Introducción
En México, el número de ovinos ha aumentado aproximadamente en un 20% durante los últimos diez años, obteniendo una población total de 8 497 347 animales en el año 2013 (SIAP-SAGARPA, 2013a). Sin embargo, la producción no ha sido suficiente para satisfacer la demanda nacional de carne de ovino, por lo que se importa alrededor del 45 % de países como Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Chile y los Estados Unidos (Mondragón-Ancelmo et al., 2012, 106). Para entender la problemática a la que se enfrenta la producción ovina mexicana, se han realizado diversos estudios (Nuncio-Ochoa et al., 2001, 469; Vázquez et al., 2009, 357; Góngora-Pérez et al., 2010, 131; Galaviz-Rodríguez et al., 2011, 53; Martínez-González et al., 2011, 367; Pérez et al., 2011, 327). Sin embargo, poco se conoce sobre las características, limitantes, oportunidades y riesgos de los sistemas intensivos de engorda de corderos en México. Datos de INEGI (2007), indican que en México existe un total de 53 338 unidades de producción de ovinos, aunque se desconoce en cuántas con sistema intensivo se producen corderos para abasto. Ante la demanda y el aumento en los precios de los productos ovinos (animales en pie, canal y cortes especializados), las unidades de producción se están incrementando y presentan cambios en la estructura tradicional de la granja. En la actualidad, han surgido explotaciones caracterizadas por sus elevadas inversiones en infraestructura y equipo, así como por la utilización de grandes cantidades de granos (Góngora-Pérez et al., 2010, 134). La obtención de información de los sistemas de producción de ovinos, directamente de sus responsables, es de gran utilidad para identificar los factores que limitan la productividad y en consecuencia, tomar decisiones sobre las prácticas o estrategias que se deben implementar para contrarrestarlos (Milán et al., 2011, 772; Toro-Mujica et al., 2012, 29; Gelasakis et al., 2012, 3071). Además, permite adecuar planes de estudio, investigación, extensión y servicio, tanto de instituciones educativas, de investigación, organizaciones gubernamentales y no-gubernamentales (Torres et al., 2000, 202). Bajo este contexto, el presente trabajo planteó como objetivo describir los sistemas intensivos de engorda de corderos en el Estado de Yucatán, México.
Método
Localización. El trabajo se llevó a cabo en el estado de Yucatán, México (190° 35' y 210° 35’ de latitud Norte y 870º 30’ y 900º 15’ de longitud Oeste), durante los meses de marzo a junio del 2013. El clima está clasificado como cálido subhúmedo con lluvias en verano. La temperatura y precipitación media anual es de 26.1°C y 1,011 mm (hasta 1, 466.0 mm), respectivamente. La humedad relativa promedio es de 78% de mayo a octubre y de 73% de noviembre a abril (INEGI, 2013).
Selección de la muestra y recolección de datos. Datos de INEGI (2007), indican que en Yucatán existe un total de 610 unidades de producción de ovinos, no obstante, no se tiene el dato de cuántas son de producción intensiva, con base en lo anterior, se seleccionó por conveniencia una muestra de 34 granjas ovinas. Los criterios de inclusión para las granjas fueron: 1) Granja de engorda intensiva de corderos, y 2) Disponibilidad para el acceso a la granja y a los registros productivos. Los sistemas fueron localizados a través de informantes clave: asociaciones ganaderas, comercializadores de ovinos, oficinas gubernamentales, asesores técnico y productores (Hartwell et al., 2010a, 1574).
La recolección de datos fue a través de la aplicación de una encuesta directamente en las granjas ovinas. Los propietarios o los responsables de las unidades de estudio, fueron los que contestaron la entrevista (Morantes et al., 2008, 557; Valerio et al., 2009, 638). La aplicación de la encuesta fue realizada por una misma persona (especialista en producción ovina). Las visitas para la aplicación, se programaron con los propietarios o responsables de las granjas ovinas, acordando fecha y hora. La encuesta incluyó preguntas relacionadas con el tipo de alojamiento, la procedencia de corderos, los recursos genéticos, el manejo alimenticio y sanitario, los parámetros productivos, los productos y forma de comercialización. La información fue complementada con observaciones directas (Nuncio-Ochoa et al., 2001, 471) y la toma de fotografías (Valerio et al., 2009, 638; Valerio et al., 2010, 335).
