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Migraciones internacionales

versión On-line ISSN 2594-0279versión impresa ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.11  Tijuana  2020  Epub 30-Ago-2021

https://doi.org/10.33679/rmi.v1i1.1920 

Artículos

En búsqueda de tierra y agua: Desde Chihuahua, México a Santa Cruz, Bolivia

José Luis Manzanares Rivera 1  
http://orcid.org/0000-0003-3394-4967

1El Colegio de la Frontera Norte, Mexico, jlmanzanares@colef.mx


Resumen

Se analiza el proceso migratorio de la comunidad menonita desde las planicies áridas del estado mexicano de Chihuahua hacia la región de Santa Cruz, Bolivia, con particular énfasis en el uso intensivo de los recursos hídricos subterráneos como detonante. El análisis realizado en la presente investigación sugiere que el modelo migratorio menonita ha encontrado en los países de América Latina, particularmente en su transición de México a Bolivia, condiciones sociales que han permitido a este modelo su florecimiento. Los resultados indican oportunidades para el diseño de políticas de integración social que promuevan la sustentabilidad ambiental en los sitios a los que migra la comunidad menonita.

Palabras clave: migración internacional; agua; sustentabilidad; México; Bolivia

Abstract

This article analyzes the Mennonite migration process from the arid plains of Chihuahua in northern Mexico to South America’s Santa Cruz in Bolivia, associating intensive use of underground water resources to migration as a trigger. The analysis in this research suggests that the Mennonite migration model has found social conditions in Latin American countries, particularly in their transition from Mexico to Bolivia, that has allowed it to flourish. The results indicate opportunities for devising social integration policies that promote environmental sustainability at the Mennonite migration host communities.

Keywords: international migration; water; sustainability; Mexico; Bolivia

INTRODUCCIÓN

No creo que ningún autor haya supuesto que sobre esta tierra el hombre pueda

llegar a vivir sin alimento.

(Thomas Malthus, 1798/2004, p. 4)

Las causas de las migraciones internacionales han sido históricamente un área de investigación dominante en los proyectos de investigación sobre migración. Determinantes socioeconómicos tales como los ingresos y las condiciones de pobreza se han documentado extensamente, pues representan motivaciones comunes para el desplazamiento de las personas a través de fronteras en todo el mundo. No obstante, y hasta recientemente, se había dirigido menos atención a los determinantes medioambientales de las migraciones internacionales. Sin embargo, a medida que los patrones migratorios se han vuelvo más complejos, la dimensión medioambiental ha recibido mayor atención al reconocerse los posibles efectos del cambio climático y la creciente posibilidad de experimentar fenómenos climáticos extremos (OIM, 2009).

La dimensión medioambiental se torna particularmente importante para los grupos de población vinculados a las actividades económicas primarias de la cadena de producción alimentaria, tales como la agricultura. Las principales empresas productivas de estos grupos son particularmente vulnerables a las condiciones climáticas y a la disponibilidad de agua. De entre tales grupos de población, los agricultores menonitas (quienes por siglos han creado comunidades rurales a lo largo de distintos continentes) nos proporcionan un claro caso a través del cual podemos entender la conexión entre los determinantes medioambientales y la migración.

Las migraciones internacionales de los agricultores menonitas han sido estudiadas por distintos académicos (Friesen, 2006; Loewen, Nolt, Duerksen, Yoder y Hoover, 1996; Urry, 2006). La gran mayoría de los esfuerzos de estos prominentes investigadores documentan detalladamente las motivaciones religiosas de estas migraciones, junto con las características descriptivas de su organización social (su estructura congregacional, en la cual es la comunidad la que determina su integración social), misma que se remonta a la Reforma Protestante europea de hace más de 400 años.

A pesar de estos esfuerzos, la migración desde Chihuahua, en México, a Santa Cruz, en Bolivia, es un paso menos conocido en esta larga travesía. Distintos análisis recientes de la migración menonita realizados por académicos latinoamericanos, como Cañas (2008), señalan las regularidades que contribuyen a entender esta comunidad que lucha por reinventar su futuro en un proceso que abarca fronteras estatales. Como recientemente fue documentado por Kopp (2015), existe un creciente interés en la comunidad académica por estudiar esta migración colectiva internacional, pues sus implicaciones representan una oportunidad de poner en perspectiva el papel de los determinantes medioambientales. Tal estudio podría ofrecer visión de la posición que los recursos vitales –en este caso el agua–, pueden tener para futuros movimientos de personas alrededor del mundo.

El propósito de esta investigación es examinar el papel que ha tenido la escasez de recursos como la tierra y el agua en el proceso migratorio de los menonitas, quienes migraron desde las llanuras áridas del centro de Chihuahua, en el norte mexicano, hasta la región de Santa Cruz, en Bolivia, América del Sur. Con este propósito, el presente artículo se ha organizado en tres secciones.

En la primera parte tomamos en cuenta estudios anteriores que nos proporcionan un trasfondo sobre los determinantes compartidos con previas migraciones internacionales de menonitas. Para esta sección, la fuente principal de información es una revisión de literatura con perspectiva histórica. La segunda sección adopta un enfoque espacial para discutir la distribución geográfica de las colonias menonitas en Chihuahua, desarrollándose a partir de perspectivas de la teoría del acceso que asocian el uso intensivo de recursos hídricos subterráneos con la migración. La principal fuente de información han sido los datos oficiales georreferenciados sobre pozos excavados y volúmenes de extracción de agua subterránea. Por último, la tercera sección explorará el proceso de migración de Chihuahua a Santa Cruz.

La búsqueda de nuevas tierras agrícolas como factor determinante para la migración internacional: la diáspora menonita

La colonia menonita de nombre Chihuahua, está localizada en Santa Cruz, Bolivia, una región en el corazón de la cuenca hidrográfica del Amazonas. Su nombre viene del estado fronterizo en el norte de México en el que se establecieron agricultores menonitas que habían llegado de las provincias canadienses de Manitoba y Saskatchewan en 1922, siendo esta la primera villa agricultora menonita en México. La colonia Chihuahua es parte de un extenso conjunto de colonias creadas en Bolivia por los menonitas que migraron desde Chihuahua.

Esta travesía organizada de 6 928 km a lo largo del continente hacia América del Sur, comenzó durante 1967 y 1968 con el establecimiento de cuatro asentamientos en las proximidades de la ciudad de Santa Cruz, en Bolivia. Estas colonias “madre”2 , denominadas Riva Palacios, Santa Rita, Sommerfeld y Swift Current, pueden considerarse como el punto de arranque de una migración grupal masiva emprendida por los agricultores menonitas, buscando abrir nuevas fronteras agrícolas en Bolivia.

