Introducción
Este artículo tiene el objetivo de explorar, desde una perspectiva antropológica, el carácter de intermediarios culturales que tienen los guías de turistas, así como las condiciones sociales y laborales en las que ejercen su trabajo en México, país que previo a la pandemia del SARS-COV-2, causante de la enfermedad Covid-19, había sido el séptimo receptor mundial de turistas internacionales.1
La labor del guía de turistas ha sido equiparada con la de un “embajador cultural”, por ser muchas veces el primer contacto que tiene el visitante con el lugar visitado. Por ello, resulta asombroso que a más de ocho décadas de haber sido instituida su figura en la legislación mexicana, en el medio antropológico sepamos tan poco sobre quiénes son los guías de turistas, cuál es su contribución a los procesos de educación y formación de una conciencia nacional, o la manera en que desarrollan su actividad como intérpretes y facilitadores del conocimiento arqueológico, histórico, cultural y ambiental. Tampoco se ha analizado la naturaleza simbólica de su trabajo y su contribución a los procesos de identidad social. Poco se conoce el carácter sociocultural de su labor y su contribución a la valoración y visibilización del patrimonio cultural, tanto material como intangible. En este artículo pretendemos, por tanto, dar algunas pinceladas sobre lo que significa ser guía de turistas y la manera en que se lleva a cabo su desempeño.
De acuerdo con la Dirección de Certificación Turística de la Secretaría de Turismo (Sectur), para junio de 2020 estaban registrados 8 145 guías de turistas distribuidos en los distintos destinos turísticos del país. A ellos habría que sumar un número indeterminado de guías que no están acreditados por Sectur y que realizan su labor de manera informal debido a las dificultades que enfrentan para obtener su registro, o porque muchos de ellos son guías comunitarios que ofrecen sus servicios en proyectos de turismo alternativo, rural o indígena. Entre éstos se encuentran numerosos niños originarios de las comunidades ubicadas en las cercanías de los lugares de atracción turística, sean zonas arqueológicas, sitios de interés histórico o áreas naturales que forman parte de los territorios indígenas. Su labor no se reconoce como “trabajo” sino como un servicio. Con ello, las comunidades buscan evitar que se les acuse de explotar a los niños, aunque por su labor reciban alguna retribución económica. Guiar a los visitantes es una oportunidad que tienen los niños para desarrollar su creatividad, compartir la visión del mundo de las comunidades a las que pertenecen y obtener ingresos que contribuyen a la economía familiar (González 2008; Suremain 2019; Alvarado 2019).
Esta investigación surgió en medio de la pandemia del Covid 19, cuando los autores nos preguntábamos por los efectos que estaban teniendo las restricciones del viaje entre las y los guías de turistas. Previamente, habíamos observado que el turismo era uno de los sectores más golpeados por la pandemia. En Cancún, principal destino turístico del país, buena parte de los trabajadores del turismo habían sido despedidos o enviados a sus hogares a “descansar” sin recibir ingreso alguno. Otros, los menos, conservaron sus empleos y continuaron recibiendo un salario y/o despensas para sobrevivir durante más de tres meses de confinamiento ocasionado por la pandemia (Oehmichen y Escalona 2020).
Metodología
Esta investigación se desarrolló durante el confinamiento ocasionado por la pandemia. Nos preguntábamos por la situación de los y las guías de turistas durante la “Jornada Nacional de Sana Distancia” (como se le llamó a la cuarentena impulsada por el gobierno federal), considerando que la mayoría son prestadores de servicios que viven de los honorarios que pagan los turistas por sus servicios. Debido a la pandemia, desde marzo de 2020 los turistas dejaron de llegar y con ello, la posibilidad de obtener ingreso para quienes dependen del turismo, se fue cerrando. De ahí que hayamos decidido llevar a cabo una investigacion cualitativa con el objetivo de conocer la composición social y profesional del sector, visibilizar sus principales problemas y las estrategias que llevaban a cabo para salir adelante.
Ante la imposibilidad de realizar trabajo etnográfico decidimos aplicar un cuestionario entre las y los guías de turistas durante junio de 2020, el cual fue procesado a través de la plataforma de Google Formulario. Éste fue difundido por las organizaciones y redes de los propios guías a través de WhatsApp, Messenger de Facebook y correo electrónico. Para nuestra sorpresa, el cuestionario tuvo una excelente acogida, logrando reunir las respuestas de 710 guías de turistas. La información obtenida se complementó con entrevistas en profundidad y la revisión biblio-hemerográfica. Para investigar la experiencia laboral de los autores, Alberto Aveleyra Talamantes fue clave, tanto por sus 17 años de trabajar como guía, como por sus vínculos con sus compañeros que hicieron posible esta investigación aún en las difíciles condiciones generadas por la pandemia del Covid-19.
Ser guía de turistas
El trabajo interpretativo del guía
Podemos decir que guiar a viajeros es una actividad humana ancestral. Al respecto, hay dos antecedentes: por un lado está el “explorador” o “prospector” de caminos y senderos y, por el otro, el “mentor”, el guía espiritual, el conocedor de los caminos interiores y de las pautas culturales (Holloway 1981; Cohen 1985). La actividad del guía se refleja en la literatura: Virgilio conduce a Dante por el purgatorio y el infierno, para llegar finalmente al paraíso después de transitar por un sendero seguro. Desde la Antigüedad, los viajeros y exploradores necesitaron de guías, cuya labor se expande con la modernidad. Más tarde, viajeros y exploradores como Darwin, Humboldt y hasta los antropólogos y arqueólogos, no pudieron prescindir del apoyo del conocedor que los guiaba por sitios alejados y desconocidos, procurándoles seguridad.
Pero ¿qué es ser guía de turistas en la actualidad? En el ámbito de las ciencias sociales, el guía de turistas y el tour guiado han sido estudiados por lo menos desde 1979 (Schmidt). En 1985 el Annals of Tourism Research dedicó un número especial al guía de turistas, donde sobresale el artículo de Erik Cohen (1985), “El guía de turistas. Los orígenes, la estructura y las dinámicas de un rol”, cuyos postulados sobre el trabajo del guía como líder y mediador o broker cultural, siguen siendo de gran actualidad. Siguiendo a Cohen, Weiler y Black (2015: 159-165) mencionan algunas de las características sobresalientes sobre lo implica el trabajo de los guías. Entre éstas destaca la multiplicidad y complejidad de roles ejecutados por el guía de turistas.
En todo viaje o recorrido, el guía asume una serie de roles que van desde orientar y cuidar al turista, gestionar el tour, hasta intervenir como mediador entre el turista y la sociedad local. Al respecto, Karin Bosman (2006: 199) observa que durante sus viajes, los turistas enfrentan situaciones muy distintas a las que están acostumbrados en sus lugares de origen. “Los guías de turismo pueden ayudarles a enfrentar situaciones que no les son familiares y convertirlas en una experiencia positiva”. Se refiere, por ejemplo, a los encuentros con vendedores ambulantes o a la costumbre de regatear y dar propinas, como ejemplos de situaciones en las cuales un guía de turistas puede actuar de intermediario intercultural.
