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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.40 no.119 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 02-Dic-2022

https://doi.org/10.24201/es.2022v40n119.2227 

Reseñas

Ficciones democráticas: un estudio sobre desigualdades sociales tornadas en asimetrías políticas.

1Departamento de Sociología, UAM-Iztapalapa, Ciudad de México, dlv@xanum.uam.mx

Urbina Cortés, Gustavo A.. 2020. Ciudad de México: El Colegio de México, 480p.


En Ficciones democráticas: un estudio sobre desigualdades sociales tornadas en asimetrías políticas, Gustavo Urbina presenta un análisis pormenorizado sobre la relación entre participación política y desigualdad social, para lo cual el autor echa mano de la perspectiva del curso de vida en el estudio de jóvenes universitarios con características contrastantes: dirigió su mirada a estudiantes de dos universidades: una universidad “A”, privada, para chicas y chicos de clase media y media-alta, y una universidad “B”, pública y cuya población estudiantil es heterogénea, aunque tiende a incluir estratos populares.

Además de buscar los máximos contrastes entre universitarios, el autor tomó la decisión metodológica de centrarse en jóvenes de este tipo bajo tres premisas: la exploración le permite señalar que los recintos universitarios, en su interior, albergan jóvenes que son heterogéneos en cuanto a sus capitales socioeconómicos, políticos, sociales y culturales; además, estos estratos tienden a considerarse privilegiados (acceder a una educación universitaria en México, sin duda, es un lujo que muchos no pueden alcanzar), y señalar algunos de sus déficits cívicos y de participación permite demarcar el reto de construir ciudadanía en estratos más desaventajados.

En tercer lugar, Urbina argumenta que el estudio del tránsito de la niñez a la adultez es útil porque se trata de un periodo en que se acentúan las desigualdades sociales, dado que son momentos en que las y los jóvenes se incorporan al mercado laboral, buscan constituirse como actores con cierta independencia económica y autonomía en sus decisiones, y transitan o no a la especialización profesional, multiplican sus ventajas o desventajas.

La metodología consistió en la aplicación de un cuestionario a una muestra de estudiantes de ambas universidades; registros cualitativos r­ecabados mediante grupos de discusión, entrevistas casuales y observación de espacios de interacción. Resulta interesante que, no obstante el peso de la aproximación cuantitativa y que se aprecia en la obra cierta sofisticación estadística, Urbina se aleja del estilo común en que se exponen los hallazgos desde esta vertiente y donde las y los sociólogos se limitan a “ir directo al hueso”, y ordenar el cuerpo de la investigación en introducción, metodología, resultados y conclusiones. Al contrario, el autor se otorga licencias literarias y metafóricas para exponer sus argumentos, lo que permite llegar a ellos desde otro lugar de forma creativa. Asimismo, por momentos interpela al lector directamente al preguntar o elucubrar sobre algunos de sus atributos con el fin de habilitar la identificación con el texto. Con esta maniobra, el autor genera una atmósfera de complicidad y hace la lectura más atractiva.

El libro está dividido en seis capítulos, Conclusiones, Post Scriptum y Anexo Técnico. El primer capítulo, Coordenadas de la participación política desigual, enuncia los referentes teóricos del estudio. La aproximación es heterodoxa y el eje de discusión refiere a cómo se ha interpretado desde las ciencias sociales la relación entre ciudadanía y clase social, es decir, cómo los sistemas de clasificación y jerarquización social con base en el poder, el ingreso y el estatus producen modos diferenciales en el ejercicio de la ciudadanía y la democracia. En otras palabras, que esta última, a pesar de sus anhelos por igualar en términos cívicos, no opera en un vacío relacional sino imbuida de tramas de relaciones jerárquicas, por lo que no todos los actores tienen la misma capacidad de hacerse escuchar por el Estado y el sistema político.

Además, Urbina busca especificar más su encuadre al preguntarse por el contorno biográfico de las personas en relación con sus trayectorias de acción política, es decir, cómo el origen social y familiar condiciona que algunas personas se activen a edades más tempranas, qué explica que otras no se activen, o que entre unas y otras se observen diferencias en los modos de participación. A modo de hipótesis, el autor argumenta que la implicación en los problemas públicos demanda la movilización de tiempo, recursos y capitales, y como no todos disponen de ellos en la misma medida, cuando los problemas privados son apremiantes, las personas tienden a concentrarse en la satisfacción de sus necesidades inmediatas antes que involucrar su voz en los problemas públicos. Del otro lado, actores que poseen más tiempo, recursos y capitales, podrán movilizarse más fácil y ventajosamente en el ámbito de lo público.