Para lograr aproximarnos al proceso migratorio que llevó al establecimiento de la colonia de Chihuahua, en Bolivia, es importante tomar en cuenta algunos determinantes en común, con al menos dos etapas previas de la migración internacional menonita: desde Rusia a Canadá, y de Canadá a México, llevando finalmente a la fundación de la colonia de Chihuahua en Bolivia.

La migración de Rusia a Canadá comenzó con el establecimiento de la colonia de Chortiz en 1873, en la recién creada Provincia de Manitoba, en la región de la pradera canadiense. Este asentamiento pionero, establecido por inmigrantes menonitas de Rusia3 en un área conocida como la Reserva del Oeste, es reconocido como el primer asentamiento de agricultores permanente en las fértiles praderas a campo abierto en el oeste canadiense (De Lisle, 1974). Mientras tanto, la etapa de Canadá a México del proceso migratorio llegó con el establecimiento de la colonia de Manitoba en el valle de Bustillos, en el estado de Chihuahua, en 1922.

Este curso de sucesos históricos expresa el carácter de un grupo particular de agricultores menonitas en el continente americano, a la vez que nos proporciona el trasfondo necesario para establecer un vínculo entre los determinantes medioambientales y ulteriores procesos migratorios de agricultores menonitas hacia países latinoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX.

Una pregunta que debemos atender de inicio es ¿quiénes eran estos agricultores que migraron desde México hacia Santa Cruz, en Bolivia? Ellos eran parte de un grupo religioso denominado menonitas. Aunque el grupo menonita es diverso y lo constituyen muchas ramas, una característica común que ha definido su identidad a lo largo del tiempo es su relación con la agricultura como su principal ocupación, y con las comunidades rurales como su modo de vida. En sus propias palabras, afirman: “somos una comunidad rural; vivimos en nuestra tierra y trabajamos el suelo […] a nuestros niños se les enseña a vivir la vida rural, y nuestra gente sigue llevando una vida simple en las granjas a través de las generaciones”4 (Manitoba Free Press, 1920, p. 19).

Sociólogos, historiadores y antropólogos a través de los años han retratado comúnmente a los menonitas valiéndose de sus valores característicos, los cuales promueven lazos familiares y comunitarios íntimos, la religión como un modo de vida, el auxilio mutuo (Keim, 1998), el empleo de restricciones para controlar la influencia de la tecnología y, tomando las palabras de un escritor clásico Redekop (1969), sobre la cultura menonita, “una asimilación limitada a las sociedades que los reciben” (1969, p. 251). Las motivaciones económicas menonitas representan un aspecto controversial y menos documentado de la imagen del menonita agricultor, uno que podría tener profundas implicaciones en la comprensión de esta diáspora.

Después de 48 años siguiendo un patrón de asentamiento de colonia cerrada en las praderas canadienses, la comunidad menonita enfrentó dos realidades esenciales que eventualmente desembocaron en su migración de 1921. Por un lado, la presión por integrarse socialmente impuesta por una sociedad receptora, principalmente anglocanadiense, particularmente en las provincias de Saskatchewan y Manitoba, y por otro lado la necesidad de más terreno para expandir aún más su modelo de colonia cerrada.

En cuanto a la primera cuestión, y en un esfuerzo por promover “políticas nacionales consistentes, orientadas a la asimilación de poblaciones étnicas, para salvaguardar la unidad nacional y la uniformidad cultural” (Francis, 1953, p.233), el gobierno canadiense había implementado desde 1890 medidas de política pública diseñadas para incluir en un país unificado a todos los miembros de la sociedad a pesar de sus trasfondos culturales y creencias religiosas divergentes.

Cumplir con las leyes canadienses en términos de integración demostró ser un gran reto para algunos agricultores menonitas, cuyas tradiciones incluían su propia forma de comunicación oral (el dialecto conocido como plattdeusch) y medios de expresión escrita derivados del alemán. A nivel práctico, funcionaban como una micro sociedad propia, aislada de las costumbres culturales de la sociedad que los acogía, con la clara excepción de la actividad comercial.

Aunque este conjunto particular de convenciones sociales dio a los menonitas una oportunidad para desarrollar sus asuntos prácticamente sin intervención ajena, presentaba un gran inconveniente a pesar de sus beneficios sociales. Era este un hecho de condición humana, un asunto más bien práctico que académicos como el Reverendo Thomas Robert Malthus (1978/2004) describieron casi un siglo antes respecto a la cuestión de la mejora futura de la humanidad:

Es una verdad evidente, de la que se han percatado muchos escritores, que la población debe siempre ser contenida al nivel de los medios de subsistencia; más ningún escritor que este autor recuerde ha ahondado particularmente en los medios a través de los cuales este nivel es logrado ( Malthus, 1798/2004, p. 7 ).

Los menonitas se vieron confrontados ante este ineludible hecho natural. Como lo describieron Sawatzky (1971) y Werner (2013), entre otros, para 1890 la reserva de tierras canadienses se hacía escasa y cara. La porción ocupada por la altkolonier5 , “aproximadamente la parte oeste de la Reserva del Oeste se tornaba particularmente sobrepoblada” (Sawatzky, 1971, p. 17). Además, el resentimiento público contra el estatus privilegiado de los menonitas era un problema creciente para los canadienses en los años previos a la Primera Guerra Mundial, y posteriormente durante, siendo que los menonitas jóvenes se rehusaban al reclutamiento alegando objeción de conciencia, resultando esto en fallos judiciales en su contra. La Winnipeg Evening Tribune documentó el siguiente juicio en enero 4 de 1918:

Su religión es meramente un encubrimiento para evadir el servicio militar”, afirmó el juez Myers. "No se debe a su religión o a que asistan a alguna iglesia particular que quieran excepciones. Simplemente no quieren ir.

Las autoridades militares testificaron que los chicos no asistían a iglesia alguna, y Daniel admitió que durante los últimos cuatro años nunca había asistido a los servicios religiosos en la iglesia menonita de Winkler, la más cercana a su residencia.

Si encontramos cualquier modo de mandar a estos menonitas a la guerra, irán”, declaró el juez Myers esta mañana al escuchar los casos de Frank y Daniel Wiebe, trabajadores agrícolas de Sanford, Manitoba, quienes aparecieron en la sección del Acta de Servicio Militar que permite excepción a los miembros de confesiones como las de los menonitas y los cuáqueros ( The Winnipeg Evening Tribune, 1918, p. 4 ).