De acuerdo con Weiler y Black (2015), los guías fungen como intérpretes, narradores y comunicadores interculturales. El guía opera como un facilitador de la comunicación entre los visitantes y las poblaciones locales, siendo éste uno de los roles que lo definen. Idealmente, los guías comparten códigos culturales y ciertos principios básicos, como es el tratar de beneficiar a los visitantes, al destino, al medio ambiente y a otros agentes de la red. En ese sentido, contribuyen a la sostenibilidad del destino, incrementando la comprensión y valoración que el visitante tiene de los sitios, las comunidades, las culturas y los entornos naturales que visita.
Uno de los principales retos del guía de turistas consiste en comunicar los valores asociados al patrimonio cultural. Por tal razón, el guía de turistas local puede ser visto como un eslabón que une a la comunidad local con la sociedad internacional. En ese sentido opera como bisagra que une lo local y lo global. Los guías han sido vistos como destacados pioneros de la glocalización (Salazar 2005) al participar plenamente de la cultura popular mundial, a la vez que representan hábilmente la vida local reconstruida y reinterpretada para los turistas internacionales.
Más que informar, el guía interpreta, ayuda a transmitir a los turistas los significados que se le atribuyen a los bienes, lugares y prácticas sociales que son vistos y apreciados. La labor del guía consiste también en convertir un bien o expresión cultural en un recurso atractivo para el visitante. En otras palabras, colabora con el Estado, las empresas touroperadoras y otros actores en la transformación simbólica de un objeto, material o inmaterial, para convertirlo en un recurso turístico.
Para ello, el guía idealmente busca “despertar el interés del público visitante, para hacer sencillo lo complejo sin perder el rigor” (Mendoza et al. 2011). No obstante, existen casos en que los guías de turistas buscan imágenes y relatos sensacionalistas, no siempre apegados al rigor interpretativo de la cultura y al sentido original del patrimonio turístico, debido a que también buscan el éxito comercial, de lo cual depende también el éxito de su trabajo. A pesar de la estandarización del turismo de masas, el trabajo del guía tiene un margen de libertad para reinterpretar las interpretaciones elaboradas por arqueólogos, historiadores, antropólogos o biólogos, y traducirlas a un leguaje accesible para quienes no están familiarizados con el tema o el lugar visitado. A partir de su experiencia de 17 años guiando turistas, en la perspectiva de Aveleyra la labor más importante de un guía es crear conexiones emocionales entre el visitante y el lugar visitado: considera que son esas conexiones las que despiertan el interés del público.
Los guías de turistas desempeñan un papel importante al informar acerca de la diversidad de valores culturales, pues como se plantea en la Carta Internacional de Turismo Cultural, los programas de interpretación
deberían proporcionar el significado de los sitios del patrimonio y de sus tradiciones y prácticas culturales así como ofrecer sus actividades dentro del marco tanto de la experiencia del pasado como de la actual diversidad cultural de la comunidad anfitriona y de su región, sin olvidar las minorías culturales o grupos lingüísticos. El visitante debería siempre estar informado acerca de la diversidad de los valores culturales que pueden adscribirse a los distintos bienes patrimoniales (ICOMOS 1999).
Esto no siempre sucede pues, en el caso de los pueblos indígenas, muchas veces en los recorridos turísticos se omite la información sobre sus aportaciones civilizatorias del pasado y del presente, así como todo lo relacionado con sus derechos culturales y políticos. O peor aún, también hay guías que desinforman y reproducen estereotipos clasistas y racistas que tienden a estigmatizar a los pueblos originarios, afrodescendientes y otros miembros de los grupos subalternos.
El trabajo del guía es comunicar los significados dominantes sobre el patrimonio cultural a través de su presencia activa en las rutas, circuitos turísticos, visitas a ciudades históricas y zonas arqueológicas o incluso al mundo de las culturas subalternas cuando se visitan barrios populares, zonas de guerra, entre otros. En ese sentido, contribuyen a la construcción de imaginarios en los cuales se trasladan “las posibles ensoñaciones y fantasías individuales a un plano colectivo, como construcciones socialmente compartidas aunque provengan, en buena medida, de la elaboración individual de un imaginario” (Hiernaux 2015: 75). Así, los guías pueden contribuir a la valoración y respeto por la diversidad cultural, a la defensa de los derechos indígenas y de otras minorías, de las comunidades LGTB, de las mujeres, de los jovenes y colaborar así a una visión inclusiva y democrática del mundo.
Por ello, cabe preguntarse ¿qué muestran en realidad los guías? Por lo general, los guías muestran imaginarios previamente construidos y compartidos por los propios turistas, pero no nada más. Al referirse a la “mirada del turista”, John Urry (1990) señala que esa mirada no solo consiste en visibilizar un elemento material, sino sobre todo, dar sentido a una imagen. Toda imagen es un signo que tiene un significado y un significante. El significante puede ser el mismo en todo lugar y en todo momento, pero el significado puede variar según la época histórica y la cultura del que interpreta. Por ello, si bien es cierto que “el visitante orienta la mirada hacia aquellos elementos que son normalmente capturados por la fotografía, las postales, las películas, etc.” (Urry 1990: 3), también existe la libertad relativa del actor social de improvisar, restituir o atribuir nuevos significados a lo ya visto.
Hoy, la mirada del turista se difunde por Internet, por lo cual la labor del guía se ciñe a nuevos parámetros, pues por un lado debe orientar la mirada del turista y, por otro, se enfrenta a turistas cada vez más informados que tienen acceso a otras interpretaciones y que están dispuestos a debatir los significados en un contexto pluriétnico y multicultural. El guía se encuentra así ante el riesgo constante de ser corregido por turistas bien informados, sea que hayan visto los documentales difundidos por National Geographic o Discovery, o leído artículos de divulgación científica sobre los sitios visitados. Cuando los guías no están bien preparados o actualizados, corren el riesgo de ser refutados por los turistas, lo cual “podría socavar directamente su autoridad y credibilidad frente a todo el grupo” (Bosman 2006: 206). También se debe considerar que los turistas están influenciados por lo que se publica en los medios de comunicación, así como en los relatos cinematográficos y televisivos, como ocurrió con el “fin del mundo” supuestamente profetizado por los antiguos Mayas.
El guía de turistas en México: antecedentes históricos y normativos
De acuerdo con Aveleyra (2019), en lo que hoy es México, la función del guía puede rastrearse, por lo menos, desde los tiempos olmecas, cuando se establecieron las primeras rutas comerciales (obsidiana, jade, pirita, chapopote, etcétera). Desde entonces, guiar a los viajeros, cuidarlos y protegerlos se ha desarrollado desde el origen de la civilización mesoamericana. En Mesoamérica, el viaje y el guía de los viajeros fueron tan relevantes y significativos, que existía la imagen de un dios, Yacatecuhtli, literalmente “El cuatro pies-Señor-nariz”, es decir, el que va en la punta. Los comerciantes pochtecas se dedicaban a “organizar y garantizar la realización de lejanas expediciones de comercio en gran escala” (Hassig 2013: 38). Sobre el nombre de Yacatecuhtli, Winfield apunta “en mexicano, Yacatl significa nariz y tecuhtli, señor; literalmente es “el señor de la nariz”; el que va por delante o “el que guía”, en su significado más exacto” (Winfield 1979: 26). Entre los antiguos mayas esta figura la representa a Ek Chuah, “Estrella Negra” señor de los comerciantes, de los viajeros y del cacao (Hirth 2013: 31).
