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Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.41 no.spe Ciudad de México feb. 2023  Epub 11-Mar-2024

https://doi.org/10.24201/es.2023v41nespecial.2378 

Artículos

La Fundación Ford y la formación de una comunidad académica pluralista de economistas en Brasil, 1961-1979

The Ford Foundation and the Creation of a Pluralist Economics Community in Brazil, 1961-1979

Carlos Eduardo Suprinyak1 
http://orcid.org/0000-0003-0360-8217

Ramón Fernández2 
http://orcid.org/0000-0002-4198-0792

1The American University of Paris, Paris, Francia, csuprinyak@aup.edu

2Universidade Federal do ABC, São Bernardo do Campo-SP, Brasil ramon.garcia.fernandez@gmail.com


Resumen:

Como parte de sus programas de apoyo al desarrollo latinoamericano dentro de la llamada “Guerra Fría Cultural”, los Estados Unidos iniciaron proyectos de cooperación educacional para capacitar cuadros técnicos en diferentes áreas. Discutimos aquí el papel de un g­igante de la filantropía internacional -la Fundación Ford- en la creación de la comunidad brasileña de economistas académicos. La USAID y la Fundación Ford diseñaron un acuerdo con la Universidad de Vanderbilt, institución que ya tenía alguna tradición en estudios latinoamericanos y en los de desarrollo económico. El contexto político interno de represión después del golpe militar de 1964 convenció a la Fundación Ford de la necesidad de defender la tolerancia intelectual y el pluralismo en sus actividades en el país.

Palabras clave: Fundación Ford; Universidad Vanderbilt; pluralismo; Guerra Fría; desarrollo económico

Abstract:

As part of its support programs for Latin American development within the so-called “Cultural Cold War”, the United States initiated educational cooperation projects to train technical staff in different areas. We discuss here the role of a giant of international philanthropy -the Ford Foundation- in the creation of the Brazilian community of academic economists. USAID and the Ford Foundation designed an agreement with Vanderbilt University, an institution that already had some tradition in Latin American studies and economic development. The political context of repression after the 1964 military coup in Brazil convinced the Ford Foundation of the need to defend intellectual tolerance and pluralism in its activities in the country.

Keywords: Ford Foundation; Vanderbilt University; pluralism; Cold War; economic development

Al empezar el siglo XX no había ninguna Universidad en Brasil. Facultades aisladas de carreras tradicionales, como Derecho, Ingeniería y Medicina, habían surgido recién en el siglo XIX, sin llegar a constituir universidades propiamente dichas. En el siglo XX, la situación cambiaría significativamente. A partir de la creación, en 1920, de la primera universidad reconocida como tal, la educación superior creció a ritmo acelerado (Fávero, 1968). En ese proceso comenzó la enseñanza de carreras en el área de Economía y afines.

Ese proceso se vio estimulado por la necesidad de formar cuadros capaces de contribuir, especialmente desde el sector público, para auxi­liar en el proceso de desarrollo, situación semejante a la verificada en muchos países de América Latina. Así, dentro del contexto político internacional posterior a la Segunda Guerra y en el marco de la Guerra Fría, los EE. UU. apoyaron procesos considerados modernizadores de las estructuras de esos países, perspectiva perfectamente sintetizada en la visión de Walt Rostow (1960).

Para conseguir eso, tuvieron enorme importancia diversas organizaciones filantrópicas; ellas apoyaron y en gran medida coordinaron ese esfuerzo. En Brasil, la Fundación Ford (en lo que sigue, referida simplemente como la Fundación) desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la Economía y de las Ciencias Sociales, a partir de diversos convenios con instituciones brasileñas implementados desde el comienzo de la década de 1960.1

Este artículo estudia el papel que tuvo la Fundación en la definición de la enseñanza en el área de Economía, y especialmente en la constitución de una comunidad académica de economistas en Brasil cuyo perfil es muy diferente al existente en la corriente principal de la profesión e inclusive al encontrado en otros países de la región que pasaron por procesos en principio semejantes.

Para eso, organizamos el trabajo en cinco secciones, además de esta introducción y de unas breves conclusiones. Inicialmente discutimos las características de la comunidad académica de economistas en Brasil y destacamos su pluralismo; también describimos las condiciones que llevaron a que la Fundación apoyase el desarrollo de las ciencias sociales en Brasil. La segunda sección discute algunas características de la Universidad Vanderbilt, institución elegida para implementar las operaciones de la Fundación en Brasil, y muestra especialmente su tradición en el campo del desarrollo económico. La tercera sección estudia la consolidación de la comunidad académica de economistas en Brasil, y destaca especialmente la creación de la ANPEC (Asociación Nacional de los Centros de Posgrado en Economía), un producto, en términos organizacionales, de todos los esfuerzos hechos hasta aquel momento. La cuarta sección discute como fueron enfrentados, en el seno de la Fundación, los dilemas éticos encontrados en su relación con la dictadura brasileña, y destaca la solución pragmática que finalmente se adoptó. La quinta y última sección muestra un episodio que sirvió para consolidar el carácter pluralista de la comunidad, ocurrido poco después de la creación de la ANPEC, en uno de los momentos de mayor represión política habidos durante el periodo militar.2

La comunidad brasileña de economistas académicos: situación actual y orígenes

Podemos afirmar que, en términos comparativos internacionales, Brasil tiene una comunidad de economistas académicos bastante plural.3 Las perspectivas teóricas heterodoxas son respetadas; muchos investigadores heterodoxos cuentan con estabilidad en las universidades mejor reconocidas y publican sus artículos en muchos de los periódicos nacionales más prestigiosos. Además, los exámenes nacionales de evaluación de los cursos incluyen temas y perspectivas heterodoxas de manera que, para que los cursos tengan un buen desempeño, no es suficiente que sus alumnos sepan bien macroeconomía, microeconomía y econometría; algún estudio en áreas como historia del pensamiento económico, metodología, historia económica y desarrollo, además de algunos conocimientos de economía keynesiana y marxista, son necesarios para que los alumnos de cualquier curso obtengan buenos resultados.4 En otro trabajo mostramos que en 2018 más de la mitad de los cursos de posgrado en Economía en Brasil podían ser considerados heterodoxos o pluralistas (Fernández & Suprinyak, 2019).5 Por eso, entendemos que la comunidad no sólo es plural, sino también pluralista, siguiendo el concepto de Uskali Mäki (1997, p. 38), según el cual “pluralismo es una teoría o principio que justifica o legitima o prescribe la pluralidad de ítems de algún tipo”.6

Para entender cómo se formó una comunidad con características tan particulares, precisamos volver al periodo de su constitución, a partir de mediados de los años 1960.7 Ese proceso ocurrió en un contexto de apoyo a la institucionalización de las ciencias sociales en América Latina por parte de las fundaciones privadas de los EE. UU. así como de los diversos gobiernos de ese país y, especialmente, por parte de la Fundación.8 Un elemento central en esa institucionalización de tono pluralista fue la creación de la ANPEC, organización establecida en 1973, con el apoyo decisivo de la Fundación, como consecuencia de esas transformaciones.