Es así como la necesidad de tierra cultivable adicional, una condición sine qua non para su existencia, junto con el enfoque particular de los menonitas para con la integración, resultó en una creciente presión para que abandonaran Canadá.

Como fue reportado por Francis (1948), las instituciones socioeconómicas de acuerdo con las cuales esta población buscaba vivir no solo no estaban amparadas por las leyes canadienses, sino que “eran en parte directamente contrarias a ellas” (1948, p. 148). Esta perspectiva se extendió en algunos segmentos de la sociedad canadiense, como lo declaraba la prensa en otras provincias como la de Saskatchewan: “el canadiense fiel percibe a los menonitas como haraganes: no aprenden inglés, tienen una religión distinta, y no se asimilan a los canadienses” (Friesen, 1934, p. 119).

En 1919 el gobierno canadiense prohibió explícitamente que entraran más menonitas migrantes a Canadá (Warkentin, 1960), sumándole aún más presiones a los planes de expansión del modelo de organización menonita en este país norteamericano.

No obstante, líderes conservadores menonitas llevaron a cabo una serie de esfuerzos por persuadir a los gobiernos provinciales. Aun así, las autoridades declararon que “tener un país dentro de un país no es una opción en Canadá” (Sawatzky, 1971, p. 35).

Es en este contexto que los líderes altkolonier menonitas emprendieron en el continente americano una búsqueda de nuevas tierras agrícolas en las cuales replicar su modelo de organización social. Una de sus primeras opciones de migración planificada fue a Mississippi, en Estados Unidos, en donde negociaron un contrato para la compra de tierras y consultaron la posibilidad de obtener el estatus especial conocido como privilegiums Gnadenbriefe6 al cual estaban acostumbrados por sociedades receptoras previas como Rusia y Canadá. De acuerdo con documentos históricos descritos por Sawatzky (1971), al llegar ellos a la frontera con los Estados Unidos fueron sin embargo “devueltos e informados que no se les concedería estatus especial alguno” (1971, p. 34).

Después de muchos intentos en otros estados de los Estados Unidos, tales como Alabama y Florida, de asegurarse un contrato de compra de tierras junto con el correspondiente conjunto de tratamientos especiales solicitados, resultó evidente que los Estados Unidos no permitirían a los menonitas migrara bajo semejantes términos especiales, mismos que la ley estadounidense parecía prohibir. No se tiene claro si las condiciones Gnadenbriefe fueron consideradas discriminatorias o contrarias a los intereses de integración nacional de los Estados Unidos, pero el resultado (reflejado en la evidencia de los intentos de migración menonita a Mississippi) fue el rechazo por parte de las autoridades estadounidenses. Fue así como los agricultores se vieron en la necesidad de extender su búsqueda de tierra en países más al sur.

Dirigieron prinicipalmente sus esfuerzos a Brasil y Argentina, en América del Sur. Argentina no les concedió Gnadenbriefe, repitiendo el intento sin éxito en Brasil. Aparentemente estos países revisaron minuciosamente las implicaciones de abrir sus fronteras bajo concesiones de estatus especial, siendo que como Estados democráticos no proporcionaban tales tratos diferenciados a sus ciudadanos.

En México encontraron una última alternativa afortunada. Como ya se ha documentado, la migración a México no fue su primera opción, ni era el país considerado un destino deseable a pesar de estar relativamente cercano a Canadá. Sin embargo, México fue el país que inesperadamente los recibió debido al enfoque del gobierno federal representado por el entonces presidente Álvaro Obregón, quien personificaba el poder central del país, característico del México posrevolucionario. El siguiente fragmento extraído de un discurso del presidente Obregón ilustra esta perspectiva:

Para el desarrollo de las riquezas naturales de mi país propongo hacer una invitación a todos los hombres de capital y emprendimiento, sean nacionales o extranjeros, que estén dispuestos a invertir su capital en el desarrollo de estas riquezas ( Terrazas, 1920, p. 1 ). 7

De acuerdo con Sawatzky (1971), se atribuye a John F. D. Wiebe8 haber sido el contacto entre el gobierno mexicano y la comunidad menonita para la compra de las tierras necesarias. Wiebe contactó a Arturo José Braniff, el hijo de Thomas Braniff, prominente figura y miembro de la élite económica en la época Porfiriana. Además, “la evidencia histórica indica que Arturo Braniff fundó una empresa para administrar y vender tierras junto con Federico A. Luna, un allegado del presidente Álvaro Obregón” (Collado, 2012, p. 742).

Este vínculo particular con el poder político central abrió la puerta a una serie de tratos, en los que la línea entre la política y los negocios se cruzaron libremente, revelando las relaciones plutocráticas que prevalecían en México, en una época en la que el país buscaba su identidad después de la violenta insurrección de los campesinos sin tierras a principios del siglo XX. De acuerdo con la investigación realizada por Collado (2012) debido a las conexiones de Federico A. Luna, el gobierno le vendió aproximadamente 424 hectáreas pertenecientes al Departamento de Guerra en el lado este de la Ciudad de México, dándole también un préstamo atípico para comprar la tierra, “este préstamo por parte del gobierno fue una transacción inusual producto de la corrupción” (Collado, 2012, p. 742).

A pesar de las intenciones del presidente Álvaro Obregón, “no hizo el esfuerzo de investigar las particularidades culturales de la propuesta de migración menonita, más allá de lo más superficial” (Sawatzky, 1971, p. 33). Su aparente falta de disposición para investigar a fondo las causas de la migración menonita no pueden atribuirse a una falta de capacidad o incluso a un mal juicio, sino más bien a cierto grado de ingenuidad y al involucramiento directo de miembros cercanos de su familia en la transacción comercial que desembocó en el contrato entre la familia Zuologa, dueños del latifundio en el que habría de establecerse la primera colonia menonita, y los nuevos colonos del valle de Bustillos en las llanuras del centro de Chihuahua.