Por ello, resulta sugerente que el autor afirme que la división entre lo público y lo privado sea porosa y sujeta a negociación rutinaria, pues el ámbito de lo privado (la vida familiar, las relaciones íntimas) tiene consecuencias públicas expresadas en desigualdades participativas. La apuesta, en suma, destaca el rol de los vínculos sociales y el contexto situacional en la acumulación de capitales.

El capítulo 2, Desigualdad en vulcano, hace referencia a una tipología de actores sociales construida por Jason Brennan. Urbina argumenta que para este autor los individuos en política pueden ser hobbits (parroquiales y sin intención de implicarse en los asuntos públicos), holligans (gente que participa, pero sólo busca confirmar sus creencias y ve la política como un partido de futbol: amigos versus enemigos), o vulcanos (quienes razonan, deliberan y se informan desapasionadamente). Los últimos, que han sido profusamente popularizados como los portadores de los ideales democráticos, prototípicamente, cuando se piensa en jóvenes, se les ubica en las universidades.

En aras de desmontar este prejuicio, el autor argumenta que los recintos escolares, lejos de ser un punto de partida hacia el mercado laboral, constituyen un punto de llegada de desigualdades sociales. Para sostener este argumento, Urbina echa mano de sus resultados de investigación para reconstruir algunas circunstancias de origen social y formas de experimentar eventos desde la niñez hasta el momento en que se aplicó la encuesta, como las incursiones en instancias de tipo escolar, comunitario o social, institucional, contencioso, cultural y de esparcimiento, y laboral. Del mismo modo, el autor ofrece una visión retrospectiva sobre las trayectorias de involucramiento cívico en términos de la posesión de muy variados recursos y formas de experimentar el ámbito de lo público.

La tipología de Brennan, creemos, puede ser productiva en un aspecto distinto planteado por el autor: en el futuro se podría usar para mostrar algunos casos de transformación, por ejemplo, el de actores holligans que se convierten en hobbits, o viceversa. También, cómo los mismos actores pueden ser al mismo tiempo vulcanos o hobbits, según el contexto y la dimensión temática de la demanda.

El capítulo 3, Tan cerca de un título, tan lejos de la equidad, continúa explorando la dimensión procesual, temporal y relacional de la acumulación de ventajas y desventajas en el rumbo hacia la universidad. Como el título del capítulo adelanta, existe cierto imaginario en que la universidad iguala las condiciones de la competencia laboral por medio de la dotación de un título. No obstante, lo que el autor observa es que antes y durante la universidad las personas se ubican en contextos jerárquicos, los cuales habilitan ciertas prácticas y no otras.

En este sentido, el autor adelanta que las y los jóvenes que experimentan mayor autonomía en sus decisiones son quienes tienen mayor agencia económica, y que esta autonomía tiene como fuente la adversidad del núcleo familiar (porque sus padres ya no los pueden apoyar económicamente). Esta anotación es ilustrativa sobre los modos diferenciales de experimentar la incorporación al trabajo y la ciudadanía, pues son las y los chicos más desaventajados quienes buscan emplearse para auto­sustentarse y, a veces, apoyar a sus familias, en campos que muchas veces no tienen relación con sus proyecciones profesionales, mientras que los más aventajados se emplean, sin muchos apremios económicos, para adquirir experiencia en el ámbito laboral donde desean desarrollarse.

En el capítulo 4, Distinciones políticas entre juventudes privilegiadas, Urbina ahonda en la relación entre asimetrías sociales y participación. Resulta interesante observar a través de sus lentes que las y los chicos de la universidad pública tienden a decantarse por un modo de participación contencioso (protesta, manifestación, o toma del espacio público), y vinculado al tratamiento de demandas barriales (gestiones vecinales, recopilación de firmas, peticiones de apoyo a alguna autoridad), mientras que las y los chicos acomodados tienden a centrarse en instancias más convencionales, institucionales y comunitarias. Pero no sólo eso, sino que quienes más se movilizan son quienes tienen mayor calidad de vida y familiares que también participan o han participado en política (y la inclinación político-partidaria de las y los encuestados muestra cierta convergencia con la inclinación de sus padres). Además, tanto el sexo como la disciplina de estudio son factores relevantes en las trayectorias de activación política: participan más los hombres, así como los inscritos en carreras de humanidades y ciencias sociales.

