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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.40 no.119 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 02-Dic-2022

https://doi.org/10.24201/es.2022v40n119.2222 

Reseñas

Pobreza y florecimiento humano. Una perspectiva radical

Carlos Alberto Arellano-Esparza1 
http://orcid.org/0000-0001-9293-6620

1Unidad Académica de Desarrollo y Gestión Pública, Universidad Autónoma de Zacatecas, Zacatecas, México, caae@uaz.edu.mx

Boltvinik, Julio. 2020. México: Universidad Autónoma de Zacatecas, Editorial Ítaca, 260p.


Acercarse a la obra de Julio Boltvinik no es tarea sencilla. Y no lo es porque se trata de una obra vasta tanto en amplitud como en profundidad que el autor ha desarrollado durante más de 40 años, y en la que ha abordado diversas temáticas, desde la pobreza y su medición, pasando por el progreso social, hasta el tema del florecimiento humano al escudriñar diversas disciplinas y enfoques teóricos siempre a través de la crítica y el análisis acuciosos. Lo anterior ha consolidado al autor como uno de los mayores referentes intelectuales en el tema de pobreza tanto en Latinoamérica como en el mundo.

Éste, su libro más reciente, podría entenderse como una suerte de referencia breve de su extensa obra. Subrayamos esto último por lo ya referido: entender la abundante obra del autor es tarea compleja y hay que estar familiarizado con la misma para seguir los distintos hilos argumentales y la plétora de aportes teóricos y conceptuales que la cruzan. Este escrito representa el pasado, el presente y la puerta al futuro de la obra del autor, pues capta el tránsito que va desde sus exploraciones en torno al tema de la pobreza hasta sus más recientes desarrollos alrededor del florecimiento y bienestar humanos. Bajo una misma línea argumental, el autor compendia de dónde viene, dónde está y hacia dónde intenta ir. El texto, tal como lo anuncia el propio título y lo admite el propio autor, es una obra personalísima y paralela a su biografía intelectual en la que destaca la preocupación fundamental sobre el ser humano.

Este libro de Boltvinik revela de forma conspicua su gran preocupación subyacente: la compleja e intrincada construcción de un enfoque o paradigma de comprensión y re-significación de lo que implica ser humano. La primera parte de la obra está constituida por las bases negativas de su enfoque, mismas que se basan en el análisis, reflexión y críticas a distintas conceptualizaciones del fenómeno de la pobreza -la suya incluida-, las cuales le permiten abrir la exploración para construir las bases positivas; sobre ambas se fundamenta lo que más tarde pasa a ser el Enfoque de Florecimiento Humano, mismo que se aborda en la segunda parte. Esta reseña se estructura a partir de los principales aportes contenidos en este texto.

En términos generales, el libro da cuenta de -y se construye sobre- una noción largamente buscada y teorizada: qué es o qué representa lo bueno en la vida del ser humano y cuál es, o cuáles son, sus elementos constitutivos.

Aquí entra la primera contribución clave: el reconocimiento explícito de la esencia humana. El autor se apoya sólidamente en la sistematización que hace György Márkus del pensamiento de Marx. La esencia humana se refiere a aquello que el ser humano es: qué hace humano al ser humano. Este ejercicio de reconceptualización pone de manifiesto la extensión de aquello que los individuos necesitan en su vida no sólo desde el punto de vista material, sino además en lo que toca a su propia actividad humana y la forma en que se desarrolla esa actividad a través de la sociabilidad. De particular relevancia resulta la re-significación del concepto de necesidades humanas de forma amplia, pero además la introducción o admisión explícita de su complemento, las capacidades humanas: sin una no existe la otra, y si lo hace, lo hace de forma parcial, mutilando con esto la propia esencia humana. En otras palabras: que el ser humano necesita comer, pero igualmente necesita y es capaz de crear, de imaginar y tener relaciones significativas con otros.

Hacer explícita la esencia humana permite asentar un aspecto crucial en la comprensión del ser humano: la universalidad de la existencia con características específicamente humanas que se manifiestan para el conjunto de la especie en el desarrollo de sus necesidades y capacidades, sin postular la universalidad de la vivencia, es decir, cada individuo particulariza su propia vivencia a partir de lo anterior. Esto, naturalmente, va a contrapelo absoluto de las tendencias recientes en las ciencias sociales a relativizar todo aquello relacionado con el ser humano y bajo las cuales se cobijan todas las posturas antiesencialistas políticamente correctas que han hecho un daño grave, como ha señalado Martha Nussbaum, a la comprensión profunda de la experiencia humana.