Análisis estadístico. Los datos obtenidos se capturaron y organizaron en hojas de cálculo y se analizaron a través de tablas de frecuencias y medidas de valor central. También se usaron análisis de varianza de una via para determinar el efecto del tipo de alojamiento (SICE y SICS) sobre el área, número de animales y espacio vital por corral, y sobre el peso vivo al inicio de la engorda, periodo de engorda, ganancia diairia de peso, ganancia de peso total, peso vivo al final de la engorda, consumo de alimento en base fresca y conversión alimenticia, usando el siguiente modelo: Yij = μ + TAi + Eij; donde: Yij = es la j-ésima observación bajo el i-ésimo tratamiento, μ = es la media general, TAi = es el efecto del i-ésimo tratamiento, Eij = es el componente del error aleatorio. Las diferencias entre medias fueron determinadas con la prueba de Tukey. Todos los análisis fueron realizados con el paquete estadístico STATGRAPHICS® Centurion XV (2006).
Resultados
Tipo de alojamiento. Los sistemas intensivos de engorda de corderos se diferenciaron por el tipo de alojamiento. La mayoría de los productores (61.76%) utiliza sistemas intensivos de engorda en corrales a nivel del suelo (SICS), poco menos de la mitad (32.35%) utiliza sistemas intensivos de engorda en corrales elevados con piso de rejilla (SICE) y una mínima parte ambos sistemas (5.88%). En promedio los productores cuentan con 3.2±4.4 (mínimo 1, máximo 22) y 20.3±17.2 (mínimo 2, máximo 52) corrales en SICS y SICE, respectivamente. Algunas de las principales particularidades de estos sistemas se presentan en el Cuadro 1.
SICE = Sistemas intensivos de engorda en corrales elevados con piso de rejilla, SICS = Sistemas intensivos de engorda en corrales a nivel del suelo, DE = Desviación estándar, Medias con diferentes superíndices (a, b) en la misma columna indican diferencias estadísticamente significativas (P<0.05).
Al contrastar los sistemas de engorda, se observan diferencias significativas (P<0.05), en cuanto al área del corral y espacio vital por animal, destacando un menor espacio vital por animal en SICE. En SICS, los pisos son de tierra (50.00%), cemento (5.88%), cemento-tierra (5.88%) o empedrado (2.94%). En SICE, son rejillas de metal (20.59%) o plástico (14.71%). En SICS, los techos están fabricados de lámina de zinc (52.94%) o fibra de vidrio (8.82%); sólo una unidad carece de techo (2.94%). En SICE, los techos son de lámina de zinc (32.35%) o de asbesto (2.94%). La orientación del techo varió dentro y entre sistemas. En SICS, fue de oriente-poniente (41.18%) o norte-sur (20.59%), mientras que en SICE, la proporción entre orientaciones oriente-poniente y norte-sur fue igual (17.65%). En cuanto al tipo de comedero, se encontró gran variedad, desde los construidos con madera, fibra de vidrio, lámina, cemento, tubos de PVC y tambores, hasta el empleo de contenedores y comederos industriales (sólo en SICE). El cemento y los tambores también han sido utilizados para construir bebederos, aunque las cubetas, contenedores, tinas y chupones (usados en mayor medida en SICE) han sido los utensilios más utilizados.
Procedencia de corderos. La engorda de corderos en los sistemas bajo estudio se realiza con animales propios (61.76%) o una combinación de animales propios y comprados (35.29%). Sin embargo, únicamente el 2.94% de las granjas cuenta con corderos comprados externamente. El precio de compra promedio fue de $24.6 (±2.1) por kg. Los criterios para la compra de corderos para la engorda fueron: peso, precio, aspecto saludable, raza o cruza y edad.
Recursos genéticos. Las razas más utilizadas en los sistemas intensivos de engorda de corderos en el estudio fueron: Pelibuey, Dorper y Katahdin. La cruza entre esas razas, es una práctica común en la mayoría de los sistemas de engorda (93.94%). En una mínima parte (6.06%), se utiliza la raza Pelibuey pura.
