Introducción
La Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía "Manuel del Castillo Negrete" (ENCRyM), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH, México), busca formar profesionales capaces de generar y ejecutar metodologías de intervención con actitud crítica, ética y creativa en torno de la conservación-restauración de bienes culturales muebles (ENCRyM-INAH 2015). Una de las estrategias clave de su modelo de enseñanza-aprendizaje es el seminario-taller, un espacio donde los estudiantes aprenden aspectos teóricos, metodológicos y prácticos a partir de un escenario activo en el que se intervienen piezas originales de diferentes materiales, épocas y procedencias, todas ellas son parte del patrimonio cultural de México (Medina-González en prensa).
Nuestro legado patrimonial también comprende colecciones de materiales culturales de otros países, escasamente conocidas, que por diversos motivos han quedado a resguardo en diversos espacios museales, incluido el Museo Nacional de Historia (MNH), dependencia también del INAH, sito en el famoso Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México, México.
Gracias a un convenio de colaboración entre el MNH-INAH y la ENCRyM-INAH, como parte de nuestra formación profesional en el Seminario-Taller de Conservación y Restauración de Textiles (STCRT, ENCRyM-INAH), quienes suscribimos esta reflexión tuvimos del 2013 al 2014, junto con otros compañeros y bajo la tutela de su titular, la licenciada Lorena Román Torres, el privilegio de participar en la restauración de una pieza textil de origen chino (Figura 1) (Abdó Labarthe et al. 2013) perteneciente al acervo de dicho museo.
Además de la peculiaridad de origen del objeto en cuestión, destacan sus características (Figura 2): se trata de una falda confeccionada a partir de seis lienzos de damasco de seda naranja, con veinticuatro tablones (doce a cada lado) marcados con bies de raso de color negro. Cada uno de aquéllos está unido a una pretina de algodón, y en dos, que corresponden al frente y tras de la falda, se presentan paneles bordados con motivos florales de color azul (Figura 4a), así como figuras de mariposas bordadas cafés y verdes (Figura 3), enmarcados con una aplicación ornamental de hilos de color dorado (Figura 4b) y con un forro de damasco verde. Además, toda la falda cuenta con aplicaciones de raso negro alrededor de los paneles de bordado y en el ruedo, algunas podrían no ser originales, sino de una intervención anterior que no se ha corroborado (Abdó Labarthe et al. 2013:10). De autor anónimo, con número de inventario 10-236524 y adscrita a inicios del siglo XX, esta pieza sirvió como eje del proceso de enseñanza-aprendizaje sobre las metodologías y los procesos de investigación e intervención que implica la conservación-restauración de patrimonio textil.
Cabe señalar que aún cuando se planteó inicialmente que el trabajo se llevaría a cabo de agosto a diciembre del 2013, periodo de duración del STCRT, ENCRYM-INAH, se prolongó seis meses más con la intención de asegurar la cabal estabilidad de la pieza (Abdó Labarthe et al. 2013).
Estas circunstancias favorecieron que simultáneamente trabajásemos en la presentación de los resultados de la intervención para el congreso bienal del International Institute of Conservation of Historic and Artistic Works (IIC, Instituto Internacional de Conservación de Obras Históricas y Artísticas, Reino Unido) que tendría lugar a finales del 2014.
Así, el objeto de esta contribución es exponer y reflexionar sobre la experiencia de este proceso de enseñanza-aprendizaje que derivó hacia una plataforma de intercambio académico internacional, un ciclo, si bien no original, que aún es poco común en la ENCRYM-INAH. Con ello queremos subrayar, por una parte, los beneficios de la producción académica entendida como investigación e intervención, y, por la otra, en su difusión dentro de la formación universitaria. Investigación, intervención y difusión son, justamente, los aspectos que nos servirán de apartados analíticos en nuestra reflexión.
Investigación
Nuestro primer contacto con la pieza en cuestión suscitó una serie de preguntas de investigación derivadas de su designación: falda china, orientadas a corroborar su procedencia, datación, función y significado. Asimismo, con el fin de establecer la segunda, y reconocer sus atributos tecnológicos, se decidió caracterizar sus materiales y técnicas de factura (Abdó Labarthe et al. 2013:11-51). Una combinación de fuentes, técnicas y procedimientos hizo posible complementar las respuestas de múltiples interrogantes de la investigación.