Es importante, también, destacar algunas características de la enseñanza superior en Brasil. Agréguese al ya mencionado contexto de desarrollo tardío de las universidades, que el primer curso en el área de Economía empezó, a nivel técnico, en 1905, mientras que el primer curso universitario sólo aparecería en 1940 en una institución privada en Río de Janeiro.9 Obviamente, Brasil siempre precisó de personas que resolvieran las cuestiones financieras del sector público, y así ocuparon el Ministerio de Hacienda en el Imperio y el primer periodo republicano personas con variadas formaciones (médicos, abogados, ingenieros, militares...). Así se fue constituyendo, especialmente en el sector público, un conjunto de economistas autodidactas caracterizados por su diversidad de perspectivas, algunos entre ellos hoy son considerados como los fundadores de la profesión en Brasil;10 podemos mencionar al ingeniero liberal Eugenio Gudin, al empresario desarrollista Roberto Simonsen y al historiador marxista Caio Prado Junior.11

Ese pluralismo espontáneo de la incipiente comunidad de economistas se mantuvo también en los años de profesionalización de la actividad. En ese periodo desempeñó un papel muy importante la Fundación Getulio Vargas (FGV), un think tank creado en 1944 para apoyar la modernización de la administración pública. Esa entidad, concebida para capacitar empleados públicos de alto rango, publicó el primer periódico brasileño académico en el área de Economía (la Revista Brasileira de Economía, que comenzó en 1947, aún existe y está entre las más prestigiosas del país). Tiempo después, se le encomendó desarrollar el Sistema de Contabilidad Nacional; con ese propósito se creó en su interior, en 1951, el Instituto Brasileño de Economía (IBRE).12

En términos generales, el nivel académico de las Ciencias Económicas en Brasil subía paulatinamente, lo que no impidió que, a mediados de los años de 1950, uno de los principales economistas de entonces, el mencionado Eugenio Gudin, criticara duramente la situación de la enseñanza de la disciplina en el país (Gudin, 1956). Años más tarde Mario Henrique Simonsen, el nombre más prominente de la FGV en ese momento, afirmó que “la enseñanza de Economía en Brasil es tan superabundante en cantidad como deficiente en calidad” (Simonsen, 1966, p. 19). A pesar del comentario drástico, las mejoras eran notorias ya en los años 1950. La FGV había establecido relaciones con personas y organizaciones prestigiosas: Gottfried Haberler, Nicholas Kaldor, Gunnar Myrdal, Ragnar Nurkse, Raúl Prebisch, y Jacob Viner, entre otros investigadores, visitaron la FGV en esos tiempos (Loureiro, 1997d). Además, en la administración pública también surgieron algunas “islas de excelencia” como el Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDE),13 creado en 1953, a cuyo cuerpo técnico sólo se accede por exámenes muy exigentes. Al mismo tiempo, la CEPAL mantenía una oficina en Rio de Janeiro, y muchos economistas hacían allí cursos de especialización.

En ese contexto, dada la política de aproximación del gobierno de los EE. UU. con los países de Hispanoamérica dentro de la iniciativa de la Alianza Para el Progreso, comenzaron conversaciones del gobierno brasileño con la USAID, agencia del gobierno estadounidense, que tuvieron inicio antes del golpe militar de 1964.14 Estas actividades se incluyen dentro de un proceso más amplio de reorientación de la política externa de los EE. UU. para América Latina, una de las consecuencias de la Revolución Cubana de 1959. Más allá de los episodios de intervención diplomática y militar que proliferaron posteriormente, la exacerbación de la Guerra Fría en territorio latinoamericano también se manifestó a nivel cultural, al aumentar la cantidad e intensidad de las actividades dirigidas a conquistar ‘corazones y mentes’, y propugnar los valores del modelo capitalista liberal (Iber, 2015; Calandra, 2019).

Diversas entidades, como la Fundación Rockefeller y muy especialmente la Fundación Ford, fueron convocadas para contribuir con la reorganización y mejora de las Ciencias Sociales en estos países (Parmar, 2012; Calandra, 2015).15 Un objetivo primordial de estos convenios era calificar su mano de obra, especialmente su aparato de estado. La Fundación estaba dispuesta a invertir cuantiosos recursos para mejorar la enseñanza de ciencias sociales en Brasil. El informe preparado por la representación oficial en una visita en 1959 listó cinco prioridades; las dos primeras eran la “mejora de la enseñanza de Ciencias Económicas” y la “ayuda a la investigación en Economía vinculada con las cuestiones del desarrollo”.16

Por otro lado, el gobierno militar promovió cambios en la enseñanza superior que fueron definitorios para la configuración posterior de la comunidad académica. Dos medidas merecen particular énfasis. En primer lugar, las universidades fueron reorganizadas a partir de departamentos, descentralizándose el poder académico al eliminar el sistema de cátedras. En segundo lugar, los cursos de posgrado se reorganizaron de acuerdo con el estilo estadounidense, y se hizo necesario cursar algunas disciplinas para obtener títulos de posgrado, sin ser posible alcanzarlos con la entrega de una tesis.17

En el área de Economía, diversas instituciones brasileñas solicitaron recursos a la USAID y a la Fundación. Estas, para implementar su apoyo, esco­gieron a la Universidad Vanderbilt. El contrato se firmó a comienzos de 1966, con duración prevista hasta 1973, y su ejecución marcaría nota­blemente la manera en que la comunidad de economistas académicos brasileños sería consolidada. Pero eso lleva a una pregunta: ¿por qué Vanderbilt?

La Universidad Vanderbilt y Brasil, una relación especial18

La Universidad Vanderbilt, de Nashville, Tennessee no fue escogida por casualidad para coordinar el proyecto. Los contactos entre Vanderbilt y Brasil eran anteriores. En esa universidad se localizó el primer centro especializado en estudios brasileños en los EE. UU., fundado en 1947. El interés por América Latina estaba creciendo entonces en ese país, en el contexto posterior a la segunda guerra. El economista Reynold Carlson, que obtuvo su doctorado en Harvard estudiando problemas relacionados con el desarrollo, y que participara en diversas misiones de la ONU en América Latina y el Caribe, asumió la dirección del centro a finales de los años 40.19

Sucesivos avatares de la política internacional hicieron decaer el interés en América Latina a mediados de los años 1950. Así, Vanderbilt interrumpió transitoriamente el instituto en 1953, pero no abandonó la preocupación con el desarrollo. En 1956 la universidad creó un Programa de Posgrado en Desarrollo Económico, pensado para alumnos de esos países. Según uno de sus directores, “la teoría económica es la misma en todo el mundo, pero los antecedentes institucionales y los problemas políticos de los países en desarrollo son tan diferentes que es un error obligar a los estudiantes extranjeros a que hagan los cursos pensados para estadounidenses”.20

La mencionada retomada del interés de los EE. UU. por América Latina como un todo al final de la década de 1950 hizo que la Fundación se envolviera de cuerpo y alma en la iniciativa, y su contribución se dirigió preferencialmente a instituciones no gubernamentales (aunque podían ser públicas), que podrían suministrar el capital intelectual necesario para superar los desafíos del subdesarrollo. Uno de los objetivos principales era la creación de instituciones (institution-building) en el ámbito de la educación superior, y privilegiar áreas como la planificación económica.21 Así, la Fundación abrió una oficina en Río de Janeiro, que, entre 1961 y 1965, fue dirigida por el mencionado Carlson, quien en ese momento estaba licenciado de Vanderbilt y había participado en la mencionada misión de reconocimiento de la Fundación en 1959.22

Un paso importante para construir el vínculo Vanderbilt-Ford-Brasil fue el pedido de apoyo que hizo el Departamento de Economía de la Universidad de San Pablo (USP) a la Fundación para establecer un programa de posgrado en Economía. Carlson indicó a su colega de Vanderbilt, el conceptuado Nicholas Georgescu-Roegen, para contribuir en ese proceso. Diversas negociaciones llevaron a que efectivamente Vanderbilt fuera la institución escogida para conducir el programa de auxilio en Economía, con una beca que se extendería de 1966 a 1973.23 Cuando el programa empezó efectivamente se nombró como coordinador a William Nicholls, otro economista de Vanderbilt que había trabajado antes con la Fundación en un proyecto para evaluar la educación en Economía en Brasil.