Aun cuando el gobierno federal recibió favorablemente a los nuevos inmigrantes y arregló los asuntos de negocios, las cosas a nivel local eran muy distintas. El sentimiento de rechazo entre los locales salió pronto a relucir. El trabajo de Martina Will (1997) nos ofrece un análisis desde la perspectiva de los pobladores locales del área de la Hacienda Bustillos, campesinos cuyas esperanzas de ser dueños de tierras, inspiradas por las promesas de la revolución, se disiparon ante sus ojos repentinamente. El trabajo de Will describe detalladamente el conflicto inicial de los campesinos locales, una realidad que chocaba con lo que Obregón imaginaba y ciertamente con lo que Braniff retrataba. El trabajo del historiador mexicano Luis Aboites captura el sentimiento a nivel local durante esas etapas iniciales del establecimiento de la primera colonia menonita en México. El siguiente fragmento de Aboites (1995) refleja la situación en ese momento:

El gobernador […] Ignacio Enríquez ya no quiere más colonos menonitas en el estado sino hasta que se les den tierras a los habitantes de los pueblos, pues considera desequilibrado el que a extranjeros se les de tratamiento preferencial como hasta ahora ha sido, mientras que a los mexicanos se les priva en su patria de los derechos que los ciudadanos de otros países obtienen sin problema […] Agregó que los latifundistas de Chihuahua han encontrado en este proceder un mecanismo para dejar a nuestros compatriotas sin tierras, vendiendo sus latifundios en buenas condiciones a extranjeros ( Aboites, 1995, p. 176 ) .

Pareciera ser que la opinión pública sobre los colonos menonitas llegando a México en los primeros años de la migración gradualmente dieron un giro, al darse cuenta del peculiar enfoque a la integración que estos inmigrantes evidenciaban en Chihuahua, como lo documentó el periódico mexicano Excélsior en marzo 6 del año 1925, bajo el encabezado “Viniendo de Canadá”:

Los colonos menonitas no son vistos como una buena adquisición. Personas bien informadas en la cuestión estiman que la colonización menonita es ya sea negativa, o de no serlo tampoco beneficia al país en lo absoluto; sucede que esta gente vive en comunidades completamente aisladas del resto de la población, sin contacto con los nativos, poniendo incluso entre ellos y los habitantes del país la barrera insuperable de sus costumbres y religión completamente exóticas ( Excélsior, 1925, p. 13 ).

La migración menonita desde Manitoba, Canadá, a Chihuahua, México, ha sido comúnmente referida como “una de las más impresionantes estrategias de colonización en la historia de México” (Castro, 2004, p. 27). Ha sido el objeto de ulteriores esfuerzos investigativos por académicos en México, tales como Taylor (2005), quien retrató las dificultades que los nuevos colonos encontraron en las tierras adquiridas, así como las actitudes locales hacia los recién llegados migrantes en las llanuras del centro de Chihuahua.

Este fue el inicio en México de los menonitas, quienes decidieron dejar Canadá, llegando a Chihuahua con sus prioridades, planes y proyectos comunitarios. De entrada tuvieron que enfrentar un conjunto de circunstancias más bien hostiles que eventualmente fueron subsanadas y se desarrollaron llegando a ser relaciones estables y productivas con los locales, particularmente con la población indígena tarahumara, cuya mano de obra resultó serles una contribución local conveniente.

Más con el paso del tiempo, antiguas realidades que habían sido desafíos anteriores para el modelo menonita de vida comunitaria rural comenzaron a resurgir. De nuevo y después de unas pocas décadas, necesitaron tierra para las que las nuevas generaciones se establecieran a futuro en actividades agrícolas. La escasez de tierras en Chihuahua se considera relacionada al patrón de asentamiento cerrado menonita, el cual requiere considerables extensiones de tierra aislada de los centros locales de población.

Siendo Chihuahua el estado más grande de México, con una densidad demográfica relativamente baja, y con pocos y dispersos centros de población, contaba con mucho terreno disponible. Pero las condiciones áridas del territorio, particularmente en la parte norte del estado, contribuyó a la complejidad de encontrar tierra trabajable aislada lo suficientemente propicia.

Además de la cuestión de la escasez de tierras, en esa ocasión había un elemento medioambiental que llegó a ser preocupación central: el acceso al agua. Siendo insumo clave en la agricultura (como se discutirá más adelante en el artículo), se convirtió en un problema central para la supervivencia del modelo menonita en México. Proporciona el marco referencial necesario para explicar la búsqueda de tierras tanto dentro de las fronteras mexicanas como fuera, en países suramericanos como Bolivia.

De Chihuahua en México a la Colonia Chihuahua en Santa Cruz, Bolivia: la búsqueda de acceso a nuevos recursos

Aunque los motivos de consciencia han sido comúnmente citados por algunos historiadores como causas de la diáspora internacional menonita, fuentes tanto contemporáneas como clásicas (tales como Bender (1944), Rempel y Carlson (2002), y Urry (2006), entre otros académicos) así como registros históricos, revelan que encontrar tierra, un factor fundamental de la producción agrícola, ha sido una prioridad significativa para los agricultores menonitas a lo largo de su historia. Loewen (2001) escribe los siguiente sobre las primeras migraciones menonitas en América del Norte:

Efectivamente, los inmigrantes menonitas […] expresaron un interés casi obsesivo por las tierras de cultivo. Como inmigrantes, debatían su calidad, y como agricultores ponían a prueba su potencial. Como vecinos, para ellos la tierra era un tesoro si estaba contigua a las tierras de sus amigos o parientes; como padres, desarrollaban estrategias para adquirir más tierras ( Loewen, 2001, p. 70 ).

Esta actitud refleja la estrecha conexión entre su visión del mundo y la necesidad implícita de buscar tierras, lo que vino a determinar su trayectoria migratoria en el tiempo y el espacio, conformando patrones bien definidos con el fin de crear nuevas comunidades rurales. Desde su organización inicial en Europa, han migrado a Eurasia durante finales de 1700, a América del Norte en 1870, a México en 1921, y más recientemente a muchos países de América del Sur: Bolivia, Colombia, Paraguay, Brasil, Argentina y Perú. Podría argumentarse que su búsqueda de tierra para continuar una forma de vida rural particular refleja un conjunto exitoso de habilidades sociales definidas por un modelo organizacional cultural que les ha permitido preservar su identidad como pueblo en el tiempo y el espacio.

Este proceso migratorio implicaba de manera consistente un ciclo en cuatro etapas, que para fines de este estudio llamaremos en delante Modelo de Migración Menonita en Cuatro Etapas (MMMCE). Primero, una etapa pionera de integración en las colonias, seguida de una segunda etapa de consolidación de actividades económicas adaptado a las condiciones de mercado locales y regionales. En seguida, una tercera etapa de crecimiento de la colonia que se desarrolla en paralelo al uso intensivo de recursos. Una cuarta etapa de expansión se caracteriza por la búsqueda de más tierras propicias para la siguiente Auswanderung.9

Tomando la experiencia mexicana de los menonitas, encontrar tierra agrícola apropiada fue el objetivo primario inicial que generó el proceso migratorio dinámico tanto dentro del estado de Chihuahua como en los seis estados mexicanos adicionales de Zacatecas, Durango, Tamaulipas, San Luis Potosí, Campeche, y Coahuila, antes que el proyecto migratorio a Santa Cruz en Bolivia se materializara.