En el México contemporáneo, el antecedente más inmediato de los guías de turistas se puede rastrear en el siglo XIX, cuando se formularon las guías escritas con gran cantidad de páginas que servían como ayuda para planificar los viajes, ya sea para visitar sitios arqueológicos, museos u otras zonas de interés (Villalobos 2014: 43). Algunas guías también eran del interés de los inversionistas norteamericanos interesados en las riquezas naturales y culturales del país.
Los guías de turistas adquirieron un papel muy importante en el siglo XX debido al crecimiento vertiginoso del turismo de masas. Al transmitir las interpretaciones del patrimonio cultural y natural, participaron activamente en el diseño y creación de las rutas y circuitos turísticos. Su actividad comenzó a ser regulada por el Estado en la primera mitad del siglo XX. La figura del guía de turistas aparece en la política del Departamento de Turismo del Gobierno Federal, creado en 1936 por el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas. En ese año se publica la Ley General de Población (1936) y se establece la creación de la Dirección General de Población como parte de la Secretaría de Gobernación. La política turística quedó a cargo de dicha Dirección General, cuya tarea era fomentar “el turismo del exterior y del interior como un elemento de cultura y como coadyuvante indirecto para el desarrollo de la política demográfica y como medio de conocimiento de los recursos que ofrece el territorio nacional” según el artículo 7 de la citada Ley.
Para ejercer las funciones asociadas al turismo, la Dirección General de Población tuvo entre sus funciones la de promover los atractivos turísticos de México y coordinar a las instituciones y empresas interesadas en el desarrollo turístico. En consecuencia, el gobierno mexicano hizo una fuerte campaña de promoción turística a través del sistema educativo mexicano y otras instituciones. En Estados Unidos, también realizó una amplia promoción para atraer a los turistas, para lo cual invitó a escritores, pintores, literatos y otros artistas a contribuir en la tarea de visibilizar y enaltecer la imagen del país en el extranjero. Entre los resultados de esta política está la edición de los ocho números de la revista Mexican Art & Life, publicada por el Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad de la Secretaría de Gobernación entre 1937 y 1939. Es interesante observar que durante estos años se creó un imaginario sobre “lo mexicano”, incluyendo la promocion de la música y danzas regionales regionales, la pintura y otras expresiones artísticas. Para ello, se contó con la enorme contribución de artistas estadounidenses. Según Pérez Montfort (2014), desde la década de 1920, los turistas de Estados Unidos eran asiduos visitantes y consumidores de lo “típico mexicano”, quienes contribuyeron a fijar los estereotipos de “lo mexicano”, para complacer a quienes ya tenían una imagen de lo que se esperaba encontrar en tierras mexicanas. Hoy en día, los creadores nacionales y los visitantes estadounidenses continúan abonando con sus prácticas a fijar los imaginarios sobre lo “auténtico” mexicano ahora a través del cine (como en el caso de la película Spectre, estrenada en 2015, en la que se muestra una celebración inventada en la Ciudad de México), proceso que se ve fortalecido con la turistificación de la que el programa gubernamental de “pueblos mágicos” forma parte (Balslev y Velázquez 2010).
Así pues, desde mediados del siglo XX, los guías de turistas jugaron un importante papel en la conformación del naciente sistema turístico mexicano. Según Alejandra Zorrilla, en 1935 se fundó en el país la primera agencia de viajes, la Wagon Litz-Cook y, para el año de 1938, ya existían 16 agencias de viajes nacionales “la mayoría de las cuales fueron creadas por guías de turistas nacionales que organizaban recorridos y reservaciones en las distintas zonas del país” (Zorrilla 2010: 100).
El 10 de mayo de 1937 se publicó el Reglamento de Turismo de la Ley General de Población, el cual establece que el trabajo de guía de turistas es un servicio auxiliar del oficial federal de turismo y por lo tanto no se puede ejercer sin autorización de la Dirección General de Población. Dicho Reglamento dedica al guía de turistas la sección IV y los artículos que van del 34 al 40 y el artículo 54, sobre las sanciones. En el artículo 34 se establece la primera definición del guía de turistas en la legislación mexicana, el cual a la letra dice:
Para los efectos de los artículos 136 a 140 de la Ley, se entiende por Guía de Turistas, la persona que se dedica a prestar sus servicios de compañía o ilustración a los turistas. Nadie podrá ejercer el oficio sin la credencial respectiva expedida por el Departamento de Turismo, sólo los mexicanos por nacimiento podrán ser guías de turistas”. 2
El artículo 35 del mismo Reglamento establece que para que una persona sea reconocida como guía y obtenga la credencial que la acredite como tal, deberá sustentar un examen de competencia y ser aprobado por un jurado sobre las siguientes materias: Historia y Geografía Patrias; Arqueología; Idiomas; Arte Colonial; Etnografía y Folclore e Información general turística. Dicho Reglamento fue la base para desarrollar la normatividad posterior sobre los guías de turistas.
En la actualidad, el Reglamento de la Ley General de Turismo en su artículo 2, fracción VII, define a los guías de turistas como “las personas físicas que proporcionan al turista nacional o extranjero orientación e información profesional sobre el patrimonio cultural, natural y, en general, la relativa a los atractivos, destinos, regiones y servicios turísticos”. Asimismo, señala que los prestadores de servicios turísticos “deberán inscribirse en el Registro Nacional de Turismo” (DOF, 30 de marzo 2016).
Hoy en día, los guías de turistas deben certificarse ante la Dirección General de Certificación Turística de la Secretaría de Turismo, según lo dispuesto en el “Acuerdo por el que se emiten los Lineamientos para la Acreditación de Guías de Turistas” (DOF 29 de septiembre de 2015) y así como en las Normas Mexicanas Oficiales: la NOM-08-TUR-2002, que establece los elementos a que deben sujetarse los guías generales y especializados en temas o localidades específicas de carácter cultural; y, la NOM-09-TUR-2002. (DOF del 5 de marzo y 26 de septiembre de 2003, respectivamente).
De acuerdo con lo anterior, los guías de turistas se clasifican en:
Guía de Turistas General: es la persona que cuenta con estudios de guía a nivel técnico relacionado con la actividad a desempeñar y validados por el Instituto de Competitividad Turística (ICTUR) de la Secretaría de Turismo. Puede desempeñar su actividad a escala nacional con un dominio global de los atractivos turísticos del país.
Guía de Turistas Especializado en Temas o Localidades específicos de carácter cultural: tiene conocimientos y experiencia en alguna o varias de las materias como Arqueología; Arte Moderno y Contemporáneo; Arte Prehispánico; Arte Colonial; Etnografía y Arte Popular; Geografía Turística; Historia de México; Historia General del Arte; Relaciones Humanas; Conducción de Grupos; Legislación Turística; Cultura Turística; y otras materias que se relacionan estrictamente a un monumento, museo, zona arqueológica o atractivo turístico en particular o a una localidad específica. Un guía especializado puede acreditarse en dos o más temas o localidades, y será considerado como guía general.