En especial, el autor reflexiona sobre la asociación positiva entre orígenes sociales o calidad de vida y propensión a la política, y arguye que mejores condiciones materiales se traducen en mejores condiciones para acceder a la información, quizá también de forma más constante e intensiva en el tiempo, lo cual puede tener una relación recursiva con el interés por la política y los asuntos públicos: el acceso a más y mejor calidad de la información redunda en más interés, lo cual puede causar una búsqueda de contenidos informativos de mayor variedad y calidad. La anterior aserción guarda un paralelismo notable con aquellos análisis de la política que señalan que el acceso a la información pública y política, como cualquier otro bien, es costoso (Olson, 1965).

Del mismo modo, resulta peculiar el vínculo entre confianza y posición social: el que los más aventajados sean los que más confían en las instituciones y por lo tanto participan más en ellas, puede ser leído como una confianza institucional traducida en términos interpersonales, es decir, en consonancia con lo que plantea Urbina, si la propensión a la participación abreva de orígenes familiares y sociales, las y los chicos se relacionan en grupos familiares más o menos cercanos a grupos político-institucionales; en otras palabras, los vínculos se establecen no en el “sistema político” como un todo sino con actores concretos y a través de relaciones sociales específicas. Por otro lado, los más desaventajados tenderían a ver el mundo político más abstracto, lejano, y con mayor desconfianza, por lo que consideran como la única vía de expresión de sus intereses la confrontación y la ruptura.

El capítulo 5, De joven promesa a triste realidad, explora el calendario y la intensidad con que acontece la activación política en las y los jóvenes de ambas universidades. En continuidad con el capítulo anterior, se argumenta aquí que los aventajados inician su vida política antes y en mayor proporción que los desaventajados, y quienes han tenido opor­tunidad de trabajar, además de vivir fuera del hogar parental, participan más, lo que para el autor es un indicador de autonomía económica, decisional y de cómo ciertos efectos adversos (la pérdida del sostén económico por parte de sus padres) ejercen una influencia positiva en la iniciación de una vida política activa. Si bien el grupo de quienes deben trabajar para sostenerse a sí mismos como a sus familias está más concentrado en las y los universitarios desaventajados, el autor señala que ello no implica que los más participativos sean los más desa­ventajados; por el contrario, en lo general se mantiene la tendencia positiva entre bienestar y participación.

De un modo que sintetiza las aportaciones previas, el capítulo 6: Los patios interiores de la desigualdad participativa, toma prestado el título de un virtuoso libro de Norbert Lechner para argumentar que la participación deviene exclusiva, estratificada y altamente constrictiva (p. 288). El autor adelanta además algunos de los límites de su estudio al señalar que las posiciones de las y los universitarios impactan en sus aprendizajes y visiones sobre la política, y abre la brecha para investigaciones futuras que puedan indagar la forma en que los actores aprenden en la interacción social visiones y prácticas asociadas al poder, la política y la participación.

“A manera de cierre”, da una vuelta más de tuerca a los contenidos sociales de la democracia, y se pregunta qué implica que una minoría privilegiada se arrogue el derecho de participación. Recupera aportaciones de su marco teórico para argumentar cinco lecciones en el estudio de la ciudadanía y sus “distorsiones”: a) la participación entendida como un proceso no sólo coyuntural sino que acontece a lo largo del tiempo; b) el rol de los espacios de sociabilidad privados para definir modos y espacios de activación cívica; c) cómo y por qué el origen social, familiar y comunitario se traduce en pautas diferenciales de involucramiento político; d) las limitaciones que enfrentan ciertos grupos para ejercer ciudadanía, y e) la conformación de una esfera pública jerarquizada.