Efectivamente, los determinantes medioambientales en las colonias menonitas rápidamente demostraron ser un factor significativo para la búsqueda temprana de tierras adicionales. El estado de Chihuahua se caracteriza por el clima árido de sus llanuras el norte (Núñez López, Muñoz Robles, Reyes Gómez, Velasco Velasco y Gadsden Esparza, 2007) y por las bajas tasas de precipitación (Méndez, Návar, González y Vladimir, 2008). En términos de potencial de precipitaciones, el estado de Chihuahua es parte de la Región II en términos de precipitación en el país, siendo cuatro las regiones. La Región II tiene precipitación media anual de 445.54 mm, una cifra considerablemente menor que la precipitación media anual de 777 mm (Méndez et al., 2008).

Estas características generan dificultades para la actividad agrícola y hacen a la tierra vulnerable a fenómenos climáticos tales como sequías, las cuales han sido un fenómeno históricamente recurrente en el estado. Tomando en cuenta el Índice Estandarizado de Precipitación (SPI, por sus siglas en inglés), una medida que define y supervisa las sequías (OMM, 2012), durante la segunda mitad del siglo XX ocurrieron los siguientes periodos de sequía: 1947-1948, 1950-1962, 1964-1965, 1969-1971, 1992-2000, y más recientemente durante el 2011 (Esquivel, 2002).

A pesar de estas restricciones medioambientales, en los 95 años que han transcurrido desde su llegada los menonitas han logrado aumentar su propiedad de tierras un 680% en Chihuahua en relación con las áreas de asentamientos originarios de Swift Current y Manitoba en el estado, evidenciando claramente un patrón de desarrollo agrícola que trasciende los obstáculos inherentes a la sociedad receptora mexicana. El mapa 1 a continuación muestra la expansión de los asentamientos menonitas en México hasta el 2017, siendo que su primer asentamiento se fundó en marzo de 1922.

Fuente: Elaborado por el autor con base en el Inegi (2010). Datos topográficos: límites estatales y red vial en México.

Mapa 1. Expansión de los asentamientos menonitas en Chihuahua (1922-2017) 

El proceso de conseguir tierras adicionales en Chihuahua para el cultivo presento un conjunto de desafíos ambientales, los cuales desplazaron la atención de los colonos menonitas de la tierra al agua, otro elemento clave para la agricultura. En particular, a la extracción de agua subterránea, elemento que pasaría a formar parte del criterio de selección para los lugares de asentamiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, surgió una competencia, entre las colonias recién creadas, por agua, evidenciando una restricción significativa para el futuro desarrollo menonita en Chihuahua.

Se ha estimado un Índice de Extracción (IE) de acuerdo con un enfoque espacial basado en datos georreferenciados oficiales sobre pozos excavados y volúmenes de extracción obtenidos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en México;10 esta medida ha sido documentada en anteriores estudios empíricos como una herramienta confiable para evaluar el uso de recursos hídricos en el estado (Manzanares, 2016). Considera el volumen autorizado para extracción en relación con la capacidad de recarga de un acuífero en cuestión, de acuerdo con la siguiente especificación:

EI =V/ R-N11

En donde V = volumen total autorizado para extracción, R = volumen de recarga del acuífero, N = volumen asignado para fines de conservación medioambiental, no sujeto a ser cedido para actividades antropogénicas. Es así que dos umbrales de referencia de Índices de Extracción (IE) particulares son IE > 1, lo cual indica un escenario de sobreexplotación en el cual la extracción excede la capacidad de recarga del acuífero,12 y IE < 1, el cual indica un uso de relativa baja intensidad. Este enfoque revela el impacto de la extracción de agua subterránea en los acuíferos de Chihuahua desde una perspectiva de sustentabilidad y en relación a los asentamientos menonitas. El mapa 2 a continuación muestra los resultados.

Fuente: Estimación del autor con base en el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de la Conagua (2015).

Mapa 2. Extracción de agua subterránea. Chihuahua 2015 

La evidencia empírica revela un claro patrón de utilización de aguas subterráneas asociado a las regiones agrícolas en el estado. Cuatro áreas vinculadas a asentamientos menonitas resultan particularmente importantes. La primera área de interés es el acuífero Cuauhtémoc, código 805, con una extensión de 3 389.7 km cuadrados, en el cual 4 071 pozos han sido excavados para extracción de agua subterránea; cubre el área completa de los asentamientos altkolonier menonitas pioneros en México, las colonias Manitoba y Swift Current establecidas en 1922.

Para el año 2015 esta área tenía la mayor concentración de pozos por kilómetro cuadrado en el estado, con una densidad ocho veces mayor que la de todo el estado en conjunto, implicando esto que uno de cada cinco pozos excavados en Chihuahua se localizan en el acuífero Cuauhtémoc.13 Este patrón de alta densidad implica también un intenso uso de aguas subterráneas como resultado directo de las actividades agrícolas en la región a largo plazo, y apuntala a un problema de sustentabilidad por sobreexplotación acuífera.

Además, la asimetría entre el volumen del acuífero cedida para extracción y su capacidad de recarga indica que el acuífero Cuauhtémoc, código 805, tiene el mayor Índice de Extracción (IE) en el estado, con una estimación de IE=2.72,14 indicando esto que el volumen cedido para extracción casi triplica la capacidad de recarga del acuífero. Este contexto nos lleva a un déficit anual de 197.03 hm3 (DOF, 2016), el más alto en Chihuahua, confirmando un uso intensivo de recursos hídricos subterráneos vinculado a las dinámicas actividades agrícolas en un importante punto focal menonita.

El acuífero Santa Clara, localizado en el municipio de Riva Palacio, adyacente al área ya descrita y en el trayecto de la expansión histórica hacia el norte del asentamiento, tiene estimado un IE=1.52, apuntando también a una actividad intensa desfasada de un rendimiento que pudiera ser medioambientalmente sustentable.

Pueden también identificarse dos áreas adicionales en relación a centros agroindustriales menonitas de importancia: el acuífero Los Juncos, código 874, y el acuífero La Vieja, código 819. En el caso de La Vieja, y a pesar de ser un área de asentamiento menonita relativamente reciente, el IE estimado fue 1.77, claramente indicando un proceso continuo de sobreexplotación en el área. De acuerdo al Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), estas áreas son las principales productoras de algodón del país. Considerando solamente el área de Laguna La Vieja, se cultivaron un total de 8 658 hectáreas de algodón haciendo uso de agua subterránea durante el ciclo agrícola 2015-2016 (SIAP, 2015).

