Introducción
Los plaguicidas permiten combatir hierbas, plagas, malezas e insectos no deseados1. Estos compuestos se utilizan a gran escala en actividades agrícolas y, como resultado, se puede producir la contaminación del medio ambiente y generar residuos en los alimentos que pueden dañar la salud humana2. Los plaguicidas se han convertido en una parte esencial en la agricultura actual, jugando un papel importante en el incremento de la productividad agrícola. Sin embargo, el uso indiscriminado y extensivo de ellos representa una problemática en el ambiente y en la salud humana. Dentro de las consecuencias en su uso inapropiado se pueden mencionar: provocar brotes de plagas secundarias3, destrucción de especies no objetivo, contaminación del suelo, agua y aire4, y residuos en productos agrícolas primarios y derivados5.
En la actualidad se ha coincidido a través de investigaciones científicas que existe un exceso de aplicación de plaguicidas en el sector agrícola, lo que ha tenido como consecuencia al deterioro de las tierras así como la generación de resistencia a ciertas plagas6. La mayoría de los productos utilizados se aplican por aspersión de polvos o mezclas acuosas al follaje de las plantas y/o malezas que crecen junto a los cultivos. Los plaguicidas que son aplicados por fumigaciones aéreas pueden ser arrastrados por el viento a varios kilómetros de distancia de donde se aplican7, lo que puede ocasionar un riesgo adicional al ambiente.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un plaguicida es cualquier sustancia o mezcla de sustancias químicas o biológicas destinadas a destruir cualquier tipo de plaga, incluyendo vectores de enfermedades, especies no deseadas de plantas que lleguen a causar un perjuicio en la producción agropecuaria8. Los agricultores y el personal que se encuentra directamente involucrado en el manejo de plaguicidas, corren un alto riesgo de exposición a través del contacto con residuos en cultivos, malas prácticas de manipulación, almacenamiento y eliminación, así como la falta de protección9.
Según Bejarano10, los efectos negativos que se presentan comúnmente atribuidos a estas sustancias son, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolores de estómago y diarreas. La gravedad de estos efectos sobre la salud va a depender de diversos factores tales como: el tipo de plaguicida y su grado de toxicidad, la exposición y concentración, frecuencias de aplicación y la utilización de medidas de protección personal11.Además de los efectos inmediatos, los cuales son evidentes, la exposición crónica puede causar daños al sistema nervioso, sistema inmunitario, así como daño en la fertilidad, mutaciones12, y en numerosos casos, cáncer13.
En 2009 Payán y colaboradores14 estudiaron los efectos de la exposición crónica a plaguicidas. El experimento se llevó a cabo en una comunidad de Jalisco en donde se realizó un estudio comparativo entre dos grupos de trabajadores: los expuestos directamente a la aplicación de plaguicidas y un grupo control. A cada caso se le abrió un historial médico que se complementó con pruebas sanguíneas, el 20% de los trabajadores mostraron síntomas de intoxicación y diversas alteraciones en los sistemas digestivo, respiratorio y renal; presentaron también fragmentos de ADN libres en el plasma y un alto nivel de peroxidasa lipídica en comparación con los trabajadores no expuestos, lo cual sugiere que existen daños en la salud a nivel celular.
Cabe apuntar que en México, de acuerdo con la legislación inscrita en la Ley Federal del Trabajo apartado ¨A¨ inciso XIII, corresponde a la Secretaria de Salud y a la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), realizar acciones como campañas informativas sobre los riesgos del uso de plaguicidas, así como fomentar el uso de equipo de protección personal y prácticas de seguridad durante la exposición laboral15.
Por lo antes expuesto, el objetivo del presente estudio fue determinar el nivel de plaguicidas organofosforados en muestras de orina recolectadas de fumigadores utilizando la técnica de espectrofotometría.
Material y métodos
Se colectaron muestras de orina de fumigadores urbanos en el estado de Coahuila: Acuña, Piedras Negras, Sabinas y Monclova. Se tomaron cuatro muestras por municipio, en vasos clínicos para recolección de muestras con tapa rosca, los cuales se transportaron en refrigeración hasta su lugar de procesamiento en el Laboratorio de Toxicología del Departamento de Parasitología Agrícola de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro.
Se utilizó una técnica aplicada en el año 2000 por Namera16, con ligeras modificaciones para llevar a cabo la determinación de cuatro plaguicidas organofosforados: metamidofos, malatión, clorpirifos y naled. Se agregaron 0.2 mL de NBP (45% de acetona) a 2 mL de muestra de orina, mezclándolo por 30 segundos en el vortex. La mezcla se llevó a calentamiento hasta 100 °C por 20 minutos en baño maría, para posteriormente dejar enfriar a temperatura ambiente. Se agregó 0.2 mL de TEP y 2 mL de éter dietílico, se forman dos fases de la cual se extrae la fase superior, vertiéndola en celdillas de vidrio para su análisis mediante espectrofotómetro ultravioleta visible.
Resultados
El método utilizado fue aplicado a un total de 16 muestras de orina de fumigadores urbanos con edades comprendidas entre los 21 a 70 años, cuatro por cada municipio del estado, a los cuales se les notificó que dicha toma de muestra fue para conocer el nivel de plaguicidas.
Se analizaron cuatro plaguicidas organofosforados (metamidofos, malatión, clorpirifos y naled). En la tabla 1 se muestran los resultados del análisis espectrofotométrico en las muestras de orina.