Manejo alimenticio. La alimentación de los corderos se basa en alimentos balanceados, de marcas comerciales (47.06%), elaborados en la granja (47.06%) y elaborados por proveedores informales (5.88%). El porcentaje de proteína de los alimentos de marcas comerciales en promedio fue de 15.31% (rango, 14% a 18%). La información para las otras fuentes no estaba disponible. Adicionalmente, el 82.35% los productores incluyen en la dieta de sus animales pasto de corte. Los pastos manejados son variedades de: Pennisetum, Brachiaria, Cynodon y Panicum máximum.
La oferta de alimento a los animales, en el 61.76% de las granjas es de dos o tres raciones al día. Un 26.47% de las granjas, ofrece alimento a libre acceso y un 11.77%, una vez al día. En la Figura 1, se muestra la frecuencia de la oferta alimenticia por tipo de alojamiento. Un 26.47% de lo productores mencionó que utiliza promotores de crecimiento, de los cuales el 66.70% corresponden a SICE. Los promotores de crecimiento empleados son: Zeranol combinado con Ivermectina (Zeramec®), Clorhidrato de Zilpaterol (premezcla) y TE-200 combinado con Tylan.
Manejo sanitario. El 76.47% de las granjas vacuna contra pasteurelosis neumónica y clostridiasis. Ocasionalmente se vacuna contra derriengue. La frecuencia de granjas que aplican vacunas en su calendario de salud se muestra en la Figura 2.
En todas las granjas se desparasitan a los animales al inicio de la engorda. La frecuencia de desparasitación es de 1-5 veces durante el periodo de engorda. En el 70.59% de las granjas estudiadas se reportaron animales enfermos (44.12% y 26.47% para SICS y SICE respectivamente). Los productores reportaron que las enfermedades más frecuentes fueron: neumonías, diarreas, parásitos internos, problemas de patas, timpanismos, urolitiasis, ectima y acidosis. La mortalidad de animales ocurrió en el 41.18% de las granjas estudiadas (23.53% y 17.65% para SICS y SICE respectivamente). El número de bajas en promedio fue de 1.8 animales (rango, 1-20). Las causas de mortalidad reconocidas fueron: neumonías, parásitosis internos, diarreas y accidentes.
Parámetros productivos. La información productiva se registra parcialmente en el 38.24% de las granjas; sin embargo, los productores monitorean ocasionalmente el comportamiento productivo de sus animales y la cantidad de alimento que les ofrecen. El peso vivo al inicio y al final de la engorda, el consumo de alimento y la conversión alimenticia entre SICS y SICE fue similar (P>0.05). Sin embargo, la ganancia diaria de peso fue mayor en los corderos del sistema SICE comparado con SICS (P<0.05) (Cuadro 2).
SICE = Sistemas intensivos de engorda en corrales elevados con piso de rejilla, SICS = Sistemas intensivos de engorda en corrales a nivel del suelo, DE = Desviación estándar, CV = Coeficiente de variación, Medias con diferentes superíndices (a,b) en la misma fila indican diferencias estadísticamente significativas (P<0.05).
Productos y comercialización. La venta de corderos finalizados se realiza: en pie (91.18%), canal (5.88%) o ambos (2.94%). Un productor desplaza productos cárnicos empaquetados al alto vacío. El precio de venta del cordero en pie y en canal fue en promedio de $29.7 (±2.7) y $77.3 (±5.9) por kg, respectivamente. No obstante, el precio de los corderos en pie en SICE fue 12% superior comparado con SICS. La forma de pago es al contado (70.59%), a crédito (26.47%) o ambos (2.94%). Un productor se auto-compra para abastecer las necesidades de su restaurante. La comercialización se realiza a través de intermediarios (35.30%), barbacoyeros (29.41%), particulares (17.65%) o una combinación de los anteriores (17.64%). A la venta, los animales son pesado con la báscula de la granja (76.47%), la del comprador (20.59%) o alternando ambas (2.94%). La mayoría de los productores (67.65%) venden sus animales en la granja, algunos (29.42%) los llevan hasta el consumidor y otros utilizan ambas opciones (2.94%).
