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CONfines de relaciones internacionales y ciencia política

versión impresa ISSN 1870-3569

CONfines relacion. internaci. ciencia política vol.18 no.35 Monterrey ago./dic. 2022  Epub 19-Ene-2024

https://doi.org/10.46530/cf.vi35/cnfns.n35.p.113-115 

Reseñas

Estudiar las violencias como un viaje introspectivo

Studying Violence as an Introspective Journey

Mónica Medellín Estrada* 

*Licenciada en Relaciones Internacionales, Tecnológico de Monterrey

Piccato, P.. 2022. Historia mínima de la violencia en México. El Colegio de México,


Historia mínima de la violencia en México es un libro escrito por el historiador de la Universidad de Columbia, Pablo Piccato. Editado por El Colegio de México, es la más reciente adición a la Colección Historias Mínimas, que alberga textos que sintetizan la historia de diversas temáticas sociales relevantes para México y el mundo en un lenguaje accesible para todo público. No obstante, la pretensión de mínima no deja de lado el rigor académico y el saber histórico; el texto de Piccato da una elocuente muestra de ello.

El libro parte de la premisa de que la violencia es un fenómeno social, lo cual implica que no puede explicarse aislado de otras relaciones sociales. Es así como el uso de la violencia evoluciona a través del tiempo y cambia según la ubicación geográfica en la que estemos situados, siempre con consecuencias inciertas. Por esta razón, el autor se dispone a explicar la presencia de la violencia como fenómeno social en nuestro país desde el inicio del siglo XX, con cada uno de los siete capítulos dedicado a un periodo específico de la historia nacional. Con estas divisiones artificiales de un fenómeno que, si bien no fue continuo ni homogéneo -tiene fronteras porosas-, Piccato inicia el recorrido por la violencia cuyos efectos han moldeado la historia de México.

El análisis parte de la violencia revolucionaria y cómo esta va más allá del levantamiento en armas al que llamó Francisco I. Madero con el Plan de San Luis. La diversidad de formas insurreccionales en el ámbito rural y posteriormente en el urbano llevó a la adopción de nuevas tecnologías en las armas de fuego que visibilizaron la lucha revolucionaria. Uno de los ángulos más interesantes que ofrece Piccato respecto a la mítica Revolución mexicana es que el conflicto armado pasó de ser una revolución a una guerra civil tras la toma de protesta de Madero como presidente en 1911, pues para ese punto de la insurrección las facciones revolucionarias ya se encontraban en una igualdad relativa de poder y condiciones. A partir de entonces, se identificó al enemigo usando una mezcla de indignación moral y racismo, especialmente hacia aquellos que tenían a la tierra como una de sus reivindicaciones principales. Aun así, el autor enfatiza que aquellos que hacían uso de la violencia no eran irracionales o ineptos, sino que utilizaban este recurso de manera estratégica. Así, Piccato se desmarca de la lectura de una Revolución cronológica o episódica, para poner el foco en el rol que la violencia tuvo en ésta y, de paso, en la construcción del Estado mexicano contemporáneo.

Tras la Revolución, o como derivación de esta, vinieron las otras violencias que atraen la atención del autor: violencia por la tierra, religión, pistoleros, guerrilla y represión, negocios ilegales y género. Así, por ejemplo, discute la violencia ejercida por pistoleros y otros criminales en zonas tanto urbanas como rurales a partir de la década de 1940, la cual clasifica como la primera que fue cometida por ganancia y no por creencia. El resultado de la transgresión de la criminalidad en la vida cotidiana de la población fue lo que el autor denomina alfabetismo criminal, “conocimiento empírico sobre el crimen y la justicia, separado de cualquier juicio moral, que todos los habitantes debían tener [si querían transitar su día a día]” (p. 117). Es en este contexto donde surge la figura del pistolero, la cual se compone de una mezcla de crimen, poder, brutalidad en sus actos y lealtad a sus patrones. Son estos pistoleros los que entonces llenaban el vacío institucional en las disputas en las que la policía o el sistema judicial no podían actuar adecuadamente. El autor acompaña la discusión sobre el pistolerismo con amplias categorías conceptuales y teóricas que hacen a este capítulo destacar de entre sus pares.

La penúltima parada en el recorrido de Piccato por la historia de la violencia en México se da en aquella relacionada con negocios ilegales y el crimen organizado. Para esto, el historiador resalta la importancia de que en el narcotráfico el uso de la fuerza pasó de ser un costo inherente al negocio a convertirse en un activo que los criminales utilizan a su favor. Por esta misma razón, es relevante desprenderse de la idea de que aquellos que usan la violencia para estos fines están motivados por su impulsividad y arranques de furia. Piccato se detiene en este capítulo para explicar con nombres y apellidos, el auge y la caída de determinados narcotraficantes o cárteles mexicanos. Es precisamente este detalle en la explicación de la narrativa del narcotráfico lo que permite a este capítulo comunicar de una manera cautivante una red enmarañada de alianzas y discordias. Entonces, aunque el autor recurre a los personajes y eventos que también se encuentran en los relatos que simplifican la violencia contemporánea a “cosa de narcos”, su propuesta analítica nos lleva lejos de esos simplismos recurrentes.

Entonces viene el cierre y, en él, Piccato se detiene en la violencia de género y en cómo ésta atraviesa a cada una de las violencias discutidas a lo largo del texto. De hecho, el autor deja pistas a lo largo de todo el libro que vinculadas ponen las bases de este capítulo conclusivo, tejiendo así uno de los rasgos más originales de su texto, vis-à-vis la abundante literatura sobre el tema. En él, el autor enfatiza cómo la concepción de la violencia contra las mujeres como un asunto privado permitió que el fenómeno se invisibilizara y no tuviera la atención necesaria sino hasta las últimas décadas del siglo XX.

Historia mínima de la violencia en México representa un esfuerzo invaluable por reconstruir la manera en la que la violencia ha moldeado la construcción de México como Estado-nación en su paso por la modernidad y posmodernidad. Es precisamente por esta evolución lo que nos hace replantearnos: ¿ha sido sólo una violencia la que ha incidido en la historia mexicana? O, en su lugar, ¿podemos hablar de violencias, en plural, que a través de distintos mecanismos han determinado el devenir de nuestro país? Piccato se decanta sutilmente por esta segunda opción, lo cual aporta suficientes elementos para una relectura de la obra. Aun así, la lección más importante del libro es que la historia de México no es esencial o particularmente violenta, mas tampoco puede separarse su análisis del estudio de la violencia. Al contrario, Piccato deja claro que para entender el impacto de la violencia en México es necesario realizar un viaje introspectivo en el que se cuestione la manera en la que sucesos históricos han estado marcados por la violencia y cómo esta ha evolucionado desde entonces.

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