La propuesta de trabajo apoyaba, entre otros aspectos, el envío de alumnos brasileños para Vanderbilt (podrían hacer una maestría allí y después el doctorado en esta institución o en otras en los EE. UU.). El financiamiento destinaba también recursos para apoyar la reinserción de estos becarios en universidades brasileñas cuando volvieran al país al terminar sus estudios. Otro punto fundamental consistía en el envío de profesores de Vanderbilt para dar clases en los cursos planeados en Brasil, tanto en la FGV en Río de Janeiro como en la USP en San Pablo. La ayuda docente se dirigió prioritariamente a esta última. El primer equipo de economistas enviado por Vanderbilt estuvo encabezado por el profesor William Thweatt, y lo integraban otros cinco miembros. Uno de ellos, Werner Baer, quien había obtenido su doctorado en Harvard al estudiar desarrollo económico, asumiría poco después la posición de principal consultor del proyecto en el área de Economía.24

Formose así un eje Baer-Nicholls que contribuyó decisivamente para conferirle al programa sus características principales. Tanto Baer como Nicholls tenían afinidad con la visión de Desarrollo Económico que c­aracterizó a la presidencia de John Kennedy, que buscaba modernizar los países subdesarrollados al seguir los pasos de las potencias occidentales; esa visión defendía una planificación tecnocrática desde el estado para llegar a esos objetivos, sin olvidar la preocupación con las restricciones institucionales (Packenham, 1973). Esta perspectiva contrasta de manera frontal con la seguida por la Administración Eisenhower en Chile, e implementada por la Universidad de Chicago, para desarrollar una política favorable al mercado que funcionase como contrapunto al así considerado ‘estatismo’ de la CEPAL.25 Si la posición mayoritaria de la comunidad de economistas chilenos los volvió internacionalmente conocidos como los “Chicago Boys”, es tentador hacer un paralelo con los economistas brasileños, cuyo estilo bastante diferente permitiría llamarlos, con alguna exageración, como “Vanderbilt Boys”.

La creación de una comunidad de economistas académicos en Brasil26

Como primer paso en la reestructuración de la enseñanza de Economía en Brasil, a mediados de 1966 se realizó una reunión en Itaipava, distrito considerado como refugio de invierno de las élites de Río de Janeiro. Este encuentro acabó definiendo el tipo de cooperación que se establecería entre los principales economistas brasileños, Vanderbilt y la Fundación Ford. Participaron en él economistas de muy diversas perspectivas académicas y de variados vínculos institucionales, pero cuyo denominador común era buscar la “mejora del nivel de la enseñanza de Economía en el país”. Carlson y Baer representaron a la Fundación en la reunión.27

Un consenso entre los participantes de la reunión fue la necesidad de modernizar la enseñanza de Economía en el país y mejorar el nivel técnico de los graduados. Era necesario capacitar buenos profesores para los cursos de grado, bien como técnicos competentes sobre todo para la administración pública, en cuyos hombros recaía el grueso del esfuerzo de conducir el proceso de desarrollo. También se enfatizó la preocupación con el desarrollo socioeconómico y las desigualdades regionales, por lo que fue necesario capacitar un personal técnico que consiguiera “que la máquina de la administración pública trabaje con un mínimo de eficiencia” (Velloso, 1966, p. 40), capaz de realizar investigaciones e indicar programas viables para el desarrollo económico.

Para enfrentar esta vasta problemática, sería necesario estructurar cursos de posgrado que estuvieran en sintonía con la formación dada en los países más avanzados; surgieron de esta preocupación los primeros cursos brasileños de maestría en Economía.28

Una de las voces cantantes en la reunión fue Mario Henrique Simonsen, profesor de Economía de la FGV, que tenía un enorme peso en las decisiones sobre enseñanza en esa entidad.29 Simonsen, quien enfatizaba la importancia de la teoría económica moderna, presentó una propuesta no sólo de las principales disciplinas a ser enseñadas en los cursos de posgrado que soñaba crear, sino también una detallada descripción del contenido propuesto para cada una (Fernández, & Suprinyak, 2019, p. 760).

El proceso buscaba consolidar centros fuertes en las dos principales ciudades del país: San Pablo (la USP y su recientemente inaugurado Instituto de Investigaciones Económicas-IPE) y Río de Janeiro, donde se destacaba la FGV. Ese abordaje estaba en sintonía con la pretensión de la Fundación de crear instituciones. Esperábase que el esfuerzo dirigido a capacitar estos centros conseguiría transbordar para otras regiones, y evitar así una posible dispersión de recursos. Las cosas, sin embargo, no funcionaron exactamente como se imaginaba. Diversas dificultades tornaron más lentos esos trabajos, especialmente en la FGV.30 Además, fue tornándose paulatinamente evidente para los representantes de la Fundación en Brasil que, dadas las dimensiones del país y su diversidad regional, sería necesario alterar el plan inicial y apoyar a otras instituciones. Eso llevó a una disputa entre la oficina central de la Fundación en Nueva York y la de Río de Janeiro; esta, a partir de su conocimiento local, sugería extender el apoyo de la Fundación para otras universidades brasileñas, perspectiva que finalmente se impuso. Así también fueron contemplados los programas de maestría en Economía surgidos en Recife, Fortaleza, Belo Horizonte y más tarde en Brasilia.

En ese marco, y aún con algunos problemas, el papel de la USP creció y se convirtió también en una especie de nexo central del programa como un todo: era la base de la cual salían profesores brasileños y extranjeros que contribuían para consolidar los centros nacientes.31 Al final de los años 1960, cuando en general los centros conseguían una mayor estabilidad institucional, la cooperación entre ellos crecía; ocurrían reuniones para discutir asuntos de interés común, algo muy positivo para los representantes de la Fundación. En consecuencia, al comienzo de la década de 1970 los programas de las universidades de Brasilia (UnB) y de Minas Gerais (UFMG) ganaban elogios de estas personas.

En estas circunstancias, la Fundación empezó a considerar conveniente apoyar con una beca la creación de una asociación que agrupase, en un cuadro institucional formalizado, los centros que ella venía finan­ciando. Dos altos funcionarios de la oficina brasileña se reunieron a comienzos de 1970 con el profesor Miguel Colasuonno, que encabezaba el IPE/USP, para planear esa beca. La mayoría de los ítems pensados para tal asociación replicaba lo hecho hasta ese momento con los cursos por separado: serían ofrecidos financiamientos para inserir los graduados que volvían al país, para que profesores visitantes extranjeros ofrecieran cursos, para apoyar la colaboración entre instituciones, etc.; aumentarían así tanto el intercambio como la capacitación de los profesores de los cursos de grado.32 La asociación distribuiría los fondos entre los centros asociados, aprovechando su conocimiento local; así, los centros más consolidados podrían ayudar a fortalecer los demás.

La beca fue aprobada en octubre de 1970. El IPE debería coordinar las actividades, pero la ida a cargos públicos de sus dos líderes intelectuales en ese momento, el ya mencionado Colasuonno y el exalumno de Chicago, Afonso Celso Pastore, retardó todos los planes y llevó a que la Fundación pasase a privilegiar otras instituciones. En ese contexto, creció la importancia del CEDEPLAR,33 instituto creado en la UFMG. Después de algunas demoras, la primera reunión del nuevo Consejo de Representantes de los centros, con la idea de crear la asociación, se realizó en el CEDEPLAR en febrero de 1973. Allí se decidió que la secretaría ejecutiva de la entidad pasaría por los centros asociados, que el consejo se reuniría dos veces por año, y que la asociación tendría como función primordial promover el intercambio entre los centros de posgrado en Economía. Dicha Asociación, formalmente creada en esa reunión, se denominó, como ya dijimos, Asociación Nacional de los Centros de Posgrado en Economía-ANPEC.