Discusión y Conclusiones
Tipo de alojamiento. El uso de SICS, ha sido una práctica común en muchas partes del mundo. Las ventajas de estos sistemas sobre los sistemas de engorda en pastoreo, han sido mencionadas por diversos autores (Zervas et al., 1999, 249). No obstante, en los SICS, también se han observado desventajas que pueden afectar el bienestar, el desempeño productivo y la calidad de la canal de los animales (Lacasta et al., 2008, 30; Chartier y Paraud, 2012, 90; Aguayo-Ulloa et al., 2014, 45).
Un menor espacio vital por animal en SICE, sugiere un aprovechamiento espacial de las instalaciones y por tanto, una mejor eficiencia técnica y probablemente económica. Se esperaba que en el SICE el bienestar animal se viera afectado negativamente por el menor espacio vital. Sin embargo, la menor incidencia de enfermedades y la baja mortalidad, así como la ganacia diaria de peso como indicadores de bienestar animal fueron mejores en este sistema. Esto podría explicarse por los beneficios del aislamiento de los corderos de los agentes patógenos presentes en el suelo (parásitos y bacterias principalmente) (Hernández-Cortazar et al., 2014, 402) y el aprovechamiento del alimento por menor gasto de energía en este espacio (Lupton et al., 2007, 133). La evaluación de diferentes materiales de cama sobre el bienestar, desempeño productivo y calidad de la canal de corderos de engorda, ha sido realizada en los últimos años (Aguayo-Ulloa et al., 2014, 42; Teixeira et al., 2014, 22). Sin embargo, se deconoce cuál es el comportamiento productivo de los corderos y la rentabilidad económica en cada sistema en las diferentes épocas del año cuando los animales son expuestos a la alta humedad, el frio o el calor extremos en las zonas tropicales, considerando el bienestar de los animales. El análisis productivo y económico permitiría detectar los factores que influyen o podrían influir en la productividad y rentabilidad de las granjas (Theodoridis et al., 2012, 89). Asimismo, el análisis de diferentes opciones tecnológicas que puedan ser potencialmente utilizadas por los productores, puede ser una herramienta eficaz para mitigar el riesgo de la producción y las perspectivas financieras (Turner et al., 2013, 12).
Procedencia de corderos. La procedencia de los corderos para la engorda en el presente estudió mostró que la compra y venta de corderos es una funte de ingresos para los productores y los integrantes de los canales de comercialización (Mondragón-Ancelmo et al., 2014, 1432). Esto confirma la importancia de los sistemas de engorda para satisfacer la demanda de carne de ovino en México.
Recursos genéticos. El uso de las razas Pelibuey, Dorper y Katahdin, también ha sido reportado en otras regiones de México (Martínez-Partida et al., 2011, 336; Pérez et al., 2011, 329). La cruza entre esas razas, también fue reportada por Góngora-Pérez et al. (2010, 136). Este comportamiento podría explicarse por el crecimiento rápido entre genotipos cruzados, como resultado del efecto del vigor híbrido en la generación F1 (Abdullah et al., 2011, 123; de Vargas Junior et al., 2014, 874). Sin embargo, en el trópico subhúmedo como Yucatán, no se encontraron diferencias significativas entre corderos Pelibuey puro y su cruza F1 con Dorper y Katahdin (Canton et al. 2009, 28). Por lo tanto, es necesario continuar con la evaluación de este tipo de cruzamientos para valorar el efecto de los genotipos F1 sobre la productividad de los corderos de engorda en estos sistemas de producción.
Manejo alimenticio. Las dietas basadas en granos, alimentos comerciales y subproductos, también se han reportado por otros autores en el Estado de Veracruz, México (Pérez et al., 2011, 331). Este manejo alimenticio ha propiciado la dependencia de insumos en dichos sistemas de engorda (Góngora-Pérez et al., 2010, 134). Como resultado, las variaciones en el precio de mercado de los insumos siempre ponen en riesgo la sobrevivencia de los sistemas de producción (Hartwell et al., 2010a, 1575). Por lo tanto, es importante buscar otras fuentes de alimento no convencionales, de alta disponibilidad y bajo costo para asegurar la viabilidad de dichos sistemas (Duarte y Pelcastre, 1998, 176; Mata et al., 2006, 253; Ruiz-Sesma et al., 2006, 472; Obrador-Olán et al., 2007, 120; Wanapat, 2009, 1035; Rios et al., 2012, 362).
