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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 no.4 Ciudad de México abr./jun. 2022  Epub 04-Abr-2022

https://doi.org/10.24201/hm.v71i4.4100 

Reseñas

Sobre Gabriela Pulido Llano y Laura Beatriz Moreno Rodríguez, El asesinato de Julio Antonio Mella: informes cruzados entre México y Cuba

Christine Hatzky* 

*Leibniz Universität Hannover

Pulido Llano, Gabriela; Moreno Rodríguez, Laura Beatriz. El asesinato de Julio Antonio Mella: informes cruzados entre México y Cuba. México: Secretaría de Cultura, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2018. 194p. ISBN: 978-607-539-156-4.


No es de sorprender que una figura política extraordinaria, como el líder estudiantil cubano y cofundador del Partido Comunista de Cuba (PCC), Julio A. Mella -asesinado a la edad de 26 en la ciudad de México hace 90 años- sigue llamando la atención de la investigación histórica. El enfoque del estudio reseñado aquí se centra en el asesinato de Mella, cuyo trasfondo sigue teniendo lagunas. Aunque se podía aclarar ya en la década de 1930 que fue un asesinato con trasfondo político por el gobierno del entonces presidente-dictador cubano Gerardo Machado, sigue abierta la cuestión de los cómplices, promotores y patrocinadores: ¿Quién participó en la planificación y ejecución del crimen?, ¿quién más apoyó su realización?, ¿hubo otros intereses en eliminiar al joven político carismático? El presente libro retoma estas preguntas. Las autoras quieren esclarecer el asesinato del joven líder como “intriga transnacional” y se centran en las interacciones de las policías secretas entre Cuba y México. Esta interacción sorprende por el hecho de que el gobierno mexicano siempre se había negado a entregarle a Mella a Cuba. El aporte del libro al conocimiento histórico es que puede consolidar, mediante fuentes aún no descubiertas, lo que había sido demostrado ya por estudios anteriores: que el gobierno cubano sólo era capaz de ejecutar el asesinato con el respaldo de algunos pares del aparato gubernamental mexicano.

El estudio se une también a las filas de una amplia línea de investigación histórica sobre la política inmigratoria y hacia extranjeros de la revolución mexicana orbitando aquí las interferencias de los servicios secretos entre Cuba y México. Una de las dos autoras, la historiadora Laura Beatriz Moreno Rodríguez ha redactado su tesis de doctorado sobre el tema del exilio cubano en México en la época correspondiente. Gabriela Pulido Llano, la otra autora, también es muy renombrada en estudios transnacionales entre Cuba y México, habiendo trabajado y publicado acerca de los esterotipos culturales sobre cubanos. En el presente estudio retoman el tema del exilio cubano en México centrándose en el caso de Mella y el grupo de cubanos revolucionarios exiliados alrededor de él. Aun en su exilio mexicano el joven líder -uno de los jovenes políticos más talentosos de su época- siguió siendo una amenza seria para Machado: poco antes de su asesinato, Mella había fundado una organización de cubanos exiliados, la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC). La mayoría de sus miembros eran partidarios de la izquierda revolucionaria y nacionalista. Con su programa, evidentemente nacionalista y democrático, hubieran sido capaces de reunir una amplia oposición política -más allá de la izquierda revolucionaria- contra Machado. Su plan de derro ca mien to -la travesía en barco de un grupo de hombres armados para dirigir una insurreción en Cuba- no podía ser realizado por la muerte de Mella, pero la idea fue retomada 27 años más tarde y llevada a cabo exitosamente por otros revolucionarios contra otro dictador.

Las autoras afirman haber detectado, en el caso del asesinato de Mella, un “sistema de vigilancia cubano” para actuar dentro y fuera de la isla que parece haber interactuado -por lo menos temporalmente- con autoridades mexicanas. Las fuentes para comprobarlo se encuentran en diversos archivos cubanos y mexicanos, por ejemplo, en el Consejo de Estado y de Gobierno de Cuba, en el Archivo General de la Nación, de México; en el Instituto de Historia de Cuba, en el famoso RGASPI, en el Archivo de la Internacional Comunista en Moscú, que se encuentra desde mediados de los años noventa en México, recuperado por historiadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia como Rina Ortiz Peralta y Antonio Saborit. Entre los documentos consultados para la publicación destacan los fondos de los fotógrafos Enrique Díaz y Agustín Casasola. Los archivos mexicanos y cubanos fueron rastreados cuidadosamente por las autoras y trajeron a la luz nuevos conocimientos, no sólo acerca de la vigilancia del gobierno machadista sobre la oposición exiliada en México, sino también acerca de las amplias investigaciones policiales y de los servicios confidenciales del gobierno acerca del asesinato que, en suma, pudieron subrayar la responsabilidad del gobierno machadista, o mejor: señalar al propio Machado como impulsor del asesinato de Mella.