Por una pesquisa de fuentes bibliográficas reconocimos que la pieza correspondía, al menos formalmente, a la usanza tradicional de la vestimenta en la etapa final de dominio de la larga dinastía Qing, o Manchú (1644-1911), la última del Imperio chino antes de su caída ante la Revolución de Xinhai y el establecimiento de la República de China (Hays 1989:5; Rieff 2008:164).
El estudio de los materiales constitutivos, basado en diferentes técnicas de análisis, agregó nuevos elementos de discusión: el de tipo biológico identificó que las fibras del soporte y los hilos del bordado, a excepción de los de color dorado - que contenían papel de pulpa de madera de angiosperma (Figura 5), por lo que los denominamos hilos de papel metalizado- eran seda (Figura 6).1
Los análisis de fluorescencia de rayos X (FRX)2 realizados directamente sobre el área de papel metalizado indicaron la presencia de oro (Au), plata (Ag), hierro (Fe) y cobre (Cu) (Figura 7), elementos confirmados mediante los estudios de microscopia electrónica de barrido (MEB) acoplada con espectroscopia por dispersión de energía de rayos X característicos (EDX),3 los cuales añadieron sílice (Si) y aluminio (Al) como elementos presentes en la composición de los hilos de papel metalizado (Figura 8).
Con el fin de identificar los tintes del raso color negro, así como los hilos del bordado de color azul y los del damasco naranja y verde, se practicaron, inicialmente, pruebas a la gota y observaciones con luz UV, de acuerdo con el protocolo que convencionalmente se emplea en el "Manual de procedimientos para la conservación de textiles" del STCRT, ENCRYM-INAH (Seminario-Taller de Conservación y Restauración de Textiles 2012).
Con esta primera aproximación inferimos, por presencia positiva de hierro, que los hilos negros del raso plausiblemente correspondían con la tinción con galotaninos.4 Debido a que con las pruebas a la gota no se lograron resultados positivos sobre la composición del tinte de los hilos de bordado color azul, se sometió una muestra de ellos a análisis por espectrometría Raman,5 la cual reportó la presencia de añil (Figura 9) (Abdó Labarthe et al. 2013:208-209).
En el caso de los hilos del damasco color verde y naranja, ni las pruebas con reactivos ni la observación con luz uv nos proporcionaron información contundente, puesto que dichos protocolos están encaminados únicamente a inferir posibles tinciones con colorantes naturales, como la cochinilla, el azul añil y el amarillo de zacatlaxcali (STCRT 2012). La ausencia de resultados positivos con estas primeras pruebas abre dos posibilidades: una es que el teñido se haya realizado con un colorante natural que no está previsto en tal tipo de experimentos; la otra, que las telas se tiñeran con colorantes sintéticos. Desafortunadamente, no hubo manera de obtener más muestras de estos colores, por lo que no se hicieron más análisis, como en el caso de los hilos de bordado azul.
Finalmente, el conjunto de estudios de manufactura nos reveló que se trata de un objeto de tecnología compleja; puesto que se emplearon materiales específicos para lograr un diseño de gran belleza, de esmerada confección.
La función y el significado de la pieza, indagados con base en recursos bibliográficos, agregó una importante discrepancia: mientras que Rieff (2008:5) señala que este tipo de prendas se empleaba como indumentaria cortesana durante el dominio de la dinastía Qing, Hays (1989:23, 27) asegura que se trata de un atuendo característico de las bodas y otras festividades de ese periodo.
Nuestra opinión es que, salvo un uso indumentario de lujo, es difícil determinar una función específica del objeto en cuestión, ya que, como lo afirma la propia Hays (1989:5), a lo largo de los casi 300 años de tal dinastía "el patrón de la falda y la confección de los paneles laterales reflejaban el cambio en las condiciones sociales y económicas" experimentado por las oligarquías china-manchú en esos tiempos. Además -señala Rieff-, con el declive de aquella dinastía y, al final, del imperio, en 1911, la indumentaria cortesana perdió su papel y dejó de ser parte importante del despliegue de prestigio dentro de la estructura gubernamental china. No obstante, es de considerar que en estas circunstancias las magníficas túnicas imperiales adquirieron una nueva vida, ya que se reportó una moda entre las mujeres del mundo occidental consistente en vestir copias de estas prendas memorables (2008:164). De modo que, en tanto esta pieza nos hace pensar que quizá se elaboró como parte de las copias de atuendos de usanza tradicional que se comercializaban en Occidente, el cómo se trasladó de China a nuestro país plantea una interrogante que persiste y sobre la que todavía nos queda mucho por investigar.