Guía de Turistas Especializado en Actividades Específicas: persona que tiene conocimiento y/o experiencia sobre algún tema o actividad específicos en turismo orientado a la naturaleza y/o turismo de aventura como pueden ser: buceo, espeleo-buceo, descenso en ríos, kayak de mar o de lago, excursionismo, alta montaña, escalada, ciclismo de montaña, cañonismo, espeleísmo, por mencionar algunos.
Las normas arriba enunciadas marcan un parteaguas, pues con ellas, por primera vez, se establece que para convertirse en guía de turistas hay que pasar por un proceso de formación y capacitación más o menos intensivo. A lo largo de los últimos diecisiete años, dichas normas han contribuido a la profesionalización del campo de prácticas del guía de turistas en México.
Como señalamos anteriormente, en México están registrados 8 145 guías de turistas, según los datos de la Sectur (2020). De ellos, 4 653 son guías generales, 2 163 son guías especializados por tema y localidad, y 1 329 son guías especializados en actividad específica. Se encuentran distribuidos en todos los estados de la República Mexicana, los estados con mayor actividad turística son los que concentran a un mayor número de guías: Quintana Roo, Yucatán, Ciudad de México, Oaxaca, Baja California Sur y Tlaxcala, como puede apreciarse en el Cuadro 1.
Nº | Estado | Guía general | Guía especializado en actividad específica | Guía especializado por tema y localidad | Total |
1 | Aguascalientes | 0 | 10 | 4 | 14 |
2 | Baja California | 12 | 23 | 39 | 74 |
3 | Baja California Sur | 77 | 15 | 154 | 246 |
4 | Campeche | 35 | 23 | 17 | 75 |
5 | Chiapas | 132 | 49 | 218 | 399 |
6 | Chihuahua | 34 | 0 | 24 | 58 |
7 | Ciudad de México | 817 | 121 | 97 | 1035 |
8 | Coahuila de Zaragoza | 0 | 1 | 15 | 16 |
9 | Colima | 17 | 23 | 12 | 52 |
10 | Durango | 5 | 18 | 7 | 30 |
11 | Guanajuato | 47 | 295 | 38 | 380 |
12 | Guerrero | 167 | 79 | 19 | 265 |
13 | Hidalgo | 5 | 12 | 29 | 46 |
14 | Jalisco | 225 | 137 | 32 | 394 |
15 | México | 352 | 133 | 83 | 568 |
16 | Michoacán de Ocampo | 82 | 0 | 69 | 151 |
17 | Morelos | 14 | 22 | 7 | 43 |
18 | Nayarit | 9 | 9 | 36 | 54 |
19 | Nuevo León | 101 | 0 | 25 | 126 |
20 | Oaxaca | 283 | 33 | 179 | 495 |
21 | Puebla | 117 | 6 | 70 | 193 |
22 | Querétaro | 11 | 44 | 47 | 102 |
23 | Quintana Roo | 1597 | 80 | 317 | 1994 |
24 | San Luis Potosí | 1 | 21 | 60 | 82 |
25 | Sinaloa | 104 | 0 | 1 | 105 |
26 | Sonora | 0 | 38 | 39 | 77 |
27 | Tabasco | 8 | 10 | 39 | 57 |
28 | Tamaulipas | 0 | 0 | 4 | 4 |
29 | Tlaxcala | 5 | 17 | 128 | 150 |
30 | Veracruz de Ignacio de la Llave | 15 | 63 | 56 | 134 |
31 | Yucatán | 378 | 40 | 297 | 715 |
32 | Zacatecas | 3 | 7 | 1 | 11 |
Total | 4 653 | 1 329 | 2 163 | 8 145 |
Fuente: Dirección General de Certificación Turística. Oficio del 22 de junio de 2020, por instrucciones del Mtro. Hilario Pérez León, Director General de Certificación Turística de la Secretaría de turismo.
La formación y empleo del guía de turistas
Aspectos formativos
Hasta hoy, en las escuelas de turismo no se otorga el título de licenciatura en guía turística. Los planes de estudio tienen una orientación preponderante hacia la administración y los negocios, aunque cuentan con asignaturas en las que se estudia el patrimonio cultural. Sin embargo, eso no les vale para obtener una credencial que les permita trabajar como guías de turistas.
Según el Consejo Nacional para la Calidad de la Educación Turística, A.C. (CONAET), en 2015 había 1 224 programas de educación superior en turismo, de los cuales 965 (79%) eran impartidos por instituciones privadas.3 Los perfiles de egreso de los licenciados en turismo están orientados a los negocios y la administración y, en menor medida, al turismo gastronómico y turismo alternativo, que es donde posiblemente podría tener cabida un conocimiento más profundo sobre el enorme patrimonio cultural, tangible e intangible, con el que cuenta el país. Al parecer, la formación del guía en estos rubros ha quedado a merced de empresas privadas y las instituciones educativas del Estado han hecho muy poco por llenar esos vacíos.
Anteriormente, la actividad del guía en las zonas arqueológicas se llevaba a cabo por arqueólogos profesionales. En 1961, por ejemplo, el Departamento de Difusión del INAH organizó excursiones a los principales sitios arqueológicos. Villalobos (2014: 43) señala que “las visitas a los sitios arqueológicos eran guiadas por los especialistas, quienes además conformaron lo que se conoce como ‘escuela mexicana de arqueología’, entre ellos Alberto Ruz (Palenque), José Luis Lorenzo (Malinalco), José García Payón (El Tajín-Castillo de Teayo-Cempoala), César Sáenz (Xochicalco) y Román Piña Chan (Comalcalco-Edzná)”, entre otros. Asimismo, fue creada la Subdirección de Paseos Culturales de esa institución, cuyo objetivo ha sido la difusión del legado histórico mexicano, con más de 100 destinos programados anualmente. En los paseos culturales que ofrece se incluye la visita a zonas arqueológicas, monumentos históricos, museos, áreas naturales protegidas, así también peregrinaciones y festividades culturales. Entre los expositores se encuentran historiadores, arqueólogos y geógrafos.
No obstante lo anterior, poco interés se puso en la formación de guías de turistas, reduciéndose su actuación a la impartición de diplomados de 510 horas que la Sectur exige a los guías para otorgarles su credencial para que puedan trabajar.
Desde 2003 el INAH, a través de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, capacita a los guías de turistas conforme a la norma, a través de un diplomado de 510 horas, de las cuales 360 son teóricas y 150 son prácticas. El costo actual de los diplomados es muy elevado si consideramos que el costo representa alrededor de un mes de salario promedio de numerosos guías. Y si bien la impartición de los diplomados se ha multiplicado, incorporando a otras instituciones, tanto públicas como privadas, los precios siguen siendo muy elevados.4
No cabe duda de que la formación de guías se multiplica bajo esquemas neoliberales que han privatizado la educación, y que afectan la economía de los guías de turistas y sus familias. Muchos guías provienen de pequeñas comunidades rurales o regiones urbanas empobrecidas, en las cuales las familias invierten en la formación universitaria de uno o varios de sus miembros. Retomar la formación profesional de los guías de turistas debe ser una tarea de Estado, que implica no solo la gratuidad educativa, sino también una reestructuración a fondo de los programas de formación tanto de guías como de las licenciaturas en turismo, para fortalecer el conocimiento, valoración y protección del patrimonio cultural y natural con el que cuenta el país. En este sentido, tendría que ser un programa de formación y profesionalización, con un sentido social y cultural que pudiera ser impulsado como política de Estado, para integrar a la población local a la conservación, protección, defensa y valoración del patrimonio cultural.