En especial, la cuarta lección da pie para reflexionar sobre el supuesto desencanto que las y los jóvenes experimentan respecto a la política. Como el autor reconoce, se suele decir que estos sectores no se involucran por flojera, apatía o fatalismo. No obstante, los hallazgos permiten observar que la desafiliación es sólo parcial (pues los aventajados y algunos desaventajados -quienes han tenido que buscar trabajo para sustentarse y son más autónomos en términos decisionales- se involucran más que otros grupos sociales), y el desencanto no sólo es un problema de motivación o ideales sino también de constreñimientos. En palabras del autor:

entre las y los jóvenes con rezago en la senda de habilitación política más bien figuran las inercias de una trayectoria desventurada, donde la privación relativa, la priorización de otros menesteres personales y las dificultades familiares alimentan un déficit participativo en el tratamiento de asuntos públicos (Urbina, 2020, p. 333).

Por la razón expuesta, para el autor la ciudadanía termina por acentuar, más que igualar, desigualdades sociales. Con todo, Urbina deja abierta la posibilidad de que no sólo la desigualdad sea determinante en la falta de participación, sino también el hartazgo político y la pérdida de certeza en la capacidad ciudadana.

En suma, Ficciones resulta ser una obra relevante para analizar los intersticios entre participación política y juventudes, es decir, no es sólo un estudio sobre participación o sobre jóvenes, sino de su relación fluida y que cambia a lo largo del tiempo, y cuyo análisis del curso de vida se convierte en la categoría bisagra entre ambos conceptos. Aporta además al campo de estudios que observan la ciudadanía como práctica social que es porosa al campo de la desigualdad (Álvarez, 2019), en correlato con la gestión cotidiana de derechos (Wanderley, 2009), así como al vínculo entre jóvenes y ciudadanía (Benedicto, & Morán, 2002). De inspiración bourdieuana, el texto ilustra vívidamente no sólo cómo los actores movi­lizan distintas formas de capital para ganar posiciones en un campo, sino cómo también los capitales pueden viajar y constituir formas de diferenciación en varios campos. En palabras más llanas, cómo las y los jóvenes a partir de sus capitales socioeconómicos pueden tomar ventaja en el campo político, y viceversa.

A lo anotado hasta ahora, podrían añadirse en el futuro los discursos en torno a la participación y cómo la justifican los actores ante sí mismos, ante la/el sociólogo y al público más general. Como apunta el autor, no toda participación tiene los mismos objetivos ni se desarrolla en el mismo mundo. Si esto es así, valdría la pena en el futuro analizar los recursos por los que distintos actores participan en una lucha que pretende imponer su sentido de acción política, y la buscan construir como la legítima en oposición a todas las demás. Sería igualmente útil en el futuro ofrecer un estudio centrado en la construcción contingente de distintos ethos universitarios, vale decir, los mundos sociales de las universidades donde se van reproduciendo, de modo fluido y negociado, distintas culturas políticas.

Referencias

Álvarez, Lucía (2019). (Re)pensar la ciudadanía en el siglo XXI. Juan Pablos Editor/CEIICH-UNAM. [ Links ]

Benedicto, Jorge, & Morán, María Luz (2002). La construcción de una ciudadanía activa entre los jóvenes. Madrid: Instituto de la Juventud. [ Links ]

Olson, Mancur (1965). La lógica de la acción colectiva: bienes públicos y la teoría de grupos. México: Limusa. [ Links ]

Wanderley, Fernanda (2009). Prácticas estatales y el ejercicio de la ciudadanía: encuentros de la población local con la burocracia en Bolivia. Íconos. Revista de Ciencias Sociales, 34, 67-79. [ Links ]

Acerca del autor de la reseña

David Luján es doctor en ciencia social con especialidad en sociología por el Colegio de México, y profesor en la licenciatura en sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ganador de una de las menciones de los Premios de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) a las Mejores Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades, edición 2018. Sus principales líneas de investigación son ciudadanía, antropología política, antropología del Estado, teoría sociológica, procesos sociopolíticos en América Latina y los usos de la metodología cualitativa. Dos de sus trabajos más recientes son:

1. Luján, David, & Pérez, Aníbal (2022). El espacio público como “hogar”. Apuntes descentrados sobre el rol materno en polí­tica. Aprobado para publicarse en Desacatos. Revista de Ciencias Sociales, en su número 73.

2. Luján, David (2021). Activación de vínculos de vecindad y amistad. Por un análisis de los “ecos” del trabajo político en procesos electorales. Cuadernos de Antropología Social, 53, 181-197.

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