Entre las características de la ANPEC se destaca que ella, al contrario de lo inicialmente planeado, no serviría como medio para obtener y administrar recursos financieros. Su papel hasta nuestros días está marcado por dos decisiones tomadas en ese momento:

  1. La organización de un congreso anual, concebido como un foro para la presentación y discusión de investigaciones originales, promoviendo el contacto entre economistas jóvenes y consagrados de las diversas instituciones nacionales;

  2. La realización de un examen nacional unificado de admisión para los cursos de maestría en Economía.34

En 1974, con un balance de los esfuerzos de la Fundación hasta esa fecha y la propuesta de caminos para el futuro, Baer sugería que se concedieran nuevas becas a los centros; estas serían de consolidación, en los casos de la USP, de la UnB y del CEDEPLAR, mientras que otras se dedicarían a aquellos cuya estructura aún era considerada frágil, los de Ceará, Pernambuco, Pará y Rio Grande do Sul. Recomendaba, también, continuar apoyando la recién creada ANPEC para consolidar la cooperación interinstitucional.35 Véase que el énfasis en defender el papel de la ANPEC muestra un cambio en la estrategia de la Fundación, que pasó de ser la de “crear instituciones” a la de “crear una comunidad”. Pero para entender eso tenemos que destacar dos episodios que marcarían profundamente todo este proceso que estamos estudiando. El primero de ellos se centró en las discusiones en el seno de la Fundación motivadas por el pedido de financiamiento de la UnB, tema de la próxima sección.

Conviviendo con “regímenes desagradables”36

Cuando ocurrió el golpe militar de 1964, la Fundación ya había empezado a trabajar en sus proyectos de apoyo a la consolidación de las ciencias sociales en Brasil, buscando entre otros objetivos el de capacitar a los cuadros del estado. Inicialmente, la interrupción del orden democrático no alteró significativamente las relaciones entre la Fundación y sus diversos contactos, algo previsible dado que inclu­sive el golpe había contado con el apoyo más o menos abierto de los EE.UU.37 Sin embargo, cuando el régimen militar fue tornándose más violento en su represión, especialmente después de la publicación del Acto Institucional Nº 5 (AI-5), en diciembre de 1968, la Fundación pasó a replantear sus actividades en el país. Efectivamente, a partir de esa fecha la represión aumentó y los derechos civiles fueron aún más restringidos; en muchas universidades, intelectuales opositores fueron demitidos. Una reacción clara de la Fundación, mostrando su oposición a estas medidas, fue su apoyo a la creación del CEBRAP (Centro Brasileño de Análisis y Planificación), think tank fundado por intelectuales perseguidos por el régimen.

Ya en años anteriores surgieron polémicas en el interior de la Fundación sobre el significado de apoyar políticas de gobiernos autoritarios. ¿Como festejar el aumento de la efectividad de algunas políticas, si estas podían servir para fortificar esos regímenes? La reflexión sobre estos asuntos llevó a un cambio en las estrategias seguidas para enfrentar los dilemas éticos que surgían en el contexto político brasileño. En ese cambio fue crucial el papel de un consultor de la Fundación, el sociólogo Kalman Silvert, que propuso una nueva manera de relacionarse con los regímenes autoritarios; esa postura dejaba relativamente de lado las preocupaciones tecnocráticas inicialmente buscadas, y acogía además metas como la defensa de la tolerancia intelectual, de los valores democráticos y de los derechos humanos.38

Ese movimiento significaba además replantearse, en términos más profundos, los objetivos de la agenda de modernización de las ciencias sociales que se defendía a través de la colaboración con el gobierno brasileño. Ese conflicto de perspectivas impactó toda la polí­tica de la Fundación para América Latina, y mostró abiertamente algunas tensiones en el interior del proyecto modernizador defendido por las élites progresistas estadounidenses. Las reflexiones provocadas por el caso brasileño acabarían definiendo una visión bastante diferente de la que tenía la Fundación al comienzo de sus relaciones con el subcontinente.

Un episodio mucho menos conocido que el del CEBRAP dejaría en evidencia los problemas creados por el contexto político general que existía en Brasil. Ese episodio fue un pedido de beca por parte de la Universidad de Brasilia (UnB) en el comienzo de 1971. La universidad, joven en una ciudad también joven,39 fue desde su comienzo un símbolo del proyecto educacional progresista idealizado por Darcy Ribeiro y Anísio Teixeira. En el área de las ciencias sociales, la UnB se volvió famosa como hogar intelectual de la primera generación de intelectuales asociados a la teoría de la dependencia Theotonio dos Santos, Ruy Mauro Marini, Vânia Bambirra y André Gunder Frank.

Después del golpe de 1964, la universidad fue víctima de tres intervenciones aun antes de que el AI-5 fuera decretado. Su cuerpo docente había sido recientemente reestructurado, después de sucesivas purgas y renuncias colectivas. Por eso, el pedido de financiamiento encontró un clima de desconfianza en algunas instancias de la Fundación: apoyar a esta universidad, físicamente muy próxima al centro del poder, después de todas las persecuciones, podría parecer un apoyo velado al régimen militar. Su Departamento de Economía había sido prácticamente reconstruido poco antes de la redacción del pedido de recursos, con la incorporación de varios economistas que acababan de llegar de sus doctorados en el exterior. La figura central era Edmar Bacha, un economista que había retornado recientemente al país después de obtener su doctorado en Yale. Además, la estructura de la universidad, mucho más flexible que la de las otras instituciones, podía ser considerada como un aliciente para la concesión de la beca.

Del punto de vista de los representantes de la Fundación en Brasil, especialmente de Werner Baer y del director de la oficina de Río de Ja­neiro, Stanley Nicholson, el pedido merecía toda la atención. Defen­diendo el punto de vista característico de todo el vínculo de la institución con Brasil, un consultor de la Fundación, el especialista en seguridad nacional Gregory Treverton, adujo que: “En la medida en que el gobierno federal acelera su mudanza para Brasilia, habrá crecientes oportunidades para que los profesores de la universidad participen en investigaciones aplicadas a las políticas”.40

Sin embargo, otros consultores, como Nita Manitzas, de la oficina de Nueva York, manifestaban sus dudas de que las posibilidades de aplicación de las investigaciones a la política pudiera ser algo positivo, visto que al tratarse de “un régimen político cerrado (....) las investigaciones que el gobierno solicita (....) [pueden tener] simplemente la función de corroborar y racionalizar (....) las opciones ideológicas de la élite gubernamental”.41

Dada esa polémica en el interior de la institución, William Carmichael, director de la oficina para América Latina en Nueva York, pidió la opinión de Silvert, quien ya había reflexionado sobre ese tipo de problemas en trabajos anteriores. Este, en su respuesta entendía, en primer lugar, que la colaboración con el gobierno no debía ser un criterio central, por lo que criticaba el uso de términos como el de investigaciones “orientadas a políticas” como justificativa para apoyar alguna actividad, tal como típicamente hacía la oficina de Río de Janeiro.42 Al contrario, para él, cuanto más autoritario un gobierno, menor debería ser la preocupación con ese criterio, mientras deberían ser priorizadas investigaciones que pudiesen ser usadas en tiempos mejores. En sus palabras, “… las ciencias sociales no pueden ser relevantes para gobiernos anticientíficos del tipo que hemos visto en América Latina”. La posición de Silvert fue secundada por James Gardner, asesor de Carmichael, quien afirmaba que el criterio para decidir las acciones de la Fundación debería ser el de entender si estas servirían para expandir o para restringir las elecciones humanas. Eso superaría un vago criterio de relevancia, que invita a preguntarse: ¿relevante para qué y para quién? Otro asesor, el sociólogo Frank Bonilla, también manifestaba su escepticismo sobre la colaboración con el gobierno militar, al que consideraba “sin ley y asesino”, y agregaba que “pocas alternativas aliviarán la culpa o no dejarán ningún residuo de ambigüedad moral”.43

Silvert refinaría su posición en otro documento escrito en seguida, “Regímenes desagradables y la política de la Fundación en ultramar”.44 Una cuestión fundamental que Silvert propone allí es que no todos los regímenes autoritarios son iguales, pues hay diferentes grados de atrocidad. En los casos extremos, es fácil proponer un rechazo total, por criterios morales, a cualquier relación. El desafío consiste en enfrentar los casos ambiguos; algunos, entre ellos la dictadura brasileña, combinaban prácticas detestables con algún tipo de avances. Ciertamente la solución no consistía en ver únicamente los resultados positivos al ignorar los problemas, porque la cuenta por esa actitud llegaría cuando los regímenes se derrumbasen, como sería previsible. La solución pragmática propuesta por Silvert significaba clasificar más cuidadosamente los regímenes, porque no existían únicamente gobiernos totalmente democráticos o completamente dictatoriales. En otras palabras, Silvert proponía un análisis costo-beneficio, salida orientada por un pragmatismo ético.