Ahora bien, aun si se trata de una pieza comercial, su valoración no debe verse desde una perspectiva negativa. Efectivamente, la falda contiene en sus bordados una composición con elementos simbólicos tradicionales: los 12 tipos de flores bordadas representan, de acuerdo con Hays (1989:5), las virtudes femeninas, y cada una tiene su correspondencia con un mes del año, un diseño que se asocia a la simbología del confucianismo y el budismo. A manera de hipótesis proponemos, por lo tanto, que estamos ante una pieza híbrida: de innovación comercial, pero que guarda elementos de la confección tradicional.
Intervención
Durante la inspección de la pieza, tanto para su investigación como para su diagnóstico, se hizo evidente que su estado de conservación en el raso y bies de color negro era grave; más aún: la pérdida de gran parte de su estructura de tejido provocó la ausencia de algunas secciones de la composición del bordado. Un aspecto significativo es que las aplicaciones con hilos de papel metalizado presentaban roturas derivadas de su rigidez, mas no alteraciones comparables a las halladas en la zonas de bordado azul sobre el bies de color negro. Valga decir, asimismo, que algunas secciones de tela negra no estaban deterioradas, y que en ellas se observaron restos de adhesivo -sin que lográramos definir el motivo-, así como ausencia de costuras y bordados (como en el resto de la pieza); quizá - es una propuesta- son telas que se colocaron en una intervención anterior (Abdó Labarthe et al. 2013:63).
Gracias a los resultados derivados del estudio tecnológico y a una prueba de pH,6 con datos en el rango ácido, fue posible plantear que un principal agente de este deterioro del raso de seda y los bies de color negro era de origen intrínseco: la depolimerización de las fibras de seda negra7 (Figura 10) generada por la acidez derivada por tinción con galotaninos (Olney 2009 [1945]:14).
En congruencia con el diagnóstico, el propósito de la intervención se orientó a restablecer la estabilidad del textil, lo que supuso un gran reto: debido a la imposibilidad de devolver la estructura de tejido al raso de color negro depolimerizado, se decidió consolidar y reforzar las fibras presentes. En el caso de las aplicaciones de raso negro alrededor de los paneles de bordado y del ruedo, el refuerzo consistió en un soporte de pongé de seda debajo de las fibras y, sobre ellas, una cubierta de crepelina, también de seda (Figura 11); ambas telas se tiñeron al tono (Abdó Labarthe et al. 2013:88-91). En los bies negros se colocó pongé sólo debajo de las secciones con más pérdida de hilos, a modo de injertos; la crepelina, por su parte, sí se puso sobre todos ellos (Abdó Labarthe et al. 2013:97-99).
Los materiales que emplearíamos en la consolidación de fibras textiles se determinaron con base en una serie de pruebas de control de sustancias ampliamente empleadas por el STCRT-INAH, lo cual derivó, inicialmente, en la selección de una mezcla de funori8 y sorbitol (1:1), diluida en agua, de baja viscosidad, con la que se consolidaron los hilos de seda sin que se adhirieran entre sí ni se rigidizaran (Figura 12) (Abdó Labarthe et al. 2013:88-89). Posteriormente, en algunas secciones en las que este consolidante presentó limitantes de adhesión, o o bien generó rigidización, se optó por el tzauhtli9 (Abdó Labarthe et al. 2013:95).
Adicionalmente, las roturas del hilo de papel metalizado se intervinieron, primero, adhiriendo los hilos con la preparación de funori-sorbitol 1:1 (en una mezcla de mayor viscosidad para reducir la humectación excesiva del papel), y luego, cosiendo nuevamente los entramados al soporte original (Abdó Labarthe et al. 2013:95-96).
Cabe señalar que realizar estos procedimientos tuvo un beneficio adicional en nuestra formación: conocimos las cualidades del funori y el tzauhtli como adhesivos de fibras textiles, entre las que destacan: su fácil manejo y aplicación, así como su preparación en diferentes concentraciones, lo que permite, a su vez, modificar su viscosidad y capacidad adhesiva (Abdó Labarthe et al. 2013:93-95).