La práctica profesional
Para ser guía de turistas, además de aprobar un diplomado, se requiere acreditar un curso básico de primeros auxilios y el examen de una lengua extranjera. Para obtener la credencial de guía de turistas especializado en tema o localidad es necesario cursar un diplomado de 250 horas teóricas y 72 horas prácticas.
Pero lo anterior no basta. Los guías de turistas deben acreditar cada cuatro años que cursaron un diplomado. Para obtener la credencial permanente que los reconozca como profesionales se necesita que el guía curse 40 horas anuales de capacitación a lo largo de doce años. Todo ello se realiza después de haber comenzado a guiar. Si tiene suerte, después de doce años de capacitarse y hacer el trámite de refrendo de credencial cada cuatro años, el guía de turistas mexicano finalmente será reconocido por la Sectur con una acreditación permanente. Cabe destacar que si cualquiera de los tres refrendos a lo largo de los doce años no se realiza en tiempo y forma, el guía pierde su “antigüedad” y tiene que reiniciar el proceso. Esta condición afecta a todos, pero especialmente a las mujeres, pues en caso de embarazo y maternidad, pueden dejar de realizar sus cursos de diplomado “en tiempo y forma”, de tal suerte que para ellas es aun más difícil conseguir la credencial permanente.
Existe un gran malestar entre los guías por todo lo que hay que hacer para que se reconozca su profesion y se les otorgue la credencial permanente como guías. Se trata de un caso excepcional, que exige una formación y refrendos fuera de las normas profesionales, pues ningún ingeniero, arquitecto, antropólogo, o arqueólogo esta sujeto a estos procesos de actualización y control.
Según los datos de la propia Sectur, del total de los guías acreditados en México (8 145), solo 394 tienen credencial permanente. Esto representa 4.8 % del total de guías de turistas acreditados en el país.
Todos los requisitos que se les exigen a los guías para mantener su acreditación se prestan también para el negocio de particulares, cuyos diplomados no siempre son de calidad. Por si eso fuera poco, los estudios realizados en diplomados por los guías no otorgan grado alguno, razón por la cual si un guía quisiera hacer una maestría, no podría. Conocemos casos de guías que llevan más de 15 años guiando, pero por no hacer los refrendos en tiempo y forma, no tienen la credencial permanente.
Posiblemente la carrera de turismo y la formación de guías de turistas sean uno de los campos de conocimiento que más desventajas presentan en el mercado de trabajo en México. Baste señalar que el trabajo de los guías se desempeña en agencias de viajes donde la temporalidad y la precariedad suelen ser comunes. Como se verá más adelante, la inmensa mayoría no tiene acceso al seguro social ni tiene posibilidades de jubilarse.
Pero no hay que esperar a tener una edad avanzada para ver las desventajas que esto representa. Los guías recorren los circuitos carreteros una y otra vez; llevan a los turistas a cuevas donde hay murciélagos, cuyo guano puede ser nocivo para su salud; conducen a la gente a ver serpientes, cocodrilos y otros animales; o los llevan a las grutas y realizan recorridos que pueden ser muy peligrosos. Marcamos esta situación porque, en su mayoría, los guías de turistas no están protegidos por el seguro social, ni cuentan con un sistema de seguridad que les permita atenderse en caso de sufrir un accidente o de enfermar por razones de su trabajo. A ello habrá que agregar las largas jornadas de trabajo que en ocasiones llegan a ser de 12 horas diarias. Por ello, al llegar a determinada edad, su cuerpo ya no resiste los recorridos por lugares sinuosos, o las actividades que requieran de mucha agilidad y fortaleza física, o las largas jornadas de trabajo. De ahí que nos refiramos al trabajo precario y a la necesidad urgente de visibilizar las condiciones laborales como punto de partida para pugnar por el empleo decente para todos los y las guías de turistas.5
Las condiciones laborales de los guías y pandemia del Covid-19
La edad y la seguridad social
En México, al igual que en todo el mundo, la pandemia obligó a guardar cuarentena. El 23 de marzo inició la Jornada Nacional de Sana Distancia, en la cual todas las actividades, excepto las esenciales, fueron suspendidas. Esto incluye a toda la cadena productiva del turismo: sistemas de transporte, aviación, hotelería, visitas a zonas arqueológicas, parques de diversiones, playas, restaurantes, cines, teatros, entre otras muchas actividades.
Durante la pandemia y sabiendo de la difícil situación por la que atravesaban los guías de turistas, en junio de 2020 se aplicó un cuestionario de 30 preguntas, el cual fue respondido por 710 guías de turistas, de los cuales 655 eran acreditados por la Sectur, y 56 no estaban acreditados.
Los resultados de la encuesta mostraron que un elevado número de guías son mayores de 40 años de edad. De acuerdo con las respuestas obtenidas, 484 guías (68% del total) tienen más de 40 años de edad y, de ellos, 223 son mayores de 50 años. Esta cifra coincide con el número de personas que tienen más de siete años laborando como guías de turistas, ya que 492 dijeron tener más de siete años realizando esa labor; de ellos, 393 guías (55%) tiene más de 10 años trabajando en esa profesión.
Esta situación plantea varias preocupaciones que son compartidas por los guías de turistas: aún no sabemos cuántos guías son adultos mayores en posibilidades de jubilarse. Nos hemos encontrado con guías que tienen más de 70 años de edad y siguen trabajando porque no se han podido jubilar al carecer de una pensión. Esto se debe a que la estacionalidad, temporalidad e informalidad de su trabajo no les permitió contar con un empleo con sistemas de ahorro para el retiro. Muchos guías han trabajado durante años por cuenta propia (como free lance) y carecen de posibilidades de acceder a una pensión por cesantía en edad avanzada. En México, las pensiones las otorga el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con fondos que son aportados por los patrones, trabajadores y el Estado, o bien, a través del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), cuyos fondos fueron privatizados por políticas neoliberales a partir de la década de 1990. Cabe señalar que el seguro facultativo que se puede contratar con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) cubre solo la atención médica, pero no otorga una pensión por jubilación. También hemos contactado con guías que han logrado ahorrar y crear su propia agencia de viajes, con lo cual dejan de guiar y realizan un trabajo de dirección y supervisión.
A lo anterior habrá que agregar que la mayoría de los guías de turistas que respondieron la encuesta (54.7%) tiene más de diez años de trabajar en esta actividad. Esto es un indicador importante, pues se trata de un gremio consolidado.
Durante la pandemia de Covid-19 quedó al descubierto la vulnerabilidad laboral de los guías de turistas, pues aun quienes deberían estar jubilados seguían trabajando, al carecer de una pensión por retiro. Las entrevistas nos permitieron identificar a guías de turistas que tienen entre 70 y 80 años de edad que continúan laborando. La privatización de la salud a causa de las políticas neoliberales afecta particularmente a quienes trabajan por cuenta propia. Nos informaron acerca de un caso de un guía que no pudo atenderse de cáncer en el Seguro Social por no estar afiliado.