Un asesor de la oficina de Río de Janeiro, Peter Reichard, avanzó con esa línea de razonamiento, y defendió que el caso brasileño no era uno que exigiese un cese inmediato de las actividades en el país.45 Haciendo un balance, Reichard apuntaba elementos positivos y negativos de la continuidad de las actividades en Brasil (y, por lo tanto, de la concesión de la beca a la UnB). Entre los aspectos positivos destacaba que los programas de la Fundación podían alcanzar metas humanitarias, mantener un espíritu crítico y algún grado de pluralismo, además de permitir modificaciones marginales en aspectos de la realidad brasi­leña; entre los negativos mencionaba la posibilidad de que el gobierno se aprovechara de los resultados, y también que algunos participantes fueran cooptados por el régimen. Finalmente, Reichard consideraba que si la Fundación continuaba en Brasil, sería inconsistente evitar cualquier colaboración con el gobierno, aunque mantuviera de este una distancia prudencial. En definitiva, si el gobierno presentaba algunos aspectos favorables al desarrollo y otros muy autoritarios, sería falaz decir que cualquier colaboración tornaba a la Fundación cómplice de las torturas y otras prácticas abominables. Para él, la comunidad científica no interpretaría la concesión de la beca a la UnB como una quiebra de confianza.

La posición defendida por Silvert y Reichard acabó imponiéndose en la discusión, y la beca se concedió. Pero el análisis de Silvert segu­ramente tenía alcances mucho mayores que el de este caso específico. Su propuesta constituía una profunda reflexión sobre los dilemas surgidos, un plan de navegación que él proponía a la Fundación para que ella pasase exitosamente entre el Escila de la irrelevancia política y el Caribdis de la complicidad con dictaduras. Este plan serviría como base para orientar la actuación de la Fundación ante los sucesivos golpes militares del Cono Sur, en particular el de Chile en 1973.

El ingreso de la Unicamp en la ANPEC y la defensa del pluralismo46

El segundo de los dos episodios mencionados al final de la sección 3, que consideramos constitutivos de la presente comunidad de economistas académicos brasileños, ocurrió en 1973, año de la creación de la ANPEC. Su motivo fue el pedido de ingreso en la Asociación del programa de maestría del DEPE (Departamento de Economía y Planificación Económica) de la Universidad de Campinas (Unicamp), el que fue aceptado sin mayores discusiones, dentro del espíritu de aglutinar a todos los programas que quisieran desarrollar estudios de Economía en el país. Este programa tenía un carácter claramente heterodoxo: en él había economistas keynesianos, estructuralistas y aún simpatizantes del marxismo, aunque estos tuvieran que actuar con toda la prudencia que los tiempos exigían. Su cuerpo docente incluía diversos intelectuales de izquierda, como João Manoel Cardoso de Mello, Luís Gonzaga Belluzzo, Jorge Miglioli y Wilson Cano. Otros dos importantes economistas de Río de Janeiro, Maria da Conceição Tavares y Carlos Lessa, de estrechos vínculos con la CEPAL, se juntarían al programa poco después, al igual que Paulo Baltar, Liana Aureliano, Carlos Alonso y José Carlos Braga, economistas brasileños que estaban viviendo en Chile y que volvieron a Brasil después del golpe de Pinochet.47

Para entender plenamente el impacto de este pedido de ingreso y de su sorprendente resolución, precisamos retrotraernos al comienzo de las operaciones de Vanderbilt en Brasil, o sea, al espíritu de la mencionada reunión de Itaipava en 1966. Como vimos, el proyecto de Itaipava, con el acuerdo de investigadores de diferentes corrientes, buscaba mejorar el nivel académico de los economistas brasileños al adoptar la visión vigente en los principales centros de estudio de Economía en los EE. UU. La formación propuesta, a pesar de la diversidad de los participantes, era bastante monocorde; no se propuso la enseñanza de perspectivas diferentes del mainstream vigente en esos años. Recordemos que el esfuerzo conjunto de la Fundación y de sus contrapartes brasileñas estaba concentrado en capacitar un cuerpo técnico de empleados públicos capaz de proponer medidas políticamente relevantes, y en constituir un conjunto de docentes que pudiera diseminar esos conocimientos. Para tanto, considerábase necesario consolidar algunas instituciones que podrían continuar con esas políticas en un futuro en el cual la presencia de la Fundación ya no sería necesaria. La defensa de una pluralidad de perspectivas no estaba en la lista inicial de objetivos deseados. Sin embargo, la evolución de la política brasileña y su impacto en la Fundación llevaron a la definición de nuevos objetivos prioritarios. La defensa del lIBRE intercambio de ideas adquirió centralidad, considerándose esencial la manutención de algún espíritu crítico en el país.

Paralelamente, la creación de la ANPEC, fruto de esfuerzos notables de la Fundación, constituía un éxito; después de un comienzo plagado de problemas, finalmente se fundó en 1973. Su primer secretario ejecutivo fue Paulo Haddad, profesor de la UFMG, quien después de recibirse de economista en esa universidad estudió Planificación Económica en La Haya en los años 1960 y, poco después de su retorno, asumió la dirección del CEDEPLAR. Ya al comienzo de los años 1970 él se había transfor­mado en un hombre de confianza para Vanderbilt y la Fundación por su capacidad de resolver conflictos.48

Una situación que sometió a prueba esa capacidad mediadora de Haddad ocurrió cuando la Asociación apenas comenzaba. La FGV, uno de los pilares en los planes de la Fundación desde que aquella decidió apoyar la creación de una comunidad académica de economistas en Brasil, no había mandado representantes para la reunión en la cual la ANPEC se constituyó. Eso no podía ser considerado muy sorprendente: las relaciones entre la FGV, por un lado, y la Fundación y Vanderbilt por el otro, ya estaban relativamente estremecidas. El Consejo Directivo de la ANPEC planeaba conversar con representantes de la FGV para que explicaran sus motivos, pero antes que acabara el año Mario Simonsen, el líder intelectual de ese centro, le escribió a Haddad para señalarle que la FGV se retiraría de la ANPEC.

Aunque Simonsen adujo diversas razones, la determinante era lo que él consideraba como “... La divergencia entre la orientación analítica de la EPGE [la escuela de posgrado de la FGV] y la aprehendida en los programas recientemente incorporados por la Asociación”, referencia obvia al DEPE/Unicamp.49 La respuesta, escrita en tono de conciliación por Haddad junto al representante del IPE/USP, Miguel Colasuonno, afirmaba que “la dirección conferida a la Asociación surge del consenso de ideas y programas entre los directores de los diez centros que participan en el Consejo”.50 Ese intento de conciliación no fructificó. Según uno de los representantes de la Fundación, Bruce Bushey, un problema importante era que el representante oficial de la FGV, Carlos Langoni, estaba preocupado con la influencia de Edmar Bacha (de la UnB), al que consideraba neomarxista, en la asociación.51

En esa situación, la Fundación replanteó la naturaleza de su trabajo en Brasil. Considerando que la tarea original de “construir instituciones” estaba prácticamente consolidada, el objetivo pasaba a ser la “constitución de una comunidad”, tarea para la cual la ANPEC estaba hecha a la medida. Esta estrategia parece haber sido pensada, una vez más, por Werner Baer, la persona que mejor representaba el espíritu conjunto de Vanderbilt y la Fundación.