A lo anterior se le concatena una segunda contribución fundamental: la distinción entre los espacios donde se habría intentado ubicar lo bueno que corresponde a la vida humana o la vida plena o floreciente. Se introduce un matiz metodológico de suma valía por demás ausente en mucha de la literatura concerniente al bienestar humano: la distinción entre elementos constitutivos y factores determinantes de lo bueno. Gran parte de la literatura en torno al tema tiende a confundir tales esferas y, por referir sólo algunos, ni la existencia o disponibilidad de bienes materiales, o ingreso, ni la utilidad que se puede desprender de éstos, ni las etéreas capabilities de Sen ofrecen una respuesta contundente a la pregunta sobre la vida buena. Parte de lo anterior se debe a las visiones reduccionistas del ser humano prevalecientes en la ciencia económica y entre los economistas, mismos que dada su hegemonía en la cuestión de la pobreza han pauperizado, en palabras del autor, el pensamiento sobre el tema al ser incapaces siquiera de capturar los elementos materiales de la vida. Consecuentemente las interpretaciones teóricas o de política pública al respecto representan visiones deformadas del propio ser humano y la experiencia de ser humano, con lo que cualquier empresa que se acometa para tratar con aquello que impide/posibilita el desa­rrollo (o florecimiento) del mismo, serán sólo visiones parciales, limitadas, incompletas y, por ende, fútiles. En esta contribución específica aparece el asunto de la reconceptualización de la pobreza humana y la pobreza económica, además del método de medición de esta última (el Método de Medición Integrada de la Pobreza, mmip), misma que se beneficia de la distinción metodológica referida al hacer una tipología no reduccionista de necesidades humanas básicas.

Esto permite al autor, además, considerar en otro nivel los satisfactores asociados que incluyen: 1) objetos (bienes y servicios); 2) relaciones; 3) actividades; 4) capacidades; 5) instituciones, y 6) conocimientos y teorías. Complementariamente a los dos niveles previos, establece el de las fuentes de bienestar o los recursos asociados a los satisfactores anteriores. Esto abre una dimensión adicional que expande la visión de lo que consideraríamos la experiencia humana al establecer vínculos directos de necesidades emocionales, cognitivas, de autorrealización, que van mucho más allá del ámbito estrictamente material, como hacen los enfoques oficiales u ortodoxos y que restringen su interpretación de estos problemas a la dimensión económica y por tanto, material. Como resultado de eso tenemos una serie de métodos arbitrarios y sin una base sólida que, por mencionar algunos, fijan un umbral de pobreza al considerar una canasta de satisfactores ultraminimalista, o que fijan a ese umbral una línea referencial de ingreso, como la tristemente célebre línea de la pobreza de un dólar al día en su momento. De este modo se ignora precisamente aquello que referíamos anteriormente que hace humano al ser humano.

La tercera contribución principal se relaciona con el tema de la alienación. Siguiendo a Márkus y a Marx, la alienación se presenta como la escisión o ruptura entre el propio ser humano (y su esencia) y la existencia humana. La universalidad de la actividad humana aparece no tanto como propiedad del individuo sino como una tendencia global de la evolución histórica de la especie. Esto abre una contradicción de la mayor trascendencia: por un lado la historia social que se caracteriza como la progresión continua de la universalización y liberación de la especie humana y el desarrollo de sus capacidades colectivas, y por el otro, la ausencia de esa misma progresión en el plano individual, es decir, no existe un correlato de la universalización y liberación simultánea entre lo social y lo individual. Puesto de otra forma, mientras que la actividad humana a nivel individual va haciendo individuos cada vez más unilaterales, la complementación y el intercambio entre estas actividades unilaterales va produciendo nuevas necesidades y capacidades humanas en la esfera social.

Debido a la creciente división del trabajo que escinde la producción intelectual del trabajo manual, las capacidades creativas individuales se unilateralizan y deforman. Esto lo podemos ver, además, en la naturaleza de los propios trabajos, misma que es cada vez más mecánica y lejana a la creatividad humana y por ende más deshumanizante al desvincular al sujeto del fruto de su propia actividad. Si las personas son obligadas a venderse a alguien más y el producto de su propia labor no es siquiera algo propio -como apuntó Marx-, y si el propio sujeto no se siente dueño de sí mismo, capaz de usar sus necesidades y capacidades para su propia transformación y la del mundo que lo rodea, de modo que lo único que experimenta es cansancio y tedio, y encima sabe que ése es su destino, ¿qué queda del individuo? El resultado es la alienación total o la mutilación de la humanidad de los seres humanos.

Los tintes pesimistas de esto último dan pie a una cuarta contribución que contrasta en tono con lo anterior y tiene que ver con la mirada al futuro que abre el autor. Ésta tiene, como casi toda expectativa futura, un tono optimista. Si lo referido hasta este punto amplía la mirada sobre el plano conceptual, el paso siguiente se relaciona con la necesaria implicación práctica de esa misma ampliación, es decir, en qué consistiría la transformación social radical que nos llevaría a un florecimiento humano generalizado. El autor recurre al pensamiento utopista y la noción funcional de la utopía como el mirador sobre el cual se puede ofrecer una posibilidad de transformación no a través de la presentación de un m­odelo social deseable, sino el de su rol como la subversión del presente, la posibilidad de contemplar valores alternativos en un modo de vida alternativo. Vistos desde esta perspectiva, los conceptos de desarrollo y satisfacción de necesidades y desarrollo y uso efectivo de las capacidades del Enfoque de Florecimiento Humano como guía y baremo de la transformación hacia la sociedad buena, son sumamente relevantes para proyectar la mirada al futuro. Esa transformación pasa por la transformación del hombre mismo. No es la transformación de la centralización de los medios de producción y la socialización la que puede poner fin al capitalismo, sino el desarrollo amplio de las necesidades y capacidades de la especie humana.

