza y la pura fatalidad. Aun así encontramos un artículo en la primera página: "No es suficiente hablar de fatalidad", y uno con título en nueve columnas en la tercera página: "Las luces de alarma habían señalado previamente la amenaza", y un breve más prudente, de una sola columna: "¿Graves responsabilidades de la SADE?"

El elemento característico de la imagen con posterioridad a la catástrofe, inmediatamente propuesto por este periódico y retomado en los días sucesivos, consiste en la valorización de las capacidades de interpretación y de recuperación de las comunidades locales golpeadas y, en especial, de los compañeros de la base. Mientras un periódico como el Corriere se dedica a rastrear si se manifiesta y cómo se manifiesta la presencia del Estado en Longarone, el Avanti! escoge, desde el primer momento, la opción de invertir el punto de vista, exaltando —tanto en lo tocante a los muertos como a los vivos— lo que sucede "abajo" y "desde abajo": no en los aparatos sino en la sociedad, es más, en la microsociedad. Dos humildes compañeros héroes, uno muerto en el lugar de los hechos, el otro sobreviviente, sobre el que recaen de improviso responsabilidades extraordinarias, emergen como protagonistas de la crónica y se convierten en el eje en torno al cual ésta gira. Uno, el muerto, es Guglielmo Celso, alcalde de Longarone y secretario de la Federación Socialista de Belluno; el otro es Terenzio Arduini, vicealcalde y nuevo líder de la comunidad a pesar de sus trágicas pérdidas familiares, el sobreviviente llamado a resistir y a proseguir hacia adelante. "El alcalde socialista había denunciado reiteradamente, sin resultados, el peligro inminente": éste es el sumario del artículo de Aldo Lualdi desde Belluno en el que se entrelazan estas dos líneas complementarias de lectura.

L'Unità

De las catorce páginas de L'Unità, diario del Partido Comunista Italiano (PCI), cuatro (la primera, la segunda y las dos últimas) están dedicadas íntegramente al Vajont. El tema estará en primera plana, con al menos un artículo, hasta el lunes 21 de octubre.

En el número del viernes 11 de octubre aparecen ya varios enviados, de proveniencia nacional o regional, en el lugar de los hechos. Aniello Coppola firma el primero de una serie de artículos de fondo ("Tragedia con un nombre"), que lo llevarán a asumir en cierta forma el papel de coordinador e intérprete general de los acontecimientos en el diario del PCI (que en ese momento dirigían Alicata y Pintor). A Tina Merlin le corresponde, a partir de este número, asumir la inusual función de personaje, más que de periodista en acción, puesto que es ella la autora de los artículos con los que L'Unità había anunciado con años de anticipación la tragedia que luego se había verificado.9

El titular en primera plana, que cubre las nueve columnas, dividido en dos renglones: "Los muertos bajo el fango / una masacre que se podía evitar", es una confirmación y un juicio. También en la primera página se reproduce uno de los títulos que dos años antes habían puesto a L'Unità bajo proceso: "Una enorme masa de 50 millones de metros cúbicos / amenaza la vida y los haberes de los habitantes de Erto". El viejo título, de color azul, está ubicado debajo de un clamoroso "Lo escribimos hace dos años" (cinco columnas). Es el hecho a partir del cual, como es comprensible, L'Unità organiza toda su campaña con un tono de indignación y rebeldía. En la segunda página, en un dramático artículo de media página en seis columnas, la periodista reconstruye cómo "L'Unità fue procesada / por haber / denunciado / el peligro". En estas circunstancias y no por su voluntad es que Tina Merlin se encuentra, en un momento dado, utilizada como prueba contra la SADE y es proyectada a la primera fila.

La diferencia de los comunistas, en una tragedia que lleva el cuño de la SADE, de la clase de los propietarios y los dirigentes del Veneto y de Italia, se puede ver claramente en la invectiva de Coppola contra la orientación de la prensa que, por el contrario —como hemos visto— minimiza, encubre o excluye la responsabilidad y la posibilidad de prever el desastre:

Pero detrás de esta cortina de palabras, que contribuye a hacernos conocer el verdadero rostro y el espíritu de buena parte de la clase dirigente, emerge algo más grave y más peligroso que no podemos minimizar: es el intento de anular a priori cualquier investigación, de absolver, aun antes de indagar, cualquier responsabilidad. Frente a este intento, decimos: NO. Hay que hacer un proceso. Hay que encontrar a los responsables. Y deben pagar.