Analizar las condiciones de vida y de retiro de los guías de turistas de la tercera edad es una asignatura pendiente que habremos de estudiar con mayor detalle en un futuro próximo.
El sexo
La mayoría de los guías que respondieron a la encuesta son varones y solo 33.9 % son mujeres. Esto significa que para ellas las condiciones de trabajo pueden ser aún más difíciles, pues como señalamos, tratándose de trabajadoras por cuenta propia, en caso de embarazo y maternidad dejan de percibir ingresos y su salud podría no estar cubierta por instituciones públicas. Esto es así porque la mayoría de guías carece de seguridad social. En el caso de los guías que respondieron a nuestra encuesta, sólo 25% contaba con inscripción en el seguro social.
Lugares de trabajo y residencia
La mayoría de los guías de turistas reside en entidades federativas que tienen un fuerte desarrollo turístico. Destaca en primer lugar el estado de Quintana Roo (1 994 guías), entidad que ha tenido un fuerte desarrollo desde la década de 1970. En dicho estado se encuentran los destinos turísticos más importantes del país, como son: Cancún, Playa del Carmen y Tulum. En segundo lugar se encuentra la Ciudad de México (con 1 035 guías), cuyos atractivos turísticos se localizan en la propia Ciudad de México, así como en el Estado de México (Teotihuacán, Malinalco, Valle de Bravo); en seguida está Yucatán (con 715 guías), Estado de México (568 guías), Oaxaca (495 guías), Chiapas (399 guías), Jalisco (394 guías), Guanajuato (380 guías) entre otros. Los guías de turistas se encuentran en todo el territorio nacional y su distribución se muestra en el Cuadro 2
Indicador | Estados |
Grupo 1. Más de 1000 guías | Quintana Roo, Ciudad de México |
Grupo 2. Entre 500 y 999 guías | Yucatán, Estado de México |
Grupo 3. Entre 300 y 499 guías | Jalisco, Puebla, Oaxaca, Guanajuato, Guerrero. |
Grupo 4. Entre 100 y 30 guías | Baja California Sur, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, Puebla, Sinaloa, Tlaxcala y Veracruz |
Grupo 4. Entre 1 y 99 | Aguascalientes, Baja California, Campeche, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Hidalgo, Morelos, Nayarit, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas y Zacatecas. |
Fuente: elaboración propia con base en la encuesta sobre guías de turistas y pandemia.
Ingresos económicos
El sector turístico tiene entre sus características la estacionalidad, esto es, que su actividad oscila entre periodos de alta y baja afluencia de turistas. Esta característica afecta a todos los trabajadores del turismo. De acuerdo con la encuesta aplicada, 45.2% de los guías percibe una retribución por su trabajo en forma de honorarios; 25.9% recibe salario y propinas; 12.5% salario y comisión y los demás, reciben solo propinas, solo comisión o solo salario. Cabe señalar que al igual que en otros puestos de trabajo en el sector turístico, los ingresos que perciben son bajos, por lo que para complementarlos dependen enormemente de las comisiones y de las propinas, lo cual los colocó en una situación de suma vulnerabilidad ante la pandemia de Covid 19.
El ingreso que obtienen los guías de turistas por su trabajo varía según la temporada, pues la afluencia de los turistas fluctúa a lo largo del año, entre periodos de auge y reflujo. En temporada alta, 230 guías respondieron que su ingreso era de hasta 5 mil pesos semanales; 193 hasta 8 mil pesos, 101 dijeron ganar 12 mil pesos y 65 más de 12 mil pesos semanales. Esta situación contrasta con los periodos de reflujo o temporada baja, donde solo 6 guías dijeron ganar más de 12 mil pesos semanales. La inmensa mayoría de los guías gana menos de 5 mil pesos semanales en la temporada baja, habiendo 203 personas que ganaban menos de mil pesos semanales, y 234 que ganaban entre mil y dos mil pesos a la semana, como puede apreciarse en el Cuadro 3.
Ingresos semanales | Temporada alta | Temporada baja | ||
No. de guías | Porcentaje | No. de guías | Porcentaje | |
Menos de 1,000.00 pesos semanales | 27 | 3.8% | 203 | 28.6% |
Entre 1,001.00 y 2,000.00 pesos | 94 | 13.2% | 234 | 33.0% |
Entre 2,001.00 y 5,000.00 pesos | 230 | 32.4% | 189 | 26.6% |
Entre 5,001.00 y 8,000.00 pesos | 193 | 27.2% | 64 | 9.0 |
Entre 8,001.00 y 12,000.00 pesos | 101 | 14.2% | 14 | 2.0 |
Más de 12,000.00 pesos | 65 | 9.2% | 6 | 0.8 |
Total de personas | 710 | 100.0 | 710 | 100.0 |
Fuente: elaboración propia con base en la Encuestra sobre trabajo y empleo de los guías de turistas durante la pandemia.
Hasta hace una década, los guías entraban en contacto con los turistas a través de las agencias de viajes y los hoteles. Ahora las formas de intermediación entre el turista y el guía se han debilitado debido al acceso por Internet, donde turistas y guías establecen una relación directa sin la intermediación de las agencias de viajes y los hoteles. En la encuesta aplicada, 45% de los guías respondió de manera afirmativa a la pregunta sobre la utilizacion de alguna plataforma de Internet para promover sus servicios. Utilizan Internet, pero también pueden acudir a otras alternativas, pues 296 guías respondieron que contactaban a los turistas a través de las agencias de viaje; 147 a través de los hoteles a donde llegan los turistas y 111 a través de la Secretaría de Turismo u otra agencia de gobierno. Es muy frecuente que un guía de turistas utilice varias alternativas para contactar a los turistas, aunque 35.7% solo tiene una forma: se trata sobre todo, de los guías que trabajan para las agencias de viajes.
En el caso de las agencias de viaje, los guías suelen percibir un salario y comisión, en tanto que cuando se hace a través de los hoteles, el guía debe pagar una cuota o porcentaje de sus honorarios al hotel u hoteles sobre el número de turistas contactados. En los años recientes, el uso de plataformas de Internet le ha dado a los guías mayor independencia, al poderse anunciar a través de Trip Advisor, Facebook, Instagram y Twiter, principalmente. Desde luego, la satisfacción del turista visitante constituye uno de los principales medios de promoción, ya que les permite constituir un capital social conformado por las redes de clientes que han sido atendidos y se encuentran satisfechos con su trabajo.
La mayoria de los guías no cuenta con infraestructura propia para realizar sus recorridos. 41.8% expresó que el vehículo que utiliza en su trabajo es propiedad de la empresa para la cual trabaja; 26.3% señaló que el automóvil que emplea es rentado y solo 21.1% contestó que el vehículo en el cual trabaja es de su propiedad. Además, 10.7% manifestó que no requiere de un vehículo para realizar su trabajo, seguramente porque son guías de sitio.
Como dijimos, muchos guías de turistas se formaron trabajando en agencias de viajes o por su cuenta (como free lance), lo cual pone al descubierto la vulnerabilidad de los guías, pues la inmensa mayoría no están protegidos por algún sistema de seguridad social ni tienen posibilidades de jubilarse. En caso de accidente o enfermedad, carecen de la protección como pago de un salario. Dejan de percibir ingresos cuando no trabajan. Esto involucra a los guías de nuestra encuesta que laboran por su cuenta y 544 que trabajan en agencias de viajes, carecen de seguridad social porque cobran por honorarios, sin ningún derecho laboral, como el pago de aguinaldo, vacaciones pagadas, reparto de utilidades, entre otras.