Entre otras cosas y en relación con la última parte de los trabajos del autor, se plantea la integración de un sistema de bien-ser-estar total a partir de las dimensiones del Enfoque de Florecimiento Humano del ser (¿cómo somos? o condición estructural) y del estar (¿cómo estamos? condición coyuntural). Este sistema tendría un propósito cognitivo-transformativo, pues no sólo se enfocaría en la reflexión teórica sino también en el desarrollo de conocimientos que sean elementos para la transformación social en la búsqueda de condiciones para la vida plena de los individuos (bien-estar), pero además para el desarrollo de los mismos (bien-ser), es decir, el desarrollo amplio de sus necesidades y capacidades al considerar aspectos tanto del bienestar objetivo (satisfacción de necesidades), como del subjetivo (cómo se siente y cuánto disfruta la vida) desde una perspectiva eudaimónica.

A pesar de su complejidad, o quizá por eso mismo, la obra del autor si bien tiene -a confesión de parte- la característica de ser un trabajo inacabado, también posee una simetría e integralidad, y por tanto alcance, a la que pocos autores arriban. En torno a esa complejidad se antoja una observación crítica, aunque quizás ésta sea más bien una objeción de carácter formalista con su propia respuesta en la esencia del texto: para quien no esté familiarizado con la obra de Boltvinik este libro puede resultar aún más complejo dada la organización del mismo. La exploración resultante, desde un punto de vista lógico, parecería plantearse en forma inversa a lo que dictaría el sentido común, es decir, partir de los aspectos más generales, el florecimiento humano, para luego aterrizar en los aspectos más concretos, como el bienestar o su antítesis, la pobreza. Esto, a pesar de ser una objeción meramente formalista o expositiva, pierde vigencia conforme el lector avanza en la lectura, y los distintos elementos van tomando su lugar en la amplia geografía conceptual del autor. De manera complementaria, el hecho de que ésta sea una obra personal, como ya se dijo, y que además está respaldada por el enorme trabajo del autor, admite la salvedad y/o licencia de que, bajo esa circunstancia específica, el autor puede hacer con la misma lo que le plazca. Al lector interesado en explorar el pensamiento de Boltvinik y acompañarlo en la travesía intelectual que representa su obra, este libro le provee de una ruta fácil y concisa -si se nos admite la hipérbole- a la misma.

El libro se sitúa en una convergencia de varias disciplinas y enfoques teóricos en las que intersectan estudios de la pobreza, las necesidades humanas, el bienestar objetivo y subjetivo, la esencia humana y el desarrollo de las necesidades y capacidades del ser humano. Como tal, resultará muy atrayente para aquellos que tienen interés en el tema del desarrollo del ser humano, no sólo desde la perspectiva de las necesidades básicas asociadas a la reproducción biológica, sino además de las nece­sidades superiores del propio ser humano, las actividades y las relaciones del mismo y la forma en que éste es y está en el mundo.

Para académicos, analistas de política pública, el texto provee vastos insumos, suficientes para nutrir el debate en torno a la construcción de un mundo mejor. Por desdicha, como reconoce el autor, esto implica una toma de posición valorativa mediante la incorporación de juicios normativos en torno al statu quo, algo que inhibe el atrevimiento intelectual por temor al escarnio y descalificación de la comunidad, tan proclive al dogma o el pensamiento políticamente correcto. Al ampliar el espectro -o la mirada, como dice Boltvinik- de lo que significa ser humano y lo que es el ser humano, la perspectiva analítica en torno a la pobreza, al flo­recimiento humano, la política pública en torno a estos mismos temas y, en última instancia, los arreglos sociales vigentes, se alteran notablemente. Se trata, en forma y fondo, de una crítica teórica y práctica al estado de cosas que sugiere -y urge- a explorar otros caminos si hemos de consolidar formas alternativas que contribuyan al bienestar de los individuos, así como al desarrollo y progreso de la raza humana.

En suma, las contribuciones de este libro son insumo y aliciente al mismo tiempo en la gran tarea del propio ser humano, académicos y estudiosos incluidos, no sólo de comprender e interpretar el mundo -como dijo el clásico-, sino además de tener las agallas y los elementos para emprender la aventura de transformarlo.

Acerca del autor

Carlos Alberto Arellano-Esparza es docente-investigador de la Unidad Académica de Desarrollo y Gestión Pública de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Ha realizado estudios de posgrado en Reino Unido, Alemania y México en las áreas de política pública, bienestar y gobernanza global. Sus principales áreas de investigación comprenden los temas de bienestar y su interrelación con la política pública.

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