En un informe escrito en 1974, Baer afirmó que, en Brasil, hasta hacía poco tiempo antes, “existía una fe ilimitada en la teoría neoclásica, entendida como la mejor manera de enfrentar los problemas actuales. Los brasileños sólo ahora empiezan a formularse algunas de las dudas que han estado presentes por un periodo mucho mayor en los EE. UU. y en Europa”.52 También se refirió a un informe de Joel Bergsman, quien afirmaba que, a pesar del espíritu represivo del régimen, él notaba la existencia de una razonable diversidad de abordajes y estilos en las investigaciones que los economistas brasileños producían. Baer también destacaba que el IPE/USP se esforzaba por presentar otras perspectivas a sus estudiantes, al ofrecer cursos de historia del pensamiento económico, historia económica y sociología del desarrollo, y tratar de quebrar la perspectiva mecanicista tradicional. Más adelante, analizaba el papel de la ANPEC, al afirmar que “...sirviendo como una cámara de compensación para la producción intelectual de los economistas brasileños, debería proveer un pluralismo intelectual que es el ingrediente básico de una disciplina creativa”.53 Dos años más tarde, el segundo secretario ejecutivo de la Asociación, Luis Paulo Rosenberg, del IPE/USP, destacaba la importancia del programa de intercambio de profesores entre los centros, que habría contribuido a eliminar los prejuicios asociados con rótulos superficiales (“estilo de Chicago”, “izquierdistas” y otros), y promovido el diálogo entre los integrantes de diversas instituciones.54

Ese espíritu conciliatorio se manifestó en los esfuerzos que la Asociación hizo por reatar sus lazos con la FGV; por ejemplo, en una reunión en 1976 se solicitó a Rosenberg comunicarse con esa institución para transmitirle que, si quisiera reincorporarse, la entidad la recibiría con los brazos abiertos.55 Esos esfuerzos finalmente fructificaron en 1979, c­uando la FGV solicitó su readmisión. La Asociación consiguió así con­solidar aún con más énfasis un ambiente caracterizado por el pluralismo y la tolerancia. La ANPEC, que había enfrentado la amenaza de la FGV sin inmutarse, recibía de vuelta a su hijo pródigo. De esa manera, la disyuntiva entre cuál de dos posiciones divergentes elegir se resolvió al aceptar ambas. Claramente la Fundación podía vanagloriarse del éxito de sus esfuerzos para que la ANPEC desempeñase ese papel de promotora del pluralismo. Un representante de la Fundación, Shepard Forman, escribió que la Asociación ofrecía “...un foro indispensable para el libre intercambio de ideas sobre algunos de los más básicos asuntos de Economía. En verdad, ANPEC es hoy la mayor fuente de debate crítico en Brasil sobre los problemas económicos fundamentales de la actualidad”.56 Pero la evaluación más optimista la escribió otro representante de la Fundación, James Gardner. Este opinó que los resultados de los financiamientos de la Fundación en este caso eran “bastante espectaculares”, y consideró que:

Más importante que el crecimiento cuantitativo, considero, ha sido la fuerza cualitativa -y la creciente diversidad ideológica- de la comunidad brasileña de economistas (....) La comunidad brasileña de economistas está empezando a diversificarse más allá de lo que anteriormente podría ter sido considerado una perspectiva ideológica y metodológica más limitada, yendo a un conjunto de visiones más abierto y pluralista (....) la comunidad brasileña de economistas se está moviendo más allá de un abordaje puramente académico de problemas académicos estrechos para una discusión pública más amplia de asuntos de economía y de políticas públicas.57

Y finalmente elogiaría entusiasmado los valiosísimos servicios prestados por la Asociación, al afirmar: “Si la ANPEC no existiese, tendríamos que inventarla. Y lo hicimos”.

Conclusión

El estilo de una comunidad científica se forja lentamente a lo largo de los años, aún en países con una tradición universitaria relativamente modesta. Las características más notables de la comunidad de economistas académicos brasileña se consolidaron en un periodo de poco más de cincuenta años, y las marcas de sus orígenes están visibles en la situación actual, caracterizada por una amplia variedad de perspectivas que son aceptadas, o al menos toleradas, por la gran mayoría del grupo. Se podría pensar que eso es apenas el reflejo actual de una comunidad que nació espontáneamente plural en una legendaria era que podríamos llamar como preprofesional, pero eso sería impreciso. Hubo una breve etapa que estuvo marcada por un deseo de alcanzar los estándares de la ciencia económica internacional, momento en el cual la defensa del pluralismo salió del radar de las preocupaciones. Sin embargo, el clima político opresivo provocado por la dictadura propició que la comunidad se preocupara en garantizar espacios para debates abiertos hasta los límites de lo posible. Por eso consideramos que, si la comunidad de economistas brasileños había empezado siendo espontáneamente plural en las primeras décadas del siglo XX, se tornó deliberadamente plural a partir de los años 1970, especialmente con la creación de la ANPEC. Para conseguir ese resultado, dos actores externos a la comu­nidad tuvieron un papel importantísimo: la Fundación Ford y la Universidad Vanderbilt.

La Fundación, que al comienzo de su actuación estuvo orientada por una perspectiva tecnocrática, supo reorientar sus actividades, y sin abandonar las preocupaciones iniciales, sumó a ellas la defensa del debate y de la libre confrontación de ideas en circunstancias muy difíciles. Al mismo tiempo, su decisión pragmática de no abandonar Brasil se vio recompensada, y los investigadores e instituciones que ella apoyó produjeron resultados, tanto académicos como institucionales, que c­orrespondieron a las mejores expectativas.

A su vez, la Universidad Vanderbilt, tradicionalmente comprometida con el estímulo al desarrollo económico, educó una parte importante de la generación que definiría el estilo de la comunidad de economistas en Brasil. Los profesores de Vanderbilt que participaron del programa de intercambio con Brasil se caracterizaron tanto por su abertura mental para oír y promover opiniones diversas, como por su visión de que las recetas que venían ya listas del mundo desarrollado difícilmente funcionarían en la realidad latinoamericana. El contraste entre los casos chileno y brasileño da una pista del impacto que pueden tener las diferencias no sólo teóricas, sino también de actitud, entre Chicago y Vanderbilt.

Pero también es necesario enfatizar que, además de esas fuerzas externas, hubo una comunidad académica que se comprometió con la búsqueda de conocimientos sin dejar de lado la participación en la política, siempre preocupada en debatir. Tanto en el periodo dictatorial como en los años democráticos posteriores, y en circunstancias en las cuales a nivel internacional las voces disidentes perdieron crecientemente su e­spacio, la organización de la actividad académica de Economía en Brasil consiguió mantener una sorprendente pluralidad. Y la participación de la ANPEC fue crucial para llegar a ese resultado.

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1 Sobre los comienzos de la Fundación, consúltese Sutton (1987).

2Nuestra exposición se basa fuertemente en documentos encontrados en los archivos de la Fundación Ford -disponibles en el Rockefeller Archive Center (Sleepy Hollow, NY, EE. UU.)- y en los archivos de la Universidad Vanderbilt, identificados en este artículo por las siglas FFA (Ford Foundation Archives) o VUA (Vanderbilt University Archives).