Así, la suma de las experiencias de enseñanza-aprendizaje no finalizaron con los resultados concretos de investigación e intervención, sino se tradujeron, como describiremos a continuación, en un atractivo escenario de difusión académica.
La difusión
La idea de participar en una actividad de difusión académica internacional nació del aliento que nos brindaron alumnos de la propia ENCRYM-INAH que participaron en el 24th Biennial IIC Congress. The Decorative Conservation and the Applied Arts, que tuvo lugar en el 2013 en Viena, Austria. En aquel congreso nuestros compañeros no sólo consiguieron el galardón Student Poster Prize 2012, sino que, además, a su regreso a México difundieron su experiencia en un artículo (Almaraz et al. 2013). Ambos logros sembraron en nosotros la mira de que, tarde o temprano, también participaríamos en la difusión mundial de labores en pro de la conservación.
Afortunadamente, nuestro deseo se materializó poco tiempo después a causa de una suerte de coincidencias. Primeramente, el que estuviésemos involucrados en la conservación-restauración de una falda de origen chino resultó del todo pertinente para participar en el congreso del IIC del 2014, intitulado: An Unbroken History: Conserving East Asian Works of Art and Heritage (Una historia inquebrantable: conservando obras de arte del Este de Asia y patrimonio) (Townsend 2014).
En segundo lugar, el enfoque metodológico tanto de la investigación como de la intervención, así como las conclusiones obtenidas en ambos rubros, eran más que acertados para su difusión en un encuentro de esa importancia. Por un lado, contábamos con documentación bibliográfica pertinente para sostener el origen chino de la falda, así como con la indagación de su técnica de manufactura. Por el otro, y principalmente, la intervención desarrollada contenía elementos excepcionales tanto en la toma de decisiones como en la ejecución de procesos técnicos, incluidos la experimentación, y el uso y la evaluación del funori y del tzauhtli como consolidantes de fibras textiles de seda.
Ante este panorama, con el inminente proceso de selección de participaciones en dicho congreso, en el equipo de trabajo nos dimos a la tarea de formalizar nuestra candidatura con la propuesta denominada: Chinese Skirt from the Qing Dinasty: Characterization and Treatment of Unusual Materials and Techniques in Mexico (Falda china de la dinastía Qing: caracterización y tratamiento de materiales y técnicas inusuales en México) (Abdó Labarthe et al. 2014). Afortunadamente, ésta, junto con 19 postulaciones de diferentes naciones del mundo, fue seleccionada. Cabe destacar que nuestro cartel de alguna manera representó a nuestro continente, ya que fuimos los únicos estudiantes de restauración latinoamericanos.
Durante nuestra asistencia a la sede del congreso en el Hong Kong City Hall, Hong Kong, China, auspiciada por la Brommelle Memorial Fund (BMF, Reino Unido), presenciamos una serie de ponencias acerca del tratamiento en materia de conservación-restauración de artefactos que, al ser de origen asiático, no se intervienen comúnmente en México, tales como el bambú, las lacas, el cloisonné10 y los thangkas,11 entre otros (Townsend 2014) (Figura 13). Ello nos informó, aparte de sus particularidades tecnológicas, de los detalles técnicos de sus intervenciones.
Fue tanto en estas presentaciones como en el resto del congreso donde se evidenciaron las marcadas diferencias de criterios de restauración que operan en los mundos occidental y oriental. Un ejemplo paradigmático de ello es el concepto de historicidad de la obra patrimonial, que en el pensamiento oriental se considera independiente de la materialidad, ya que el carácter histórico viene avalado por la tradición y las fuentes documentales, mas no por la composición de los materiales. Esta concepción tiene implicaciones en la noción de autenticidad y la forma en que se despliega la conservación-restauración asiática, ya que cualquier bien cultural al que se le adscriba un valor histórico-artístico debe mantenerse en el mejor estado posible, aunque para conseguirlo su conservación-restauración implique reemplazar elementos originales (Liu 2013). En este sentido, nuestro transitar en el IIC Hong Kong Congress equivalió a un curso exprés, tanto en aspectos teóricos como metodológicos, y prácticos, de la conservación-restauración en una perspectiva internacional.