La información disponible sobre el uso de promotores de crecimiento en la engorda intensiva de corderos en el trópico es escasa. Estrada-Angulo et al. (2008, 108) encontraron un mejor desempeño productivo de corderos finalizados cuando usaron Zilmax® en Sinaloa, México, mientras que Canul et al. (2009, 487) no observaron efecto sobre el comportamiento productivo en los corderos usando Zeramec® en Yucatán, México. Por otra parte, la supervisión del uso adecuado de estos promotores de crecimiento es importante, ya que los productores normalmente no respetan los tiempos de uso y retiro del producto antes de enviar a los corderos al mercado. Esto sugiere que es necesario realizar estudios para validar la eficacia de dichos promotores de crecimiento bajo condiciones de engorda intensiva en el trópico, así como la ausencia de residuos de estos promotores en la carne. Todo esto buscando la inocuidad de dichos productos de origen animal.
El uso de concentrados mejora la ganancia de peso y reduce el periodo de engorda en comparación con el uso de pasto, ya sea en pastoreo o en estabulación (Zervas et al., 1999, 249; Archiméde et al., 2008, 165). Sin embargo, incrementa los costos de producción del sistema y afecta la rentabilidad (Harwell et al., 2010b, 50; Rihawi et al., 2010, 41; González-Garduño et al., 2013, 142). Prueba de lo anterior, es que algunos productores estén elaborando su propio alimento con insumos localmente disponibles, que en ocasiones pueden ser costosos, o utilicen pocos insumos para la engorda de corderos. Los insumos utilizados son variados: maíz, sorgo, excretas avícolas, salvado, cascarilla de soya, melazas, pasta de soya y subproductos de panaderías y tortillería entre otros. Estos ingredientes, son comprados en mercados locales o en tiendas de gobierno, donde los precios suelen ser influenciados por la disponibilidad y la época. En la mayoría de los casos, la compra se realiza de acuerdo a las exigencias del manejo alimenticio o de la disponibilidad económica de los productores, lo que disminuye la flexibilidad del sistema de engorda y aumenta el riesgo en los costos de producción, por el aumento en los precios de los alimentos (Hartwell et al., 2010a, 1577).
Manejo sanitario. Los resultados sobre ocurrencia de enfermedades y mortalidad reportados por los productores mostró que en el sistema SICE estos fueron cerca del 50% menores comparado con SICS. Este comportamiento podría ser explicado por las ventajas que ofrece el piso elevado del sistema SICE como han reportado otros autores (Lupton et al., 2007, 140). Los estudios de campo sobre las enfermedades que afectan a los ovinos y su prevalencia en el Estado de Yucatán son limitados (Góngora-Pérez et al., 2010, 136; Muñoz-Osorio et al., 2013, 1001). En consecuencia, se han propuesto programas sanitarios basados erróneamente en estudios realizados en otras regiones del país, con condiciones ambientales y enfermedades distintas a las presentes en Yucatán. Por estas razones, se emplean medicamentos y biológicos inadecuados o innecesarios, lo cuál puede resultar en pérdidas económicas para el productor (Muñoz-Osorio et al., 2013, 1001). En el presente estudio los biológicos aplicados a las crías en el predestete durante el invierno por los problemas de neumonía son correctos, sin embargo, durante la primavera y el verano esta estrategia no es necesaria. En el trópico subhúmedo como Yucatán las infecciones con nematodos gastrointestinales (NGI) son importantes bajo condiciones de pastoreo, pero bajo estabulación este problema se resuelve en gran medida (Aguilar-Caballero et al., 2013, 250). Además, la resistencia antihelmíntica de las cepas de NGI presentes en Yucatán limitan la eficacia de esta estrategia de control (Torres-Acosta et al., 2012, 92). Por lo tanto, el uso de los desparasitantes sin el apoyo del laboratorio para determinar la presencia de los parásitos y/o la carga parasitaria presente, así como la eficacia de las drogas disponibles ponen en riego el éxito del control de estos parásitos (Torres-Acosta et al., 2014, 29). Por lo tanto, la estrategia de desparasitación y la frecuencia en ambos sistemas son inadecuadas (Torres-Acosta et al., 2014, 29). En relación a los biológicos que se usan en los sistemas de producción, estos se deciden en función a campañas publicitarias o experiencias en otras zonas del país y los beneficios de estas medidas no se han cuantificado. Esto lleva a una reflexión, cuando un plan sanitario es mal diseñado o ejecutado puede traer como consecuencia una elevada mortalidad en el rebaño.