La escolaridad y capacitación
Llama la atención el elevado nivel de escolaridad de los guías, pues mientras 301 tiene estudios de nivel medio superior, 307 tienen licenciatura, 62 maestría y 8 tienen estudios de doctorado, además de contar con los estudios en los diplomados registrados por la Sectur: 30 son historiadores, 20 estudiaron administración y 8 son arqueólogos. No hay antropólogos socioculturales y el número de arqueólogos está por debajo de quienes estudiaron historia, y turismo, lo cual es interesante si consideramos que los arqueólogos están altamente calificados en el conocimiento del patrimonio arqueológico y los antropólogos en el conocimiento de las culturas vivas, tanto étnicas como regionales.
A la pregunta de ¿dónde aprendió a trabajar como guía de turistas? 368 personas respondieron que fue a través del diplomado de guías aprobado por la Secretaría de Turismo; 147 dijo que aprendió trabajando para una empresa o agencia de viajes; 93 lo hicieron “por su cuenta”. Los demás dijeron que habían aprendido a guiar en la escuela, en un negocio familiar y 10 aprendieron por iniciativa comunitaria.
Lengua y comunicación intercultural
Como señalamos al inicio, el guía de turistas es más que un informador o intérprete cultural: es ante todo un intermediario intercultural que enlaza a la comunidad global de la que forman parte los turistas, con la localidad que se visita. Es por ello también que la mayoría de los guías de turistas brinda sus servicios en más de un idioma. De las 710 personas que respondieron a la encuesta, 463 indicaron que trabajan principalmente con turistas extranjeros y 247 contestó que labora principalmente con turistas nacionales. Uno de los guías externó su molestia al señalar que los turistas nacionales creen que ya saben todo sobre el lugar visitado y patrimonio cultural, por lo que el precio que cobran los guías por sus servicios les parece caro. Desde su perspectiva, los turistas nacionales no valoran el trabajo de los guías, lo que no ocurre con los europeos y estadounidenses.
Lo anterior, se relaciona con los idiomas en los que se desempeñan. De los 710 guías, 526 desempeñan su trabajo en español e inglés; 88 lo hacen en francés; 44 en italiano; 24 en alemán; 20 en portugués y los demás en otras lenguas.
El aprendizaje de diferentes lenguas es una de las habilidades que desarrollan los trabajadores del turismo, entre ellos, los guías de turistas. De los 710 guías que respondieron a la encuesta, 373 indicaron que desempeñan su trabajo en dos idiomas (español e inglés); 103 dijeron hacerlo en tres idiomas; 20 en cuatro idiomas y siete en más de cuatro idiomas, como se observa en el Cuadro 5.
Idioma a través de los que se desempeñan | Número | Porcentaje |
Inglés | 526 | 74% |
Francés | 88 | 12.3% |
Italiano | 44 | 6.1% |
Alemán | 24 | 3.3% |
Portugués | 20 | 2.8% |
Polaco | 1 | 0.1% |
Holandés | 2 | 0.2% |
Ruso | 2 | 0.2% |
710 |
Fuente: elaboración propia con base en la Encuestra sobre trabajo y empleo de los guías de turistas durante la pandemia.
¿En cuántos idiomas se desempeña usted? | |
Un idioma | 198 |
Dos idiomas | 373 |
Tres idiomas | 103 |
Cuatro idiomas | 20 |
Más de cuatro idiomas | 7 |
Otras combinaciones | 9 |
710 |
Fuente: elaboración propia con base en la Encuestra sobre trabajo y empleo de los guías de turistas durante la pandemia.
En entrevistas a profundidad, observamos que el aprendizaje de los idiomas tiene que ver con el lugar de origen de los visitantes, pero también con la historia laboral de los guías de turistas. Antonio (usamos pseudónimo) se fue a trabajar a Estados Unidos, donde aprendió a hablar inglés. Dado que trabajó con migrantes italianos, también aprendió ese idioma. Miguel aprendió inglés y francés en la escuela, y ahora está aprendiendo portugués porque están llegando muchos turistas brasileños. Asimismo, nos encontramos con negocios familiares en donde cada miembro de la familia se especializa en un idioma diferente, logrando con ello atender a una mayor diversidad y número de turistas.
Conclusiones
El trabajo de los guías de turistas reviste una enorme riqueza y complejidad. Su papel como mediadores, comunicadores e intérpretes del patrimonio tangible e intangible los coloca en una condición de intermediarios interculturales. Su trabajo es sustancial en la difusión del conocimiento y “puesta en valor” del patrimonio cultural y natural. En su papel como mediadores, los guías también participan de la protección y cuidado del lugar visitado y de sus bienes, ante la llegada de turistas que muchas veces requieren ser orientados sobre la manera en que se relacionan con dicho patrimonio para contribuir a su conservación y su cuidado. Pero más allá de su desempeño en el viaje y la atención a los visitantes, los guías juegan un papel importante en la construcción de narrativas en las que se sustentan las identidades étnicas, locales y regionales. El guía de turistas es también un eslabón entre lo global y lo local, cuya labor facilita la comunicación intercultural, la valoración del patrimonio y la transmisión de conocimientos, entre otras muchas actividades.
No obstante su importancia, el trabajo de los guías ha sido invisible y poco valorado, tanto por las instituciones públicas como por el medio académico. De alguna manera, se les ha reservado un “nicho” en el ámbito de los negocios y de las agencias de viajes, sin reparar en las contribuciones que realizan al conocimiento, valoración y difusión del patrimonio cultural y natural. El trabajo de los guías entraña conocimientos, habilidades y actitudes relacionadas con diferentes disciplinas científicas, y también con una dimensión lúdica y emocional, que imprime su sello a los recorridos y visitas turísticas. Según las respuestas dadas a la encuesta aplicada en esta investigación, los y las guías de turistas se desenvuelven profesionalmente en interacción con diferentes disciplinas científicas: la arqueología, la antropología social, la historia, la geografía y las ciencias naturales, lo que presupone una labor de actualización. Por eso, llama la atención que sea la Secretaría de Turismo y no la Secretaría de Educación Pública, la instancia que ha tomado en sus manos la formación de guías de turistas técnicos y profesionales. Hasta hoy, el otorgamiento de la credencial que habilita a los guías para trabajar de manera formal, depende de la acreditación de alguno de los diplomados autorizados por la Secretará de Turismo, los cuales se han convertido en un lucrativo negocio para quienes los imparten.
Los guías de turistas acreditados por la Sectur son un sector conformado por trabajadores que poseen perfiles técnicos y profesionales desiguales. En el caso de los técnicos, se trata de guías con estudios de bachillerato, que fueron acreditados como tales después de aprobar un diplomado, además de los cursos de idiomas y primeros auxilios. Pero también están aquellos guías que cuentan con estudios de licenciatura. Entre los más numerosos están aquellos que egresaron de las licenciaturas en turismo, quienes al igual que los anteriores, debieron cursar un diplomado para ser registrados como guías de turistas. Finalmente, están quienes cuentan con estudios de maestría y doctorado (en etnohistoria, arqueología e historia, principalmente) y también tuvieron que cursar un diplomado para poder laborar en el mercado de trabajo formal.