En contraste, el acuífero Los Juncos, código 874 y el caso más reciente entre los examinados aquí, presenta el menor IE, siendo 0.59, una cifra dentro del potencial de recarga del acuífero, aunque se está aproximando al IE promedio estatal de 0.77, a pesar de ser un asentamiento en funcionamiento por apenas dos décadas.

Poniendo en perspectiva la magnitud representada por los pozos operados por los agricultores menonitas en relación al número total de usuarios en los acuíferos en el área de mayor extracción en Chihuahua, la cual se extiende a los acuíferos Cuauhtémoc y Santa Clara, se determina la proporción de los pozos registrados dentro de la propiedad menonita en relación al total. A continuación, el mapa 3 muestra los resultados.

Fuente: Estimación del autor con base en los Límites Geográficos del Inegi (2010) y el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de la Conagua (2015).

Mapa 3. Distribución de pozos entre usuarios. Acuíferos intensamente utilizados: Santa Clara y Cuauhtémoc, 2015 

Vale también la pena analizar los cultivos que se procuran en el estado en relación con los patrones de uso de aguas subterráneas que mostramos arriba. Para esto, se examinan los datos oficiales del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP, 2017). El estado se especializa en la producción de cinco cultivos principales, ocupando estos 80.5 por ciento de su tierra cultivada: algodón (26.04%), maíz (grano, 20.57%), alfalfa (forraje, 15.41%), nuez (13.46%), y manzana (5.02%).

En el estado, el área de Cuauhtémoc es la principal productora de maíz, con 37 825 hectáreas cultivadas mediante irrigación. En cuanto al algodón, el municipio de Buenaventura (acuífero Laguna La Vieja) es el principal productor con 30 200 hectáreas. Como ya se ha discutido, estas áreas son significativos sitios de operación menonita. La siguiente figura mostrará los parámetros clave de producción de los principales cultivos producidos en todo el estado, distinguiéndose entre los municipios con colonias menonitas (Cuauhtémoc, Namiquipa, Buenaventura, Nuevo Casas Grandes) y en los que no las hay.

El patrón identificado indica que los municipios con colonias menonitas son los principales centros de producción agrícola en el estado y cuentan con las mayores áreas cultivadas, así como el mayor rendimiento entre los cultivos de mayor valor. Además, la figura 1 muestra que los municipios en los que residen agricultores menonitas se especializan en cultivos de alto valor, como el algodón,15 el maíz y la manzana.

Fuente: Estimación del autor con base en el SIAP (2017). Valores estimados utilizando precios nominales oficiales por cultivo (proporcionados por el SIAP) y el tipo de cambio en septiembre de 2017, que equivalía a 18 pesos mexicanos por dólar estadounidense.

Figura 1. Cultivos principales producidos en Chihuahua, por municipio, 2017. Indicadores clave tomando en cuenta los municipios con producción menonita 

Desde una perspectiva teórica, los elementos implícitos en este patrón de uso intenso de aguas subterráneas son consistentes con algunas de las características retratadas por Ribot y Peluso (2003) en cuanto a la teoría del acceso, en la cual la posibilidad de beneficiarse de activos (en el particular, tierras y agua) se relaciona con redes de poder antes que con el ejercicio de derechos per se.

De acuerdo con Hoogesteger y Wester (2015), aun cuando inicialmente el acceso a recursos hídricos subterráneos puede contribuir a desarrollar un escenario de bienestar y sobreexplotación, “a largo plazo desemboca en un contexto social deteriorado en el cual cada vez más personas (principalmente agricultores pobres) pierden acceso a aguas subterráneas y otros recursos esenciales similares” (Hoogesteger y Wester, 2015, p. 119). La transición de bienestar mediante agua subterránea a deterioro social ha sido abordada en estudios académicos recientes, los cuales han identificado cuatro etapas en este proceso: 1) El auge del entubado en tecnología de pozos, fomentado por esfuerzos en políticas privadas y públicas, incluyendo subsidios en forma de tarifas especiales de electricidad, representando un efecto catalizador común (Badiani, Jessoe y Plant, 2012; Khair, Mushtaq y Reardon‐ Smith, 2015); 2) Desigualdad, con prácticas agrícolas intensivas de un solo cultivo a base de aguas subterráneas (Damonte-Valencia, 2015; Saldi y Petz, 2015); 3) Polarización, con síntomas tempranos de extracción excesiva de aguas subterráneas (Manzanares, 2016); y 4) el declive de la socio-ecología de agua subterránea, con impactos adversos para los pequeños agricultores y los grupos sociales de bajos ingresos (Mukherji Shah, 2005; Shah, 2009).

Actualmente, las áreas menonitas en Chihuahua están en transición a las etapas 3 y 4 de este proceso, y por tanto pozos más profundos deben cavarse, aunque no se ha tenido en ello éxito hasta ahora. Por ejemplo, en la colonia de Manitoba, el área con la mayor producción de maíz, se han excavado sin éxito pozos tan profundos como 365.76 metros. Es también común encontrar pozos de 771.144 metros de profundidad (Conagua, 2015).

Dado el vertiginoso crecimiento de la competencia por aguas subterráneas en esta región de Chihuahua, se han comenzado a generar estrategias para ejercer presión mediante la creación de asociaciones que congregan usuarios de aguas subterráneas con derechos de extracción, siendo esto una señal más del agotamiento acuífero en la transición a una etapa de deterioro social.

Como lo prevé la teoría hidro-social, los resultados de esta transición no se limitan solo a impactos medioambientales (Damonte-Valencia, 2015), también abarcan procesos sociales como la migración. En este caso la migración puede ser vista como el resultado de una compleja configuración social en la cual el agua subterránea, un insumo agrícola clave, se ha visto concentrado, generando preocupaciones y tensiones entre los agricultores locales.

Es este el contexto en el cual la migración dentro del país hacia áreas con recursos hídricos abundantes, como el estado de Campeche al sur de México y más al sur hacia Bolivia, comenzaron a surgir como nuevas posibilidades de tierras lo suficientemente aisladas y con las condiciones medioambientales adecuadas para establecer nuevas colonias, dando nuevo inicio al ciclo de migración menonita.