3La enseñanza de grado en Brasil también es notablemente plural, característica apoyada por la legislación vigente. La resolución 04/2007 del Consejo Nacional de Educación dice, en su tercer inciso, que “Cuando sean elaborados proyectos pedagógicos de programas de grado en Ciencias Económicas, deben ser observadas las siguientes exigencias: […] II - pluralismo metodológico, en consonancia con el carácter plural de las ciencias económicas, que abarcan diversos paradigmas y corrientes de pensamiento” (Brasil-Ministério da Educação, 2007). Asumimos la responsabilidad por las traducciones al castellano de los textos originalmente publicados en otras lenguas.

4El Examen Nacional de Cursos solo evalua el desempeño de los cursos, no de cada estudiante. Exámenes anteriores están disponibles en http://portal.inep.gov.br/enade/.

5Entendemos que una comunidad pluralista precisa esencialmente tener pluralismo interinstitucional, o sea, que exista un número razonable de instituciones cuyos cuerpos docentes tengan perspectivas diferentes entre sí; este tipo de pluralismo se aplica a la comunidad como un todo. Por otro lado, sería recomendable que haya pluralismo intrainstitucional, o sea, que en el interior de las instituciones convivan personas con visiones diferentes; esta dimensión es específica de cada institución. El primer tipo de pluralismo caracteriza el panorama en Brasil, mientras que el segundo abarca aproximadamente a la mitad de las instituciones. Hay, por otro lado, tanto cursos ortodoxos como heterodoxos con escasa variedad de perspectivas entre sus integrantes.

6Para Shaun Hargreaves-Heap (1997), pluralismo implica un compromiso político de defender la pluralidad. En el caso de la Economía, pero que también se aplica a otras ciencias, Warren Samuels propuso que el pluralismo significa aceptar y defender “la existencia y legitimidad de múltiples posiciones metodológicas” (1997, p. 74).

7 Klüger (2017) realiza un estudio exhaustivo sobre las características y la formación de la comunidad brasileña de economistas.

8Sobre el comienzo de las actividades de la Fundación en este campo, véase Leonard (1989).

9 Castro (2001) presenta la prehistoria y los comienzos de la historia de la profesión, desde los primeros cursos técnicos hasta el inicio de los estudios universitarios, destacando la reglamentación de la profesión de economista en 1951.

10Los vínculos profundos entre la comunidad brasileña de economistas y el alto escalón de la administración pública en el país fueron discutidos por Haddad (1981) y Loureiro (1997a).

11Nos restringimos aquí a aquellos pioneros de la Economía brasileña nacidos antes de 1910.

12Para informaciones detalladas sobre la historia de la FGV, consúltese D’Araujo (1999).

13En 1982 se le agregó “... y Social”, y la sigla pasó a ser BNDES.

14El régimen militar en Brasil duró desde el 31 de marzo de 1964 al 15 de marzo de 1985. Prácticamente toda la historia estudiada en este artículo ocurrió bajo dicho régimen.

15Quede claro que la Fundación Ford, bien como otras entidades filantrópicas, funcionaba como un ‘medio supuestamente neutro’ a través del cual los EE. UU. podían diseminar sus estándares académicos y culturales. Bell (1971) constituye una reflexión sobre las relaciones de la Fundación con diferentes actores políticos y su participación en el proceso democrático, vistas por uno de sus propios funcionarios de más alto rango.

16Alfred Wolf, Lincoln Gordon, and Reynold Carlson, ‘Ford Foundation mission to Brazil, 1959’, Catalogued Report 000008, FA739A, FFA.

17Los cambios en la enseñanza a nivel de posgrado son discutidos por Cury (2005).

18Esta sección está esencialmente basada en Suprinyak & Fernández (2021).

19Carlson era uno de los cuatro profesionales contratados por Vanderbilt para ese nuevo instituto. Los otros tres fueron el sociólogo T. Lynn Smith, el historiador Alexander Marchant y el especialista en lenguas románicas Earl W. Thomas (Manuscrito sin título, agosto de 1947, RG 300, caja 271, carpeta 19, “Institute for Brazilian Studies, 1947-1948”, VUA).

20Carta de Fels para Elmore, enero 12, 1965, caja 693, carpeta 32, “USAID-Brazil”, VUA.

21En el caso de los países que ya tenían un aparato de Estado complejo y bien establecido, como Brasil, la Fundación consideró que lo mejor sería suministrar su ayuda a través de instituciones que pudieran producir conocimiento sin ser parte de la administración directa del sector público (Miceli, 1993, pp. 255-6).

22Una fuente indispensable para obtener informaciones sobre la historia de la oficina de la Fundación en Brasil es Brooke (2002).

23Para mayores detalles sobre esas negociaciones, consúltese Suprinyak & Fernández (2021).

24La perspectiva general de Baer puede ser mejor comprendida consultándose su artículo sobre la manera adecuada de estudiar la economía brasileña (Baer, 1966).

25El estudio clásico sobre el acuerdo de cooperación entre la Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago, fundamental para constituir los Chicago Boys, es el de Valdez (1995). La Fundación Ford también intentó estimular un ambiente de pluralidad intelectual en Chile, al extender su apoyo a instituciones con perfiles académicos bastante distintos. Quesada (2015) discute otro importante acuerdo de cooperación, establecido entre la Universidad de Chile y la Universidad de California, mostrando como, al contrario del Departamento de Estado de los EE. UU., la Fundación reconocía la legitimidad política de la Unidad Popular de Salvador Allende.

26Esta sección está basada en Fernández & Suprinyak (2018).

27El impacto de ese evento para la organización académica posterior del área de Economía en Brasil puede ser captado en los artículos publicados en Loureiro (1997b).

28Sobre el proceso de modernización de la ciencia económica en Brasil mediante la emulación de los estándares vigentes en la academia norteamericana, véase Loureiro, & Lima (1996) y Loureiro (1997c)

29La FGV ofrecía desde comienzos de los años 60 un curso libre que preparaba alumnos para que pudieran cursar programas de posgrado en el exterior.

30Desde el punto de vista de los consultores de la Fundación, inicialmente la FGV estaba yendo mejor, como manifestó Georgescu-Roegen en 1967; sin embargo, William Carmichael, director de la oficina de Río de Janeiro, afirmó pocos años más tarde que problemas de liderazgo y administrativos habían perjudicado la obtención de los resultados esperados (William Carmichael a Nita Manitzas, Inter-Office Memorandum, Economics in São Paulo and More Generally in Brazil, noviembre 18, 1970. PA65-007, reel 5335, FFA). Baer dijo después que el informe final del principal proyecto desarrollado por la FGV constituía “una lectura patética” (Werner Baer a Stanley Nicholson, Inter-Office Memorandum, Narrative Report of IBRE/Fundação Getúlio Vargas (65-573), julio 17, 1973, August 7, 1973, PA67-573, reel 1886, FFA). Los evaluadores entendían que la separación entre investigación y enseñanza en la FGV había sido algo especialmente desafortunado.

31Sin embargo, cierta asimetría se mantenía en la concepción general del programa. Los centros menores deberían concentrarse en las necesidades de su región y en cuestiones más aplicables a las políticas públicas; los vuelos teóricos mayores continuaban reservados para las dos instituciones inicialmente escogidas.

32Stanley Nicholson, carta a Werner Baer, mayo 15, 1970, PA70-606, reel 5493, FFA.

33Acrónimo en portugués para Centro de Desarrollo y Planificación Regional.

34En ese momento ningún curso había inaugurado programas de doctorado. El IPE/USP fue el primero, en 1974. Actualmente la enorme mayoría de los centros usa el examen, que consta de pruebas de Macroeconomía, Microeconomía, Matemática, Estadística y Economía Brasileña, para la selección de sus alumnos en la maestría. Obsérvase un uso creciente de este mismo examen unificado para el doctorado, aunque hay una gran dispersión en los procesos selectivos a ese nivel; aproximadamente la mitad de los centros lo usan como elemento parcial para seleccionar alumnos. Conste que el resultado del examen en principio es solo clasificatorio y que los centros pueden otorgar pesos diferentes a las pruebas.