Otra experiencia notable en nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje surgió en el marco de la presentación de los carteles de estudiantes, actividad que se desarrolló en el tercer día del congreso (IIC 2014) (Figura 14). La dinámica de presentación del Student Poster consiste en que los asistentes cuestionen a los expositores respecto de su trabajo tanto en aspectos de investigación e intervención como en otros puntos de interés conforme a los contenidos del cartel. En nuestro caso, la mayoría de las interrogantes giraron en torno del uso y propiedades del tzauhtli, ya que es un material poco conocido en el extranjero y su aplicación en el campo de la restauración es relativamente nueva, incluso en México (Núñez 2013:16). De esta manera, la plataforma del IIC Congress coadyuvó con nuestra formación profesional en competencias de explicitación y argumentación de nuestro trabajo.
Debemos agregar que durante la semana del congreso los organizadores programaron diversas actividades que hicieron la experiencia de enseñanza-aprendizaje mucho más completa y dinámica, tales como recesos planeados para interactuar con los ponentes y asistentes de todo el mundo. Por último, al final de las jornadas, tuvieron lugar recepciones en distintos museos y fundaciones dedicados a la preservación y la difusión del patrimonio de Hong Kong. Estas veladas propiciaron el diálogo con conservadores de distintas partes de Asia, incluida la República de Singapur, el interior de China y la isla de Taiwán. Cabe hacer hincapié en que, por haber sido los únicos estudiantes de licenciatura latinoamericanos en el congreso -como ya dijimos antes-, en todas estas reuniones fuimos acogidos con gran entusiasmo por los miembros del IIC, quienes mostraron particular interés por conocer los retos que afronta nuestra disciplina en México.
En contraparte, la oportunidad de reflexionar acerca de la forma en que ejercemos el quehacer de restauradores en nuestro país se complementó no sólo con los actos académicos realizados dentro del City Hall sino también con una serie de visitas programadas por el IIC, durante las cuales se recorrieron proyectos de revitalización de espacios históricos de la ciudad que consistían en construir réplicas de áreas públicas pérdidas, o en remodelar antiguos templos budistas y taoístas. Es difícil y riesgoso evaluar a vuelo de pájaro estas iniciativas, es decir, a partir de una sola visita, sin embargo, queremos resaltar que, en consonancia con el criterio de autenticidad antes expuesto, la conservación del espacio público implica la demolición de edificios con sus rasgos distintivos para iniciar una nueva construcción que preserva los elementos simbólicos que son relevantes para la perdurabilidad del uso del espacio (Figura 15). Asimismo, observamos que, dentro de estos proyectos, la conservación de bienes muebles también participa de las modificaciones del espacio construido, pues aunque algunos se preservan en su materialidad, en otros casos se sustituyen por nuevos objetos, de forma tal que lo antiguo y lo actual convergen para garantizar que el patrimonio continúe vigente.
A manera de conclusiones
Respecto de nuestro proceso de intervención e investigación en torno de la falda china, podemos afirmar que fue una experiencia sumamente enriquecedora: al enfrentarnos a una pieza tan compleja en un momento tan temprano de nuestra formación, como fue el tercer semestre de la licenciatura, adquirimos algunos saberes útiles para posteriores labores: En primer lugar, nos percatamos de que como estudiantes afrontamos ciertas limitantes para caracterizar los materiales; una de ellas puede ser la inexperiencia en los diferentes métodos de análisis, y la siguiente es que en muchas ocasiones nos limita la infraestructura disponible en la escuela, aunque ello, lejos de ser una excusa, ha de asumirse como un reto para realizar gestiones y acuerdos con otras instituciones.
En segundo lugar, el diálogo con diferentes especialistas durante nuestra investigación nos permitió advertir la necesidad de ser rigurosos con todas las formas de aproximación a los bienes culturales, desde la investigación documental y bibliográfica, hasta los análisis científicos. De ahí que reconozcamos que aún quedan interrogantes por resolver, aunque vemos en ello una posibilidad para que nosotros -u otras personas interesadas- ampliemos el conocimiento respecto del tema de este tipo de atuendos, o bien para precisar información sobre esta pieza en particular.
