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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.64 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2015

 

Reseñas

Guillermo Zermeño Padilla, La historia y su memoria. Entrevista(s) con el historiador Moisés González Navarro

Fernando Pérez Memén

Zermeño Padilla, Guillermo. La historia y su memoria. Entrevista(s) con el historiador Moisés González Navarro. México: El Colegio de México, 2011. 156p. ISBN: 978-607-462-263-8.


El historiador Guillermo Zermeño emprendió, entre el 12 de agosto de 2004 y el 1o de febrero de 2007, una justa y admirable tarea, la de servir de apoyo y fuente de estímulo para hacer un recuento historiográfico: la historia de un historiador relatada por éste mediante la entrevista y el diálogo, caracterizado por la flexibilidad y la amenidad, en el que el entrevistado, Moisés González Navarro, hace gala de su buena memoria, su vigorosa capacidad intelectual, y su impresionante conocimiento histórico, sociológico, político y jurídico.

Llama la atención que los métodos utilizado por el profesor ­Zermeño sean el inquisitivo (interrogativo), -que es uno, entre otros, de los usados por los historiadores- y el de la entrevista, en la que se da de la mano la historia, ciencia del pasado, con la sociología y el periodismo, que se enmarcan en la historia del presente.

El entrevistado presenta una interesante síntesis de la historia de la historiografía y de la filosofía de la historia, y particularmente de la historia social, la historia de las ideas y las instituciones sociales y la historia política en México.

Es importante significar cómo se entrelazan la vida y la obra del maestro González Navarro con sus circunstancias (ideas, sentimientos, pasiones, emociones), en rigor, con su proyecto vital y sus características como historiador de El Colegio de México, modelo de academia de alta calidad, de muy alto nivel de formación en recursos humanos en las áreas de las humanidades y las ciencias sociales.

González Navarro proviene de una familia de clase media pobre y católica; es de justicia reconocer su voluntad dinámica, firme y tesonera y sus ideales de superación que lo llevaron a enfrentar escollos y limitantes hasta ascender a altos planos de conocimiento y a lograr una admirable formación en el campo de la historia y las ciencias sociales, cuya profesionalidad la asume con una ética de servicio y con humildad.

Nos confiesa que fue un estudiante becado en el Centro de Estudios Sociales de El Colegio de México al inicio de su creación, en 1943, y que a la vez estudiaba derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Se graduó del primero a principios de 1948 y en agosto de 1949 en la segunda institución académica.

Fue un estudiante aventajado. En El Colegio de México su tesis versa sobre El pensamiento político de Lucas Alamán, la cual, nos confiesa, fue su “arranque” en su formación como historiador. En la Escuela Nacional de Jurisprudencia su tesis trata sobre Vallarta y su ambiente político jurídico, publicada por la Junta Mexicana de Investigaciones Históricas, en 1949. En El Colegio de México su tesis de grado se editó en 1952. Además, realizó estudios de ciencias históricas en Francia, con la orientación y ayuda del historiador Maurice Chevalier y bajo el magisterio del admirado maestro Fernando Braudel, en la Escuela Práctica de Altos Estudios.

Siendo estudiante de El Colegio de México y de la Escuela de Jurisprudencia formó parte de la Junta Mexicana de Investigaciones Históricas, constituida por jóvenes estudiantes de historia, entre otros, Alfonso García Ruiz, Ernesto de la Torre Villar, Josefina Muriel, Elisa Vargaslugo, los cuales eran estimulados por los maestros Edmundo O'Gorman, Silvio Zavala, Arturo Arnaiz y Freg y Wigberto Jiménez Moreno. En términos ideológicos la Junta estaba equidistante del liberalismo de la Reforma y del “socialismo revolucionario”.

Valora haber trabajado con Daniel Cosío Villegas durante muchos años en la Historia Moderna de México, lo cual contribuyó al fortalecimiento de su formación como historiador. Fruto de su labor en esa obra es el volumen El porfiriato: la vida social. Recuerda con admiración, cariño y gratitud a sus maestros, entre otros, a José Medina Echavarría, a quien considera su maestro “por antonomasia”; Víctor Urquidi, Silvio Zavala, José Gaos y José Miranda.

González Navarro es poseedor de admirables virtudes, entre otras, honestidad, ecuanimidad, responsabilidad, reveladas desde su época de juez en Sayula, Jalisco, y mostrada de manera elocuente en su labor de investigador, la que asume con entusiasmo y pasión por la verdad, como aconseja el historiador inglés Gibbon, y con admirable independencia de criterios políticos y de poderes condicionantes. Es un hombre de ideas claras y distintas, como plantea René Descartes en su Discurso del método. Impresiona su gran capacidad de trabajo. Interesa valorar también su espíritu reflexivo y crítico. Un modelo de crítica es la que hace en su ensayo “La ideología de la Revolución mexicana” y en su libro de dos tomos Benito Juárez.

Así se nos revela de manera elocuente en muchas de sus obras gruesas y sólidas, con una vigorosa apoyatura en fuentes de ­primera mano; como también en otros libros de mucho menor grosor y densos, nos muestra riqueza de ideas, capacidad de análisis, de síntesis y de juicio crítico.

Es un destacado especialista de la historia social, de la ­historia de las ideas e instituciones sociales y políticas de México en los siglos IX y XX.

Hay en él un fuerte interés por el juicio apodíctico de la lógica de la ciencia, a saber, el juicio demostrativo, de allí su acentuada fascinación por los archivos nacionales, municipales, parroquiales, los diarios de debates de los congresos, los informes de los presidentes de la República, los secretarios de Estado, los gobernadores, los presidentes municipales y la prensa periódica, de suerte que sus libros son modelos de investigación rigurosa, de juicios avalados en importantes fuentes documentales.

Con sus obras -modelos de investigación- González Navarro ha hecho un gran aporte a la bibliografía mexicana y a la ­literatura histórica latinoamericana, pero también es de justicia reconocer y valorar su gran contribución a la formación de muchos historiadores mexicanos y extranjeros como docente y como director de tesis. Él es un referente, pues ocupa un lugar señero en la historiografía científica mexicana y latinoamericana.

González Navarro es uno de los autores mexicano más prolíficos. Guillermo Zermeño nos presenta una bibliografía mínima constituida por 19 títulos, y varios de ellos son obras clásicas, entre otras: El pensamiento político de Lucas Alamán; México: el capitalismo nacionalismo; Raza y tierra. La guerra de castas y el henequén; Población y sociedad en México (1900-1970); Anatomía del poder en México (1848-1853); La pobreza en México; Los extranjeros en México y los mexicanos en el extranjero (1821-1970); Cristeros­ y agraristas en Jalisco y Benito Juárez.

Con su método de la entrevista, el doctor Zermeño ha ofrecido un valioso conducto por el que ha activado la memoria del maestro González Navarro relativa a su fecunda y ejemplar obra historiográfica.

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