Parámetros productivos. Los resultados sobre ganancia diaria de peso fueron superiores en SICE comparado con SICS (P < 0.05), este comportamiento se esperaba en función de un mejor aprovechamiento del alimento, debido a menores gastos energéticos por desplazamiento de los animales (Lupton et al., 2007, 140). Sin embargo, la ganancia diaria de peso en SICS (183.0 ± 66.7 g/d) fue superior a la reportada por Hinojosa-Cuéllar et al. (2013, 137) en corderos F1 (Pelibuey x Black Belly) y sus cruces con Dorper y Katahdin, pero similar a las reportadas por Canton et al. (2009, 28) en corderos Pelibuey y sus cruzas F1 (Dorper y Katahdin). La media general para peso vivo al finalizar la engorda (37.7 ± 5.8 kg) se encuentra dentro del rango reportado por varios autores en regiones tropicales de México (Canton et al., 2009, 28; Hinojosa-Cuéllar et al., 2013, 137) y de Brazil (de Vargas Junior et al., 2014, 871). Las diferencias entre medias de las variables estudiadas en el presente trabajo, con respecto a la literatura, se pueden deber a las condiciones climáticas, alimenticias, de manejo, de líneas genéticas, sanitarias y de tipo de alojamiento. En general, las ganancias de peso elevadas permiten que los animales alcancen el peso al mercado en un corto periodo de engorda, pudiéndose reflejar en una disminución de los costos de producción por el ahorro de alimento, de mano de obra y uso de instalaciones (Vázquez et al., 2011, 253).
Productos y comercialización. La venta de corderos finalizados en pie y en canal, también han sido reportados por otros autores en el Estado Portuguesa, Venezuela (Morantes et al., 2008, 560) y en Capulhuac, Estado de México (Mondragón-Alcelmo et al., 2012, 108). La venta de productos cárnicos empaquetados al alto vacío permite vislumbrar diferentes opciones de comercialización de los productos ovinos. Los precios de venta de los corderos en pie y en canal son superiores a los reportados en otras especies pecuarias (excepto del pavo) de México (SIAP-SAGARPA, 2013b), lo que coloca a los ovinos como una especie altamente atractiva para los productores pecuarios.
Los canales de comercialización de los productos ovinos encontrados en el presente estudio son similares a los reportados en otros estudios desarrollados en México (Pérez et al., 2011, 330; Mondragón-Alcelmo et al., 2012, 108; Mondragon-Alcelmo et al., 2014, 1432). En el presente estudio, la mayoría de los productores venden sus productos ovinos en la unidad de producción. Al respecto, Góngora-Pérez et al. (2010, 138) indican que la venta en la unidad de producción tiene una desventaja en el precio del producto, ya que bajo estas circunstancias presentan mayor vulnerabilidad ante el acoso de los intermediarios; de tal manera que proponen comercializar a través de una asociación debido a la existencia de precios predeterminados por las condiciones del mercado. Sin embargo, en el presente trabajo se observaron precios superiores ($29.95/kg) cuando los compradores acudieron a las unidades de producción, que cuando los propietarios llevaron sus productos ovinos hacia ellos ($23.70/kg). El mercado de ovinos presenta una alta demanda y buen precio para sostener sistemas de engorda intensiva de corderos de tipo comercial. Sin embargo, se requieren estudios para cuantificar los márgenes de utilidad para los diferentes sistemas de engorda intensiva de corderos en el trópico. Esto permitiría incrementar la capacidad de apropiación del valor final de cada sector, para que en un futuro, se puedan buscar estrategias de producción y comercialización de los productos ovinos en México (Mondragón-Alcelmo et al., 2014, 1432).