35Werner Baer a Stanley Nicholson, Inter-Office Memorandum, Turn-Around Grants for Brazilian Economics: a background report, marzo 11, 1974, PA72-379, reel 6573, FFA.

36Esta sección está basada en gran parte en Suprinyak & Fernández (2022).

37La actitud de los representantes de la Fundación, apoyando investigaciones ‘orientadas a las políticas’ (policy-oriented) no parece que haya cambiado debido al golpe. Según un documento de la Fundación, la crisis política anterior estaba afectando la efectividad de sus acciones, y en ese sentido la preocupación del nuevo gobierno en “poner la casa en orden” ayudaría en la obtención de los resultados buscados (‘The Ford Foundation Program and Brazilian Agriculture’, agosto 1964, Catalogued Report 002609, FA739D, FFA).

38Esas transformaciones en el programa latinoamericano se inserían en una reorientación más amplia de las actividades de la Fundación, que buscó, desde el final de la década de 1960, alejar paulatinamente su imagen del establishment de la política externa norteamericana, en medio al repudio creciente contra la actuación de los EE. UU. en la Guerra de Vietnam.

39La ciudad de Brasilia fue oficialmente inaugurada en 1960, la UnB en 1962.

40Gregory Treverton a Stanley Nicholson, University of Brasília, Institute of Human Sciences: Background and Recommendation for “A” Status for Grant in Economic and Social Science, julio 16, 1971, Reel 6573, Grant File 72-379, FA732C, FFA.

41Nita Manitzas a William Carmichael, Request for “A” Status, University of Brasília, Institute of Human Sciences, agosto 11, 1971, Reel 6573, Grant File 72-374, FA732C, FFA.

42Kalman Silvert a William Carmichael, Brasília, Social Science, agosto 23, 1971, Reel 6573, Grant File 72-374, FA732C, FFA.

43Frank Bonilla, Carta a William Carmichael, julio 29, 1971, Reel 6573, Grant File 72-374, FA732C, FFA.

44Kalman Silvert a David Bell, Distasteful Regimes and Foundation Policies Overseas, octubre 18, 1971, Reel 6573, Grant File 72-374, FA732C, FFA.

45Peter Reichard a Stanley Nicholson, Social Science in Brazil and the University of Brasília, noviembre 24, 1971, Reel 6573, Grant File 72-374, FA732C, FFA.

46Esta sección está basada en gran parte en Fernández & Suprinyak (2019).

47El espíritu de este programa puede ser captado en la entrevista concedida por el mencionado Cardoso de Mello, incluida en Mantega, & Rego (1999).

48Bruce Bushey a Stanley Nicholson, Inter-Office Memorandum, The National Association of Graduate Centers in Economics: Annual Reports, marzo 18, 1974, PA70-606, reel 5493, FFA.

49Mário H. Simonsen, carta a Paulo Haddad, diciembre 26, 1973, PA70-606, reel 5494, FFA.

50Miguel Colasuonno y Paulo Haddad, carta a Mário Henrique Simonsen, enero 9, 1974, PA70-606, reel 5494, FFA. Cabe destacar que tanto Colasuonno como Simonsen tenían fuertes vínculos con el régimen militar. El primero era en ese momento el intendente nombrado (no electo) de San Pablo, la mayor ciudad brasileña, mientras que Simonsen sería nombrado Ministro de Hacienda del país en el gobierno del General Ernesto Geisel (1974-1979), y más tarde Ministro de Planificación en el de su sucesor en el régimen, el General João Baptista Figueiredo (1979-1985), cargo en el que Simonsen apenas permaneció pocos meses. El papel de Simonsen en la FGV era central; en una entrevista, el economista Francisco Lopes, que estudió en la EPGE en esa época, afirma “En la maestría de la FGV usábamos casi exclusivamente sus textos, e teníamos que hacer todos los ejercicios de todos sus libros (…) El núcleo de la formación de la EPGE era el material de Simonsen” (Mantega & Rego, 1999, pp. 334-5).

51Bushey, National Association, FFA. Uno de los primeros economistas brasileños que consiguió un diploma de doctor por la Universidad de Chicago, Langoni se volvió famoso en la década de 1970 por utilizar la teoría de capital humano de Gary Becker para explicar el empeoramiento de los indicadores de distribución de los ingresos durante el llamado ‘milagro económico’ brasileño. Langoni también acompañó a Arnold Harberger y Milton Friedman durante su visita al Chile de Augusto Pinochet en 1975 (Edwards, & Montes, 2020). Los vínculos de Langoni con el gobierno militar lo llevaron años más tarde a la presidencia del Banco Central brasileño, entre 1980 y 1983, en el mandato del último presidente del golpe, João Bautista Figueiredo.

52Baer, Turn-Around Grants, FFA.

53Ibid.

54Luis P. Rosenberg, carta a Bruce Bushey, marzo 23, 1976, PA74-620, reel 2970, FFA.

55Relatório da Sétima Reunião do Conselho da Associação Nacional dos Centros de Pós-Graduação em Economia-ANPEC, enero 28-29, 1976, archivos de la ANPEC, caja no clasificada.

56Shepard Forman a James Gardner, Inter-Office Memorandum, Request for ‘A’ Status: Association of Brazilian Postgraduate Centers for Teaching and Research in Economics (ANPEC), mayo 5, 1978, PA74-620, reel 2970, FFA.

57James Gardner ta James Himes, Inter-Office Memorandum, ANPEC: Request for ‘A’ Status, mayo 5, 1978, PA74-620, reel 2970, FFA.

Recibido: 20 de Junio de 2022; Aprobado: 11 de Enero de 2023

Acerca de los autores

Carlos Eduardo Suprinyak es profesor asociado de economía en la American University of Paris; es doctor en economía por el Centro de Desenvolvimento e Planejamento Regional de la Universidade Federal de Minas Gerais. Sus investigaciones comprenden la historia de la economía política, en donde explora las intersecciones entre la ciencia económica y la política en diferentes contextos históricos. En 2017 recibió el Craufurd Goodwin Best Article in the History of Economics Prize, concedido por la History of Economics Society, por el artículo Trade, Money, and the Grievances of the Commonwealth: Economic Debates in England during the Commercial Crisis of the Early 1620s.

Entre sus publicaciones más recientes encuéntranse:

1. Suprinyak, Carlos Eduardo (2022) (con André Roncaglia de Carvalho). An Emigrant Economist in the Tropics: Nicholas Georgescu-Roegen on Brazilian Inflation and Development. Cambridge Journal of Economics, 46(3), 561-579.

2. Suprinyak, Carlos Eduardo (2020) (con Alexandre Mendes Cunha). Political Economy and International Order in Interwar Europe. Cham: Palgrave Macmillan.

Ramón Fernández es profesor titular del Centro de Engenharia, Modelagem e Ciências Sociais Aplicadas de la Universidade Federal do ABC; es doctor en economía por la Universidade de São Paulo (USP). Sus principales áreas de investigación son la metodología de la economía, especialmente sobre pluralismo, y la microeconomía heterodoxa, con énfasis en la perspectiva del institucionalismo original. En 2021 recibió el James H. Street Scholar Award, concedido por la Association For an Evolutionary Economics (AFEE).

Dos de sus obras más recientes son:

1. Fernández, Ramón (2021). South America in the Twenty-First Century: Twenty Years on a Roller Coaster. Journal of Economic Issues, 55(2), 306-317.

2. Fernández, Ramón (2018) (con Manuel Ramon Souza Luz). Are We Forgetting Something? Remarks on the Connections Between Douglass North’s Contributions and Original Institutional Economics. Journal of Economic Issues, 52(2), 589-599.

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