La mayoría de los guías de turistas tienen, además de sus estudios, un conocimiento práctico derivado de muchos años de experiencia. De acuerdo con la encuesta, 55% de los guías tiene más de diez años de ejercer esa profesión. La composición social de los guías de turistas responde a las condiciones socioeconómicas de los diversos destinos turísticos, y a diversos “segmentos” del mercado turístico que atienden. Hay guías especializados en zonas arqueológicas, recorridos y rutas que se caracterizan por tener una alta demanda. Es el caso, por ejemplo, de quienes laboran en Cancún y la Riviera Maya, donde el flujo de turistas internacionales había sido hasta antes de la pandemia, un mercado en constante crecimiento. Los guías de turistas de esta parte del país, además de especializarse en aspectos esenciales de la cultura maya del pasado y del presente, fueron adquiriendo habilidades lingüísticas, dependiendo de la lengua con la que se comunican con los turistas. El inglés es la lengua franca que utilizan tanto guías como turistas, aunque resulta más atractivo que el guía hable la lengua del visitante. Es por ello que, entre los jóvenes, el aprendizaje de varios idiomas es una de las metas que les permite colocarse en el mercado de trabajo, que es altamente competitivo. En las entrevistas pudimos obtener testimonios de guías que además de inglés, hablan otras lenguas, siendo ahora el portugués una de las lenguas que más se aprenden debido al enorme flujo de turistas brasileños que llegaban a Quintana Roo hasta antes de la pandemia.
Como vimos, un alto porcentaje de guías tiene estudios universitarios y muchos de ellos cuentan con maestría y doctorado. Sin embargo, a pesar de su elevado nivel educativo, para ser acreditados como guías de turistas por parte de la Sectur, requieren cursar un diplomado, sea en instituciones públicas o privadas. Una vez que han cursado y aprobado el diplomado obtienen su registro como guías, pero eso no basta. El guía debe renovar dicho permiso cada cuatro años, so pena de perder su antigüedad y el permiso para trabajar. Aún así y contando con la experiencia, conocimientos y habilidades para guiar, los guías no obtienen una licencia permantente sino hasta después de doce años, esto es, después de tres refrendos. Como dijimos, llama mucho la atención que de los más de ٨ mil guías registrados en el país por la Sectur, solamente 394 tengan la credencial permanente para ejercer su profesión. Este simple hecho ameritaría una reestructuración a fondo sobre los criterios y formas en que se brinda, promueve y valida la formación profesional de los guías de turistas. ¿Qué hay detrás de ello? La mayoría de las instituciones que imparten los diplomados son privadas y los costos por impartirlos son muy elevados, pues aún los que imparten las instituciones públicas, como la Escuela Nacional de Antropología e Historia, son muy caros.
Habría que considerar, además, que cursar uno o varios diplomados no les otorga a los guías ningún título o grado académico que les permita continuar con sus estudios. Un guía de turistas podría tener la posibilidad de continuar con su formación si asi lo desea, ya sea para estudiar una maestría o un doctorado en historia, historia del arte, antropología, geografía o cualquier otra disciplina afin a su campo de trabajo. Sin embargo, esto no lo pueden hacer cuando solo cuentan con los estudios del diplomado que les exige la Sectur para darles una credencial, que opera como una licencia para trabajar.
Por otra parte, los egresados de las licenciaturas en turismo, no están autorizados para trabajar como guías de turistas. A lo largo de los tres o cuatro años de formación en su carrera, el mapa curricular contempla contenidos relacionados con el patrimonio cultural, manejo de grupos, idiomas y otras materias que forman parte de la formación de guías de turistas. Pero por alguna extraña razón, los egresados de estas licenciaturas no están facultados para trabajar como guías, y se ven obligados a cursar alguno de los diplomados reconocidos por la Sectur que, como dijimos, son muy caros. Aún en instituciones públicas de educacion superior, los diplomados tienen un precio elevado e inaccesible para muchos, considerando las condiciones de precariedad, inestabilidad y temporalidad laboral en la que se desenvuelven miles de jovenes egresados de las escuelas de turismo.
Entre las demandas más sentidas de los estudiantes y egresados de las carreras turismo, está la de modificar los planes de estudios y perfil de egreso, para que los egresados puedan ser reconocidos como guías y puedan trabajar de manera formal en ello. Otra demanda es la gratuidad de la enseñanza. No existe razón alguna para que la formación de los guías de turistas como una licenciatura no se lleve a cabo en las instituciones de educación superior de manera gratuita, al igual que las demás carreras. Esta demanda tiene un fuerte sustento si consideramos la importancia que tiene el conocimiento y la divulgación del enorme patrimonio cultural, tangible e intangible, y del patrimonio biodiverso con el que cuenta el país.
En el ámbito laboral, los guías comparten las condiciones de la mayoría de los trabajadores del turismo, quw su empleo fluctúa entre periodos de auge y reflujo, pues está determinado por la estacionalidad.
Al percibir sus ingresos bajo la modalidad de “honorarios”, lo que ocurre incluso a aquellos que trabajan para agencias de viajes, no cuentan con seguro social ni con las prestaciones que por les corresponderían si estuvieran bajo un sistema de nómina. Esto es: no gozan de vacaciones pagadas, prima de antigüedad, reparto de utilidades, ni pago de aguinaldo. Tampoco tienen la posibilidad de jubilarse en edad avanzada, pues carecen de una pensión que les permita tener un ingreso sin tener que trabajar. En el caso de las mujeres, la situación es aún más difícil debido a que la mayoría deja de percibir ingresos en caso de embarazo y maternidad, situación derivada de su condición de género.
Éstas son, en general, algunas condiciones que hicieron que los guías vivieran en situaciones dramáticas la Jornada de Sana Distancia puesta en marcha por el gobierno federal del 23 de marzo al 31 de mayo de 2020. Durante dicha jornada, se cerraron todos los negocios, fábricas y establecimientos, y solo quedaron abiertos aquellos relacionados con los servicios básicos y de salud. Como reportamos en otro trabajo (Oehmichen y Escalona 2020), los trabajadores del turismo dejaron de percibir ingresos durante el confinamiento porque fueron despedidos de sus empleos, o porque las empresas multinacionales de la hotelería los llamaron a ser “solidarios”, lo que se traduce en dejar de pagarles o reducirles el salario a la mitad con la promesa de ser recontratados pasando la pandemia. En el caso de los guías, la situación fue aún peor, toda vez que la mayoría trabaja por honorarios y sin ninguna prestación laboral ni responsabilidad del patrón.
El futuro del turismo es incierto debido a la pandemia. No será fácil que viajen los turistas de Estados Unidos y Canadá, siendo los principales mercados turísticos de México. No viajarán de manera masiva en tanto no haya la seguridad de que no van a enfermar, o peor aún, a morir por la pandemia. El caso de los guías se viene a mostrar, una vez más, la vulnerabilidad de la economía de enclave, como la turística, cuando se depende principal o únicamente del turismo, como ocurre en Cancún y la Riviera Maya, muy semejante a una “economía de monocultivo”.