Migración a Bolivia

La primera migración masiva de México a Bolivia16 sucedió en la década de los sesenta, de 1967 a 1968. De acuerdo con los registros históricos documentados por Kopp (2015), este viaje lo integraron aproximadamente 10 000 miembros de la comunidad, quienes se establecieron en una reserva de 78 302 hectáreas. En Bolivia, como sucedió antes en Canadá y México, la etapa inicial de migración fue precedida por un conjunto de arreglos legales locales.17 El Decreto Supremo No. 06030 firmado en marzo de 1962 por el gobierno boliviano fue una disposición legal clave en este proceso, posibilitando la migración menonita desde Chihuahua. El documento declara que “las colonias menonitas que se asienten en cualquier área del país para la realización de actividades agrícolas disfrutaran de las garantías plenas que otorga el estado […]” (Decreto Supremo No. 06030, 1962, p. 1).

Una vez que los agricultores menonitas lograron estas condiciones, pudo comenzar el establecimiento de las cuatro colonias pioneras con pobladores que llegaron desde Chihuahua. Estas colonias madre fueron las de Riva Palacios, Santa Rita, Sommerfeld, y Swift Current (Kopp, 2015). Como puede notarse, los nombres seleccionados recuerdan a sus orígenes, trazando así un camino desde su anterior migración. Los nombres de Riva Palacios y Santa Rita los tomaron de Chihuahua, mientras que Swift Current y Sommerfeld son indicativos de un pasado incluso más distante: sus experiencias canadiense y europea. El mapa 4 muestra la ubicación de estos asentamientos pioneros y la actual área principal de asentamiento menonita en el departamento de Santa Cruz, incluyendo la emblemática colonia Chihuahua, fundada en 1989 (Kopp, 2015) durante la etapa de expansión y de consolidación de actividades económicas.

Fuente: Estimación del autor con base en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA, 2016) y las Fronteras de Departamentos del Estado Plurinacional de Bolivia.

Mapa 4. Primeros asentamientos menonitas en Bolivia 

La migración grupal, característica distintiva de todos los proyectos internacionales de asentamiento menonita, necesita de vastos recursos de territorio. Al igual que en las dos etapas previas de migración de Canadá a México, el proyecto migratorio a la región de Santa Cruz en Bolivia comenzó con la adquisición de grandes reservas de tierras en un área que actualmente cubre 78 000 hectáreas y aloja cuatro colonias “madre” localizadas 33 kilómetros al sureste de la ciudad de Santa Cruz, un punto focal regional en el corazón de la cuenca hidrográfica del Amazonas, que también proporciona condiciones estratégicas de acceso al mercado.

La migración a Bolivia,18 el país con el menor ingreso per cápita en América del Sur (World Bank, 2017), de inicio podría parecer contraintuitivo, si tomamos en cuenta que otros países en la región cuentan con economías dinámicas y Estados democráticos fuertes, como son los casos de Chile, Brasil o Argentina. No obstante, como agricultores, los menonitas estaban más interesados en la tierra y supieron reconocer el potencial de aquel país en particular, como sitio en el cual desempeñar sus actividades agrícolas bajo un modelo social que por generaciones ha sido trasplantado entre continentes.

Después de 60 años de presencia menonita en Bolivia, el año 2017 vio un crecimiento de población de 4 colonias a 52, mientras que la propiedad de la tierra se expandió en hasta 8 veces su extensión original (de 78 000 a 650 000 ha). Además, el ciclo migratorio identificado en este artículo como el Modelo de Migración Menonita en Cuatro Etapas (MMMCE) ha pasado ya por sus etapas tradicionales y ha llegado a un nivel maduro, mostrando algunos de sus límites más evidentes en dos áreas particulares: la integración social y el impacto medioambiental en relación a las prácticas agrícolas de consumo intensivo de recursos. Es inevitable que este patrón recuerde las características comunes a previas experiencias de migración internacional menonita.

Después de un periodo inicial de asentamiento caracterizado por una sociedad receptora en términos generalmente positivos, las fuerzas sociales regionales comenzaron a cuestionarse si el estatus privilegiado concedido a los menonitas era consistente con los objetivos nacionales de desarrollo. Principalmente sucedió esto con el pueblo guaraní nativo y los sindicatos regionales de agricultores, que habían estado activos en la promoción de este enfoque hacia recientes proyectos de colonización menonita.

El gobierno boliviano firmo el Decreto Supremo No. 13261 en diciembre de 1975; esta acta abrogaba el arreglo legal previo de 1962 logrado por los menonitas. El Acta Suprema de 1975 incluía el siguiente fallo:

Tomando en cuenta que la migración al país de las comunidades menonitas fue autorizada en condiciones contrarias a la Legislación Nacional, y como una flagrante violación a la normativa fundamental que amenaza los principios de soberanía y el respeto a nuestras instituciones […] el Consejo de Ministros decreta: Artículo 1. Abrogación al Acta Suprema 06030 de marzo 16 de 1962 ( Decreto Supremo No. 13261, 1975, p. 1 ).

De acuerdo con Kopp (2015), a los menonitas bolivianos se les acusa de ser latifundistas “extranjeros”, responsables de una deforestación masiva y otros daños medioambientales. Aunque las barreras culturales inherentes al modelo de organización menonita, siendo que cuenta con instituciones sociales exclusivas, evita la interacción con los nativos bolivianos más allá de las actividades comerciales, el hecho de que los menonitas en Bolivia cuenten con nacionalidad boliviana indica ya que el término “extranjeros” es a duras penas empleable y en última instancia legalmente inapropiado. Estudios recientes de Kopp (2015) documentan detalladamente la controversia y la percepción socialmente divergente que es la norma actual en cuanto a la comunidad menonita en Bolivia.

Además, en el 2006 el gobierno boliviano promulgó el Decreto 3545 sobre la “Extensión a la Reforma Agraria Comunitaria”, entre otras disposiciones teniendo como objetivo el ser conducente a un uso responsable de la tierra y los bosques (Honorable Congreso Nacional, 2006).

A pesar de la actual situación y luchas sociales de la comunidad menonita en Bolivia, la evidencia sugiere que sus colonias son un motor productivo regional que juega un papel esencial en la producción agrícola y la cadena de suministros actuales, a la vez que generan una superabundancia de desarrollo que llega a otros segmentos de la vida rural boliviana.

Las contribuciones de los agricultores menonitas al crecimiento agrícola boliviano son particularmente evidentes en cuanto a cultivos como la soya, siendo esta el principal producto de exportación del departamento de Santa Cruz, el epicentro de producción agroindustrial del país, con un área estimada de 1´307 446 hectáreas y producción valuada en 2005.12 millones de dólares (INE, 2015), contribuyendo los agricultores menonitas al 43 porciento de la producción total de soya en la región (Kopp, 2015).