Esto también lo sabemos por estudios publicados anteriormente; tampoco cabe duda de que Gerardo Machado, el entonces presidente-dictador cubano que persiguió a la oposición numerosa con mano de acero, tenía un interés personal en eliminar a Mella. Machado había encarcelado al líder estudiantil, que protestó con una huelga de hambre contra su detención -hecho que causó su expulsión del Partido Comunista de Cuba- pero esto es otra historia. Por la huelga de hambre Machado lo liberó con la condición de que abandonara el país. Debido a la política de inmigración del gobierno de Calles, que acogió exiliados políticos de todo el continente, pero sobre todo gracias a una masiva campaña política con intervenciones de la avant-garde artística y revolucionaria del país a favor de Mella, se logró su asilo en México. Sin embargo, Machado buscó vías y medios para vigilar sus numerosas actividades políticas en las filas de varias organizaciones nacionales e internacionales, entre ellas el Partido Comunista Mexicano (PCM) y la Liga Antiimperialista de las Américas. El exilio cubano en México en tiempos del gobierno de Machado era numeroso y consistía sobre todo de sindicalistas, anarquistas, comunistas, nacionalistas, intelectuales o revolucionarios de toda índole, mientras que la oposición más moderada se encontraba en Estados Unidos. Además de esto, el México posrevolucionario era un país de actividad central para la Internacional Comunista en toda América Latina -organización fundada para propagar la revolución rusa a nivel global-. Sin embargo, hacía mediados de 1928 (en su VI Congreso) la Internacional cayó bajo el control de la fracción estalinista, que remodeló esta organización transnacional hacia un instrumento de poder para Stalin, suprimiendo opiniones opuestas, aplastando y persiguiendo a revolucionarios y pensadores creativos a nivel mundial por el aparato secreto de la misma organización y la policía secreta rusa.

Lo que podía elaborar la investigación histórica en las últimos décadas, es que un político como Mella no podía ajustarse a este viraje de la Internacional Comunista ya que él estuvo convencido -como muchos otros líderes izquierdistas latinoamericanos- de que una revolución en América Latina era algo más que una copia de la rusa y una revolución exitosa debe ajustarse a las condiciones socioculturales del continente y no a la inversa. Su asesinato cayó en el marco temporal del inicio de la agudización de la política estalinista a nivel internacional. No hay en absoluto ningún indicio de que la policía secreta rusa haya estado involucrada en el asesinato de Mella. Pero no cabe duda de que el círculo de los interesados en eliminarlos (políticamente) se había ampliado con el viraje estalinista de la Internacional. No obstante, esto no es el tema del estudio presente, que se concentra en examinar meticulosamente el ámbito de la confidencialidad gubernamental entre México y Cuba en el caso del asesinato de Mella y de su esclarecimiento.

La vida y las actividades de Julio Mella fueron transnacionales desde el primer momento de su existencia como hijo de cubano y es ta do uni den se hasta su muerte violenta en México. También su asesinato fue planificado y realizado “transnacionalmente”, ejecutado por cubanos en México. El libro recopila y presenta fuentes importantes -desconocidas hasta ahora- para iluminar la interacción entre el gobierno cubano, su policía secreta y algunas partes del aparato de seguridad mexicano. Los documentos presentados evidencian la doble moral de los gobiernos posrevolucionarios, aunque no estoy segura de si las evidencias presentadas son suficientes para llamarlo una “intriga transnacional”. Por lo demás, el libro convence con una pequeña documentación fotográfica, una joya poco conocida sobre las investigaciones policiales contra su amante y compañera, la famosa fotógrafa Tina Modotti, después del asesinato y de los grandes disturbios que causó en las calles de la ciudad de México.

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