La hematuria, ya sea macro o microscópica, es uno de los signos de patología urológica o nefrológica más tempranos. El análisis del sedimento urinario puede orientar hacia el origen de la hematuria; en ausencia de proteinuria, cilindros eritrocitarios o hematíes dismórficos, se debe descartar un origen urológico. Además, el examen de las células presentes en el sedimento y su morfología, puede aportar información diagnóstica adicional.1
El cáncer de vejiga es el cuarto más frecuente en hombres, el diagnóstico precoz es clave para la supervivencia. Menos de la mitad de los pacientes se diagnostican en el primer estadio de la enfermedad.
Presentamos el caso de un paciente varón de 74 años con antecedentes personales de: diabetes mellitus, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), hipertensión arterial, enfermedad de Parkinson, adenocarcinoma pulmonar (tratada con lobectomía 7 años atrás) y resección transuretral (RTU) reciente por hiperplasia benigna de próstata.
En un control analítico rutinario se demuestra anemia ferropénica de 9.8 g/dL de hemoglobina. La sangre oculta en heces resulta negativa. La tira reactiva del elemental muestra dos cruces de hemoglobina. En el sedimento urinario, además de leucocitos (30-40/campo) y hematíes (20-30/campo), se demuestra “presencia de abundantes células no habituales” (Figura 1).
Ante la aparición de dichas células, el laboratorio contacta con el médico tratante y se solicita citología urinaria para identificar células neoplásicas malignas. En dicha citología, se detecta “presencia de células sugestivas de carcinoma urotelial de alto grado”.
El paciente es derivado al servicio de urología, para completar el estudio. Se describe el cuadro clínico como hematuria microscópica con anemia y pérdida de peso En la ecografía se identifican varios defectos de repleción en la pared posterior y posterolateral derecha, que no se modifican con los cambios de posición del paciente, hallazgos compatibles con malignidad (Figuras 2 y 3). En la cistoscopia se observan lesiones vegetantes en fondo, cara lateral derecha y cara lateral izquierda, con áreas planas eritematosas sugestivas de carcinoma in situ (CIS). El paciente es sometido finalmente a una RTU de vejiga, diagnosticándose carcinoma urotelial de alto grado que infiltra la lámina propia (T1a), con carcinoma in situ asociado.
El carcinoma urotelial es el principal tipo histológico del cáncer vesical, representando el 90% de todos los cánceres de vejiga. Aproximadamente el 75% de los casos se presentan como enfermedad no musculo invasiva, cuyo tratamiento consiste en la resección transuretral de las lesiones, combinado o no con quimioterapia o inmunoterapia intravesical adyuvante. Habitualmente se presenta como hematuria sintomática, aunque puede acompañarse en ciertos casos de clínica miccional, particularmente en pacientes con carcinoma in situ.
Para su estudio diagnóstico se requiere de analítica general de sangre y orina, citología urinaria, ecografía de las vías urinarias y cistoscopía con biopsia (estándar de oro). En caso de enfermedad avanzada o en el tamizaje de carcinoma urotelial del tracto superior, será preciso completar el estudio con tomografía axial computarizada de tórax, abdomen y pelvis.2,3
El análisis citológico de orina detecta la presencia de patología tumoral. La hematuria en sí podría ser signo de otras muchas otras afecciones que no tienen relación con los procesos tumorales malignos, como infecciones o cálculos renales.
El análisis elemental y del sedimento urinario no se utiliza generalmente como prueba de valor diagnóstico; su principal utilidad se basa en la detección de procesos infecciosos y en la determinación de cristalurias. Es un procedimiento analítico de bajo coste y actualmente se realiza de forma automatizada en la mayoría de los laboratorios. Esta automatización ha traído consigo ventajas como la estandarización en el conteo celular y mayor comodidad en el análisis citológico. Sus principales detractores defienden que a través de las fotografías de los autoanalizadores se pueden pasar por alto enfermedades que el facultativo puede sospechar a través de la observación de la muestra al microscopio tradicional.4
Este trabajo pretende resaltar la importancia del estudio del sedimento urinario (con microscopía automatizada en campo real, “sediMAX”) contra un observador con experiencia. Este estudio es capaz de notificar la presencia de células “no habituales” en la orina e iniciar el tamizaje del carcinoma urotelial.5 En el caso de nuestro paciente la rápida respuesta y coordinación por parte del laboratorio clínico con el departamento de anatomía patológica y urología permitió un diagnóstico temprano, mejorando así la supervivencia y calidad de vida del paciente.