 

OBSERVACIONES CONCLUSIVAS

En los días siguientes el debate después del derrumbe se va encarrilando cada vez más en torno a opciones generales definidas, que la interpretación de los hechos tiende, principalmente, a reforzar y, en algunos casos, a enfatizar más que a poner en duda. Para responder al "lo habíamos dicho" de L'Unità y de Avanti!, que se presentan como legítimos intérpretes del dolor y de la protesta de un pueblo que una vez más sufre y paga por todos porque nadie ha querido escucharlo, los periódicos que expresan las posiciones de las instituciones económicas y políticas acusadas no renuncian a la oportunidad de cerrar filas en el campo anticomunista, acusando al PCI y a la izquierda en general de "especulación" e "instrumentalización".

Como tipo de reacción y modalidad de funcionamiento de la maquinaria periodística y, aún más —aunque no necesariamente— si es de un partido, o sea, la expresión de una posición precisa prioritaria de ubicación política, lo que sucede resulta fácil de prever. Los medios de comunicación proyectan determinadas imágenes de la sociedad y de la realidad y, dado que una parte muy importante de la vida social ocurre más allá del microcosmos en el cual se verifica la experiencia directa, las personas se encuentran cada vez más en posición de dependencia frente a éstos para formarse tales imágenes. Los medios de comunicación cumplen un papel esencial no sólo en la difusión de informaciones sobre los acontecimientos, sino también en la percepción del contexto sociopolítico en el cual se ubican dichos acontecimientos. Las expectativas y los criterios son medianamente estereotipados. Quien escribe en un periódico narra al lector los hechos a partir de lo que, tanto uno como el otro, consideran lógico y verosímil, precisamente porque se coloca en lo que es sabido y resabido. El problema teórico principal que surge de los ejemplos citados en el artículo, según mi opinión, no es tanto el de determinar las modalidades a través de las cuales la realidad "se construye" completamente a partir de las noticias que los medios difunden (sería una tesis fuerte a la cual podrían proponerse dudas razonables), sino comprender por medio de cuáles procesos de producción y comunicación (lingüística, verbal, fotográfica, etc.) las noticias contribuyen a confirmar ideologías e hipótesis interpretativas preexistentes en el cuerpo social.

Una vez que ha sucedido un hecho nuevo, en definitiva, la primera regla es conducirlo hacia lo que ya se conoce, volverlo un poco menos nuevo. De esta manera se supera el impacto y se establece o se conserva la comunicación. Es por esto que los medios de comunicación masivos resultan tan eficaces cuando refuerzan recursos cognitivos de los lectores. Su papel, que en buena medida resta aún por investigar, consiste en hacer coherente y significativo un evento desastroso, incluyéndolo en el ámbito de un determinado esquema de percepción de la realidad conocido y familiar.

El método deductivo termina así por prevalecer sobre el inductivo y los hechos nuevos acaban sometidos a opiniones preestablecidas. Con una peculiaridad específica: el carácter excepcional de lo sucedido, la magnitud y la imposibilidad de preverlo, su inusual impacto sobre las conciencias, incluso sobre las más indiferentes de millones y millones de habituales no lectores, ofrece a los diarios, al menos por algunos días, la posibilidad de multiplicar la cantidad y la atención del público. De esta manera, las metáforas y las parábolas, las enseñanzas y los símbolos de carácter general que esta campaña de prensa da la oportunidad de practicar y de proponer, adicionándolos al suceso —sobre el capitalismo, sus leyes de funcionamiento, las relaciones entre propiedad privada y organismos estatales, las comunidades locales y los jefes de la economía y de la política, gobernantes y gobernados, ejército y población y así sucesivamente—, se dirigen y actúan por una vez convocando a un numeroso público, probablemente más disponible e involucrado que de costumbre. Más allá de la crónica y de su mayor o menor confiabilidad o reticencia, el evento es una gran ocasión para cada uno de los periódicos, día tras día, de actuar sobre la imaginación de las masas, involucrando hasta a los más reticentes a las formas de comunicación verbal.

En la pugna por obtener beneficios del evento en cuestión, la izquierda juega grosso modo en posición de ataque, el centro y la derecha a la defensiva, cada uno a su modo y con una serie de diferenciaciones internas que es justo no pasar por alto. Es entonces en cierta forma legítimo hablar de "instrumentalización", pero debe quedar claro que, en cualquier caso, para una parte como para la otra y fuera de un improbable "justo medio", el hecho Vajont no se puede separar de las imágenes que lo acompañan y de la lucha por hacer prevalecer una u otra percepción (Reberschak, 1983).