Concentración de plaguicida (μl/mL) | ||||
Muestra | Metamido- fos | Malatión | Clorpir- ifos | Naled |
A. Acuña | 47.4 | 32.9 | 159.6 | 654.15 |
B. Acuña | 31.35 | 21.8 | 105.5 | 432.54 |
C. Acuña | 17.7 | 12.35 | 59.8 | 245.19 |
D. Acuña | 11.4 | 7.96 | 38.5 | 157.975 |
F. Piedras N | 22.3 | 15.52 | 75.17 | 307.94 |
G. Piedras N | 13.8 | 9.64 | 46.71 | 191.35 |
H. Piedras N | 17.87 | 12.42 | 60.18 | 246.53 |
I.Piedras N | 30 | 20.88 | 101.13 | 414.295 |
J. Sabinas | 10.74 | 7.46 | 36.17 | 148.18 |
K. Sabinas | 13.48 | 9.37 | 45.40 | 186.01 |
L. Sabinas | 7.54 | 5.24 | 25.41 | 106.47 |
M. Sabinas | 13.19 | 9.17 | 44.42 | 186.09 |
N. Monclova | 12.70 | 8.83 | 42.8 | 175.33 |
O. Monclova | 32.32 | 22.47 | 108.84 | 445.89 |
P. Monclova | 11.80 | 8.20 | 39.75 | 162.87 |
Q. Monclova | 7.16 | 4.97 | 24.11 | 98.79 |
Fuente: Elaboración propia
Discusión
Se pudo observar que todas las muestras se mostraron positivas en presencia de los cuatro plaguicidas estudiados; siendo naled el producto con las concentraciones más altas, seguido por clorpirifos, malatión y metamidofos.
En cuanto a los municipios, la ciudad de Acuña presentó una mayor concentración de los cuatro plaguicidas. De acuerdo al Panorama Epidemiológico de Dengue 201917, este municipio se encuentra dentro de la zona de seguridad con 27 casos
por cada 100,000 habitantes; sin embargo, las aplicaciones cuentan como zona de alarma dentro de los meses de julio a diciembre. Tomando en consideración que el muestreo se llevó a cabo en el mes de diciembre, pudo haber sido un factor que las aplicaciones frecuentes de estas sustancias químicas se hayan visto reflejadas en los resultados presentados.
La letra A representa al trabajador con mayor edad y va en descenso; los niveles más elevados se presentaron en los trabajadores de mayor edad, el comportamiento de las concentraciones va disminuyendo de acuerdo a la edad. La ciudad de Sabinas contaba con los trabajadores más jóvenes y se pudo observar en su área de trabajo que no se contaba con material de protección. En un estudio realizado por Jallow18 y colaboradores en 2017, en donde se encuestó a un total de 250 agricultores, reportaron que era común el uso de plaguicidas de toxicidad clase II y III (según la OMS), tales como monocrotofos, profenofos y malatión.
En los Estados Unidos fue retirado por la EPA en 2001 el registro de los plaguicidas clorpirifos y malatión para la fumigación fuera o dentro de residencias, limitando su uso solamente fumigadores certificados y para usos adicionales en campos de golf o plantas industriales19. Se ha mencionado en investigaciones anteriores que estos ingredientes activos provocan alteraciones en el ADN, así como la inducción de la apoptosis en linfocitos de trabajadores20.
Los plaguicidas organofosforados se encuentran entre los compuestos más utilizados en México21. Aproximadamente el 80% de estos compuestos se metabolizan generando alcohol y metabolitos diaquilfosfatos (DAP), los cuales se agrupan de acuerdo con su estructura química y el compuesto organofosforado padre, es por ello que en la actualidad la exposición a estos plaguicidas se estima a través de la medición urinaria de estos metabolitos22. Diferentes estudios epidemiológicos han reportado que las concentraciones urinarias de metabolitos DAP son superiores en personas que viven en zonas agrícolas, en comparación con aquellos que residen en áreas urbanas23.
Ramírez y col. (2010)24, realizaron un estudio en un grupo de niños y adolescentes residentes de una comunidad agrícola de gran importancia en el estado de San Luis Potosí, en donde se aplican con mayor frecuencia los productos clorpirifos, diazinón, malatión, metamidofos, dimetoato y monocrotofos. Los resultados mostraron que la incidencia de metabolitos metilados como el dimetiltiofo sfato (DMTP) es mayor que los metabolitos etilados, se hace mención que dentro de de los metilados se encuentran el malatión, dimetoato, paratión y naled. Por otro lado, Arcury y col. (2012)25 detectaron, cuantificaron y compararon la presencia de estos metabolitos en trabajadores agrícolas y no agrícolas, en donde las detecciones de la mayoría de los metabolitos DAP fueron similares para ambos casos, expresándose DMTP en un 75.4 y 67.4% respectivamente.
Conclusiones
Se obtuvieron resultados positivos en las dieciséis muestras de orina, encontrándose presencia de los cuatro plaguicidas organofosforados estudiados en rangos de 11.4 a 654.5 μl/ ml, lo que puede indicar una exposición en mayor frecuencia a naled, clorpirifos, malatión y por último a metamidofos. Esto puede indicar una falta de uso o conocimiento de las medidas y equipos de seguridad que deben de ser utilizados durante las jornadas de fumigación.