De acuerdo con el INE (2015) el departamento de Santa Cruz produjo entre 66´837 395 quintiles y 6´683 739.5 toneladas de soya. Con un precio en el mercado de 300 USD por tonelada métrica, los productores de soya son una importante contribución a la economía regional. Además, Santa Cruz es el principal motor económico del país con la mayor participación en el PIB (28.71%) de entre los nueve departamentos bolivianos.

Los registros de población con los que contamos indican que la comunidad menonita en Bolivia la integran 12 000 familias, significando esto una población de 72 000 miembros (Joshua Project, 2018) con un promedio de seis miembros por familia en cada hogar. Esta estructura es importante para la generación de empleos, pues los agricultores menonitas se valen del trabajo de los miembros del hogar, empleando a sus familiares para la formación de unidades autosuficientes de producción agrícola.

CONCLUSIÓN

La migración grupal es un tipo menos común de movimiento poblacional en el mundo, en contraste con los flujos migratorios individuales tradicionales y ampliamente documentados. No obstante, estos procesos son de particular relevancia para la literatura sobre migración. Proponemos que la formación de asentamientos menonitas en Bolivia por parte de inmigrantes llegando desde México brinda la oportunidad de estudiar los patrones implícitos en un proceso migratorio internacional único.

La evidencia aquí presentada sugiera que la migración del estado de Chihuahua a Bolivia no debería ser visto como un proceso aislado sino como la serie de etapas sucesivas de una amplia trayectoria migratoria internacional. Al conectarse los puntos históricos de este proceso, se puede apreciar una imagen más completa de la diáspora global menonita. Mirar con mayor detenimiento a sus determinantes revela que más allá de los causantes culturales y económicos, los determinantes medioambientales han sido de hecho la fuerza determinante impulsando este flujo migratorio global en el cual elementos como la disponibilidad de tierra y agua adoptan el rol central.

El análisis de los datos presentados en este trabajo sobre el uso de recursos hídricos subterráneos también ayudará a comprender cómo es que la búsqueda menonita de lugares propicios para la formación de nuevos asentamientos ha influenciado su patrón de expansión en México y más allá. El análisis también destaca los retos en la creación de políticas para la integración de las comunidades menonitas en las sociedades que las reciben, políticas que promuevan la sustentabilidad social y medioambiental.

La evidencia presentada indica que como migrantes, los menonitas han desarrollado un poderoso conjunto de estrategias que se han ido desarrollando, creciendo a partir de la experiencia obtenida entre distintas culturas de diferentes países. En los países latinoamericanos, particularmente en su periodo de transición de México a Bolivia, el modelo de migración menonita encontró condiciones sociales que le permitieron florecer, haciendo de las comunidades menonitas actores principales en la cadena de producción alimenticia global. Aunque como agricultores sus actividades ciertamente tienen evidentes áreas de oportunidad para lograr convertirse en prácticas sustentables, el enfocarnos en su modelo socio-organizativo ha mostrado que su peregrinaje productivo refleja un objetivo compartido fundamentado en bases firmes.

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2El término colonia madre se utiliza en este contexto para referirse a los primeros asentamientos de los cuales se llevo a cabo la mayor expansión, principalmente en la región de Santa Cruz.

3Esta colonia recibió su nombre del asentamiento menonita Chortitzia en territorio anteriormente ruso.

4Un fragmento de una carta elaborada para ser enviada a la legislatura de Manitoba en 1919 de parte de la comunidad menonita en el contexto de la normativa educativa promulgada por el gobierno canadiense.

5Altkolonier, también referidos por la Winnipeg Evening Tribune (1918) como menonitas de la Vieja Colonia, son una denominación particular propensa a la migración dentro del espectro social menonita. En Canadá los menonitas establecieron sus primeras colonias asentándose en dos reservas conocidas como las reservas del este y del oeste, ubicadas en la frontera sur de la Provincia de Manitoba, y cerca de la frontera entre los Estados Unidos y Canadá.

6Gnadenbriefe es un término empleado aquí de manera intercambiable para referirnos a privilegios. Un conjunto de tratamientos y condiciones especiales solicitados a las sociedades receptoras por los menonitas. Esta práctica comenzó durante su migración rusa.

7Al igual que el presidente anterior, Porfirio Díaz, el presidente Álvaro Obregón vio en la inmigración un instrumento de desarrollo. Particularmente en el sector agrícola, viendo el asentamiento de migrantes en el norte de México como una oportunidad.

8Menonita de Herbert, Saskatchewan, quien emprendía negocios de bienes raíces en Canadá.

9Término usualmente utilizado en la comunidad menonita para referirse al proceso migratorio de creación de nuevas colonias.

10Por mandato constitucional, Conagua es la principal institución que administra los recursos hídricos en México, siendo entonces una fuente oficial de información al respecto utilizada por tanto los legisladores como por los académicos.

11Todas las variables se expresan en hectómetros cúbicos (hm3).

12Cada vez que la extracción de agua subterránea exceda la capacidad de recarga del acuífero, EI > 1. A largo plazo, el uso intensivo de agua subterránea indica preocupación sobre la sustentabilidad a través de la sobreexplotación de los acuíferos.

13Habiéndose establecido en 1922, las colonias de Manitoba y Swift Current fueron los primeros asentamientos menonitas en México.

14El valor IE promedio en los acuíferos del estado es 0.77.

15Los registros de producción del SIAP indican que solamente el municipio de Buenaventura (acuífero 819 Laguna La Vieja) generó una producción de algodón con valor de 110.24 millones de dólares durante el ciclo agrícola 2017. De manera similar, el municipio con mayor producción de maíz en el estado, Cuauhtémoc, alcanzó una producción con valor de 70.1 millones de dólares durante el mismo periodo.

16Aunque hubo asentamientos aislados previos en Bolivia tan tempranos como en 1954, las cuatro colonias madre se consideran el inicio de la migración menonita grupal masiva desde las colonias mexicanas.

17El Decreto Supremo 4192 firmado en 1955 por el gobierno boliviano concedió un conjunto de privilegios a la comunidad menonita, y es el primer precedente legal directo del proyecto migratorio menonita.

18De acuerdo con las cifras de PIB del Banco Mundial para el 2015, Bolivia ocupa el último lugar en los niveles de ingreso per cápita de los países suramericanos, con 3 276.79 dólares.

Recibido: 26 de Junio de 2018; Aprobado: 26 de Abril de 2019

Traducción: Fernando Llanas

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