Los medios masivos de comunicación activan, entonces, un proceso sustancial de "reducción de la complejidad" al interior del contexto social en el cual sucede un desastre. Este último, al contrario, representa la irrupción rápida e inesperada del grado máximo de complejidad interpretativa posible. Precisamente, desde este punto de vista, en los desastres el análisis antropológico del poder de los medios en la construcción de la realidad social, es decir, en el proceso por medio del cual las representaciones simbólicas de los medios masivos de comunicación son utilizadas como recursos para elaborar los sistemas de conocimiento del individuo, es esencial para comprender los procesos de atribución de la culpa (blaming) y de reducción o amplificación de la vulnerabilidad.

 

Bibliografía

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Notas

Traducción: Cristina Vargas

* Le estoy muy agradecido a Cristina Vargas por la traducción al español del presente artículo. Agradezco, además, a Francesco Zanotelli, Federica Rovatti, Gian Paolo Gallo y Martina Galan por haber discutido conmigo algunos de los temas generales propuestos en este artículo y por haberme dado útiles sugerencias críticas.

1 La audiencia del programa fue evaluada en un público de alrededor de seis millones de individuos: de ellos, 1 700 000 personas interpretaron la transmisión como un noticiero informativo y alrededor de 1 200 000 resultaron atemorizadas. La investigación emprendida por Cantril (1940) sobre los factores que produjeron el malentendido general y desencadenaron el pánico presenta aún hoy elementos interesantes. La traducción completa al italiano del guión de radio, con el título de Invasione da marte, de H. Koch, se encuentra en Fruttero y Lucentini (1982: 9-39). La traducción al español puede consultarse en la página: <http://www.mega-cosmos.com/invasion.html> [N. del t.].

2 La construcción de este dique (que en su época era el más alto del mundo) fue realizada por una compañía privada, la SADE, que luego se transformó en el organismo de Estado para la energía eléctrica (ENEL) y requirió casi siete años de trabajo (de 1956 a 1963). Se emprendió sobre la base de relieves hidrogeológicos y proyectos de construcción iniciados en 1929. En esta zona (Alto Veneto), ubicada entre el Cadore y los Alpes Dolomíticos, existen otras siete represas hidroeléctricas, con una capacidad total de 69 millones de m3 de agua. De esto se puede intuir claramente las proporciones gigantescas de la estructura: el Vajont tiene, él sólo, la misma capacidad de contención de todas las demás represas juntas (lo que implica un total de alrededor de 35 km de tuberías en túnel).

3 Véase el número monográfico de la revista L'Alpe, "La grande paura", núm. 7,2002.

4 Esta eficaz expresión fue utilizada por primera vez por la periodista

5 El análisis que propongo puede ser solamente parcial y, en cierta forma, introductivo a una investigación más extensa y articulada, entre otros por problemas concretos de disponibilidad del material. Después de tantos años la mayor parte de los periódicos no dispone de todos los números que hubiera sido necesario consultar, ni ha sido siempre posible recuperar las colecciones de los diferentes diarios en las bibliotecas.

6 Son pocos millones los ciudadanos que en Italia leen los periódicos, frente a una mayoría que no los lee y de una minoría culta y con intereses políticos que lee más de uno al día y que ya en esa época podía realizar directamente las comparaciones.

7 Durante el periodo del desastre del Vajont, los periódicos usaban las mismas agencias de prensa, los corresponsales que sobrevivieron fueron poquísimos, en muchos casos diferentes periódicos recurrían a los mismos enviados.

8 Nótese que en todo el Veneto la palabra "toc" quiere decir "pedazo", mientras que en Friuli "patòc" significa "podrido" Es tal vez una atrevida conexión etimológica relacionar este nombre con un antiguo saber ecológico sobre la naturaleza quebradiza y pedregosa de la parte de la montaña que sostenía el dique (un "pedazo podrido"). El término Vajont en ladino significa literalmente "va giù" en italiano, "cae" en español.

9 Es ella la periodista que fue procesada —y absuelta— por el tribunal de Milán, en un proceso que reconoció como legítimas las voces de alerta y la preocupación a las que el diario comunista había dado espacio: a este reconocimiento no siguieron intervenciones concretas.

 

Información sobre el autor

Gianluca Ligi. Investigador de ciencias antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Ca'Foscari de Venecia, donde enseña antropología social. Es profesor de antropología cultural en la Università Statale di Milano. Entre sus publicaciones están los libros: I miti scandinavi della luce. Fertilità e iniziazione nei miti nordici (1998); La casa Saami. Antropologia dello spazio domestico in Lapponia (2004); Antropologia dei disastri. Contesti culturali e percezione del rischio (que aparecerá editado en 2005). Coordinó junto con A. Favole y P. P. Viazzo, el número monográfico de la revista La Ricerca Folklorica, que lleva el título: "Luoghi dei vivi, luoghi dei morti. Spazi e politiche della morte" (núm. 49, 2004).

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