Por otro lado, en cuanto a la difusión de nuestro trabajo, el haber participado en el IIC Hong Kong Congress 2015 representó, por diversos motivos que a manera de conclusiones quisiéramos resaltar enseguida, una experiencia de gran valor en nuestra formación profesional.
Primeramente, ser ponentes de una actividad académica internacional significó un gran reto de aprendizaje: desde la respuesta a la convocatoria hasta la consecuente obtención de apoyos académicos, implicó asumir, articular y desplegar diversas capacidades que convencionalmente no se adquieren en el salón de clases. En efecto, en el transcurso de los diversos trámites y procesos nos topamos con obstáculos de diferente naturaleza -principalmente, limitaciones en materia de financiamiento- que parecían entorpecer la posibilidad de asistir al congreso, lo que siempre requirió que movilizáramos nuevas habilidades y esfuerzos en materia de gestión académica, y, a la par, que nos percatáramos de la falta de subvenciones públicas y privadas para incentivar la presencia de estudiantes mexicanos (no sólo de investigadores) en encuentros académicos internacionales, por lo que nos involucramos, con éxito, en la búsqueda de financiamientos del exterior.
Habrá que destacar, en segundo término, el desafío de llevar nuestro proceso de investigación e intervención de la falda de origen chino de un ámbito formativo a un campo de difusión científica. En este tenor, vale la pena subrayar que la formación en la ENCRYM-INAH, un centro de educación superior altamente especializado en el cual se conjunta un esquema de seminario-taller que incluye posturas de diferentes especialistas, favorece que los estudiantes tengamos la capacidad de elaborar investigaciones y ejecutar intervenciones de calidad equiparable a los que realizan nuestros pares en otras partes del mundo. Por estas razones consideramos la conveniencia no sólo de seguir alentando la difusión de nuestros quehaceres sino de que los estudiantes adquieran capacidades en la elaboración de diferentes productos de divulgación científica.
En tercer lugar, queremos señalar que nuestra experiencia en el IIC Hong Kong Congress se transformó en un significativo sentimiento de logro como profesionales en formación, por el reconocimiento de nuestra labor académica dentro de un espacio de congregación entre representantes y especialistas de prestigio mundial en el campo del saber de la conservación-restauración.
Un aprendizaje adicional consistió en que reconocimos la trascendencia del IIC y sus labores a escala global. El congreso que aquí nos ocupa fue sólo uno de los tantos esfuerzos constantes de este instituto dedicado a la investigación y publicación de las acciones de conservación en un marco global. En este sentido, la convención generó plataformas de comunicación e intercambio de conocimiento entre especialistas e interesados en la conservación-restauración, específicamente en el caso de elementos del este de Asia. En particular, la presentación de diferentes metodologías y técnicas de análisis empleados de manera interdisciplinar y multidisciplinar en diferentes escalas del mundo enriqueció la manera de entender y acercarse a los objetos desde nuestra disciplina.
En quinto término, destacamos que este primer acercamiento a un acto académico de trascendencia internacional dentro de la conservación nos permitió valorar el panorama actual de la conservación-restauración en el ámbito mundial; podemos asegurar que la experiencia vivida expandió nuestro horizonte cultural de la restauración, y, adicionalmente, implicó una nueva visión sobre los fundamentos de este quehacer.
Para finalizar, esperamos que esta REFLEXIÓN sirva para impulsar a nuestra comunidad académica a ser mucho más participativa en la divulgación de los saberes generados en nuestra institución no sólo dentro de México sino en el extranjero. Existen muchos beneficios derivados de la presentación de nuestras investigaciones e intervenciones en foros internacionales diversificados, pero aquí quisiéramos reforzar los motivos que favorecen a la formación profesional: participar en un congreso de esta naturaleza estimula la articulación de la defensa de una postura, el aprendizaje de las críticas que mejoran nuestro quehacer, el conocimiento de materiales o procesos que se emplean en otras latitudes, la ampliación de nuestros criterios y, por ende, la consolidación de nuestras herramientas teóricas y discursivas para la toma de decisiones.
Por ahora la puerta está abierta, con la convocatoria del próximo IIC Congress, que tendrá lugar en Los Ángeles, Estados Unidos de América, del 12 al 16 de septiembre de 2016, en colaboración con el International Network for the Conservation of Contemporary Art (INCCA, Red Internacional para la Conservación de Arte Contemporáneo) (IIC 2015).